━ 007 : an eye for a dragon

𝘰𝘰𝘰 ┊ ﹟ 𝗕𝗢𝗥𝗡 𝗧𝗢 𝗗𝗜𝗘 ࿐ྂ
CAPÍTULO SIETE
▬ ❛ un ojo por un dragón ❜ ▬

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para el capítulo 008]























❛ Lady Dhaenessa fue una
mujer honorable, aparte
de atractiva e inteligente,
sus cualidades no solo se
podían contar con los dedos
de una mano, pero si había
algo que detestaba era que
se metiesen con su familia,
y cuando alguien se atrevía
a desafiar ello, se disponía a
hacerlos pagar con sangre
y fuego: un claro ejemplo
fue y siempre será Aemond
Targaryen, antes y durante
la Danza de los Dragones ❜






















⋆ ゚ 🥀 ⋆ ゚ 🐉 ゚ ⋆

Dhaenessa se removió con un quejido sobre la cama, intentando que dejaran de zarandear a su pobre pie, sin saber de quien se trataba o por qué estaban intentando despertarla de su tan maravilloso sueño.

—Nessa...

De repente, ya no estaba sobrevolando Pentos con Tormenta Negra, ahora se hallaba en mitad de la noche, con los rostros de sus tías y tío delante de la cama en donde hace cinco segundos dormía plácidamente.

Dhaenessa gruñó y se aferró más al brazo de Jacaerys, mientras tanteaba que a su derecha aún estuviese Luke.

—¡Nessa...! —la llamó Baela esta vez, más fuerte—. ¡Nos dijiste hace menos de cuatro horas que te buscáramos si necesitábamos algo!

—Pasa de la hora del búho, déjenme dormir —se quejó aún adormilada la castaña, cubriéndose con sus sábanas hasta la cabeza.

—Déjennos dormir —corrigió Jacaerys bajo un quejido.

El silencio inundo una vez más a los aposentos de los príncipes, y cuando Nessa creyó que estaban respetando por fin sus horas de sueño, ella y sus dos hermanos sintieron como de un fuerte jalón la colcha se arrancaba de la cama hasta caer a los pies de esta.

—Mientras ustedes están dormidos, alguien sobrevuela Marcaderiva con Vhagar —anunció Arhlyon de forma brusca: él fue quien había arrebatado las cobijas de la cama.

El oír esto último fue lo que obligó a Dhaenessa a abrir los ojos de golpe. La princesa se sentó, quitando de su cuerpo el bracito de Lucerys, quien se quejó al sentirla moviéndose.

—Nadie sería tan tonto como para ir tras Vhagar —musitó ella por lo bajo, observando los rostros preocupados de las gemelas.

Le sorprendía que con el ruido, ni Jace ni Luke se despertasen.

—¡Dhae, la han robado!

Una mueca se formó en sus labios—. Rhaena, eso no es posible...

—¡Dhaenessa, ve por la ventana! —pidió un tanto exasperado Arhlyon, señalando hacia el cristal, donde se colaba la luz de la luna.

—Ya voy, ¡pero no me grites! —bufó la castaña, arrastrándose hasta bajar de la cama.

Se puso de pie al mismo tiempo que un gran rugido azotaba los cielos. Los ojos violetas de Dhaenessa miraron a sus tíos con aire sorprendido: no lo dudó y se encaminó rápidamente a la ventana, sofocando un pequeño grito de la impresión al ver sobrevolar los cielos nocturnos a Vhagar con alguien en su lomo.

—No puede ser —susurro para ella misma, frunciendo el ceño.

—Alguien se atrevió a reclamarla aún cuando ellas están en medio del duelo —Dhaenessa no conocía al platinado de nada, pero podía distinguir furia en sus orbes violetas: como si le hubiesen robado a él—. Tenemos que hacer algo antes de que vaya más lejos.

—Tiene que ser alguien con la sangre Valyria —intuyo Nessa, girándose en dirección a sus primos—. De cualquier modo, ¿por qué nos buscan a nosotros para esto?

—Nosotras insistimos —admitió Baela con cierta vergüenza en su voz. Nessa distinguió con la poca luz como sus mejillas se tornaban rojas—. El o la que hurto a Vhagar nos podría ganar si solo fuéramos nosotros tres, pero si somos seis...

Dhaenessa no titubeó al asentir—. Despertare a Jacaerys e iremos a por ese mal nacido de inmediato.

La castaña se aseguró de mantener aún su daga atada al cinturón de su pierna que Rhaenys le obsequió en su onomástico número siete antes de correr nuevamente hacia la cama, maldiciendo el sueño pesado que su par de hermanos tenían.

