♪Bruises and bitemarks♪

Saludos cordiales.

Volver a tener un songfic que publicar se siente bien, después de tanto tiempo sin traer nada fresco a este libro. He de admitir que tengo algunos por ahí guardados, a medio acabar y esperando a que me sienta lo bastante cómodo como para acabarlos y publicarlos, pero todo a su tiempo.

Nuevamente, hoy tenemos contenido de villainous para pasar el rato, así que ahí les va una explicación corta.

Esta vez tenemos contenido +18, producto de una de las conversaciones más largas, divertidas y extrañas que he tenido con alguien en la vida. Hace unas semanas dibujé mi versión humana de Black Hat, y eso desencadenó todo lo que están a punto de leer.

Este es el primer relato con contenido sexual/erótico que hago en meses, me he concentrado mucho en otro tipo de temas y dejé de lado esta clase de cosas que, sinceramente, disfruto muchísimo escribir. Siento que hice un buen trabajo para haber abandonado el erotismo por tanto tiempo, así que espero que les guste lo que van a leer.

Por otro lado, un par de aclaraciones importantes: primero, esto está ambientado en mí fic PaperHat, pero claramente no es requisito que lo hayan leído antes para poder entender que sucede aquí, es solo como un dato adicional. Segundo, tenemos Black Hat pasivo; si bien no soy particularmente fan, toda la conversación se centró en que pasaría si Black Hat tomara este rol, así que ahí lo tenemos.

Tercero y último, Nyx es el hije menor de Black y Flug, si no me siguen en mi Instagram principal a lo mejor no saben nada de elle, pero le incluí porque el dibujo que inició todo este caos es con elle. Hay una aclaración respecto a elle durante el capítulo que espero no sea muy confusa.

En cuanto a la canción, la elegí porque es una de mis favoritas, es movida y me gusta mucho su letra. Si bien no la incluí en su totalidad, hay partes que fueron influencia directa para la trama.

El dibujo en multimedia me pertenece.

Dejo el dibujo que inició todo porque, sinceramente, es de los mejores que tengo para ser un doodle y, además, porque me gusta que vean como lucen Black Hat y Nyx.

Sin más que decir, por favor disfruten la lectura.

Flug estaba fascinado por la apariencia que su jefe tenía en aquel momento, casi como si fuese hipnótico admirar cada rasgo de su rostro, cada hebra de su cabello y cada pequeño y sutil detalle que adornaba su, ahora humano, rostro. Sus ojos seguían siendo fríos, afilados como los de un gato, pero ligeramente más brillantes, menos aterradores apenas gracias a la luz de la habitación. Algo particular, supuso que efecto de lucir más cercano a lo que podría ser un humano, era el cristal transparente en su monóculo, que dejaba a la vista el claro color azul, casi blanco, del ojo izquierdo del eldritch.

Tal como White Hat había dicho en ocasiones, tenía un admirable parecido con Nyx, piel morena apenas más oscura de lo que habría imaginado, cabello oscuro, tan negro como solo Black Hat podría tenerlo, perfectamente peinado hacia atrás, terminando en pequeños picos como los de las fotografías antiguas, acabando en la nuca con esa misma gracias que se esperaría de él. La ausencia de la gabardina solo le dejaba ver qué, a diferencia de lo que podría haber imaginado, conservaba esa figura imponente y ancha, pero delicada y grácil, que invitaba a paseas la mirada de arriba abajo indiscretamente.

— ¿Ocurre algo, Flug? — lo sacó de su meticuloso análisis una vez hubo dejado al pequeño de tres años en su cuna, profundamente dormido y abrazando aquel extraño gato de colores que tanto adoraba— ¿A qué se debe esa cara de idiota que tienes? Oh...

Black Hat se había llevado una mano al cabello, de forma aparentemente inconsciente, acomodándolo un poco con delicadeza, obteniendo la pista que necesitaba para comprender el extraño mirar de su científico. Se había olvidado por completo de aquel detalle, capricho de su hijo más pequeño, que se limitó a cumplir para saciar la curiosidad inocente del niñe al que aún no podía referirse de esa manera, no hasta que Nyx mismo se diese cuenta de su particularidad.

— Yo... no imaginé que fuera tan guapo, señor— abrió los ojos asombrado ante las palabras del humano, notando entonces un fuerte rubor en sus pálidas mejillas, que ayudaba a destacar la cicatriz sobre su nariz; su propio rostro adquirió calor ante el comentario, ganándose una mirada apenas sorprendida de parte del menor— ¡Quiero decir! En las fotografías es imposible ver su rostro humano, es mucho más atractivo de lo que habría supuesto. Si me permite decirlo...

— No imaginé que sería de su agrado, doctor— se limitó a reconocer, invitándolo a dejar la habitación de su cría y permitirle dormir plácidamente, como necesitaba, para continuar aquella conversación en otra parte, donde nadie pudiera escucharlos.

