Omake 1: Los Aberrantes

La noche era fría y opresiva en la ciudad de Musutafu, donde el silencio solía ser un alivio, pero en esta ocasión, era un preludio de la violencia

En los callejones y plazas se escuchaban gritos lejanos, el eco de las multitudes enfurecidas, y entre las sombras, luces oscilantes de antorchas dibujaban escenas de horror

Dentro de un estrecho apartamento, Mitsuki Bakugou sujetaba con fuerza a su recién nacido, Katsuki

Su respiración era rápida, y sus manos temblaban mientras miraba a su esposo, Masaru, quien empaquetaba lo esencial en una pequeña mochila

-Masaru, debemos irnos ahora- Susurró Mitsuki, casi sin aliento, sus ojos estaban llenos de miedo, pero también de una feroz determinación -Ellos... están buscando a todos los niños con dones, no se detendrán, los arrastrarán sin dudarlo-

Masaru, quien siempre había sido el más calmado de los dos, asentía con el rostro pálido -Lo sé, Mitsuki, pero... ¿a dónde iremos? Nos están vigilando, la ciudad entera está vigilada-

Un grito desde fuera hizo que ambos se congelaran

Era la voz de una madre desesperada, suplicando por la vida de su hijo -¡No! ¡Por favor, es solo un niño!- El rugido de la multitud ahogó sus súplicas, seguido de un sonido sordo, algo cayendo, alguien siendo arrastrado

Katsuki, en brazos de su madre, comenzó a llorar, Mitsuki lo abrazó más fuerte, tratando de calmarlo y, al mismo tiempo, de protegerlo de ese mundo despiadado

-Mitsuki...- Dijo Masaru en un murmullo, acercándose a ella y colocando una mano en su hombro -Si nos quedamos, no tendrá una vida, será un... un prisionero, o algo peor-

Mitsuki asintió con la cabeza, apretando los dientes -Lo sé y no dejaré que le hagan nada, Masaru, no lo permitiré- Luego, bajó la mirada hacia su bebé, sus ojos endureciéndose -Él no es una aberración, ¿entiendes? Katsuki es nuestro hijo, con o sin quirk, merece vivir-

Masaru miró a Mitsuki con una mezcla de miedo y admiración -Entonces nos vamos ahora mismo, hay un túnel en las afueras, un viejo refugio... quizá podamos salir sin que nos vean-

Afuera, los gritos continuaban, Mitsuki respiró profundo y, sin pensarlo más, tomó la mochila y abrazó a Katsuki -Dime que tienes un plan, Masaru-

Él asintió, aunque su voz temblaba -Sí, sí, solo... sigue mis pasos, evitemos las calles principales-

Siguieron por los callejones oscuros, mientras Mitsuki mantenía a Katsuki cerca de su pecho, intentando protegerlo de la vista y de cualquier ruido, a lo lejos, en una de las plazas, un grupo de personas rodeaba a otro niño pequeño que, temblando y aterrorizado, intentaba reprimir las llamas que salían de sus manos

La gente gritaba y lo apuntaba con el dedo

-¡Monstruo!- Gritó alguien -¡Aberrante!- Vociferó otra persona mientras las piedras comenzaban a volar hacia el niño

Mitsuki desvió la mirada, luchando contra las lágrimas y el terror -Masaru... ¿Cómo pueden hacer esto? ¡Son solo niños!-

Masaru la tomó del brazo, apretando con fuerza -No hay tiempo para cuestionarlo, solo... solo tenemos que salir de aquí-

Mientras avanzaban, escucharon el golpe seco de las piedras y los gritos del niño, hasta que todo quedó en silencio, Mitsuki cerró los ojos con fuerza, sintiendo una rabia y tristeza profundas, pero siguió adelante, sabiendo que cualquier retraso podría ser fatal

Finalmente, llegaron a las afueras de la ciudad, donde las luces eran escasas y la vigilancia, mínima

Se dirigieron a una vieja estructura que parecía abandonada, Masaru empujó la puerta, abriendo paso a un túnel oscuro y húmedo

-Aquí podremos ocultarnos un poco, quizá podamos contactar con alguien para que nos lleve lejos- Dijo Masaru, mientras observaba a su esposa y a su hijo con preocupación -Este lugar no es seguro, pero al menos estamos lejos de esos... monstruos-

Mitsuki asintió, pero no pudo evitar soltar un suspiro de frustración -¿Por qué nosotros? ¿Por qué él? Katsuki es solo un bebé... ¿Qué clase de monstruos harían esto?-

Masaru la miró, intentando calmarla -Mitsuki, lo sé, no es justo, pero... él tiene algo que ellos temen, en este mundo, el miedo hace que la gente haga cosas horribles-

Justo entonces, Katsuki, quien había estado en silencio, soltó un pequeño sollozo, sus diminutos ojos abriéndose por un momento, Mitsuki lo miró con ternura, acariciando su mejilla -No dejaremos que te hagan daño, ¿verdad, Masaru?-

Masaru miró a su hijo con tristeza -No, no lo haremos, pero... debemos ser fuertes, Mitsuki, quizá algún día podamos vivir sin escondernos, pero hasta entonces... tendremos que luchar-

Mitsuki asintió y miró a su bebé, quien parecía estar tranquilizándose en sus brazos -Katsuki... tu nombre significa victoria y eso es lo que serás, una victoria contra esta oscuridad, no importa cuánto tiempo nos lleve-

La puerta del túnel se cerró detrás de ellos, el sonido del metal oxidado rechinando contra el concreto se apagó en el eco interminable del pasaje, Mitsuki respiró con dificultad, aferrándose a Katsuki como si su vida dependiera de ello, mientras Masaru encendía una linterna, arrojando un tenue haz de luz que apenas iluminaba el camino delante

-Rápido, debemos seguir adelante antes de que nos encuentren- Susurró Masaru, intentando esconder el miedo en su voz

Sin embargo, antes de que pudieran dar más pasos, el eco de voces resonó detrás de ellos, llenando el túnel con el sonido ensordecedor de una turba, Mitsuki se detuvo y apretó los dientes

-¡Están aquí!- Gritó una voz áspera, llena de odio -¡Son los padres del monstruo, los que han traído esta maldición a nuestra ciudad!-

Masaru miró a Mitsuki, el pánico reflejado en sus ojos

-Debemos correr ¡Ahora!-

Los dos empezaron a correr por el túnel, sus pasos resonando como tambores en la oscuridad

El aire se llenó de gritos y de maldiciones, de promesas de violencia y de un clamor sediento de sangre. Mitsuki miró hacia atrás por un segundo y vio las antorchas acercándose, las sombras danzando en las paredes del túnel como espectros deformados

-¡Son demonios, engendros del infierno!- Gritó una mujer al frente de la turba, con los ojos desencajados, brillando con el reflejo de las llamas -¡Sus crías nacerán con fuego en sus manos y destruirán todo lo que amamos! ¡Maten a los padres y al niño!-

-¡No les debemos nada!- Vociferó un hombre robusto, con la cara desfigurada por una cicatriz, levantando una barra de metal oxidada -¡Ellos trajeron esto a nuestra puerta, esta abominación debe terminar aquí!-

El túnel se volvió un hervidero de ruido, una cacofonía de rabia y odio, Masaru tropezó y Mitsuki lo levantó de un tirón, su rostro transformado en una máscara de furia y desesperación

-¡Masaru, no podemos detenernos!- Le gritó, casi sacudiéndolo -¡No podemos dejar que nos alcancen, no por él!