—¿Jace? Jace, despierta —movió su hombro, pero no consiguió nada. Su hermano mayor simplemente se dio media vuelta, alejándose de ella: la Velaryon bufó—. Dioses, vas a tener que perdonarme.

Camino hacia el pie de la cama una vez más y con una pequeña mueca se encargó de jalar la pierna de Jacaerys, quien se sentó de golpe sobre la cama, desorientado y un tanto asustado.

—¿Danny, qué haces? —Jacaerys la miraba con los ojos entrecerrados, sin inmutarse ante las presencias de Baela, Arhlyon y Rhaena—. ¿Por qué me despiertas...? ¿Y por qué estás despierta tu?

—En pocas palabras, sobrino, es hora de que te hagas un hombre —Rhaena codeó a Arhlyon, quien simplemente le lanzó una mirada fulminante.

—¿Eh?

—Levántate, Jace —pidió Nessa—. Es urgente. Vamos.

Jacaerys iba a replicar, pero un nuevo rugido lo interrumpió: no tardó nada en conectar los hechos, comenzando a ponerse de pie más rápido de lo que él creía.

—¿Es lo qué...?

Rhaena asintió hacia él—. Alguien a robado a Vhagar.

Dhaenessa camino hacia el otro extremo de la cama en donde descansaba plácidamente Luke. Seguía sin creer que alguien podía llegar a ser tan desalmado como para reclamar a la vieja dragona de Laena después de su funeral.

—Luke... Luke —Nessa le palmeó la pierna, intentando no asustarlo.

—A mi no me despertaste tan bonito —se quejó Jacaerys, con una mueca.

Dhaenessa no le hizo caso. Se centró solamente en cómo su hermano abría los ojos poco a poco, aún adormecido.

—Hoy aprenderemos una lección —le dijo ella, una vez Luke se sentó sobre la cama, desorientado—. No robar las cosas que no te pertenecen si quieres tener una vida larga y próspera.

Arhlyon se burló, cruzando los brazos—. Vaya, la falta de cordura creo que ya viene de familia.



























ֺ ָ ֙ ⋆ ꒰ 🔥 ꒱ .°ャ

Los seis emprendieron camino hacia donde los rugidos incrementaban su tonalidad, puesto que no tenían nada mejor pensado. Dhaenessa, por una parte, cargaba con su daga debajo de su camisón y los demás simplemente se hicieron con piedras o ramas que encontraron en el transcurso, aunque la castaña no terminaba de entender de que serviría eso.

Aún así, prefirió no quitarles el mérito y aceptarles una rama, pues ninguno debía de enterarse que tenía un arma: mucho menos Jacaerys, quien haría lo imposible por quitársela. Además, no planeaba usarla... si no era necesario, claro.

Los seis caminaron fuera del castillo con sumo cuidado, fijándose que en cada esquina no se encontrará algún guardia haciendo rondas nocturnas. Cuando estuvieron afuera, siguieron el rastro que la dragona había dejado a su paso hasta encontrarse cara a cara con el nuevo jinete de Vhagar. Aemond caminaba con soberbia y tranquilidad hacia la salida cuando ellos le obstruyeron el paso: Nessa se tragó la mueca de sorpresa que amenazaba por surcarle el rostro.

—¡Jace! ¡Nessa! ¡Aquí está! —exclamó Lucerys, apuntando al mayor.

—¡Es él!

—Soy yo —respondió Aemond con seguridad, quitándose la capa de su espalda.

—Vhagar es el dragón de mi madre —exclamó Baela, con furia, avanzando hacia él: no logró alcanzarlo porque Arhlyon la tomó del brazo, negando.

Aún no era tiempo.

—Tu madre murió —observó Aemond, obvio—. Vhagar tiene a un nuevo jinete ahora.

—Eso lo veremos —soltó entre dientes Arhlyon, tensó.

—¡Es mía, la reclamo! —intervino Rhaena.

—¡Entonces debiste reclamarla! —Aemond miro con desagrado a Jace y a Luke—. Tal vez tus sobrinos te encuentren un cerdo en el cual volar. Te quedaría bien.

Para Dhaenessa, las cosas sucedieron demasiado rápido. Cuando menos lo espero presencio como Rhaena se le echaba encima a Aemond, brindándole un golpe a su tío, pero él no se quedo atrás y se lo devolvió con mas fuerza, haciéndola caer al suelo de espaldas.

Con enojo Dhaenessa se acercó a Aemond con rapidez siendo seguida por Baela, la cual lo jalo de la capa lo suficientemente fuerte para que su sobrina le pudiese proporcionar un golpe directo en el rostro que lo hizo retroceder.

Dhaenessa hizo una mueca al sentir sus nudillos arder, dio unos pasos en retroceso, mascullando maldiciones.