Flug no contestó nada a su señalamiento, siguiéndole en un reflexivo silencio que tampoco quería romper. Ansiaba volver a ser él mismo, a ser el eldritch de piel grisácea y afilados colmillos que infundía terror en los corazones mortales; sin embrago, ahí estaba aún, como un vil humano, andando silencioso por los pasillos de su mansión, a la espera de alguna opinión o comentario aleatorio por parte de quién había desposado hacia casi cuatro años.

— No me mal entienda señor— se atrevió finalmente a hablar, cuando su recorrido los llevó hasta el pasillo de la habitación que compartían; el muchacho tenía la vista en sus pies, y se mostraba nervioso por decidir que debía expresar a continuación — Le encuentro sumamente atractivo en cualquier forma que me haya presentado como suya, pero. ¿Por qué no usar este rostro con más frecuencia? ¿No cree que podría resultar útil en los negocios?

Black Hat, deshaciendo el nudo de su corbata lentamente, mientras la luz de la habitación se encendía al momento en que entraron, tuvo la impresión de que había otra cosa que quería decir el humano, pero se había guardado para después, o para nunca expresar. Incapaz de ocultar su curiosidad, decidió seguirle el juego y contestar francamente a los cuestionamientos que le planteaba el científico.

— Esta forma dejó de tener uso para mí hace mucho, Flug — admitió dejando la corbata sobre el respaldo del pequeño sofá en la sala de estar de su habitación, recargando el cuerpo contra el mueble para observar al muchacho, que se había quedado de pie frente a él — En este negocio me resulta más práctico ser intimidante que atrayente. Ya lidio con suficientes locas como para mostrar un rostro grácil que pueda atraer más de esas criaturas como Demencia.

Flug se mordió el labio apenas un poco, cosa que captó la atención del villano. No había un motivo por el cual hiciese aquello, más que nada porque era un tic ansioso que pocas veces veía bajo otras circunstancias que no fuesen situaciones estresantes. Aun así, cruzo los brazos sobre el pecho a la espera de algún comentario en respuesta, encarando una ceja para hacer más claro el mensaje.

— Ya veo... me preguntó, ¿Qué cambios hay en usted? — la duda se instaló en su rostro ante la forma en que empezó a murmurar, acercándose con una mirada que mezclaba esa peligrosa curiosidad con algo que no había visto antes en sus ojos, un brillo depredador que se preguntó si su propia mirada transmitía con la misma intensidad.

— Flug, que pretend- una especie de escalofrío cortó sus palabras al momento en que la mano del muchacho, carente de guantes y con total libertad, se atrevió a acariciarle el cabello de la parte trasera de su cabeza, alborotando un poco más los picos en que acababa naturalmente. El contacto había sido repentino, a lo mejor más de lo que habría podido imaginar, y su reacción más brusca de lo que le gustaría.

Le tomó un segundo registrar nuevamente al muchacho delante suya, que ahora se había atrevido a llevar la otra mano hasta su rostro, acariciando cuidadosamente cada detalle que encontraba a su paso, pasando por sus pómulos, nariz, labios e incluso las cejas. Exploraba todo con descaro, sin quitar esa expresión tan particular que no paraba de querer comprender.

— Flug...— llamó suavemente, conectando sus miradas por una mera casualidad, descubriéndose por primera vez sin palabras con las cuales interrogar al muchacho, o tratar de adivinar que era exactamente lo que pensaba; tampoco parecía encontrar la fuerza o ganas para explorar su mente en busca de respuestas— ¡He-Hey!

Su respiración se agitó momentáneamente, a la par que su rostro volvía a tomar calor, mientras el muchacho había llevado las manos a sujetarle el rostro por los lados, acariciando suavemente sus orejas, delineando su forma apenas diferente de forma lenta, cándida incluso. La calidez de sus yemas pasando por la piel en una extraña lentitud le estaba alterando más de la cuenta, más de lo que podía manejar.

Se había olvidado de lo reactiva que era su forma humana.

— ¿Le gusta? — preguntó acercándose más, torturándolo con una cercanía demasiado abismal como para encontrarla satisfactoria. Quería besarlo, hacerlo parar y retomar el control al que tan acostumbrado estaba, pero con las manos del muchacho aún en su rostro, aun acariciando cuidadosamente, le estaba complicando las cosas.

Cerró los ojos empezando a disfrutar el contacto, inclinándose inconsciente a un lado, hacia la mano que le proporcionaba caricias tan suaves y disfrutables. Apenas alcanzó a escuchar la risilla del muchacho cuando sus labios finalmente se conectaron en un beso, uno en el que no tenía el control, ni la diferencia de altura que le daba dominancia. Aquello bastó para hacerle entender que, si quería dominar como siempre, tendría que luchar contra su científico, contra ese lado cargado de curiosidad y deseo que solo le había visto relucir en el trabajo, cuando se preparaba para ejecutar algún experimento del cual confiaba plenamente en los resultados.

