Capítulo XXXII

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***

—Es normal tener miedo, pero recuerda que eso está en tu mente y sólo tú puedes enfrentarlo —me había dicho Sebastián luego de contarle mi miedo sobre hacer viajes largos como el que haría esa noche.

—¿Y si sufrimos un accidente como el de mis padres? —Le había preguntado expresando mi mayor miedo.

Sebastián me miró con cariño mientras me acariciaba mi mejilla.

—Ese siempre será un riesgo al viajar —empezó diciendo antes de abrazarme— Pero no por ello vas a dejar de disfrutar de lo bueno que te puede ofrecer señaló.

—¿Qué de bueno puede ofrecer? —le pregunté con resentimiento en un susurro mientras me aferraba a él.

—Tiempo con tu hermana, bonita —me respondió— Tiempo con tu familia y no podía contradecir ante eso.

Por ello, mientras me subía al auto con Dayanne tenía un cuaderno en mi mano en el cual había apuntado ciertos temas de los cuales podríamos conversar.

—¿Y bien? ¿Qué tal está semana en la Uni? —me preguntó mi hermana mientras manejaba.

—Bien... —le respondí desganada— Es decir, académicamente va bien —expliqué, porque después de todo así era.

Mis notas estaban mejorando, no tanto como para decir que era Einstein, pero si para sentirme orgullosa.

—Eso es bueno ¿Entonces que está mal? —me preguntó Dayanne mirándome de reojo— Se nota en tu rostro que algo te está molestando.

— ¿Tanto así? —le pregunté haciendo una mueca y mi hermana se rio en respuesta por lo que resople en disgusto— Como dicen mis amigas, soy un libro abierto —comenté logrando que Dayanne se riera más fuerte.

Sí, pero mira el lado positivo — dijo mi hermana.

—¿Y cuál es el lado positivo? —le cuestioné con un tono sarcástico.

Dudaba que hubiera un lado positivo, no podía mantener un secreto ni para salvar mi vida.

—Pues, no sé, pero cuando lo sepa te aseguro que serás la primera a quien se lo diré —me respondió y yo rodé los ojos— Entonces ¿Qué pasó? —me preguntó.

Suspiré analizando seriamente que decirle.

—Una de mis amigas estaba saliendo con un chico —empecé diciendo, ya que, la situación de Katrina era, por el momento, la más grave. Raven y Winter, según Sebastián, hablarían hoy.

—Ya... ¿Y qué sucedió entre ellos? —preguntó sin indagar más sobre cuál de mis amigas le hablaba, después de todo ella las conocía a todas.

—Él la engaño con otra chica y ahora está saliendo con esa chica delante de todos los del salón —le conté.

Dayanne se quedó en silencio unos minutos hasta que salimos de Houston.

—¿Y cómo reaccionó tu amiga? —me preguntó Dayanne.

—Sólo se notaba en su mirada que se sentía traicionada y la ira que sentía dio escalofríos —le dije.

—Tranquila, pero mortal —comentó Dayanne y yo asentí, era una frase perfecta para definir como estuvo Katrina.

—Ella no se merecía esto —me queje.

—Quizá no —dijo mi hermana— Pero sólo ellos saben a ciencia cierta lo que pasó en su relación.

—De todas maneras —le dije molesta— Una infidelidad nunca es justificada.

Dayanne me miró brevemente antes de sonreír.

—Tienes razón —admitió antes de decir— Me gusta ese fuego en ti, te hace más única.

—¿Que fuego? — le pregunté haciéndome la desentendida haciendo que mi hermana se riera.

Muchos ya me habían dicho de eso, pero hablarlo con Dayanne sería contarle cosas que aún no me había atrevido a decirle.

Después de esa conversación pasamos a temas más ligeros y varios puntos de mi libreta como nuestra sobrina, los abuelos, series, conciertos a los que nos gustaría ir, su trabajo y si estaba saliendo con alguien.

—No estoy saliendo con nadie, mocosa —me respondió Dayanne cuando le dije que no le creía que no tuviera pareja.