—Cara dura —musitó la princesa—. ¡Fui amable contigo una vez, pero no pienso permitir que te metas con ellas, Hightower! ¿Entendiste?

—¡No es tu asunto, bastarda! —antes de que Nessa pudiese reaccionar, fue consciente de la bofetada que su tío le brindó con tal fuerza que aún podría ser capaz de sentir sus dedos encima del golpe—. ¡No necesitaba tu lastima, ni antes, ni ahora, ni nunca!

Baela gruñó de furia antes de echarse encima de Aemond, pero terminó con un golpe en el estómago y en el suelo, a la par de su hermana.

—¡Atáquenme otra vez y se las daré a mi dragón!

Nessa se tocó la herida, creyendo que no debía ser tan grave, pero al verse la mano, vio alguna que otra gota rojiza que manchaba esta: se dio cuenta que el ardor se debía a quizás un rasguño que acompañaba al golpe.

—¡No te atrevas a tocar a Dhaenessa de nuevo! —gruñó Jacaerys, antes de echársele encima a Aemond con sus puños en lo alto.

Nessa se giró hacia sus primas, que ya eran atendidas por un enfadado Arhlyon, quien apenas verificó que las gemelas estaban bien se unió a Jace para, entre los dos, derribarlo. Dhae dudó, pero finalmente se unió a su tío y hermano.

Aemond arremetió una patada contra Jacaerys apenas tuvo oportunidad, e imitó sus movimientos con Arhlyon, quien le atinó un golpe en uno de sus pómulos antes de caer de espaldas. La princesa le jalo el cabello, dándole la oportunidad a Lucerys de golpearle el abdomen.

Uno, dos, tres golpes y luego Aemond, jadeante, le brindó un puñetazo en la nariz al Velaryon y un codazo fuerte en las costillas a Nessa, quien siseo del dolor antes de soltarlo y caer contra la pared un tanto ida por el punzante dolor, golpeándose la cabeza en el transcurso.

Jacaerys volvió a gruñir tras ver eso y sin dudarlo volvió a irse contra su tío, tirándolo al suelo y subiéndosele para comenzar a repartir golpes de diestra a siniestra. A él se unieron el par de gemelas, mientras Arhlyon pisaba el tobillo de Aemond, impidiendo que se pusiera de pie de nuevo.

Nessa se recuperó unos segundos más tarde cuando Jacaerys volvió a ser arrojado al suelo por una patada, llevándose consigo a Arhlyon quien se distrajo al burlarse de la situación de su primo, quien parecía tan inmóvil como un cerdo según él. Aemond se recompuso rápidamente, arrojando lejos a Baela y a Rhaena también.

Dhaenessa empezó a buscar su daga debajo de su camisón, apresurándose al oír los chillidos que emitía su dulce niño, quien había sido tomado por el cuello.

—¡Morirán gritando en llamas como lo hizo su padre! —exclamó Aemond, amenazando a Lucerys con una roca. Les dedicó una mirada de asco a los tres Velaryon—. Bastardos.

Nessa se tensó por unos segundos, compartiendo una mirada directa con Jacaerys, quien se mantenía en pose de batalla, alerta a cualquier movimiento.

—Mi padre está vivo —lloriqueo Lucerys.

Aemond se burló—. Él no lo sabe, ¿verdad, Lord y Lady Strong?

Aquello provocó que una ira cegadora llenara a Nessa, quien sintió como su cuerpo temblaba del enojo. Dhaenessa desenvainó su daga casi en un mísero parpadeo, logrando que su tío soltase a su hermano y que toda su atención recayera en ella, esta vez siendo Nessa la amenazada por una roca.

—Seremos bastardos si tu lo quieres, pero al menos nuestro huevo si que eclosiono y no se convirtió en una vil piedra de decoración —mascullo ella, acercándose de forma minuciosos a él—. Somos mas Targaryen que tu. Y eso, querido tío, no vas a cambiarlo con una bestia que no te pertenecía desde un principio.

Jacaerys, al ver el enojo centellar en los ojos violetas de su tío, se acercó a él de forma amenazante, aunque eso no hizo mucho: después de todo, Aemond ya tenía un objetivo enfrente. El platinado se fue contra Dhaenessa con intención de descalabrarla con la roca, pero ella reaccionó más rápido y le proporcionó un corte en el hombro a su tío, rasgando consigo parte de su ropa y piel.

—¡Estúpida bastarda!

—¡Te cortare la lengua yo mismo por eso! —escupió Jacaerys, quien hizo a un lado a Nessa mientras avanzaba en dirección al platinado.

Aemond lo lanzó con facilidad, aún con la mirada furiosa en la princesa. Se lanzó contra ella, golpeándole la frente con la roca antes de que ella pudiese hacer un ademán más con la daga, descolocándola y haciéndola caer de espaldas.

