IX
Yoongi había reservado una mesa en la Terrazza Serbelloni del Grand Hotel Villa Serbelloni, uno de los hoteles más lujosos de las orillas del lago Como. Tenía unas vistas magníficas al lago y, como hacia una noche templada y serena, el agua estaba en reposo, parecía una balsa de aceite.
Les habían llevado a su mesa y, después de haber pedido la bebida, los camareros se habían echado a un lado discretamente para que eligieran el menú.
No parecía que la prensa estuviera por allí.
Jimin miró la carta y se mordió el labio inferior. Como de costumbre, las palabras no significaban nada para él.
–¿Qué piensas tomar tú? –preguntó Jimin después de un rato.
–Creo que aquí hacen muy bien el rodaballo, pero el solomillo de cordero también está muy bien –respondió Yoongi–. ¿Qué opinas tú?
–Creo que tomaré el pescado –dijo Jimin, cerrando la carta del menú.
–¿No quieres algo más? –replicó Yoongi inclinándose hacia Jimin–. Tienen muchas especialidades para elegir. Este restaurante ha recibido muchos premios por su cocina.
–No, así está bien. Me gusta el pescado. Es bueno para el cerebro, según dicen. -Replicó Jimin.
Yoongi cerró también su carta y un camarero se acercó en seguida a la mesa para tomarles nota.
–¿No has pensado en remodelar la villa para hacer un hotel que le hiciera la competencia al Serbelloni? –preguntó Jimin en cuanto el camarero se retiró.
–Sí, he pensado en ello, pero Namjoon me daría una buena paliza si lo hiciera –dijo Yoongi–. La villa se quedará como está hasta que los tres hermanos lleguemos a un acuerdo sobre lo que se debe hacer con ella. Creo que Hoseok y Taehyung tienen pensado venir de vez en cuando. Es un buen lugar para estar alejado de la prensa.
–No me puedo creer que haya estado vacía tanto tiempo –dijo Jimin, pensativo–. Es un lugar tan hermoso... Podría pasarme horas y horas mirando sus jardines. Su mantenimiento debe de resultar muy caro, aunque no esté ocupada habitualmente.
–Lo es. Ésa es la razón por la que he procurado hacer más uso de ella –dijo Yoongi con su copa de vino en la mano–. Me alegra que te guste. Durante nuestro año de matrimonio vendremos muy a menudo.
Jimin tomó un sorbo de su agua mineral sin gas y luego dejó el vaso en la mesa, despacio y con mucho cuidado para que no se le notase el ligero temblor de la mano.
–¿Crees que se molestará tu familia cuando nos divorciemos? –preguntó Jimin.
Yoongi frunció el ceño como si la pregunta le pareciera inoportuna.
–Ellos no tienen nada que ver en esto. Lo que ocurra después de este año será sólo decisión nuestra.
Jimin ya sabía lo que él quería, el problema era que no era lo mismo que lo que Yoongi quería.
–En la boda, tu madre parecía bastante entusiasmada con la idea de que consiguiéramos sacar adelante nuestro matrimonio. No me gustaría desilusionarla. Ella piensa que, con el tiempo, acabaremos enamorándonos, como le pasó a tu padre con ella.
–Mi madre es una romántica incorregible –dijo Yoongi aún con el ceño fruncido–. Piensa que ningún hombre está completo hasta que está casado y con una familia. Cuando llegue el momento, tendrá que aceptar la realidad como los demás.
«Incluido yo mismo», pensó Jimin con tristeza.
Yoongi pareció ver su expresión de desilusión.
–Tiene que ser así, Jimin. A riesgo de repetirme, tienes que comprender que esto no puede durar toda la vida.
–¿Cuánto tiempo ha durado la relación más larga que has tenido? –preguntó Jimin.
–¿Qué tiene eso que ver con lo nuestro? –replicó Yoongi aún más irritado.
–¿Qué pasaría si aún me deseases cuando acabase el año? -Preguntó Jimin.
–Podemos continuar nuestra aventura todo el tiempo que queramos, pero, desde luego, el matrimonio no entra dentro de mis cálculos. No es que yo tenga nada en contra del matrimonio. Mis hermanos están casados y los dos parecen muy felices, pero no está hecho para mí.
Jimin continuó haciendo su papel de abogado del diablo.
–¿Y si te cansases de mí antes de terminar el año?
–No es posible que tal cosa suceda –respondió Yoongi, con una radiante sonrisa–. Tú tienes la virtud de excitarme, cariño, como ninguna otra persona lo había hecho antes.
