♪Strange love♪

Saludos cordiales.

Es un poco extraño hacer algo diferente a "De Monstruos y Humanos" a estas alturas, me acostumbre ya a trabajar casi todo el tiempo en esa historia, y venir de regreso a este libro, para descansar, me hace bien.

Desde la última vez que actualice aquí muchas cosas han pasado; probablemente, algunas buenas, otras no tanto, y me pareció apropiado aprovechar que tenía una idea fresca para liberar estrés.

Empezaré diciendo que, a lo mejor, este es el último songfic que haga con las canciones originales de la lista. Disfruto mucho esto de hacer historias inspiradas por canciones, mi escritura en general es así, pero las canciones que quedan en la lista (salvo un par) no me inspiran lo suficiente, no veo un escenario posible con ellas como guía. Voy a cambiar las canciones a placer, para mantener lo des estresante de este libro, y lo entretenido también.

Tampoco es que me importe mucho seguir las reglas originales, creo que soy el único que aún hace este reto.

Ahora, en cuanto a la historia, he de decir que en realidad no espero que sea del agrado de los pocos que aun leen aquí, en realidad, me da bastante igual.

Escribir esto fue un reto, pasé por muchas parejas y varias interpretaciones diferentes de la canción antes de llegar al resultado final, porque en realidad no sabía bien que interpretación era la correcta. Al final, para llegar a lo que llegue, utilice otra canción para ayudarme.

La pareja de esta ocasión (me doy cuenta ahora que todos salvo uno han sido relatos de amor) son Madame Black y Grey Hat, dos versiones alternas de Black Hat. ¿Por qué? Porque a aurasarh221 y a mi nos encantan ambos, y entre broma y broma acabamos emparejándolos; resulta que hacen una gran pareja y, de hecho, tienen una dinámica muy bonita, aunque técnicamente somos nosotros quienes se las dimos.

Mi interpretación de ambos es algo diferente a la de Aura, claro está, porque en realidad este relato me sirvió para descubrir, o redescubrir, como trabajar con ellos. Pero igualmente espero que, si disfrutan de la historia, disfruten también de como trabajé con ellos.

No sé si deba hacer la advertencia, pero como la verdad nunca está de más, lo haré de todas formas.

Esta historia tiene ligero contenido sexual, por favor lean con precaución.

Sin más que decir, por favor disfruten la lectura. 

De todas las cosas de las que la gente tenía el descaro de hablar acerca de ella, probablemente en la que menos esperaba que se centraran era en su particular relación con Grey Hat. Ya estaba acostumbrada a escuchar rumores de toda clase, sin embargo, las especulaciones acerca de ese punto particular de su vida privada le resultaban divertidas.

Madame Black nunca se había considerado a sí misma alguien discreta a la hora de tener amantes, o parejas, o pretendientes; si alguien deseaba cortejarla y andar con ella, tendría que soportar la mirada publica que su título de bruja atraía. A lo mejor por eso mismo es que se hablaba tanto del demonio gris, porque con él procuraba mantener las cosas discretas.

A petición de Grey Hat, claro está.

Si alguien hubiese tenido el atrevimiento de preguntar cómo era que habían congeniado, a lo mejor habría mentido y dicho que, naturalmente, se debía a sus gustos musicales, o literarios, o su interés por el arte de ciertos artistas algo olvidados, o no tanto, por el tiempo y las personas. Pero la realidad es que no tenía ni idea de cómo había acabado en aquella relación.

Tampoco es que le importase pensar mucho en ello, prefería que las cosas siguieran un rumbo indeterminado, para descubrir sobre la marcha lo que la vida tenía preparado para ella. Así también podía permitirse disfrutar con algo más de libertad de todas las peculiaridades que los rodeaban.

Había algo dulcemente irónico en el modo en que se daba su relación, en como pese a todo, a las miradas sobre ellos y los rumores tan descarados que los seguían, siempre buscaban las situaciones más simples para pasar un rato juntos, sin llamar la atención o perder las discreciones ya establecidas.

Le agradaba esa simpleza en sus encuentros, el cómo pese a tener ambos la capacidad y el ego para volverlos ostentosos y envidiables, preferían no hacerlo. Simplemente acordar pequeñas reuniones para discutir temas de trabajo, o desahogarse acerca de los clientes; simples momentos de confianza e intimidad que ya después decidirían si trasladaban a la habitación.

