━ 003 : sweet dhaenessa

𝘰𝘰𝘰 ┊ ﹟ 𝗕𝗢𝗥𝗡 𝗧𝗢 𝗗𝗜𝗘 ࿐ྂ
CAPÍTULO TRES
▬ ❛ dulce dhaenessa ❜ ▬

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para el capítulo 004]


















❛ Si había algo que amargara la
existencia de la reina consorte
era la belleza que Dhaenessa
Velaryon, una bastarda para
ella y muchos más, portaba.
Tal era su hermosura que al
florecer no tardó en llamar la
atención de la mayoría de los
hombres en Poniente, entre ellos
su tío Aemond Targaryen, quien
jamás negó estar enamorado y
hasta obsesionado de su sobrina,
quien fue la única en demostrarle
gestos de amabilidad y generosidad cuando eran aún un par de niños,
mostrándole el amor (según él)
que nadie más le brindó ❜



















⋆ ゚ 🥀 ⋆ ゚ 🐉 ゚ ⋆

Dhaenessa no sabia que podía llegar a sentirse el tener un hijo o hija, pues si bien ese era su destino (aunque no le gustara mucho) seguía oyéndose lejos, a fin de cuentas solamente tenía siete días de su nombre, pero cada vez que entraba en Pozo Dragón y oía de entre todos el rugido de su bebé, suponía que el sentimiento no podía ser muy diferente.

Tormenta negra era grande para que solo tuviese siete años de haber salido del cascarón, y eso sorprendía no solo a los guardianes de dragones sino que a todos los que conocían como el Pozo afectaba el crecimiento de los nuevos dragones, que jamás crecerían tanto como los que vivían una vida salvaje, en su mayoría, en Rocadragón.

Eso enorgullecía a Nessa, quien cada vez veía más cerca su primer vuelo en su hijo: sabía que no sería lo mismo que montar a Bruma o a Syrax, y eso la emocionaba más.

—Quédate quieto, Jace —murmuró en su lugar Dhaenessa, escuchando como el sonido de cadenas moviéndose se acercaba cada vez más—. Vermax se inquietará como tú.

Ambos, junto con sus dos tíos y Luke apenas y llegaban a Pozo Dragón, con dos de los guardianes escoltándolos.

—No puedo, Danny —esta vez, los gorjeos del dragón se escucharon. La princesa distinguió un brillo distinto en los ojos de su hermano mayor—. Siento como si mi sangre saltara en su lugar.

—Se llama adrenalina —Nessa alegó, encogiéndose de hombros—. Solo no te sulfures tanto: podrías causarle un problema a los guardianes... y quizás también a nosotros.

¡Umbagon! (espera) —los ojos violetas de Dhaenessa recayeron en el par de guardianes que jalaban de la cadena de Vermax, trayéndolo a la superficie. Una mueca de inconformidad se abrió paso en sus labios: ¿por qué trataban tan brusco a los pobres animalitos?

Así los trataré yo cuando tenga una oportunidad, pensó en sus adentros Nessa, cruzando los brazos por sobre su vestido: de todos modos ya se había resignado a que se ensuciaría a fin de cuentas.

Ivestragī zirȳla māzigon (déjalo venir) —uno de los guardianes que los seguía puso una mano sobre el hombro del mayor de los Velaryon y lo acompañó al frente.

Jace miró sobre su hombro a Nessa, quien lo animó con una sonrisa. Eso fue suficiente para darle confianza.

Cuando el príncipe heredero volvió la vista hacia su dragón, la única niña en el lugar se recorrió un paso hacia su derecha, colocándose a la par de uno de sus tíos, quien se removía en su lugar con notoria incomodidad, manteniendo su mirada perdida en Vermax.

—Hola, Aemond —saludó de forma cortes Nessa, mirándolo de reojo.

—Hola, Dhaenessa.

Misteriosamente él era el único que la llamaba por su nombre completo todo el tiempo: no la incomodaba, después de todo era su nombre, pero aún así la espina de la curiosidad se plantaba en su cabeza. El muchacho era serio la mayor parte de tiempo, y eran pocas las palabras que cruzaban entre sí, no podía averiguar mucho... y con los ojos de alcon que la madre del chico poseía, resultaba más difícil de lo que esperaba.