No había sido más que un beso, nada más allá de sus labios moviéndose al ritmo que demandaba su pareja, pero las sensaciones que lo habían acompañado habían sido apenas comparables a momentos previos en los que era él quien dominaba, en los que era él quien marcaba el ritmo que debían seguir; tenía la respiración agitada, más de lo que habría esperado, y las mejillas arriendo en un potente sonrojo que ni su oscura piel podía camuflar correctamente.

— Flug, maldito idiota — gruñó llevando sus manos a la cadera del muchacho, atrayéndolo hacia sí en una demanda silenciosa por más. Quería jugar, seguir aquel compás en el que estaba descubriendo lo que era ceder el control, luchar por llevar el ritmo y dominar, porque ya se había alterado demasiado como para permitirle parar— ¿Qué pretendes hacer sabandija?

— Solo quiero consentirlo, señor — murmuró mirándole a los ojos, con esa intensidad que le daba desconfianza y curiosidad a la vez. El verde tan atrayente de sus ojos parecía resplandecer en la tenue luz de la habitación, ayudando a ese aire dominante que no entendía del todo como había adquirido el muchacho — así como usted me consiente a mí, ¿Puedo?

Incapaz de ocultar la sorpresa, se detuvo a analizar las palabras del humano, aferrándose a su cadera en esa posesividad natural en él, con la que siempre manejaba la situación. Le estaba preguntando, genuinamente le estaba permitiendo rechazar la oferta, huir de sus manos y sus ojos; tenía al alcance de sus dedos la oportunidad de declinar la oferta, esperando que con ello el científico volviese a ser el de siempre. Sin embrago, no quería.

Las palabras no tenían cabida en ese instante en que sus respiraciones se mezclaban y todo parecía empujarlos al otro. Sabía que Flug no podría llegar mínimamente el nivel que él tenía, a mezcla las heridas y agresión con una pasión desenfrenada que los acercaba a un paraíso que tenían prohibido, pero quería probar esos límites, conocer hasta qué punto el muchacho podía arrastrarlo.

Inicio un beso húmedo, jugando con la lengua de su pareja de manera demandante, marcando el ritmo que debían llevar hasta que, nuevamente, las manos curiosas que recorrían su piel se hicieron cargo de arrebatarle cualquier posibilidad de dictar el rumbo de la situación. A lo mejor, para ser la primera vez que le permitía al castaño dominar, tenía permitido disputar un poco el control.

Se dejó manejar con una facilidad que solo se atrevía a atribuirle a su forma humana y la vulnerabilidad que está representaba, siendo guiado a pasos torpes y besos cortados hasta la cama. Intentar dejar a Flug debajo suyo, como de costumbre, solo fue parte de ese jugueteo por el control que acabó cediendo como antes, quedando recostado sobre las sábanas y viéndose a sí mismo, por primera vez, bajo el cuerpo de su científico sin saber que iba a pasar, pero con los nervios a flor de piel a la expectativa de cómo seguirían las cosas.

— Mmm... no había notado...— el tono profundo de la voz de Flug lo tomó por sorpresa, dejando tras de sí una sensación cosquilleante por todo su cuerpo, junto al cálido aliento que le acarició la piel del rostro— que así es más bajo de lo normal... que interesante.

Odio, por primera vez en la noche, la sensibilidad y reactividad de su cuerpo humano, de las terminaciones nerviosas de su piel y como su sistema, sin poder controlarlo, se dejaba llevar por todo lo que sentía, por cada pequeño estímulo que el muchacho enviaba a su ser, deliberadamente o por mera casualidad.

Flug inició un nuevo beso en el que disputaban el control y ritmo que debían llevar, mientras las manos del menor se dirigían a su cabello, desacomodando el sombrero y la pulcritud con que estaba peinado. Al separarse, nuevamente con las respiraciones agitadas, pudo notar como el cabello le caía por los hombros, librado de la liga dorada y cualquier otra atadura que pudiese interponerse en aquel desastre que ahora era su científico.

Era una imagen sumamente erótica, si la detallaba detenidamente.

Flug rara vez se mostraba dominante, rara vez se lograba ver ese brillo hambriento en sus ojos, que parecían destellar con intensidad y, sin embrago, verle era toda una maravilla. El cabello, largo y descontrolado, enmarcando su rostro sonrojado y mirada deseosa, cayéndole por la espalda y hombros en una cascada de caos ordenado, esa caótica belleza que atraería como trampa a cualquier incauto.

Y aquella imagen era solo suya.