Baela y Rhaena, quienes estaban a un par de metros de ella comenzaron a gritarle, intentando mantenerla con los ojos abiertos.

—¡Nessa! ¡Nessa!

—¡No te duermas...!

Nessa se tocó la cabeza, ida—. Estoy... estoy bien.

No le dolía nada, lo atribuía a la euforia y adrenalina que sentía en esos momentos.

Su daga había salido volando hasta los pies de Arhlyon, quien sin dudarlo le vertió un líquido verdoso en el metal, guardándose el recipiente dentro de su bolsillo. Lucerys le arrebató el arma al no verlo actuar, acercándose con rápidas zancadas.

Nessa se percató de ello rápidamente y una sonrisa maliciosa creció en sus labios, mientras golpeaba a tientas a Jacaerys quien estaba tirado a su lado. Él asimiló rápidamente que trataba de decir la castaña, asintiendo.

Ambos se agacharon para tomar un puñado de arena y se lo lanzaron a Aemond en la cara.

Fue más rápido de lo que Dhaenessa creyó; Lucerys se aproximó a él aún más y con un golpe seco y limpio, le desgarró la parte izquierda de la cara.

Jacaerys se puso de pie y ayudó a que su hermana lo imitase, abrazándola con fuerza contra él, intentando no lastimarle las heridas de la cabeza y del rostro.

—Estas bien... estas bien, nadie va a ponerte una mano encima mientras que yo respire —murmuraba contra ella Jacaerys, acariciando de forma suave su cabellera.

Lucerys corrió hasta donde estaban sus hermanos, escondiéndose entre los brazos de Dhaenessa, quien aún mantenía su boca cerrada, mirando fijamente como Arhlyon amenazaba con una roca a Aemond, quien seguía gritando del dolor.

No quería admitirlo, pero esa escena le causaba satisfacción.

—¡Deténganse de inmediato! —bramó Ser Harrold Westerling, adentrándose en el lugar de los hechos.

Arhlyon bufó, soltando la roca y yendo hasta donde estaban sus hermanas para abrazarlas por los hombros.

—¡Aléjense!

—¡Me arde...! —gimió Aemond.

Dhaenessa distinguió una sonrisita de orgullo en los labios de Arhlyon, aún mirando al príncipe en el suelo. Supo entonces que aquello que él le había vertido a su daga solo hizo que la herida de su tío doliese al triple (o hasta más).

Tomó la daga de la mano de Lucerys y empezó a limpiarla con su camisón ya sucio, intentando quitar todo rastro del líquido que Arhlyon pudo utilizar: evitaría cualquier disturbio de ser posible.

Ser Harrold se hincó ante Aemond, quien seguía chillando, mientras que el resto de guardias miraban a cada uno de los niños con cierto temor.

—Mi príncipe, mi príncipe. Déjeme ver.

Aemond se quitó la mano del rostro, aún lloriqueando.

Nessa arrugó la nariz, con desagrado—. Dioses, que asco.

Se acercó al oído de su hermano menor y susurro:

—Buen trabajo, mi dulce niño —le acarició sus rizos—. Pero te prometo que a la próxima, yo seré quien vaya a defenderte a ti.



























ֺ ָ ֙ ⋆ ꒰ 🔥 ꒱ .°ャ

Las manos de Jacaerys acariciaban los hombros de Dhaenessa, mientras esta se encargaba de mantener detrás suyo a Lucerys, escondiéndolo de la mirada venenosa de la reina consorte.

Ella y el Rey habían tardado en llegar al gran salón, pero cuando lo hicieron, Alicent Hightower grito de horror tras ver a su segundo hizo varón. Fue hacia él y empezó a preguntarle cosas por lo bajo, pero el platinado no podía darle alguna explicación sin que la pelirroja lo interrumpa.

Dhaenessa terminó acostumbrándose a sus miradas asesinas después de un par de minutos, conteniendo la ladina sonrisa que amenazaba con surcar en sus labios. Ella jamás había sentido tal satisfacción como en estos momentos, en donde podría estar saltando feliz por toda la habitación si estuviese a solas.

Aemond jamás le había desagradado. No hasta que ataco a sus hermanos y eso no iba a perdonárselo jamás... no mientras ella siguiera respirando día tras día, pues sin saberlo, el rencor de ella y la obsesión de él los llevaría a un pozo sin fondo, donde sus vidas van a depender de un vil hilo en años venideros.

—Uno de ustedes hizo esto —la reina consorte se puso de pie, señalando a los tres Velaryon—. ¡¿Cuál fue?!

Ninguno dijo nada, pero el destello de placer en los ojos amatistas de Nessa no pasó desapercibido para Alicent, la cual hizo un mohín de molestia: para la princesa era como ver a una niña a punto de hacer un berrinche.

