prólogo

Cualquiera que viera a Irina Black diría que es una chica común y corriente con una prima algo extraña.

Claro, eso sin contar que era una bruja, hija de un asesino y una nigromante sin dones.

Su árbol genealógico era algo particular. Su familia paterna —exceptuando a sus tíos y prima— estaban en Azkaban por ser partidarios de Quién-tu-sabes o asesinatos/torturas en nombre del mismo (sí, incluído el asesinato de su propia madre). Y no tenía a nadie de su familia materna ya que lamentablemente todos habían fallecido antes de que ella naciera o cuando era un bebé.

Con respecto a su necromancia, ella era como un cascarón de nuez vacío. Lo tenía en su sangre, todos los Shafiq eran nigromantes, pero no tenía la magia para hacer florecer sus dones.

Cuando llegó la carta de Hogwarts todos en su hogar estaban especulando en qué casa quedaría la chica. Su prima decía que en Hufflepuff, su tío aseguraba que en Gryffindor y su tía pensaba que tal vez quedaría en Slytherin. Andrómeda decía que todos los Black —menos su padre, Sirius— habían quedado en Slytherin y era una probabilidad.

Irina no tenía ni idea de qué casa quería. Había crecido con historias de Hogwarts, las más recientes de su prima que siempre renegaba contra el profesor de pociones, Severus Snape y decía que los Slytherins en su mayoría eran una bola de idiotas.

Irina no quería ser una idiota.

Cuando por fin llegó el primero de septiembre la emoción de Irina floreció. Estaba nerviosa, ansiosa, preocupada y millones de emociones más que se mezclaban en su pequeño cuerpo.

—¿Estás preparada? —preguntó Tonks, su prima, mientras desayunaba tostadas con café. Hoy día había cambiado el color de su cabello a fucsia. Era una metamorfomaga.

Irina asintió frenéticamente.

—Sí, y también nerviosa ¿Crees que Snape siga igual de amargado?

Tonks soltó un suspiro.

—Sí, nadie que es tan… así lo deja de ser completamente. Pero tranquila, mientras no hagas explotar tu caldero, cómo yo, o te intentes pasar de chistosa con él vas a sobrevivir —la intentó calmar al ver el rostro de su prima.

Irina asintió llevándose una cucharada de cereal a su boca.

—¿Me acompañaras a King's Cross?

Su tío Ted no podía ir debido al trabajo pero le aseguró que iría a recibirla y llevarla para las vacaciones de Navidad.

—Por supuesto, extraño también un poco el andén, hace años no lo veo.

Su tía estaba arriba repasando todos los útiles esperando que no se hayan olvidado de nada.

—¡Irina! —llamó desde las escaleras— si ya terminaste sube rápido a lavarte los dientes que en diez minutos salimos. Lo mismo para tí Tonks.

—¡Sí, tía!

Tonks no contestó ya que se estaba terminando su café. A Irina le quedaba muy poco en su tazón por lo que engulló los cereales y subió las escaleras rápidamente.

Mientras se cepillaba los dientes Irina se dió cuenta que parte de sus nervios era por la reputación que cargaba el apellido Black. ¿Qué dirían los otros estudiantes cuando la nombren en la selección? ¿Querrán ser sus amigos luego de enterarse que es la hija del asesino Sirius Black?

Irina se enjuagó la boca y volvió a mirarse en el espejo para perfeccionar la coleta que se había hecho. Sólo había un modo de averiguar si la reputación la perjudicaría o no.

King's Cross ya de por sí era una estación muy concurrida pero los primeros de septiembre siempre se veía muchísimo más llena. Tal vez por todos los estudiantes de Hogwarts llegando con los carritos llenos.

¿Acaso a los muggles no les resultaba extraño?

Andrómeda miró a todos lados asegurándose que ningún muggle estuviera pendiente de lo que hacían.

—Bien, ¡Ahora!

Irina tomó con fuerza su carrito y corrió contra la pared entre el andén nueve y diez. Cerró los ojos ante la impresión de estrellarse pero, cómo años anteriores cuando acompañaba a Tonks, pasó de largo casi estrellándose con otro estudiante.

—¡Lo siento! —dijo Irina algo avergonzada.

Su tía y prima no tardaron en aparecer. Tonks soltó un suspiro de júbilo al ver el expreso rojo de Hogwarts.

—¿Necesitas que te ayudemos a colocar tu baúl? —le preguntó Andrómeda luego de ver el reloj de su muñeca. Habían llegado diez minutos antes.

