🍋VIII🔥

 ------------Dedicado a esta persona para diculparme por el malentendido con este cap. Gracias por seguir la historia------------------------------------------------

Jimin prefirió quedarse en la cama de Yoongi, a pesar de que no tenía nada claro lo que podría pasar a continuación. Su relación había entrado en una nueva fase, aunque no sabía si para bien o para mal. Compartir un dormitorio y una cama no era suficiente para él. Sabía que Min Yoongi acabaría rompiéndole el corazón, pero tenía que aprovechar el presente. Se acurrucó entre las sábanas que seguían oliendo a él.  Apretó los muslos y sintió un hormigueo, reminiscencia de sus caricias.

Estaba medio dormido cuando oyó abrirse de repente la puerta del dormitorio y vio a Yoongi entrar con una expresión irónica en el rostro.

–Pensé que te habrías ido a la habitación del fondo del pasillo y te habrías encerrado allí.

–La verdad es que estuve pensando seriamente en ello –replicó Jimin, incorporándose en la cama.

–Pero ya ves, estás aquí, esperándome –dijo Yoongi con una sonrisa.

–No te estaba esperando, me quedé adormecido.

Yoongi se acercó a la cama y lo miró con sus ojos marrones tan sombríos como una cueva en una noche sin luna.

–Hazme sitio, cariño.

Los ojos de Jimin ardieron de deseo. Era como si una flor exótica se abriese dentro de él y sus pétalos se desplegasen contra las paredes de su parte trasera, produciéndole un cosquilleo y recordándole lo que sentiría si lo tuviese allí dentro, moviéndose íntimamente en su interior.

–¿Desde cuándo se supone que recibo órdenes tuyas? –preguntó Jimin haciendo uso de su desparpajo habitual, aunque en esa ocasión estaba fuera de lugar.

Yoongi sonrió, se quitó la bata y la dejó caer al suelo.

–Si no te apartas, tendré que apartarte yo y entonces, ¿quién sabe lo que podría ocurrir?

Jimin se puso a alisar las sábanas para hacer algo con las manos, en lugar de ponerlas donde él verdaderamente deseaba. No quería dar la imagen de un chico desesperado y necesitado, pero, ¡rayos!, ¡qué dicha era verlo desnudo! Olía a dioses. Su fragancia masculina envuelta en esencia de limón era un aroma delicioso, más irresistible que una droga. Vio su cuerpo excitado.

Intentó no mirarlo, pero ¿cómo iba a evitarlo? Una picazón en lo más íntimo de su ser le vino a recordar lo mucho que le había echado de menos durante todo ese tiempo.

Yoongi le acarició la mejilla con la mano y lo miró a los ojos.

–Ya estás otra vez mirándome de esa forma. He estado abajo en mi estudio las dos últimas horas, diciéndome que debía tomarme las cosas con calma y dejarte reflexionar sobre tus sentimientos hacia mí. Pero, ¿qué se supone que puedo hacer cuando me miras de esa manera?

–¿Cómo te miro, hyung? –preguntó Jimin, pasándose la lengua por los labios. Yoongi se metió en la cama junto a Jimin y lo besó. Sus lenguas se juntaron de inmediato para entablar un duelo sensual, caliente, húmedo y apasionado. Jimin sintió todo su cuerpo ardiendo conforme los besos se iban haciendo más intensos y procaces.

Su vientre era un pozo profundo, casi sin fondo, de deseo. Y sus brazos y sus piernas eran lianas que se envolvían alrededor de Yoongi para retenerlo junta a él  y no dejarle escapar, mientras sus caderas soportaban el peso, ¡hermoso peso!, de su cuerpo sobre él.

Yoongi apartó la boca y, sin perder contacto con su piel en ningún momento, deslizó los labios por su cuello hasta sus clavículas. Muy despacio y suavemente. La primera caricia de su lengua en el pezón le hizo arquear la espalda de placer. Él siguió lamiéndole los pezones hacia arriba y hacia abajo y luego en círculos continuos hasta que Jimin sintió su cuerpo como si estuviera hecho de cera fundida.

–Sabes divinamente –dijo Yoongi–, a azahar y madreselva, con un toque de vainilla.

–Tú también sabes muy bien –replicó Jimin, sorprendido de que su garganta fuera aún capaz de articular palabra, cuando tenía todos los sentidos saturados.

Se besaron apasionadamente. Jimin decidió entonces explorar el cuerpo contrario con las manos. Yoongi gimió de placer ante los atrevidos toques de las manos de Jimin por los más recónditos lugares de su cuerpo.

 Luego, Jimin cerró la mano alrededor de el miembro de Yoongi para sentir su dureza y su magnitud, y sus convulsiones al ritmo de sus movimientos cadenciosos y sensuales. Y mientras seguía estimulándole, inició un itinerario sensual con la boca a lo largo de todo su cuerpo. Le volvió a besar en los labios y luego en el pecho, bajando luego hasta meterle la punta de la lengua en el pequeño hoyo del ombligo. Vio satisfecho cómo se le contraían los músculos abdominales anticipándose a los placeres que estaban por llegar.

