━ 010 : beutiful song
𝘰𝘰𝘰 ┊ ﹟ 𝗕𝗢𝗥𝗡 𝗧𝗢 𝗗𝗜𝗘 ࿐ྂ
↯ CAPÍTULO DIEZ
▬ ❛ bonita canción ❜ ▬
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para el vol 2]
❛ El recuerdo más vivo que
el Rey Roto tenía de su tan
amada hermana mayor, la
Princesa Dhaenessa, era su
voz, pues no en vano había
sido bendecido con esta al
oírla tararear canciones que
solo eran para él y el resto de
sus hermanos. La amo, y odio
él no poderse reunir con ella
más pronto: era más feliz antes
de ser Rey, antes de que Nessa
se fuera y de eso el pueblo
se enteró antes que él ❜
⋆ ゚ 🥀 ⋆ ゚ 🐉 ゚ ⋆
Los vientos veraniegos golpeaban el cabello de la Princesa Dhaenessa como si tratara de peinarlo, mientras que ella se limitaba a darle órdenes precisas a Tormenta Negra, que ante todo pronóstico, era casi tan grande como Fantasma Gris con tan solo once años de haber emergido del cascarón.
—¡Lykirī, Blackstorm! (¡Tranquila, Tormenta Negra!) —exclamó contra el viento ella, tras observar cómo está hacia el ademán de querer jugar con los pájaros que temían de la imponente dragona—. ¿Skoros gōntan nyke ivestragon ao bē plāetos rūsīr aōha havor, caūtie? (¿Qué te he dicho de jugar con tu comida, linda?).
Tormenta Negra bufó haciendo que la castaña riera, acariciando el lomo a su dragona mientras impedía que esta se le echara encima a lo que ella creía era un halcón.
—Nyke pendagon ziry iksos issare syt tubī, issa raqiros (creo que ha sido suficiente por hoy, amiga) —alzó la voz una vez mas Dhaenessa—. Naejot se mainland, Blackstorm (a tierra firme, Tormenta Negra).
La dragona respondió con un largo y pronunciado rugido que hizo escapar despavoridas al resto de aves que las rodeaban: Tormenta Negra se dejó guiar al suelo por su jinete, la cual lo hacía a una valiente velocidad. Para nadie era una sorpresa lo buena jinete que Dhaenessa resultaba: todo lo que ella sabía era por su padrastro, quien se dedicó a enseñarle todo lo que él sabía desde que los Guardianes de Dragones le dieron el visto bueno para comenzar a surcar los cielos con su bestia negra.
Fue solo cuestión de segundos para que Tormenta Negra tocara las tierras de Rocadragón y consigo Dhaenessa, quien ya estaba siendo esperada por los Guardias de Dragones, que iban a llevar hasta su cueva a la bestia negra.
La inmensa dragona batió un poco sus alas al aire antes de que la Princesa las usase como resbaladilla para bajar de ella.
Dhaenessa miró con diversión como Ser Altair (el guardia que se le había asignado desde que ella y su familia habían pisado el primer escalón de Rocadragón) soltaba un suspiro de alivio una vez sus botas tocaron el frío suelo del lugar.
La Princesa acarició una última vez a su dragona, prometiéndole que iría a buscarla por la mañana para dar una vuelta, como se acostumbró a hacerlo desde que la montó por primera vez, lunas antes de su octavo onomástico.
—Me siento aliviado cada vez que esa bestia negra la trae de vuelta a salvo, mi princesa, porque evita mi cabeza en una lanza.
Nessa le sonrió al hombre, quitándose los guantes que su madre le obligaba a usar.
—Suspire de alivio, Ser, por que es más probable que llueva sangre a que Tormenta Negra haga algo que me ponga en riesgo —canturreo la niña, acomodando a tientas su revoltoso cabello.
Escuchando de fondo como algunos de los guardianes le daban sencillas indicaciones a su dragona, Nessa se acercó hasta la salida de la inmensa Guarida de los Dragones, donde la esperaba bajo la luz de las antorchas su ahora media hermana, Rhaena, quien sonreía mirando como la gran bestia negra bajaba por la cueva en dirección a su propio espacio.