Aún así, tampoco se esforzaba mucho en buscarle alguna respuesta al enigma que resultaba ser su tío.

—¿Se lo comerá? —Nessa dirigió una mirada repleta de seriedad a Lucerys, quien se acomodaba a su lado—. ¿Por qué me vez tan feo?

—No sé lo va a comer —respondió la castaña, obvia, observando como los guardianes le retiraban las cadenas a Vermax.

El dragón, que aún era muy pequeño comparado con uno adulto, comenzó a acercarse hasta ellos de una manera sigilosa pero rápida, Dhaenessa intuyó entonces que Vermax solo intentaba verificar que todas las personas que rodeaban a Jacaerys no fueran a dañar a su dueño... o su otra opción era que quizá estaba pensando que tan bien sabrían todos como carne rostizada.

—Haga que Vermax venga, príncipe Jacaerys —pidió una de las entrenadoras.

No necesitaba que lo pidiera, pues el dragón se acercaba por si solo. Nessa confío que su hermano iba a evitarles una muerte ardiente.

¡Keligon! (detente) —Vermax se detuvo en el momento en que Jacaerys alzó la voz. Lo miró por unos momentos antes de pararse en sus dos patas y soltar un rugido ensordecedor.

Nessa sonrió al verlo obedecer. Los gorjeos del dragón hacían eco en las paredes de piedra de Pozo Dragón, creando un ambiente ligeramente tétrico.

Sȳrī gaomagon (bien hecho) —el entrenador felicitó al castaño con una nueva palmada en el hombro.

De repente el sonido de una oveja balando resonó por todo el lugar, logrando que la atención de todos (sobretodo de Vermax) recayera en él blanquecino animal.

—¡Mira, Nessa! ¡Mira! —Luke jalo del vestido nuevamente a su hermana. El niño era muy expresivo cuando algo le llamaba la atención, eso la princesa lo supo desde que este aprendió a comunicarse hace unos años atrás.

Vermax rugió ferozmente, mirando como su nuevo alimento caminaba hasta acercarse al pequeño grupo. Ataron la cuerda por la que jalaban a la oveja en un yunque, haciendo que el dragón bramara con más fuerza y empezara a encaminarse hasta donde se hallaba el animal.

—¡Vermax! —Jace llamó a su dragón, pero éste parecía no querer hacerle ni el menor de los casos al príncipe: así que lo volvió a intentar—. ¡Vermax!

Nuevamente el dragón hizo caso omiso a los llamados de su próximo jinete, arrastrándose con ojos hambrientos hacia la oveja.

¡Keligon! (detente) —demandó esta vez el entrenador, mientras que uno de los guardianes detenían a Vermax con un palo de madera, haciéndolo soltar un chillido—. Ziry līs maintain control toliot zȳhon zaldrīzes, issa hāeda prince.

Dhaenessa comprendió muy poco de lo que el entrenador había dicho, y a juzgar por los rostros de sus tíos, ellos tampoco habían comprendió más de una o dos palabras. A Nessa al menos le reconfortaba saber más de la mitad, eso era un logro sobre los hijos de la reina consorte.

—Debe mantener el dominio sobre su dragón, mi joven príncipe —tradujo otro de los entrenadores.

Hae prince Aegon ēdan ziry rūsīr Sunfyre —el guardián miró a Aegon, quien instintivamente se puso recto en su sitio. Nessa vislumbró un deje de aburrimiento en sus ojos—. Nykeā raqagon prince Dhaenessa developed hen se cradle rūsīr zōbrie Blackstorm. 

—Como el príncipe Aegon lo tuvo con Fuegosol —tradujo de nuevo—. O como la princesa Dhaenessa desarrollo desde la cuna con Tormenta negra.

Una sonrisa orgullosa creció en los labios de Nessa al ser mencionada. Claro, ella no tuvo control sobre eso, simplemente su dragón desarrolló un vínculo con ella desde que éste salió del cascarón, protegiéndola y hasta obedeciéndola con solo una mirada: una conexión que ambos resentían a pesar de la constante distancia.

Istin ziry iksos attached naejot ao, ziry jāhor refuse naejot gūrogon orders hen someone else.

