🍋7/3 🔥
Nota: Breve mención de contenido sexual (no será muy narrativo y omitiré algunas partes porque no me gusta escribirlo sorry but not sorry)
Va con dedicatoria para Emilia_Olivares_1902 nomás porque la amo mucho aunque ella no me ame tanto
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Cuando Jimin bajó luego por la tarde al salón, se encontró a Yoongi sirviéndose una copa. Él se volvió al oírle entrar, levantando la botella que tenía en la mano.
–¿Te apetece tomar una copa conmigo?
Jimin aceptó tomar un poco de vino blanco con soda y se sentó en uno de los suntuosos sofás, con su copa de cristal tallado en la mano.
–Pues aquí estamos –dijo Yoongi con una sonrisa burlona–. A punto de terminar nuestro segundo día de matrimonio. Ya sólo nos quedan trecientos sesenta y tres.
–No eres tú el único que cuenta los días, hyung –replicó Jimin con arrogancia.
–Conozco, en todo caso, una forma mejor de pasar el rato –dijo Yoongi con un brillo especial en la mirada.
Jimin sintió un escalofrío repentino, pero trató de mantener la calma.
Durante todo el día había tenido la esperanza de que pudiera cruzarse con Yoongi por algún rincón de la casa. Cada vez que abría la puerta de una habitación o atravesaba un pasillo, había tenido la sensación de que iba a verle aparecer.
–Estoy seguro de que eres un todo un experto en ese tipo de prácticas – replicó Jimin -. A propósito, ¿cómo se ha tomando tu amante la noticia de tu matrimonio?
Yoongi echó un buen trago antes de responder.
–No muy bien, pero me da igual. Ya estaba a punto de romper con ella. Las personas posesivas me descomponen. Me aburren.
Jimin sintió, al oír esas palabras, como si un espada le hubiera atravesado el cuerpo, desde el corazón hasta la espalda. No tendría ninguna oportunidad con Yoongi si se enteraba de sus miedos e inseguridades.
El simple hecho de que pensase en querer tener una oportunidad con Yoongi demostraba ya lo vulnerable e indefenso que se sentía a su lado. Hacía sólo unos días, pensaba que lo único que sentía por él era odio y deseos de venganza. Ahora ya no estaba tan seguro.
–Supongo que no estarás pensando en mí para sustituirla –dijo Jimin esforzándose por mantener un tono de voz sereno.
–Creo que sabes muy bien lo que deseo, Jimin–afirmó Yoongi con una cínica sonrisa–. Y tú también lo deseas, pero creo que, por alguna razón, me estás ocultando algo. ¿Qué quieres? ¿Más dinero?
–¿Es así como acostumbras a conseguir a quien te apetezca para que se vaya a la cama contigo? ¿Ofreciéndoles dinero?
Yoongi se acercó a Jimin y le quitó la copa que tenía en la mano antes de que Jimin pudiera hacer nada por impedirlo. Lo puso de pie, y se quedó frente a él lo suficientemente cerca como para que hacerle sentir el calor de su cuerpo.
–Creo que sería mejor enseñarte cómo lo hago –respondió Yoongi, acercando suavemente la boca a la comisura de sus labios.
Jimin sintió que su cuerpo se iba hacia él, como atraído por un imán. Trató de contrarrestar ese impulso, pero parecía como si su cuerpo funcionase de manera independiente de su cerebro, sin conexión alguna con él.
Sintió un cosquilleo por la espalda al tiempo que notaba la inflamación en sus pezones, aplastados contra el pecho duro y musculoso de Yoongi.
Percibió en seguida su erección firme y poderosa y sintió, por un instante, la tentación de apartarse de él. No estaba delante de uno de esos hombres anónimos con los que había estado coqueteando sólo para demostrar a todo el mundo lo fuerte que era.
Estaba con Min Yoongi, el único hombre al que había deseado toda la vida.
Sí, era Min Yoongi, su marido durante los próximos doce meses.
Yoongi le puso una mano en la parte baja de la espalda y lo apretó contra su pecho, haciéndole sentir en la boca la calidez de su aliento y despertando su deseo.
–Me estás volviendo loco con esas miradas. ¿Lo haces deliberadamente para provocarme?- Dijo Yoongi provocativamente.
Jimin se pasó la punta de la lengua por los labios, mientras miraba los finos y rosaceos labios de Yoongi.
–Estoy tratando de poner un poco de sensatez en esta...
–Olvídate de la sensatez –dijo Yoongi refunfuñando–. No hay nada sensato en todo este asunto nuestro.
Yoongi no se dio cuenta de si fue él quién bajó su boca o si fue Jimin el que se puso de puntillas para alcanzar la suya. Eso era lo de menos. El hecho fue que sus bocas se juntaron de repente en un ardiente beso y su cuerpo pareció incendiarse al entrar sus labios en contacto. Luego, Yoongi trató de abrirse paso con la lengua de forma seductora y Jimin dejó escapar un pequeño grito ahogado de deseo al sentir el contacto con la suya.
Fue al principio un beso suave y tierno, pero poco a poco se fue tornando más firme y atrevido. Jimin sintió un fuego corriéndole por las venas cuando Yoongi puso a acariciarle el labio inferior, primero con los labios y la lengua y luego con los dientes. Eran pequeños mordiscos que despertaban el deseo en el lugar más profundo e íntimo de su ser.
Yoongi fue deslizando los labios hacia la zona más sensible del cuello y de sus claviculas, en un viaje lento y sensual. Jimin comenzó a sentir la miel líquida del deseo fluyendo de la erección que se le había formado y una inquietante desazón en los pezones, cada vez más tensos y duros. Yoongi bajó entonces un poco más la mano derecha hasta agarrarle con audacia y decisión uno de los glúteos, mientras le acariciaba con la otra el pezón derecho.
Jimin no podía dar crédito a la forma en que su cuerpo respondía a sus caricias, a pesar de que la camisa de gaza se interponía, como una odiosa barrera, a un contacto más directo. Sintió un deseo irrefrenable de estar desnudo con Yoongi, para sentir su piel contra la suya. Le puso los brazos alrededor del cuello, enredando los dedos entre la espesura de su pelo, para disfrutar mejor del abrazo.
–Pero, ¡cómo te deseo! –le susurró Yoongi junto a su boca–. Eres un hechicero que hace de los hombres lo que quiere. Un pequeño duende seductor con una boca de fuego.
Jimin no hizo el menor caso de sus comentarios, concentrado, como estaba, en disfrutar de aquel mágico momento. Sintió el calor de su mano bajo la camisa, abriéndose paso por entre la tela y luego el contacto de toda la palma alrededor del pecho mientras con el dedo pulgar le estimulaba el pezón.
Estaba tardando mucho en llevarlo a la cama, pensó Jimin con un escalofrío al sentir su lengua lamiéndole el pezón derecho a través de la tela de la camisa.
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