—Me parece que cada día está más grande —alegó la morena, soltando una pequeña risa antes de mirar a la castaña.
Nessa asintió—. Creo que en uno de estos días pondrá su primera nidada —la castaña hizo el ademán de secar sus falsas lágrimas—. Los guardianes la han visto muy pegada a Vermax... bah, creo que seré abuela antes de mi cumpleaños.
—De Vermax, ¿eh? —Rhaena codeó a la Princesa, quien solo rodó los ojos—. Ya veo que el amor del dueño traspasa al dragón.
—Basta, Rhaena —espetó Dhaenessa, frunciendo la nariz mientras que sus mejillas se teñían de un tono rojizo—. No digas eso.
La morena parecía aprovechar cada oportunidad que tenía para molestar con aquel tema a Nessa, y si bien no resultaba incómodo, era extraño.
No terminaba de entender porque su corazón parecía palpitar con mayor intensidad cuando aquel Príncipe de ojos oscuros se hacía presente ante ella y que, por azares del destino, era su hermano mayor.
—No miento —intentó razonar ella, mientras otro de los guardias abría la puerta para ellas—. Todos aquí con dos dedos de frente podemos notar como Jacaerys te mira.
Nessa se burló—. ¿Ah, si? Y según tu, ¿cómo es que mi hermano me mira?
Rhaena y Dhaenessa, en los últimos años transcurridos, se habían vuelto inseparables. Después de que Baela viajara a Marcaderiva para así criarse bajo la tutela de la Princesa Rhaenys (a la cual se le había negado llevarse a la mayor de sus nietas desde un inicio) tras ella haberse quedado sola en aquel inmenso castillo pues Lord Corlys había zarpado lejos de su hogar, Rhaena encontró en Nessa un consuelo a la falta que su gemela le generaba, y aunque la Princesa Velaryon disfrutara muchas veces de su soledad, no tenía corazón para hacerla a un lado.
—Como si estuviera dispuesto a recibir un espadazo por ti —la platinada soltó un suspiro que a Dhaenessa hizo reír—. ¡Es muy romántico, Nessa!
—Solo camina, Rhaena.
Ambas se adentraron en los aposentos de la castaña, quien apenas tuvo una oportunidad corrió hasta su ventanal, en donde podía observar el resto de la inmensa isla, aunque brevemente sus ojos se desviaron hasta las orillas del mar, en donde entrenaban el resto de sus hermanos y Arhlyon, a quien casi nadie podía derrotar.
Por solo unos segundos sus orbes, violetas y brillantes, recayeron en Jacaerys, quien derrumbaba de una sola estocada a Lucerys, quien con nueve años daba buena pelea a sus hermanos. Si bien había crecido, no dejaba de ser el dulce niño de Nessa. Jace le extendió la mano al menor en el suelo mientras Daemon decía algo que por la distancia y el cristal no era posible escuchar, aún así Dhaenessa distinguió en sus labios "distracción" junto con "guardia".
—Papá no descansará hasta que se saquen un ojo —exclamó Rhaena, la cual se había posicionado a su lado—. Las espadas son tan... amenazantes. No entiendo como es que te gustan tanto, Nessa.
—Estar lista para cualquier tipo de situación es lo que me gusta.
La morena bufó—. Suenas como mi padre.
Dhaenessa sonrió, agradecida por el halago: después de todo y a pesar de estar reacia a la idea, había caído bajo el cariño que Daemon le ofrecía entre todo el tiempo que pasaban juntos.
ֺ ָ ֙ ⋆ ꒰ 🔥 ꒱ .°ャ
—Ahora yo no soy la que se la pasa aquí, al parecer.
Dhaenessa dejó caer sus manos tras su espalda, acomodando de manera disimulada la falda de su vestido rojo. Su cabello caía en cascada por sobre sus hombros, mientras le dedicaba toda su atención a su hermano mayor enfrente suyo.
Jacaerys se dio media vuelta apenas y escuchó la voz melodiosa de su Nessa, cerrando el libro que tenía en manos torpemente, mientras una sonrisa se apoderaba de sus labios.
