Boda de lluvia
BODA DE LLUVIA
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel MCU
Pareja: Thorki
Derechos: con todos menos conmigo.
Advertencia: es un AU con licencias para beneplácito de la autora, sé que algunas cosas no son como deben, no me azoten sus libros de cultura japonesa porque esto no es la Enciclopedia Británica. Solamente es una loca historia de un lindo zorro con su novia. Una historia encargada.
Gracias por leerme.
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"He experimentado de todo, y puedo asegurar que no hay nada mejor que estar en los brazos de la persona que amas."
John Lennon.
Todos tienen sus zorros ¿no? Y por ello no ando mencionando a quienes tú sabes, me refiero a los poderosos zorros mágicos de los bosques que nos cuidan. Los Kitsune. Algunos son muy problemáticos, otros son algo inútiles si me lo preguntas, pero el que nosotros tenemos... ese sí que es muy especial. Para cuando mi abuelo escuchó esta historia en boca de su abuelo nuestro Kitsune poseía ya sus nueve colas, lo que nos decía que era un zorro bastante viejo, por lo que tenemos esos relámpagos y lluvia tan feroz cuando nos aísla de los enemigos. Hay que tener nueve colas para eso.
En fin, me adelanto al cuento que debo contarte antes de que se me olvide como otras cosas, cuando se tiene mi edad el tiempo pasa diferente.
Este Kitsune nuestro era bonachón, lejos de tenerle miedo a los humanos solía convivir con ellos cuando atravesaban el bosque, asegurándose de que todos pasaran con bien. Se dice que la diosa de la luna una noche lo encontró tratando de formar una barrera para que la inundación no alcanzara el pueblo, sus garras ya se habían roto de tanto esfuerzo por moldear las piedras que dejaba rastros de sangre en ellas como lágrimas. Entonces le regaló un martillo, y desde entonces nuestro zorro se puso a construir. Dicen que se hizo un palacio de oro pero eso ya es otra historia.
Como buen zorrito, a veces gastaba bromas con su martillo haciendo retumbar la tierra cuando la azotaba contra ella porque te digo que ya tenía nueve colas y eso los hace muy poderosos. A veces se escuchaba su risa tan ronca en las nubes, o sus canturreos por entre las ramas que se mecían al viento. Tenía un buen temperamento y siempre hemos estado agradecidos por ello, tener un Kitsune de tan buen talante es algo raro pese a todas las experiencias que ya hemos compartido con él. Si bien hay algo que tiene que ver en ello, la razón para estar contando esto.
Verás, nuestro zorro tenía familia, pero una noche los demonios subieron a la tierra y ellos murieron, así que se quedó solo en el bosque. No supimos de él durante mucho tiempo, temimos que nuestra buena suerte se hubiera terminado, de cierta manera así fue porque los campos comenzaron a secarse, vino un invierno demasiado frío que varios del pueblo murieron a causa de ello. Todos oraron por la intervención del Kitsune, pero su corazón aun estaba dolido por la pérdida de su familia. Hubo desconcierto y miedo, quizá era el fin del pueblo si él no volvía.
—Lo que necesita es compañía —opinó una anciana.
—¿Dónde vamos a encontrar otros zorros así?
—No, tonto, nuestro Kitsune necesita una pareja. Una novia.
Hubo muchos "oh" y "ah" entre la gente, quedándose callados porque era el mismo asunto que buscar más zorritos. ¿Quién iba a desear casarse con un Kitsune? Una cosa era el convivir con él y otra ponerse en sus garras. Tú sabes, siempre eso limita los pensamientos de la gente corriente. Decidieron que lo mejor era elegir entre todos los candidatos para ser la novia del Kitsune, y que el pueblo en mayoría decidiera quién era el mejor. Ya te imaginarás todo el revuelo que eso causó, hubo padres nada dispuestos a ofrendar a sus hijas o hijos para el caso. ¿Qué tal si se los comía? Una duda bastante razonable si lo piensas un poco, además que era algo que jamás se había hecho antes en el pueblo porque nunca se nos había quedado un zorro completamente solo.
