XXVIII
●ღ●
Un leve toque en la puerta de Pruna la hizo correr expectante y ansiosa hasta allí y abrirla casi de inmediato, pensando que era su marido quien solicitaba su presencia femenina con urgencia, sin embargo lo que encontró fue un sobre en el suelo de un tamaño considerable, el cual extrañada sostuvo de inmediato y lo rasgó.
Lorand llegó gallardo al lugar pensando en lo que diría o haría en el momento exacto en el que la viera, pero lo que definitivamente no esperaba era encontrarse con Pruna pálida a punto de llorar sosteniendo un sobre en la mano.
Preparado para una nueva calamidad en sus vidas, Lorand se acercó y le quitó el sobre de las manos.
Era el testamento de Gerald Rainer y una carta dedicada a su única hija... exacto, así como estáis leyendo.
"Querida Hannah
O bueno, Pruna que es tu verdadero nombre.
No tengo en efecto ningún derecho de siquiera acercame a ti, por eso he utilizado este método cobarde. No me disculparé por el método, porque lo importante es el contenido de estas líneas.
Sé que fuiste a ver a la reina luego de que Rupert te hiciera perder al bebé, lo que no sabes es, que aquel bebé te lo iban arrebatar, se iban a quedar con él para criarlo como el nieto de la reina, cuando naciste firmé un contrato estando de acuerdo con esto, porque no tenía otra opción, si me negaba me iban a colgar e ibas a estar desamparada en el mundo; la forma cruel en la que te traté y los encierros, fueron órdenes estrictas de Trina y la reina, quienes querían usarte como sustituta de una de las hijas de la reina que murió, Maria. Por eso decidí renovar el contrato dándote en matrimonio a Kuna, sin embargo de alguna manera esas mujeres se la ingeniaron para que terminaras metiéndote con Lorand siguiendo todo según su propósito y tú te enamoraste de él, como cosa del destino.
Amé a tu madre y sigo amándola como nunca amaré a ninguna mujer, pero la reina supo que ella interferiría en sus planes y me indicó que debía sacarla de mi vida e introducir a Trina en ella, quien es una súbdita leal de la reina, seguro siempre te preguntaste por qué te trataba bien y otras veces mal, todo fue una estrategia, casar a Lara con Kuna incluso, fue el detonante que usaron en mi contra cuando se enteraron de que había cambiado los documentos, asociándose irónicamente con tu madre, para lograr que Lorand y tu terminasen juntos, no tengas rencor hacia ella, le hicieron creer que tenía una especie de plan macabro para que te casaras con Kuna y ella no quería eso para ti, te ayudo a colarte en la comunidad con la esperanza de que te enamoraras de un hombre, cualquier hombre, pero elegiste a Lorand de todas formas. La reina quiere un heredero, porque la casa Estuardo peligra si ella muere y por sus ataques de gota puede morir en cualquier momento, no confíes en nadie, excepto en tu marido, cuéntale todo y habla con Lorena, ella entenderá y podrá ayudarte, pero no lo hables con nadie o irán a por ti y te obligarán a procrear con Lorand para llevarse a tu bebé y tenerte de esclava o matarte.
