21/ Carta de una Mentira (Parte1)
Carta de una mentira.
Espero que esta carta te encuentre bien. ¡No tienes de que preocuparte! No la escribo desde el más allá. Quizás tengas muchas preguntas, por ahora, puedo decir que he podido seguir adelante, de alguna forma. Al parecer tengo el raro y exclusivo derecho de enviar cartas al exterior, hasta donde sé, esto no está permitido del bloque C en adelante, puede que me equivoque, pero pienso que Nezu tiene algo que ver en esto. Conveniente ¿No lo crees?
Es sorprendente lo que se puede vivir en tan pocos días. Quisiera desahogarme si no te molesta, y bueno, te llegará la carta... posiblemente, ya sabes un poco de mi situación y no puedo entrar en detalles.
Empezando por el hecho de que he sido transferido a un área especial, debo agradecerles a los tropiezos en el funeral. De ahí en más, digamos que ahora soy capaz de participar en «trabajo de voluntariado», me recompensan si las cumplo y me comporto como esperan, al menos ya no pasaré horas viendo la pared en mi celda.
¡También he conocido algunas personas extravagantes! Y hay una chica, Kei, es mi compañera de celda, o lo era hasta que nos transfirieron, pero algo me dice que nos veremos a menudo. Te agradaría, sus personalidades son totalmente opuestas, aun así, estoy seguro de que se llevarían bien.
Los problemas me sobran, tuve una discusión con este sujeto... Donald, y su amigo Morgan, querían que les diera mis cosas, y recibí ayuda de alguien que, a decir verdad, no tengo idea si su forma de actuar fue lo mejor. Disculpa la pregunta, pero... ¿Cómo puedes ser amigo de un asesino?
Es suficiente de mí, ¿Qué tal te ha ido desde mis lecciones? Lamento ser un inútil al no haber ayudado más, estaba resentido de alguna forma, lo siento por eso. Ahora quiero escuchar las historias de la heroína Melissa Shield.
Me encuentro bien, es cuestión de... no ver atrás.
—Izuku Midoriya.
『𝐈』
«De enviar a un doctor a cumplir el deber de un abogado a un juicio, no uno cualquiera, hablando de una situación de la que dependerán muchas, pero muchas cosas de su eficiencia ¿El doctor sería capaz de lograr este rol? ¿O fallaría estrepitosamente?»
«¿Mandarías a un erudito a la batalla?»
«¿A un arquitecto a pilotear?»
«¿Me enviarías a suplir al símbolo de la paz?»
『𝐌𝐞𝐥𝐢𝐬𝐬𝐚.』
El vehículo se detuvo en seco, entre una camioneta y otro taxista, estacionados en la entrada de un gran hotel. Reconocí la camioneta, la había visto antes en una reunión con Endeavor, y al lado opuesto de la calle hay un auto clásico y otro de color rosa, en el mismo orden pertenece a Snipe y Midnight.
—Hemos llegado, señorita —llamó el conductor.
—Ah, lo siento, ahora hago el pago... —balbuceé rebuscando en mi bolso.
Para otras chicas es sencillo organizar sus pertenencias en estas cosas, incomprensible, viendo la poca eficacia que le he podido dar.
Ajuste algunos yenes, suficiente, si no fuera por los centavos faltantes. Los conté en mi mano uno a uno con el dedo índice. La mirada del señor, una comprensiva, hizo nada menos que imponer presión sobre mí.
—Adivino que es extranjera, ¿Europa? ¿América, quizás? —su intento por entablar conversación me dio a entender que ya me tardaba demasiado.
—Soy estadounidense. Lo siento mucho señor, me ha costado adaptarme a ser independiente en un país extranjero.
En mi inocencia por haber logrado sacar el dinero, suelto mi bolso, intenté recuperarlo con movimientos torpes; lo hice dar dos giros en el aire, dando como resultado en que mis pertenencias se desperdigaran por el suelo del taxi.
»¡No puede ser, este será un día muy largo! —Bajé para alcanzar todo lo que perdí.
Tal tortura por el miedo de romper mi traje. Suelo vestir ropas cómodas a menos que amerite algo deportivo o un atuendo casual, hoy he tenido que llevar este incómodo atuendo profesional, el tío Might insistió en que a estas reuniones se debe asistir como si fuera una oficinista debido a las nuevas regulaciones.
Soy una inventora, la investigación en un pequeño taller amerita la ropa necesaria solo si alguien llegase de improvisto, dicho de otra forma, de estar bajo mi control: trabajaría en calzones. Eso en caso de la Melissa de una profesión anterior, la yo heroína es llamada a estas asambleas temprano por la mañana.
Cada semana.
Siempre es lo mismo.
«Obligaciones, tareas, charlas, capacitaciones sociales y mucho, pero mucho papeleo. Creía que ser héroe constaba de una vida de diversión en el exterior, a diferencia del inventor», me dije echando un ojo debajo del asiento, me faltaba mi licencia de héroe.
—¡Oh, Esto explica muchas cosas! —señaló el hombre de bigote italiano, al levantar la cabeza me doy cuenta de que sostenía mi licencia con las cejas arriba.
Sentí que me ruborizaba.
—Ay, pero qué vergüenza. —Recibí la tarjeta de regreso—. Esta es de las cosas a las que me cuesta adaptarme desde que llegué.
—Claro que sí ha venido a este lugar en particular, es porque es parte del rubro, quiero creer. Los del mío solemos enterarnos de muchas cosas.
—Sí bueno, algo así; sigo en entrenamiento, ya que empecé la carrera un poco tarde. —Con el tiempo corriendo, logro recoger todo y apartar la paga por el viaje—. Listo, siento mucho atrasarlo de esta forma, estas cosas me vuelven torpe de un momento al otro.
El señor del bigote se rio sobándose la barriga debajo del volante.
—No hay de que disculparse, niña, ya debe ser duro optar por este trabajo, siendo extranjera has escogido mal momento para dedicarte a esto. Te habría ido mejor en tu país.
—Si soy sincera, tiene toda la razón... —inflé las mejillas.
—Levanta la frente en alto, niña, los héroes siguen siendo respetados... —Hizo una pausa, pensándoselo con una mueca—. La mayoría al menos. Eres una heroína, teniendo en cuenta los tantos que renunciaron al puesto.
—Sí, aunque no sea lo que esperaba estar haciendo... —Mi tono se entendió sobre el pesar que me significaba titularme de héroe, quizás demasiado, el hombre lo notó después de todo.
—Ya estás aquí, lo mínimo que puedes hacer es dar lo mejor de ti en esto. —Estiró la mano para alterar la cuenta por el viaje, reduciéndola en un veinte por ciento al precio original—. En Japón, los héroes tienen un descuento exclusivo, escuché que pronto lo retirarán, yo que tú lo aprovecharía mientras pueda.
Balbuceé cuestionando su oportuna amabilidad, ¿Descuento? No estaba enterada de eso. Aparté lo que necesitaba para el pago final, quise calmar lo feliz que me ponía ese veinte por ciento, por estas cosas las chicas me han visto tal cual el perfil de una tacaña, y eso basándome en el hecho de subsistir con un presupuesto mínimo para el mes, teniendo el acceso a ciertos ahorros e ingresos provenientes de algunas patentes que siguen en pie.
«Eso arreglará el gasto imprevisto por esos tacones que compré ayer», Pensé contando de nuevo el dinero, «Si Mina y Momo me vieran así, ya estarían bromeando... y Ochako defendiéndome indirectamente»
Le entregué el dinero al bondadoso señor que se ha apiadado de mi cartera, soy capaz de decir que es un ángel enviado por los cielos con tal de informarme sobre esto, ¡Nadie me lo ha dicho a pesar de cuestionar mi entusiasmo por ahorrar si es posible!
Dejé que el taxi prosiguiera con su ruta, con una sonrisa movía mi mano en son de despedida, hasta que algo me hace dar un brinco del susto. Una motocicleta fue encendida a mi espalda, su motor hizo tanto escándalo, que me distrajo de lo importante.
Un sujeto prácticamente vestido todo de negro, desde el casco, guantes, hasta las botas. Moviendo el retrovisor, levantó la cabeza, notando mi presencia; entonces, levantó la visera de su casco.
—¿Shield? —dijo, procediendo a retirarse el casco.
