XIV
●ღ●
—¡Me prometisteis una virgen!
—¡Ella era virgen cuando la enviamos de Inglaterra!
—¿Cómo podéis garantizarme eso? La toqué y no lo era...
—¿La tocasteis sin ser vuestra esposa?
—Tantos rumores de su adulterio ¿Y me casaría con ella sin ser doncella? No señor, ¡Así no es cómo funciona!... además, esto incumple el contrato en su totalidad ¿Qué hará la reina al respecto?
—Señor Báthory —cortó la señora Rainer—, preferiríamos que mantengáis este problema dentro del castillo, lamentamos la actitud deplorable de Hannah, en cambio, si os parece bien, podemos ofrecerle a nuestra otra hija, Lara...
—¿Vuestra otra hija?
Kuna podía ser de todo, menos un buen hombre... pero el nivel de indiferencia de los padres de Hannah empezaban a molestarle, con sus hijos jamás permitiría algo así. Ni siquiera se inmutaron al verla llena de sangre y ahora le entregaban a su otra hija como si nada.
—Sí señor, considerad que el trato fue hecho entre Lara y vos.
—No es tan fácil, ambos reyes tienen que aprobarlo.
—Pues solo necesitaríamos la aprobación del emperador, puesto que la reina ya ha firmado.
Sonrieron con avaricia mostrándole a Kuna una carta firmada por Ana.
●ღ●
Cuando por fin Pruna estuvo consciente, Lorena fue la primera en acercarse a ella.
—Lorena...
—Tranquila, ya te he dado una dosis de láudano, hace un par de minutos.
—Oh... ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
—Una semana, esta es la quinta vez que despiertas, así que puedes hablar con libertad, lo que me preocupa es que el láudano te esté afectando... mmm —Lorena siguió balbuceando cosas inentendibles para Pruna, así que esta se limitó a cortarla, le urgía hablar con ella sobre un asunto importante, y más si ya tenía una semana allí... solo le quedaba orar para que siguieran allí.
—Gracias... pero... Lorena, hay algo que debes saber.
—Hay mucha gente aquí...
—¡Oh! Pruna, te has despertado —interrumpió Linka y se acercó a la cama de la castaña.
—Gracias por estar aquí.
—¿Cómo podéis agradecerme estando así? Tonta.
Sonrió y la abrazó dejando un beso en su frente.
—¿Y vosotras desde cuando sois tan cercanas? —cuestionó Lorena enarcando una ceja.
—No lo somos, todavía.
—Necesitamos hablar algo importante —dijo Pruna—. ¿Podríais?... entendiendo que ambas mujeres querían hablar a solas se dirigió hacia el centro de la habitación y colocó sus brazos sobre las caderas, gesto que la caracterizaba.
—Vamos, todo el mundo afuera. —declaró empujando a todos los criados fuera de la habitación.
Una vez se fueron todos y la puerta fue cerrada, Pruna se acercó a Lorena y le susurró:
—He encontrado unos documentos en la habitación donde estaba antes.
—¿Cómo? Dudo que Kuna haya sido tan descuidado de dejaros en una habitación con documentos.
—Pues puede que alguien los haya puesto allí... pero, tienes que buscarlos, los metí dentro de la almohada, dile a Hans que los busque para que podamos hacer algo al respecto.
—Pero, ¿Qué dicen los documentos?
Lorena frunció el ceño, puesto que Pruna siempre usaba honoríficos con ella, pero no dijo nada, tal vez al leer dichos documentos tomó la confianza para tutearla. Eso era una buena señal, ¿No?
—Dicen que...
—Así que aquí estabas... que irónica, metiéndote en la alcoba de tu antecesora —ambas se detuvieron y giraron el rostro hasta la puerta, Lara yacía allí con una sonrisita irritante, de esas que Pruna tanto odiaba, se preguntó cuánto había escuchado su hermana de su conversación con Lorena, puesto que la puerta al ser abierta no había emitido sonido alguno.
—Lara... ¿Qué haces aquí?
—¿No lo sabes, hermanita? Me casaré con el conde.
—Oh... que bien, por ti, espero que no te encierre ni te azote frente a los criados —dijo cínica Lorena con una sonrisa
—¿Y vos sois?
—Mi madre —interrumpió Pruna, Lorena la miró asombrada.
—Con que esos documentos —expresó la mujer, entendiendo finalmente todo a lo que Pruna se refería.
—Oh... sois Lorena...
—Así que ya lo sabes, ¿Quién te lo contó, mi padre, tu madre?
—Eso no es de tu incumbencia, querida Hannah.
—Oh, de acuerdo... ¿Así que solo has venido a restregarme en la cara que tú te quedaste con el conde? ¿Eres acaso tan cínica y perversa? Esto excede tus límites hermanita ¿Crees que quiero quedarme con semejante bastardo luego de hacerme esto?