Hija mía, nunca pude demostrarte mi amor porque no me era permitido, no debía encariñarme con mi propia hija ya que no eras mía, políticamente hablando no eras mi Hannah sino María Estuardo quien había fallecido al nacer, así que no me era permitido siquiera hablar contigo, no te imaginas el dolor que me causaba, tener que dejar a mi esposa y actuar como si mi hija no existiera, fue demasiado para mí. Entonces las cosas subieron de nivel, la reina mientras nos visitaba con frecuencia, dijo que no le agradaba tu carácter y que tenía que disciplinarte, fue entonces cuando empecé a pegarte, y creeme si te digo que no quería hacerlo. No te digo esto para que me perdones, es muy doloroso para mi saber todo el daño que como padre te hice, pero no tenía otra opción, puesto que tenía una espía de la reina viviendo en mi misma casa, por eso tuve que actuar como si te odiara, no tengo derecho de estar en tu vida luego de todo lo que te hice y lo que te hizo Rupert, con él si fui duro, me aproveché de que era mi bastardo y lo obligué a tener la relación contigo que yo hubiese deseado tener, tanto que empezó a apreciarte de verdad y quería protegerte a toda costa. Fue por eso que no quería que te casaras con Lorand, además al principio sospechábamos de él, eso hasta que vino a casa buscándote como loco y nos golpeó a mí y a Rupert al enterarse de que ni sabíamos dónde estabas, yo le ordené que te golpearan y no tengo perdón por hacerte perder tu hijo, odiame a mí y no le guardes rencor al muchacho que te quiere con locura, como solo un hermano puede querer. Me despido de este mundo tranquilo sabiendo que sabrás la verdad y ahora te exhorto hija que te escapes con tu esposo y desaparezcan, que no confíen en nadie excepto en Lorena, como antes te dije, ni siquiera en Lara, y por ella no te preocupes, no es mi hija, es solo hija de Trina y no podemos asegurar que sea completamente inocente, mientras tanto sé discreta. Si algún día puedes hacerlo, perdóname. Quisiera expresarte lo mucho que te amo, pero no tengo el derecho.
Siempre tuyo.
Tu padre".
—Tenemos que irnos —murmuró aun pálida—, pero no de la manera en la que Gerald quiere, sea cierta la carta o no, debemos contarle a alguien, tienes una responsabilidad como líder de una comunidad y merecen saber que te vas... aunque no les digamos donde.
—Tengo la idea perfecta así que no te preocupes, por hoy actuemos con naturalidad, tú ve donde tu madre y yo iré donde la mía.
Y así hicieron, Lorand le comunicó la situación a Imara y le pidió que retomara el mando de la comunidad en lo que él hacia dicho viaje de emergencia, que volvería en cuanto las cosas mejoraban y que les explicara sinceramente a su comunidad el peligro que corría su líder.
Y ella a su vez envió a redactar una carta a cada familia de la comunidad para que estuvieran al tanto de la decisión de su hijo y la apoyaran a toda costa, podían ser pocos, pero eran una familia y velaban siempre los unos por los otros.
Imara bendijo a su hijo y a sus nietos y con dolor en su alma le dejó partir, mientras que Lorena, se encargó de llevar a Pruna, Lorand y los niños hasta una parte de Szombathely que ciertamente la de los ojos grises desconocía.
—El valle de los huesos —murmuró Lorand al ver la majestuosidad de aquel valle, inhóspito. Al final de un camino había una casucha similar a la de Aranka y no les sorprendió a ninguno de los dos verla en el frente de dicha casa con una escoba en mano, como le era de costumbre.
—Mi esposo y yo vivimos aquí —introdujo Lorena
—¿Esposo?
—Lamento no habértelo contado antes, pero ya tenías demasiados dolores como para causarte yo uno más.
—Es tu vida madre, puedes hacer lo que quieras con ella —sonrió mortificada, al sentirse el centro de atención en aquella escena.
—Me casé con Hans.
—¿Enserio?
—Sí... hace unos —empezó a contar varias veces con sus manos hasta que hizo una mueca y confesó— 19 años.
—Vaya —dijo indignada.
—No es momento de enojarse, aquí tendréis ambos comida para abastecerse el tiempo suficiente, tienen que pasar desapercibidos durante un tiempo, yo me encargaré de buscar a Gerald y confirmar si lo que dice esta carta es cierto.
—Gracias Lorena.
—No hay de qué hijo, ahora, mientras tanto disponeros de entrar vuestras pertenencias y acomodar a los niños, yo traeré a los míos.
