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El castaño estaba en la tina, dándose un baño. Tenía el agua hasta los hombros y unas gotas de sangre caían por su nariz.
Un rato antes, Jamia se había despedido de él con un golpe en la nariz, no recordaba que la mujer tuviera tanta fuerza como para lastimarlo de esa forma, pero sí la tenía.
Se había enojado horriblemente cuando él la rechazó, había estado siendo muy atenta pero no podía verla de esa forma, habían pasado demasiadas cosas. El amor que se tenían se había desvanecido, y aunque ella luchara para renacer ese sentimiento en Frank, era imposible.
En la sala habían estado tan cerca, Jamia hizo rozar su labios fugazmente. El castaño la apartó sorprendido, en su mente ella sólo trataba de ayudarlo, pero en menos de un segundo pudo darse cuenta los planes de la castaña.
Nunca pasaría.
Lamentablemente no se tomó bien esa afirmación y comenzó a hechar en cara todo lo que hizo por él, y Frank estaba agradecido por esas cosas pero nada más que eso.
No había entendido demasiado bien por qué tanta molestia, tenía que respetar sus decisiones.
Entonces después de el golpe se llevó a las niñas, lo dejó en la sala con su nariz sangrando, tuvo que mentirle a Miles que se había dado un golpe con alguno de los muebles y pedirle que se quedara en su habitación.
Se metió en la tina con la ropa puesta y aún permanecía allí una hora después. Su nariz dolía un poco y el líquido caliente ya había dejado de caer.
Decidió salir cuando su hijo tocó la puerta preguntando si estaba bien, se sintió el doble de mal por hacerlo preocupar. Terminó de darse su ducha y salió sonriente para preparar el almuerzo.
Luego de comer hizo una llamada que desde un tiempo atrás quería hacer, pero siempre terminaba olvidándolo.
—¡Frank!—Una voz alegre se escuchó através de la línea. Podía imaginarse su sonrisa.—¿Cómo has estado?
—Al menos no estoy muerto—Se escuchó un "no digas esas cosas" pero lo ignoró.—¿Te gustaría venir?, tengo muchas cosas que contarte.
Cuarenta minutos después, Hayley se encontraba en el sillón abrazada a Miles. El pequeño se emocionó tanto al verla que no quiso soltarla por aproximadamente veinte minutos.
—Miles, si vos nos dejas hablar yo después te llevo a tomar helado—El menor se alegró de inmediato, eso significaba Hayley+helado así qué el resultado era felicidad. Hizo caso a la petición y con una sonrisa se metió en la habitación de su padre.
—¿Cómo hiciste eso?—Frank estaba bastante sorprendido, él habia estado intentando que su hijo la soltara, pero no había tenido éxito.
—Por algo soy niñera—Sacudió su cabello brillante hacia un lado.
—Es verdad, y una muy buena—Estuvieron conversando sobre todas las cosas que habían pasado.
Ella se mostró muy contenta de que Frank haya conseguido un niñero, en especial porque Aidan no fue curioso con los problemas que habían ocurrido entre él y su madre, eso lo hacía sentir un poco mejor.
La jóven exigió ver una fotografía de las pequeñas cuando Frank le contó de su existencia. Por supuesto tenía una donde aparecían los tres menores sonriendo, separaba sus fotos en álbumes y ya había iniciado uno con fotos de las niñas.
Hayley desbordaba de felicidad por saber que existían dos mini copias de Frank más en el mundo, confiaba en que serían amistosas, y ansiaba conocerlas.
Le apenaba un poco no volver a ese trabajo, pero quería estar cerca de su madre y ayudar a su padre en la tienda de su hogar era la mejor manera.
—¿Y qué tal con Gerard?
—No lo sé, no siento que pueda hablar con él ahora, después de todas las cosas que pasaron no me siento lo suficiente estable como para sostener una relación también—La menor no se sorprendió de que estuvieran en pareja, hasta se alegró por ello.
—Yo no creo que uno de los dos tenga que "sostenerla", es un trabajo en equipo...y si realmente te quiere va a ser una persona en la cual apoyarte cuando te sientas mal, no una carga.
—Me da pena cargarlo con todos mis problemas, él es tan sencillo, directo, y yo lo estuve evitando por días.