Puede que fuese por costumbre, o simplemente producto de la inercia de su atracción mutua, pero algo no encajaba en Flug estando con las piernas a los lados de la cintura del villano, mientras aquellas manos enguantadas reposaban sobre su cadera, moviéndolo ligeramente a placer, subiendo y bajando lentamente por su figura, en caricias indiscretas que buscaban meterse por su ropa y proporcionarle también una fracción de ese placer que ahora sentía.

El humano comenzó a desabotonar su camisa y chaleco, dejando en el proceso roces casuales que le erizaban la piel, y le hacían subir más y más las manos por su cuerpo, metiéndose debajo del suéter que usaba, invitando silencioso a llegar a otro nivel.

Observar al demonio sobre las sábanas, rodeado por su ropa a medio quitar y, pese al claro deseo por ser sujeto de más pruebas placenteras, conservado siempre esa expresión enojada, ya permanente en su ser, le pareció un contraste perfecto. Una muestra de lo contradictorio que podría llegar a ser su pareja, pero a la vez absolutamente atrayente y cautivador.

Llevó su rostro de regreso al ajeno, empezando a trazar un camino de besos por su mandíbula, delineando lentamente la forma de su rostro, hasta encontrarse con la oreja izquierda del villano. Había notado cierta sensibilidad en aquella zona, y quería probar hasta donde llegaba ese límite. Dejó un suave beso sobre el lóbulo, moviendo su cadera en cumplimiento a la demanda silenciosa que las manos del mayor expresaban, sonriendo contra la piel ante el jadeo ahogado que logró dejar los labios ajenos.

Quería jugar con Black Hat así como él a veces jugaba, llevarlo a límites nuevos sin pasar enteramente del erotismo al sexo, simplemente porque su jefe también merecía la oportunidad de experimentar el placer en todas sus formas. Una suave mordida en el lugar que recién había besado, contrario a lo que esperaba, provocó un sonoro suspiro, acompañado de un agarre firme sobre su cintura, bajo la tela de su suéter negro.

Era agradable saberse causante de esas reacciones, pero quería más. Quería escucharle gemir también.

Sus manos, que se habían quedado apoyadas sobre el colchón a los lados de su cuerpo, encontraron un rumbo que seguir por su vientre, delineando sutilmente las líneas de sus músculos, mientras sus besos volvían a crear un camino, esta vez por su cuello, bajando entre mordidas sutiles y pequeños chupones que buscaban marcarle momentáneamente.

Podía sentir las manos del demonio sobre su espalda, acercándolo un poco más, recorriendo los huesos de su columna en cándidos roces, casi como si las contase en vez de acariciarlas; adoraba aquello, la sensación sutil y delicada que dejaban sobre su piel, complementando el agradable cosquilleo que se esparcía por la zona por donde sus dedos tocaban.

— Ah...— finalmente un gemido, uno sutil que le acarició el oído, se dejó escuchar cuando mordió con más fuerza su clavícula, chupando de inmediato la sangre que logró brotar de la herida. Una increíble satisfacción de apoderó de su estómago ante aquel sonido, una armonía dulce de escuchar, contradictoria en sí misma, que esperaba ser capaz de recrear.

— Que voz tan dulce, Jefecito— tentó con media sonrisa, alzando la mirada aún con los labios sobre su piel, dejando un beso sobre su recién hecha marca, encontrando una imagen digna de admirar por los eternos y fugaces segundos que durase a su alcance— Wow...

Pudo apreciar por primera vez su sonrojo, uno que creyó inexistente, adornando sus mejillas como el toque ideal para la obra maestra de algún artista. Su cabello caía de su sitio en un acto de rebeldía, negándose a cubrir por completo su frente; las pupilas dilatadas le observaban atentamente, incluso aquella que parecía permanente cegada estaba fija en él, en sus acciones y planes para el momento. Su parte favorita fue la boca, entreabierta en busca de más aire, dejando apenas visibles los afilados colmillos que remataban una perfecta dentadura, enmarcada por los ligeramente hinchados labios anhelantes de más besos.

Con las manos aún sobre su abdomen, se acercó a besarle demandante, entregando sus lenguas en una nueva batalla que se rehusaba a perder, llevando la cadera hacia atrás por costumbre, encontrándose con un bulto en el pantalón del mayor, aquel que sabía solo él provocaba con tanta facilidad. A lo mejor, sería buena idea acelerar un poco las cosas.

No sin protestas se alejó del contrario, dejándole sobre la cama expectante, abandonando un instante su lugar para quitarse el suéter, dejando sobre su torso únicamente la cadena de oro que, al final, sostenía su anillo de bodas. Sonrió ante la mirada que le devoraba desde las sábanas medio deshechas, lanzando la prenda fuera de la cama. Alargó la mano hacia el villano, invitándolo a levantarse también, dejándose caer sobre el colchón de nuevo una vez el mayor le hubo seguido.