Entre estiras y afloja de todos, lentamente se fue haciendo una lista de todos los jóvenes que podían ser la novia del Kitsune. Algunos muy listos, otros poco agraciados, algunos más demasiado tontos para un dios de los bosques que nos había dado tanto. ¿Cómo elegir a la mejor o al mejor? He ahí una cuestión que mantuvo a los más viejos pensando porque fueron los jueces para elegir. Lo que hicieron primero fue hacer que cada uno de los candidatos pasara una noche en el bosque, no para que estuviera con el zorro no me malentiendas, era para que pues se imaginaran pasando el resto de su vida ahí. Con eso, algunos renunciaron porque los árboles les dieron demasiado miedo.
Luego vinieron otras pruebas para ver cómo resolvían problemas que requerían ingenio, si iban a ser una novia de un astuto zorro había que estar en igualdad de condiciones. Sucede que en esos momentos nuestro Kitsune apareció, preguntándose qué tanto hacía la gente acomodando paja y piedras discutiendo entre ellos cosas sin sentido. El jefe del pueblo saludó al zorro con una reverencia como se debe antes de contarle sin mentiras porque ellos la detectan de inmediato, lo que estaban pensando hacer.
—Buscamos una novia para su Excelencia.
—¿Novia? —el Kitsune sacudió sus nueve colas de color dorado mirando a todos como si se hubieran vuelto locos— ¿Yo para qué quiero una novia?
—Porque estás solo y triste, el bosque está muriendo, luego seremos nosotros —rebatió la anciana que había propuesto la idea.
—¿Y casarme lo solucionará?
—Ya verás que sí.
—Pues yo digo que no.
—Pues por los dioses que sí será.
Imagina a una abuela apenas con dientes discutiendo con un fornido bien parecido Kitsune de ojos como el cielo y pelaje dorado que se carcajeó cuando no pudo con la necedad de la anciana.
—De acuerdo, me casaré. ¿Supongo que puedo elegir?
—No.
—¿No? ¿Por qué si es para mí?
—Porque entonces elegirías mal.
Hubo otro intercambio de palabras antes de que el zorro terminara huyendo al bosque, prometiendo volver para la noche en que sería la boda cuando tuvieran lista a su novia. Todos admiraron a la anciana por haberle ganado la partida al Kitsune, ella alegó que nuestro protector en realidad no quería elegir, solo estaba molestando como el rebelde que era porque estaba contento de saber que el pueblo estaba preocupándose por él. Aceptaría la novia que se eligiera porque era de parte de todos. Hablo de esta visita tan fugaz como extraña porque de entre todos los testigos de su aparición estaba un joven al que pocas veces se le veía porque su padre era muy celoso.
Este joven no había entrado en la lista porque ese padre tan sobreprotector había mentido diciendo que estaba enfermo y solía padecer de un mal que ponía su piel azul. Lo que no quería era verlo convertido en un festín para un ser sobrenatural, cosas de padres como ya sabes. Loki se llamaba el chico, quien a escondidas había estado observando toda la competencia. Mientras todos estaban embobados con el Kitsune, Loki escribió su nombre en la lista con los demás candidatos restantes. Era bueno haciendo ese tipo de cosas, además de hablar enredado para convencer a los demás como lo hizo cuando fueron por él y su padre casi explotó de ver su nombre.
—Es la voluntad de los dioses —sentenció Loki.
—¡No! ¡Me rehúso!
—Si lo haces, mancharás con maldad el espíritu del Kitsune y nos matará a todos.
Cierto o no, eso contuvo a su padre, así que Loki entró a la competencia. Preguntarás el por qué lo hizo, bueno, en primer lugar ya no quería seguir encerrado sin saber de la vida y en segundo lugar le había llamado la atención aquel poderoso Kitsune tan bien parecido con todo y que lo había visto de lejos. Sobra decir que Loki pronto fue quedando entre los finalistas hasta que al final se convirtió en la futura novia bajo la aprobación de los ancianos del pueblo, la rabia de su padre en un rincón. Se hicieron los preparativos para la boda, enviando un mensaje al bosque para que el zorro supiera que al fin tenía una novia que no podía ver sino hasta la ceremonia como era la costumbre.
