♪Nadie como tú♪

Saludos cordiales.

Vamos ya por el tercer songfic, lo cual considero impresionante, tomando en cuenta que mi atención es horriblemente dispersa y que, por el momento, está en la vuelta a clases y otros varios asuntos relacionados con otras historias. Pero eso no es lo importante ahora, según yo.

Este One-short fue algo difícil, no soy muy buena que digamos escribiendo romance tranquilo, me gusta más jugar con el dolor y el sufrimiento de las parejas tóxicas, o de amores no correspondidos, a hacer algo simplemente lindo, por lo que al final este capítulo tiene su dosis de agnst.

La pareja que elegí para esta ocasión son Vaggie y Charlie, de Hazbin Hotel. Si me lo preguntan, el fandom debería apreciarlas más como la pareja que son, en lugar de odiar a Vaggie u olvidarse por completo de su sexualidad y emparejarla con Angel Dust, pero ese no es el punto aquí.

️Este capítulo contiene vocabulario inadecuado, mención a abuso psicológico y síntomas de depresión. Por favor, lean con precaución.

Lamento no tener los créditos de la imagen en multimedia. Si alguien sabe a quien corresponde, por favor dígame.

Realmente no tengo mucho con lo que introducir este One-Short, porque no planeaba de todas formas que fuera muy complejo. Por favor, disfruten la lectura.

Observó por última vez su reflejo en el enorme espejo de cuerpo completo, estudiando la totalidad de su atuendo y creyendo que, pese a haber elegido ella misma el vestido, aquella imagen en el cristal no era la suya; se había acostumbrado al corto vestido blanco y gris, a sus largas medias a rayas y los guantes sin dedos que le cubrían los brazos casi por completo, era una apariencia que sentía como propia, a diferencia de la chica que ahora portaba un elegante vestido de novia.

¿Cómo había llegado a eso? No creyó que Charlie aceptaría, por sentirlo repentino o apresurado, sin embargo, no pareció dudar un instante en su entusiasta respuesta, o detenerse a pensar un poco acerca de lo que vendría después. No le molestaba, se sentía sumamente feliz de poder casarse con el amor de su vida, sin embargo, la agridulce sensación del futuro y lo que podía pasar le impedía disfrutar aquel maravilloso día.

Desvió la mirada al bouquet de flores de flores que descansaba sobre una pequeña mesa de centro, entre el espejo, un sillón blanco y otra serie de muebles que, por el momento, contenían polvo y su habitual atuendo. Las flores, milagrosamente radiantes y llenas de vida, eran un recuerdo dulce de momentos que ahora solo vivían en el tiempo, de momentos fugaces pero hermosos y realmente memorables.

Los momentos felices de su relación eran probablemente la única cosa que debería ocupar su mente en aquel momento, sin embargo, no podía evitar viajar a esas veces en las que había tenido que ser más que una amiga o una pareja. Le dolía pensar en cómo habría sido su vida antes de conocerla, en todos los malos ratos que había tenido que enfrentar sola ¿Acaso nadie la había apoyado antes? ¿Acaso fue la primera en creer en su causa?

Charlie era un rayo de sol, la última esperanza de las almas, atrapada en el lugar menos indicado, encerrada en el infierno sin poder salir a iluminar el mundo con su alegría; no le costaba creer que fuese la primera en apoyarla sinceramente, tampoco le sorprendía que la tomasen por una tonta, pero si le dolía que las cosas fuesen así. Nadie merecía ser tratado como mierda por soñar un mundo mejor, sin importar cuan utópico e idealista fuese ese sueño.

Contempló una última vez su imagen en el espejo, aun sin creer que esa fuese la misma muchacha latina que había llegado al infierno años atrás, condenada por algo que no recordaba y con las mismas muertas esperanzas que todos los que allí vivían. "Al menos el cambio es para bien" pensó al salir, dejando atrás el eco de los recuerdos y de una vida que, para su suerte, ya no le pertenecía.

Una agradable calidez se instaló en su pecho mientras avanzaba por los pasillos; normalmente eran aburridos, todos exactamente iguales, distinguibles únicamente por los números de habitación. Las decoraciones en blanco y rosa pastel le causaban gracia, pues sabía que la princesa del infierno las había pedido así, iguales a ella; ver los pasillos decorados con guirnaldas y luces tenues, pétalos y ramos artificiales, era lo más lindo que alguna vez vería en ese deprimente hoyo en que se encontraba.

No pudo evitar huir del pasado mientras avanzaba, escuchando murmullos de conversaciones y halagos hacia su apariencia; ese hotel, aun siendo el rotundo fracaso que todos imaginaron que sería, estaba atestado de recuerdos, de personas y de memorias a las que era imposible esquivar. Siempre había uno malo, un momento amargo que opacaba las alegrías que habían compartido, pero no dejaba de ser un recuerdo.

