Következtetés
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-¿¡Qué!?
El sonido de algo rompiéndose resonó en toda el ala derecha del palacio de Kensington, era la reina al enterarse de que sus planes habían sido revelados y que su hija nominal había escapado.
-¡Quiero que la busquéis hasta en los confines de la tierra si es necesario! ¡No puede escapar de mí!
La gota estaba sacando lo peor de ella, dejándola extenuada y malhumorada, más grosera de lo común, sin el buen Jorge o su amiga Sarah cerca para que la ayudara a calmarse y encima al enterarse de que Hannah había escapado luego de que el miserable de Gerald le contase todo, simplemente explotó.
Durante meses la buscaron, no obstante la reina en vez de mejorar empeoraba, y así siguió pasando el tiempo.
No importó cuantos individuos de la comunidad reclutaron, ninguno supo decir donde se hallaban, ni siquiera Lara, quien se había encontrado muy raro que su hermana solo escapara así por así, cuando Pruna no era de las que escapaban. Imaginó que algo muy grande pasó con ellos que tuvieron que irse con tanto secretismo y sus dudas fueron superficialmente respondidas cuando vio los guardias reales de Inglaterra y Hungría despedazando cada hogar en busca de su hermana.
Linka cerró el burdel y empezó a trabajar en la mueblería ayudando a su marido y a su cuñada, Akos se había introducido en la vida de todos sin permiso, como hacía todas las cosas, llegando incluso a casarse con Kriska como siempre habían deseado.
Nadie pudo detener el tiempo ni los estragos de este y naturalmente la reina falleció, siendo objeto de múltiples e ingeniosas burlas por el tamaño del ataúd, que fue dos veces más ancho de lo que cualquier otro. Su dignidad se vio por el suelo y nadie pudo ver lo desdichada y desesperada que fue, luego de haber perdido 17 hijos, un marido y la única oportunidad de continuar con el linaje de los Estuardo. Mas, su enfermedad y soledad, fue en su totalidad incomprendida, juzgada y burlada hasta el día de su muerte.
En su lugar el príncipe Jorge I de Hannover su primo segundo, ascendió al trono.
En la comunidad Császár hubo fiesta cuando la reina falleció, porque eso significaba que Lorand y Pruna finalmente podían volver.
El día en el que la noticia llegó al valle de los huesos, Pruna lanzó un grito tan alto que Lorand asustado corrió hasta donde ella estaba, pensando que había roto fuente, debido a que estaba en las últimas etapas de su tercer embarazo.
-¿Qué ha pasado?
-Lorand, ¿No te has enterado? ¡Somos libres!
-¿Libres?
-La reina ha muerto.
-¡Pruna! Me has dado un susto de muerte, ¡Pensé que habías roto fuente!
-No seas exagerado amor, ¡No grité así con Victoria!
-Aun me duelen los oídos por tus gritos -fingió irritación y la abrazó besando su coronilla mientras ella sonreía con autosuficiencia.
-El que gritaba, eras tú Lorand.
-Touché.
-¿Cuándo empacamos?
-Cuando empaco -enfatizó-. Tú no puedes moverte en estas condiciones, si te hago subir a una diligencia así, tu madre va a matarme.
-Tienes razón, aunque me gustaría dar a luz en una cama de dosel, donde esté cómoda -dijo con aire nostálgico mirando de reojo la reacción de su marido.
-Pruna, no podría perdonarme que pasara algo con el bebe porque quieras dar a luz en una cama de dosel, puede que hayan pasado casi cuatro años desde que perdimos el primero, pero perder uno más no creo que ninguno de los dos pudiéramos soportarlo, no luego de ver con Victoria como es la maternidad, verte amamantando a mis hijos y mimarlos ha sido la mejor experiencia.
-Entiendo, lo siento, ya tendremos tiempo para descansar en camas de dosel, pero, ¿Qué haremos entonces?
-Esperemos a que nazca el bebé, y cuando ambos estén fuertes iremos juntos los seis a la comunidad.