—Una vez que esté unido a usted, se negará a tomar órdenes de alguien más.

Vermax volvió a chillar, Nessa supo entonces que estaba impacientándose por su comida.

Jacaerys sonrió y miró al guardián a su lado—. ¿Puedo decirlo?

—Ujum.

El castaño miró a sus espaldas con el mismo brillo que Dhaenessa ya había visto hace unos minutos. Jacaerys les dirigió una mirada a sus tíos y a Luke, para finalmente posar sus ojos en los amatistas de Nessa, la cual asintió en su dirección, animándolo a hacer lo que sea que tuviese en mente: ella no lo sabía, pero silenciosamente Jace buscaba su aprobación, deseaba el poder sorprenderla, él últimamente solo despertaba por ello.

La oveja, bajo los ojos de la castaña, pareció balar con más ganas: quizás suponía su trágico final, y no pudo evitar sentirse mal por el pequeño animal. Aún así, en una situación real, preferiría ser el imponente dragón en lugar de la indefensa y quejumbrosa oveja.

—¿Lo va a decir? —Luke subió su cabeza, con el afán de mirar a su hermana.

Ella asintió, observando como Jace se acercaba al verdoso dragón con una sonrisa orgullosa en los labios—. Lo dirá.

La sonrisa de Nessa vaciló al oír un bufido a su lado, curiosa dirigió una mirada de reojo a su costado. Su par de cejas se juntaron ligeramente tras ver la amargura en el rostro de su tío Aemond, con incluso un ligero brillo de tristeza en sus ojos. Él, al darse cuenta que estaba siendo observado, intentó reponer su postura dura e indiferente, pero ya era muy tarde: Dhaenessa ya lo había notado, y no supo que hacer para brindarle algo de consuelo al príncipe.

No iba a decirle que tener un dragón no era la gran cosa porque seria una mentira, tampoco le diría que algún día tendría uno, porque reclamar un dragón salvaje podría costarle la vida, y esperar a que uno salga de su huevo sería como tirar una moneda al aire. Después de todo, por algo no había eclosionado su primer dragón hace años.

Pedirle que se resigne sería cruel, pero era lo único que se le venía a la mente para ser lo más honesta posible. Aún así, algo en su interior le decía que eso no sería prudente de su parte.

¡Dracarys, Vermax!

La exclamación de Jacaerys la sacó de sus pensamientos y haciéndola volver la mirada al espectáculo frente a ella. Vermax terminó de acercarse a la bola esponjosa y, soltando un rugido, soltó las llamas de su interior, consumiendo a la pobre oveja que solo soltó un muy chillante alarido de dolor hasta que se murió. Cuando el fuego terminó, los restos del animal se dejaron ver: ya no había nada de vida ahí, simple carne que Vermax no dudó en ingerir de a bocados.

—Aemond, tenemos una sorpresa para ti.

Los ojos de Dhaenessa se pusieron en blanco al oír la voz de su imprudente tío mayor, Aegon. Lucerys, para su sorpresa, se alejó de ella con una sonrisa maliciosa en los labios y se colocó a la par del platinado, quien mantenía una expresión serena: eso fue quizá lo que intranquilizó más a la princesa.

—¿Qué es? —inquirió Aemond, con interés.

—Algo muy especial —alegó Lucerys, en un tono cantarín.

—Luke, ¿qué...?

Pero Dhaenessa no pudo preguntarle nada, pues casi de inmediato Luke se encaminó hasta la entrada del pozo de los dragones. Nessa buscó respuestas en Jacaerys, después de todo él era el mayor, pero solo encontró diversión y burla en sus ojos. Aquello le dio sólo mala espina.

—Eres el único que no tiene un dragón —siguió diciendo Aegon, haciendo que su hermano comenzara a caminar por la dirección que había tomado Lucerys momentos atrás. Jace los alcanzó, con una cubeta de madera en las manos.

Nessa no tuvo otro remedio que ir tras los tres príncipes, dudosa. Ni siquiera sabía que hacía Aemond ahí, no tenía un dragón al cual educar.

—Así es —respondió amargamente él.

—Y nos sentimos mal por eso, así que encontramos uno para ti.