Tampoco había regalos de precios exorbitantes, o cenas en restaurantes cinco estrellas, que a los mortales podrían costarles un riñón o dos. No hacía falta en todo caso, porque posiblemente acabarían discutiendo acerca de quién debía pagar la cena y la suite en el hotel.

O eso creyó, hasta esa mañana, en que una carta suya descansaba sobre su escritorio, junto a una delicada flor, probablemente hecha de magia.

— Grudge— se atrevió a llamar a su subordinado, que la acompañaba en ese momento, tan ajeno a la situación como ella— ¿Alguna idea de cómo llegó eso ahí?

— Um...— rio internamente al notar el nerviosismo del muchacho, porque sabía que no tenía modo de explicar la carta y la flor, simplemente lo estaba molestando.

— Déjalo, anda a trabajar— le tranquilizó suavemente, acomodándole a medias un mechón de cabello antes de adentrarse en su oficina, tan lista para empezar el día como le era posible— Y asegúrate que Fierce también cumpla sus tareas. Sus retrasos nos están costando bastante dinero.

— Si, mi señora— el humano se retiró, como todas las mañanas, cerrando la puerta con una suavidad que seguramente la madera apreciaba.

Se pasó las manos por el cabello con delicadeza, delineando el contorno de su cuello antes de animarse a llegar al escritorio y tomar la carta. No tenía idea de que esperar, normalmente los presentes y mensajes de Grey Hat llegaban en el correo, como cualquier otro, y Grudge se encargaba de no dejar a Fierce verlos, por la seguridad de todos. Que la carta estuviese allí por su cuenta ya decía mucho, o muy poco, de sus intenciones.

— Muy bien, veamos qué quieres ahora— una mañana normal tendría una rutina más elaborada que simplemente chasquear los dedos para encender las velas, pero con su atención en la carta, tendrían que conformarse.

Algo en la atmosfera de su oficina volvía la tarea de leer la condenada carta imposible, no supo si tenía que ver con la suave luz que entraba por la ventana, o el murmullo de la ventilación rompiendo el silencio, pero algo había allí, que el abrir el sobre le pareció agobiante.

Tuvo que detenerse a respirar simplemente con el saludo, porque se descubrió sintiéndose como una niña, o una adolescente, que recibe ese mensaje de su enamorado que tanto anhela, y si había algo que no se permitía era eso, esa debilidad ante la incertidumbre de un miserable pedazo de papel.

— ¿Pero qué...— No estaba segura de que esperaba, pero una invitación formal a cenar sin dudas estaba fuera de la lista. Habían cenado juntos muchas veces, en toda clase de lugares reservados para las peores criaturas del inframundo, nunca en un restaurante de renombre, bien conocido por los humanos— rayos?

Con una sincronía que se encargaría de reclamarle después, el teléfono sobre su escritorio empezó a sonar; bien por la sorpresa, o los nervios, en su camino a atender, empujó el tintero y la pluma, provocando un pequeño desastre.

— Diga— contestó antipática, apresurándose a rescatar los documentos y el juego de cartas que la tinta amenazaba, levantando el tintero y sacudiendo la tinta que quedó en sus dedos bruscamente.

"Parece que llamo en mal momento" normalmente su tono neutro le traía cierta paz, sin embargo, en ese momento él era precisamente la criatura a la que culpaba por el pequeño desastre "Si estás ocupada con un cliente, no deberías atender el teléfono".

— No me vengas con lecciones de atención al cliente, animal— dio un profundo suspiro antes de continuar, no podía arriesgarse a destrozar el teléfono, o que saliera huyendo, a causa de su ira— No es un mal momento, ¿Qué quieres?

"Buenos días a ti también Madame" una parte de sí sabía que, de poder expresar emociones, Grey Hat estaría sonriendo del otro lado de la línea, plenamente consciente del porqué de su actitud tan arisca.

— Tienes diez segundos para explicarte— amenazó terminando de limpiar finalmente la tinta de su escritorio, verificando que ningún documento se hubiese dañado, porque tener que repetirlos no se le antojaba en lo absoluto— Y más te vale no decir alguna cursilería.