Irina negó con su cabeza. Prefería hacerlo ella misma, llevar un baúl no debería ser tan difícil.

Su tía la miró con los ojos brillosos para luego soltar un suspiro y abrazarla fuertemente. La mata de pelo rizado le tapó la vista a Irina pero aún así le devolvió el abrazo.

—Ten cuidado, si por alguna extraña razón alguien te dice algo sobre tu padre ya sea en burla o en un tono no agradable le dices de inmediato a un profesor o prefecto ¿si? —dijo rompiendo el abrazo.

—Claro, por supuesto —Irina le sonrió intentando calmarla.

—O simplemente le echas una maldición y eso va a ser más efectivo —agregó Tonks detrás de su madre.

Su tía chasqueó la lengua dándose la vuelta.

—No le aconsejes cosas malas —se dió la vuelta para mirar otra vez a Irina—. No hechices a nadie o te pueden castigar.

—Intentaré hacerlo, no te puedo prometer nada Andy —Irina se encogió de hombros siguiendo el juego de Tonks.

Justo en ese momento llamaron a los alumnos para que abordaran el tren. Ya con los minutos contados Irina se despidió de las dos mujeres asegurándoles que les enviaría una carta esa misma noche revelando la casa que le asignaron.

Arrastró su baúl a uno de los compartimentos del medio y con mucho trabajo —tal vez sí tendría que haber aceptado la ayuda de Andy y Tonks— subió el baúl al portaequipaje.

Recién ahora caía en cuenta que no tenía un búho por lo que debería tomar uno del colegio para enviarle las cartas a su familia. Tal vez para el siguiente año debería conseguir alguna mascota.

Minutos después la puerta se abrió revelando a un niño con la cara asustada. Tenía el cabello desordenado y muchas pecas esparcidas por su nariz y mejillas que se extendían un poco por la frente.

Irina entrecerró los ojos, había visto ese rostro antes pero, ¿dónde?

—Hola, ¿podría sentarme contigo? —preguntó, demasiado tímido como para decir algo más.

—¡Claro! ¿Necesitas que te ayude con el baúl?

El chico miró su baúl y asintió frenéticamente. Con menos trabajo que el de Irina subieron al baúl, el niño también traía consigo una jaula con una lechuza marrón dentro.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Irina una vez sentados.

—Steve, Steve Massers —al ver el rostro de Irina intentando descifrar si lo conocía de algún lugar agregó—:. Soy hijo de muggles —se aclaró la garganta—, tal vez por eso mi apellido no te suena.

Irina asintió.

—No, no te preocupes, perdón si te miraba algo extraño es que siento que te conozco de otro lado.

Steve soltó una risa algo nerviosa y se relajó en su asiento.

—¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

Irina dudó un poco al principio sobre si decirle el apellido Black o usar el materno, Shafiq, pero si ésta era su primera oportunidad de hacer un amigo…

—Irina Black.

Steve asintió. —¿Eres de familia de magos?

Demonios.

—Sí, sí pero durante mi niñez he ido a una escuela muggle y en sí toda mi vida ha estado rodeada de ambos lados —dijo apurada, espera haberse explicado bien.

Steve arrugó su entrecejo.

—¿Escuela muggle? ¿A los magos no los envían a escuelas primarias y… así?

—No, no, normalmente somos educados en casa e incluso algunos no tienen nada de contacto con el mundo muggle.

—¿Cómo así? Nada de ¿nada?

Irina negó —Pero esos son magos extremistas, en lo personal opino que son un poco estúpidos ¡Pero bueno! 

—No tenía ni idea ¿Eso es importante para entender Hogwarts? —se preocupó Steve, cómo suponía Irina, no tenía idea de nada.

—No, claro que no. Tranquilo, yo tampoco sé mucho de Hogwarts pero te puedo contar algunas cosas del mundo mágico. Si quieres.

El chico asintió frenéticamente. Irina lo entiende ella tampoco querría entrar en un nuevo ambiente del que no tiene idea y más si está relacionado a la magia. 

Irina le explicó las líneas de sangre, las familias, Merlín, Dumbledore y todo lo que debería saber Steve para al menos «sobrevivir» en Hogwarts o el mundo mágico en general hasta que se logre ambientar.

Compraron algunas cosas en el carrito de comidas y hablando sin darse cuenta que por la ventana podía apreciarse cómo el cielo iba cambiando de tonalidades hasta el atardecer.