-Mitsuki...- Masaru la miró, sus ojos húmedos, el terror apoderándose de él -Si nos atrapan... no dejes que se lo lleven, no dejes que le hagan daño, incluso si... incluso si tienes que...-

-¡No digas eso!- Rugió Mitsuki, sus ojos ardiendo con una mezcla de lágrimas y rabia. Katsuki lloraba en sus brazos, el pequeño cuerpo sacudido por sollozos de miedo -¡No dejaremos que lo toquen, Masaru, lo prometiste!-

La turba estaba más cerca ahora, tan cerca que podían sentir el calor de las antorchas, el hedor del aliento agrio y sudoroso de la muchedumbre enfurecida

-¡Ahí están!- Vociferó alguien, y antes de que pudieran reaccionar, una roca voló por el aire, golpeando a Masaru en la cabeza, cayó al suelo con un grito ahogado, sangre brotando de una herida en su frente

-¡Masaru!- Chilló Mitsuki, arrodillándose a su lado mientras él se retorcía de dolor. Ella levantó la mirada hacia la turba, sus ojos llenos de un odio visceral -¡Monstruos! ¡Son ustedes los verdaderos monstruos!-

Una figura se adelantó, un hombre alto y huesudo con una sonrisa cruel en el rostro, en sus manos llevaba un machete manchado de algo oscuro

-Nos llaman monstruos, ¿eh?- Se burló, escupiendo al suelo -No somos nosotros los que parimos a una abominación, ese niño tuyo es un peligro para todos, y lo sabes-

Mitsuki apretó a Katsuki contra su pecho, sus ojos llenos de lágrimas de rabia

-¡Es solo un bebé!- Gritó -¡Es inocente, no ha hecho nada!-

El hombre levantó el machete, señalándola con la punta

-No importa, todos esos... "dones", esas "habilidades", solo traen muerte ¿Cuántas familias más deben morir por su culpa? ¡No dejaremos que crezca para convertirse en otro monstruo!-

Los demás comenzaron a corear, alzando sus antorchas y herramientas improvisadas -¡Mátenlos! ¡Mátenlos a todos!-

Mitsuki se levantó, dejando a Masaru atrás, quien seguía intentando ponerse de pie, tambaleándose

-¡Corre, Mitsuki!- Gritó Masaru con la poca fuerza que le quedaba -¡Corre y no mires atrás!-

Pero antes de que pudiera hacer algo, dos hombres se abalanzaron sobre él, inmovilizándolo contra el suelo, Mitsuki gritó al ver cómo uno de ellos levantaba una piedra enorme, dejándola caer con fuerza sobre la cabeza de Masaru

El sonido fue seco, un crujido nauseabundo que hizo eco en el túnel

-¡Masaru!- El grito desgarrador de Mitsuki llenó el espacio, su alma quebrándose en ese instante

Ella miró a la turba, sus ojos ahora fríos, llenos de una furia imparable, Katsuki seguía llorando, sus pequeños puños apretados, emitiendo un leve destello de calor

-¿Qué pasa, madre?- Se burló el hombre del machete, acercándose a ella con una sonrisa sádica -¿No vas a luchar por tu pequeño monstruo?-

Mitsuki levantó la vista, sus ojos convertidos en dos pozos de odio puro

-Sí, voy a luchar- Dijo con una voz baja y temblorosa -Voy a destruirlos a todos-

Con un movimiento rápido, sacó un cuchillo de la mochila y se lanzó hacia el hombre, clavándolo profundamente en su cuello

La sangre brotó a borbotones mientras él se tambaleaba hacia atrás, llevándose las manos a la herida, sorprendido

La turba se quedó en silencio por un segundo, atónita, antes de que los gritos de furia se intensificaran, se abalanzaron sobre ella como una jauría de lobos, derribándola al suelo, Mitsuki soltó a Katsuki, quien rodó por el suelo, llorando, mientras las manos de la multitud la agarraban, tirando de su cabello, golpeándola

-¡Quemen a la bruja!- Gritó una voz entre la multitud -¡Que arda junto a su demonio!-

Una mujer levantó a Katsuki del suelo, sujetándolo por las piernas como si fuera un saco de carne -¡Este es el origen de nuestra maldición!- Vociferó, levantándolo hacia el cielo oscuro del túnel -¡Acabemos con él aquí y ahora!-

Mitsuki, a pesar de estar siendo pateada y golpeada, levantó la cabeza, sus ojos llenos de lágrimas, de desesperación

-¡No! ¡No, él no!-

Un hombre levantó una antorcha, acercándola al pequeño rostro de Katsuki, que seguía llorando, su piel comenzando a brillar con un calor creciente

-Que arda- Dijo el hombre con una sonrisa retorcida, antes de empujar la antorcha hacia el niño

Y entonces, en un estallido de luz y calor, el túnel se llenó de llamas

El grito de la multitud se mezcló con el rugido del fuego, mientras todo ardía en un infierno descontrolado, Mitsuki, con su último aliento, sonrió a través de las lágrimas

-Victoria- Susurró, justo antes de ser consumida por las llamas

Mitsuki emergió de las llamas del túnel como una sombra envuelta en humo y cenizas, sus piernas tambaleantes impulsándola hacia adelante con una voluntad que desafiaba la muerte misma

La luz de las antorchas y los gritos de la turba se desvanecían detrás de ella, sustituidos por el rugido de agua corriendo

Frente a ella, un lago oscuro se extendía como un vacío sin fin. Sin detenerse a pensar, se lanzó hacia el abismo líquido

El impacto fue brutal

El frío del agua la envolvió, succionándola hacia abajo como los brazos helados de la misma muerte, Mitsuki sintió cómo su cuerpo se retorcía en el agua, la presión empujando hacia adentro, aplastándola

El sabor amargo de la suciedad y la sangre llenaba su boca, mientras el mundo se volvía oscuro y silencioso

Por un momento, la oscuridad fue total

Y luego, un grito

No era el suyo, sino el de Katsuki

Con un esfuerzo sobrehumano, Mitsuki abrió los ojos, sus pulmones ardiendo por la falta de oxígeno

Se dio cuenta de que todavía sostenía a su hijo en brazos

Él seguía vivo

Su pequeño cuerpo temblaba, soltando débiles llantos que apenas rompían la quietud del agua alrededor de ellos, Mitsuki pataleó con fuerza, luchando contra la corriente que intentaba arrastrarlos más profundo

Finalmente, después de lo que sintió como una eternidad, la cabeza de Mitsuki rompió la superficie del lago

Tosió violentamente, jadeando por aire, mientras arrastraba su cuerpo maltrecho hacia la orilla embarrada

Se dejó caer de espaldas en el fango, abrazando a Katsuki contra su pecho

El bebé seguía llorando, sus diminutas manos apretándose alrededor de la tela empapada de su madre

Pero Mitsuki no sentía calor

Su cuerpo estaba frío, tan frío que el dolor había sido reemplazado por una entumecida sensación de vacío

Sabía que había perdido demasiada sangre

Sabía que no le quedaba mucho tiempo

-Katsuki...- Murmuró, con los labios casi azules, sus ojos, ennegrecidos por el dolor y la fatiga, miraban a su hijo con una ternura desesperada -Vas a estar bien, mi pequeño... sobrevivirás-

Un sonido, suave pero siniestro, cortó el aire, Mitsuki levantó la vista con esfuerzo y vio una figura oscura acercándose desde los árboles cercanos

Era un hombre, alto, envuelto en una capa larga que se arrastraba por el suelo

Su rostro permanecía oculto bajo la sombra de una capucha, pero la sonrisa retorcida que se dibujaba en sus labios brillaba a través de la penumbra

-Vaya, vaya...- Dijo el hombre, su voz un susurro cargado de malicia, se agachó junto a Mitsuki, sus ojos brillando con un interés morboso -Nunca pensé encontrar a alguien tan terco, sobreviviste al fuego... solo para ahogarte en este charco inmundo-

Mitsuki apretó a Katsuki con lo poco que le quedaba de fuerza, sus ojos llenos de odio y desesperación

-Aléjate... de él...- Murmuró, tosiendo sangre, sabía que no podía defenderlo, que sus fuerzas la habían abandonado

El hombre extendió una mano delgada y huesuda hacia Katsuki. Antes de que pudiera tocarlo, el bebé, todavía llorando, levantó sus manitas

Un destello de luz surgió de sus palmas, seguido de una pequeña explosión

Era débil, apenas lo suficiente para hacer retroceder al hombre unos centímetros, pero fue suficiente para que él se detuviera, sorprendido

-Oh...- El hombre se llevó una mano al mentón, mirándolo con una mezcla de fascinación y satisfacción -Así que este es tu don, pequeño, una chispa que podría encender un incendio, interesante... muy interesante-

Mitsuki intentó apartar a Katsuki, pero sus manos apenas se movían, el frío la había invadido por completo, paralizando sus extremidades

