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—¡Esto no sale!—Gritó Frank desde el baño mientras intentaba sacarse la pintura del rostro.

—¿Cómo no va a salir?, yo siempre me mancho con pintura y no pasa nada—El pelirrojo le hablaba desde el umbral, tenía que esforzarse demasiado para no burlarse de la gran mancha que el menor tenía en la mayor parte de su cara.

Mientras pintaban, les había parecido gracioso comenzar a salpicarse intensionalmente, hasta llegar a ese punto, en donde había más pintura en su cuerpo y piso, que en la pared.

El sonido del timbre interrumpió su conversación. Gerard fue hacia la puerta dando saltitos, cuando la abrió se encontró con Mikey. Sostenía a Miles con una de sus manos y Bandit jalaba de su suéter, se podía notar el sufrimiento en los ojos del jóven.

—¿Qué clase de bestias tienen por hijos?—Preguntó ingresando al departamento. Frank salió del baño con el rostro un poco enrrojecido por tanto resfregarse.

—¿Qué pasó?—Miles se acercó a su padre y abrazó una de sus piernas, el mayor lo cargó dándole un beso en la mejilla.—Todavía no terminamos de pintar.

—Me rindo. Miren lo que le hicieron a mis lentes—Sacó de su bolsillo a sus anteojos, estaban divididos a la mitad.

—¿¡Qué hiciste!?—Regañó el castaño a su pequeño en brazos, que en respuesta agachó su cabeza.

—No fue él, fue Bandit—Frank miró a Gerard, esperando que se molestara o algo por el estilo.

—Jaja chócalas Bandit.

—¿No vas a castigarla?—Preguntó Michael sorprendido.

—No lo hizo intencionalmente, ¿cierto hija?—La pequeña asintió y luego murmuró un "perdón tío Mikey", cosa que enterneció a Gerard.—Voy a comprarte otros, no te preocupes Moiky.

Frank quedó un poco extrañado de que Gerard se lo tomara con tanta naturalidad, iba a tener que cuidar muy bien sus lentes de lectura.

***

—¿Esa es la última caja?—Gerard se rió por la pregunta de Frank, habían comenzado a traer las cosas de su habitación y parecía que su ropa no se terminaría nunca.

—La última...de mi ropa de invierno—El castaño hizo su cabeza hacia atrás, emitiendo un sonido parecido a un gruñido por el cansancio.

Cuando terminaron de pintar y mudar todas las cosas del departamento, comenzaron con todas las cajas y pinturas de Gerard. Los perfectos cuadros debían moverse con mucho cuidado para que no se arruinaran y eso estresaba a Frank, que estaba moviendo todo lo más rápido posible para terminar e irse a dormir.

—Gerard.

—¿Qué pasa, cariño?.

—¿Dónde vamos a poner tus cuadros?—Frank fue destapando cada uno de los lienzos, viendo los bonitos paisajes impresos en ellos. No entendía por qué se encontraban cubiertos y escondidos en un armario del pelirrojo.

—Podemos guardarlos en algún lugar.

—¿Podemos colgarlos?—Gerard hizo un rostro de disgusto, nunca le había gustado ver sus cuadros o dibujos en su casa, sentía que a las visitas les parecerían raros.—A mí me gustaría poner algunos en la sala, y este...—Señaló uno bastante grande de un camino cubierto de nieve.—Quiero ponerlo en la habitación.

—¿De verdad te gustan?—Levantó una de sus pinturas con cara de disgusto.—Para mí no estan muy bien hechas, así que no te sientas obligado a usarlas como decoración.

—Gee, estan perfectas, yo no podría pintar así nunca, tengo un novio muy talentoso—Se acercó hasta él y mientras hacía puntitas de pie para llegar, dejó un beso en sus labios.—No seas malo con vos mismo, tu arte es hermosa.

Gerard se enterneció con sus palabras y agradeció por ellas, ninguna persona además de su madre o hermano había tenido en cuenta lo mucho que le gustaba dibujar y pintar, siempre se lo había tomado como un pasatiempo, algo sin importancia.

Esa era sólo una de las cosas en las que Frank lo hizo sentir diferente, con el tiempo habia prestado atención en cosas de su vida que ni siquiera él mismo notaba, eso lo hacía sentirse apreciado.

Cuando al fin terminaron de ordenar todo como más les gustaba, decidieron ver una película todos juntos en la sala, mientras comían unas pizzas pedidas por delivery. Hacía un tiempo las vacaciones habían comenzado, por lo que Lily y Cherry podían quedarse el tiempo que ellas quisieran.

Lograron acomodarse y cuando al fin pudieron ponerle play, a los pequeños se les ocurrió hacerle trenzas a Gerard, que sólo se dejaba aunque no le gustara demasiado que hicieran eso.

El pelirrojo siempre terminaba durmiendose antes de que la película terminara, y esa no fue la excepción. Con un montón de nudos en el cabello se apoyaba sobre el hombro de Frank, que intentaba desenrredar el cabello del contrario lentamente.

Los niños veían la pantalla entretenidos, a veces cerrando sus ojos por unos segundos debido al sueño. Lily ya se había quitado sus lentes, dispuesta a dormir, y Bandit la despertaba de vez en cuando para hablar sobre algo ocurrido en la película, pero ella sólo asentía desorientada.

—Gerard—Frank se movió un poco para despertarlo.—Gerard—Esta vez alargó un poco la "a", y sacudió uno de sus hombros.

—¿Qué pasa?, quiero dormir—Acomodó un poco mejor su cabeza sin abrir sus ojos.

—Vamos a acostar a los niños, después vas a dormir si queres—Lo obligó a levantarse del sillón y ayudarlo a cargarlos.

—Bandit, ya sé que no estas dormida—intentó contener su risa, pero no pudo.—Tu papá ya está viejo, no puede cargarte.

—No seas exagerado Gee—El castaño levantó a Bandit sobre uno de sus hombros y le hizo cosquillas desde allí. 

Luego de dejar a los cuatro niños en sus camas, con sus besos de buenas noches, se pusieron sus pijamas y dedicaron un buen tiempo a intentar peinar el cabello de Gerard, que se quejaba con cada pequeño tirón.

Se escabulleron debajo de las sábanas, sintiendose tranquilos y felices de poder estar en su nueva casa y con sus niños durmiendo pacíficamente.

Aunque lo que más les gustaba era tener la compañia del otro y sentir sus corazones latiendo tan cerca mientras dormían.

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