—Oh ya deja el drama, vos —miró con desdén a la señora—. Salid de la habitación... necesito poner las cosas claras con mi "hermana".
—Ni loca te dejo sola con Hannah.
—Lorena, por favor, necesito escuchar lo que ésta víbora tiene para decirme.
Reacia, se alejó y salió de la habitación, mas, no cerró la puerta del todo, quería cerciorarse de que la rubia no le hiciera daño a su hija.
Su hija... sonrió de alivio, por fin podía dejar de fingir y llamarla suya, como tanto había anhelado durante 20 años.
—Tonta, me has lastimado enserio con lo que has dicho —sonrió Pruna.
—Me ha cercenado el corazón ver como el conde te lastimaba... ¿Dolió mucho?
—¿Tú qué crees? Ven aquí, dame un abrazo pequeña traviesa.
Lara Rainer era cuatro años menor que su hermana, siendo por un pelo mayor que Rupert, pero era en efecto la más hermosa de los hermanos Rainer, tenía el sedoso cabello rubio, dorado como los primeros rayos de sol que besaban la tierra, los ojos grises de los Rainer, pero más vívidos, más brillantes, más joviales y por su puesto la grácil figura de su madre, el cuello largo y la cintura estrecha. Sin mucha ayuda necesaria, era toda una belleza y ahora se había convertido en la beldad de su familia, porque Hannah había sido un fracaso a los ojos de sus padres, de eso estaba segura.
Trina odiaba que Hannah y Lara se llevaran bien, por eso ambas hicieron un pacto, de que fingirían delante de todos que se odiaban, aunque en realidad se amaban con locura ¿Infantil? Ellas preferían verlo como supervivencia.
—¿Estás segura de casarte con el conde?
—No tengo otra opción... además, yo sí conservo mi virtud, no sabía que todo eso era tan importante para los hombres —arrugó la nariz—. ¿Cómo hiciste para...? ¿Son ciertos los rumores?
—No, Lara. Me casé con un hombre maravilloso, pero que Rupert odia.
—¿Cómo que te casaste? ¿Y a quién no odia Rupert?
—Cierto —ambas rieron—. Pues, así como lo oyes, me casé. Tuvimos nuestra noche de bodas justo antes de que el conde me raptara en contra de mi voluntad. Pero no he revelado a nadie esto, solo a ti.
—Una vez me libere de este hombre nos presentarás ¿De acuerdo?
—Por supuesto.
—¿Cómo te enteraste de que Lorena es tu madre?
—Encontré unos papeles en la habitación...
—Uff, que alivio, pensé que no los encontrarías.
—Aguarda... ¿Fuiste tú?
—Sí, fue con ayuda de Lorena, aunque le mentí diciéndole que era solo un documento para que supieras que con quien estás realmente comprometida es con otro hombre y no con Kuna. Ella sabe de nuestro comportamiento, tuve que contarle para que me ayudara, así que no te preocupes.
—¿Entonces por qué...?
—Porque igual decidí mantener las apariencias, para que no te preocuparas porque alguien más sabía.
—Es mi madre de todas formas.
—¿No estás enojada?
—Para nada.
—Eres extraña... pero eso ya lo sabemos.
Pruna risueña pensó, que si era excéntrica, lo había heredado de su madre.
Su madre... ¡Por fin tenía una madre! Y cuan dichosa se sentía, de que fuera ella.
—Hay algo más Pruna, estos papeles son cruciales, para que puedas liberarte de las garras de los Báthory. Pero primero, tienes que encontrar a un hombre llamado Lorand Császár...
—¿Lorand? ¿Por qué debería encontrar a mi propio esposo? Lara... me he casado con el señor Császár.
—¿Enserio? ¡Qué suertuda eres mujer! No puedo decirte más, ya debo regresar con el conde, así que, toma estos papeles, guárdalos bien y no los leas hasta que salgas sana y salva de este lugar, ¿De acuerdo?
—De acuerdo... gracias Lara
—No hay de qué, ya debo irme. ¡Me retiro víbora insolente! —chilló con una pequeña sonrisa en sus labios.
—Pequeño renacuajo.
Tomó en sus brazos los documentos y los plegó dentro de su falda, ya hablaría con Lorena para que no sacara de allí los papeles cuando fuera a cambiarle los vendajes, mientras tanto se limitaría a descansar, se sentía agotada.
Esa misma noche, Pruna ardió en fiebre justo mientras Klarika, Marget y Kriska abandonaban el castillo, al final Klarika había decidido irse también; Lorena en cambio no pudo acompañarlas, debido al estado de Pruna, pero, Hans las condujo por el túnel e incluso llegó con ellas a la villa Császár.
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