Pero estamos hablando de un zorro, ellos nunca van a quedarse con inquietudes. El Kitsune leyó el mensaje, bajó del árbol donde lo había encontrado y caminó hacia el pueblo pensando en cómo vería a su futura novia. Tuvo que sortear las trampas de aquella misma abuela sin dientes que ya había previsto que ese zorrito tendría demasiada curiosidad y no se esperaría hasta la noche de la ceremonia, poniendo cebos para que el Kitsune se confundiera, se hartara por no encontrar a su verdadera novia decidiéndose a regresar a su bosque. Solo que este protector nuestro resistió bien los embates, sentándose en un pozo meditó cómo haría un humano para esconder a su novia, tronó sus dedos y saltó entre los techos para ir a encontrar ese tesoro siguiendo una pista de aroma.
Sí, fue a la casa de Loki quien dormía plácidamente en su cama. El zorro se aproximó en silencio, asomándose por la ventana recorriendo esa esbelta figura del joven apenas iluminado por una noche sin luna. Las nueve colas del Kitsune se agitaron de alegría porque así son esos zorritos traviesos. No se hacen preguntas tontas como nosotros ni tampoco juzgan, solo aceptan lo que reciben y ese señor del bosque lo hizo alegremente, deseando que el joven durmiente abriera sus ojos al menos por unos instantes para conocerlos, pero no fue posible. Se tuvo que contentar con lo que pudo espiar antes de que los pasos del celoso padre lo ahuyentaran a la misma velocidad que sus relámpagos.
Con el humor del Kitsune siendo más cálido por la emoción de tener una novia, el bosque ya no se secó más, ni tampoco hubo sequías. Pronto llegó la noche de la ceremonia, hubo lluvia que dejó un aroma a tierra fresca como buen augurio para todos, mientras se colocaban hileras de farolas iluminando el camino rumbo al corazón del bosque, para que el místico zorro de nueve colas caminara por entre ellas para recibir a su pareja. Loki fue vestido con propiedad, ese kimono blanco shiramuko con detalles en rojo de la buena suerte que resaltaban bastante bien sus ojos verdes, esperando paciente en el medio de un cortejo que lo protegía de la vista.
Todos en el pueblo estaban ansiosos, casi a punto de tirar las farolas por asomarse cuando se escuchó el canturreo del Kitsune al aproximarse, él también se presentó vestido apropiadamente con su haori y su hakama que lo hicieron ver como el dios que era, sus nueve colas agitándose detrás, sacudiendo sus orejas de pelo dorado ansioso cuando todo el grupo que rodeaba a su novia se dispersó, dejándolo admirar por fin a Loki. Sus ojos y esa figura envuelta en un blanco como la nieve con su wataboshi cubriendo esos negros cabellos ahora arreglados para la ocasión. Había emoción en el ambiente cuando empezó la ceremonia con el sacerdote del pueblo haciendo las oraciones de purificación del novio y luego todos callando para escuchar los votos por parte del zorro. Desafortunadamente estuvieron en su idioma, así que no puedo decirte qué fue lo que realmente dijo, lo que muchos contaron para no quedarse con las ganas fue lo siguiente:
—Tienes mi amor y lealtad con el cielo de testigo de mis palabras, que mis colas caigan y me convierta en un gusano si acaso te fallo como esposo.
Dudo mucho que hayan sido así los votos de nuestro Kitsune, pero es una buena aproximación. Fue él quien trajo el sake que bebieron tres veces conforme a los ritos, intercambiando sus anillos y juzos antes de terminar con otra bendición. Loki estaba radiante como feliz, fue extraño para muchos incluyendo su padre que no mostrara ni un ápice de miedo o consternación por estar a punto de marcharse para siempre hacia el bosque mágico a ser la pareja de un ser igualmente sobrenatural. Al contrario, miraba con mucho fervor y algo de picardía el rostro brillante del zorro cuando al fin caminaron juntos como esposos con la corte del pueblo tocando tambores y flautas usando máscaras de zorritos.