—¿Iida? Es redundante que utilices una motocicleta ¿no lo crees? —me acerqué unos pasos—. ¡No me digas que ya ha terminado la reunión!
Él sonrió negando con la cabeza.
—No, claro que no, siguen hablando sin parar. Es solo que me he aburrido y he decidido irme —farfulló, dando un mal ejemplo de su queja—. De todas formas, aun estás a tiempo de dejarle tu licencia de héroe a Kanou, te recomiendo tenerlo en cuenta.
Dando una sonrisa final, se puso el casco a nueva cuenta, dio dos acelerones antes de tomar camino. «Esa sonrisa se siente... falsa», dije para mí, un bip proveniente del reloj en mi muñeca, «¡Diantres!», maldije con todo mi ser mi falta de concentración, algo que se ha intensificado durante estos días.
A la entrada del hotel esperaban unas gradas, estas se extendían a lo ancho para recibir a un gran número de personas. Su color es de un blanco hueso, con un relieve decorativo inspirado en dragones y ramas con algunas hojas; en medio, tenía adherida una alfombra roja con bordados de un dorado limpio y elegante, al final del camino carmesí, esperaba una puerta giratoria que me recibió e invitó a entrar.
Al cruzar, contemplé un escenario digno de reyes, un refugio exquisito y lujoso. La iluminación suave realzaba los detalles intrincados de la decoración, y un aroma embriagador flotaba en el aire. Uno de los lugares comunes de reunión con los que cuenta el Servicio Secreto, un hotel de cinco estrellas con temática victoriana, cuya reputación consta de ser difícil de obtener una simple habitación, ya que es exclusivamente para hospedar visitantes selectos, una mentira.
El servicio secreto utiliza distintos puntos por razones variadas, ya sean por reuniones, reportes de sus miembros, recopilación de información y así, inclusive, por mundanos descansos de lujo.
Dos meses luego del arresto de Izuku, el servicio secreto termino por desmantelar y absorber a la comisión; ahora que su reputación fue manchada luego de la guerra con Hawks y Nagant, de seguro les resultaba mejor apuñalar a la comisión por la espalda, a que el gobierno se salpicara con sus trapos sucios.
Me acerqué al inexpresivo hombre vestido de rojo detrás de un gran escritorio de madera. Su mirada se clava en mí, casi como una cámara de vigilancia que ha captado a un intruso.
—Vengo por la reunión corporativa de las doce —expresé con la actuación al nivel de un niño. Nerviosa, ansiosa.
Por el contrario, el hombre me identificó de inmediato, habló con un tono estoico.
—Melissa Shield, alias Shield, se presenta una hora tarde, me temo. —Procedió a tomar nota en una especie de bitácora en su escritorio—. La reunión está por concluir, si se da prisa: llegará para las conclusiones. La sala usual en el quinto piso, ¿Desea algo más?
Negué con la cabeza despidiéndome, de inmediato apresuré el paso hacia el ascensor, «los chicos me van a matar...» Pensé deteniéndome ante las puertas, oprimí el botón, zapateando, intentando que de alguna forma el ascensor llegase más rápido. Levanté la mirada queriendo averiguar en que piso iba, mi reacción inmediata fue sofocar el impulso de gritar: «¿¡En el último!?»
Una abuelita se paró a mi lado, era pequeña, de cabello gris y sonrisa amigable.
—¿Recovery Girl? —pregunté sin pensarlo.
—Hola querida —giró la cabeza viéndome con una ceja alzada—. No deberías estar aquí, ¿No fuiste informada del itinerario?
—Yo... voy tarde... —sudé frío, si los chicos no se enfadaban, lo harían los superiores, peor aún, el tío Might—. ¡Voy tarde, lo siento, adiós!
Me convertí en una bala al salir corriendo hacia las escaleras del hotel. El recepcionista me avistó sin alterar su rígida expresión, tampoco es que le haya dado tiempo de hacerlo. Aventé las puertas... al asomar la cabeza pude avistar el infinito espiral hacia la azotea.
Me quedé pasmada por un instante, si no fuera por la urgencia por llegar, habría dado media vuelta y regresado por donde vine. «Esto no es nada, un simple montón de gradas que me dejarán sin aliento, solo eso» Pensé, comenzando una carrera empinada y escabrosa.
Al llegar al tercer piso, mi corazón latía con fuerza mientras corría, esforzándome por subir escalón tras escalón. Mis pulmones ardían con cada inhalación al alcanzar el cuarto nivel.
«¡Vamos, Mel! ¡No puedes llegar tarde otra vez!», me regañé a mí misma en voz baja, deseando poder usar el Full Cowl para llegar más rápido. Pero sabía que aún no tenía el control suficiente sobre el Ofa. «Esto sería sencillo si dominara el Full Cowl...»
Al llegar al quinto piso, me temblaban las piernas. Me apoyé contra la pared, tratando de recuperar el aliento. Entonces, escuché un sonido que en este momento me llegó de lo más desesperante: el sonido del ascensor abriéndose a mi espalda. Giré para ver a Recovery Girl, quien dejé esperando en el vestíbulo.
—Diantres... —Maldije en voz queda.
—Vaya, sí que eres rápida, muchachita. No debes excederte tanto.
«Jamás se me cruzó por la mente que una abuelita amigable podría sacarme de quicio...»
Fingí una sonrisa.
—Al parecer no soy buena tomando decisiones apresuradas. —Apenas pude enderezar la postura.
—¿Sabes? —Se adentró en el pasillo, apoyada en su bastón—. Todo llega a su tiempo, podrías hacerme compañía ahí dentro y ahorrarte llevar ese lindo traje con manchas de sudor.
Me quedé mirando la puerta del ascensor cerrarse, sintiendo una mezcla de vergüenza por hacer algo tan ridículo, y frustración, por no poder controlar este estúpido poder como me quisiera... como debería.
«No es mi responsabilidad», me repetí, buscando algún consuelo en esa noción. «Solo soy una inventora intentando hallar su lugar en este universo de héroes».
『𝐈𝐈』
Recordando, en la isla sobraban sitios de esta índole, el auditorio del hotel se deja bien parado ante la comparación; en cuanto a la reputación que le precede, que me parecía pretenciosa, en ocasiones me da la sensación de ser incrédula, y en otras me calla la boca.
El gran salón de conferencias, o uno de ellos, se daba abasto para darle su asiento a cada héroe, partícipe de la actividad heroica o de forma directa, individuos relacionados con la seguridad pública.
Viéndolo desde aquí, me llega el recuerdo de una de las universidades a las que me postulé en su momento: varias filas ascendentes con una longitud para posicionar a un gran número de personas, al fondo, adueñándose de la absoluta atención, un hombre señalando información pertinente a las actividades encomendadas según el itinerario del SS.
En el frente, un gran proyector arrojaba datos detallados de nuestras próximas operaciones, iluminando la oscuridad con una luz fría y azulada. Un gran mapa mostraba distintos puntos de interés con algunos nombres, ya sean de héroes, funcionarios o criminales.
—¡Esto es inaceptable! —vociferó Gang Orca. Acompañando su exaltado grito, su puño arremetió dando un golpe cargado de frustración—. Mi área de control está en Tokio, no en Fukuoka. —Su potente tono se recargó de frialdad—. Mi agencia, mis actividades, hasta la compañía, todo está en Tokio.
—Señor Sakamata —llamó Akihiro Kanou, el joven director de la actual división del Servicio Secreto que monitorea a los héroes.
—Es Gang Orca para ti —interrumpió volviendo a sentarse—, perro del gobierno.
—Conocemos la situación de todos y cada uno de los héroes, si los dejamos operar a sus anchas, muchas operaciones quedarán desatendidas por la impertinencia y el egoísmo de estos. —La asistente de Akihiro apagó el proyector, y de forma progresiva se encendieron las luces—. Ya se ha decidido los planes de acción con la junta directiva, con eso claro, pueden retirarse.
Los presentes expresaron su descontento y, en cuanto tuvieron la oportunidad, se retiraron con gesto adusto. Aspirantes, ayudantes, héroes y cualquier persona que mostrara un ápice de rechazo hacia el SS se agolparon en dirección a la salida. Solo unos pocos optaron por quedarse, ya fuera para permitir el paso a los demás o para debatir temas de interés con otros.