Sin embargo, tuvieron que esperar más tiempo del indicado porque, no fue uno, sino que fueron dos bebés que salieron de la tripa hinchada de Pruna, dos hermosos varones con el pelo negrísimo como su padre, quienes requirieron de toda su atención hasta que estuvieron lo suficientemente grandes para viajar.
Mientras tanto Lorand envió anunciar a su madre la situación y esta no tardó en convocar a todas las familias de la comunidad para comunicarles el estado de Lorand y Pruna y la buena noticia de su embarazo.
-Señora -dijo Lahaye, el abogado-. Pienso que lo ideal sería darles una fiesta de bienvenida o algo.
-A Lorand no le gustan las sorpresas, pero podemos hacer una fiesta para la llegada de los gemelos si le avisamos a Lorand de antemano.
-Me parece bien, ¿Decoraréis vos misma?
-Las mujeres me ayudaran y lo tendremos listo en cuestión de días.
-Perfecto, os dejo entonces a que continuéis en lo vuestro
La señora Császár se encargó una vez más de todo lo referente a comida y festejo, logró mantener la paz en la comunidad durante los años que su hijo estuvo ausente, pero como madre anhelaba tenerlo tan cerca como lo había tenido casi toda la vida.
Imara amaba a todos sus hijos, pero en Lorand tenía un aliado y un socio competente, era su descanso y el pilar de su familia, por lo que tenerlo lejos fue difícil, pero sobrevivieron, deseó que se hubieran tomado aquel tiempo como descanso de la vida ardua burguesa y aristócrata, deseó con todos sus huesos que pudieran haber aprovechado aquello para amarse un poco más entre ellos.
Y vaya que lo habían logrado, cuando los vio nuevamente luego de aquellos largos tres años, vio en la mirada de su hijo el mismo amor loco que destellaban sus propios ojos cuando su marido vivía y se alegró mucho, de que su hijo fuera tan parecido a ella.
Se acercó y los abrazó a ambos con el mismo fervor, sintiéndolos a ambos como hijos propios y de inmediato se encontró con la buenísima carita de su nieto más pequeño, una dulzura regordeta que la miraba con desconfianza, pero que luego de un rato de mimos le extendió los brazos y ella gustosa lo alzó besando una de sus mejillas.
-Me pregunto por qué gemelos -dijo Lorand
-Tuve una gemela que falleció cuando éramos niñas, tal vez por eso Dios me ha bendecido con nietos gemelos.
-Imara, espero que sigáis pensando en ellos como bendiciones cuando os toque cuidarlos en la noche.
-Oh hija, los bebés siempre serán bendiciones.
Se adentraron en la villa y de inmediato Pruna fue rodeada por sus amigas quienes le reprocharon todo aquel tiempo que pasó lejos y chillaron contentas al ver a sus tres retoños, quienes eran muy semejantes a su padre, todos unos Lakatos.
Linka en particular le mostró tres pelirrojos que naturalmente eran sus hijos y Kriska mostró su barriga de 4 meses con mucho gozo, fue agradable para todas volver a encontrarse, incluso Klarika, quien también había decidido por fin casarse con Stadler, la recibió con cariño.
Zsiga en particular se acercó a la pareja de recién llegados y abrazo a Lorand durante todos los segundos que su masculinidad le permitió y luego se alejó
-Me permitiré parecer afeminado solo por el día de hoy -levantó a Lorand casi en vilo y le dio vueltas mientras el amenazaba con cortarle las raíces de su descendencia, el moreno siempre lograba sacarlo de quicio con sus bromas.
Todos estaban allí excepto los rostros que Pruna más anhelaba ver.
-Amor -se acercó Lorand sorprendiéndola por detrás- déjame sostener a Gerald, he dejado a Francis con tu madre, mientras relájate un poco y disfruta de la noche.