—Danny.
La castaña reanudó su andar, rodeando con suma delicadeza la Mesa de Piedra, mientras sonreía abiertamente hacia el muchacho delante de ella.
—Joffrey me dijo que huiste hasta aquí después del entrenamiento —alegó ella, acariciando con cuidado cada superficie imperfecta de la inmensa piedra, donde todos los reinos yacían tallados con suma delicadeza—. Le pregunte él por qué, pero no supo responderme.
—Al contrario de ti, princesa, yo no tengo un fluido Valyrio —una mueca se abrió paso en sus labios, gesto que le pareció tierno a la chica—. Por eso, he de esforzarme al triple, o hasta el séptimo para poder ser un digno Rey cuando el momento llegue.
Dhaenessa finalmente llegó ante él, aún manteniendo su mentón en alto. A Jace, simplemente, le parecía que ella era la niña más linda que jamás había visto. Quizás era la forma que sus pestañas bailaban o los hoyuelos que se formaban en sus mejillas, pero existía algo en su pequeña hermana que lo obligaba a pensar en ella día y noche.
—Jace, ¿no es muy apresurado de tu parte? —indagó la Princesa—. Mamá ni siquiera a subido al Trono todavía, aún puedes seguir respirando tranquilamente por largos años.
Jacaerys observó como el peso de su hermana se dejaba caer sobre la roca, dejando atrás el porte sofisticado que usaba frente a los Señores y Señoras de casas importantes. Con él solía ser más espontánea, libre; y le agradaba. Le agradaba ser él quien tuviese ese privilegio de ver esas facetas de ella.
—Lo haces ver muy fácil —el Príncipe suspiró, caminando hasta quedar a un de ella. Dejó caer el libro sobre aquella piedra y después, recargó sus manos en esta—. No lo es... al menos no para mi.
Nessa giró su cabeza hacia él de forma lenta, colocando sus brazos en jarra. Usualmente el más preocupado por su futuro puesto era el pequeño Luke, el cual cada vez que tenia oportunidad le hacía saber a la Princesa acerca de sus inseguridades, ¿pero Jacaerys? Solía ser el menos preocupado con respecto al tema de su sucesión, se tomaba de forma tranquila sus estudios acerca de Westeros... la Velaryon no lograba ni comprender desde cuando él comenzó a tener pensamientos negativos en su cabeza.
Se relamió los labios y, manteniendo su cuerpo en esa misma posición, se decidió a ayudarlo un poquito... o al menos intentarlo.
—¿ȳdra daor ao pendagon ao sagon being olvie qopsa va aōla? (¿No crees que estás siendo muy duro contigo mismo?) —preguntó ella, alzando una de sus cejas.
Si Nessa podía ayudarle, lo haría sin pensarlo.
—Nyke jorrāelagon naejot sagon se sȳrje dārys se sīkuda dārȳti kostagon emagon (Necesito ser el mejor Rey que los Siete Reinos puedan tener) —el joven vaciló con algunas de las palabras, la Princesa lo supo, aún así se sintió muy orgullosa de lo valiente que resultaba su hermano mayor para arriesgarse a una conversación—. ?¿Skorkydoso kostagon nykeā dārys daor sagon able naejot ȳzaldrīzes se udrir hen zȳhon ancestors? (¿Cómo un Rey no va a poder hablar la lengua de sus ancestros?).
—Seeing dārys daoriot nūmāzma ao should gīmigon everything (El ser Rey no quiere decir que lo debas saber todo) —musitó Nessa, de la forma más lenta que encontró: ella no sabía como se sentía el estrés que sus hermanos experimentaban, pero quería comprenderlo, quería ayudar—. Ao sagon nykeēdrosa hāeda, ao mērī emagon thirteen brōzi tubis, Jace, ȳdra daor expect naejot gīmigon everything rȳ īlva agē (Aún eres joven, tienes solo trece onomásticos, Jace, no esperes saberlo todo a nuestra edad).
