Day 3/Circo/KamiSero

Hacía mucho tiempo en el que Denki se daba una vuelta por el circo, habían pasado años de la última vez que visitó uno.

¡Pero para eso estaba la juventud! ¡Para hacer pendejadas y seguir sintiéndote como un niño! Y vaya que visitar un circo y estar tan emocionado como cuando tenía 5 era un buen paso.

Aquellos recuerdos que guardaba desde hace mucho tiempo comenzaron a salir, al ver a los payasos que salían del escenario para comenzar el show.

Realmente no le importaba haber acudido solo a aquel lugar (nadie había accedido a ir con él) y realmente no le importaba, se la estaba pasando bastante bien en aquel show, sin embargo, a la mitad de la presentación de la mujer barbuda, se le acabaron las palomitas.

Joder, ahora tenía que salir a por más, por suerte, era una de las presentaciones más aburridas.

Se levantó para salir de aquel telón de colores rojizos, pidiendo disculpas a las personas a las cuales les interrumpía en espectáculo.

Frases como "la carne de burro no es transparente" no se hicieron esperar, vaya, y sus respuestas eran también muy bonitas "jódete, imbécil".

Bueno, tal vez no era el mejor insultando.

Pero pronto salió de la carpa, adentrándose en aquellos puestecitos de juguetes luminosos y algodones de azúcar, entre varias cosas más.

Caminó a paso rápido a su destino, en el cual se le olvidó para donde debía ir, sin embargo, después de un par de vueltas pudo encontrar aquel dichoso puesto donde vendían palomitas.

—¡Hey! ¡Me ha dado de menos!— chillaba un chico de cabello azabache, aparentemente de su estatura y cuerpo delgado, quien mostraba al gran hombre bigotón el dinero, que probablemente este mismo le había dado como cambio. —¡Me cobró unas palomitas de más!

Oh, vaya que aquel chico era lindo, perfecto para pasar el resto de su estadía en aquel circo, y quién sabe, darse unos besotes en los últimos asientos del espectáculo.

—Estás equivocado mocoso, anda, devuélvete con tu mamá.

—¡Que tenga 14 años no me hace un pendejo!

Ah, amor prohibido murmuran por las calles, por que somos de distintas... ¿Edades?

Bien, o sea, solamente le ganaba por 5 años a aquel chico que le reclamaba al señor de las palomitas... ¡Era ilegal!

Ahora maldecía a aquel chico, y su pendejada habilidad para adivinar las edades de las personas.

Pero joder, ese niño se veía bastante más grande.

—Hey, oiga, seguro que el chico tiene razón, ¿por qué no le regresa su cambio como debe de ser?— y como buen senpai legal queriendo lucirse con un Kohai lindo, fue en su defensa.

Se sentía como un verdadero hombre.

—¿Por qué vienen a hacer problemas, mocosos?— ah, joder, se le olvidaba que seguido se burlaban de la edad que aparentaba.

Jodida mierda.

—Tengo 19 años, señor, creo que deje de ser un "mocoso" hace tiempo —bueno... Ni él se la creía, la neta.

—¿Y crees que me importa eso?— sentía la mirada azabache mirarle, como esperando a que dijese algo.

No podía fallarle, no ahora.

—Bueno, entonces...— Y de un rápido movimiento, tomó la mano del menor para depositar el costo bien contado de una bolsa de palomitas como las que traía el chico, sin embargo, jamás soltó su mano, ya que tomó una bolsa de palomitas de esas que ponen para exhibirlas y salió huyendo, aún ante los gritos de aquel gran hombre.

Chingesu' madre, a correr.

Vio como un par de palomitas caían de su bolsa, pero no le importó ya que estaba más ocupado esquivando puestos y adentrándose de nuevo dentro de la carpa, donde se escuchaba el sonido de risas pero no se veía mucho ante la poca iluminación.

Se adentró un poco más a un paso más lento, escuchando su propia respiración agitada, además de la ajena, dándose la oportunidad de, ahora sí, ver el rostro alargado del chico al que había ¿salvado? Quien sabe, solamente quería ver de nuevo aquel bonito niño ilegal.

—Me podía defender solo, pero muchas gracias, senpai— soltó el pelinegro, sonriendo y rascándose la nuca, mientras el chico de cabellos rubios lo miraba inquieto.

—¡No pasa nada, hombre! Igual así pudiste recuperar tu dinero — gritó-susurró, o la gente los mandaría a callar y serían descubiertos. —¿Quieres que te lleve a tu lugar?

—Joder ¿en serio tiene 19 años y piensa coquetearme?— oh vaya, creo que se le cayó la dignidad.

Se limpió una lágrima falsa ante la risa del chico pelinegro.

—¡Por supuesto tengo 19 y un poco de pedofilia de vez en cuando no hace daño! Soy todo lo que buscas, bebé.

—JAJAJAJAJAJAJAJAJA, NI SIQUIERA SÉ SU NOMBRE— volvió a reír intentado que sus carcajadas no se escucharan tanto, Kaminari vio cómo se limpiaba el sudor de la frente aún mientras reía.

Era tan bonito...

—Bueno, eso se arregla fácil, yo soy Kaminari Denki...

—Sero Hanta— le cortó —El kohai de su vida.

Oh bueno, ya lo había notado.

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