Choqué hombros con varios de ellos, maldiciendo que a fin de cuentas he llegado solo para escuchar una queja y despedida. Gang Orca pasó a mi lado, a diferencia del resto, su enorme cuerpo me hizo a un lado por las malas, quise quejarme, si no fuera por escucharlo murmurar algo: «Debí aceptar la oferta de Hawks»
Volviendo a mis propios problemas, me masajeé la nuca anticipándome a las repercusiones de esto, si ya se han repartido los trabajos, ¿Qué se supone que debía hacer yo? Entreabriendo los ojos he notado una cabellera negra que resalta de entre el resto, su porte distinguido me facilita reconocerla.
—¿Melissa? Así que al final has logrado llegar —dijo Momo, despidiéndose de sus acompañantes.
—Digamos que me he perdido algunas cosas. —Nos apartamos, las personas seguían fluyendo.
—Déjame adivinar, has estado en el taller de Mei, su política de cero relojes alterará tus horarios. Por suerte pude encontrarte antes de irme, seremos compañeras en un trabajo. —De su portafolios sacó unas cuantas hojas de papel, anotaciones bien organizadas de primera vista—. He acordado reunirnos con el resto en la noche, hay que afinar algunos detalles.
—Vaya, eso ha sido rápido, eres buena organizadora.
Ella sonrió con un deje de culpa.
—La verdad es que les envié un correo durante la conferencia, a fin de cuentas, se dio información que no nos viene al caso... y la que nos compete, tal vez no te agrade.
Me llevé la mano a la boca, rozando mis labios con los dedos, una ceja alzada me acompaño a intentar adivinar el porqué. Al final, me encogí de hombros y pregunté «¿Por?»
—Para empezar, nuestro líder de equipo será Snipe... —Se restregó el rostro, cansada, o sufriendo el cansancio que espera tener durante este trabajo—. Y ya se debe de haber largado en su auto. Dudo que conteste, aunque lo llame si conduce con su música.
Momo sacó su teléfono, zapateando con impaciencia. Por lo general se muestra con una actitud positiva, o al menos en su medida algo compasiva, ya debe de tener alguna mala experiencia con el sensei.
Dio un brinco y gimió sorprendida, al escuchar una melodía detrás de nosotras, en la entrada había un cartel que decía «Silenciar teléfonos durante la conferencia», la sorpresa radica en el origen de la melodía.
—No puede ser, tiene que estar bromeando, sensei. —Su voz se cargó en severidad.
A unos asientos de distancia, por su atuendo que se mimetizaba con los colores de los asientos y las paredes, no resaltaba demasiado. Snipe dormitaba con la nariz apuntando al techo, despreocupado; me temo que esa postura le dejará un dolor de cuello horrible.
Al pensar que es uno de los héroes que quedaron tras la guerra, me preocupa dejarlos sin personal si abandono el puesto y vuelvo a ser inventora.
El volumen estaba al máximo, así que pude alcanzar a entender la letra de la canción, diciendo algo como: «El cielo resplandece a mi alrededor». Con el ritmo terminó por perturbar su sueño, se restregó el rostro, se desperezó y con todo el tiempo del mundo, dijo un simple...
—¿Aló?
Mientras, gracias a mi distracción, mi cuerpo se hunde en este sillón de frijol. Sondeé el lugar dando varios vistazos, desde la cocina, a la sala de estar, de la entrada o al techo, todo se luce muy sofisticado... costoso, abracé mi cartera con recelo al pensar cuánto cuesta alquilar un apartamento como este en la ciudad.
Al entrar, te recibía un amplio espacio abierto que combinaba la sala de estar, el comedor y la cocina en un diseño minimalista y elegante. Los muebles eran de alta gama, con sofás de cuero blanco y mesas de centro de cristal que reflejaban la luz de las lámparas colgantes de diseño.
Las paredes estaban decoradas con tres obras de arte contemporáneo, a la orilla del edificio, unos grandes ventanales ofrecían vistas panorámicas de la ciudad, inundando el espacio con luz natural durante el día.
No hay quien desconozca el origen de la joven señorita, «Momo Yaoyorozu», segunda hija de Allen Yaoyorozu y Kushina Yaoyorozu, a quien nunca le hizo falta nada... apreté de nuevo mi cartera. Gracias a la ideología de mi padre de «no idolatrar el dinero», mi percepción de este es un tanto distinto, por no decir del todo.
—¡No puedes controlarme con esa excusa barata, papá! —vociferó la propietaria de este sitio.
Llegamos con la intención de discutir el trabajo que al parecer nos tomará un tiempo, a lo mejor y no era el momento o lugar indicado para llevar a cabo la reunión. Antes de dar inicio, alguien abrió la puerta, ¿Quién más, además de Momo, podría tener acceso? Su padre, por supuesto.
Ahora estaban en su habitación, en un segundo nivel al que accedes por medio de unas escaleras de caracol, muy lindo, si no fuese por los gritos de ella proviniendo de allí. «Esto es...»
—Qué incómodo—dijeron casi leyéndome la mente—, pensé que nos invitaría vino Tinto y conocería a un joven mayordomo al cual ligarme, y a como se ven las cosas, gracias al Servicio Secreto, mi única esperanza es conocer un héroe extranjero en la cumbre del año que viene.
Setsuna descansaba la quijada en su palma, en el mueble frente a mí, dando la espalda a la cocina, alcé una ceja al percatarme que faltaba su otra mano.
Se oyó el sonido de una lata de refresco abriéndose.
—Nunca escuchan al adulto a cargo. —Snipe venía de haber vandalizado el refrigerador, además de la soda, traía consigo una bandeja llena de comida—. Les dije que debíamos ir al Mc Donalds, planeaba invitarles el almuerzo.
El Servicio Secreto asignó equipos de acuerdo a zonas, problemas y capacidades presentes. Esto me hace cuestionar la razón detrás de esta elección. Tomemos a Snipe como ejemplo, cuya seriedad parece menor en comparación con otros pro-héroes. Sería más apropiado para él un equipo que lo haga actuar con mayor madurez. No parece contento con este trabajo.
Sensei movió la mesa de centro, la de cristal, hacia su asiento para colocar descuidadamente la bandeja y comenzar a comer cómodamente. Considerando mi corto tiempo en Japón, no es sorprendente que nunca haya visto a Snipe sin su máscara de héroe. En cuanto a los demás, que han vivido y estudiado en UA desde antes que yo, sus caras mostraban la falta de costumbre al verle siquiera medio rostro.
Llevaba el cabello recogido en un peinado de cebolla, shorts de playa, tenis y una sudadera. Al sacarlo del hotel mencionó que odiaba ser llamado en su día libre, parte del camino fue escucharlo hablar sobre lo mala que es la explotación laboral.
Así pues, tenemos este sentimiento de extrañez, le hace falta su habitual máscara, pero llevaba una que le cubría parte del lado izquierdo del rostro, dejando ver solo señales de una fea cicatriz de quemadura.
Conecté miradas con el Sensei, para que al instante llevar la vista a otro lado. Su ojo tenía una clase de deformidad en la pupila, que le hace parecer una estrella de cuatro puntas, de alguna forma: causaba incomodidad, dando la sensación de apuñalarte con la mirada.
—Lo siento, Shield, solo llevo la máscara de mi traje cuando estoy de servicio. Cuesta acostumbrarse a este tipo de miradas, tu amiga Mei también sufre estas situaciones. —De nuevo, me leyeron la mente, supongo que es fácil para ellos.
»En mi tiempo de civil utilizo esta, me han dicho que mi ojo es tan atractivo que es difícil verlo, me disculpo en nombre de todos los guapos del mundo que causan estos problemas. —bromeó mientras la mano perdida de Setsuna se escabullía por un costado.
Snipe le dio una manotada a Setsuna (Intentaba robarle comida sin que se diera cuenta) y cubrió la bandeja con sus brazos.
—¡Sáquese, busca tu propio desayuno! —farfulló molesto.
—¡Sensei, te dijimos que no debías tomar comida sin permiso! —Setsuna recuperó su mano, tal si recibiera a su cachorro luego de ser amenazado por otro más grande, la acarició recelosa—. ¡Si lo harás de todos modos, asume la responsabilidad y comparte el botín!
Setsuna, he hablado alguna vez con ella, es agradable, una chica de carácter de armas tomar; otro de los miembros del equipo, al menos, se ve dispuesta a cooperar juntos con tal de terminar con esto lo antes posible. A pesar de su permanente sonrisa, no parece feliz de ser puesta en este trabajo.
