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Al despertarse al día siguiente, se llevó la sorpresa de que no estaba en su cama. Se había dormido en la cama de Miles, pero eso no era malo, lo que sí lo fue es que sean las nueve de la mañana cuando.

Vió la claridad entrar por la ventana y casi se cae de la cama. Siempre cuando se levantaba seguía oscuro, buscó algún reloj en la habitación pero no encontró ninguno. Buscó también su celular, lo encontró sobre la mesa de el comedor, lo encendió y tuvo que esperar a que dejara de vibrar por las notificaciones.

Gerard: Perdon si te molestó
En serio
Estas enojado? ):

Esos mensajes eran de el día anterior, por la mañana envió otros.

Gerard: Miles no vino ):
Bueno, creo que ya lo sabes jeje
Esperaba verte ):

En otro chat, Pete le había enviado un montón de mensajes.

Pete N word: Vas a venir?
Uuuh el enano preguntó por vos
Le dije que tenes neumonia
Creo que exageré un poco
Dice "que te mejores" xdxDdxD

Frank: Cómo le vas a decir que tengo neumonía pelotudo

Esperó un momento a la respuesta, mientras metía pan en la tostadora.

Pete N word: Encima que te ayudo >:c

No le respondió, el lunes iba a tener que hablar con el jefe para explicarle que no era neumonía. En realidad no era nada. Pero necesitaba mentir para conservar su trabajo.

Se hizo un café.

Nunca dejaba que Miles se ausentara a el colegio, así que hoy lo dejaría dormir. Probablemente él pensaría que ya era sábado.

Frank: Nos quedamos dormidos
Yo también falté al trabajo (":

Ignoró todos los mensajes anteriores. Se sorprendió de que respondiera tan rápido, ¿podía usar el celular en el trabajo?

Gerard: Oh, que envidia

No respondió, una llamada entrante le ocupó la pantalla.

—Hola Frank, no cuelgues.

—¿Qué pasa Jamia?

—Me gustaria que nos veamos para hablar.

—Yo no tengo nada que decirte, y no creo que tenga que escucharte.

—Frankie, si hay algo que tenemos que hablar, tenemos un hijo—Ese apodo sonaba bastante desagradable de su boca.

Jamia era la madre de Miles, no había nada que pudiera hacer con respecto a eso, aunque le molestara y le doliera; nadie podría cambiar ese hecho.

En un arranque de seriedad y  madurez, decidió hablar con ella, se encontraron en una cafetería de el centro. Esa noche rompió en llanto sobre su cama antes de dormir, mayormente por todas las cosas que le hacía imaginar su mente.

*

La siguiente semana invitó a Gerard a cenar en su casa, el sabado, para no preocuparse por lo tarde que podría ser.

Las horas se pasaron volando, pidieron pizza porque las habilidades de chef de Frank eran bastante bajas. Pusieron una película, aunque a los dos adultos les gustara ver terror, no querían que los niños se asustaran.

Era tan aburrida que todos se durmieron, excepto Gerard, que sacudió a Frank hasta despertarlo cuando pasaron los créditos.

—No quiero comer carne, no, no—El castaño le respondió a el mayor entre sueños con una voz adormilada. Al parecer estaba soñando algo extraño.

—Frank, despertate—Volvió a sacudirlo y esta vez levantó su cabeza tan rápido que lo asustó.

—¿Qué?, ¿Qué paso?—Tenía los párpados caídos y una expresión confundida.—Estuvo divertida la película.

—Si claro, divertidísima—Se rieron mirando las escenas post-créditos.—Frank, ya tengo que irme, es bastante tarde.

El tatuado prendió su celular para ver la hora, cerró un poco los ojos por el brillo alto.

—Son las once, ¿es tarde para vos?

—Bueno, entonces me quedo hasta hasta las tres de la mañana—Su tono había sonado un poco agresivo, pero no fue su intención que así sea.

—Oh por Dios, qué carácter Gerardo—El pelirrojo se rió por el apodo, luego dijo que había sido una broma pero que las bromas no le salían.

Miles y Bandit estaban dormidos, su hora de descansar ya se había pasado, Frank acostó a su hijo en su cama y llevó a Gerard a su habitación para que pudiera acostar a Bandit.

De nuevo en la sala, decidieron buscar alguna película en Netflix, esta vez de terror. Eligieron Babadook.  Antes de que comenzar, Gee propuso hacer pochoclos, y no importaba cuantas veces el pelirrojo haya advertido que estaba poniendo demasiada cantidad, Frank continuó con su tarea. Terminaron con más pochoclos de los que iban a poder comer, pero estaba bien. Se habían divertido haciéndolos.

—No te vayas a dormir Francisco.

—No creo, es que la anterior era bien aburrida.

Cuando las cucarachas aparecieron en la pantalla Gerard se tapó los ojos, al castaño le dió gracia que hago eso, intentó sacar las manos de su cara pero el mayor se negaba.