-Gracias maridito -sonrió besándolo brevemente, sintiéndose loca de dicha y complacida de recibir semejante fiestón en su honor, recorrer aquel salón luego de tanto tiempo reflejaba en ella un éxtasis genuino, acarició con la mirada cada esquina que pudo alcanzar y correteó sin importarle si una dama debía o no corretear por los pasillos, tomó a su pequeña Victoria en brazos y bailó con ella por todo el salón; abrazó a sus amigas compensando todas las veces que no pudo hacerlo mientras estuvo lejos y se dispuso a disfrutar enteramente su reintegración a la sociedad burguesa de la comunidad Császár.
De la cual no tardó en ser señora nuevamente, una vez terminó la fiesta de bienvenida, a unos pocos días Imara le entregó públicamente los derechos de la comunidad nuevamente a Lorand y naturalmente terminaron festejando de nuevo.
Pruna decidió que en vez de festejar, se sentaría en el jardín con Linka mientras las demás mujeres cuidaban los niños.
Víctor el primogénito de Linka, llegó hasta ellas y se sentó en el regazo de su madre mientras balbuceaba algo parecido a que había visto una mariposa negra.
-Es hermoso, se parece mucho a Jency, pero tiene tu cabello.
-Sí, este pequeño fattyú sabe que es mi debilidad...
-Estará orgulloso de la madre fuerte, carismática y amorosa que tiene.
-Espero que así sea o si no tendré que azotar gravemente esas nalgas blancas. Era de esperar que fueran todos mis hijos tan pelirrojos como yo. Lorand puede regodearse lo que quiera de la raza de los Lakatos, pero tengo a un escocés de padre y una irlandesa de madre, ambos pelirrojos... de niña siempre quise un amor como el que tenían ellos, tan vivo, y salvaje. Soñaba con alguien igual a mi padre, pero soy tan parecida a él que el sueño simplemente no se me dio.
-Sin embargo encontraste a alguien perfecto para ti.
-Ay mi Jency es un caso... aunque es el hijo legítimo del suegro, es un charlatán completo, aun así pienso que nos complementamos. Discuto mucho con él, pero lo amo y él lo sabe.
-Eso es bueno, que se lleven bien con todo y todo...
El grito de Lorand llamando a Pruna las interrumpió y él al localizarla sonriendo se acercó.
-Buenas tardes mi lady -hizo una torpe reverencia y se acercó a su mujer, de inmediato el olor a pálinka inundó las fosas nasales de Pruna.
-¿Enserio Lorand Császár, estás ebrio?
-No -se acercó a ella y susurró-, tomé solo un vaso de pálinka, no más.
-Un vaso de pálinka es más que suficiente para embriagar a cualquiera.
-Yo no me embriago tan fácil, por el contrario mi hermano, está un poco... pasadito.
Y como si lo estuvieran llamando, Jency se acercó con paso irregular hasta donde estaba su esposa.
-¡Linka! Mi reina, dueña de mi corazón, princesa de mi alma, ¡Ay!
-canturreó-, me voy con Lorand y Zsiga a la ciudad, no me esperes despierta.
-No vais ninguno de los dos para ninguna parte en ese estado.
-Linka, dale órdenes a Jency, no a mí...
-Tú cierra el pico y ve a despejarte, cuando estés completamente sobrio podrás ir hacer lo que tienes que hacer, pero no con Jency, si quiere seguir durmiendo en un jergón acogedor, no va para ninguna parte -objetó Linka-. ¿Ves lo que te digo? -le susurró con complicidad a Pruna quien no pudo hacer más que reír.
-¿Estás seguro de que Zsiga irá?
-Ese idiota y yo vivimos peleando, pero nos amamos como hermanitos que somos, ¿Verdad Zsiga?
-A mí no me metas en tus líos, fattyú
-¿Y tú cuando llegaste? -murmuró Linka confundida.
-Descuiden mujeres, están un poco contentos pero no dejaremos a estos jóvenes fuera de nuestra visión -dijo evadiendo el comentario de la pelirroja.
-Eso espero.
-Zsiga, ¿Estoy ebrio?
-No Lorand, no lo estás, no te embriagas con facilidad.