Solo podía mirar al hombre con odio puro

-No- Susurró, apenas audible -No lo toques...-

El hombre la ignoró, inclinándose hacia el bebé, sus ojos oscuros brillando con una malicia insondable

-Tienes agallas, mujer, intentar salvarlo hasta tu último aliento- Dijo con una sonrisa -Pero tu lucha termina aquí y él... él me pertenece ahora-

Mitsuki sintió cómo su respiración se hacía cada vez más superficial, sus párpados pesados como plomo, Katsuki seguía llorando, pero ahora sus llantos eran más débiles, agotados

Con un último esfuerzo, Mitsuki levantó su mano y la apoyó en la mejilla de su hijo, acariciándolo suavemente

-Katsuki...- Dijo, apenas un susurro -Perdóname... vive... lucha...-

La última exhalación de Mitsuki se escapó de sus labios, su mano cayó inerte a su lado, sus ojos abiertos mirando al cielo, sin vida

El hombre la observó por un momento, luego se inclinó hacia el cuerpo sin vida de la mujer

Sus dedos fríos se deslizaron por su rostro, cerrándole los párpados con un gesto casi cariñoso

-Dormirás bien, madre valiente...- Murmuró, luego, levantó a Katsuki en brazos, el bebé seguía sollozando, sus pequeñas manos chispeando con diminutas explosiones, inofensivas pero persistentes

El hombre sonrió, una sonrisa que no tenía nada de calidez

-Tienes potencial, pequeño. No eres más que un cachorro ahora... pero puedo ver el fuego dentro de ti- Miró hacia la ciudad, donde las luces aún parpadeaban en la distancia -Y creo que tú serás el perro guardián que he estado buscando-

Con esas palabras, se dio la vuelta, llevándose al niño consigo, desapareciendo en la oscuridad del bosque, mientras la luna llena iluminaba la orilla donde yacía el cuerpo sin vida de Mitsuki Bakugou, dejando tras de sí solo el eco del llanto de un bebé que no sabía que su mundo acababa de cambiar para siempre

El aire estaba cargado de humo y cenizas

El cielo, encapotado y rojo como una herida abierta, miraba con indiferencia el caos que se desarrollaba en las ruinas de lo que una vez fue un pequeño pueblo

Los gritos de los aberrantes, aquellos con dones malditos, resonaban por las calles mientras huían, perseguidos implacablemente por un escuadrón de soldados armados con rifles y lanzallamas, sus uniformes negros adornados con el símbolo de la Orden Purificadora

Al frente de la marcha, avanzando con paso decidido, estaba Momo Yaoyorozu

A sus dieciocho años, la hija del líder de la Orden era una figura imponente, con su largo cabello oscuro atado en una coleta que se balanceaba con cada paso

Llevaba un uniforme distinto al de los demás, más ornamentado, señal de su estatus

En su cinturón, una espada de filo brillante colgaba con elegancia, una reliquia de su familia

Sus ojos, fríos y calculadores, escaneaban el entorno con la precisión de una cazadora experimentada

-¡No dejen escapar a ninguno!- Ordenó Momo, su voz clara y autoritaria cortando el aire -Quiero a todos los aberrantes detenidos o muertos ¡No podemos permitir que propaguen su enfermedad!-

Los soldados a su alrededor asintieron, disparando sus armas y lanzando ráfagas de fuego que consumían todo a su paso

Los aberrantes gritaban mientras intentaban defenderse, sus habilidades manifestándose en un despliegue desesperado de energía

Chispas eléctricas, ráfagas de viento, y espinas de roca emergían del suelo

Pero el entrenamiento y la brutalidad del escuadrón superaban cualquier intento de resistencia

En medio de la refriega, un aberrante particularmente grande, con piel cubierta de espinas y ojos inyectados en sangre, se lanzó hacia Momo con un rugido bestial. Ella no se inmutó, desenfundando su espada con rapidez. El filo cortó el aire, pero el aberrante esquivó, alzando su brazo espinoso para atacar.

Antes de que pudiera alcanzarla, una explosión resonó en el aire, lanzando al aberrante hacia atrás con fuerza, Momo retrocedió un paso, su expresión endureciéndose

-Siempre metiéndote en problemas, princesa- La voz era burlona, sarcástica, y cuando Momo giró la cabeza, vio a Katsuki Bakugou, de pie entre los escombros, con una mano todavía humeante

Él había crecido alto y musculoso, con una postura desafiante y un brillo peligroso en sus ojos rojos. Llevaba una chaqueta negra con mangas rasgadas, el símbolo de la Orden bordado en el hombro, aunque parecía más una burla que una insignia de lealtad. Su cabello rubio era un desastre desordenado, y su rostro estaba marcado por cicatrices de peleas pasadas. Katsuki sonreía, mostrando los dientes como un lobo disfrutando de la cacería.

-¿No deberías estar en la retaguardia?- Continuó Katsuki, inclinándose ligeramente hacia ella -No es seguro para una niña de papá como tú estar en la primera fila, podrías lastimarte-

Momo lo fulminó con la mirada, sus labios torciéndose en una mueca de irritación

-Y tú deberías recordar tu lugar, perro guardián- Espetó, sus ojos lanzando dagas -No estás aquí para hablarme así, estás aquí para hacer lo que te ordeno-

Katsuki se rió, una risa seca y cortante

Dio un paso adelante, parándose a su lado, mientras observaba a los aberrantes restantes ser acorralados por los soldados

-Sí, sí, claro, hago lo que me ordenas, princesa, pero si no fuera por mí, estarías desangrándote en el suelo ahora mismo- Le lanzó una mirada de reojo, su sonrisa ensanchándose al ver el destello de rabia en los ojos de Momo

-No necesito tu protección- gruñó ella, apretando los dientes -Puedo encargarme de estas criaturas por mi cuenta-

Katsuki alzó una ceja y levantó las manos, haciendo un gesto exagerado de rendición

-Como digas, jefe- Pero su tono era tan burlón que Momo sintió el impulso de golpearlo, en cambio, respiró hondo, intentando calmarse

-Concentra tus explosiones en el grupo que intenta escapar por el flanco oeste- Ordenó finalmente, su voz tensa -No quiero que ninguno de ellos cruce las líneas-

Katsuki asintió, su expresión volviéndose seria por un momento

Aunque le gustaba burlarse de ella, sabía cuándo era hora de trabajar

Levantó sus manos, y las chispas comenzaron a formarse entre sus dedos, pequeñas explosiones que crepitaban como fuegos artificiales

-Como tú digas, princesa- Dijo con una sonrisa siniestra, antes de lanzarse hacia los aberrantes

Momo lo observó por un segundo, su expresión volviéndose más suave, casi melancólica, antes de volver a endurecerse

-Maldito Bakugou...- Susurró para sí misma, antes de girarse para dirigir al resto de sus hombres -¡Aseguren el perímetro! ¡Que nadie escape!-

En el campo de batalla, Katsuki era como una fuerza de la naturaleza, sus explosiones empujando a los aberrantes hacia el centro de la emboscada, donde los soldados de la Orden les esperaban con rifles y espadas

La tierra temblaba bajo sus pies con cada explosión, el calor del fuego iluminando su rostro con una luz infernal

Los gritos de los aberrantes se hicieron más desesperados, uno a uno cayendo bajo la ofensiva brutal del escuadrón

Al final, solo quedó un joven, temblando y herido, que levantó sus manos en señal de rendición

-¡Por favor!- Suplicó, con lágrimas en los ojos -¡Solo queremos vivir, no somos monstruos!-

Momo se acercó lentamente, observándolo con frialdad. Levantó su espada, el filo centelleando con una luz opaca

-Los monstruos no merecen piedad-

Antes de que pudiera dar el golpe final, Katsuki apareció detrás de ella, colocando una mano en su hombro, Momo lo miró, sorprendida, y él negó con la cabeza, su expresión ahora seria, casi sombría