Al finalizar la filmación, Frank quedó mirando hacia la nada.

—¿Y si me pasa algo así con Miles?

—¿Qué?—El pelirrojo pensó que había sido una broma pero la expresión del contrario era de preocupación.—Es una película, no te va a pasar eso.

—No...

—Si pasa, ¿puedo filmar y hacerme famoso?—El castaño chasqueó la lengua y lo empujó levemente.—Ahora sí, creo que me voy—Acomodó su cabello y se levantó del sillón.

—Espera—Tiró de la chaqueta del contrario para volver a sentarse en el sillón.—Tengo que contarte algo.

—Okay, ¿qué cosa?—Giró su cuerpo hacia el castaño, prestándole toda su atención.

—El otro día, el domingo...—Frank comenzó a jugar con sus dedos, sonreía con nerviosismo y evitaba mirar el rostro de el contrario.—Estuve con Jamia.

—Ah, ¿y qué tiene eso?

—Me dijo que quería conocer a Miles.

—¿Ella es su mamá?

—Sí, pensé que ya lo sabías.

—Quería saberlo por vos. ¿Te molesta que quiera verlo?

—No sé, en realidad, está...bien que quiera verlo, es su hijo, pero Miles no la conoce. Además, no sé, en parte si me molesta, despareció la mayor parte de su vida y ahora, por casualidad hablamos y resulta que quiere conocerlo. Ni siquiera lo buscó, fue una casualidad—Frank movía sus manos para expresarse mejor, a veces paraba de hablar para organizar sus palabras y retomar con su explicación.

—¿No sabes qué hacer?

—La verdad...no.

—¿Hablaste con Miles sobre ella?

—No, y no quiero hablar con él sobre eso, ¿qué le digo?, "tu mamá al fin se acordó de que tiene un hijo".

—No sé cómo habrán pasado las cosas pero tal vez ella tiene otra versión de la historia.

—No la tiene, sólo no quizo cuidarlo. Ella, cuando estuvo embarazada, sí quería tenerlo. Fue...fue un accidente pero sí queríamos tenerlo, pero después, cuando nació y tuvo unos meses, ella decía que estaba cansada, quería salir como antes; lo hacía, pero al parecer no le alcanzaba y un día me dijo que no quería seguir con eso, discutimos horrible y yo empezé a cuidarlo, sólo. Por supuesto que hubo abogados, yo tengo la custodia de Miles pero ahora, puede que ya no la tenga...

—Eso no va a pasar Frank, no tengas miedo—Gerard se acercó para secar las pequeñas lágrimas en sus mejillas.—Puede simplemente verlo los fines de semana o cualquier otro día, no te asustes por la custodia, estoy seguro de que eso no va a pasar.

—Yo no estaría tan seguro, ¿qué pasaría si lo hace?

—Si ella quisiera pasar tiempo con él, seguramente les darían la custodia compartida, no va a arrebatártelo, no es un objeto.

—Ya sé, es que solamente...tengo miedo—Gerard abrazó a el castaño por los hombros, besó su coronilla y lo acunó un poco.—Siento que volví a tener siete años.

El pelirrojo rió por eso y continuó acunándolo, igual que lo hacía con Bandit cuando estaba llorando o durmiendo. En esta ocasión tenía a Frank llorando en su hombro, mientras decía frases inentendibles.

Cuando logró tranquilizarlo, lo acomodó mejor en su pecho. Estuvieron un buen rato así, intercambiando algunas palabras.

—¿Frank?—Preguntó el mayor mientras acariciaba el cabello de el contrario. El nombrado sólo respondió con un "Mmh" para dar a entender que le estaba prestando atención.—¿Puedo besarte?

Por un momento sólo se escuchó silencio, Frank se alejó un poco de su pecho para poder ver los ojo esmeraldas.

—Cuando quieras.

El pelirrojo se acercó rápidamente a el contrario. Cerraron los ojos al mismo tiempo, encontrandose con el sabor de los labios ajenos.

Tenían las bocas calientes, deslizando saliva entre ellas. Para Gerard, nunca existiría alguien que derrochara tanta dulzura en un beso. Para Frank, nadie más que él tenía el placer de sentir fuegos artificiales con un simple roce de piel.

Sus manos tomaron caminos que hace tiempo no habían sido recorridos, la espalda de el menor chocaba contra los suaves almohadones de el sillón. Su ombligo acariciaba a el contrario de vez en cuando.

El cabello rojo hacía cosquillas en las clavículas de el castaño, igual que los dedos en su vientre.
Al mismo tiempo que se escuchaba el típico sonido metálico de una hebilla, un montón de golpecitos en el suelo del pasillo retumbaron.

Antes de que Frank pudiera hacer algo, porque reconocía esos pasos, lo peor que pudo haber pasado en ese momento, ocurrió.

—¿Papi?

* * *

Esta gilada me costó demASIADO u_u

Espero que les guste ❤

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