—¿Cómo es qué permitió que esto pasara? —resonó la voz de Viserys, quien yacía sentado en el trono.

—Se suponía que los príncipes estaban en cama, mi rey —repuso Ser Harrold.

El rey negó—. ¿Quién tenía la guardia?

Ser Criston Cole dio un paso adelante, haciendo que Dhaenessa soltase por lo bajo un gruñido.

—El joven príncipe fue atacado por sus primos, Majestad —respondió él.

Los ojos violetas de Nessa recayeron en su abuelo, el cual se ponía de pie con ayuda de un bastón. Para ella, él estaba lejos de ser visiblemente una figura de autoridad, pero aún así eso no evitó que sintiera la necesidad de provocarle la lástima suficiente para que ella, sus hermanos y tíos no sean castigados. Viserys hizo una mueca al ver como su adorada nieta acariciaba su cabeza, en donde había algo de su sangre ahora más seca.

—¡Ustedes juraron proteger y defender a mi sangre! —exclamó el rey por lo alto.

—Lo siento mucho, Majestad —volvió a hablar Ser Harrold

—La Guardia Real nunca ha defendido príncipes de príncipes... —alegó por lo alto Ser Criston.

—¡Esa no es una respuesta!

Dhaenessa reprimió de nuevo una sonrisa, intentando actuar lo mejor posible su papel de víctima.

—Va a sanar, ¿no es cierto, maestre?

Ojalá y no, pensó Dhaenessa, con la mano entre los rizos de su hermano.

—La piel va a sanar —comenzó a decir el hombre, con una mueca de pesar—. Pero ha perdido el ojo, Majestad.

Dhaenessa sabía que Lucerys no podía tener suficiente fuerza para sacarle un ojo a Aemond, la daga tampoco era lo suficientemente grande para causarle un daño severo: solo bastó con mirar a sus espaldas, en donde Arhlyon seguía abrazando a sus dos hermanas con, lo que Dhaenessa observó, una sonrisa de satisfacción. Supuso que el líquido que vertió en la daga tuvo mucho que ver con el ojo perdido de su otro tío.

El bastardo de Daemon le regresó la mirada, ella simplemente hizo el muy discreto deje de que su secreto estaba a salvo con ella antes de volver su par de ojos a la escena delante de ella. Lo único que se encontró fue la escena de Alicent brindándole una bofetada a su hijo mayor, mientras le preguntaba en donde estaba mientras Aemond sufría de tal abuso.

Nessa estaba dispuesta a resolver las dudas de la reina consorte con cierta diversión cuando las pisadas en los escalones advirtieron de la llegada de Corlys y Rhaenys Velaryon.

—¿Qué significa esto? —bramó el señor de las mareas.

—¡Dhaenessa! ¡Baela! ¡Rhaena! ¿Qué...? —Nessa besó la mejilla de Jacaerys antes de soltarse de él he ir hacia su abuela, la cual mantenía los brazos abiertos, dejando que tanto las gemelas como Nessa se refugiaran en estos—. ¿Qué pasó?

Lord Corlys corrió hasta donde Luke y Jace estaban, poniéndose detrás de los dos con preocupación.

—Nessa, mi niña, ¿qué ha pasado? —Rhaenys se colocó de cuclillas ante sus nietas: las gemelas no tenían heridas a simple vista, no como Dhaenessa. Sus nudillos parecían estar a punto de explotar de lo rojos que estaban, en la frente mantenía un hilo de sangre y su mejilla aún tenía fresco el rasguño: la castaña no quería verse pronto en un espejo—. Mira tu cara, mi niña, esto se tiene que atender de inmediato.

—Nos defendió, abuela —sollozo Rhaena, aún en los brazos de Lady Rhaenys.

Baela asintió, también ocultando su rostro en el hombro de la mujer.

Rhaenys acarició la mejilla sana de la castaña—. Te atenderemos enseguida, ¿si? El mejor maestre de Marcaderiva se encargará de ti.

A los segundos, las puertas del gran salón se abrieron, revelando la ahora llegada de Rhaenyra y Daemon, los cuales a pesar de haber llegado a la par se separaron casi de inmediato. Ella yendo hacia sus hijos y él colocándose al lado de su único hijo varón, comenzando a susurrarse con él de forma disimulada.

—¿Jace? ¿Nessa? —Rhaenyra miró a todos lados en busca de sus pupilos. Unos segundos después los encontró, ahogando un grito de terror—. ¡Luke! ¡Nessa!

Rhaenys besó la frente de Dhaenessa con suavidad antes de dejarla ir hacia su madre. La princesa heredera tomó por los hombros a su hija y la acercó a ella, mientras ponía sus ojos una vez más en Lucerys.