—Recuerden que sigo siendo su superior a cargo, ¿de acuerdo? —hizo un puchero—. También soy su sensei, y como tal, quiero enseñarles que todo lo que desean, esos objetivos, deben ser alcanzados con esfuerzo, no todo se les dará tan fácilmente.
—Sensei, si dices eso, ¿No habías dicho que nos invitarías el almuerzo? Estás protegiendo esa bandeja de plata, que robaste. —Kinoko, la otra integrante del equipo defendió a su amiga, en un tono tímido al igual que ofensivo. No es una mala chica, reconozco que tiene sus momentos intimidantes, pero creo que podremos colaborar juntas sin dificultades. Aunque al principio se mostraba reacia a aceptar este trabajo. Ella se negaba a aceptar este trabajo.
»Pareces un perro hambriento.
—Oh, lo siento, pequeña Kinoko, ¿Quieres? —Extendió el brazo, sosteniendo una misera papita frita.
—¡¿A ella si le darás?! ¡Esto es favoritismo! —reclamó Setsuna.
—Es que me recuerda a mi hermana menor. —Se carcajeó avergonzado, rascándose detrás de la cabeza.
—Sensei, usted es hijo único —murmuré, no quise decirlo, simplemente se me escapó.
—Ah... lo había olvidado... —Hubo un pequeño silencio, la atmosfera hizo que mantuviera el contacto visual por unos segundos, luego volteé a otro lado—. Veo que me conoces un poco, me refería a una amiga de la infancia que era como una hermana menor. Sin pelos en la lengua al decir lo que piensa.
De pronto, la puerta de la habitación de Momo fue azotada con fuerza, la misma salió con una expresión rara en ella, de ojos entrecerrados y la mandíbula tensa, la encargada del grupo 1A, es conocida por su tranquilidad.
Tras ella caminaba Allen, su padre, un hombre con ascendencia asiática y europea. A diferencia del rebelde cabello de Momo, el de Allen lucía un peinado clásico de oficina, elegante, acompañado de una barba corta y marcada.
Sus ojos grises brillaron en medio de su expresión inanimada, en contraste con los de su hija. Al parecer, tenía su propia forma de demostrar su disgusto en sus facciones.
—¡Eres de lo peor! ¡Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión! —rectificó Momo.
—Cuando acordé permitir que fueras heroína, era por un solo motivo, y lo sabes. —Se ajustó la corbata, antes de ver la hora en su reloj—. Es momento de dejar los juegos, hija mía, ¿Qué beneficio viene de mezclarte en un mundo al que no perteneces?
Momo se giró alzando las manos, temblando de la frustración.
—NUNCA, se trató de beneficios —replicó ahogando las ganas de seguir gritando.
—Siempre, se trata de los beneficios, —Allen escrutó la habitación desde las escaleras, viéndonos desde arriba, claro que sabe quiénes somos y que hacemos, pero, ante su mirada, solo pude agachar la cabeza—. ¿Qué es, si no, el resultado de un objetivo?
Pasó al lado de su hija dejando en nada sus reclamos, me daba la sensación, que desde su perspectiva ya había ganado la discusión, incluso de nuestro lado, queda a debate el resultado. No se molestó en dedicarnos una palabra, solo un vistazo por sobre el hombro con una frialdad más allá de cualquier invierno.
En cuanto a su heredera, tardó en procesar tantos sus palabras, como su actuar. A lo mejor, el ruido de la puerta al cerrarse, logró sacarla de su trance. Se dio la vuelta, viendo con ojos bien abiertos, abriendo la boca con las palabras atoradas a medio formular en su garganta.
Terminó por ser dominada por su rabia e hizo una mueca, levantando los brazos a la altura del rostro, parecía que sus manos ahorcaban a alguien hasta que contuvo la respiración, de ahí que, por fin pudo exhalar un aire que calmara sus nervios.
Bajó cargando con un cansancio que curvaba su espalda. Siendo sincera, tuve mi propia discusión familiar antes de llegar aquí, así que puedo comprender un poco ese sentimiento.
—Lamento mucho que hayan tenido que presenciar eso. —Se masajeó la sien.
—Vamos, no te disculpes, entiendo que debe ser difícil cargar con tantas responsabilidades —respondí en un intento de ayudarla. Por otro lado, la persona menos esperada rompió la tensión.
—¿De qué hablas? No he presenciado nada. —Snipe habló con la boca llena de papitas—. Todo sea por evitar silencios incómodos. Estoy dispuesto a hacerme el ciego y el sordo si es necesario... pero todos tenemos diferencias con nuestros seres queridos en algún momento, ya se resolverán.
Momo asintió con una débil sonrisa.
—Gracias, sensei. —Trajo consigo el portafolios donde guardó toda la información sobre el trabajo.
—Entonces, ¿qué propones? Ese sujeto ha estado ausente desde la guerra. —Setsuna señaló una fotografía—. El Grupo A tuvo el placer de conocerlo; tal vez tengan una impresión de su modus operandi.
—En ese caso, no creo que pueda ayudar —dije levantando la mano—. Aquí dice que fue capturado antes de mi llegada. Ahora que lo pienso, quisiera haber estado ahí de alguna forma.
—Bueno —contestó Setsuna, colocando su dedo índice en su labio, sopesando lo que diría posterior a esbozar una sonrisa compasiva—. Ese es el problema, las cosas que sucedieron escalaron su nivel conforme pasaban... Midoriya, los que no están con nosotros ahora, e incluso Shinso que aspiraba a unirse a nuestra promoción, casi parece que esto trae mala suerte.
—Oh... lo siento, no quise parecer insensible. —Intenté desviar la atención del tema, y regresar a la discusión principal—. Al menos tenemos información de primera mano, ¿verdad, Momo?
Ella hizo una mueca incómoda y jugueteó con su lápiz intentando formular su respuesta.
—La verdad, no tengo idea. Tuve mis propios problemas en aquel entonces, y por lo poco que sé, es extraño que no haya sido atrapado al poner un pie en la sociedad. Siendo franca, será algo muy tedioso.
«Ella tampoco parece estar de acuerdo con todo esto» Pensé escuchando el seguimiento de la información.
Con tantos tropiezos iniciales, al fin nos pusimos manos a la obra. Cada uno aportaba sus ideas, consultando con la experiencia de Snipe (Su desayuno abundante lo distrajo) y al menos comenzamos con formar una base sobre el caso.
En algún punto se trató de Setsuna y Momo organizando todo, yo dándoles apoyo junto a Kinoko. La chica de los hongos se distrajo, dejando caer al suelo un archivo, al levantarlo, ladeó la cabeza... ¿Se estaba mordiendo el labio?
—¿Y quién es este? —interrogó, entonándose en un modo impropio de su apariencia.
Viendo que ninguna tenía idea de la identidad del atractivo hombre en la fotografía, el Sensei tuvo que tragarse el bocado de comida con prisas y un sorbo de refresco para pasarlo rápido.
—Aun que no lo crean, ese rostro que parece tallado por los mismos ángeles terminó escondido con una fea máscara, su camisa de fuerza tampoco ayudó a mantener su aspecto.
—El profesor Ryuken Ishida, en su juventud era totalmente distinto a su apariencia como Moonfish.
Carta de una mentira.
De haber sabido que podría enviarte cartas, habría escrito a la primera oportunidad desde aquello, considerando las circunstancias en las que te encuentras. No he dejado de pensar las cosas demasiado, me preocupa mucho cómo estás sobrellevando todo esto, y lo que me has dicho en ese extraño lugar, he soñado con All For One, pesadillas, que quiero olvidar.
¿All For One tiene bigote?
En cuanto a mi situación, las cosas han sido bastante complicadas aquí afuera. Como sabes, las influencias del tio Might facilitaron mi permiso de héroe, a pesar de no haber recibido la formación completa y mi poco control del ofa.
Me han asignado mi primer trabajo como héroe. La verdad es que esta tarea me resulta bastante frustrante, no solo por la dificultad de la misión en sí, sino también por la falta de apoyo y reconocimiento que recibimos por parte del Servicio Secreto. Pareciera que nos dieron el ultimo pan viejo y duro de la panadería.