El ceño de la castaña se frunció casi de inmediato, sabiendo que aquello no va por buen camino. ¿De cuando acá sus hermanos se preocupaban por él? No hacían más que burlarse de su pobre situación, y si, ella se había reído una que otra vez porque Jacaerys era muy gracioso cuando se lo proponía, pero aún así esto ya iba mucho más allá que una simple burla, no le hallaba sentido que de la noche a la mañana hayan sentido tal compasión por su tío para conseguirle un dragón.

—Jace —Nessa se recogió el vestido y se acercó a él, tomándolo del brazo para detenerlo. El castaño se giró, aún con una sonrisa socarrona—. ¿Qué están haciendo?

—Disfruta, Danny —Jace le guiñó un ojo con complicidad y se giró para ir de nuevo hacia Aegon y Aemond.

—¡Jacaerys...!

Pero él no se giró de nuevo.

—¿Un dragón? —Aemond preguntó extrañado.

—Oye, Aemond —Nessa suspiró y se acercó esta vez a su tío—. No creo que debas oír al borra...

Aegon la interrumpió, dirigiéndole una mirada de advertencia—. No te entrometas, sobrina.

Las cejas de Jacaerys se fruncieron al ver el intento de Dhaenessa por hacer que Aemond se detuviese. Un amargo sabor se instaló en la boca de su estómago, y sus ganas de humillar al muchacho crecieron, sintiéndose un tanto indignado. ¿Qué a su hermana no le caía igual de mal? ¿Qué no se reía de él cada que tenía oportunidad? ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué intervenía?

—Espera, Dhaenessa —la Velaryon solo bufó ante la incredulidad en las palabras de Aemond. ¿De verdad le creía a su estúpido hermano?—. ¿Cómo, Aegon?

—Los dioses proveen.

Menos un cerebro para ti, murmuró para sus adentros la castaña mientras se cruzaba de brazos, esperando ver al dragón del que hablaban, sin esperar uno real. Solo Aemond puede ser así de crédulo, se dijo a sí misma tras ver como por la entrada del pozo subía de nuevo Lucerys, solo que esta vez no venía solo.

Por medio de una cadena jalaba a un gran cerdo rosado, con dos trozos de papel a sus costados, simulando ser un par de alas (muy mal hechas si se lo preguntan a Dhaenessa).

—Admiren...

—¡Al "Terror Rosado"! —gritaron los tres.

Era una broma graciosa pero de mal gusto: estaba segura que si eso se lo hacían a ella, no dudaría en darles la mejor lección de su vida, y por lección se refería a golpes.

Aegon, Jacaerys y Luke se soltaron a reír, como si hubieran hecho la mejor ocurrencia de sus vidas. Nessa enserio trato de encontrarle lo divertido, pero solo vio crueldad, entonces de verdad se sintió mal por Aemond, quien tenía sus orbes violetas brillando de la furia, su mandíbula estaba apretada, sus dos manos se volvieron puños y Nessa vio palidecer aún más sus nudillos, todo su cuerpo estaba quieto y tenso por lo que percibió mientras Aegon le decía algo al oído. Otra mala broma, pensó ella, mirando con cierto disgusto a sus hermanos.

Aegon imitó el sonido del cerdo.

—Al fin te comunicas como tú especié —bramó Dhaenessa, manteniendo un tono serio. Aegon detuvo su risa y solo miró con desagrado a la menor, pero a Nessa poco le importó. Rápidamente miró a sus dos hermanos—. Y ustedes no se crean más inteligentes que este —miró de arriba abajo a su tío— para la ocasión resultan ser igual de tontos para dejarse influenciar. Veremos si a mamá le causa tanta gracia, ahora ya, lárguense de aquí.

—Nessa...

—No, Lucerys.

Dhaenessa no lo miró. Su mirada llena de seriedad recayó en Jacaerys.

—Se supone que debes cuidarlo, no hacerlo igual de tarado que el resto.

Jace bufó, mirando con aburrimiento a su hermana—. Fue solo una broma inocente, graciosa de hecho. ¡Mira que cerdo más lindo...!

—Eres un infantil —exclamó Nessa, entrecerrando los ojos—. De verdad que a veces eres un verdadero sonso.