—Muéstrenme —Nessa bajo la cabeza, pero rápidamente sintió los dedos de su madre alzándole el mentón—. ¡Muéstrenme!

Luke se descubrió la nariz al mismo tiempo que Dhaenessa terminaba de alzar la mirada, provocando que su madre ahogara un nuevo grito.

—¡¿Quién hizo esto?! —se apresuró a preguntar Rhaenyra, con voz enojada.

—¡Ellos me atacaron! —grito Aemond desde su silla.

—¡Él atacó a Rhaena! —grito esta vez Jacaerys—. ¡Dhaenessa quiso defenderla y él la abofeteó!

Nessa se dio cuenta que su hermano encubría parte de los hechos, pero le dio igual. Era para el beneficio de ellos seis: ella le aplaudiría cualquier tipo de mentira.

—¡No es cierto!

—¡Claro que si, tengo la prueba en mi rostro!

—¡Te lo merecías!

—¡Él nos agredió primero!

—¡Lanzó a Rhaena!

—¡Me defendía!

—¡Merecía cualquier tipo de golpe por lanzar a mi hermana!

—¡Golpeó a Nessa con una roca en la cabeza y rompió la nariz de Luke!

—¡También atacó a Baela!

—¡Yo no comencé...!

—¡Él reclamó lo que es mío!

—¡Se metió con mis hermanas!

—¡No fue culpa mía!

Alicent se incluyó en la disputa—. ¡Debe ser mi hijo quien cuente la historia!

Los niños continuaron con la disputa entre ellos a base de gritos.

—Nos llamó...

Antes de que Jacaerys pudiese decir el porqué todo (quizá) terminó como terminó, la pelea fue acallada por el rey.

—¡Silencio!

Nessa miró con rencor a la reina y a su hijo antes de girarse hacia su madre y susurrarle un:—. Nos llamó bastardos.

Rhaenyra, con un enojo silencioso, acarició los hombros de sus dos hijos mayores antes de ponerse de pie y dirigir su mirada hacia su padre principalmente, sin alejarse de sus tres hijos.

Jacaerys entrelazó su mano con la de Nessa, acariciando sus nudillos ahora púrpuras con cuidado de no provocarle más dolor. La Velaryon atrajo a ella a Luke, quien sin dudarlo volvió a recostar su cabeza en el costado de Dhaenessa, temeroso.

—Aemond... —el rey comenzó a bajar los pocos escalones del trono, yendo hacia su ahora tuerto hijo— quiero la verdad de lo qué pasó. Ahora.

—¿Qué más hay que oír? —alegó Alicent, incrédula—. Tu hijo fue mutilado. Su hijo es el responsable.

—Fue solo un accidente.

—¡¿Accidente?! —indagó arisca la reina consorte—. La princesa Dhaenessa trajo una navaja a una emboscada. Ella pensaba matar a mi hijo... ¡Su hermano le desgarró la cara!

El rey Viserys negó, en desacuerdo. ¿Su querida nieta una asesina? No. Era imposible. Ella era el retrato de Aemma Arryn, su dulce nieta era la más amable niña que jamás conoció, claro que no era capaz de tales cosas como asesinar cuando ella también yacía herida y con un aspecto de dolor absoluto.

—Son mis hijos los que fueron atacados —replicó Rhaenyra, tomándole la mano a Lucerys, asegurándose que Jacaerys aún estuviese atento a Dhaenessa— y obligados a defenderse. Se mencionaron insultos repugnantes contra ellos.

El rey se alarmó ante ello, mirando a su hija mayor y a su nietos con cierta preocupación—. ¿Qué insultos?

—La legitimidad del nacimiento de mis hijos fue puesta en duda.

—¿Qué?

Dhaenessa miró a Otto Hightower, quien tenía los ojos puestos en ella. No dudó en dar un paso al frente, sin soltar a Jacaerys, mientras fingía que sollozaba.

—Él nos llamó bastardos —lágrimas se acumularon en los ojos de Dhaenessa, quien intentaba verse y sonar lo más convincente posible—. No solo nos ha insultado a nosotros, Majestad. Sino que también a mi madre, la futura reina de los Siete Reinos.

Otto Hightower soltó un insulto hacia la menor, mientras negaba. Era, para su mala suerte, más inteligente que su cuarteto de nietos juntos y eso estaba claro que no le convenía.

—Mi hija tiene razón —alzó la voz Rhaenyra, dando un paso al frente—. Mis hijos están en la línea para heredar el Trono de Hierro, Majestad. Esta es la más grande de las traiciones —el lugar se mantuvo en silencio unos cuantos segundos. Rhaenyra no dudó en seguir—. El príncipe Aemond debe ser cuestionado para saber dónde ha escuchado esas calumnias.