Posiblemente, de no ser por el mundo, Charlie sería mucho más feliz, no se obligaría a ocultar sus emociones tras una sonrisa y un entusiasmo que difícilmente lograban llegar a su profunda mirada. Le jodía sentirse impotente cuando, sin que lo supiese, la escuchaba llorar, o la veía simplemente dejarse morir un poco en la cama, esperando a que algo bueno cambiará su vida.

La recepción lucia como sacada de un cuento, o del mundo humano; las sillas, en filas perfectas, lucían enormes moños rojos en el espaldar, brillando igual que el cielo del infierno; un camino blanco, decorado con pétalos, se abría paso en medio hasta el altar, que parecía una escena de postal. Avanzó entre susurros hasta estar junto a Husk y Nifty, que aguardaban bajo el arco de cintas y luces, indiferentes a todo.

No lo diría en voz alta, pero les agradeció el modo en que, sin saberlo, habían logrado alegrarle un poco la vida a su amada; posiblemente ninguno de ellos supiese cuan buen impacto habían tenido en ella, o simplemente lo ignorasen. Quería creer que, al final, se habían quedado por cuenta propia, porque sabían que estaban haciendo algo bueno por alguien que lo merecía.

Charlie nunca se abría, nunca le decía a nadie lo mal que estaba o lo mucho que la falta de confianza en ella la destrozaba; entendía que se sintiese como una carga, que se viese a sí misma como un estorbo o un lastre, pues sus sueños siempre habían sido eso para los demás. Alastor, Angel, Husk, Nifty y cualquier otro idiota que hubiese entrado en su vida no lo entendería, al menos no con la misma profundidad con que ella lo hacía.

Poco a poco, a medida que la velada avanzaba, los invitados ocuparon los lugares que les correspondían según la planeación de Nifty; las conversaciones se redujeron a susurros cuando la luz principal bajo, dejando solamente la guirnalda de luces blancas como fuente de iluminación, dándole aún más magia al cuadro. Apretó con fuerza el ramo, respirando profundamente, aguardando a que la música rompiese el silencio.

Charlie entró del brazo de Alastor, sonriendo con una mirada ligeramente triste y apretando un ramo a juego con el suyo, evitando las miradas de los asistentes que, a su paso, se levantaban de sus asientos para esperar el inicio de la ceremonia. Lucia preciosa, como nunca antes la había visto; el vestido, incluso más blanco que el suyo, se ceñía a su figura lo justo para volverla más atractiva, un detalle oculto por el saco de sastre que lo completaba, a juego con una corbata negra.

Sintió que había tomado la decisión correcta al tenerla en frente, sonriendo tímidamente y con las mejillas sonrojadas, luciendo tierna e inocente. Pasó una última vez la mirada por el salón, descubriendo ese detalle que tenía su mirada triste; sus padres estaban ausentes, como era de esperarse, dejándola sola en el día más importante de su vida.

Alargó la mano para tomar la contraria, entrelazando sus dedos y sonriéndole como tantas otras veces, lamentando tener que sujetar el ramo, pues le impedía acariciarle la mejilla y subirle el ánimo sin decir nada. Por años la vio sufrir un silencioso maltrato, un desprecio camuflado de ausencia e incredulidad, de comentarios vagamente ofensivos que la destrozaban más que los insultos.

"Amor mío, no llores por ellos" pensó, escuchando los votos de su pareja, aguardando a que fuese su turno de hablar, tragándose las ganas de llorar de alegría, o de rabia, estrujando con fuerza en ramo, incapaz de soltarle la mano "Ahora tienes una nueva familia, una que te ama de verdad"

Los recuerdos la ayudaron a hablar, a recitar sus votos sin equivocarse, a confesarle un amor que, por años, se había mantenido en pie a pesar de todo. Ahora, sin decir nada más que la verdad, sabía que ya nada las separaría; ahora eran esposas, amantes y amigas. Eran todo eso que, aun en vida, había anhelado con el alma y había creído perdido para siempre.

EL miedo al futuro aún estaba allí, pero ya no le preocupaba, pues, al besar sus labios, estaba segura que todo estaría bien.

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En verdad esto del romance no es lo mío, se me da bien, pero me gusta más el sufrimiento de los personajes. Volveré a escribir relaciones toxicas después de esto, para no sentirme tan extraña. Aunque, siendo honestos, me gustó el resultado.

¿Qué les pareció? Realmente espero que les haya gustado, que lo hayan disfrutado y que no se haya sentido muy extraño viniendo de mí; este relato es como una versión dulce de mi identidad como escritora.

No tengo mucho que decir, las clases empezaron esta semana, por lo que puede que me tome aún más terminar los One-shorts, pero me esforzare por no tardan eternidades. Creo que este ejercicio es divertido.

Nos leemos luego :)

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