꒰🔥꒱ Capitulo 18.
POOH
-Mamá, ya te dije que me estoy alimentando bien- Puse mis ojos en blanco y dejé el desayuno que me había comprado sobre la mesa.
Mamá no solía hacerme visitas, pero desde que pasaba más tiempo comiendo lo que cocinaba Pavel y menos su comida, había comenzado a sospechar que algo andaba mal conmigo.
-Eso espero- Mi madre me acarició la mejilla con ternura- Oí que has vuelto a jugar, ¿alguna razón en particular?
Que un chico súper mamado me permita chuparle los pechos.
-No, ninguna- La detengo con mi mano antes de que hable- Y no pienso comentárselo a papá.
-Él estaría orgulloso, cariño.
-A él le importaría una mierda mamá y perdón por las palabras, pero es la verdad.
Mi padre era un reconocido jugador de basquetball al que rara vez veía, pero cada vez que lo hacía siempre sacaba a relucir mi supuesta pasión por el basquetball. Tanta fue su insistencia por volverme una copia suya y la presión que sentía por seguir sus pasos que me harté y dejé el deporte por unos cuantos años.
Hasta que Pavel y su hermoso trasero llegaron a mi vida.
Y hablando de él, tenía un regalo muy especial para darle.
.🔥.
-Gracias por las camisetas, ¿Pero el que la mayoría tengan escote es por alguna razón en particular?- Levantó una ceja observando la forma V de una camisa blanca que llegaba casi a la zona de los abdominales.
Esperaba que por favor se pusiera aquella para usar en la fiesta después del partido porque sería la jodida gloria.
Bueno, toda la ropa que usaba le quedaba como si hubiera sido hecha para él.
-Tienes razón, cortemos todas tus camisetas para que queden iguales- Amagué con tomar la tijera.
-Muy gracioso, sé que las compraste porque te gusta mirarme el pecho cuando estoy distraído- Pavel me golpeó con la camiseta y se acercó con lentitud.
-Me atrapaste, ¿no quieres modelarlas para mí, cariño?- Le susurré.
Pavel acarició mis hombros desnudos ya que traía puesta una simple camiseta sin mangas y me permití perderme en su toque tan gentil. Siguió el recorrido a mi pecho donde su dedo dibujó círculos.
-Lo haría, pero sé lo mucho que te excitarás y sinceramente no quiero que me dejes sin caminar antes del partido.
-¿Entonces si ganamos puedo tener doble premio? -Bajé mis manos a su trasero y apreté su cuerpo contra mí.
Las orejas de Pavel se incendiaron, no obstante, sus palmas jamás se separaron de mi pecho.
-Confías mucho en tus habilidades en el basquetball.
-No mucho más que en la cama-Relamí mis labios y mis ojos delinearon los suyos por el deseo que latía dentro de mí.
Y en otras partes.
-Pues deberás esperar- Pavel se apartó dejándome con las ganas y se dió media vuelta para seguir doblando su nueva ropa dispersa sobre la cama.
Bufé desilusionado y opté por no decir nada aunque mi lado pervertido luchaba por salir y follarlo como había deseado desde el momento en que lo ví.
Pero por alguna razón con Pavel actuaba más paciente, cosa que no podía explicar aunque lo deseara.
-No me habías dicho que tu madre era la directora.
Lo miré con el ceño fruncido pues pensaba que él estaba durmiendo por la mañana.
-L-la escuché hablar contigo- Me explicó y colocó los vaqueros uno sobre el otro- ¿Te llevas bien con ella? ¿Cada cuanto te visita?
-Sí, sólo es algo metiche- Arrugué mi nariz.
-Pues tienes suerte de que sea tu mamá, no debes avergonzarte- Aseguró- No permitas que traiga comida aquí, la próxima vez puedo cocinar algo para ambos si quieres.
-¿Debo ponerme celoso de que mi mamá te guste más que yo?
-¿Qué? ¡No!- Rió- Sólo estoy siendo... lindo.
-No tienes que ser tan amable para ser lindo -Le peiné el cabello de la frente.
Pavel asintió.
-Sólo quería ser agradable con mi futura suegra- Bromeó.
-Creo que tienes algo aquí-Limpié su pecho- Oh, sólo era lo poco que te quedaba de hetero, pero ya lo removí.
-Ja, ja, me muero de risa- Él volvió a golpearme esta vez con los vaqueros.
-¡Oye, al menos quítale el cinturón! -Me cubrí con mis brazos y como todo un estratega, lo esquivé y golpeé con la almohada entre risas.
Pavel también río y se dejó caer en la cama mientras yo seguía dándole almohadazos hasta que el dió la arremetida final con un oso de peluche.
Vencido, pedí tregua y él tomó asiento sobre mí. Mis manos de manera involuntaria cayeron en su pequeña cintura y sonreí porque Pavel se veía precioso en esta posición: su cabello negro brillante y mejillas tan rojas que lograban hacer el contraste perfecto entre ternura y sensualidad.
Él era hermoso, pero más allá de esa misera palabra. Era como si en este momento pudiera ver a través de él, su carácter, sus defectos, lo que odia y lo que lo hace feliz, y me encantaba.
Me encantaba conocer cada día más a Pavel, estar a todas horas con Pavel, me gustaba todo de Pavel.
-Pavel...
-¿Si?
Me gustas.
-Pavel, tú me... ¿ayudarías a lavar mi ropa?
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