Jimin se sintió halagado.
–¿Has estado alguna vez enamorado?
–No, ¿y tú?
Jimin bajó los ojos, prefiriendo mirar a su copa de agua en lugar de sostener la mirada penetrante de Yoongi.
–Pensé que lo había estado una vez, pero ahora me doy cuenta de que fue sólo un flechazo. El verdadero amor, ése que dura toda la vida, sospecho que debe ser algo completamente distinto.
–¿Así que crees en el amor eterno? –preguntó Yoongi tomando un sorbo de su copa de vino.
–Sí, creo que es algo que puede suceder –respondió Jimin, mirándolo ahora a los ojos–. Supongo que es cuestión de tener la suerte de conocer a la persona adecuada en el momento adecuado. Sé que la convivencia entre dos personas no es nada fácil, pero si las dos ponen todo de su parte para llegar a comprenderse, creo que la relación podría resultar muy satisfactoria para ambos.
–Por lo que veo, en cuanto se seque la tinta de nuestro divorcio, vas a salir corriendo a cazar a ese hombre que quiera ser tu marido y el padre de tus hijos, ¿no? -Dijo Yoongi un tanto serio-
–Te lo dije: no quiero tener niños –dijo Jimin con gesto adusto.
–Eso es lo que dices ahora que tienes veintiséis años, pero, ¿Qué dirás dentro de cinco o diez?
–Yo podría hacerte también la misma pregunta, ¿no? –replicó Jimin.
–Claro que sí, pero yo, no tengo un reloj biológico en el cuerpo. No tengo que preocuparme por eso. Puedo ser padre a cualquier edad.
A Jimin no le gustaba que le recordaran eso del reloj biológico. A veces creía escuchar su tictac por la noche cuando no podía dormir. Le preocupaba poder perderse una experiencia tan maravillosa como la de traer al mundo a tu propio hijo, pero ¿qué clase de padre podría ser él?
Sería tan incompetente como lo había sido hasta ahora en tantas otras cosas. No sería justo para el niño tener un padre así. Su hijo terminaría avergonzándose de él, incluso antes de que fuera al colegio. Primero porque es raro que un hombre pueda concebir y segundo por su poca educación. Hay cosas que uno puede ocultar a los adultos, pero no a los niños.
Ellos son mucho más perspicaces. Jimin había tenido ya un par de contactos con los hijos de Lee Taemin, y ellos se habían dado cuenta de que él no estaba dispuesto a hacer ciertas cosas a las que ellos estaban acostumbrados, como por ejemplo leerles un cuento por la noche para que se durmieran.
–Te has quedado muy callado, Jimin –afirmó Yoongi–. ¿Te preocupa algo? ¿Te he tocado alguna fibra sensible?
–No, en absoluto –respondió Jimin, alzando la barbilla–. Supongo que no todas las personas están hechas para ser padres o madres.
"Y los hombres se supone que tampoco están hechos para poder engendrar" pensó Jimin.
Yoongi lo miró fijamente mientras tamborileaba con los dedos en el borde de la copa. –¿Esa reticencia tuya a tener hijos tiene algo que ver los problemas que tuvieron tus padres?
–No, ¿por qué iba a tenerlo? –replicó Jimin, a la defensiva–. Hay muchas personas que provienen de hogares rotos o con problemas de convivencia y sin embargo deciden tener hijos.
–Perdiste a tu madre cuando eras muy joven –dijo Yoongi– ¿No crees que ésa podría ser la causa de que no quieras tener hijos, para que no les pueda ocurrir a ellos lo mismo que te pasó a ti?
–Creo que esta conversación no tiene ningún sentido. Ni tú ni yo queremos tener niños. No veo entonces por qué tienes que interrogarme de esta manera.
–No es mi intención molestarte, cariño, simplemente estoy tratando de comprenderte. Eres para mí como un rompecabezas. Hay piezas que pareces ocultarme de forma intencionada.
–Por lo que veo, me conoces mucho mejor que nadie –dijo Jimin con cierto despecho–. Pero no veo la necesidad de convertirnos en amigos del alma, además de ser amigos en el sexo.
–¿Es así como nos ves, sólo como compañeros de relaciones sexuales?
–Es la verdad, ¿no? Eso, al menos, parece que lo hacemos muy bien.
–Sí, en eso tienes razón –dijo Yoongi con una sonrisa.
Jimin se limpió las comisuras de los labios con la servilleta.
–¿Me disculpas? –dijo Jimin, empujando la silla hacia atrás–. Tengo que ir al baño.
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