-Mi esposa cree que estoy ebrio.
-El día que Lorand se embriague bailaré una danza indígena.
Lorand como un corderito, se sentó al lado de su esposa y besándola le prometió que estaba bien y que se despejaría antes de partir a la ciudad. Ella sonrió negando con la cabeza -mira como me manipulas.
-No soy manipulador, me ofendes.
-Ve con cuidado ¿Si?
-Siempre tengo cuidado.
Besándola una vez más se levantó y se dispuso a ir hasta su habitación a descansar un poco antes de partir con los preparativos de las cosas que escaseaban en la comunidad.
Por su parte Jency se acercó a Linka haciendo un puchero.
-A mí no me dejas salir, no soy Víctor, ¡Debo ser un hombre libre!
-Eres un hombre libre Jency.
-¿Ah sí?
-Sí, por supuesto, tan libre como van a quedar mis manos luego de que te azote por embriagarte y querer cabalgar.
-Si señora como usted diga -sonrió besándola.
-Estás demente Császár.
-Tú me tienes demente amor.
-Pruna, tendremos que seguir hablando en otro momento, tengo que llevar a mi pequeña, y a mi pequeño a dormir.
-Dejen de decir que soy mujer, soy un macho pecho peludo...
-Sí, machote, vamos a la cama.
-¿Te acostarás conmigo?
-Bestia, que eso no se dice en público, ¿Qué no ves que Pruna está presente?
-Estoy segura de que a Pruna le gusta mucho acostarse con mi hermano, ¿Cierto? Qué asco -dijo haciendo una mueca-. ¿Cómo puedes acostarte con él?
-Linka, llévatelo por favor -rio nerviosa la mujer, azorada por el rumbo que había tomado la conversación.
-De acuerdo, hablamos luego.
Aun sonrosada Pruna se dirigió a tomar a sus bebés en brazos y llevárselos de allí mientras su padre descansaba luego de tanta fiesta, sonrió y pensó que merecía disfrutar antes de regresar a la faena.
Y así siguieron hasta que todo concurrió con cierta normalidad.
El amor floreció en Szombathely como nunca en los últimos años, Kriska dio a luz a un hermoso par de mellizos, una niña con el pelo tan rubio como el de su padre y un hermoso baroncito muy parecido a su tío Jency -pobre de mí -dijo al verlo-, ya era suficiente con un solo bufón en la familia.
Y aun así lo amó con total intensidad.
Klarika y Stadler tuvieron una hermosa princesa que por desgracia falleció a la corta edad de 2 años, luego de eso migraron hacia Pest y quedó ella de nuevo encinta, esta vez de un varoncito.
Imara siguió siendo la misma "ogra" como su nieta Boriska la llamaba, malcriando nietos y cocinando con Harmat, a quien no se le daba muy bien el gulyash.
Zsiga y Marget se trasladaron también a Pest donde formaron su propia comunidad también llamada Császár, con los mismos principios y valores de la primera.
Linka siguió gobernando a Jency y él adorándola como siempre. Tuvieron 5 hijos, de los cuales, tres fueron pelirrojos y los otros tan morenos como su padre.
Lorena y Hans se dedicaron de lleno a la crianza de sus dos hijos con ayuda de Lorand quien se tomó la libertad de apadrinar a Vadas.
Y pues, Pruna y Lorand, aparte de Victoria, Francisco y Gerald, no pasaron muchos años cuando, en la época navideña, llegó otra buena noticia a la casa de los Császár.
Los niños jugaban en las calles arrastrando latas y cantando villancicos, mientras que las familias cada una en sus hogares se atiborraban de comida y dulces, niños, ancianos, todos, esperando atentos la llegada de Mikulás y dejando los zapatos bien limpios en las ventanas para que el hombre los viese.
Ese año, después de muchos problemas, por primera vez en la comunidad celebrarían la navidad en la villa Császár y bien habían empezado el primer domingo, encendiendo una de las 4 velas de la corona, como dictaba la tradición, disfrutando de la estadía en el enorme castillo y viendo con tranquilidad el paso de los días hasta llegar a la noche de Mikulás, la noche en la cual llevaría regalos a todos los niños.