Avanzaron lento, pues Loki dejaba atrás una vida de humano ordinario para luego convertirse en la esposa del Kitsune, este no paraba de sacudir sus nueve colas, haciendo caer estrellas por el horizonte y haciendo cantar a los árboles en honor a ellos hasta que toda la comitiva llegó a la entrada del bosque donde los dejaron, pues el resto quedaba en manos del zorro a quien reverenciaron tres veces antes de marcharse cantando todavía. Una ligera lluvia cayó, con la luna enorme reflejándose en los charcos para cuando la pareja se quedó sola, la mano del Kitsune llevó a Loki hasta el interior, en esa parte donde los mortales no pueden entrar porque tiene una barrera mágica.
La podías reconocer siendo mortal pues era como un enorme puente arcoíris. El padre de Loki miró como su hijo subía por el aparente puente de la mano del zorro de nueve colas, desapareciendo como si entraran a las estrellas con la luna igual atestiguando ese andar lento. Fue el último en marcharse, suspirando un poco pues al final de cuentas era su padre y aunque había sido un poco hosco además de sobreprotector, quería a su único descendiente. Oró al salir del bosque pidiendo a los dioses que le concedieran una vida feliz a su hijo, derramó un poco de sake en su honor y se marchó para volver a casa.
Mientras tanto, Loki llegó al hogar del Kitsune, viendo lo que parecía un enorme árbol que brillaba como si fuese de plata y oro, pasando a un hogar casi como una mansión decorada con más farolas que guiaron a la pareja hasta su interior. El zorro estaba feliz de presentar el lugar donde vivía a Loki, siempre sonriendo con sus nueve colas agitándose de cuando en cuando al ver esos ojos verdes llenarse de brillo por lo sorprendente como nuevo para el joven. Por fin llegaron hasta una salita donde brindaron una vez más, intercambiando una mirada más confidente algo traviesa por parte del Kitsune.
—¿Nervioso? —habló el poderoso zorro con su voz ronca y melodiosa.
—Ansioso, a decir verdad.
Loki no tenía idea de lo que pasaría, yo creo que nadie podía darse una idea, al menos por acá pues nunca había sucedido esto te digo, casarse con un ser sobrenatural no era igual a contraer matrimonio con alguien del pueblo. El Kitsune pareció adivinar, tomando una de sus manos que besó por el dorso.
—Ahora eres mi esposa, cuando seas mío dejarás de ser un ser humano mortal pues es mi voluntad que camines juntos por el sendero de los guardianes mágicos.
—¿Tendré inmortalidad?
El Kitsune asintió con una sonrisa, alcanzando sus labios que besó con esa soltura y firmeza que siempre le caracterizaba, dejando un carmesí tierno en las mejillas de Loki, quien más animado por ello alzó su mano libre para atraerlo de nuevo, queriendo comprobar que aquel beso era muy real, además de haberle encantado por las nuevas sensaciones que dejó en su cuerpo. Podría decirte muchas cosas al respecto, seguramente ninguna estaría atinada en cuanto a la naturaleza de un zorro de nueve colas estando en intimidad con su pareja. Lo que podemos hacer es imaginar que el Kitsune ya había esperado demasiado por su novia y no quiso alargar más el momento.
Le tomó en brazos, le llevó a la amplia cama que esperaba ya decorada para los recién casados, depositando a Loki como si fuese de cristal antes de comenzar a besar todo su cuerpo conforme esas manos con finas garras fueron removiendo pieza a pieza ese kimono blanco, dejando libres sus cabellos negros que peinó pese a que más tarde terminarían cual corriente furiosa de un río. Siendo un zorrito travieso, dejó al joven de ojos verdes completamente desnudo para su regocijo visual, ya sabes que esos seres siempre son así. Loki se cubrió avergonzado de estar tan expuesto cuando el Kitsune seguía vestido, mirándolo con un reproche poco funcional pues sus mejillas en rojo vivo disminuyeron el impacto.
—No hay por qué enfadarse —sonrió el zorro moviendo lentamente sus colas— Siempre me ha parecido que los cuerpos humanos tienen detalles que los hacen fascinantes, tú no serías la excepción, y ahora serás todo mío.