—Recuerda quien es el mayor, Dhaenessa —alegó Jacaerys, el cual se acercó a ella en modo de advertencia, dejando atrás los gestos burlones.

Nunca le haría daño, la quería mucho como para hacerlo: solo quería mayor respeto. Después de todo, solo estaba divirtiéndose, pensando que a ella le causaría la misma gracia que a él.

—Entonces actúa como uno.

—Lo hago —se acercó más a ella hasta estar a la altura de su oído—. Que no se te olviden las veces que también tú te has reído de él, Dhaenessa.

—Me rió, pero no hago nada para que se sienta mal —alegó ella, negando con desaprobación—. Tú no eres así de cruel, Jacaerys. No hagas que ese idiota te haga a su imagen y semejanza, porque entonces no solo mamá se desilusionara de ti, yo igual lo haré.

Jacaerys observó como su hermana se alejaba de él, ignorando de nuevo los llamados de Lucerys. Con cierto enojo tomó del hombro a su hermano y se lo llevó de ahí en dirección a la salida, el cual seguía mirando sobre su hombro, esperando que Dhaenessa los siguiera pero no fue así: Jace ni siquiera quiso girar para ver que se quedaba con su tío, pues eso por alguna razón haría que su ira aumentara. Aegon fue tras ellos, aún imitando sonidos de cerdos, mientras alegaba para si mismo lo mustia que la niña de siete años era.

Dhaenessa se quedó ahí, de pie junto a Aemond sin decir nada: o así era hasta que los pasos de sus hermanos y su tío dejaron de oírse. Fue entonces cuando decidió hablar.

—¿De verdad creíste que ellos iban a darte un dragón? —inquirió ella, con la mirada perdida en la bajada hacia donde estaban los dragones.

Aemond no respondió nada: Nessa lo tomó como una respuesta afirmativa.

—No voy a hablarte mal de mis hermanas porque son mi familia y jamás haría eso, pero el tuyo es un completo idiota.

Ella usualmente cuidaba su vocabulario, pero cuando se trataba de Aegon jamás se quedaba con las ganas de soltar todo lo que tenía para referirse a él.

—¿Lo sabias? —Nessa miró con una ceja alzada al platinado, sin saber de qué hablaba—. De esto. ¿También te querías reír de mi así?

—Me rió de ti cuando hacen chistes, pero no participo en bromas de muy poco ingenio —la honestidad siempre había sido algo que se le daba fácil a la princesa, así que no se inmutó ante la expresión de sorpresa de Aemond ante su revelación—. Digo, ¿porque un cerdo? Podría ser... no sé: un caballo, mínimo un burro.

—Eres muy honesta para tu propio bien, Dhaenessa —soltó él en tono duro. Nessa supo que estaba furioso, pero que extrañamente intentaba contenerse—. Vete. Quiero estar solo.

Golpeo su hombro con el de ella y empezó a caminar hacia donde la entrada del hoyo de los dragones estaba.

—Oye, no quiero sonar como una entrometida, pero... ¿a dónde vas?

—A callarle la boca a tus hermanos y al mío... de paso a toda esa gente que cree que soy una decepción para los Targaryen por no tener un dragón.

Nessa alzó una ceja, aún sin terminar de comprenderlo—. ¿Y eso que significa?

Aemond comenzó a bajar, haciendo que su voz se escuchara como un eco.

—Conseguiré un dragón.

Entonces, las alarmas de "peligro" de Dhaenessa se encendieron—. ¡¿Qué tu que?!

—Ya vete, Dhaenessa.

Pero ella era muy buena como para hacerlo.

—Vas a morir, ¿sabes? —comentó ella, obvia.

—¿Y eso a ti qué?

La voz de Aemond se escuchó con más eco que antes, haciendo que Nessa se alertara aún más. No había guardias cerca, guardianes tampoco: estaban literalmente solos y si ella se iba, su tío seguramente tendría una muerte bastante... dramática.

Con duda dio un paso al frente, paso que resonó por todo el lugar. Aemond miró sobre su espalda, con fastidio.

—¿Cual es la parte que no entiendes del "vete", Dhaenessa? —preguntó él.