—¿Tuyos? —jadeó Pruna, todo aquello era muy nuevo para ella, demasiada información para procesar, sentía como si de alguna manera su vida completa hubiese sido una mentira, Lorena no podía esperar que reaccionara de buena gana, ella por suerte lo entendía y antes de que Pruna colapsara, Lorand la sostuvo en sus brazos y la gitana abandonó la escena.
Una vez estuvo lo suficientemente lejos, se acercó al viejo desaliñado que miraba en dirección a la casucha como quien espera lo que nunca va a obtener.
—¿Ya estás satisfecho?
—Sí, mucho, gracias, puedo morir en paz.
—¡No seas ridículo, no vas a morir!
—Si la reina me atrapa si... y es lo que hará una vez libere a mi hijo.
—Gerald, le hiciste mucho daño, es cierto, ¿Pero no puedes reconsiderar quedarte y tratar de ser un buen padre para ella?
—No, quiero que le digas exactamente lo que te dije, que morí, nunca hice nada por mis hijos, quiero liberar a Rupert antes de que me apresen y que pueda ocultarse en lo que todo se arregla y luego que busque a su hermana. La reina está grave, no tardará en morir y sin heredero otra casa subirá al trono, si no estoy vivo para cuando eso pase, busca a Rupert y has que pueda tener una buena relación con su hermana.
—Pero...
—Prométemelo Lorena.
—Lo prometo —mintió, ¿Estaba loco? Pues así parecía ser, si pensaba que ella se quedaría callada y no le diría algo tan importante a su hija.
—De acuerdo... Lorena, sé feliz, Báthory es un bueno hombre.
—Lo sé —afirmó con gesto apretado, mientras Gerald se iba abandonando la única oportunidad que tendría de poder tener una relación con su hija—. Jamás imaginé que diría esto, pero, pobre hombre.
●ღ●
A la mañana siguiente, el primero en despertar fue Lorand, quien dejó a su amada esposa descansando por un rato más, mientras salía al patio a regar las plantas, si saben a lo que me refiero. No bien salió y empezó a descargarse escuchó un chillido, seguido de un: ¡Qué asco! Que lo hizo girarse un poco hacia la izquierda para terminar con su labor y justo cuando terminó un rostro conocido salió de entre los arbustos con expresión asqueada y avergonzada
—Buenos días señor Császár —musitó como si el bochorno no siguiera latente
—Hola sobrino —dijo entonces el otro individuo delatándose al salir también de su escondite.
—¿Lorena... Hans? ¿Qué hacíais...?
—Justo lo que te estás imaginando —sonrió cínica la gitana mientras Hans le daba un disimulado codazo en las costillas.
En aquel incómodo y preciso momento, Pruna salió con aquel bonito camisón, el cual Lorand amaba/odiaba por la transparencia de este y al ser introducida en el accidente, no hizo más que carcajearse hasta que le dolió el estómago, le parecía demasiado divertida la escena de Hans y Lorena recibiendo el rocío mañanero de parte de su señor. Lorand a su vez dio rienda suelta a su risa sin poder evitarlo y no pasó mucho tiempo antes de que los cuatro estuviesen riendo.
—¿Y cómo es que...?
—No queríamos molestar —respondió nerviosa la madre
Pruna no pudo evitar soltar una risotada, lo cual alivió el ambiente al instante.
—Vestiros los dos, quiero conocer a mis hermanos.
—La niña es nuestra, tiene 5 años y al niño lo adoptamos recientemente, tiene 7... estoy segura de que querrán conoceros.
Conoció a su hermanita Gretta, toda una dulzura con los ojos verdes de su madre y el cabello rubio de su padre, unos adorables bucles se formaban alrededor de su pequeña y regordeta carita y de inmediato creció en Pruna el deseo de proteger y amar a esa pequeña como si fuera su hija —es hermosa —sonrió al verla—. Hola Gretta, soy Pruna, tu hermana.
—Mamá siempre habla de ti —sonrió la pequeña mostrando una hermosa sonrisa que derritió el corazón de Pruna.