Ante los ojos atónitos de Loki, el Kitsune se despojó de sus ropas con un chasquido de sus dedos, dejándole ver toda la gloria de un zorro de nueve colas. La mirada del joven se clavó en la entrepierna no muy lejos de él, tragando saliva lo que hizo reír a su ahora esposo, este sabiéndolo distraer con besos mezclados con mordidas suaves por toda la piel que estaba a su completa disposición. Loki quiso mantener algo de decencia, pero cuando la lengua del zorro encontró partes de su cuerpo muy sensibles, los gemidos comenzaron a llenar la recámara nupcial para satisfacción del Kitsune, quien se dispuso a devorarlo por decirlo de alguna manera.
—¡Mi señor!
Las manos del zorro tocaron a Loki en lugares donde no creyó que alguien pudiera tocarlo, la boca del muchacho emitió los más curiosos sonidos no inventados todavía hasta que su cuerpo estaba temblando, sudando un poco con una mirada asombrada hacia el Kitsune por el talento en su boca, manos y esas colas que también lo rozaron. Tal fue la destreza del zorro que Loki ni siquiera se percató del momento en que dedos ajenos habían explorado su interior, perdido en aferrarse a los cabellos dorados de su esposo cuando estuvo chupándole como si fuese una suerte de golosina de niños. Ni tampoco tuvo miedo cuando el Kitsune acomodó sus piernas alrededor de su cintura, rozándolo con una espada que prometía tocarlo de una forma singular.
Todo el cuerpo del joven se estremeció con el gimiendo entre adolorido y complacido cuando el zorro se abrió paso en él, reclamando su cuerpo como su espíritu. Quizá hubo una que otra lágrima, perdida en las gotas de sudor que brotaron una vez pasado el punzante dolor para sentir lo que se cuenta en esos libros prohibidos o en los poemas atrevidos que hablan sobre el encuentro de los amantes. El Kitsune hizo suyo a Loki, arrullándolo a veces, gruñendo otras al escucharlo gritar su nombre de una manera que bien pudo hacer sentir celoso a los dioses. Igual y sí lo estuvieron. No hubo ni un gramo en Loki que no sintiera esa magia proveniente del zorro comenzar a invadirlo como si estuviera envolviéndolo en un capullo al tiempo que su cuerpo se movía al compás de embestidas cada vez más fuertes.
Con toda seguridad puedo afirmar que ese sitio sagrado fue testigo de los sonidos más obscenos, las expresiones más lujuriosas y la vista de dos cuerpos diferentes entrelazados en varias posiciones como nunca se había visto. Esa noche de bodas en realidad duró aproximadamente tres días porque los zorros de nueve colas tienen demasiada energía sexual, hablando muy en particular de nuestro Kitsune, quien llevó a los más altos cielos del placer a Loki hasta que este no tuvo ni un gramo más de energía que dar, prácticamente desmayándose con una enorme sonrisa de placer que se mantuvo cuando despertó, sintiéndose un poco adolorido por las mordidas en su cuerpo, las marcas de garras que se quedaron y todo ese ejercicio hecho con su esposo.
Uno que estaba todavía desnudo, observándolo con esas nueve colas moviéndose cual serpientes. El Kitsune se acercó, ofreciéndole algo de agua, no la común y corriente que nosotros podemos beber, puesto que el cuerpo de Loki ya estaba cambiando. Beber eso lo ayudó a estar más consciente, porque faltaba solamente una cosa más para que el joven abandonara las ataduras mortales y se convirtiera por completo en la esposa del zorro de nueve colas. Las manos del Kitsune lo abrazaron, señalando un hombro donde había una mordida pequeña, juguetona cerca de la curva de su cuello.
—Sujétate a mí —ordenó el zorro.
Loki no entendió a qué se refería, se sentía tan en el paraíso que le pareció imposible experimentar otra sensación que no fuese placer, en su interior aun estaba esa chispa de energía que el Kitsune le había compartido. Solo cuando los colmillos de este se hincaron en su sensible piel y un punzante dolor comenzó a ganar la partida es que se sujetó a su esposo gritando sin querer porque de pronto sintió que la tierra se abría y a él lo devoraba hacia un torbellino multicolor. Todo desapareció hasta quedar en una suerte de neblina densa muy blanca con el rostro del zorro de nueve colas frente a él recordándole que no estaba solo, que permitiera fluir la nueva energía transformando su cuerpo. Así fue como Loki se convirtió en otro ser sobrenatural, guardián de este bosque y esposa del poderoso Kitsune de nueve colas que controla la lluvia y los truenos.