Tengo la sospecha de que tanto All Might como el padre de Momo han estado moviendo los hilos para asegurarse de que tengamos un trabajo sin peligro, como si no fuéramos capaces de manejar tareas más importantes.
Deseo ser una heroína como todos, y esta situación me ha decepcionado mucho, ya que esperaba enfrentar desafíos más significativos para poder desarrollar mejor mis habilidades y dominio del One For All.
Espero que podamos reunirnos pronto y hablar en persona sobre todo esto, me vendría bien algún consejo y un café, vayamos por ambos cuando salgas, ¿bien?
Por favor, cuídate y mantente fuerte. Estoy aquí para ti, pase lo que pase.
—Melissa Shield.
『𝐈𝐈𝐈』
『𝐈𝐳𝐮𝐤𝐮.』
«Soy un desterrado de mis propias tierras»
He perdido el trono a manos de mi propia sangre. Obligado a adentrarme al bosque en el peor invierno que ha azotado durante mi mandato. Los colosales robles me engullían, bajo el susurro del viento que me amedrenta. La blancura pintó el suelo, el entorno frío resultó en un desafío que jamás he experimentado. La piel se me agrieta, las sensaciones me abandonan, la hipotermia es un asesino despiadado, y aguantaré, con la fe de llegar a la siguiente ciudad, dar contra ataque, y decapitar a mi propio hijo.
Percibo una mirada desde lo alto.
Espiando en silencio.
Esperando...
«Soy un rey, ciego».
Agradezco a los dioses que pocas personas vayan a ver mi decadencia. Donde me erguí como la cabeza de un reino, he caído a la vergüenza de ser arrojado a las fauces de la naturaleza, una humillación irascible.
Después de tres días de batalla y derrota, mis ropas apenas y pueden concederme un poco de abrigo. Mi cabello enredado y sucio son detalles mínimos, cuando el cansancio y el hambre me canibalizan lentamente.
Un crujido sutil provino de lo alto de un árbol.
Detrás de mí.
Y no puedo verlo.
«Soy un hombre despojado de sus ojos».
Levanté un pie realizando un esfuerzo exagerado, cada paso me cuesta energías que me serán imposible de recuperar, si no fuera por la rama en la que me apoyo, hace tiempo que avanzaría arrastras. Movilizo el otro, y casi me derriba un cambio en el relieve debajo de la capa blanca.
Mi oído capta el movimiento a tres varas de distancia. Una liebre confirma mi presencia como una amenaza, así que se mantiene expectante de cualquier acción. Utilizo mi autoridad, adueñarme de sus sentidos, me horroriza, pues, verme con su visión, me muestra el deplorable estado al que he caído.
Veo un espectro.
Arriba, rápido y esquivo.
Un demonio que se ha vuelto mi sombra.
«Soy un hombre capaz de robar los sentidos de las bestias, e influir en ellas».
Si tuviera a mis preciosas mascotas que abundaban en mis dominios: un corcel que me llevara fuera de este infierno, un lobo que casara a los depredadores y me diera calor; así mismo, siquiera que estuviera conmigo, el gato domestico al que solía acariciar, podría sacarle más provecho, sin embargo, un animal salvaje tarde o temprano se revela.
Influyo en el pequeño animal, reduzco el temor de ser devorado, de todas formas, me faltan las fuerzas para tal tarea tortuosa.
Con un gesto de mano, le arrebato la vista a la liebre y me guio para encontrar unas setas comestibles. Las devoré rápidamente, sintiendo un alivio momentáneo en el estómago vacío. Una sombra se movió detrás de mí, deslizándose entre los árboles, apenas visible en la penumbra del bosque.
Un aleteo, fuerte, significando que está cerca.
Escondo al animalito, si lo que pretenden es dejarme sin ojos de nuevo.
Desciende un cuervo a una rama baja,
Viéndome.
Escudriñando el cadáver que ha encontrado.
«Soy un hombre con miedo».
Con su plumaje negro como la noche, me observaba desde arriba. En un inicio, se quedó ahí, con sus ojos centrados en el viejo hombre tirado en la nieve, temblando, hambriento y deshonrado.
Rompió su atención, volteó hacia el animal, ¿Qué acaso... él, puede percibir mi presencia en la liebre? Sentí un escalofrío al encontrarme con la mirada intensa del ave, como si pudiera leer en ella un presagio sombrío.
«¡¿Qué quieres, bestia?!», farfullé apenas, ahogándome con el aire.
Un suave graznido resonó, seguido por un silencio tenso y cargado de significado. Permanecí obstinado en sobrevivir, y la realidad me alcanzó poco luego, soy... yo soy...
«Un hombre, ¿qué perecerá pronto?»
«Soy, yo, ¿Quién... soy?»
«La encarnación ha, ¿fallado?»
«Débil», croó el cuervo, «Morirás».
Las manos me temblaban. La mandíbula me tiritaba. Una manta con un estampado de tigre, tan pensada, que bien podría ser el equivalente a quince sábanas encima de mí, añadido a eso, el calor que proporciona sobresale, así como su peso.
Entre los dedos sujetaba, que apenas me era posible, una taza metálica con café caliente, de su interior emanaba vapor. Estaba hipnotizado por la estela que salía, el hambre no me deja pensar, así que vaciar la mente me ha distraído respecto a todos estos males.
A unos centímetros una chimenea me ofrecía calor. Es un lindo gesto que Emily me haya sacado de esa área inundada a la que me llevo Corvo a entrenar, dónde concluimos en hacer un intento de probar la encarnación de la siguiente habilidad de la marca.
Volviendo al presente, estoy en una cabaña, con un sistema de calefacción rudimentario. Las paredes decoradas con un papel tapiz blanco se ilustraba con nuestras sombras generadas a la luz de las llamas.
—Siete veces, increíble. Desde que te sacan los ojos, hasta que el hambre es insoportable, con todo eso, ¿aún no has logrado concluir la encarnación? —dijo Corvo.
Attano se encaprichó en hacer otra de sus obras culinarias (estofado de rata), volviendo habitual que Emily me salvará el estómago, trayendo ingredientes distintos y mandando a su padre a cocinar algo normal.
Se hallaba cerca del ventanal, con una gran cacerola. Hoy, el menú es un guiso de ternero.
—Tampoco es que me guste el hambre, la hipotermia... O estar ciego. —me lamenté tocando levemente la tela que me cubría las cuencas.
Esta encarnación era en verdad peligrosa, mientras más fallo, los efectos adversos se acumulan. Sea como fuere, la primera consecuencia ha sido perder la visión, replicando lo sucedido al rey.
«Hermit eyes»
Me vi obligado a hacer uso prolongado de los ojos del ermitaño. Así que, a sabiendas de que es una habilidad que utiliza los otros sentidos dando de resultado esta «visión», soy capaz de ver mientras la mantenga activa.
«Para colmo, debo hacer pausas entre lapsos de tiempo, o acabaré sofocando mi mente con tanta información».
En todo caso, este es el riesgo que estoy dispuesto a pagar, la conexión con el vacío se vuelve cada vez más difícil de establecer, podría decir que mi pase vip está llegando a su límite.
—Deberías dejarlo ahora, puedes volver luego e intentarlo de nuevo. —Emily, a mi lado, me ofreció otro de sus remedios—. Descansa por ahora, continuaremos con el refinamiento de elixir. Toma, necesitas reponer energías mientras pasan los efectos de la encarnación.
—... Quisiera hacerlo, sin embargo, dudo que tenga la fuerza mental para ello —dije, aceptando que Emily vertiera esta extraña medicina en mi boca, a falta de poder mover los dedos a libertad—. Tal vez un último intento de dominar la encarnación sea mejor.
Emily puso los ojos en blanco, reclamó irritada.
—Ni lo pienses, te empeñas tanto en molestarme con esa terquedad tuya. —Limpio mi mejilla con su pañuelo, gentil, cuidadosa—. Mira ese abdomen, rostro demacrado, ¡Tus dedos se veían morados hace un momento! Y no olvides que lo primero fue perder tus ojos.
Su tono severo me advierte que estoy rozando el límite de su paciencia, de nuevo.
—Lo siento, Emily, es solo que tengo un año para dominar las encarnaciones, ni siquiera he logrado hacerlo por completo con las anteriores.