—Esta pequeña luce muy dulce pero es un terremoto —afirmó Lorena acariciando la melena de la niña—, eras exactamente así cuando eras niña, solo que tu cabello era un poco más oscuro
—Es muy adorable, dudo que sea tan revoltosa como dices, Lorena
—No la llames Lorena —susurró Gretta mirándola con inocencia—, se llama mamá.
—Oh sí cierto —sonrió Pruna con complicidad—, perdóname mamá
Lorena rebosaba de felicidad, al fin podía tener a todos sus hijos juntos, qué más podía pedir —es hora de que conozcas a tu hermano. Puedes salir peque... ¿Dónde se habrá metido? ¡Vadas!
—¿Enserio lo habéis llamado Vadas? —rio poco convencida la mujer.
—En realidad Hans quería ponerle Vad, pero, como ves no se lo permití.
—Me pregunto por qué eligieron ese nombre...
Un caballo pasó a todo galope con un niño en su lomo, entonces Lorena alarmada recogió sus faldas y fue tras el caballo —¡Vadas! —Gritó—. ¡Es peligroso, detén ese caballo ya mismo!
—¡No quiero! —Gritó—. ¡Déjenme en paz, me voy a morir!
—¡Pero qué estás diciendo pequeño sin vergüenza! ¡Hans!
—Déjalo mujer, ya sabes que no va a detenerse aunque lo llames.
—¡Pero!... ¡Es peligroso!
—¿Y qué vas hacer?, ¿Halarle los pelos al caballo para que se detenga?
—¡No seas despreocupado, Hans! —chilló la mujer, Pruna desvió su atención de la discusión de la pareja y divisó a lo lejos como su esposo corría tras el chiquillo
—Entonces tú eres Vadas... —agitado el gigante le sonrió al niño quien lo ignoró por completo—. Veo que eres muy maleducado. ¿Quieres competir a ver quién va más rápido?
—Te ganaría aun con los ojos cerrados.
—¿Ah sí? ¡Gáname entonces! ¡Arre!
—Viejo loco, ¿Crees que puedes ganarme?
—¿A quién le estás llamando viejo loco, mocoso insolente?
—Sigue durmiendo y ya verás cómo te gano.
—Sí, sí, claro...
—Oh... señor, detente...
—¿Crees que me vas asustar?
—¡No seas terco y detente! —gritó el niño asustado, dado a que no conocía las tierras, sin embargo Lorand al ser más alto vio lo que se aproximaba, estaba consciente del peligro que había más adelante, así que justo antes de aproximarse al abismo, se detuvo y bajó del caballo atando las riendas a un árbol cercano.
—Esto, Vadas, es lo que pasa cuando se corre por un lugar desconocido, baja del caballo, déjame enseñarte por donde ibas a caer si no hubiese galopado detrás de ti —le extendió la mano y el niño acercándose a él le dio un mordisco en uno de los dedos.
—¡Bastardo loco! —Rugió el menor—. ¿Cómo se te ocurre...? ¡Ibas a matarte! —gruñó y entonces sin que pudiera evitarlo las lágrimas empezaron a descender por su rostro. Sin su ayuda se bajó del caballo y lo ató a otro árbol.
—Era esa mi intención, Vadas. Tienes que empezar por aprender a escuchar a tus padres.
—No me digas que hacer, no me conoces.
—Oh, sí te conozco, te pareces mucho a un niño que conocí una vez.
—No continúes por ahí, no necesito que me cuentes tu vida —dijo con gesto amargado—. Dudo que algún ser humano en esta tierra haya pasado por el infierno que tuve yo que pasar... pero, no importa, querías darme una lección y ya me la diste, ahora me largo.
—No, jovencito, ven aquí —murmuró el hombre y lo atrajo a sus brazos, aunque el pequeño se resistió y lo llamó bastardo y pervertido. El hombre acarició su cabello y sonrió—. No importa lo mucho que suframos en la vida, no podemos permitirnos quedarnos en el piso, tenemos que levantarnos y seguir luchando, hay mucho peso en nuestros hombros quedarnos en el suelo no es una opción... pero tú pequeño, aun eres un niño, no deberías pasar por este dolor, así que permítenos ayudarte a superar todo esto, comparte con nosotros la carga, Vadas.