El joven que caminaba cargando los cestos en su espalda se detuvo al ver que su abuelo ya no contaba más la historia, jadeando en reclamo porque no le pareció que fuese la manera de terminar semejante tipo de cuento mágico, menos si era real. Miró ese viejo bosque luego al anciano al que alcanzó, deteniéndolo apenas.
—¿Y?
—¿Y?
—¿Qué fue de Loki?
—Ya lo dije, vive en el bosque.
—Sí, pero ¿qué le sucedió? ¿En qué se transformó?
Con una risita, el abuelo se cruzó de brazos por detrás de su espalda, retomando su camino.
—Sígueme.
Los dos fueron hasta un valle alto que miraba toda la extensión del bosque, el muchacho dejó sus pesados cestos, sentándose junto a su abuelo quien miró hacia el atardecer que ya comenzaba con un viento fresco rozando sus rostros.
—Estamos en fechas de lluvias, las mismas que tuvo Loki en sus bodas.
—¿Los veremos?
—Si tenemos suerte, pero quédate quieto o no conseguirás verlos.
—Abuelo ¿de verdad...?
—Sshh.
Un poco incrédulo, el joven obedeció. Estaban debajo de la copa de un árbol, así que cuando cayó una lluvia fina apenas si lo sintieron, observando cómo las gotas hacían un juego multicolor con los ratos del sol, una suerte de puente. Al principio, al muchacho le pareció que era algo natural, hasta que ese arcoíris fue torciéndose para hacerse más recto, dejando pasar dos figuras que lo dejaron boquiabierto. Un alto, fornido zorro de nueve colas canturreando mientras mecía un martillo en el aire, tomando de la mano a un joven de aspecto fino, piel azulada con unos pequeños cuernos y un largo cabello negro que iba repartiendo sobre el bosque por el cual pasaba ese puente multicolor semillas mágicas.
Detrás de ellos, caminaba un pequeño zorrito de una cola, sujetándose de las ropas de sus padres al andar, mirando a todos lados con la curiosidad propia de los cachorros. Cuando la lluvia fina pasó, el puente desapareció con los últimos rayos de sol y también esa familia. El joven sacudió su cabeza e incluso se dio una cachetada para asegurarse de que no se había quedado dormido y soñado con criaturas fantásticas del bosque, haciendo reír a su abuelo.
—¿Ahora sí lo crees?
—Es... ¿siempre podemos verlos en las lluvias?
—No siempre. Pero en esta estación es más probable por ser su aniversario.
—¿Abuelo?
—Dime.
—¿Cuáles son sus nombres? Jamás mencionaste el nombre del Kitsune... o de su hijo si he mirado bien.
—Ah —el anciano se levantó entre jadeos, sacudiendo sus ropas y caminando con brazos tras la encorvada espalda— Nuestro señor del bosque se llama Thor, y su hijo lleva por nombre Lhork. Pero no somos dignos de pronunciar sus nombres, acaso puedo decir con más libertad el de Loki porque nos lo ha permitido.
—¿Los visita?
—Cuando su hijo se escapa y va al pueblo a hacer travesuras, cada que veas que las cosas cambian de lugar o que de pronto tu comida se acaba, es él.
—Increíble. Y es curioso que sea una linda historia.
—Ah, ellos han tenido sus aventuras, pero eso es para otro día. Hoy debes sentirte dichoso de haber contemplado a nuestros guardianes, ya casi no hay ni tampoco gente que crea en ellos. Te he contado su historia para que continúes nuestro legado, podemos no tener palacios de oro o ser de la nobleza, más cuando la oscuridad acecha, la luz de nuestros señores llega para rescatarnos.
—No lo olvidaré, abuelito.
—Vamos a casa.
F I N
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