-Déjalo, ya está derrotado, matarlo no cambia nada, princesa-

Ella dudó, mirando al joven aberrante que sollozaba en el suelo

Durante un segundo, algo parecido a la compasión parpadeó en sus ojos

Luego, se apartó con un suspiro, envainando su espada

-Como desees, perro guardián, pero recuerda...- Lo miró de frente, sus ojos oscuros encontrándose con los de Katsuki -Tu lealtad está conmigo y con la Orden. No olvides por qué estás aquí-

Katsuki sonrió, pero era una sonrisa vacía, carente de alegría

-Claro, claro, no lo olvido- Se dio la vuelta, lanzando una última mirada al joven aberrante, quien seguía temblando en el suelo, y murmuró para sí mismo -No lo olvido, pero no significa que deba gustarme-

El viento arrastró el eco de sus palabras, llevándolas hacia el horizonte rojo, donde la próxima cacería ya estaba esperando

El crepúsculo bañaba el horizonte de Musutafu en tonos carmesí y dorados, mientras el escuadrón de la Orden Purificadora regresaba a la mansión Yaoyorozu, una fortaleza señorial que se alzaba en las colinas como un monumento oscuro a la supremacía humana

Los soldados marchaban en formación, sus rostros serios y agotados, pero con un aire de victoria

Detrás de ellos, varios aberrantes heridos y temblorosos eran arrastrados por cadenas, con la mirada baja y los cuerpos magullados, sus manos atadas con gruesas esposas de metal que bloqueaban sus habilidades

Momo y Katsuki caminaban al frente del grupo, en silencio

Ella mantenía la barbilla alta, la postura rígida, como si fuera una reina regresando de una conquista, Katsuki, por su parte, lucía relajado, sus manos metidas en los bolsillos, una expresión despreocupada adornando su rostro, aunque sus ojos observaban con atención cada movimiento a su alrededor

Al llegar a las puertas de la mansión, los guardias las abrieron de par en par. Un grupo de sirvientes se apresuró a recibir a Momo, inclinándose con reverencia

Ella apenas los miró, caminando con paso firme hacia el interior, Katsuki, sin embargo, se detuvo un momento, observando a los prisioneros que eran llevados hacia el sótano, donde las celdas y los campos de concentración subterráneos aguardaban

Uno de los aberrantes, un niño de no más de doce años, se aferró a la mano de su madre, sollozando en silencio, Katsuki lo observó por un segundo, sus ojos endureciéndose, antes de apartar la mirada y seguir a Momo hacia la mansión

El vestíbulo principal era un espectáculo de opulencia

Alfombras rojas, candelabros de cristal, y retratos antiguos que adornaban las paredes, representaciones de los antepasados de los Yaoyorozu, los fundadores de la Orden

Al pie de una gran escalera, esperándolos con los brazos extendidos y una sonrisa fría, estaba Enji, el líder de la Orden y padre de Momo

-¡Ah, mi querida hija!- Exclamó Enji, avanzando para recibirla, era un hombre alto, con cabello gris peinado hacia atrás y una mirada aguda que parecía ver a través de la piel y el alma, vestía un traje impecable, sus manos cubiertas por guantes de cuero negro -Otra misión exitosa, veo- Miró a los soldados y a los prisioneros con una sonrisa satisfecha, como un pastor que observa a su rebaño

Momo se inclinó ligeramente, un gesto respetuoso pero distante -Sí, padre, eliminamos a la mayoría y capturamos a los sobrevivientes, serán llevados a los campos para su... reeducación-

Enji asintió, girándose entonces hacia Katsuki, su sonrisa ensanchándose -Y tú... Bakugou- Su voz era suave, pero con un filo cortante -Siempre destacando, siempre al frente, purificando a los tuyos- Enji se acercó, colocando una mano firme en el hombro de Katsuki -Eres el ejemplo perfecto de lo que un aberrante puede llegar a ser cuando acepta su lugar en este mundo-

Katsuki forzó una sonrisa, inclinando la cabeza con un gesto de falsa humildad -Solo hago lo que se espera de mí, señor Yaoyorozu-

Enji soltó una risa baja y satisfecha -No seas tan modesto, de todos los aberrantes, tú eres el único que ha comprendido su papel en nuestra nueva era, estás purificando tu propia especie, eliminando la corrupción desde adentro y por eso, eres invaluable para la Orden-

Momo, que había permanecido en silencio, miró a Katsuki con una expresión de disgusto apenas disimulado -Invaluable, ¿verdad?- Su voz tenía un tono ácido -Es fácil ser invaluable cuando tu única habilidad es destruir lo que se te pone enfrente, un perro guardián entrenado para morder a su propia manada-

Katsuki giró su cabeza hacia ella, su sonrisa burlona aún presente, pero sus ojos se estrecharon con un brillo peligroso -Cuidado con lo que dices, princesa- Su tono era ligero, casi divertido, pero había una amenaza oculta bajo la superficie -Podrías morder más de lo que puedes masticar-

-Eso ya lo veremos- Respondió Momo, con el mentón alzado -Deberías recordar tu lugar, solo estás aquí porque mi padre decidió que te mantuviéramos vivo, no eres más que una herramienta, un arma para ser usada, cuando ya no seas útil...- Dejó la frase inconclusa, su mirada fría

Katsuki se encogió de hombros, como si no le importara en lo más mínimo -Quizás, pero mientras tanto, sigues dependiendo de mí para hacer el trabajo sucio- Se inclinó hacia ella, susurrando con voz suave -Así que, dime, ¿Quién es realmente el que tiene el control aquí?-

Enji los observaba con una sonrisa calculadora, disfrutando del intercambio -Veo que la química entre ustedes no ha cambiado, es bueno ver a mis mejores guerreros manteniendo el espíritu competitivo- Hizo un gesto hacia los sirvientes -Lleven a los prisioneros al sótano, quiero que los nuevos ingresos sean evaluados antes de ser enviados a los campos, algunos podrían ser útiles, después de todo-

Los soldados arrastraron a los aberrantes hacia una gran puerta de hierro, que se cerró detrás de ellos con un estruendo metálico

El sonido resonó por el vestíbulo como un eco de condena

-Por hoy, pueden retirarse- Dijo Enji, dirigiéndose a Momo y Katsuki -Han hecho bien, disfruten de la victoria, porque mañana... hay más trabajo por hacer, siempre hay más monstruos que cazar-

Momo asintió, dando una última mirada a Katsuki antes de girarse para subir las escaleras, sus pasos resonando como martillazos en la madera pulida

Katsuki se quedó atrás por un momento, mirando la puerta de hierro que se había cerrado detrás de los prisioneros

Sus ojos se oscurecieron, la chispa burlona extinguida por un instante, reemplazada por algo más profundo, más oscuro

-¿Monstruos, eh?- Murmuró para sí mismo -Tal vez todos lo somos-

Luego, sin decir una palabra más, se dio la vuelta y siguió a Momo hacia el interior de la mansión, las sombras alargadas ocultando la expresión pensativa en su rostro mientras la noche envolvía el mundo exterior en su abrazo frío y silencioso

Las puertas de la mansión se cerraron con un eco profundo y metálico, mientras Katsuki caminaba con paso relajado hacia los pisos superiores

Varios sirvientes pasaban junto a él, inclinando la cabeza con respeto, sus miradas evitándolo

Entre ellos, un grupo de doncellas lo aguardaba en la entrada de sus aposentos, sus sonrisas dulces y miradas coquetas hablando más de lo necesario

-Señor Bakugou, ¿Podemos asistirlo esta noche?- Preguntó una de ellas, una joven de cabello oscuro que bajó los ojos, pero no antes de lanzarle una mirada insinuante

Katsuki sonrió de lado, observándolas a todas con una mezcla de diversión y algo más oscuro -Vaya, parece que he sido bien recibido- Se apartó un mechón de cabello húmedo que caía sobre su frente, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa -Muy bien. Supongo que he tenido un día agotador, Entren-

Las chicas entraron en tropel, risitas contenidas escapando de sus labios mientras se acercaban a él, sus manos rozando su pecho desnudo, sus dedos acariciando con timidez fingida

La puerta se cerró tras ellos, y el sonido de sus voces y risas apagadas resonó brevemente, antes de sumergirse en el silencio de la noche

Cuando la puerta finalmente se abrió de nuevo, la luna ya estaba alta en el cielo, brillando a través de la ventana abierta y bañando la habitación en una luz fría y plateada, Katsuki salió al pasillo, descalzo, con el torso desnudo y los pantalones ligeramente desajustados