—Pero te gusta alguien —dije sin duda, es decir, tenía que gustarle alguien ¿Cierto?

—Mucha confianza —bromeó mi hermana— Y no, no me gusta nadie.

—Que aburrida —le dije riéndome.

—¿A sí? —cuestionó Dayanne— Entonces tú también eres aburrida porque hasta donde sé no te gusta nadie —señaló haciendo que mi risa muriera y fuera reemplazada por un sonrojo que no pasó desapercibido por mi hermana— ¿Quién es?

—¿Quién es quién? —le respondí de vuelta.

—Ya, no te hagas la loca y dime quién es el chico que te gusta —medio ordenó Dayanne.

Me tomé unos minutos para pensar si era prudente decirle a mi hermana sobre Sebastián.

Había pasado un tiempo desde que ambos empezamos a tener citas, pero ¿Contarle a alguien de mi familia era prudente? Aun no habíamos hablado de eso.

—Entonces... —presionó Dayanne logrando que me queje.

—Espera mujer —le respondí— Sí, sí hay alguien que me gusta —le confirme.

—¿Y tú le gustas? —preguntó Dayanne con un tono más cauteloso que me hizo sonreír.

Mi hermana siempre se preocupaba por mí y quería protegerme hasta de las cosas que no podía.

—Bueno, me dijo que le gusto.

—¿Son novios? —cuestionó está vez con un tono burlón.

—No, no somos novios —le respondí riéndome.

Esa era la pregunta que me habían hecho miles de veces y siempre tenía la misma respuesta, pero por alguna razón el que fuera negativa ante Dayanne me incomodaba.

—¿Y eso por qué?

—Estamos conociéndonos —y esa había sido mi idea, principalmente.

Dayanne asintió y cuando pensé que podíamos cambiar tema dijo— Me alegra que sigas adelante.

—¿Cómo así? — le pregunté.

Mi hermana se quedó en silencio antes de decir— Después de Alejandro pensé que te cerrarías a enamorarte de nuevo —me dijo con un tono cuidadoso.

—Yo nunca estuve con Alejandro —le recordé.

—Pero lo querías, y no por no haber tenido una relación con él quiere decir que no te haya dolido menos lo que pasó entre ustedes —me respondió firmemente y no pude decir nada ante ello.

Dayanne tenía razón. Lo que había pasado entre Alejandro y yo me dolió, pero tuve suerte, y el dolor que causó, lo que pasó en nuestra amistad me ayudó a cambiar para bien y no para mal.

—Lo sé —susurré y giré mi rostro a la ventana.

Puede que ya no estuviera enamorada de él, pero como dijo Katrina la verdadera prueba de fuego sería cuando lo volviera a ver.

***

Llegamos a casa de Alex lo suficientemente temprano como para que cuando apareciéramos en su puerta mi hermano nos recibiera en pijama. Sin embargo, eso no arruinó el buen humor que tuvo cuando nos vio.

—Que sorpresa —nos dijo mientras nos abrazaba y nos invitaba a pasar a su casa.

Nuestra cuñada salió de su habitación a saludarnos, también en bata, antes de retirarse a cambiarse y prometernos el mejor desayuno.

—Te ayudo —le dije cuando apareció y la vi en camino a la cocina.

Eliza asintió y me dejó ayudarla.

Preparamos queso a la parrilla con jugo de naranja además de unos tequeños para darnos el gusto.

No era la primera vez que cocinaba con Eliza, pero era la primera vez que cocinaba con otra persona que no fuera Dayanne desde la muerte de mis padres y me sorprendió lo bien que sintió compartir un momento como aquel con alguien a quien apreciaba.

Durante el desayuno las bromas fueron entre Dayanne y Alex fueron el centro mientras que yo me dedicaba a consentir a Alejandra, mi sobrina.

—Cada día está más grande —les comenté a todos.

—Ni que lo digas —respondí mi hermano tomando otro tequeño.

Suerte que habíamos hecho una fuente grande de esos.

