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Realmente nunca había pensado en como enamorarla, arrepintiendose al saber que tan solo dándole regalos no lo lograría; sabía perfectamente que México no era materialista.

Meses de dar regalos y no recibir ni un beso de agradecimiento, solo palabras lindas y algo más de aprecio.

Le daba pena el intentar ser detallista o cariñosa con ella, ¿qué tal si pensaba que era puro “joteo”?

Si llegaba a pensar éso, no la tomaría enserio a la hora de pedirle una cita formal.

Todas las “citas” que habían tenido eran como amigas, acompañandola a comprar al supermercado junto a USA, o simplemente reuniéndose en la casa de alguna de las dos a ver series o películas.

Prefería considerar todas aquellas salidas como citas previas, si es que acaso ese término existía. Varias pequeñas citas para prepararse para una más formal y linda.

A veces se sentía algo ridícula al pensar todo aquello. Planear algo tan simple para que fuera algo especial, cuando nisiquiera estaba segura de si su amor no tan imposible sentía por lo menos un poco de atracción hacia ella, le resultaba algo patético.

Igualmente, la esperanza es lo último que se pierde, ¿no?

[...]

Trotaba con ansias mientras intentaba cerrar rápidamente su mochila. Siempre intentaba llegar temprano a la casa de su hermano cuando ella, su hermano y la vecina, en cuánto a territorio en el continente, de su hermano se iban a reunir.

Charlas de amigos, así de simple. A pesar de vivir en la misma ciudad, sus casas estaban considerablemente alejadas unas de las otras; por algo no se reunian tan seguido, les era cansado caminar hasta allá, pero tampoco estaba tan lejos como para desperdiciar dinero en transporte o en gasolina.

A veces maldecía a ONU al haberles asignado dónde debían vivir de una manera en la que a ella no le beneficiaba. ¿Tanto le costaba ponerlos como vecinos y ya?

—— ¡Canadá!

La canadiense volteó y sonrió al segundo de ver quién le había hablado.

Era su querida mexicana, acelerando el paso para alcanzarle. No entendía como ese detalle le parecía tan lindo.

—— ¡Méx! ¿Qué tal todo

México se inclinó un poco, sosteniéndose de sus rodillas para tomar aire. Canadá no recordaba que se agitara tan fácil.

—— Todo bien, ya sabes, trabajo por aquí y por allá. Al chile ya me harté, ¿pero tú qué tal?

Y le dedicó una sonrisa, tan cálida que podría derretirse; se alegraba que sus mejillas de por sí fueran rojas.

—— Lo mismo. Ya sabes, eh... a veces salgo con mi hermano a comer, tal vez algún día podríamos ir los tres. —— propuso con timidez. A pesar de que a veces en esas salidas se sentía como la tercera rueda de una bicicleta, no podía evitar sugerir el que ambas salieran a algún lado con USA.

—— Claro güerita, yo te aviso cuando tenga tiempo, ¿sales?

Canadá asintió sin dejar de sonreir.

—— ¡Ah! Por cierto, te traje algo.

“¿Otra vez?” hubiera dicho la mexicana, pero al ver la carita de felicidad que tenía la otra no quería parecer mala onda.

Entonces la angloparlante sacó una cajita con papel verde y un moño rojo.

—— Espero que te guste. —— y le extendió a su crush el regalo.

A México le daba ternura el cariño con el que la otra le regalaba cosas. Ese sentimiento le impedía rechazar aquellos regalos.

[...]

Canadá tocó el timbre mientras la latina se mantenía a su lado, aún sin abrir la cajita que tenía en mano.

El picaporte se movió y Estados Unidos abrió la puerta, recibiendo a ambas con una sonrisa.

—— ¡Ya llegaron las novias!

Canadá lo miró molesta y sonrojada, mientras México solo se reía sarcásticamente.

—— No empieces con tus mamadas wey.

—— Ay, no seas amargada.

Se hizo a un lado para dejarlas pasar; vió que México tenía el regalo que su hermana había preparado, y vió a ésta con curiosidad.