Sin contestar a la pregunta silenciosa que su mirada formulaba, Le atrajo para sentarlo sobre su regazo, llevando las manos a sus hombros que, aún cubierto por la tela de la camisa, podían sentirse algo tensos bajo el tacto. A lo mejor, estaba más nervioso de lo que jamás demostraría, sin embrago, no había recibido aún una señal para detenerse. No daría malo seguir el límite para llegar tan lejos como lo tuviese permitido.

— Te amo, Black Hat — murmuró bajando las manos por sus brazos, quitando lentamente la camisa y el chaleco, llevándose los guantes cuando se encontró con sus manos, buscando entrelazar un instante sus dedos. Nunca se había sentido tan en control como en aquel instante en que, aún con las manos ocupadas, podía manejar la situación y a su pareja con una extraña facilidad— ¿Tú me amas?

Una de sus manos, libre nuevamente, se dirigió a su cabello, mientras la otra le tomó por la cintura y acercó sus cuerpos más de lo que debería ser posible, mezclando su calidez en una sola, agradable, que los envolvía en una armonía única, reservada solo para ellos.

— Deja de preguntar tonterías— exigió dejándose acercar por el cuello hasta su rostro, mirándole a los ojos con igual intensidad, igual hambre por probarse mutuamente y acabar con la tortura del momento.

Afirmó su agarre en el cabello del mayor, halando ligeramente hacia atrás para dejar a merced de su voluntad la piel de su cuello, que volvió a besar sutilmente, dejando mordidas más bruscas que antes, recibiendo nuevos suspiros y pequeños jadeo en respuesta. El aroma que siempre lo acompañaba envolvió sus sentidos, arrastrándolo un poco más hacia esa nueva necesidad de explorar los límites, de conocer el cuerpo ajeno y descubrir que sorpresas se escondían en su piel.

Subió sus labios hasta el lóbulo de su oreja derecha, besando suavemente a medida que, con la nariz, acariciaba el hélix. Un pequeño soplo de molestia dejó sus labios al escuchar cómo, forzosamente, el villano se obligaba a mantener sus gemidos bajo control, ahogándolos en su garganta casi al momento de ser producidos.

Quería escucharlo.

— Vamos, tú siempre me escuchas— su voz era casi una caricia, un susurro con tintes malignos que, rozando la piel que sus labios tenían delante, logró tensar los músculos del mayor. Sus manos habían bajado hasta la cadera contraria, afirmando un agarre poco brusco, pero demandante, que estaba tentado a convertir en una guía para empezar a marcar el ritmo — Yo también quiero saber qué se siente...— un beso se interpuso en su demanda, acompañado por sus manos colándose poco a poco entre el pantalón, con apenas dificultad— que la persona que amo gima mi nombre.

Con las manos a medio camino entre su espalda baja y sus glúteos, empezó a guiar suavemente un movimiento sutil, un vaivén lento que solo provocaba una tortuosa fricción entre sus miembros, que añoraban ser liberados y atendidos como era apropiado. Black Hat dejó salir un bufido ante aquello, apretando los ojos y los dientes en respuesta a sus demandas. Contrario a la frustración que esperaba sentir, se vio a sí mismo fascinado por aquello, por como el eldritch hacia todo a su alcance por mantener bajo control su voz.

Apretó suavemente lo que sus manos tenían al alcance, tomando al villano por sorpresa y recibiendo en respuesta un jadeo, alto, sorpresivo y cautivador. Realmente quería más de aquello, quería escuchar todos los tonos que pudiese tomar la siempre dominante e impasible voz de su esposo.

— Eres... un maldito...— le reclamó agachando la cabeza, descansando la frente sobre el hombro desnudo del muchacho, que podía jurar tenía una sonrisa triunfante en los labios. Le tenía desaliñado, sin sombrero y sin monóculo, a medio paso de la desnudez y con la voz temblando, mientras él, pese a estar igual de alterado, se encontraba deleitándose con el reto que suponía quebrar su autocontrol.

Vengativo como siempre, como era ya de esperarse, y aprovechando la cercanía, mordió de vuelta su clavícula, enterrando los colmillos con la usual ausencia de piedad, demostrado que seguía dominando pese a todo al recibir el más alto gemido que aquella noche había atestiguado. La respuesta fue un aumento en ese vaivén que le guiaba a seguir, un aumento consecuente en la fricción que mantenían sus cuerpos, y el evidente flaqueo de su voluntad, traicionada por el gemido ronco que abandonó su garganta, muriendo contra la maltratada piel recién marcada.

— Aprendí del mejor— se jactó sacando sus manos una vez el movimiento se volvió inconsciente, llevándolas al frente para aliviar un poco el dolor que seguramente también estaba sintiendo, ocupándose de desabrochar los pantalones y, sin hacerle mover mucho de su sitio, liberándolos a ambos de aquella deliciosa tortura que suponía permanecer vestidos con una erección.