—Tengo una mejor idea —musitó ella, comenzando a bajar hasta llegar a su lado—. Quizá no reclames hoy uno, pero puedo mostrarte al mío. No es lo mismo, pero no vas a morir y yo no viviré con la culpa el resto de mis días.

—¿Y por qué piensas que yo quiero ver a tu dragón? —inquirió Aemond, con falsa irritación en su voz.

—Porque sino iré por algún guardia y te va a ir peor, tío —finalizó Nessa, con una sonrisa inocente: aunque de inocente no tenía nada, claramente.



























ֺ ָ ֙ ⋆ ꒰ 🔥 ꒱ .°ャ

El camino hacia el espacio designado para Tormenta negra no estaba muy lejos de la entrada, algo que sin duda alivio a Nessa, quien temía hallarse con algún otro dragón que no fueran el suyo o el de sus padres, los cuales la conocían lo suficiente para no hacerle daño.

—¿Y cómo es? —Aemond rompió el silencio que había crecido entre los dos desde que se adentraron a la Guarida de los Dragones.

Nessa lo miró sobre su hombro, aún con la pequeña antorcha iluminando su camino—. Especifica, Aemond. ¿Cómo es qué?

—Tener un dragón.

Dhaenessa se quedó callada un par de segundos, sin saber que responder en concreto. ¿Qué se decía en esos casos?

—Es lindo —murmuró ella, poniendo una mano delante de él para evitar que caminara. Segundos después, un gran rugido se escuchó—. En mi caso es como tener un hijo... aunque no sé qué se siente tener uno —se encogió de hombros y siguió caminando: el platinado la siguió—. Es como un sexto sentido, como si te conectaras con él de algún modo. Se vuelven uno mismo.

Dhaenessa no sabría como se sentiría si perdiese de algún modo a Tormenta negra; no quería ni pensarlo, pues con tan solo imaginarlo se sentía perdida. Quizá eso era lo que Aemond sentía sin un dragón al cual conectarse, y de repente se sintió mal por todas las risas que soltó ante las bromas que lo involucraban a él.

—Lo lamentó —murmuró la castaña, mirando de reojo a su tío—. Por todo lo que me he reído de ti.

Aemond no dijo nada por unos pocos minutos que para Dhaenessa fueron horas. Ella no se disculpaba, era muy orgullosa y detestaba admitir que se había equivocado, pero de repente las disculpas se le habían salido por sí solas.

Nessa, al no escuchar respuesta por parte de Aemond, solamente se dedicó a seguir su camino, queriendo darse un golpe en la boca para evitar decir cosas antes de pensarlas. ¡Ni con sus hermanos lo hacía! O bueno... sólo un par de veces con Jacaerys.

Ambos volvieron a caminar en silencio un par de metros más hasta que Dhaenessa distinguió no muy lejos un rugido familiar, uno que le sacó una sonrisa y le provocó que su órgano vital bombeara sangre mucho más rápido que antes.

—¿Tormenta negra? —Nessa le dio la antorcha a Aemond, quien la tomó a tientas, sin despegar los ojos de la niña delante suyo. De nuevo un gran rugido se escuchó—. Ven, Aemond... —lo señaló—. Solo no hagas ningún movimiento en falso, o vas a hacer que se alerte.

Este asintió y Dhaenessa, impaciente, se adentró al espacio de su dragón, el cual ya tenía la cabeza alzada. Las iris de sus ojos parecieron dilatarse al ver a su dueña enfrente mientras se ponía de pie casi de un salto. Nessa sonrió y extendió una mano hacia Tormenta negra quien no dudó en acercarse a la niña, golpeando su hocico contra la palma de Dhaenessa.

Blackstorm, nyke've mīssed ao nykeā lot, issa byka zaldrīzes (te he extrañado mucho, mi pequeño dragón) —la voz de Nessa, a pesar de sonar ruda por la lengua Valyria, se escuchaba repleta de ternura. Pasó su mano por la cabeza del dragón, que restregó su hocico contra su pecho, robándole algunas risas a la menor. Tormenta negra era muy juguetona, sin duda en eso era similar a Dhaenessa—. Ao sagon olvie bōrred ilagon kesīr, ¿ȳdra daor pōnta? (te tienen muy aburrida acá abajo, ¿no es así?) —el dragón asintió, sacándole una nueva risa a Dhaenessa—. Sȳz mirre nyke already kesīr, raqiros. (menos mal que ya estoy aquí, amiga).