Él suspiró—. Ao mazverdagon ziry easy, prince (Lo haces ver fácil, princesa...) —la miro de reojo—. ¿Skorkydoso bōsa gaomagon ao pendagon bisa peace rȳ se dārȳti jāhor mōrī? ēva nyke se mēre, nykeā bastard, qilōni ascends naejot se dēmalion? (¿Cuánto tiempo crees que dure esta paz entre los reinos? ¿Hasta que sea yo, un bastardo, quien suba al trono?).
—Ao emagon nykeā zaldrīzes (Tienes un dragón) —exclamó la Princesa, sería de repente—. Se se āeksio nykeā riñnykeā qilōni dares naejot vestragon mirros bē ziry, jāhor mijegon zȳhon udrir seconds tolī (Y el Señor o Señora que se atreva a decir algo al respecto, carecerá de su lengua segundos después).
Jacaerys sonrió divertido.
—¿Jāhor ao gūrogon zirȳ hen aōla, hāedykta mandia? (¿Tu misma se las sacarás, hermana menor?).
—Bona's paktot (Así es) —respondió de igual forma ella, encogiéndose de hombros con una ligera sonrisita de lado que al Príncipe heredero le aceleró el corazón.
Permanecieron en silencio por unos largos minutos donde el único sonido que se escuchaba era el de sus mismas respiraciones. Dhaenessa usualmente se sentía incómoda con respecto a los silencios en mitad de una conversación, pero extrañamente con Jace no sucedía esto, por más furiosos que estuviesen el uno con el otro jamás había experimentado algún tipo de incomodidad al lado suyo.
Aún así, ella sabía que no podía estar en silencio mucho tiempo, así que de nuevo prosiguió a hablar;
—Bueno, Jace —Nessa sonrió, acercó su mano hasta la de él tímidamente y la dejó sobre la suya—. No creo que te halles demasiado perdido en Valyrio si eres capaz de mantener una pequeña conversación conmigo.
Jacaerys sintió que aquel toque, por más simple y asequible que hubiese sido, fue como una corriente eléctrica subiéndole de su espina dorsal hasta la punta de sus pies.
No sabía en qué momento su garganta había dejado salir aquellas oraciones en Valyrio como si no lo hubiese estado intentando las últimas tres horas de su día en la soledad de esa sala, pero de algún modo, Dhaenessa había logrado adormecer su cerebro y hacerlo dejar de pensar. Un efecto que surgía recurrentemente cuando se trataba de ella.
—Mala pronunciación en algunas palabras, claro, pero no es nada que no puedas arreglar con la práctica.
Nessa se giró completamente hacia él, logrando que el oscuro de sus ojos se combinasen instintivamente con el amatista de los suyos, provocándole una extraña (pero cálida a la vez) sensación en su estómago, el cual parecía hormiguear conforme los segundos transcurrían.
—Creo que si tú estás presente, Danny, todo se agiliza para mi.
Las palabras de Rhaena parecieron hacerle eco a la Princesa, pues en un rápido ademán alejó su mano de la de su hermano, pero esté, negado a la idea de soltarla, volvió a tomar con suma delicadeza la pálida extremidad de Dhaenessa, la cual acarició con sumo cuidado con su pulgar antes de entrelazar sus dedos.
Y esta vez, Nessa dejó de pensar.
—¿Estarás ahí, cierto? —volvió a hablar Jacaerys, sacando de sus pensamientos a la morena, quien dedicó en su dirección una mirada repleta de desconcierto.
—¿A qué te refieres, Jace?
—A mi lado, cuando el momento de reinar llegue para mi... o para ambos si es que decides aceptarme como tú futuro esposo.
Las mejillas de la Princesa se tiñeron de un suave color carmín que a Jace le pareció tierno. Era inusual que ella, de entre todas las mujeres en ese castillo inmenso, llegara a sonrojarse, pero él solía lograrlo con facilidad.
—Jace, ya hemos hablado acerca de esto...
Él la interrumpió, llevando su mano hasta sus labios, donde dejó un ligero pero cálido besó en sus nudillos.