"Tan encantadora como de costumbre" comenzó a tamborilear los dedos contra el escritorio, impacientándose cada vez más; la idea de una cena no le molestaba, pero ese ridículo juego, y el accidente con la tinta, no ayudaban a su buen humor "No tengo una razón en particular, creí que te gustaría tener una noche libre de mantener en una pieza la mansión"

— ¡¿Y para esa tontería eliges un lugar donde nos van a reconocer?! — el autocontrol que otros llegaban a tener sobre su enojo, en ese momento, le parecía envidiable— Grey, no voy a desvivirme toda la noche por mantener esto en secreto. A mí me importa una mierda lo que digan de mí.

"¿Y qué más da si nos ven?" todo su enojo, toda la ira de ese momento, se disipó un instante con esas palabras, algo que genuinamente no esperaba escucharle decir "No es anormal que tengamos reuniones de trabajo en lugares lujosos, es la excusa perfecta"

No tenía modo de negarle esa verdad, ya era usual verlos a ellos, e incluso a otros más, reunidos en público, compartiendo opiniones acerca de los diferentes negocios, y sugerencias que cada uno podría aplicar; sin embargo, esos encuentros se daban a la luz del día, a media tarde cuanto mucho. Cenar, pasando las ocho, solo ellos dos, daría mucho de qué hablar.

"Déjate mimar por una noche, Querida" volvió a hablar, recuperando su atención y, sin que ella quisiera, obteniendo un sonrojo ante el apodo. Su voz podría ser tan monótona como el color de su piel, pero sin dudas tenía formas de aprovecharla "Además, te lo debo ¿Recuerdas?"

— Bien— accedió finalmente en un suspiro, pasándose la mano libre por el cabello, peinándolo un poco; siempre se esponjaba cuando se enojaba y no llegaba a convertirse en serpientes— Acepto tu ridícula invitación a cenar y dormir fuera esta noche. No llegues tarde.

"Eso jamás" le aseguró, bajando un poco la voz, como si alguien hubiese entrado en la habitación, o como si pretendiera decir algo que nadie más tenía permitido escuchar "Hasta esta noche, mi querida Madame Black"

Cortó la llamada antes de que pudiera contestarle, dejándola con el auricular pegado a la mejilla y un sonrojo difícil de esconder. Maldecía su encanto, no porque no le gustara, sino porque había momentos en los que podía dejarla sintiéndose como una adolescente, en más de un sentido.

♪◊♪◊♪◊♪◊♪

Madame Black nunca se consideró a sí misma una mujer vanidosa, no le había visto nunca la necesidad a serlo de todos modos; bastaba con chasquear los dedos para lucir tal como quería, o como necesitaba. Por eso, el haber pasado más de una hora arreglándose le sabía extraño, como si aquella persona en el espejo no fuese ella.

— ¿Fierce aún no ha regresado? — inquirió dejando un pequeño joyero sobre el tocador, estudiando al muchacho a través del reflejo

— Me temo que no, Madame— su respuesta fue temerosa, como si la ausencia de su perro guardián fuese a traerle alguna represalia— Intenté comunicarme pero... es Fierce, claro que no iba a atenderme a mí.

— Cuando regrese, asegúrate de que haya completado todos sus encargos— pidió colocando alrededor de su cuello una cadena de plata que, sin mucha intención, hacía juego con sus ya usuales aretes de cruz invertida. Por un instante atrapó la mirada embelesada del muchacho sobre su apariencia— Sus retrasos ya nos han costado bastante.

— Si, mi señora— se le hizo tierno el modo en que huía de su mirada, evidentemente avergonzado; no hacía mucho había descubierto que su doctor, su subordinado favorito, le tenía cierto cariño especial, no romántico, pero no le sorprendería que en algún momento llegara a serlo— ¿Me permite decirle algo, mi señora?

— Por supuesto que si Grudge— pintó sus labios de rojo oscuro, que combinaba con el forro de su sombrero y ayudaba a resaltar su sonrisa. Aun si Grey Hat no podía apreciarlo, le gustaba añadirle algo de color a su rostro.