Pasaron unos cuantos minutos donde Nessa repartió algunas caricias en su dragón hasta que escuchó un par de pasos a sus espaldas. Recordó casi al instante que no había bajado sola, y tras oír un rugido de advertencia por parte de Tormenta negra, se volvió hacia el platinado rápidamente, el cual veía con fascinación al dragón tras su sobrina.

—Perdón, me centre en ella —Nessa hizo una mueca, aún así extendió la mano hacia Aemond—. Ven, te voy a presentar a Tormenta negra.

Aemond tomó su mano sin dudarlo y se acerco a donde ella estaba instantes atrás sin temor alguno: su valentía era una cualidad que sin duda Dhaenessa admiraba de su tío.

Blackstorm, bisa iksos Aemond, issa unclē. Nyke jeldan naejot rhaenagon ao. Ziry iksos harmless. (este es Aemond, mi tío. Quería conocerte... es inofensivo).

Tormenta negra se mantuvo quieta, mirando a su jinete y luego la mano que la unía al muchacho junto a ella. Supuso que no había peligro, aún así estuvo alerta, esperando alguna señal o orden por parte de Nessa.

—Es... hermosa —admitió Aemond, maravillado según veía Dhaenessa.

—Te lo dije —alegó ella, orgullosa—. ¿Quieres tocarla?

—Desde luego —el príncipe, aún sin soltarse de Nessa, se acercó con sumo cuidado a la dragona, que se inquietó al verlo hacer eso.

Gīda, Blackstorm (tranquila) —le susurro la Velaryon, pasando su mano libre por su lomo—. Ziry daoriot jaelagon naejot ōdrikagon ao, neither gaomagon nyke. Rēlax, raqiros. (no quiere hacerte daño. A mi tampoco. Relájate, amiga).

Nessa no supo si esas eran las razones por las que Tormenta negra estuviera inquieta, pero prefirió asumir que por ser Aemond un completo extraño para la dragona tenía en mente el instinto de protegerla, aunque irónicamente también era un desconocido para ella, pues a pesar de compartir sangre, no solían convivir más de lo necesario. Si Aegon y Aemond se acercaban a un Velaryon era a uno de sus hermanos, no a ella; esa tarea se la daban a la dulce Helaena, con quien compartía Septa: decía cosas raras la mitad del tiempo, pero eso no quitaba lo amable que siempre era con Dhaenessa.

La princesa estiró su mano unida a la del príncipe hacia el lomo repleto de escamas de Tormenta negra. La dragona permaneció quieta al ver que su jinete era quien guiaba todas las acciones del extraño en su guarida.

Aemond sonrió al sentir la piel de la dragona bajo sus dedos. Sus escamas eran negras y moradas, dependiendo del ángulo en que las vieras: bajo la luz de las antorchas eran mucho más moradas, pero esa era solo la opinión de Aemond, que parecía maravillado. Después de todo era la primera vez que tocaba un dragón, pues Aegon jamás le había permitido tocar o acercarse a Fuegosol.

—Esto es asombroso —murmuró él, regresando la mirada a Dhaenessa.

—Lo es —afirmó Nessa, pasando sus manos por una de las gruesas alas de Tormenta negra, quien se inclinaba ante su tacto, buscando más—. Es de las mejores sensaciones que existen en el mundo.

Nessa hizo el ademán de soltar al príncipe, después de todo su dragona ya estaba más tranquila con su presencia, pero Aemond se rehusó, aún manteniendo sus ojos en ella.

—Te perdonó, dulce Dhaenessa —le dio un apretón muy débil a la mano de la castaña antes de soltarla—. Gracias por esto. Jamás había... tocado a uno.

—Cuando quieras, Ae...

La princesa Dhaenessa no terminó de hablar, pues el sonido de armaduras y gritos los asustó a los dos, y por ende a Tormenta negra también, quien hizo el ademán de ponerse frente a su pequeña jinete en modo de protección, casi tirando en el proceso a Aemond, quien logró mantenerse de pie a tientas.