—¿Cuánto es "unos días"?—Frank pensó un poco y bajó la cabeza apenado, decírselo le hacía notar lo cobarde que estaba siendo.
—Unas...tres semanas—Hay levantó sus cejas sorprendida, pensó en lo confundido que se debía sentir Gerard tan aislado de su pareja.
—Frank, ¿sabes que algún día vas a tener que hablar con él?—El castaño asintió.—¿Y qué te parece si ese día es hoy?
Inútiles fueron los esfuerzos de el mayor en negarse, la mujer lo hizo salir a ver la luz del sol después de días de sólo casa, trabajo y escuela.
El auto paró en un bonito parque donde Hay se quedó con Miles para pasear y divertirse. El camino de el tatuado siguió hasta la casa de jardín brillante, donde un jóven de lentes estaba sentado en la galería con dos chicos de su edad.
—¿Hola?—Se dijeron inseguros, pero al explicar que necesitaba hablar con su hermano, Mikey no quiso escuchar demasiado y le permitió que se adentrara a su hogar.
Se dió cuenta de que en la sala no había nadie, así que subió las escaleras para tocar en la habitación de el pelirrojo, recordaba cuál era la puerta.
La música se escuchaba alta y cuando vió hacia adentró no sabía si reír o...reír.
*
—Entonces...¿se puede decir que seguís en pareja?—Robert estaba recostado en la cama de Gerard, intentaba encontrar una canción en youtube.
—No lo sé—El pelirrojo tenía una camiseta demasiado grande para su cuerpo, unos pantalones cortos y medias con dibujos de pájaros.—No hemos hablado en unas tres semanas, cuando va por Miles ni siquiera me mira, ¡y hasta el niño no quiere jugar conmigo!—Se inclinó para buscar sus zapatillas debajo de la cama, las encontró y se las colocó.
—¡Qué buena combinación de ropa!—Se burló el rubio, estaba allí desde la mañana, no sabían en qué momento habían recuperado la confianza, pero la estaban pasando bien.
—Claro que sí, parezco modelo de pasarela—Movió su cabello exageradamente.
—Volviendo al tema, ¿Has intentado llamarlo?
—Millones de veces, no lee mis mensajes, no atiende mis llamadas. Hasta he ido a su casa pero nadie me atiende, la última vez que hablamos fue ese día que él peleó con su madre—Le quitó el celular a Bert mientras hablaba, eligiendo una canción.—Se había comportado bien conmigo, tal vez solamente necesita un tiempo.
—Seguramente, no creo que quiera dejar ir a un hombre tan hermoso.
—No digas babosadas Bert—El nombrado se rió bastante por la respuesta del pelirrojo, sí pensaba eso pero de ninguna manera intentaría algo con él. Se notaba demasiado enamorado como para siquiera insinuar algo.—Me sigue gustando Frank, pensé que con casi un mes de no hablar iba a ignorar un poco su existencia, pero cada vez que entro a Whatsapp lo primero que veo es si estuvo conectado.
—Intenta hablar con él de cualquier forma, estoy seguro de que está confundido o algo por el estilo, debe haber sido muy dificil para él lo que me contaste.
—Sí, pero no entiendo por qué me lo hace pagar a mí, yo solo quisiera ayudarlo.
—A veces las personas no se dan cuenta de que estan lastimando a otras, lo más seguro es que no quiera ver a nadie, no debe ser algo personal con vos—Gerard le dió la razón, sintiendose un poco mejor. Miró sus zapatillas, los cordones estaban enredados y tenían varios nudos, pensó en que la mente de Frank estaría así y lo complicado que sería poder acomodarla de nuevo.
Subió el volumen de la música, comenzó con un video de Sia, pero después el aleatorio reprodujo Lady Gaga.
Gerard no paraba de tontear, imitando algunos de los pasos de el videoclip. Simpre le gustó Gaga entonces para él no fue dificil hacer los pasos de baile.
Se puso frente a el televisor mientras bailaba con Bert de público. Luego de un momento el rostro de el rubio tenía una mueca extraña, miraba através de él. Eso lo asustó, le hacía recordar cuando los animales observaban algún punto en el que no había nada.
Giró su cuerpo de golpe, encontrandose con Frank riéndose de él.
—¿¡Cómo entraste a mi casa!?
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