—Lo sé, y quizás sigas sin quererme hablar del tema, Princesa, pero he de admitirte que yo...
Las palabras del Príncipe heredero permanecieron en el aire después de que las puertas del lugar se abrieran con una prisa colosal. Ante aquello, Jacaerys arrojó a su hermana a sus espaldas, acercando su mano libre hacia su cinturón, en donde yacía resguardada la espada que Daemon le había obsequiado en su onomástico pasado.
Aún así, un suspiro de alivio se escapó de ambos niños cuando Ser Altair se abrió paso en la enorme puerta, con dos guardias más acompañándolo.
Dhaenessa alejó su mano de forma disimulada de su pierna, en donde seguía guardando aquella daga con la que su dulce niño le había arrebatado el ojo a su tío Aemond, a quien muy rara vez veían en banquetes reales o fiestas. La Princesa pudo haberse desecho de aquel pedazo de hojalata que ocultaba quizás un crimen en su hoja filosa, pero para ella era algo más similar a un trofeo. Trofeo para ella y sus hermanos, con el cual podía recordarle a la Reina consorte y a sus hijos que el cariño y lealtad del Rey siempre estaría en ellos.
¿Cruel? Probablemente, pero ella aún tenía una cicatriz en su cabeza que le impedía mirar atrás y sentir lastima por el tuerto.
—Príncipe, Princesa —el trío hizo una reverencia ante ellos, el sonido de sus armaduras doblándose hicieron que Dhaenessa saliera de sus múltiples he insanos pensamientos: debía dejar de pasar tiempo con su padrastro—. Los estuvimos buscando por todo el castillo.
—¿Qué ocurre, Ser Altair? —inquirió la joven, dando un paso al frente. Su ceño se frunció, al igual que sus labios y nariz.
El hombre se relamió los labios—. Es su madre, Princesa.
Aquello fue suficiente para alarmar a Dhaenessa, quien comenzó a pensar en cada uno de los peores escenarios donde su madre era herida de suma gravedad. Se quedó pasmada, ida, e inmóvil.
—¿Qué sucede con ella, Ser Altair? —se adelantó a preguntar un ya tenso Jacaerys al notar la repentina mudes de su hermana menor.
—Ha entrado en labor de parto, mi Príncipe.
Bien, no es tan grave. Pensó Nessa, sintiendo que podía respirar una vez más. Recordaba haberle dicho a su madre hace uno o dos días que la hinchazón de su estómago era tal, que parecía estar a punto de explotar... no se equivocaba, al parecer. Tenía mucha razón al respecto.
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Con Joffrey en sus brazos, la Princesa Velaryon se mantuvo caminando por la costa de la playa, intentando tener su cabeza en calma.
No era el primer parto de su madre, y asumía que igualmente tampoco sería el último; era un sentimiento un tanto agridulce, pues si bien odiaba todo el riesgo que la mujer más importante de su vida corría en una estúpida camilla de parto, adoraba con todo su corazón lo que surgía de ella.
Bebés pequeños e indefensos que se ganaban un pedacito de ella con tan solo una mirada, y a los que juraba proteger con su vida de ser necesario.
—Estaba buscándote por todos lados; tú madre me pidió que los reuniera a todos.
Dhaenessa no lo miró, pero espero de manera paciente a que él llegase a su lado, lo cual ocurrió segundos después de que se presentase ante ella.
—¿Debo felicitarte por tu hijo o hija, Daemon? —inquirió con cierta burla ella, quitando con cuidado un mechón castaño de Joffrey de su frente.
—Un heredero no le viene mal a nadie nunca, Danny.
Nessa reprimió sus ganas de lanzarle una mirada mortal y simplemente se concentró solamente en el niño entre sus brazos. Solía ignorar los bastante inoportunos comentarios de Daemon, y incluso a veces se reía y lo imitaba, pero cuando se trataba de algo muy delicado como lo era el parto para la dinastía Targaryen... no lo soportaba mucho.
—¿Estarás satisfecho con uno? —volvió a inquirir, con un tono más hosco—. ¿O querrás continuar con esta grata fábrica de bebés?