— Luce realmente hermosa esta noche— se encontró a sí misma riendo suavemente, genuinamente halagada por las palabras del muchacho. Esperaba que fuera cierto, si iba a aparecer en público junto a Grey Hat, lo mejor era lucir a la altura de la ocasión— Espero que tenga una maravillosa velada con el señor Grey Hat.

Contempló su reflejo, lista para salir, con algo más de atención, confirmando que genuinamente se trataba de ella. Hacía mucho no lucía un vestido enteramente negro; aunque sabía que era un color que lucía estupendo en ella, se había acostumbrado a combinar todo con rojo o vino. Tomó la capa de encima de la cama y cubrió su atuendo perfectamente, imaginando las reacciones que recibiría al quitársela.

— Muchas gracias, Grudge— sonrió de vuelta, porque pese al cuello de la bata, podía ver su suave sonrisa abultando sus mejillas contra los googles— Cuida bien mi mansión, estaré de vuelta en la mañana.

La despedida, como era ya usual, fue simple, un par de palabras antes de subir a su auto y emprender su camino hacia el restaurante. No tenía necesidad de recordarle las tareas a cumplir al muchacho, confiaba plenamente en él y su capacidad para cuidar de su mansión, su santuario.

Solo le quedaba aguardar a descubrir que le tendría deparado la velada, y su discreto amante.

♪◊♪◊♪◊♪◊♪

Vio a Grey Hat cerrar el reloj de bolsillo en cuanto bajó del auto, y guardarlo en el bolsillo interno de la gabardina que usaba. Se notó desde el primer instante que aquella era una velada especial, pues él tampoco llevaba su traje habitual.

Pocas veces eran las que se tenía la dicha de ver al demonio gris usando algo distinto a su traje, aunque en realidad la paleta de colores jamás cambiaba. Esa noche portaba un traje algo más oscuro que el habitual, de tres piezas también; la camisa, de un gris casi negro, estaba adornada por un ascot de ese peculiar rosa que tanto le gustaba. El saco, a todas luces de un paño costoso, resaltaba perfectamente sus hombros, ajustándose a esa elegante figura de modo que era imposible no mirar.

Con un traje así normalmente sería difícil destacar entre la gente que iba y venía, aun así, allí estaba, con toda su elegancia, atrayendo miradas furtivas de toda clase, que volvían a perderse entre la cotidianidad de la multitud. Su amante sabía perfectamente como hacia las cosas, para destacar y aun así, pasar como simplemente un transeúnte más en la noche.

— Buenas noches, Grey Hat— se adelantó a saludar, apartando un poco el mechón más largo de su fleco, brindándole una sonrisa a su acompañante— Que placer verle nuevamente.

— Madame Black— tomó su mano con delicadeza y dejó un beso en ella, un gesto de galantería que ya le parecía simplemente el modo habitual en que se saludaban, especialmente cuando estaban en público— Veo que decidió venir sin escolta.

— No lo creí necesario— admitió empezando a caminar hacia la entrada, entregando las llaves de su Panther de Vill al encargado de estacionar apropiadamente los autos, sabiendo que la amenaza para tenerle cuidado no hacía falta. Todos saben bien cómo cuidar un auto clásico— ¿O es que acaso no tengo suficiente ya con su compañía?

Sin dar respuesta, Grey Hat se adelantó apenas para poder abrirle la puerta y dejarla pasar primero. Podrían jugar a ser apáticos tanto como desearan, pero los gestos de caballerosidad y respeto que tenían mutuamente no iban a ninguna parte. Era una parte de su relación que disfrutaba bastante, en silencio claro está.

— Mesa para Grey Hat— se anunció al anfitrión mientras alguien se apresuraba a acercarse a ellos y pedirles amablemente sus abrigos, o en su caso, la larga capa que hasta entonces cubría su vestido— La discreción no es lo tuyo.

El demonio gris pudo finalmente apreciar su atuendo, igual que el resto de presentes que, como esperaba, no tuvieron la prudencia de no mirarla. Llevaba un vestido a la rodilla, con escote de corazón adornado por un lazo de seda, formando un pentagrama; el lado izquierdo de la falda se abría hasta más arriba de la mitad del muslo, su pareja le ofreció el brazo, cuidando no mirar de más.