Su respiración era tranquila, pero sus ojos estaban perdidos en algún punto más allá del horizonte

Detrás de él, la habitación era un caos de sábanas revueltas y susurros ahogados, mientras las doncellas se deslizaban hacia las sombras, sus rostros aún sonrojados y sus cabellos en desorden

Katsuki avanzó por el pasillo en silencio, sin importarle el aire frío que rozaba su piel sudorosa

Se detuvo ante una gran ventana que daba al jardín de la mansión, donde el reflejo del lago brillaba como un espejo de cristal bajo la luz de la luna

Por un momento, se quedó quieto, observando el reflejo de sí mismo

Pero no se vio como era ahora; por un instante, se vio como un niño pequeño, en brazos de una mujer que apenas recordaba, sumergiéndose en un lago oscuro, sintiendo el frío helado de la muerte acercándose

Apretó los dientes, apartando la imagen de su mente

Era solo un recuerdo; un fantasma del pasado

-¿Reflexionando, Bakugou?- La voz de Momo rompió el silencio, acercándose por el pasillo, estaba vestida con una bata de seda, el cabello suelto cayendo en ondas oscuras sobre sus hombros. Sus ojos lo miraban con una mezcla de curiosidad y algo más, un sentimiento que ni ella misma quería reconocer

-Ah, la princesa- Katsuki no se giró a verla, pero su tono era burlón -No esperaba que me siguieras hasta aquí ¿No deberías estar descansando después de tu gran victoria de hoy?-

Momo soltó un bufido, acercándose más hasta quedar a su lado, mirando la misma luna que él -Descanso suficiente he tenido, además, no podía dejar de pensar en ti, mi... perro guardián- Sus palabras tenían un filo afilado, pero su mirada era suave, como si buscara algo más allá de la fachada arrogante de Katsuki

-Ya te he dicho que me llames solo Katsuki- Él giró la cabeza para mirarla, con una sonrisa torcida -O mejor aún, podrías intentar llamarme amo- Soltó una carcajada baja, observando cómo el rostro de Momo se contorsionaba en una mezcla de enojo y desprecio

-No fantasees tanto, Katsuki- Replicó ella, sus ojos ardiendo con una furia controlada -Eres útil, eso es todo, mi padre ve en ti una herramienta, no te confundas creyendo que eres más que eso-

Katsuki alzó una ceja, mirándola con genuina diversión -¿Es eso lo que crees?- Se inclinó hacia ella, sus rostros quedando a pocos centímetros -Quizás tú también necesitas recordarte eso, princesa, porque por lo que veo, siempre vienes a buscarme, incluso en la noche-

Momo abrió la boca para replicar, pero no encontró las palabras, en su lugar, desvió la mirada hacia la luna, su expresión se suavizó apenas un poco, como si por un segundo se dejara ver la vulnerabilidad que escondía tan bien -Lo que hacemos... lo que hacemos todos los días...- Su voz era un susurro, apenas audible -¿Alguna vez te preguntas si es correcto? Si realmente estamos purificando algo... o solo destruyéndolo todo-

Katsuki la miró por un largo momento, la burla desapareciendo de sus ojos

Por primera vez en mucho tiempo, vio a Momo como algo más que una rival, algo más que la princesa intocable de la Orden

La vio como alguien perdido, como él

-No. No me lo pregunto- Respondió finalmente, con una dureza inesperada en su tono -Porque si empiezo a preguntármelo... entonces todo esto deja de tener sentido y si eso pasa, entonces yo no tengo un propósito y tú tampoco-

Momo lo miró a los ojos, buscando algo en ellos, pero solo encontró un vacío que reflejaba el suyo propio

Asintió lentamente, sin decir nada más

Simplemente se giró y comenzó a alejarse por el pasillo, su bata ondeando detrás de ella como la sombra de un espectro

Katsuki la observó desaparecer en la oscuridad, y por un momento, sintió una punzada de algo que casi no reconocía

Compasión, tal vez

O arrepentimiento

-Duerme bien, princesa- Murmuró, mirando de nuevo hacia la luna, antes de girarse y regresar a su recámara, cerrando la puerta con un golpe suave, dejándose sumergir de nuevo en el silencio

Katsuki se apoyó en el marco de la ventana, mirando el cielo estrellado que se extendía como un manto oscuro sobre la mansión Yaoyorozu

El frío de la noche rozaba su piel desnuda, pero no lo sentía; su mente aún estaba atrapada en el encuentro con Momo, en las palabras que habían intercambiado

Por un instante, la máscara que había construido para sí mismo se había resquebrajado, dejando entrever a alguien que no reconocía

Sin embargo, algo llamó su atención. A lo lejos, en los jardines traseros de la mansión, percibió movimiento entre las sombras

Se tensó, frunciendo el ceño, y agudizó la vista

Una pequeña figura, seguida por varias más, se deslizaba entre los árboles, avanzando con rapidez

No eran soldados

Sus movimientos eran demasiado erráticos, demasiado urgentes

-¿Qué tenemos aquí?- Murmuró para sí, sus ojos estrechándose con sospecha

Caminó de vuelta al interior de su habitación y se acercó a una estantería

De detrás de una cortina, sacó un par de espadas curvas, hojas que había elegido por su agilidad y letalidad

Sin molestarse en vestirse, simplemente deslizó las correas sobre su torso desnudo y se encaminó hacia el jardín, su paso decidido y silencioso como el de un depredador acechando a su presa

Al salir, el aire frío le golpeó el rostro, pero él no se detuvo

Bajó los escalones de piedra y se adentró en la oscuridad del jardín. Podía escuchar el susurro del viento entre las ramas y, entremezclado, los jadeos contenidos de los que escapaban, Katsuki se movió con rapidez, sus ojos brillando con una feroz determinación

Encontrar intrusos tan cerca de la mansión era un atrevimiento que no pensaba dejar pasar

Finalmente, los alcanzó

Se escondió detrás de un grueso tronco de árbol, observándolos en silencio

Eran aberrantes, claramente

Sus ropas estaban desgarradas y sucias, y en sus rostros había terror

Eran cuatro en total

Un hombre joven que sostenía a un bebé envuelto en trapos, una mujer embarazada que se apoyaba en él, y dos niños pequeños que temblaban de miedo

-Tenemos que seguir, rápido- Susurró el hombre, su voz entrecortada por la ansiedad

-No puedo más...- jadeó la mujer, llevándose una mano al vientre, su respiración era errática, y el dolor era evidente en sus ojos

Katsuki apretó los dientes

Escoria... intentando escapar de su destino

Con movimientos rápidos, desenvainó sus espadas, sus pasos resonando suavemente sobre la hierba húmeda

Avanzó hacia ellos, levantando una de las espadas, listo para cortar la garganta del hombre

-¡Muévanse!- Rugió, sus ojos brillando con furia

El hombre se giró de golpe, cubriendo a su familia con el cuerpo, pero su mirada era la de alguien que sabía que el final estaba cerca -Por favor... solo déjanos ir, no queremos problemas, solo queremos vivir... por nuestro hijo-

Katsuki sonrió con frialdad -¿Vivir? ¿Un monstruo como tú, trayendo otro monstruo al mundo?- Levantó la espada, dispuesto a acabar con ellos, pero en ese instante, una punzada aguda atravesó su cabeza

Se tambaleó, llevándose una mano a la sien. El dolor era insoportable, como si mil agujas le perforaran el cráneo

Sus ojos se abrieron de par en par, y de pronto, imágenes comenzaron a parpadear en su mente

Una mujer con cabello claro, sosteniéndolo con desesperación, sumergiéndose en aguas heladas mientras le susurraba algo que no podía entender

Un rostro, el suyo, pero más joven, más inocente, llorando

-No...- Murmuró, retrocediendo un paso, las espadas temblando en sus manos -¿Qué... qué es esto?-

Los aberrantes aprovecharon su momento de debilidad

El hombre cargó a su bebé con más fuerza y, sin pensarlo dos veces, tiró de la mujer embarazada, ayudándola a levantarse -¡Corre!- gritó, y se lanzaron hacia el bosque, dejando a Katsuki atrás, aún temblando por el dolor de sus recuerdos