—Byka zaldrīzes (pequeño dragón) —por primera vez, la castaña lo miró. Él había adquirido el gusto por llamarla de aquel modo, y aunque al inicio le desagradó, terminó acostumbrándose a él—. Entenderás esto cuando sea tu turno de dar herederos a la corona.
La Princesa bufó—. ¿Porqué todos parecen querer unirme a Jacaerys?
La idea no le parecía mala a estas alturas, pero ser presionada era tan agotador como recibir cartas donde pedían su mano.
—Porque te conviene, niña, por eso es que te lo repito —alegó Daemon, con el ceño fruncido.
—Bueno, si algún día quieren que yo lo acepte, dejen de repetírmelo —pidió de igual forma. El viento desordeno los rizos de su espalda, haciéndolos volar—. Ahora mismo en lo último que logro pensar es en eso, por los dioses.
Quizás muchos temiesen de contestarle al Príncipe Canalla, pero Dhaenessa no era una de ellas: sabía que si dejaba que controlase su vida aún sin ser nada más que su tío-abuelo y el esposo de su madre, sería igual o hasta más sumisa que Rhaena, quien bajaba la cabeza tímidamente cuando su padre le ordenaba algo.
Ella jamás bajaría la cabeza por nadie, mucho menos por un hombre: bueno, solo exceptuando a alguien. Nessa lo haría, si, solamente ante su madre cuando se le corone y proclame como la nueva Reina de los Siete Reinos.
Antes de eso, nadie la haría siquiera arrodillarse. Algún día alguien iba a hacerlo por ella, le besaría los pies si Dhaenessa lo pidiese, pero jamás sería al revés.
—Faltaste al entrenamiento de hoy —continuó Daemon, y Nessa solamente rodó los ojos—. Te perdiste de cómo Jacaerys le partía el culo a tu preciado niño.
—Luke sigue siendo un niño —espetó la castaña, alzando una ceja hacia su padrastro—. Aprenderá con el tiempo.
—Arhlyon a su edad ya podía quitar ojos —Nessa no lo supo con mucha claridad, pero intuyó haber oído el sonido burlón en la voz de Daemon. ¿Sabría algo, acaso, de lo que ocurrió aquella noche en Marcaderiva?—. Yo veo muy tímido a tu "dulce niño" con todo el tema de defenderse... deberías enseñarle unos cuantos trucos, ¿no lo crees, Byka zaldrīzes?
Lucerys era tímido por naturaleza desde aquella noche revoltosa tras el funeral de Laena Velaryon, y aunque Dhaenessa intentó hacerlo hablar con respecto a su comportamiento, él solía evitarlo bastante bien; tanto que cuando ella se acordaba de nuevo de ello, él ya estaba lejos.
—¿Cómo quedarías tú como maestro si no sabes lidiar con alumnos como mi dulce Luke, Daemon? —esta vez el tono burlón permanecía a Dhaenessa, quien alzó ligeramente las comisuras de sus labios—. Tu reputación iría en picada, y nadie quiere eso, ¿cierto?
Daemon se rió, negando con su cabeza: mientras más tiempo transcurría, podía darse cuenta de ciertas similitudes que compartían, cosa graciosa para él.
Después de todo era como tener una segunda fotocopia suya, solo que con cabellos castaños, vagina, y un fuerte parecido a un caballero difunto.
—Eres un dilema completo, niña —replico el platinado, con una mano acariciando la cabeza de Dhaenessa, sabiendo cuando ella odiaba aquel acto—. En fin, ¿dónde estabas? Le pedí a Rhaena que te buscara, pero jamás volvió.
—Volaba con Tormenta Negra —se limitó a responder la castaña—. No suelo dejarla sin su vuelo mañanero jamás, Daemon.
—Tienes una dragona bastante... —fingió removerse con asco, pero Nessa supo rápidamente que solo jugaba con ella— especial.
—Bueno, que tú no consientas al viejo Caraxes no es un problema mío.