Yoongi lo agarró suavemente por detrás de la cabeza para detenerlo.

Jimin sintió el poder que tenía sobre él. Era algo que nunca había sentido antes. No se trataba ya de reírse de la falta control que tenían algunos hombres, sino del efecto que él era capaz de producir en Yoongi. Él no era de esa clase de hombres que pierde el control con facilidad. Era un playboy que había tenido numerosos amantes, pero, sin embargo, ahora con él, estaba teniendo algunos problemas para controlarse. Jimin se detuvo, lo miró a los ojos y le dejó que recuperara la respiración, disfrutando de cada destello de emoción que pasaba por su rostro.

Yoongi lo besó entonces con pasión, deslizando simultáneamente las manos por todo su cuerpo. Jimin no tenía ahora la mente ausente como cuando había estado con otros hombres, sino concentrado en cada una de sus caricias. Se apretó contra su pelvis, buscando su erección. Sintió un vacío en lo más íntimo de su ser que deseaba verse llenado por él.

Yoongi lo tocó con dos dedos, jugando con él, aumentando su deseo gradualmente hasta que comenzó a retorcerse debajo de él, pidiéndole entre jadeos que lo llevara de nuevo al paraíso.

–Por favor, Yoon, no me hagas esperar más, por favor. Él alargó la mano por encima de Jimin y tomó un preservativo. Jimin se lo quitó y se lo puso él mismo muy lentamente, desenrollándolo alrededor de su miembro viril con las dos manos mientras lo miraba a los ojos con una expresión y una sonrisa llenas de sensualidad.

–Me lo estás poniendo muy difícil, cariño –dijo Yoongi junto a su boca–. No me gustan las prisas. Quiero que esto sea algo muy especial para ti.

Jimin le puso las manos en la cara, para sentir la suavidad, y sintió todas las terminaciones nerviosas de la palma de la mano respondiendo al unísono a su tacto.

–Te deseo, Yoon. Te deseo como nunca he deseado a nadie. Me siento como si hubiera estado esperando toda mi vida este momento.

–Yo también te deseo –dijo Yoongi, en un tono de voz tan bajo que Jimin casi no pudo oírle mientras se introducía lentamente en el umbral de su estrecha entrada.

Jimin sintió un torrente de placer corriendo por su cuerpo. Era una sensación de felicidad sentir la fuerza y la dureza de su cuerpo contra su carne suave y tierna. Jimin empujó con las caderas y Yoongi fue entrando cada vez más profundamente dentro de su ser. Yoongi volvió a gemir al verse catapultado en una vorágine de pasión que ya le había arrastrado en su marea incontenible.

 La tensión provocada por el placer fue en aumento en ambos. Se vieron sumidos en una carrera ascendente y desenfrenada por hacer cada uno que el otro alcanzase primero la cumbre del placer. De repente, Jimin se vio llorando de forma incontrolada como si una ola inmensa estuviese a punto de romper contra él. Se vio zarandeado y sacudido por su fuerza, dando vueltas y más vueltas, como un muñeco de trapo. Pero lo suficientemente consciente para sentir, segundos después, en su interior, el fuego del orgasmo de Yoongi. Ambos habían culminado su placer. Jimin deslizó las manos por la espalda de Yoongi y sintió su piel resbaladiza y sudorosa.

A Jimin nunca le habían gustado esos diálogos de rutina que tienen lugar entre una pareja después de haber hecho el amor. Jimin nunca había sabido qué decir en esas circunstancias y por eso había preferido quedarse callado. 

Pero ahora era diferente. Muy diferente.

Quería seguir abrazado a él, acurrucado a su lado para sentir el latido de su corazón junto al de Yoongi. Quería respirar su aroma para conservarlo en la memoria cuando ya no estuviese con él.

 Deseaba tenerlo dentro de él hasta que se endureciese de nuevo. No quería que aquello terminase nunca.

Nunca.

Yoongi se apartó y se quitó el preservativo con gesto de preocupación.

–¿Ocurre algo, Yoon? –preguntó Jimin incorporándose en la cama, algo alarmado.

–El preservativo debía de tener algún defecto. Está roto...

–¡Oh! –exclamó Jimin con los ojos como platos.

–Bueno, si no recuerdo mal, me dijiste que tomas la píldora, ¿no? –dijo Yoongi, pasándose la mano por el pelo con gesto preocupado–. No debería haber entonces ningún problema. Yo no tengo nada, ambos somos hombres y además me hago dos reconocimientos médicos al año, estoy sano. ¿Y tú?

Jimin no dijo nada. Se sorprendió en sobremanera cuando escucho que ambos eran hombres pero él ¡Oh no! pensó. Por su mente corría la imagen de un bebé, una hermosa niña de pelo negro. Se sintió desconcertado. Volvía a ser un ingenuo. 

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