—— ¿Es el anillo? —— le susurró a la bicolor; le encantaba molestar a su hermana menor.

—— Cállate. —— respondió con pena.

México se dejó caer al sofá, soltando un suspiro cansado ——; ¡No'mbre, gringo! Mejor deberíamos reunirnos en mi casa, esto de caminar tanto me cansa un buen.

Ambos anglosajones rieron mientras se sentaban, Canadá a un lado de México y USA en el sillón individual que había a un lado.

—— Tu casa está a un solo par de cuadras.

—— Pero unas cuadras bastante largas, ¿sí o no Can'?

La canadiense asintió con honestidad, incluso a ella le cansaba caminar tanto.

—— Además, si fueran a mi casa podríamos comer algo, ya que tú —— señaló al estadounidense. —— eres muy huevón como para cocinar algo.

—— Y luego te quejas de que cocino horrible.

—— Si practicaras tal vez no se te quemaría hasta el pinche arroz. —— contestó con cierto enojo. ¿Tanto le costaba a su vecino el hacer mínimo unos huevos revueltos?

Canadá solo escuchaba divertida aquella conversación, le era más entretenido escucharlos hablar a estar en casa, sola, y solamente viendo comedias en su televisor.

—— Sí, sí, lo que sea. —— habló con un tono desinteresado, odiaba que le hablaran de como no sabía cocinar decentemente. Miró aquella caja que México tenía en su regazo; quería ver la reacción de la mexicana ante el regalo de su hermana. —— Hey, Méx, ¿qué es eso? —— preguntó con curiosidad mientras señalaba la cajita, como si no supiera ya lo que es.

La nombrada miró el regalo, agarrandolo ——; Oh, me lo regaló Canadá. —— respondió con una leve sonrisa.

—— ¿Y qué es?

La bicolor miraba con enojo a su hermano. Sentía pena, y a la vez curiosidad por saber qué tal reaccionaría México al abrirlo.

La mayoría de veces en que le daba regalos no estaba presente cuando los abría, ya que la latina prefería esperar a estar en su casa para saber qué era.

—— Honestamente, no sé.

—— Entonces, ¿por qué no lo abres?

—— Ya wey, pareces una vieja chismosa.

Canadá tragó saliva, apenada y con las mejillas ardiendo ——; Si quieres abrelo, Méx, estoy segura de que te encantará. —— la animó mientras sonreía, intentando disimular la vergüenza que estaba sintiendo.

México miró con duda aquella caja, dudando entre si abrirla o no.

—— Bueno, ya qué, pero si es alguna clase de broma de parte de ustedes dos van a ver cómo les va.

Empezó a romper con cuidado el moño y el papel en que estaba envuelta la caja, quitándosela para poder quitar la cinta que la sellaba. En sus ojos podía ver la sorpresa que sentía, y gracias a eso los anglosajones se sentían todavía más emocionados.

El perfume se veía precioso, con dibujos de rosas grabadas en aquél vidrio.

—— ¿Es de rosas, no?

Canadá asintió, con su respiración algo irregular.

México le sonrió, inclinándose hacia ella para abrazarla ——; ¡Que lindo! ¡Muchas gracias!

La canadiense correspondió en abrazo con timidez, sin saber muy bien qué hacer. Dirigió su mirada a su hermano, y éste solo alzó ambos pulgares mientras sonreía.

Sentía que si sus mejillas seguían tan calientes, en cualquier momento éstas podrían derretirse.

dos actualizaciones en el mismo mes opd. o eso creo, tipo, m pone que la última vez fue el 2 de este mes¿¿¿????

bueno, perdón si no quedó tan entretenido, a veces siento que pierdo en toque con mis escritos, pero recuerdo que nunca tuve un “toque” y se me pasa jaj

recuerden que si tengo algún error o ustedes alguna pueden decirme, yo con gusto les agradeceré y responderé sísí

ojalá este capítulo haya sido de su agrado aunque sea un poco. hasta la próxima actualización 💕

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