Finalmente recayeron en el silencio, en donde el único sonido vigente era de las olas del mar, que azotaban en sus pies, humedeciendo sus botas de vez en cuando. Joffrey se removió en sus brazos cuando una ventisca fría se hizo llegar, Nessa lo apegó más a ella y lo cubrió con su capa, en un intento de resguardarlo del repentino y helado viento.
—No respondiste mi pregunta —volvió a hablar la Velaryon, mirando una vez más al hombre, quien simplemente se limitó a asentir en su dirección para que continuara—. ¿Seguirás dejando en cinta a mi madre?
—Creí responderte que lo entenderías cuando tuvieras la edad suficiente —el tono burlón de Daemon resurgió, y la Princesa simplemente se quedó quieta y callada—. Los herederos lo son todo, niña.
—No cuando la vida de mi madre es la que peligra —agregó amargamente la de ojos amatistas, soltando un suspiro largo—. Hablas de la familia como lo más preciado que uno tiene en la vida, Daemon, pero... ¿es en serio lo que tú piensas, o solo intentas convencerte de ello?
No lo dejo responder, pues en realidad, sabía que no tendría nada para decirle de regreso.
Arropo mejor a Joffrey y, con la esperanza de hallar buenas noticias, se encaminó a paso rápido hacia el castillo, rezándole a cualquiera que la escuchase por la salud de su madre y nuevo hermano.
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Las buenas nuevas la rodearon apenas y puso un pie en el fino mármol del inmenso castillo. No fueron sirvientas quienes la recibieron, tampoco se trataban de guardias, sino más bien de un sonido chillante y agudo que se esparcía como humedad por entre las paredes.
Era un lloriqueo. Uno de un bebé.
Rápidamente encomendó en los brazos de una sirviente a Joffrey y, con avidez, comenzó a correr escaleras arriba.
Uno, cinco, quince y hasta más de veinte escalones después, llegó hasta la puerta de los aposentos de su madre y Daemon, en donde se oía un fuerte ajetreo. Ya no había gritos, ni jadeos de dolor, solo lloriqueos que aumentaban el ritmo cardiaco de la Princesa.
No había guardia custodiando de la puerta, así que sin pararse a tocar, la abrió y se adentró en ella, escuchando con mayor precisión el resto del ruido. Lo primero que vio fue a su madre en su cama, con un bulto de sábanas en los brazos, y con algunas sirvientas rodeándola, además de la partera y Elina, la dama de su madre.
—¿Mamá?
La suave voz de Dhaenessa fue mas que suficiente para llamas la atención de los presentes. Los ojos cristalinos de Rhaenyra recayeron en ella, y su sonrisa creció considerablemente.
—¡Princesa...! —exclamó escandalizada una de las sirvientas, con los ojos abiertos de par en par—. ¿Qué está haciendo aquí? ¡Esté no es un lugar para usted...!
Quizás Dhaenessa le hubiera dado la razón, pues el olor era ciertamente tan extraño que le removió el estómago, pero se trataba de su madre, y a ella nunca iba a dejarla sola. Nunca.
Antes de que la mujer pudiese volver a conducirla a la salida, la voz de la Princesa heredera se escuchó.
—Karina, por favor —la sirvienta se detuvo, mirando inmediatamente a la recién parida—. Deja que mi niña se acerque, que conozca a su pequeño hermanito.
Hermano. ¿Otro varón, eh?
—Oh, claro mi Princesa, discúlpeme —hizo una pequeña reverencia y dio un paso atrás, sonriéndole apenada a la menor—. Discúlpeme usted, Princesa, adelante.
Dhaenessa asintió, respondiéndole aquella sonrisa, y reanudó su andar hacia la cama de su madre.
Nessa intentó bromear, conforme se acercaba a la sudorosa platinada.
—¿Otro varón, madre? —fingió una mueca, negando—. Creo que creceré sola entre hombres si seguimos así.
Rhaenyra rió, y le permitió tomar su mano—. Juro darte algún día la niña que tanto quieres, mi dulce Nessa.
—Me conformó con que no te pongas de nuevo en este tipo de riesgo, madre.
Aunque era lo que más deseaba, sabía que no lo sería; menos después de la charla con Daemon en la playa.