— Por aquí por favor— una mesera, muy bien vestida y peinada, se encargó de guiarlos por el laberinto de mesas hasta un cubículo ligeramente apartado, en lo que claramente era la zona más exclusiva del restaurante. Las miradas y murmullos durante el camino no se hicieron esperar, tal como había imaginado— Volveré en unos minutos a tomar su orden. Mi nombre es Enola y estoy para servirles.

El lugar estaba alumbrado por una tenue luz amarillenta, posiblemente para hacer el ambiente más ameno, o eso dirían lo que creían saber, a sus ojos era simplemente un modo de fastidiar un poco a la gente. Las mesas se repartían por todo el lugar, de acuerdo a las pequeñas lámparas colgantes que brindaban algo más de luz a cada una. Probablemente, por su cuenta, no habría ido allí, pero que Grey la hubiese invitado le daba al lugar un toque ligeramente interesante.

— ¿Y me reclamas a mi discreción? — burló ligeramente, abriendo el menú sin mucho interés en leer los platillos que les ofrecían— No se puede saber si hablaban de ti, o de mí, Grey, y lo sabes.

— A lo mejor, hablaban de ambos— había algo de verdad en ello, porque era fuera de lo común verlos a ambos, ajenos de su rutina, compartiendo la velada— Por favor, elije lo que gustes.

Fingió leer la carta, y elegir un platillo cuando su mesera regresó a atenderlos, dejando en manos de Grey Hat el vino y cualquier otra tontería que decidiera pedir para acompañar. Porque estaría mintiendo si decía que quería estar allí.

— Y ¿Me dirás exactamente a qué se debe esto? — se animó a preguntar cuando la cena había avanzado lo suficiente, jugando un poco con uno de sus aretes, una costumbre que se había descubierto cada que algo la tenía ligeramente nerviosa o intrigada— No me parece muy tuyo arriesgarse a que alguien descubra nuestro pequeño secreto.

— De vez en cuando una dama como tú se merece un trato especial— contestó en ese tono neutral que ya Madame sabía descifrar; siempre había algo más, una emoción esperando que alguien la notara, o simplemente un gesto desinteresado que se ahogaba en su orgullo— Es lo más cercano que podemos permitirnos a una cita, y creí que el descanso de ese demonio guardián que conseguiste por ahí te vendría bien.

Una suave risa, de esas que callaba cubriéndose los labios con la mano, se dejó escuchar, aunque no supo bien si por el hecho de que Grey Hat genuinamente quería tener una cita con ella, o por el modo tan particular y acertado con que hablaba de Fierce. Había, a su modo de ver, algo realmente dulce oculto allí, algo que no esperó tener en su romance.

— Así que una cita, ¿Eh? — murmuró dando un último trago a su copa de vino, que se fue a descansar junto a los platos ya desocupados que aguardaban por alguien que fuese a buscarlos— No imaginé que esa fuese tu clase de ocasión especial, me parece solo un día más en el calendario.

— A lo mejor no es más que eso— secundó de alguna forma, alargando la mano con una servilleta para, con bastante delicadeza, limpiarle la mejilla a la bruja, que no se había percatado de que tenía el rostro sucio hasta ese instante— Tu eres quien decide qué valor le da a ese simple día. Y me parece que hoy, particularmente hoy, se merece un poco de atención.

Le costaba entender un poco el por qué Grey Hat le estaba otorgando tanto valor a la velada, o al hecho de compartir una cena de forma ligeramente más íntima. Ella no lo consideraba relevante, pero parecía que, bajo esa expresión casi congelada en el tiempo por las gafas, había un genuino interés en ello.

Había tenido infinidad de citas, con otros amantes y con él mismo, no es como si fuera una actividad ajena a ninguno de los dos. A lo mejor, lo que le parecía tan inusual, era el modo en que se estaban dando las cosas; cómo, de alguna forma, parecía que mantenerse escondidos ya no fuese importante.

— Sabes bien que no te obligo a nada, querida— retomó la palabra después de un instante, tomando la mano que descansaba sobre la mesa, acariciando suavemente la piel que, para variar, había decidido dejar expuesta, libre de guantes— Si crees que esto es una pérdida de tiempo, te escoltaré de vuelta a tu mansión.