—Pronto cumplirá dos años y espero que ambas estén aquí para su fiesta —dijo mi cuñada con un toque de amenaza en su voz.

—Relájate, creo que para esas fechas Stefanía estará de vacaciones por lo que podemos venir sin problemas —respondió Dayanne y yo asentí.

—Sería una buena manera de iniciar las vacaciones —le dije con una sonrisa.

Después de todo ¿A quién no le gusta una fiesta infantil? O bueno, lo que ofrece.

—¿Puedo invitar a unas amigas? —pregunté pensando en todo mi grupo de la universidad, que amaban los dulces que ofrecían las fiestas infantiles.

—Claro —me respondió Nombre sin dudar y Alex asintió con una sonrisa hasta que Dayanne habló.

—También puedes invitar a ese chico —dijo mi hermana, como quien no quiere algo, y yo la mire mal.

¿En serio? Pensé ¿No podía ser más obvia?

—¿Que chico? —preguntó Alex con el ceño fruncido.

Y ahí va me dije mirando a Alex que le exigía una respuesta a mi hermana.

Eliza me miró con una sonrisa cómplice antes de poner su mano sobre el hombro de mi hermano.

—Cariño, ya hablamos de esto —le dijo Eliza recordándole a Alex lo que sea que hubieran hablado, aunque estaba segura que era sobre un posible novio mío.

Alex miró a Dayanne, quien tenía una sonrisa de satisfacción en su rostro, antes de mirarme a mí.

—Puedes invitar a quien desees —me dijo y yo asentí con una sonrisa,

No estaba segura de sí invitaría a Sebastián, pero estaba más relajada con el pase que Alex me estaba dando.

Luego de aquello el destino ocurrió sin más incidentes incluso durante el almuerzo todo fue relativamente tranquilo.

En la tarde les dije a todos que iría a caminar al parque con Alejandra a lo que aceptaron sin dudar.

Cuando llegue le mandé una foto de donde estaba a Thiago y Samantha.

Thiago: Que envidia
Thiago: Tú allá y uno acá con tareas
Thiago: (Imagen de libros adjunta)

Sam: Disfruta el día, yo lo hago
Sam: (Imagen adjunta)

Me reí al leer los mensajes de mis amigos y más aún cuando Sam mandó una foto de ella su novia.

Thiago: Se supone que Lily debe estar haciendo su parte del trabajo

Sam: Ya hice mi parte del trabajo.
Sam: Déjame aprovechar mi tiempo libre.

Supuse que eso lo había escrito la enamorada de Sam.

Sam: Por cierto
Sam: Yo soy Lily

Stefanía: Hola Lily, disfruta de tu tiempo con mi amiga

Escribí mientras hacía jugar a Alejandra en su coche.

Sam: Me caes bien
Sam: No te preocupes, eso haré.

Escribió por lo que Thiago siguió haciendo sus reclamos y yo me seguía riendo de ellos, pero mientras leía la conversación recordé a Sebas por lo que, como rara vez pasaba, decidí llamarlo.

Marque su número con una sonrisa y me emocioné cuando respondió al segundo tono.

—Aló —respondió de manera brusca que me sorprendió y elimino mi sonrisa.

— Hola, soy Stefanía — le dije

¿Quizá no había visto el identificador de llamadas?

Un suspiro al otro lado de la línea me dijo que no importaba que fuera yo él hubiera respondido igual.

—¿Estas ocupado? —pregunté buscando una respuesta para su actitud.

—Sí, bonita —respondió Sebastián con el mismo tono antes de murmurar algo que no entendí, pero que claramente lo molestaba— Lo siento, te llamo luego —me dijo antes de cortar.

Me quedé en shock por unos segundos antes de asimilar lo que había pasado, pero ¿Si quiera sabía que había pasado?

Negué con la cabeza y contuve las lágrimas que amenazaban con salir.

Alejandra llamo mi atención y una risa por lo que mi sobrina hacia al querer salir del coche dejo que unas lágrimas se escaparan.

