♪Heather♪

Saludos cordiales.


Volvemos al romance, porque así lo quiso Spotify, esta vez, con una canción que noté que se volvió altamente popular los últimos días.


Realmente Heather es una canción preciosa, con una letra sobre un amor no correspondido, a la que puedes darle un final propio por el modo en que acaba. Desde el principio sabía que iba a escribir aquí, tenía planeado cada detalle del songfic y esperaba ansiosamente llegar a esta canción, luego salió el video. Ese video cambia completamente el significado de la letra, es como que le da un giro completamente inesperado, pero de Cierto modo predecible, y como soy yo, pues me puse a pensar. Tenía las dos opciones, irme por un amor normal no correspondido, o escribir sobre un personaje genero fluido con una vida amorosa complicada.


Al final, por el bien de mis personajes, decidí quedarme con la idea original, pero reconozco que si se me da la oportunidad de hacer la otra versión, la haría sin chistar. Les vengo a presentar a Aidenne, una chica con bastante mala suerte en la vida. Dentro de mi mundo (y de Varios, en realidad) los dragones tienes la capacidad de convertirse en humanos por periodos largos de tiempo para aparentar normalidad Y, en épocas antiguas, sobrevivir; lógicamente tienen la suerte de ser Increíblemente guapos.


Aidenne Varley es una chica mitad humana, mitad dragón, que fue Abandonada por su padre debido a que descubrieron quien era realmente, y su madre murió poco después del parto, debido a complicaciones; se ha ocultado casi toda su vida, por lo que desconfía de la mayoría de las personas y, para colmo, es lesbiana. No es algo malo, pero los dragones consideran la homosexualidad antinatural, pues sus instintos priorizan la supervivencia de la especie.


Les describo su apariencia porque en realidad no tengo un dibujo decente de ella: tiene los ojos dorados, con pupilas afiladas; el cabello (largo) es de color plata, con las raíces negras; tiene uñas como garras, bastante resistentes, y dos juegos de colmillos. Suele vestir con un jean ajustado, una ombliguera de cuerpo blanco y mangas rosa y tenis tipo converse rosa/fucsia. Debido a su naturaleza híbrida, tiene en las mejillas escamas de color plata, que se pueden confundir con pecas. Tal y como los dragones, tiene alas funcionales, que puede ocultar en su espalda (dejan marcas como si fuesen tatuajes).


Eso sería todo por el momento, por favor disfruten la lectura.


La primera vez que sintió su corazón acelerarse por ella fue una noche en la que, haciendo caso a su terquedad, habría decidido no utilizar mas ropa que la ombliguera que tanto le gustaba; Dakota le reprochó toda la noche su descuido, prestándole la beisbolera que llevaba, bromeando en más de una ocasión lo bien que le lucia aquella vieja chaqueta. De no haber visto su sonrisa más sincera aquella noche, posiblemente no se habría dado cuenta de lo que venaderamente sentía por la única humana en quien había depositado su confianza.

Dakota era especial, lo sabía desde la primera que vez que se vieron, cuando la pelinegra se había adentrado en su territorio descuidadamente, invadiendo su nido y amenazando su seguridad. Le sorprendió el poco temor que sentía a la muerte, y los fascinada que estaba con su existencia; ningún humano se había comportado tan amable con ella, nunca. Todos huían al verla, gritando cosas ofensivas y amenazas que no tenía deseos de comprobar si eran ciertas.

Cuando la conoció, a diferencia de ahora, utilizaba sus escamas para cubrir su cuerpo; la ropa era un lujo al que no le veía necesidad, la encontraba estorbosa y limitante; aquellas telas eran inflamables, y frágiles, en sus garras, no durarían mas de medio día. Pero, contra todo pronóstico, había adoptado la costumbre de usarlas.