— Yo...— por un momento se encontró a sí misma sin palabras, sin respuesta. Ella era casi una deidad, una bruja que respondía plegarias y preguntas casi a diario, a clientes mucho más irritantes e incompetentes que él; y solo él, solo Grey Hat, había logrado dejarla sin palabras.

Se permitió sentir un momento, dejar a su mente disfrutar de la caricia en su mano, y del agradable olor de la colonia de Grey Hat, de cómo la música que ambientaba el restaurante le recordaba a muchos otros encuentros. Dejó a sus sentidos perderse en esos ojos que sabía bien no podían ver el color, en la forma en que, de vez en cuando, un ligero flash de emoción atravesaba su semblante, quitándole un segundo la imagen de dios que muchos le atribuían.

Algo grato de su amante, de Grey Hat, es que nunca parecía enojarse si decidía no salir con él, o terminar su encuentro antes de llegar a algo más. Y no simplemente por el hecho de no expresar emociones, sino porque genuinamente entendía sus motivos. Su relación nunca había tenido momentos forzados, o encuentros acabados en disgustos; siembre había antes un dialogo, un consentimiento a todo.

— ¿Sabes algo? — se animó a decir al fin, imaginando que el ojo en su sombrero estaba vigilante, dispuesto a advertir la presencia no deseada de algún chismoso o mesero que por casualidad los escuchase— La cena me da bastante igual, pero si puedo disfrutar la noche en tus brazos, qué más da que sea solo otro día en el calendario.

♪◊♪◊♪◊♪◊♪

No esperó menos de él, y de su capricho de aquella noche. Grey Hat no había llevado auto, lo que al menos le permitió conducir hasta el hotel en que él insistía debían pasar la noche. Pero claro, a comparación de la cena y la suite, conducir no significaba nada.

Posiblemente era la suite más grande en la que habían dormido, o perdido el sueño. La cama, una enorme Queen plagada de almohadas visiblemente cómodas de color vino y blanco, se encontraba vagamente adornada con pétalos de rosa, posiblemente de las mismas que adornaban la estancia, descansando en enormes floreros de cerámica junto al ventanal de piso a techo. Había una pequeña sala de estar, contigua a un mini bar dotado con toda clase de productos, perfectos para preparar algún coctel. Era muy bonita si debía ser sincera.

Imaginó que el demonio habría solicitado que dejasen en el baño toda suerte de aceites y fragancias para desperdiciar en la bañera, porque si algo debía reconocerle, era el buen cuidado que tenía con ella y él mismo siempre a la mañana siguiente.

— ¿Quieres algo de beber? — se sobresaltó al escucharlo, porque de alguna forma se había perdido en el paisaje de la cuidad, un paisaje que podía contemplar siempre desde su mansión.

— Um... no, en realidad no— retiró la capa con cuidado, dejándola abandonada en alguna silla que encontró de camino a la cama, dejando a sus sentidos disfrutar de la calma, del silencio, que se encerraba en aquella habitación— Grey, me parece que esta cita tuya esconde algo ¿Te gustaría decirme qué es?

— Que perspicaz, Madame— la habitación se dividía a medias en dos salas, por lo que la voz del demonio gris le llegó con algo de eco; él se encontraba en el bar, probablemente preparándose algún coctel— ¿No puedes simplemente disfrutar de la noche? Te estoy intentando mimar un poco, para variar.

— Por todos los diose ¿Quién eres y qué has hecho con Grey Hat? — burló dejando los tacones a los pies de la cama, antes de tumbarse de espaldas y sacar a volar varios pétalos— ¿Dónde quedó el "tenemos que ser discretos"? — ambos rieron ante su intento por imitar su voz— No me gusta que me mimen, no lo necesito. Eso guárdalo para tus demás amantes.

Probablemente debería haberse quitado el sombrero antes de tumbarse, pero ya que más daba, lo quitaría después si tenía ocasión, o lo haría él, le daba igual. Pero su mente prefirió distraerse con ello antes que pensar en la posibilidad de que Grey Hat tuviera más amantes.

Sintió su peso en la cama, hundiendo el edredón de plumas y obligándola a girar la cabeza para verlo, se había quitado el saco, el chaleco y la corbata; tenía los primeros botones de la camisa desabrochados, lo que le permitía ver sus clavículas.