Uno de esos niños traviesos yacía empachado con dulces recostado sobre el vientre de su mujer mirándola.
-Mikulás te ha enviado una carta -sonrió misteriosa.
-¿Ah sí?, ¿A mí?
-Oh sí, por supuesto, ¿Quieres leerla?, ¿o prefieres que te la lea?
-Prefiero hacer otras cosas -sonrió mordisqueándola-. Pero ya que ha sido Mikulás tendré que escucharla, léemela por favor.
-Por supuesto esposo mío. Dice así: Al señor Lorand Báthory Császár... vais a ser padre, firma: Mikulás.
-Mikulás debe estar loco, porque yo ya soy padre.
-Sí, tienes cinco hermosos pequeños, pero, es posible que vayas a tener un hermoso más.
-Aguarda... ¿Pruna qué...? -exclamó y se incorporó tomando sus manos entre las de él-. ¡¿Enserio?! ¿Enserio, enserio, amor mío?
-Enserio, enserio mi amor, estoy encinta.
Extasiado el hombre sonrió, como nunca, ni siquiera los dulces que se había comido hacía un rato le causaban tal alegría. Besó a su esposa hasta robarle el aliento riendo a puras carcajadas contagiándola y ella colmada de felicidad a su vez, no tardó en reír igual de escandalosa.
-¿Cómo lo llamaremos?
-No lo sé, ¿Cómo quieres que se llame?
-Cualquier nombre que elijas, para mi estará bien -sonrió él acariciando la tripa plana de su amada, evocando la noticia que recién había obtenido.
Aquella noche se amaron hasta que sus cuerpos quedaron agotados y sobre su edredón se derramaron sus corazones latiendo rápidamente, a la espera de un nuevo roce, una nueva caricia, se levantó el viento a su favor y de allí en adelante, repitieron el amor de Lorand a su esposa, todas las noches.
Resultó que, Pruna nuevamente estaba embarazada de dos bebés, esta vez mellizos, un niño y una niña, ambos idénticos a su padre "Por si tuviste alguna duda de que fueran tus hijos" fue lo que dijo Pruna cuando Lorand vio el par de pequeños y él se limitó a besarla y aclararle que nunca tuvo dudas.
Y así ambos criaron juntos a Boriska Ádálin, Árpád, Victoria Belén, Francisco y Gerald; y Elizabeth e Iner Császár Rainer
Todo estaba en orden y todo era correcto, como debió ser desde la primera vez que se encontraron.
Ahora podían amarse en su totalidad sin tener que temer ser perseguidos, o secuestrados o cualquier otra de las cosas que tuvieron que padecer. Miraron los progresos que habían hecho juntos en su comunidad agradeciendo siempre a Dios por permitirles dicho privilegio.
Y tomando sus manos recordaron aquella tarde donde la brisa se acopló a sus corazones y la naturaleza danzó alrededor de los vaivenes de sus labios unidos, por amor.
Amor en su expresión más pura, ¿Qué más romanticismo puede haber, que entre los tulipanes suspirando ante su beso? ¿O el silbido del viento complacido ante la escena? En aquel momento estaban en paz con la belleza de cuanto los rodeaba y ¡Oh! Cuán privilegiados se sentían, por ser parte de aquella danza apasionada de las hojas secas cayendo al suelo, los árboles en su máxima sabiduría susurrantes, animándolos y reconfortándolos.
Tuvieron altibajos y no solamente los que vimos en esta historia, muchos de ellos fueron una vez casados. Pero todo lo que habían pasado ya, les había enseñado, que no importaba lo que se levantara contra ellos, el amor que se tenían, la decisión férrea de amarse lograría que pasaran cualquier adversidad.
Y se amaron... definitivamente se amaron.
Para que una historia de amor se escriba, solo se necesita que dos personas se amen.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
No se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser.
1ra de Corintios 13
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