Dakota decía que se veía linda, que le sentaban bien las prendas humanas; creía que solo lo decía para convencerla de que se cubriese un poco, pero con el tiempo, empezó a considerar verídicas sus palabras. La joven pelinegra se había convertido en su mejor amiga, en la única compañía que venaderamente disfrutaba. Y eso le agradaba.

Nunca iba a olvidarse de su sonrisa aquella noche, cuando la nieve caía y el mundo a su alrededor parecía detenerse en el tiempo, congelando el recuerdo de tan bella sonrisa. Probablemente, lo que más le gustaba de su sonrisa eran sus colmillos, esos pequeños colmillos dispares, que se asomaban sobre sus labios cuando sonreía suavemente. Era la primera vez que veía algo así, que se encontraba con una criatura que tuviese un colmillo ligeramente más largo que el otro, y eso le encantó.

Los días que siguieron a aquel momento de alegría fueron los mejores de su vida; en sus casi 20 años, nunca había fantaseado tanto con una chica, nunca se había imaginado como sería la vida si viviesen juntas, pensaba hasta en que clase de mascotas tendrían, o si incluso llegarían a tener crías.

Pero todo se desvaneció cuando la vio con él.

Ese humano era perfecto, sin dudas era guapo, y posiblemente tenía muchas más chances que ella con Dakota. Sus ojos eran tan brillantes, casi como si en ellos hubiese estrellas, y su sonrisa era perfecta; era el macho que todas buscarían.

El modo en que Dakota lo miraba le rompió el corazón, era esa misma mirada alegre que solo había visto una vez, eran esos ojos magenta brillante que destellaban mágicamente, como si el alma de la pelinegra quisiese salir y entregarse al otro para siempre. Era la mirada de amor que ella no podría nunca recibir.

Se alejó tanto después de verla junto a él, se recluyó a si misma en su nido, ocultándose nuevamente del mundo, huyendo cuando la pelinegra iba a visitarla, o a exigir de regreso su chaqueta, aun cuando usaba una nueva, una que debía pertenecer al muchacho con quien la había visto.

Le dolía el pecho, por primera vez se había enamorado, había entregado su confianza, y alguien le habría recordado que siendo lo que era, no tenia derecho a ser feliz.

Los fenómenos no pueden ser felices.

Creyó que lo había superado cuando Dakota no volvió, cuando, una tarde, dejó de insistir; había pasado un mes desde que la había visto a su lado, y finalmente había dejado de buscarla; finalmente había desaparecido de su vida. Tenía la agridulce sensación de felicidad que solo la perdida dejaba atrás. Pero al menos ella sería feliz junto a ese chico de brillantes ojos grises.

Su confianza estaba por el piso, pero al menos ya no deseaba ser él para recibir aquella brillante mirada enamorada.

Posiblemente habría seguido así si no hubiera ido a la cuidad, como tantas veces Dakota le había pedido, a conocer el mundo que decía aceptar seres como ella.

El muchacho tenía su brazo sobre los hombros de Dakota, abrazándola como si fuese suya, mientras reían junto a otros humanos, a otras criaturas que pasaban el rato en la fuente. Todos los recuerdos, los sentimientos que había elegido reprimir, explotaron en aquel instante, recordándole lo frágil que podía ser.

A veces deseaba ser una dragona de verdad, para no sufrir por amor.

Ni siquiera recordaba porqué había decidido ir a la cuidad, a lo mejor solo quería comprobar que Dakota estuviese bien, o posiblemente quería buscar un amor momentáneo, un encuentro carnal que olvidaría horas después. Cualquiera que fuese su plan, aquella imagen lo desvaneció en el acto.

El tiempo que pasó llorando en su nido, abrazando la chaqueta que jamás había regresado, fue el mas triste de toda su vida. Creía que haber crecido rechazada por todos, huyendo de cazadores y buscadores de recompensas, había sido duro, pero la sensación de un corazón roto superaba con creces cualquier dolor físico.

Se sentía una tonta.

Pero, cuando estaba por acabar con todo, por marcharse para jamás volver, ella regreso.