— ¿Celosa? — una parte de sí quería verle sonriendo, burlándose de ella por algo tan peculiar como los celos, de ese modo casi inocente con que esperaba irritarla en ocasiones.

— En lo absoluto— a lo mejor si lo estaba, pero no iba a decirle eso. Se giró un poco a la vez que él se recostaba a su lado, apoyando el rostro en una mano— Te garantizo que allá afuera hay mujeres que sueñan con esto, con compartir un pequeño secreto como este contigo, joven dios.

— Había pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien me llamó así— admitió acercándose un poco a ella, alargando la mano para tomar un mecho de su largo cabello. Ya no sabía a qué juego estaban jugando, pero tampoco quería rechistar— Tienes razón, hay algo más.

— ¿Y me piensas decir qué es?

Grey Hat la atrajo como pudo a un beso, un corto y discreto beso de esos que se dan las personas al despedirse, o saludarse, o cuando van por la calle y elijen demostrar su afecto fugazmente. Ellos no eran de darse besos, mucho menos ser tan dulces al hacerlo, por lo que se sintió algo extraño.

— Pensé que sería interesante, al menos una vez, probar ser una pareja— debía admitir que, en la cercanía, el susurró de su voz parecía más atrayente, casi hipnótico. No esperó escuchar tal motivo; de todas las razones que pudo imaginar, aquella estaba fuera de la lista— El rumor ya está entre los humanos, dejarnos ver no les dirá nada que no hayan imaginado ya.

Madame lo empujó por los hombros y se acomodó sobre él, en su regazo, observando su rostro apenas iluminado por la suave luz del cuarto y la calle, ese rostro neutro, que a veces dejaba ver más de lo que alguien se imaginaría, le pareció sincero, le pareció que nunca le había dicho una mentira.

Prefirió no cuestionarlo más, tampoco creía que obtendría respuestas claras a sus miles de dudas. Quitándose el sombrero finalmente, dejándolo caer sobre la cama, lejos de ellos, se abandonó al asunto que, en primer lugar, los había llevado allí.

♪◊♪◊♪◊♪◊♪

Grey Hat era, de muchos, el mejor amante que había tenido. Muchos antes de él no se preocupaban por hacerla sentir deseada, mucho menos por explorar su piel y descubrir lugares que ella a duras penas se había detenido a tocar. El demonio gris era atento a su manera, murmuraba preguntas y se aseguraba de que disfrutase también.

Sabía que todos especulaban que era algo bruto, que su seriedad se reflejaba también en la cama y que, cuando sostenía a sus amantes, no era delicado. Pero, si todos esos que tenían el descaro de hablar hubiesen estado alguna vez en sus brazos, acariciando las líneas de sus brazos, sintiendo sus caricias, se callarían la boca.

Sabía que la gente hablaba por hablar, que las cosas que inventaban para satisfacer sus intereses eran apenas especulaciones de los rumores dichos por otros iguales a ellos, pero muchas veces deseaba defenderlo de esas habladurías. Le habría gustado presumir que las manos de Grey Hat solo eran rudas si ella lo pedía, que abrazarse a su espalda era sumamente agradable, porque podía sentir mejor la forma de su cuerpo y el calor de su piel.

Le habría encantado presumir que se preocupaba por ella cuando terminaban, que la dejaba descansar en su pecho y le acariciaba el cabello; que siempre si tenían energías, se dedicaban un rato a charlar, a dejar fluir algunos pensamientos o ideas. Que si no, si alguno estaba agotado, entonces dormían abrazados, olvidados del mundo hasta el alba, cuando los primeros rayos de sol acariciaban sus pieles.

Pero claro, no podía, no sin antes admitir muchas cosas.

— ¿En qué piensas? — se animó a preguntar el demonio gris, dejando un beso en su cabeza, aprovechando que el sombrero se hallaba a su lado en la cama, observándoles.

— En todo lo que dirá la gente— admitió en un susurro, acomodándose un poco mejor en su pecho. Disfrutaba demasiado de ese cuidado tan delicado que tenía con ella, otro detalle que lo hacía un gran amante— Los imagino preguntándose de nuevo como se sentirán tus manos al tomar mi cadera, o si tirarás de mi pelo con fuerza. Las tonterías usuales.

