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Yoongi cerró la boca sobre uno de sus pectorales y se puso a acariciar el pezón con la lengua hasta que Jimin echó la cabeza atrás, arqueando la espalda de placer.
Fue alternando luego la lengua con los dientes, mordisqueándolo suavemente hasta ir despertando en Jimin el deseo de la posesión final.
Deslizó después la lengua y los labios por su vientre, jugando unos instantes con el ombligo para bajar en seguida hasta su tierna y rosada entrada. Lo lamió lentamente con la lengua, como la abeja saborea el néctar de una flor.
Jimin sintió como si una corriente eléctrica le recorriera todo el cuerpo. Con la respiración entrecortada y el corazón desbocado, sentía aquellos continuos y benditos lengüetazos que lo acercaban cada vez más al borde de aquel clímax liberador que tanto anhelaba. Hundió los dedos en la espesura de su pelo con la intención de mantenerse a flote en aquel mar de sensaciones desenfrenadas que amenazaba con zarandearlo hasta hacerlo naufragar.
Jimin no pudo evitar que un pequeño grito saliera de su garganta al sentir las convulsiones del orgasmo, dejando su mente en blanco como si hubiera sido víctima de una amnesia transitoria. Yoongi se incorporó para gozar de la vista del cuerpo contrario y entonces Jimin observando su excitación le agarró el miembro con la mano y se puso a estimularlo hasta sentir el latido del músculo entre los dedos.
Yoongi lanzó un gemido cuando Jimin comenzó a mover la mano con más fuerza y velocidad. Entonces se apartó y buscó a tientas aquella rendija húmeda y caliente, entrando finalmente en ella con tal empuje y fortaleza que Jimin creyó ver una lluvia de fuegos artificiales en su cerebro.
Yoongi empezó despacio, pero poco a poco fue imponiendo un ritmo más rápido. Jimin le siguió, moviendo la cadera al compás y sintiendo íntimamente con gran placer cada una de sus firmes y profundas acometidas cada vez más desenfrenadas conforme él se iba acercando al punto de no retorno. Le oyó gemir de forma incontrolada y sintió en seguida una explosión de calor y vida derramándose dentro de su cuerpo entre convulsiones de placer. Se quedó temblando debajo del cuerpo contrario mientras se iban apagando poco a poco sus últimos espasmos.
–¿Te peso demasiado? –preguntó Yoongi.
–No –dijo Jimin sonriendo sintiendo el peso de su cuerpo aplastándolo materialmente contra el colchón de la cama.
Le encantaba sentirse así, sintiendo todo el peso del cuerpo de Yoongi encima de él y con su miembro viril encerrado en la bóveda secreta de su cuerpo.
Yoongi se apoyó en los codos y le dio un beso suave en la boca.
–Eres muy hermoso, ¿lo sabías?
A Jimin no le gustaba frivolizar sobre esas cosas. Sabía que había heredado de su madre unos pómulos redonditos, una nariz recta, ligeramente respingona, un pelo fuerte y sedoso y unos ojos increíblemente verdes. Pero su aspecto físico era algo en lo que nunca había pensado demasiado. Había otras cosas más importantes para él. Tal vez la belleza y la inteligencia no iban nunca de la mano, pensó Jimin.
Habría cambiado gustoso la primera por la segunda.
–Jimin –dijo Yoongi, tomándole la barbilla entre los dedos índice y pulgar–. ¿Por qué me miras así tan serio?
Jimin trató de sonreír, pero no lo consiguió.
–Estaba pensando que voy a echarte mucho de menos cuando todo esto haya terminado.
Yoongi respiró profundamente, se separó de él y se quedó boca arriba mirando al techo.
–Lo sé –dijo finalmente con voz apagada.
Jimin esperó unos segundos y se acurrucó a su lado.
–¿Y tú? ¿Me vas a echar de menos cuando nos separemos? –dijo Jimin mirándolo fijamente–. Yo me iré a vivir probablemente a Londres o tal vez a Australia. Siempre he querido ir allí. ¿Has estado alguna vez?
Yoongi se bajó de la cama, se puso los pantalones y lo miró a los ojos.
–Sí, es un lugar muy bonito. Ojalá hubiera tenido más tiempo para verlo cuando estuve allí. Es un buen sitio para vivir. Allí la prensa no te molestaría y tendrías la oportunidad de rehacer tu vida.
La cara de Yoongi era inexpresiva, como una máscara, y su voz era neutra y carente de emociones. Parecía como si no quisiera seguir con aquella conversación por más tiempo.
–¿Yoon?
–¿Qué?
Jimin se mordió el labio, molesto por su forma tan cortante de responderle.
–Nada –replicó Jimin.
–Mira, Jimin –dijo Yoongi acariciándole el pelo con la mano–. Ya sabes lo que pienso. He sido muy sincero contigo sobre mis intenciones y no pienso cambiar las reglas. ¿De acuerdo?
–No pretendo cambiar las reglas –replicó Jimin, bajando la mirada–. Sólo te estaba diciendo que te voy a echar mucho de menos cuando nos separemos.
–¡Por favor Jimin! ¿Qué quieres que te diga? –exclamó Yoongi con cierta acritud–. ¿Que yo también te voy a echarte mucho de menos?
–¿De veras? ¿Me echarás de menos? –dijo Jimin mirándolo de nuevo a los ojos.
–No he pensado aún en ello –dijo Yoongi.
Y sin más palabras, salió de la habitación, dando por concluida la conversación.
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