Dakota estaba de vuelta en el bosque, llamando su nombre entre lágrimas, rogándole que apareciera. Quiso ignorarla, permanecer oculta como antes, aguardando a que se fuera para salir y observarla marcharse, pero no pudo.

Aquellas lágrimas, la tristeza en sus ojos, era una reflejo del día en que se había conocido, y no podía ignorarla cuando se veía tan vulnerable, cuando parecía que iba a dejarse morir bajo un árbol. De nuevo.

No necesitó saludar para que la pelinegra corriese a abrazarla, llorando desconsoladamente como si no hubiese nada más en el mundo, pidiendo perdón por algo que no comprendía y dejando salir tantos lamentos como lágrimas. Por un momento creyó que había vivido más de lo que aparentaba.

Escuchó su historia sin decir nada, odiando más y más a aquel muchacho que antes envidiaba, guardando su instinto asesino para cuando tuviese que cazar su alimento, acariciando el suave cabello de Dakota, reconfortándola como a ella le hubiese gustado que la tranquilizaran cuando lloraba hasta caer dormida.

Nunca perdonaría al humano que la había lastimado. Nunca.

Dakota le contó tantas cosas, tantos engaños y manipulaciones, que le era difícil verla nuevamente como la fuerte y bromista chica que tantas veces le había acelerado el corazón. Estaba rota, podía saberlo sin hacer preguntas; le habían roto el corazón, y la confianza, la había lastimado como nadie merece ser lastimado.

"Sabes Aidenne" sus palabras se perdían en el viento, como si lo que quisiera confesarle fuese un secreto que debía morir con el amanecer "mientras salía con Marshall, no dejaba de pensar en ti"

No supo como responder, no tenía un vocabulario lo bastante extenso como para describir lo que sentía en ese momento. Estaba feliz, incluso más que eso; le había dicho algo que deseaba escuchar, algo que había anhelado con todas sus fuerzas por tantos meses como estuvieron separadas. Sentía que iba a explotar.

"Te extrañe muchísimo" ahora entendía lo que decían los dragones cuando elegían pareja, cuando aseguraban que solo la correcta los hacía sentir completos. Ellos elegían para procrear, para tener crías y aumentar los individuos de su especie. Ella había elegido para ser feliz.

Dakota nunca le había parecido más linda, nunca la había visto tan brillante bajo la luz de la luna; muchas veces, mientras era ella la que lloraba de amor, se había imaginado el sabor que tendrían sus labios, había fantaseado con besarla y descubrir que tan suave era su piel, o que tan expertos eran sus besos.

Cada fantasía se había hecho realidad esa noche, mientras compartían el primero de sus besos. Dakota sabía a chocolate y fresas, sus labios eran ligeramente ásperos por las mordidas que los maltrataban, y su experiencia era apenas inferior a la que ella tenía.

Nunca creyó que sus sueños se harían realidad, no se imaginó que podría ocupar el lugar de aquel muchacho. Pero sus deseos se habían hecho realidad, ahora ella era su pareja.

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Originalmente quería que este relato fuera en primera persona y mucho mas largo, pero el resultado no me gusto para nada; creo que le perdí la practica a la primera persona.

Un dato curioso antes de despedirme. Aidenne, como muchos dragones, colecciona cosas brillantes con las que va construyendo un nido; como es parte humana, se controla, pero igual no puede evitarlo. Y por si no quedó claro, vive en el bosque que rodea Hiding Woods, porque no se siente cómoda ente humanos.

Realmente disfrute escribir esto, hacía mucho que quería darle una historia a mis niñas hermosas, y siento que esto plasma perfectamente lo que tenía en mente para ellas. Son mi pareja mas estable, pero eso no quiere decir que sus inicios hayan sido miel sobre hojuelas; si un día me da por hacerles una historia, descubrirán por qué.

En fin, les agradezco que hayan leído, significa mucho para mí.

Nos leemos luego :)

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