—¿Por un insulto? —inquirió en un hilo de voz Alicent, mirando perpleja a la que alguna vez llamó amiga—. ¡Mi hijo perdió un ojo! —que de gracias a los dioses que fue lo único que perdió, pensó Nessa, limpiándose las lágrimas con su pulgar, intentando aún seguir bajo su papel de damisela lastimada.

—Dímelo, hijo, ¿dónde escuchaste esta mentira? —le preguntó el rey a Aemond, quien se mantenía bajo un silencio curioso para Dhaenessa: ella sabía que no tenía agallas, pero creyó que hablaría.

—El insulto fue jactancia del patio —volvió a intervenir Alicent, nerviosa—. Broma de niños. No fue nada...

—Aemond... te hice una pregunta —el rey ignoro a su esposa, regresando los ojos a su segundo hijo varón.

Alicent, desesperada, volvió a hablar.

—¿Dónde está Ser Laenor, me preguntó? ¿El padre de los niños? —Nessa entrecerró sus ojos amatistas hacia la reina consorte, sabiendo que solo intentaba despejar la atención del rey—. Tal vez él tenga que decir algo al respecto.

—Si, ¿dónde está Ser Laenor?

Rhaenyra titubeó—. No lo sé, Majestad. Yo... no podía dormir, y salí a caminar.

—Entreteniendo a sus jóvenes escuderos, yo diría.

La nariz de Dhaenessa se frunció al comprender vagamente las insinuaciones de Alicent, las cuales causaron una pequeña risa en Ser Criston Cole.

—Mis sobrinos fueron insultados, Majestad —intervino Arhlyon, quien se ganó miradas indiscretas: aún así, eso no lo detuvo, las palmadas de su padre en su espalda fueron más que nada un incentivo a seguir—. Si me pregunta, lo más importante es saber quien fue él o la que difundió aquella mentira.

Alicent gruñó hacia el bastardo, quien disimuladamente sonrió hacia ella de forma burlona. Antes de que la reina consorte fuese capaz de intervenir de nuevo, el rey lo hizo.

—Mi sobrino tiene razón —alegó el rey, asintiendo hacia Arhlyon con orgullo. Cada que lo miraba, era el revivir la imagen de su padre: quizá por ello le tenía un cariño enorme—. Aemond, mírame.

Nessa, entre lágrimas, comenzó a pensar en chistes referentes al ahora estado de su tío.

—Tu rey demanda una respuesta —volvió a hablar el rey—. ¿Quién te a dicho esas mentiras?

Aemond miró unos segundos a su madre, alertando a toda la sala de aquello, pero él al darse cuenta que estaba delatando a la pelirroja, habló más rápido—. Fue Aegon.

Él nombrado, que estaba todavía más borracho que sobrio, fue el que ahora resultó bombardeado de preguntas de parte de su padre

—¿Y tu, hijo? —inquirió el rey hacia su primer hijo varón—. ¿Donde oíste esas calumnias? —él no respondió nada, la falta de huevos era de familia, pensó la castaña, recargando su cabeza en el hombro de Jace, quien recargó la suya sobre esta: quizás no fingía del todo el dolor, pues ahora que la adrenalina se había ido su nuevo amigo era alguna que otra punzada de dolor en su cabeza—. ¡Aegon! ¡Dime la verdad!

—Lo sabemos, padre —la ceja de la princesa se alzó al oír hablar a Aegon—. Todos lo saben. Solo míralos.

El salón se sucumbió ante el silencio ante las palabras de Aegon. Nessa no se sentía avergonzada, pues dejando de lado la bastardía, tuvo un padre presente: algo que los hijos de la reina consorte no gozaron ni gozarán.

—¡Estas disputas interminables deben acabar! —exclamó Viserys—. ¡Por todos! ¡Somos familia! —el rey se alejó de su vástago varón hacia el centro del salón—. ¡Ahora pidan disculpas y muestren buena voluntad al otro. Su padre, su abuelo y su rey lo demanda!

El rey comenzó a caminar hacia la salida cuando la voz de su esposa volvió a intervenir.

—Eso no será suficiente —espetó ella—. Aemond ha sido dañado de forma permanente, mi rey. La buena voluntad no va a curarlo.

—No, lo sé, Alicent, pero no puedo hacer que recobré el ojo.

—No, porque le fue arrancado.

—¿Qué quieres que haga?

La reina no titubeó con su respuesta—. Hay una deuda que debe de ser pagada —Nessa frunció el ceño ante ello, parándose correctamente en su sitio, sin despegar los ojos de Alicent—. Con el ojo de uno de sus hijos.