— Kenning...— perdió el juego ante la calidez de su mano acariciando suavemente su miembro, moviéndose lento y firme en un ritmo tortuoso, masturbándole con tanta calma como le era posible; casi se sintió como una tortura, el cómo pese al placer que significaba su tacto, la lentitud le agobiaba y le hacía añorar más.

— ¿Sí? — volvió a morderle en respuesta a la socarronería con que se atrevía a hablarle, empujando su cadera con la suficiente fuerza para que ambos miembros chocarán en una tortuosamente agradable sensación. Flug gimió alto, casi logrando ocultar su propio gemido de placer que, aún contra la piel de su pareja, se dejó escuchar por el muchacho— Ah~ adoro escucharlo, Jefecito.

Black Hat se atrevió a mirar nuevamente a los ojos a su amante, encontrando aún ese peligroso brillo de curiosidad y hambre, que le observaba de regreso con una pregunta que, aunque imaginaba que llegaría, no esperaba tener que responder. Siendo él quien, en los momentos más tranquilos e íntimos, era quien la formulaba, se encontró a sí mismo sintiendo nervios incluso en el silencio.

— ¿Puedo? — finalmente se atrevió a formular, con una voz suave y hasta ligeramente preocupada, llevando la mano libre de regreso a su espalda baja, dejando caricias casi imperceptibles sobre su piel, a la par que seguía masturbándole de manera cariñosa, lenta, saturando sus sentidos con sensaciones agradables que nunca había experimentado.

Todo en aquel momento era casi tan nuevo como el mero hecho de estar casado con Flug, con un humano al que había elegido en tantos niveles que ya no podía ni recordarlos. Se preguntó, entre los pocos pensamientos racionales que aún le quedaban, si el muchacho delante suya habría sentido lo que él sentía, las sensaciones en la piel, las mariposas en el estómago acumulándose con cada nuevo estimulo; estaba seguro de que las conocía perfectamente, que cada vez que se atrevía a tomar las cosas con calma y guiarle, acariciarle y cuidarle cariñosamente se sentía igual.

Una sonrisa sutil, probablemente igual a la que tenía cuando Nyx se hallaba dormide en su pecho, surcó sus labios mientras sus manos viajaron hasta el cabello del humano, a tomarlo entre sus dedos y jugar cuidadosamente con él. Al lado de Flug ya había experimentado un millar o más de cosas nuevas, de sensaciones desconocidas y experiencias gratificantes que solo servían para reforzar su peculiar relación, nada lo detenía de permitirse aquello, de ser quién recibiese todo lo que su pareja podría ofrecerle.

Ya tendría oportunidad de volver a tener al muchacho para sí.

— Adelante...— finalmente contestó, acercando su rostro hasta poder besarlo, un beso lento, profundo y cariñoso, lleno del amor que sus palabras jamás llegarían a expresar, ese mismo que estaba reservado únicamente a su esposo, al muchacho a quien todo su ser anhelaba constantemente. Sus manos jugaban libremente con los mechones de cabello que tenían a su alcance, profundizando de a poco el beso, hasta que la necesidad de respirar los obligó a separarse, dejando tras sus párpados brillos de color y sus alimentos mezclados en uno solo, que armoniza a perfectamente entre sus cuerpos.

Concedido el permiso, Flug se atrevió a seguir su camino, llevando nuevamente las manos dentro del pantalón de su jefe, tanteando la piel de forma cuidadosa, tanto como las ansias se lo permitían, recibiendo más jadeos suaves y uno que otro moribundo gemido, de esos que empezaban a frustrarlo. Realmente quería escuchar esa voz ronca y seductora armonizando con la suya, alcanzado toda clase de tonos y produciendo tantos sonidos como fuese posible.

Levantó al demonio por la cadera, bajando la ropa que aún lo cubría de forma lenta, disfrutando el tacto que era capaz de repartir por su piel, por sus piernas que se estremecían ligeramente ante su toque, besando entretenido su vientre en el proceso. Miró hacia arriba con una idea en mente, encontrándose con la profunda y dilatada mirada de su pareja, que permanecía tan expectante como hasta entonces.

Con una sonrisa traviesa, aprovechando la posición, se permitió saturar de placer al villano, dejando pequeños besos en su miembro mientras, con todo el cuidado que la experiencia le había otorgado, se abrió paso en su interior, comenzando a prepararlo. Se hacía perfectamente a la idea de lo incómodo que podría resultarle, pero estaba fascinado por sus reacciones, por cómo se estremecía con cada beso, y se debatía entre a que tacto acercarse más, moviendo la cadera en dubitativo vaivén, con las manos enredadas entre su cabello.