—No lo entenderíais —murmuró.
—sí, si lo explicas.
—No puedo.
—De acuerdo, pero espero que algún día puedas hacerlo, estaré aquí siempre esperando que lo hagas.
—¿Quién eres por cierto?
—Soy tu cuñado, el esposo de tu hermana quien ha estado esperándote durante toda la mañana y a quien tú solo ignoraste.
—No es mi hermana...
—Ahora lo es, y tienes que vivir con eso, o si quieres podemos regresarte de donde viniste.
—¡No! ¡No quiero regresar!
—Entonces portate como un hombresito y asume tus responsabilidades.
El niño se subió al caballo y le dio una última mirada a Lorand por encima de su hombro —solo para que sepas... soy una niña, no un niño.
Y levantando la cabeza galopó lejos del gigante quien sorprendido miraba el rastro que la niña había dejado tras ella.
—No lo puedo creer —rio y se subió a su caballo regresando al lugar donde estaban su tío su suegra y su esposa
—Oh querido, ¿Dónde estuvieron?
—La llevé al acantilado.
—Oh, tú también pensaste que era una niña —rio Lorena
—Me ha dicho que es una niña.
—Fue lo que nos dijo cuándo lo encontramos, pero luego le dimos un baño y vimos que es un varoncito en su totalidad —rio Hans.
—Entonces me ha tomado el pelo.
—Lo ha hecho para desconcertarte, seguro hicieron una competencia o algo así, ¿No?
—Oh sí, ya lo creo —rio Lorand y todos con él.
La preocupación de Pruna se fue al ver que era solo un niño y que se había llevado aparentemente bien con su marido.
—Creo que a Lorand le hará más bien que a ti, entablar una amistad con Vad... —sonrió Lorena abrazando a su hija de costado mientras los miraban jugar en el pasto.
—Ya lo veré con Árpád en el suelo cuando tenga esa edad
—Vad le servirá de práctica... todo saldrá bien, así que no tienes de qué preocuparte
—Eso espero mamá, eso espero
Sonrió y se sentó en el piso con Árpád, Boriska y su marido quien jugaba muy animado con su hijo y con Vadas.
Él la abrazó y besó su sien con cariño.
Con una sola mirada entendieron que no importaba nada, para ellos siempre el hecho de que se amaran sería más que suficiente.
Amar no es, dejar para después sino actuar en el momento, no es, esperar todo de esa persona, sino entregarse sin esperar nada a cambio, amar no es sacrificio, sino esfuerzo, amarse es anhelar a esa persona aun en medio de las dificultades, es aceptarse, es perdonarse, es reconciliarse, tarde o temprano... y quizás muchos pensaréis que este concepto de amor es muy ambiguo, pero así lo veían ambos, entendieron que amar es una decisión y Lorand había decidido amar a Pruna... pese a todo.
Estaba dispuesto a negociar cualquier cosa, con tal de tener un poco de paz y felicidad, junto a la mujer con la que quería pasar el resto de su vida y sus hijos.
Nadie podía garantizar que no pasarían más calamidades, en efecto ni siquiera se podía garantizar que él no fuese hacerle daño en algún momento, pero tenía la certeza de que aprenderían a aceptarse y amarse con el paso de los días, hasta el punto de que afrontarían cada dificultad, juntos.
No fue perfecto, porque nada en la vida lo es... ¡Oh!, pero se amaron mucho, todo lo que fueron capaces.
Esa misma noche, él la amó hasta que solo pudieron escuchar el ruido de sus respiraciones, hasta que ambos olvidaron el pasado y hasta que entendieron que eran una sola alma que estaba destinada a permanecer unida.
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