Katsuki los observó escapar, luchando contra la sensación de vértigo que lo embargaba

*¿Por qué no puedo moverme? ¿Por qué no los maté?*

-No los dejaste ir- La voz era fría y cortante

Katsuki levantó la cabeza, y allí, entre las sombras de los árboles, estaba Momo

Había salido del edificio poco después de él, y lo había seguido a una distancia segura

Ahora, se acercaba lentamente, su bata ondeando con el viento nocturno, su expresión tensa y calculadora

-¿Siguiéndome de nuevo, princesa?- Katsuki intentó sonreír, pero el dolor aún nublaba su mente. Trató de enfocarse, de ignorar la sensación inquietante en su pecho

-Vi cómo te congelaste- Dijo Momo, cruzándose de brazos -No es propio de ti, dejaste escapar a unos aberrantes que claramente planeabas matar ¿Por qué?-

Katsuki frunció el ceño, apretando los dientes -No es asunto tuyo, solo tuve un... calambre, nada más-

Momo lo miró fijamente, sus ojos oscuros buscando la verdad en el rostro de Katsuki -Estás mintiendo y no eres bueno para mentir, Bakugou, algo te detuvo, algo te hizo dudar-

-Dudar...- Repitió Katsuki con amargura, apretando los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos -No, solo fue un momento de debilidad, no se repetirá-

-Más te vale que sea así- Replicó Momo, dando un paso hacia él, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo -Porque si descubro que estás escondiendo algo, no dudaré en acabar contigo, Padre no lo permitiría... pero yo sí-

Katsuki la miró, sus ojos volviendo a llenarse de ese brillo burlón que la enfurecía tanto -Vaya, princesa, parece que estás preocupada por mí- Se inclinó, sus rostros a escasos centímetros -Cuidado, podrías romper tu corazón frío-

Momo bufó, empujándolo ligeramente hacia atrás -Recuerda tu lugar, perro guardián, si fallas de nuevo... serás tú quien termine en esas celdas-

Se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejando a Katsuki solo bajo la luz de la luna

Él la observó irse, la sonrisa en su rostro desvaneciéndose lentamente

Volvió a mirar el bosque, donde las sombras de los fugitivos ya se habían perdido en la distancia

Apretó las espadas en sus manos, sintiendo cómo el metal frío se clavaba en su piel

*¿Qué me está pasando?*

Katsuki y Momo se deslizaron entre las sombras del bosque, siguiendo el rastro que los fugitivos habían dejado

El viento frío de la noche agitaba las hojas, susurrando como voces de antiguos espíritus que guardaban secretos oscuros, Momo avanzaba a su lado con una expresión de concentración, sus ojos brillando con determinación, mientras Katsuki mantenía su mirada fija en el horizonte, el dolor en su cabeza ya disipado, reemplazado por una curiosidad incómoda que no podía ignorar

-Esto es extraño, princesa- Murmuró Katsuki, frunciendo el ceño mientras pasaban junto a una roca cubierta de musgo -No deberíamos haberlos seguido tan lejos, la mayoría de estos bichos nunca se aventuran tan profundo-

-Tal vez encontraron algo- Respondió Momo en voz baja, sacando una pequeña daga de su cinturón, lista para cualquier enfrentamiento -O alguien los guía, sea como sea, no podemos dejarlos escapar-

Katsuki asintió, pero algo en su mente seguía vibrando, una inquietud que no lograba entender

Finalmente, los árboles comenzaron a dispersarse, dando paso a un claro amplio y silencioso

Desde su posición, escondidos entre la maleza, pudieron ver lo que había más allá

-Dios mío...- Murmuró Momo, sus ojos abiertos de par en par

Frente a ellos, oculto a la vista del mundo exterior, había un campamento improvisado, pero masivo

Tiendas de campaña rudimentarias se extendían en todas direcciones, hechas de lonas desgastadas y tela reciclada

Hombres, mujeres y niños se movían entre las fogatas, susurros y gritos resonando en el aire nocturno

Eran miles

Aberrantes, todos ellos, con marcas visibles de maltrato y cicatrices de antiguas batallas

Pero no estaban asustados ni acorralados

Estaban armados

Katsuki entrecerró los ojos, notando el brillo del metal y la luz del fuego reflejándose en armas improvisadas

Lanzas, espadas, y en algunos, gruesos brazaletes metálicos que parecían estar fusionados a sus extremidades

En el centro del campamento, sobre una plataforma elevada hecha de cajas de madera y metal oxidado, un hombre de cabello gris largo y enmarañado se alzaba

Tenía una presencia imponente, con cicatrices que cruzaban su rostro como mapas de un pasado lleno de violencia

Levantó una mano, pidiendo silencio, y el campamento entero guardó un momento de calma antes de estallar en vítores

-¡Hermanos y hermanas!- La voz del hombre resonó, profunda y rasgada, pero llena de una convicción incuestionable -¡Nos han llamado aberraciones, monstruos, errores de la naturaleza! ¡Nos han cazado como animales, simplemente por nacer! Pero esta noche, no somos víctimas, esta noche somos soldados, y soldados peleando por nuestro derecho a existir-

La multitud rugió de acuerdo, sus voces mezcladas en un clamor de ira y esperanza, Momo apretó los dientes, observando la escena con disgusto

-Esto es... una rebelión- Susurró, sus ojos escaneando el campamento -Están planeando atacar, no podemos permitir que esto crezca más-

-Espera, mira eso- Dijo Katsuki, señalando a los hombres en primera fila, todos con los mismos brazaletes metálicos en sus brazos

El líder del campamento continuó su discurso, levantando uno de los brazaletes como si fuera un símbolo sagrado

-Nos han quitado nuestra libertad, pero nosotros la recuperaremos con estas armas- El hombre señaló los brazaletes, mostrando cómo emitían un brillo rojo intenso -Estos limitadores no son solo grilletes, los hemos adaptado para canalizar nuestros dones ¡Nos obligaron a usarlos para controlarnos, pero ahora nosotros los usaremos para destruirlos!-

Katsuki miró su propio brazo, donde una cicatriz casi imperceptible rodeaba su muñeca

Una sombra cruzó su expresión, un recuerdo distante que le provocó un escalofrío

*Yo también tenía uno de esos*

El grito de la multitud lo sacó de su trance, Momo ya se había levantado ligeramente, sus ojos llenos de furia y decisión -Debemos actuar ahora, si atacamos rápido, podemos acabar con su líder antes de que movilicen a todos estos... monstruos-

Pero antes de que pudiera moverse, Katsuki la tomó del brazo -No, nos vieron venir, princesa, si atacamos ahora, estamos muertos-

Momo intentó soltarse, fulminándolo con la mirada -¿Qué te pasa, Bakugou? ¿Acaso te has ablandado? ¿Temes enfrentarte a unos cuantos rebeldes?-

Katsuki apretó los dientes, sintiendo cómo la presión en su cabeza regresaba, no podía explicarlo, pero sabía que quedarse allí era una trampa -No me estoy ablandando, maldita sea, te estoy salvando la vida- La levantó del suelo, cargándola con facilidad sobre su hombro

-¡Bájame ahora!- Gritó Momo, golpeando su espalda, pero Katsuki no hizo caso, corrió hacia el bosque, sus músculos tensándose con cada paso mientras se alejaba del campamento

Un par de centinelas aberrantes los divisaron desde la periferia del campamento, pero no tuvieron tiempo de reaccionar antes de que Katsuki y Momo se desvanecieran entre los árboles

-Eres un idiota, Katsuki- Le espetó Momo mientras forcejeaba, pero él simplemente aceleró el paso

-Sí, puede que lo sea, pero tú eres una idiota por no ver que esto es más grande de lo que crees- Respondió, sus ojos clavados en el camino frente a ellos

Finalmente, cuando estuvieron lo suficientemente lejos, la dejó en el suelo, Momo se irguió, su rostro rojo de ira -No tenías derecho a hacer eso, podíamos haberlos derrotado-