— Flug... ah...— poco a poco se dejaban escuchar con más claridad aquellos dulces llamados que no hacían más que aumentar su deseo por escucharlo en todas las formas posibles. Las manos en su cabello invitaban a algo más que besos en aquella sensible zona, sin embrago, y aunque también quería hacer algo más, estaba más entretenido en sus reacciones por el contacto limitado— Eres... un maldito...

Le sonrió sutilmente, dejando otro beso en la punta, a la par que aumentaba las pequeñas embestidas que le servían para prepararlo, percibiendo fácilmente como el agarre en su cabello aumentaba sutilmente, tratando nuevamente de llevarlo a darle algo más de atención al miembro que normalmente era el que le brindaba todo el placer que pudiese desear.

Poco a poco le sintió relajarse, recibiendo con más calma las sensaciones que recorrían su cuerpo y aceptando los toques tortuosos que dejaba a su paso; le sintió listo cuando el vaivén de su cadera fue seguro, alternando entre una fuente de estímulos y otra, disfrutando de ambas y exhalando jadeos y gemidos sin pudor o filtro, mezclándolos con gruñidos profundos, que armonizaban de maravilla con su voz habitual. Ni siquiera en ese estado perdía la dominancia tan atrayente que su voz transmitía.

Alejándose y retirando sus dedos, le sujetó cuidadosamente de la cadera, guiándolo con tanto cariño y delicadeza como podía, moviendo las manos suavemente por la zona, tocando su piel, brindarle tranquilidad acerca de lo que vendría después, de aquello que evidentemente le ponía tan nervioso como a sí mismo en la situación habitual.

La conexión entre sus miradas era intensa, más lo que lo había sido alguna vez, transmitiendo palabras que no debían ser dichas y sentimientos que solo ellos podrían llegar a conocer y compartir con tanta fuerza.

El villano volvió a sonreír de esa manera sutil y tranquila, poniendo las manos sobre los hombros de su amante, dejándose guiar con esa facilidad que había acompañado la noche desde el momento en que había iniciado.

La penetración fue lenta, acompañada por un beso a modo de distracción, complementando las caricias que se extendían por sus muslos, en círculos amplios y lentos, llenos de tranquilidad y una seguridad que cumplían su propósito, que le distraían y calmaban ante el dolor que implicaba una primera vez.

El eldritch descansó la frente una vez más en la curva de su cuello, respirando agitado y variando la presión que ejercía sobe sus hombros, recibiendo gustoso los besos que su amante le dejaba en el cabello y rostro, lo que alcanzaban sus labios, concentrando sus sentidos en aquellas sensaciones, en todas las caricias dulces y tranquilas que invadían su piel, encontrándose en ellas todo el amor que su científico le tenía.

Nunca se había mostrado tan vulnerable ante nadie, ni su madre, ni su hermano le habían visto en un estado de indefensión y fragilidad, sin embargo, allí estaba, tan desprotegido de todas sus defensas como la situación ameritaba, dejándose hacer y amar por la persona a la que había elegido genuinamente, por el único humano que tenía el privilegio de saberse apreciado y amado por él.

— Flug...— murmuró al sentir su mano nuevamente acariciándole el rostro, tocando su mejilla izquierda con una delicadeza vagamente desconocía a esas alturas. Volteó apenas la cabeza, asegurándose de mantener la mano ajena en su lugar, para poder depositar un cándido beso sobre su palma, moviéndose suavemente.

— Black Hat...— parecía que ninguno quería romper la peculiar paz que se había formado entre ambos, sus voces permanecían bajas, casi en susurró, mientras llamaban el nombre del otro entre movimientos lentos y pausados, caricias cuidadosas y poco violentas, que no dejaban más que marcas momentáneas sobre sus pieles.

No había prisa en las penetraciones, ni brusquedad en las mordidas a sus labios, todo se sentía y convertía en una especie de caricia lenta y cuidadosa al otro; Flug apenas movía la cadera, permitiendo al villano marcar el ritmo con el que se sintiera más conforme. Todo era una armonía delicada, mezclada perfectamente con el placer que el otro les hacía sentir, con el descontrol que habitualmente tendría su encuentro.

El muchacho logró finalmente aquello que había intentado conseguir toda la noche, escuchar la voz de su pareja en todos los tonos que le fuese permitido, combinando gemidos con su nombre, acompañados de jadeos y pequeños gruñidos, que aumentaban a la par del ritmo que tomaba el demonio.

Se unió a la sinfonía de sonidos al empezar a ayudar con los pequeños saltos, colocando las manos bajo los muslos del eldritch e impulsando un poco más sus movimientos, apretando los ojos cuando los rasguños empezaron a adornar sus hombros y espalda.

Black Hat se encontró a sí mismo jadeando más de lo normal entre más profundo iba su pareja, preguntándose si aquella cosquilleante sensación en su vientre con cada penetración sería equiparable a la que él provocaba, si su científico se sentiría tan bien como él en ese momento.