Los ojos amatistas de Dhaenessa se centraron en el bulto en los brazos de su madre, con toallas rodándolo llenas de sangre y cierta grasa que emanaba del pequeño cuerpo.
—¿Cómo se llamará? —preguntó ella, en un susurro.
Sentía curiosidad por su aspecto; el último bebé que había visto era Joffrey y él no tenía ningún tipo de rasgo Valyrio.
—Aegon —musitó de igual forma la platinada, acariciando con cuidado los nudillos de su hija—. Aegon III.
Nessa hubiera elegido otro nombre, pues creía que ya eran demasiados Aegon, pero aún así no intervendría en la elección; se desvelaría por qué ese Aegon, su Aegon, no siguiese los pasos de su tío.
—Es un lindo nombre —acepto la castaña, pestañeando unas cuantas veces.
—¿Quieres conocerlo?
Nessa asintió, y con cuidado, estiró su cuello hacia su madre y el pequeño Aegon. Rhaenyra descubrió el rostro de su hijo, dejándolo a la vista de su dulce niña.
Tenia los rasgos Valyrios que todos esperaban; cabellos castos pero tan pálidos como su misma piel y ojos violetas. Quizás pudiese ser la imagen ideal del hijo que todos esperaban desde un inicio de la heredera al Trono de Hierro, pero Dhaenessa no vio eso, no pudo ver nada más allá de un par de ojos que la miraban con curiosidad y que, automáticamente, se ganaron un lugar en su corazón.
—Es... es muy hermoso —murmuró Dhaenessa de nuevo, alargando su mano hasta la pálida y grasienta mejilla de Aegon, donde dejó una suave caricia—. Tiene tus ojitos, mami.
Y la nariz de Daemon, se repitió, divertida.
—¿Quieres tomarlo en brazos, mi niña? —Dhaenessa miró con cierto temor a su madre—. Se que vas a hacerlo muy bien, siempre haces todo muy bien.
Nessa, aún dudosa, asintió. Su madre, manteniendo su sonrisa, extendió el bulto en sus brazos hacia su hija, quien con cuidado se acomodó para recibir al recién nacido entre sus brazos.
Fue extraña la sensación. La última vez que había sostenido un pequeño bebé fue hace tres años, y con ayuda de Laenor; ahora lo haría sola, y no sabía que tan Bueno podría ser eso. Apenas y lo tuvo entre sus brazos, vio como un puchero se extendía en los labios de Aegon; miró con terror a su madre, sin saber que hacer.
Su hermano estaba a punto de llorar. Ella no estaba capacitada para callar bebés... no recién nacidos, al menos.
—Mamá, creo que no le agrado mucho a Aegon —musitó nerviosa Dhaenessa, mirando alarmada a su madre—. Será mejor que te lo de otra vez, por su bien...
Rhaenyra negó cuando Dhaenessa le extendió a su hijo—. Inténtalo, mi vida, inténtalo.
Nessa nuevamente no estaba tan convencida, pero dudosa, hizo lo primero que se le vino a la cabeza.
Cantar.
—En el jardin dilly dilly, lavanda azul... —miró a su madre de reojo, quien la miraba encantada. Aegon, quien había dejado atrás sus ojos aguados y puchero, comenzó a jugar con uno de los mechones sueltos de Dhaenessa, la cual le sonrió de forma ligera—. Te amo a ti dilly dilly, me amas tu...
——— AUTHOR'S NOTES.
holuu
se los prometí, y aquí está; no es el mejor, pero le puse ganas al pequeño espacio JAJAJA
ahora si, estaré más pendiente, se los prometo 🙏🏻
opiniones de este primer acto? de nessa?
bueno, este es el cierre del acto uno y si, prepárense porque en el otro se viene feo (el final, pues)
recuerden, voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💕
subo edits de esta y otras historias a mi cuenta de TikTok por si quieren ir a darse spoilers antes de tiempo JAJA, la cuenta es idfpotter
eso es todo travesuritas, soooooo
-✨Travesura Realizada✨-
Majo P.
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