—¡Princesa! ¡Príncipe!

Nessa cerró los ojos y maldijo por lo bajo, ocultando su rostro en el cuello de Tormenta negra, quien chillaba en defensa al nerviosismo de su jinete. Estaban un tanto jodidos.



























ֺ ָ ֙ ⋆ ꒰ 🔥 ꒱ .°ャ

—¿Y no estás enfadada conmigo? —el ceño de Nessa se frunció al sentir los brazos de su madre abrazándola con fuerza contra su cuerpo—. Mamá, me encantan tus abrazos, pero apesto a dragón.

—¿Cómo fue que se te ocurrió tal idea, mi niña? —Rhaenyra se hincó delante de ella, tomándola de las mejillas con cuidado, sin afán de lastimarla, aún manteniendo la expresión de preocupación que había estado en su rostro desde que se enteró del paradero de su pequeña niña—. ¡No sabes lo angustiados que estábamos todos! Tu padre fue a los barcos, para ver si no estabas ahí... Ser Harwin fue al pueblo y Ser Erryk... —la madre respiro profundamente, besando la frente de su hija—. No vuelvas a hacer eso, mi niña, no vuelvas a asustarme de ese modo.

—Mis hermanos le gastaron una mala broma a Aemond junto con Aegon, yo solo... quise hacer sentir mejor a mi tío —murmuró la princesa, con una mirada apenada—. Le mintieron, le dijeron que habían conseguido un dragón para él pero le dieron solo un cerdo... fueron muy crueles, mamá.

»Aemond quería meterse a la Guarida de los Dragones solo para reclamar un dragón y hacer que todas las burlas y las bromas desaparecieran pero... no pude dejarlo. Me pidió que volviera a la Fortaleza Roja pero me negué, y le ofrecí que fuéramos a visitar a Tormenta negra, creí que así correría menos riesgo y por ende que no moriría.

—No me excusó, sé que estuvimos mal y desobedecimos todas las reglas, más él porque no tiene... —Nessa guardo silencio, bajando la mirada—. Ya no importa. Solo quiero que hables con Jacaerys: no quiero que sea un Aegon 2.5, porque sería una pesadilla para todos.

—Lo haré, mi niña. Te lo prometo, ¿si? —Rhaenyra acarició las mejillas de su hija, sonriéndole ligeramente, conmovida por el gran corazón que Dhaenessa tenía—. Mientras que tú me prometas que no volverás a entrar en la Guarida de los Dragones sola, ¿si?

Rhaenyra sentía que podía morirse de tan solo pensar en perder a uno de sus hijos, no lo soportaría, mucho menos si se tratase de su pequeña y adorada princesa.

Nessa asintió, recargando su mejilla sobre el tacto de su madre—. Si, mami.

—Muy bien entonces, mi niña —la princesa heredera besó por última vez la frente de su hija antes de ponerse de pie de nuevo—. Vamos a que tomes un baño antes de la cena: te hará bien, después hablaré con tus hermanos para que no se vuelva a repetir esta situación.

Dhaenessa tomó la mano que su madre le estaba extendiendo y asintió, comenzando a caminar junto a ella hacia donde las criadas estaban preparándole la tina, deseando que su padre reaccionara así de bien cuando la viera.



























——— AUTHOR'S NOTES.

holuu

este capítulo fue para aemond 100%, solo con poquitas interacciones de Jace pero relevantes, no pierdan de vista eso ☝🏻

aquí nessa no se va a enamorar de aemond ni nd por el estilo, solo lo verá ps como su tío JAJAJA, aquí danny solo demostró ser humana y inocente, después de todo solo tiene siete años mi bebé: fue amable nada más, pero el aemond va a imaginarse cosas bn delulu

aquí la tercera en discordia todavía ni aparece 😹 pero ya merito.

no me imagino a nyra regañando feo a su dragoncita, lo siento JAJAJA

recuerden, voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💕

subo edits de esta y otras historias a mi cuenta de TikTok por si quieren ir a darse spoilers antes de tiempo JAJA, la cuenta es idfpotter

eso es todo travesuritas, soooooo

-Travesura Realizada-







Majo P.

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