Katsuki respiró hondo, sus ojos mostrando una oscuridad que Momo no había visto antes -No, princesa, no esta vez, están mejor armados de lo que pensábamos y hay algo más... algo que no logro entender aún-

Momo lo miró con desconfianza, como si estuviera viendo a un extraño -¿Qué estás diciendo? ¿Desde cuándo dudas de lo que podemos hacer?-

-Desde que los vi...- Murmuró Katsuki, mirando su propio brazo una vez más, recordando el frío del metal del limitador que había llevado alguna vez -Desde que me di cuenta de que yo también fui uno de ellos-

El silencio cayó entre ellos, pesado como una lápida, Momo abrió la boca para responder, pero no encontró palabras

Finalmente, simplemente asintió, su mirada endureciéndose

-Entonces será mejor que tengamos cuidado, si realmente fuiste uno de ellos, más te vale recordar de qué lado estás ahora-

Katsuki no respondió, pero sus ojos reflejaban algo nuevo, una chispa de algo que había estado enterrado durante mucho tiempo

*Tal vez es hora de descubrir la verdad*

Katsuki y Momo avanzaban por el bosque de regreso a la mansión, la luna iluminaba su camino a través del follaje, pero algo en el ambiente había cambiado

El silencio era inquietante, roto solo por el crujido de las ramas bajo sus pies y el susurro del viento entre los árboles

-Estamos demasiado expuestos aquí- Murmuró Katsuki, tensando sus músculos como un animal al acecho

-¿Estás nervioso ahora?- Se burló Momo, aunque había un matiz de cansancio y dolor en su voz, la herida en su orgullo por haber sido arrastrada por él aún dolía más que cualquier golpe físico

Antes de que Katsuki pudiera responder, un silbido agudo cortó el aire

Él giró la cabeza instintivamente, sus reflejos entrenados alertándolo un segundo antes del impacto

-¡Flechas!- Gritó, justo cuando una lluvia de proyectiles se precipitó sobre ellos desde las sombras

Momo intentó esquivar, pero una flecha logró rozar su brazo, abriendo una fina línea roja en su piel

Gritó de dolor, tambaleándose y cayendo al suelo

-¡Maldita sea!- Maldijo Katsuki, corriendo hacia ella

Los aberrantes emergieron de entre los árboles como espectros, sus ojos brillando con odio y desesperación

Eran rápidos, sus movimientos precisos como depredadores que habían perfeccionado el arte de cazar

Uno de ellos, con un cuchillo largo y afilado, se lanzó directamente hacia Katsuki, apuntando a su pecho

Sin pensarlo, Katsuki extendió su brazo para proteger a Momo

El cuchillo se hundió en su carne, justo en la zona donde solía estar el brazalete limitador de su infancia

El dolor fue tan agudo que casi lo dejó sin aliento, pero algo más profundo despertó en él en ese instante

-¡Katsuki!- Gritó Momo desde el suelo, sus ojos llenos de pánico al ver cómo el arma se clavaba en su protector

Katsuki sintió un calor desconocido recorrer su brazo, una energía que no había sentido en años

Su cabeza comenzó a palpitar con fuerza, el eco de un recuerdo doloroso retumbando en su mente

*El frío metal del limitador, la sensación de impotencia, y después... explosiones*

Sin aviso, sus manos estallaron en llamas

Una explosión sorda surgió de sus palmas, sacudiendo el suelo con una fuerza descomunal

El aire se llenó de humo y escombros

El bosque se iluminó con un destello cegador, y el sonido fue tan ensordecedor que parecía el rugido de un dios furioso

Los aberrantes retrocedieron, sus gritos de sorpresa y miedo ahogándose en el caos

Algunos fueron lanzados por el impacto, estrellándose contra los árboles y cayendo al suelo inconscientes

Otros huyeron, desapareciendo en la oscuridad como sombras asustadas

La tierra tembló bajo sus pies como si un terremoto hubiera sacudido el bosque, Momo, aún en el suelo, miró a Katsuki con los ojos desorbitados, sin poder creer lo que acababa de presenciar

Él estaba de pie, con el brazo sangrando profusamente donde había sido apuñalado, pero su expresión era un reflejo de puro desconcierto

Miró sus manos, que aún humeaban, con una mezcla de asombro y terror

-¿Qué... qué demonios fue eso?- Preguntó Momo, su voz apenas un susurro

Katsuki no respondió de inmediato

Seguía observando sus manos, sintiendo el cosquilleo de la energía recorriéndolas, como si algo dentro de él hubiera sido liberado después de años de encierro

Cerró los puños con fuerza, intentando contener las llamas residuales que bailaban en sus palmas

-No lo sé- Dijo al fin, su voz baja y temblorosa, una vulnerabilidad que raramente dejaba entrever

En ese instante, el sonido de trompetas resonó a lo lejos

El temblor causado por la explosión había alertado a los guardias de la mansión

Las luces de las antorchas comenzaron a aparecer a través del bosque, acercándose rápidamente

Los aberrantes que quedaban conscientes intercambiaron miradas rápidas antes de desaparecer en la oscuridad

No tenían intención de enfrentarse a un ejército completo

-Se han ido... por ahora- Murmuró Katsuki, arrodillándose junto a Momo, quien seguía sosteniéndose el brazo herido

Ella lo miró, aún tratando de procesar lo que había sucedido -Nunca habías... hecho algo así antes ¿Por qué ahora? ¿Qué te pasó, Katsuki?-

Él apretó la mandíbula, su mirada perdida en algún punto del horizonte -No lo sé, pero esto no puede ser una coincidencia, ese bastardo habló sobre los limitadores, y justo en ese momento...- Se tocó la herida en el brazo, sintiendo la cicatriz de su infancia palpitar bajo sus dedos

Antes de que pudieran decir algo más, un grupo de guardias llegó corriendo, rodeándolos con armas en mano

El capitán del grupo, un hombre alto y musculoso con un parche en el ojo, se inclinó hacia ellos, su expresión de preocupación mezclada con respeto

-Señorita Yaoyorozu, Bakugou, ¿Están bien? Escuchamos la explosión desde la mansión-

-Estamos bien- Respondió Momo con frialdad, levantándose con la ayuda de Katsuki -Los atacantes han huido, debemos regresar ahora-

El capitán asintió, pero no pudo evitar mirar las manos de Katsuki, aún humeantes -¿Fue usted quien hizo eso, Bakugou?-

Katsuki le devolvió la mirada, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa -Sí ¿Algún problema con eso?-

El capitán negó con la cabeza rápidamente -No, señor, solo... es impresionante-

Mientras se alejaban, Momo seguía mirando a Katsuki de reojo, intentando descifrar el enigma que él representaba ahora

Algo había cambiado en él, algo que ni siquiera Katsuki parecía comprender del todo

Y en su pecho, debajo de la cicatriz que había dejado el limitador, una chispa de verdad comenzaba a encenderse

El ejército escoltó a Katsuki y a Momo de regreso a la mansión, las antorchas iluminando el camino en la oscuridad de la noche

Los soldados marchaban en filas ordenadas, sus rostros serios, como si el peso del incidente fuera una sombra palpable sobre ellos, Momo caminaba a un lado, sosteniéndose el brazo herido, mientras Katsuki iba al frente, con una expresión dura y desafiante, como si el dolor que sentía fuera insignificante comparado con la tormenta que se gestaba en su mente

La gran puerta de la mansión se abrió de par en par, y ambos fueron conducidos directamente al salón principal

Ahí, de pie ante la chimenea, se encontraba el padre de Momo, el líder del movimiento anti-aberrantes

Su rostro reflejaba una mezcla de furia y decepción, con las llamas del fuego proyectando sombras largas y siniestras en sus facciones

-¡Momo!- Bramo su padre al ver a su hija entrar, su voz resonó por la sala, cortante como el filo de una espada -¿Qué demonios estabas pensando? ¡Salir de la mansión en medio de la noche sin mi permiso, y llevar contigo a tu perro guardián!-

Momo se tensó, agachando la cabeza como una niña regañada, aunque en sus ojos aún brillaba la ira y la frustración -Padre, fue una situación imprevista, hubo un ataque...- Intentó explicar