Steve le había dicho que no tenía preferencias por ninguna casa en particular y que cualquiera estaría bien. Había llegado el momento de cambiarse de ropa y, cuando Irina regresó del baño con la túnica negra Steve resolvió la duda que le había carcomido la cabeza todo el día

—Tu también eres un rostro conocido —dijo mientras acariciaba su lechuza—, creo que vivimos a unas calles de distancia… —Steve la miraba con los ojos entornados hasta que los abrió por la sorpresa— ¿No eres la sobrina de Andrómeda?

Irina lo miró con la boca abierta. Y de repente un recuerdo suyo de hace algunos años cuando su tía la llevó a casa de una de sus amigas a tomar el té y le presentó a su hijo Steve.

—¡No puede ser! Ahora te recuerdo bien, hace años no hablábamos.

Y era verdad, luego de ese encuentro se habían visto unas dos veces más ya que sus horarios no coincidían. Steve iba a una academia demasiado exigente para un niño e Irina consiguió más amigos perdiendo así el contacto permanentemente.

—De todos los lugares nunca pensé encontrarte aquí, de igual manera me tranquiliza tener a alguien conocido. No me hace sentir tan sólo  —dijo con una sonrisa tímida.

—Ni lo digas, también me alegra muchísimo que estés aquí.

Una vez el expreso comenzó a bajar la velocidad hasta llegar al punto muerto. Ambos se miraron nerviosos.

—¡Primer año! —gritaba un hombre gigante, cómo de dos metros, sosteniendo una lámpara— ¡Los de primer año por aquí! Vengan, síganme… ¿Hay más de primer año? Cuidado al caminar. ¡Los de primer año por aquí!

Tuvieron que subirse a unos botes e ir por el Lago Negro, Irina y Steve tenian miedo de caerse al lago pero por suerte llegaron sanos y salvos.

Una vez entraron al castillo una bruja de túnica verde les dió la indicación de que la siguieran a su selección.

—Irina —susurró Steve mientras caminaban por el Gran Comedor entre las mesas de Gryffindor y Ravenclaw—, prométeme que sin importar la casa seguiremos hablando.

—Hecho.

En un taburete colocaron el Sombrero Seleccionador que entonó una canción sobre las cuatro casas y sus fundadores. La profesora Mcgonagall —como les había dicho ella— se adelantó y desplegó un gran rollo de pergamino.

—Cuando yo los llame, deberán ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para que los seleccione. —dijo—. ¡Abbott, Hannah!

No era un buen momento para tener un apellido con la letra B pero entre más rápido sea la selección mejor.

La chica se puso el sombrero y tras unos segundos de silencio el objeto gritó.

—¡HUFFLEPUFF!

La mesa de corbatas amarillas estalló en aplausos.

—¡Bones, Susan! —Irina sintió un raro cosquilleo en todo su cuerpo.

—¡HUFFLEPUFF!

—¡Boot, Terry!

—¡RAVENCLAW!

—¡Black, Irina!

¿Realmente era necesaria una selección frente a todo el colegio? Se preguntó mientras caminaba hacia el taburete que parecía totalmente destartalado.

Se sentó en el taburete y el sombrero le tapó la visión.

Mhm ¿Black, eh? —dijo una voz en su cabeza sorprendiéndola—, una mente muy abierta y aventurera, sí, sí.

Si iba a colocarla en Slytherin que lo hiciera de una vez, pensó Irina.

—¿Slytherin? —indagó la voz—, no, no Ravenclaw estará encantado con tu ingenio… sin embargo hay mucho más.

¿Entonces dónde? —Irina esperaba una respuesta, si no era Slytherin por herencia ni Ravenclaw ¿cuál de las dos que quedaban?

El sombrero le hizo saber la respuesta.

—¡HUFFLEPUFF!

La mesa estalló en aplausos por tercera vez.

Se quitó el sombrero y echó una rápida mirada a la que hubiera sido su segunda casa, sin embargo saludó a sus nuevos compañeros de Hufflepuff.

Estaba muy satisfecha con la selección, su tío y Tonks habían sido exalumnos de Hufflepuff.

Ay Tonks, ella estará extasiada cuando se entere y se lo va a restregar en el rostro a Andrómeda. Tres hufflepuffs en la familia.

Con Steve cumplieron su promesa, el chico fue seleccionado a Gryffindor y para alivio de Irina no se alejó de ella cuando se enteró lo de su padre y mucho menos cuando supo que ella si tuviera el don podría revivir muertos.

Tampoco lo hicieron Sarah ni Alex, sus amigos de Hufflepuff y Slytherin.

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