Ella me vio con un rostro dubitativo. Y nada menos, siento los músculos rígidos, todo el cuerpo entumecido, los labios azules, y claro está, las cuencas vacías, si no fuese por esta serie de experiencias desde el último año, me estaría lamentando a gritos de dolor. Lo que en realidad me preocupa en este instante, es que esto es solo en el vacío.
«¿Podré soportarlo en la vida real?» Cada vez que me he frustrado intentándolo, me hago la misma pregunta, «¿Seré capaz?»
Me sobran las dudas, lo mejor es hacerlo aquí, dónde los efectos se quedan en este mundo y me llevo solo las experiencias; entonces, si pierdo la capacidad de entrar a voluntad al vacío, me veré obligado a ejecutar las encarnaciones en el primer plano.
—Es tu decisión —señaló Corvo, volviendo su cocina luego de agitar mis oídos—. Te hemos dado la experiencia completa, nada de solucionar las cosas con un chasquido de dedos. Sabes aguantar el dolor gracias a eso.
Corvo se inclinó sobre la olla humeante, no se daba cuenta de estar siendo «observado» por mí, ya que, con los ojos del ermitaño, soy capaz de verlo, aunque mi rostro apunte a la dirección contraria. Sintió el olor profusamente, a su vez, tomó un cuenco limpio de una canastilla repleta de utensilios, sirvió con cierta elegancia, que viniendo de un hombre de su carácter: me parece extraño.
«¿Tiene un gusto por la cocina?» Me pregunté.
Vino a mí, cambiando de nuevo a esa máscara de viejo sabio. Attano colocó el cuenco en una mesita a mi lado, golpeteó con el dedo índice tres veces con la intención de avisarme de la cena.
Intenté comer, la frustración me inundó al intentar con el mero fracaso de sujetar la cuchara y derramar la sopa sobre mí, antes de hacerla llega a mi boca. Respiré toscamente, enojado, abandoné la cuchara y así rebajar mis modales a los de un niño, a punto de sorber la sopa de forma directa. Emily me la arrebató, limpió mi ropa con el mismo pañuelo de antes, el suyo.
—Venga, que no tiene por qué hacer algo que no debes, puedes pedir ayuda si lo necesitas. Abre grande, esto te hará bien. —dijo Emily, esperando mi reacción. Al final cedí a regañadientes.
—De seguir fallando —añadió Corvo, buscando la silla de frente a mí—. Tendrás que alimentarlo de nuevo. Reyes, nobles, bestias... ¿Qué te susurra la marca? —Mientras degustaba su propia porción.
—Sens archonte, lo representa un hombre tapándose el rostro con la mano ¿Han visto algo similar?
—El susurro suena a otro idioma —sugirió Emily—. En cuanto a los versos, creo haber leído algo, tendré que buscarlo.
Tragué antes de hablar.
—«Sens» significa sentido, pero desconozco la otra palabra.
—Arconte —interrumpió Corvo—. En mis viajes, escuché una historia, creo que mi habilidad de invocar ratas de la peste está relacionada al respecto.
—En realidad, lo tiene, papá. Son bestias dotadas de autoridad, en ciertas regiones se cuentan historias sobre ellas. —Emily me sonrió—. En tu país hay unas particularmente interesantes. Antes de tu partida ondearemos en esto, descansa por ahora.
Emily me ayudó a recostarme con cuidado (por la fuerza). Los remedios tenían un efecto calmante que me aliviaba el dolor y aceleraba mi recuperación. Por ahora, me limitaré a escuchar lo que saben una vez que mi mente se haya despejado; es lo único que aprovecharé de esta visita al vacío.
He pagado un precio incómodo por el método que he utilizado, el que me ha permitido entrar al vacío con mayor margen de éxito... y, aun así, tengo mis dudas.
Avancé por el pasillo, donde cada detalle, salvo el suelo, estaba envuelto en una pantalla negra, como si la oscuridad me hubiese engullido y estuviera rondando en sus entrañas. El entorno carece de forma, pero el suelo despedía un leve brillo, como si las estrellas se hubieran postrado bajo mis pies.
Finalmente, encontré la puerta indicada. Al girar la manija, fui recibido por una luz abrazadora que me obligó a apretar los párpados con fuerza. Crucé el umbral y, al siguiente instante, una pesadez insoportable se apoderó de mí, sumiendo mi mente en una desorientación total.
Cuando al fin logré abrir los ojos, las imágenes comenzaron a labrarse conforme recobro el sentido. Tuve la sensación de que mi propia mente se niega a dejar que la habitación tome forma, antes de eso, todo me parece una pintura al óleo. Me encontraba recostado en mi cama, en mi celda. Me desperecé con un bostezo, mi hombro tronó en al intentar estirarme.
Entreabriendo los ojos, alguien acerca una taza humeante de café a mi rostro.
—Al fin, planeaba entrar si tardabas otro minuto. —Kei sonreía—. Toma, lo necesitarás si quieres pensar con la mente clara.
—¡Buenos días! —balbuceé—, y gracias, me hará falta mucho café.
Me levanté y senté a la orilla de la cama, la celda trae incluida una mesita para desayunos, y al parecer también una cafetera en la pared, si esta no es la suite más costosa, me pregunto qué lujos tendrán las que pagan personas como Midas.
Después de dar un trago al café, y una mordida al sándwich frío que sacó del mini bar, le doy un vistazo a esta chica despreocupada. Kei se sentó a mi lado, muy cerca, debido a que la mesa era pensada solo para una persona, mientras revisaba su DT, colocaba el sándwich o taza en ella, luego los cambiaba.
Kei llevaba puesto un camisón holgado de tela delgada, que en ocasiones se ajustaba delicadamente a su figura según su postura. Complementaba su atuendo con unos shorts que dejaban al descubierto sus piernas esbeltas. De un vistazo, son vestimentas demasiado cómodas, al punto que me mantiene nervioso. Sentí mis mejillas calentarse, así que despegué los ojos de ella.
—¿Estás segura de que no necesitas de mi ayuda? Karako y Miku pueden esperar, quieren algo de mí, de todas formas —cuestioné escondiéndome detrás del café.
—Ya te lo he dicho, soy valiosa para Morgan, me ha quitado algunos beneficios. Es obvio que tendrás sospechas de mi participación en tu escape. —Puso la taza en la mesa, habiendo terminado su desayuno. Se inclinó hacia atrás, sostenida sobre sus manos en la cama—. Es un desgraciado, uno que me mantendrá viva, sin comodidades, pero a gusto —dijo en un tono despreocupado.
Terminé mi desayuno. No puedo evitar preocuparme estando ella en la boca del lobo, mi rostro ha de reflejarlo, ya que rodó los ojos al voltear en su dirección. Levanté la mano, tocando con cuidado la gaza en su mejilla. Kei dio un respingo, una reacción nerviosa...
—¿Aún te duele?
—Y lo pregunta el sujeto que casi fue cortado en pedazos muchas veces desde que lo dejé solo. —Nuevamente, ese tono que pretende engañarme—. Ya perdió mucho, si me hiciera algo que me impidiera rendir la cuota del día, sabe que se reducirán sus ganancias.
«Eso no le impidió ordenarle a otro que te golpeara», dije para mis adentros.
—En todo caso —dijo Kei, desviando el tema—. ¿Cómo te fue? ¿Un buen sueño?
Aparté la mirada.
—Pudo ser mejor, quizás si me hubieras ayudado formando el mundo... —murmuré, ella se levantó, molesta.
—No, ese no fue el acuerdo, fui muy clara en eso, Midoriya.
«Por supuesto, el acuerdo», pensé.
Eso era algo del día siguiente de recibir el alta, Kei se presentó en mi celda para conocer los resultados de su plan que, a decir verdad, no era algo muy elaborado, teníamos todas las de perder. Después de superar la preocupación inicial, expresó su sorpresa al ver las suites de lujo, ya que era la primera vez que entraba en una de ellas.
Al notar su situación, llegamos a un acuerdo: ella podría descansar en este lugar de vez en cuando y disfrutar de los lujos, a cambio de que me ayudara con su quirk. Y henos aquí, siendo una especie de roomies dentro de una prisión.
—Cierto, lo había olvidado —mentí—. He dormido bien, supongo.
—Si sigues presionando para enviarte a «ese mundo», tendré que reconsiderar las condiciones.
—Puedo ir a la casa roja, el cliente siempre tiene la razón, ¿no?