Intentó acostarse sobre él, para poder ver su rostro, le gustaba ver cómo su expresión variaba ligeramente cuando discutían, o reían o bebían, era fascinante. Todo de él, de alguna forma, era fascinante.

— Tendré que prepararme para las preguntas de mis aprendices— prosiguió suavemente, bostezando sin darse cuenta; estaba algo cansada, a lo mejor por tener la oportunidad de relajarse genuinamente— Será hora de inventar una explicación acerca de cómo es que fui capaz de seducir al joven dios que tantas han deseado tener.

Debía ser honesta, no esperó que su respuesta le arrancase una risa, de esas que parecían animal fantástico cada vez que ocurrían, sincera y agradable al oído. Grey se inclinó, llevándola consigo, para quedar sentados de nuevo en la cama, abrazando su cintura con un solo brazo para mantenerla ahí, en íntima cercanía. Depósito un beso en sus labios con calma, como si el tiempo no corriera y tuvieran toda una vida o más para ello.

— Diles que me hiciste débil, que solo tu encanto me ha hecho temblar— masculló mirándola a los ojos, llevando las manos a los lados de su cadera, acariciando con suavidad su piel, subiendo de a poco por la curva de su cuerpo— Al final, van a creer lo que les plazca.

— ¿Que pretendes? — imaginaba ya por donde iba el demonio gris, por eso apenas susurró su pregunta, para no romper esa armonía que se estaba formando entre ellos. Dudaba que fuesen por una segunda ronda, pero las caricias sobre su cuerpo, delicadas y amorosas, eran suficiente para estremecer de nuevo su ser.

— Recordarte que no tenemos por qué decirles una mierda— ahora quien río fue ella, genuinamente sorprendida por sus palabras— Así funcionan los secretos, ¿No?

Al principio, cuando decidieron mantener aquello en secreto, creyó que era porque Grey Hat no quería esa clase de atención sobre él y su negocio, que quería proteger su reputación, y había creído eso por mucho tiempo. Pero, ahora que lo estaban discutiendo de nuevo, se daba cuenta que simplemente no le apetecía dejar a los demás saber la verdad. Aquel era su secreto, y tenían derecho a hacer con él lo que quisieran.

Esa idea le encantaba.

La sábana se deslizó finalmente por su espalda, dejándolos expuestos al frío de la noche. Un frío agradable que se colaba entre ambos, convirtiendo la cercanía de sus cuerpos en algo casi etéreo, como si la condensación en la ventana fuera culpa suya.

La idea de mantener en secreto todo le gustaba, hacia que todo se sintiera más íntimo y personal. Grey Hat tenía razón, no necesitaban contarle nada a nadie, ni prestar atención a las críticas de la gente. Su relación era solo suya, lo que pasaba en las noches era solo su problema. Esa es la belleza de un secreto a fin de cuentas, que nadie tiene porqué saberlo.

/////////////

Estoy tan feliz de haber terminado, ¡Y de cómo quedó todo! Aunque haya sido un poco complicado darle forma, al final salió tan bien que no me lo creo. Es justo lo que quería y más.

¿Cómo están? Espero que bien. No tengo mucho que decirles ahora mismo la verdad, casi toda mi experiencia se quedó en la nota del principio, que se hizo después de terminar porque empecé el capítulo estando de viaje y no me iba a matar por la nota y arriesgarme a perder la idea.

Creo que nunca me había dado la oportunidad de escribir acerca de un amorío secreto, no me gusta mucho el concepto de "amante" la verdad, pero esto fue divertido la verdad. El verlos a ellos más como una pareja que se esconde a una relación clandestina me gusta mucho más.

Me divertí mucho dándoles una historia con esta canción, y si tienen curiosidad de que otra canción me ayudó a darle forma al relato, fue "Je veux" de Zaz. También me aproveché un poco de "Young God", por eso a Grey Hat le dije joven dios.

No tengo nada más que decir, espero que hayan disfrutado de la lectura. Ya sé que dije que me daba igual si les gustaba o no, pero me pone feliz saber que les gusta lo que hago.

Nos leemos luego :)

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