Soy tan sentimental y tan tonta pensé mientras intentaba de calmar mi llanto de mi sobrina y el mío.

Una hora más tarde, ya más calmada y con Alejandra dormida, regresé a casa de mi hermano con mis ánimos por el suelo.

Encontré a Eliza haciendo la cena por lo que me ofrecí a ayudar tratando de despejar mi mente.

Si alguno se dio cuenta del cambio en mi estado de ánimo o no, no dijo nada y agradecí por ello.

Después de la cena, mientras Dayanne lavaba el servicio, fui a la habitación en la que dormiría con mi hermana para avanzar con el trabajo que habíamos acordado el día anterior.

Fue cuando revise el celular para conectar el Whatsapp Web que me di cuenta que tenía tres llamadas perdidas.

Sebastián (3)

Suspiré e ignore aquello mientras me ponía a hacer mi tarea; sin embargo, diez minutos después mi celular empezó a vibrar con una llamada entrante.

Sebastián.

Me debatía entre contestarle o no después de lo de la tarde no quería hablar con él y llorar. No era su culpa, pero estando en casa de mi hermano era algo que era mejor evitar.

La llamada se cortó para dar inicio a una nueva.

—Aló —respondí con temor al tercer tono.

—Hola, bonita —escuché por parte de Sebastián con el mismo tono que yo tenía— Lamento como te hablé esta tarde —me dijo.

—No te preocupes —le dije desestimando lo sucedido.

¿Qué más podía hacer? ¿Qué más podía decirle? ¿Reclamarle? En teoría él no había hecho nada malo, era yo quien lo había tomado demasiado personal la manera en la que me habló.

—No hagas eso, bonita, por favor. No lo hagas —escuché un suspiro antes de que dijera— Sabes que te quiero y por lo mismo preocupo por ti, además, sé que actúe como un imbécil al contestarte así y cortarte la llamada —admitió.

No dije nada y esperé a que él se explicara. Después de todo yo no tenía nada que decir en ese momento.

—Hoy en la tarde, cuando llamaste no fue un buen momento —dijo Sebastián.

—¿Quieres hablar de ello? —le pregunté.

Ya se había disculpado y si no podía decir el porqué de su mal humor en ese momento no lo obligaría.

—Tengo que decírtelo porque no quiero secretos entre nosotros —me respondió Sebastián sin dudar.

—Te escucho.

—Hoy en la tarde estuve con Winter —empezó diciendo y supe que aquello no iba a terminar bien— Estaba que me insistía en que te hablará y te preguntará porqué tu amiga no se reunió ayer con él.

—¿Qué ella qué? —le pregunté aunque era algo que había temido.

—No sé reunió con él —repitió Sebastián con un suspiro— Yo me negué y le dije que lo que pasará entre ellos lo solucionaran ellos, entonces llamaste tú.

—Y él volvió a insistir —supuse.

—Sí, y cuando me negué y colgué se molestó —me contó y yo hice una mueca.

—Lo siento —le dije.

—No te preocupes, bonita, ya se le pasó el berrinche —me respondió con una risa que no duró mucho— ¿Me perdonas? —preguntó Sebastián con un tono bastante infantil que me hizo reír.

—Te perdonó.

¿Cómo no podía hacerlo cuando se había preocupado porque lo que pasará entre nuestros amigos no nos afectará a nosotros?

—Y para que me llamaste está tarde —me preguntó Sebastián.

—Era una tontería.

—Nada es una tontería para mí si se trata de ti —me dijo y así empecé a contarle sobre el viaje a Corail y lo que habían dicho mis hermanos de invitarlo a la fiesta de mi sobrina.

— Siempre, donde estés tú ten por seguro que quiero estar yo — me respondió Sebastián calmando mis temores por haberle contado de lo que había entre ambos a mi familia.  

***

¿Les dio ganas de golpear a Sebastián por un momento? A mí sí xd Y eso que yo lo estaba escribiendo, pero todos cometemos errores y nadie es perfecto, por lo que nuestro chico tenia que equivocarse en algo.

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