—Claro, darle tu dinero al tipo que estuvo a segundo de sacarte el hígado, bajo su propio techo y matones esperando la oportunidad, es un buen plan, Midoriya.
—Sí, ya lo sé, es suficiente de esa forma, entonces.
Procedimos a cambiarnos de ropa, de espaldas al otro, sigo siendo un hombre, y ella, una chica tan descuidada en mi presencia, volví a ruborizarme al ceder ante la tentación de verla por el rabillo del ojo, de inmediato regresé la vista al frente.
Aunque compartimos celda en el Bloque F, la situación era diferente en varios aspectos, especialmente en el hecho de tener que compartir la misma cama y ser consciente de lo que lleva puesto. Si no fuera por su quirk, ¡quién sabe si podría ser capaz de dormir a su lado! A menos de que de un día para el otro, me volviera otra persona, esto no me pondría nervioso.
En un intento de divagar mis pensamientos, reflexioné: «De alguna forma, me ha ayudado a entrar al vacío con mayor frecuencia que antes. En cuanto a las razones de mi pedido, basta con que crea que es para ayudarme a dormir».
—Listo, otro día más de empleada mal pagada bajo contrato —dijo Kei, terminando de acomodar su cabello desordenado—. La vida en Tartaros es como la vida en modo hardcore, un videojuego tipo souls, ¡O vencer el último panteón en Hollow Knight!... Nunca completé ese maldito juego.
—No sé a qué te refieres, pero diré que sí... —Me atrapó con sus manos, me peinó un poco, incluso arregló mi camisa—. Oye oye, esto se vuelve extraño.
—Necesitas un trabajo si me pagarás lo invertido en tu escape, los servicios de un intermediario son costosos para Deadmans de mi rango. —Terminó por darme un golpe en el hombro—. Levanta la cabeza, intenta hablar con seguridad, y no los ofendas, conociéndote, hay pocos trabajos a los que estarías dispuesto hacer. Ya los hiciste esperar varios días, no la cagues.
La seguí a la puerta.
—Exageras, dudo que sea lo que crees —dije—. Quieren algo de mí, estoy seguro.
『𝐈𝐕』
«Sigue siendo increíble lo que uno se pierde cuando estás abrumado por las circunstancias. Es como venir por primera vez, ahora que estoy más relajado», pensé de camino al Rincón de Nared.
Kei me ha informado un poco sobre otros datos del G. Los convictos, quien sabe desde cuándo, se encargaron de formar las «calles», muy entre comillas, que conforman el mapa de los niveles del hoyo. Algunos pasajes formaban un laberinto de estructuras maltrechas, y como no, se generaban estos callejones sin salida, pues son rutas que nacen al azar.
En uno de esos, un pequeño restaurante callejero se lucia por estar mejor cuidado que otros puestos. Modesto, pero acogedor. La luz débil de las farolas se filtraba entre las ventanas, al igual que la cortina en la entrada del local de Nared, que recibía a los clientes con el grabado «bienvenidos» a lo largo de esta.
La aparté en la entrada, revelando mesas de madera desgastada y sillas de metal que chirriaban al moverse. El aroma de especias y guisos se entrelazaba con el humo que escapaba de la parrilla, donde Nared trabajaba a gusto con su distintiva sonrisa contorneada con su bigote y barba.
El lugar portaba ese aroma a comida hogareña, rústica, que me cosquilleó la nariz luego de unos días de subsistir a base de botanas. El ruido de los cubiertos contra los platos se mezclaba con los comentarios mal sonantes y las conversaciones de tono cualquiera, creando un ambiente callejero.
Antes de pasar, inspeccioné el lugar: tres mesas con al menos dos personas en cada una, reconocí la espalda de Karako en la barra junto a otros dos tipos, ella hablaba con uno de ellos.
Entonces, noté a Miku dando servicio de camarera. Nada fuera de otro mundo, solo era ella sirviendo los platillos que pedían los clientes, he de suponer que Nared la ha contratado por motivos de marketing, por donde pasa, las miradas le siguen. Entonces, ella se detiene antes de darle su desayuno a un sujeto, pareciendo que me ha buscado con un radar interno, voltea en mi dirección.
—Has venido, por fin —dijo Nakano, retirando el plato de comida y guardándose la charola.
—¡Oye, dame mi maldito almuerzo! —reclamó el desafortunado sujeto al que la mesera le negó su plato, y que más, la mismísima parca Caperucita.
—Largo —indicó a secas, confundiendo al hombre. Su mirada se levantó ante los ojos que la veían igual de extrañados—. Todo mundo, salga, ahora.
—¿Has perdido la cabeza? ¡¿Crees que puedes corrernos asi nada más?! —dijo el sujeto al que le negó su comida. El hombre tatuado hasta la medula tomó el respaldar de una silla de madera, en un segundo ya estaba volando en camino a la pared, con la suficiente fuerza para casi romperla al impacto.
—Claro, como digas —aceptó otro desde la barra, en un tono perezoso, con una cuchara en la boca—. Solo déjame terminarme la sopa.
Quienes se quejaban lo vieron con una mueca de «¿Y este qué?», el único que dijo algo al respecto, fue el que habló antes de él, quien dijo «Harry, eres un pendejo».
Los clientes, que no hace falta recalcar su estatus de criminales, exceptuando a uno, se pusieron de pie con claras intenciones de estar en contra de la petición tosca. Nadie se movió, incluso si son un grupo de idiotas, son conscientes de que amenazan a una parca, de cualquier forma, si algo he aprendido en estos días: el rango no lo es todo.
Confiados en su superioridad numérica y habilidades, se prepararon. Analizando el panorama, dudo que vayan a tener oportunidad contra Miku, empezando por el hecho de que sus médiums son evidentes, utilizando armas y joyería marcadas, podría dejarlos indefensos con destruirlos en cuestión de pocos movimientos; en todo caso, si es que esto no es suficiente, yo mismo he visto hasta donde es capaz de llegar con tal de ganar.
Karako me guiñó un ojo cuando tocó la campanita en la barra, entonces, Nared les prestó atención. El viejo hombre suspiró quitándose el delantal, la red para el cabello y... ¿La red para la barba?
—De acuerdo, amigos, vamos a cerrar por una hora, así que les pediré que lleven su culo al local de al lado. —Nared salió de la cocina, mantuvo su sonrisa.
—¡Nared, esto es una falta de respeto! —gritó el primer alborotador—. No puede ser posible que nos corras así.
—¿Respeto? ¿En prisión? Nah, ¿cómo crees? —Hizo un gesto con la mano, y con la otra sacó unas manzanas de un canasto, lanzó una a cada uno de ellos—. Tomen esto, si sale bien lo que vamos a tratar aquí, habrá más de donde vino eso.
Los hombres dudaron en un inicio, ¿Esperaban comenzar una pelea? ¿O eso es lo que querían en realidad? Sea como fuere, luego, el que al parecer tomó el liderazgo, levantó su muñeca utilizando un comando de voz.
—Esto es un contrato, Nared, acepta las condiciones y dejaremos todos de lado. —Su rostro mostraba altanería.
—Los mocosos de ahora quieren estar en control siempre. —Nared recibió una notificación en su DT, tocó la pantalla—. Les daré de esas mismas manzanas sin falta, las de mi inventario con código MZ980, recibido hoy mismo...
Los DT anunciaron: «Acuerdo procesado, el incumplimiento será sancionado severamente»
—Listo, ¿contentos?
Los sujetos se sonrieron, confirmando con un movimiento de cabeza, se largaron por su propio pie. Pasaron a mi lado, dejándome este sentimiento de, «¿Qué demonios acaba de suceder?»
Nared lanzó una de las manzanas al aire, dos veces, y luego las devolvió a su lugar. Divertido, o tal vez, complacido sea la definición adecuada. Karako alzó una ceja al tener de regreso a Nared en la cocina.
—No puedo creer que hayas ofrecido de tus preciadas manzanas a cambio, ¿en serio se las darás? —Ella dejó su banquillo.
—¿Me ves cara de idiota? —Nared levantó amenazadoramente un cucharón cubierto de chili—. ¡Son de utilería! ¡Quisiera ver sus caras cuando lo descubran! —Se mofó a carcajadas de la pequeña jugada—. Antes de eso, bajen las persianas, les diré al resto que entren por atrás... ¡¿Y tú que haces aun aquí, Harry?!