Los murmullos llenaron al gran salón mientras Rhaenyra echaba a sus espaldas a sus tres hijos. Dhaenessa rápidamente tomó la mano de Lucerys, quien temblaba.

—Estarás bien, no te van a tocar —le murmuró ella a su hermano, quien ya tenía los ojos lagrimosos—. Primero me matan.

Apretó su agarre mientras Jacaerys hacía lo mismo con ella.

—Mi querida esposa...

—Él es tu hijo, Viserys —alegó la mujer de verde—. Tu sangre.

—No dejes... —el rey se acercó como pudo a ella— que tú enojo sea el que guíe tu juicio.

Viserys dejó la charla ahí, dándose media vuelta de nuevo.

—Si el rey no va a buscar justicia, la reina lo hará —Nessa se tensó casi al mismo tiempo que sus dos hermanos—. Ser Criston... tráigame el ojo de la princesa Dhaenessa o el del príncipe Lucerys: que ellos elijan a quien y cual se les arrancará, un privilegio que no se le otorgó a mi hijo.

—¡Alicent!

Rhaenyra sintió su cuerpo temblar ante la amenaza hacia sus hijos, los cuales sólo escondió más detrás de ella, aunque Dhaenessa luchaba para dar la cara.

—¡Madre...!

—No van a hacer tal cosa —alegó la princesa heredera con voz gélida.

—No se mueva, Ser —ordenó Viserys al guardia, quien se hallaba bastante satisfecho con la orden: él sabía muy bien que disfrutaría de hacerlo, más si la del castigo sería la pequeña zorra que Rhaenyra estaba criando.

Aún así, tenía claro quien daba las órdenes finales.

—¡No, está declarado a mi!

—Como su protector, mi reina —una sonrisa burlona se estiró en los labios de la pequeña Velaryon al oírlo: claro que no tenía suficientes huevos para obedecer a la simple reina consorte.

—Alicent, este asunto... ha terminado —respondió el rey, frío—. ¿Me has entendido? —Viserys comenzó a alejarse de su esposa—. Y que sea sabido: a cualquiera cuya lengua cuestione el nacimiento de los hijos de la Princesa Rhaenyra le será cortada.

—Gracias, padre —respondió por lo bajo Rhaenyra, acariciando de forma lenta los rizos en el cabello de Nessa.

La platinada comenzó a darse media vuelta, guiando a sus tres hijos hacia la salida, sin saber de la locura que el cerebro de Alicent estaba maquinando con rapidez. Para Nessa fueron sólo segundos, pero en realidad era muy consciente qué pasó más tiempo de ello.

La reina consorte, sedienta de venganza, tomó la daga de acero Valyrio del rey antes de caminar a toda velocidad hacia donde estaba Rhaenyra y sus pupilos. La princesa heredera apenas la notó a sus espaldas no dudó en ponerse de pie y forcejear contra ella, arrebatándole un grito de terror a Dhaenessa, quien tuvo como primer instinto ir hacia su madre pero una mano alejándola del disturbio se lo impidió.

Jacaerys junto con Arhlyon alejaron a Nessa y a Lucerys de la escena, mientras que Daemon hacía lo mismo con Criston Cole, quien se dirigía a donde estaban los tres Velaryon, dispuesto a llevar uno ante la reina consorte.

—¡Mamá! —grito Dhaenessa apenas y vio como la daga traspasaba la piel del brazo de su madre—. ¡Mamá!

Nessa corrió hasta ella, haciendo que la platinada la escondiera entre sus brazos de forma cálida, manteniendo los ojos fijos en Alicent Hightower, la cual había dejado caer la daga al suelo apenas vio como por la mano de su hijastra caía un rastro de sangre.

—Todo está bien, mi preciosa Nessa, no van a tocarte mientras que yo siga respirando —murmuró Rhaenyra lo suficientemente fuerte para que ella pudiese oírla.


















——— AUTHOR'S NOTES.

holuu

okey, aemond es de esos que dice: "mientras más me daña más me ama" JAJAJA, o no encuentro explicación para que se obsesionara con mi bebé

capítulo largo para disculparme por desaparecer una semana de aquí 💪🏻, no tenía mucha inspo y preferí no forzarme porque después me les iba más tiempo.

arhlyon ya le hizo honor a su apodo, pero ya sabrán más de eso en futuros capítulos

neta q yo amo a luke con nessa, no sé qué haré cuando llegue el momento de separarlos, pero seguramente va a oírse como "look what you made me do"

recuerden, voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💕

subo edits de esta y otras historias a mi cuenta de TikTok por si quieren ir a darse spoilers antes de tiempo JAJA, la cuenta es idfpotter

eso es todo travesuritas, soooooo

-Travesura Realizada-







Majo P.

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