A lo mejor podrían discutirlo después, compartir aquello que les gustaba sentir.

Pronto ambos se vieron envueltos en una sinfonía única, de jadeos y llamados con el nombre del otro, palabras cortadas iban y venían entre todo lo demás, expresando a medias el placentero sentimiento de pertenecerse mutuamente y estar disfrutando del otro a niveles parcialmente desconocidos. El ritmo lento había quedado olvidado, convertido en algo más fuerte, salvaje, que los tenía a ambos cerca de un límite que conocían perfectamente.

Las manos del muchacho volvieron a sujetarle el rostro, uniendo sus labios en un profundo beso que acabó por empujarlos al clímax, en una armonía que nunca habían tenido, tan similar sin embargo, a encuentros previos, que poco importaba la novedad en el asunto, en haber llegado a la vez al tan esperado orgasmo que los había estado persiguiendo por largos y disfrutables minutos.

Se quedaron mezclando sus jadeantes respiraciones, inmóviles contra el otro en intima cercanía, recuperándose del agotamiento que se apoderó de sus cuerpos al instante. Flug ayudó al mayor a levantarse, saliendo de su interior en un movimiento lento y hábil, imitando las usuales acciones de su jefe cuando terminaban. Se dejó caer de espalda sobre las ahora revueltas sábanas, llevándose al villano consigo en un flojo abrazo, para el cual no tenía la energía de romper.

— Te amo, Black Hat— volvió a declarar, empujándose hasta estar contra las almohadas, acariciándole el cabello que, a esas alturas, estaba completamente revuelto, cayéndole por la frente en rebeldía y llevando a cubrir parte de sus cejas, que para variar se encontraban relajadas, en una expresión mucho menos severa.

— Ugh... yo también te amo, idiota— gruñó contra su cuello, besando suavemente la mordida que había dejado antes, disfrutando de las caricias que le proporcionaban aquellas manos tan cuidadosas como firmes.

El silencio los envolvió al instante, trayendo una calma embriagante que merecía la pena ser disfrutada, igual que las caricias que recibía su cabello y espalda, a modo de palabras silenciosas de afecto que solían pronunciarse en noches como aquella, cuando era más fuerte el amor que se tenían.

— Flug, — llamó después de un rato de cómodo silencio, cuando se descubrió a si mismo cerrando los ojos aun envuelto en los brazos de su pareja, dejándose llevar por un particular cansancio y necesidad de descanso que nunca, en toda su existencia, había experimentado— te juro que si mañana estoy tan adolorido como tú, te voy a hacer pagar.

Una suave risa, divertida ante el comentario, dejó los labios del menor, que después se posaron en su frente a modo de un cariñoso y protector beso que, fuera de calmar al villano, logró enfurruñarlo lo suficiente para lanzar un bufido en respuesta.

— Descuide señor, mañana es nuestro día libre— había algo de malicia en su voz, mezclada con un tinte calmado y cariñoso que lograba darle a sus intenciones la sensación de ser sinceras, aunque cargadas de cierta ironía cruel propia de alguien malvado, tal como él— Podrá tomarse todo el tiempo que necesite para recuperarse; incluso podemos dejar a los niños al cuidado de Demencia y quedarnos aquí, sin hacer nada.

— Definitivamente te mataré...— gruñó por lo bajo, traicionado por los ronroneo que empezaron a brotar de su pecho, en un alto murmullo de felicidad que, lastimosamente, era incapaz de mantener oculto.

Se quedaron dormidos arrullados por el silencio y aquel murmullo proveniente del mayor, envueltos en la calidez de las sábanas y sus cuerpos entrelazados en un íntimo abrazo, donde por primera vez era Black Hat quien descansaba en el pecho de su esposo, disfrutando de su calmada respiración y sus brazos rodeándole protectora y afectivamente, casi como una garantía de que nunca le dejaría ir, de que su lugar en el mundo estaba allí.

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Esto fue divertido, ya dije que no había hecho esto en un largo tiempo, y ser capaz de volver, y de escribir correctamente las cosas, ser capaz de transmitir lo que quería, eso fue simplemente maravilloso.

No tengo mucho que decir sinceramente, las cosas que tenía en mente están en la nota del principio, y en este momento solo estoy genuinamente feliz de como salió esto. Mi narración ha mejorado tanto, y saberme capaz de llegar a esta clase de relatos con relativa facilidad me hace sentir orgulloso de mi progreso como escritor.

Un ultimo agradecimiento a Raku, mi quería amiga que me arrastró a traer esto como resultado, y que además me siguió la conversación hasta que estábamos simpeando a Flug. Esto sigue siendo un regalo para ella, y claro, para todo el que haya leído.

Sin mas que agregar, y esperando que lo hayan disfrutado tanto como yo al escribir.

Nos leemos luego :)

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