—Tomando sopa... ya voy a terminar —dijo el sujeto en la barra.
—¡Tú y tu sopa puede sacar sus culos de mi negocio!
—La sopa no tiene culo, pero si muslos de pollo, te quedaron muy buenos Nared. —Ante el despreocupado comentario, el mencionado suspiró restregándose el rostro.
Tanto Miku, como Karako, se movieron a cerrar el local, acomodar las mesas y las sillas a modo de tener formar un espacio de reunión para un grupo de algunas siete a diez personas. A sabiendas de que quiero largarme luego de saciar mi curiosidad, les he dado una mano con tal de acabar antes con este asunto. Una mesa, de un lado estaba yo, y del otro ellos.
—Sasaki ya te debe de haber dado el chisme —dijo Nared, el único con un asiento en la mesa—. Soy un intermediario, y por afiliación, representaré a estos chicos en esta ocasión.
—Claro, ha dicho algo por el estilo, me había creído lo de ser un simple cocinero.
—¡No te olvides de los demás títulos! filántropo, playboy, empresario, cocinero y, lo más importante, la única cara que vale la pena ver en Tartaros —Su colmillo casi resplandece tanto como su orgullo.
»Dejando eso de lado, a este punto ya lo habrás notado, ¿cierto? —Nared sacó una manzana, comenzó a prepararla en rodajas con lentitud—. El G es un sitio peligroso, así que todo ciudadano medianamente jodido, busca un grupo con el cual sobrevivir. Las facciones son comunes, unas grandes, otras un tanto chicas, en algunos casos te vuelves el lamebotas de Sakai, o tienes lo necesario para ir por ahí sin miedo alguno.
Me tomé de la barbilla, haciendo memoria.
—Naka..., Caperucita, me dijo algo relacionado, he de suponer que Midas tiene su propia facción.
—Por lo general, alguien de tu talla estaría recibiendo ofertas de «fichaje», la única razón por la que no ha sido así...
—Es porque soy un héroe —le continué.
—Exacto, eras uno, y asi como Midas, han preferido esperar a ganar dinero dándote una paliza en el teatro, una recompensa por tu cabeza o como el enano, venderte al por mayor. —Terminó con la primera Manzana, habiéndola dejado en cuadritos, dando una sonrisa, sacó otra.
—Ellos —anexó Karako—. Menos nosotros, que no se te olvide quien cuidó de ti luego de tu presentación con Crow. Lugares como este son un submundo podrido, donde es difícil vivir,
De improviso, se escuchó alguien moviendo un plato, seguido de un potente eructo. Karako, que, por lo general, o al menos hasta donde he notado, habría reído con eso, por el contrario, frunció el ceño murmurando «Debimos sacarlo a patadas».
—Cuidado, niño, está por sacar un contrato con muchas letras pequeñas. —Harry, se dio la vuelta en su banquito. Era un hombre con unas características simples, a su vez, únicas en el tártaro: delgado, de barba, rostro cansado, anteojos anticuados y nariz rojiza, eso acompañado de una cicatriz que abrazaba su cuello, daba una débil imagen de su persona.
—¿Harry es parte de ustedes? —hablé manteniendo los ojos en él—. No lo parece.
—Porque no lo es, es un tipo... bueno, puedes definirlo como un vago al que le doy de comer por barrer la entrada. —Nared perdió su porte. Cansado de tanta platica, procedió a sacar algunos papeles—. Pero si, hay algunos asuntos «legales» que debes saber, puedes verlo como lo que ha hecho el enano con tu amiga, la diferencia radica, en que ella ha sido obligada a firmar, mientras que nosotros negociaremos los términos de tu contrato.
De forma inconsciente, apreté el puño ¿Un contrato de trabajo es donde te obligan a hacer algo que no quieres? Ni siquiera puedo imaginar lo que Kei ha pasado desde que llegó, y le queda por sufrir a manos de un contrato que no puede anular.
Ante este presentimiento, una ola de desconfianza arribó en mi juicio. Piensan que, con un poco de ayuda, ¿me tienen en sus manos? Si bien, me están ofreciendo una forma fácil de sobrellevar este año venidero, no puedo discernir sus verdaderas intenciones.
Cada palabra pronunciada resonaba en mi mente, con el eco de las decepciones pasadas, mi cuerpo se tensaba en preparación para lo que podría ser una de las decisiones más cruciales hasta el momento dentro la prisión. El mundo de los Deadman es uno donde la confianza era una moneda de cambio tan preciada como el oro, ¿Hacia qué lado debo inclinar la balanza del sí y el no?
—Ey, Corvo, entiendo tu reacción inmediata —dijo Nared sacándome de mis pensamientos—.La verdad, y no porque sea el intermediario en esta negociación, puedo decir que, a pesar del contrato, es más bien una invitación. —Se aclaró la garganta—. Este consejo es gratis. La única facción que calza con tus preferencias: es la Facción Estoica.
『Entran créditos con: MISSIO - Bottom of the Deep Blue Sea』
https://youtu.be/BfLVA9-0ou4
La litera que rodea mi cuerpo, aplastando cada pedacito de hueso
The berth surrounding my body, crushing every bit of bone
La sal, se cuela por los poros de mi piel abierta
The salt, it seeps in through the pores of my open skin
Te espero dentro del fondo del mar azul profundo
I wait on you inside the bottom of the deep blue sea
Te espero dentro del fondo del azul profundo
I wait on you inside the bottom of the deep blue
Bienvenido a mi jaula, pequeño amante
Welcome to my cage, little lover
Intento de reorganizar contigo, bebé
Attempt to rearrange with you, baby
Todavía no sé tu nombre, señorita cariño
Still don't know your name, miss honey
Vamos a subir en llamas, bella dama
Let's go up in flames, pretty lady
La dulce entrega del silencio me obliga a vivir solo
The sweet surrender of silence forces me to live alone
Cerrado y cargado, ¿dónde diablos está la paz mental?
Locked and loaded, where the hell is peace of mind?
Te espero dentro del fondo del mar azul profundo
I wait on you inside the bottom of the deep blue sea
Te espero dentro del fondo del azul profundo
I wait on you inside the bottom of the deep blue
Bienvenido a mi jaula, pequeño amante
Welcome to my cage, little lover
Intento de reorganizar contigo, bebé
Attempt to rearrange with you, baby
Todavía no sé tu nombre, señorita cariño
Still don't know your name, miss honey
Vamos a subir en llamas, bella dama
Let's go up in flames, pretty lady
Bienvenido a mi jaula, pequeño amante
Welcome to my cage, little lover
Intento de reorganizar contigo, bebé
Attempt to rearrange with you, baby
Todavía no sé tu nombre, señorita cariño
Still don't know your name, miss honey
Vamos a subir en llamas, bella dama
Let's go up in flames, pretty lady
El fondo del mar azul profundo
The bottom of the deep blue sea
El fondo del mar azul profundo
The bottom of the deep blue sea
Bienvenido a mi jaula, pequeño amante
Welcome to my cage, little lover
Intento de reorganizar contigo, bebé
Attempt to rearrange with you, baby
Todavía no sé tu nombre, señorita cariño
Still don't know your name, miss honey
Vamos a subir en llamas, bella dama
Let's go up in flames, pretty lady
Bienvenido a mi jaula, pequeño amante
Welcome to my cage, little lover
Intento de reorganizar contigo, bebé
Attempt to rearrange with you, baby
Todavía no sé tu nombre, señorita cariño
Still don't know your name, miss honey
Vamos a subir en llamas, bella dama
Let's go up in flames, pretty lady
Fin del capítulo.
Carta de una mentira (Parte 1)
15,000 palabras.
Siguiente capítulo: Carta de una mentira (Parte 2)
Comentarios finales:
A decir verdad, este capítulo lleva desde una semana luego desde las publicación del capítulo 21, pero tenia la intención de publicar otras cosas al mismo tiempo, como vengo diciendo desde hace rato. Cosas pasaron, y apenas publicaré de nuevo Shattered Memories, y las presentaciones de otros fics.
Sale tardado ponerle tanto detalle a un simple fic de wattpad pipipi.
Por cierto, por si no quedó claro, decidí renovar la imagen de Nared xd.
Como nota adicional, quiero recordar que los personajes son mayores de edad, estudiantes universitarios, asi como que la UA viene siendo una universidad dedicada a prospectos a Héroes.
BLESS.
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