-¡No me importa el ataque!- La interrumpió su padre, dando un paso hacia ella, su dedo señalándola con furia -Has actuado de manera imprudente e insubordinada ¡Podrías haber muerto!-

-Si no fuera por Katsuki, estaría muerta ahora mismo- Replicó Momo, su voz firme, aunque su padre la miró como si hubiera cometido una blasfemia

Él giró hacia Katsuki, sus ojos oscuros y fríos como el acero -Y tú, Bakugou... tú has cometido un pecado aún mayor esta noche-

Katsuki se mantuvo en silencio, su cuerpo rígido como una estatua

No mostró miedo ni arrepentimiento

Mantuvo la mirada en el rostro del hombre, como si estuviera desafiándolo a que dijera lo que estaba pensando

-Te quitaste el limitador- Dijo el padre de Momo con una voz baja, peligrosa -Esa fue la condición para que te permitiera vivir y luchar para mí, para purificar tu sangre y ahora has roto ese juramento-

El salón se llenó de murmullos

Los guardias y sirvientes se miraron entre sí, asustados, sabiendo que una tormenta estaba por caer, Momo dio un paso adelante, levantando la voz

-Padre, fue un accidente, el me salvó. ¡No fue intencional!- Su tono era de súplica, algo que rara vez se permitía mostrar

El líder alzó una mano para silenciarla -No me importa la excusa, las reglas son claras, sin limitador, eres una amenaza y toda amenaza debe ser castigada- Sus ojos se entrecerraron, una sonrisa cruel retorciéndose en sus labios -Cincuenta azotes, aquí mismo, frente a todos, que sirva de lección para aquellos que piensen en romper sus cadenas-

Momo se giró hacia Katsuki, sus ojos llenos de desesperación -Katsuki, di algo, por favor, no permitas esto...-

Katsuki la miró por un instante, una sombra de algo que podría haber sido ternura cruzando sus ojos

Luego, negó con la cabeza lentamente, sus labios curvándose en una sonrisa amarga

-No, princesa, esto es mi problema, no te metas-

Cuatro hombres fornidos se acercaron, sus rostros serios y entrenados para la obediencia

Sujetaron a Katsuki con fuerza, empujándolo hacia una gran columna de madera en el centro del salón

Sus muñecas fueron atadas a los grilletes, levantando sus brazos por encima de su cabeza

Los sirvientes se habían congregado alrededor, observando con una mezcla de miedo y morbo

Algunos desviaban la mirada, mientras otros no podían apartar los ojos de lo que estaba por ocurrir

-Comencemos- Ordenó el padre de Momo, tomando asiento como si fuera un espectáculo

El primer golpe cayó con un chasquido que resonó por toda la sala, Katsuki apretó los dientes, su espalda arqueándose por el dolor, pero no soltó ni un solo grito

La piel de su espalda se abrió al impacto, dejando una línea roja que pronto comenzó a sangrar

-¡Basta!- Gritó Momo, tratando de correr hacia él, pero dos guardias la detuvieron, sujetándola por los hombros

-No interfieras, Momo- Le advirtió su padre, su voz afilada como un cuchillo -Este es el precio por la desobediencia-

El segundo golpe cayó, luego el tercero, el cuarto... Cada azote era peor que el anterior, la piel de Katsuki desgarrándose, la sangre corriendo por su espalda y goteando al suelo

Los murmullos de los espectadores crecieron, algunos horrorizados, otros fascinados por la brutalidad del castigo

Katsuki permaneció en silencio, sus nudillos blancos por la tensión con la que apretaba los grilletes

A pesar del dolor, sus labios se curvaron en una sonrisa irónica, casi burlona, como si estuviera disfrutando de su propio sufrimiento

-Vamos, viejo...- Murmuró entre jadeos, levantando la mirada para ver al líder -Pensé que querías que purificara mi sangre, ¿o tienes miedo de que me vuelva más fuerte sin tus malditas cadenas?-

El líder apretó los labios, su furia apenas contenida -¡Sigue!- Ordenó, y los golpes continuaron

Momo, con lágrimas de impotencia corriendo por sus mejillas, apartó la mirada

No podía soportar ver más, pero tampoco podía alejarse

Estaba atrapada, obligada a presenciar la brutalidad de su propio mundo

Cuando finalmente el último golpe cayó, Katsuki quedó colgando de los grilletes, su cuerpo temblando, cubierto de sudor y sangre

Pero aún así, levantó la cabeza, mirando a su alrededor con una sonrisa de desafío, como si él hubiera ganado

-¿Eso es todo?- Se burló, jadeando por el esfuerzo -He tenido peores picaduras de mosquito-

El salón quedó en silencio

Nadie se atrevió a hablar, a moverse, Momo se liberó de los guardias que la sujetaban y corrió hacia él, tomando su rostro entre sus manos

-Katsuki... por favor, déjalo ya, basta de provocaciones-

Él la miró, sus ojos suavizándose por un instante -No te preocupes, princesa, esto no es nada- Y aunque estaba agotado, logró soltar una risa ronca -Es solo el precio por ser libre, ¿no?-

El líder se levantó de su asiento, su rostro frío y calculador -Suficiente por hoy, llévenlo a su habitación, que reflexione sobre su castigo-

Los guardias desataron a Katsuki, dejándolo caer al suelo, Momo se arrodilló junto a él, ayudándolo a levantarse

Él apoyó su peso en ella, su cuerpo temblando, pero aún así logró caminar con la cabeza en alto

Y mientras salían del salón, la tensión palpable en el aire, una oscura certeza comenzó a crecer en el corazón de Momo

Este castigo no había hecho más que alimentar el fuego que ardía dentro de Katsuki Bakugou

Katsuki yacía en el frío suelo de la celda, sus manos y pies atados con gruesas cadenas de hierro que le cortaban la circulación

El aire en la mazmorra era húmedo, impregnado del hedor de moho y descomposición, mezclado con el olor metálico de la sangre que fluía libremente desde su espalda lacerada

Cada respiración le arrancaba un dolor punzante en las costillas, pero su expresión seguía siendo de desafío, incluso mientras yacía en un charco de su propia sangre

Dos guardias estaban de pie frente a los barrotes, observando con sonrisas burlonas

Uno de ellos, un hombre robusto con cicatrices en el rostro, chasqueó la lengua mientras miraba a Katsuki

-Míralo, el perro de la familia- Dijo con voz ronca, cruzando los brazos -Ni siquiera puede mantenerse de pie después de unos cuantos azotes ¿Acaso no era este el gran Bakugou, el guardián de la princesa?-

El otro guardia, más delgado pero con una expresión igualmente cruel, soltó una risa seca -¿Quizá intentó algo con ella? La hija del jefe es demasiado fina para los gustos de un perro callejero como tú, Bakugou, pero quién sabe... tal vez te dio un golpe porque te atreviste a tocar lo que no debías-

Katsuki alzó la cabeza lentamente, sus ojos ardientes de rabia

Una sonrisa sardónica se dibujó en sus labios ensangrentados

-¿Eso es lo mejor que pueden hacer?- Escupió, la sangre mezclándose con saliva en el suelo -Burlarse de mí como un par de cobardes detrás de los barrotes ¿Por qué no entran y me lo dicen a la cara? Les prometo que uno de ustedes no saldrá caminando-

El guardia más robusto levantó su mano, como si fuera a golpearlo a través de los barrotes, pero fue interrumpido por una voz fría y autoritaria

-¡Dejen de comportarse como idiotas!- La voz de Momo resonó en la mazmorra, se acercó rápidamente, con el ceño fruncido y los ojos destellando de ira

Los guardias retrocedieron de inmediato, inclinando la cabeza en una reverencia apresurada -Señorita Yaoyorozu, no sabíamos que venía...-

-Lárguense- Ordenó ella, su voz cortante como el filo de una espada -Y no quiero ver a nadie más aquí mientras hablo con él-

Los guardias asintieron y salieron apresuradamente, sin mirar atrás, Momo observó a Katsuki por un momento, su expresión mezclada entre furia, tristeza y algo más, algo que ella no quería admitir

-Te ves peor de lo normal- Dijo ella al acercarse, bajando la mirada al charco de sangre que lo rodeaba

Sacó un pequeño frasco de su cinturón y un paño limpio

-No digas tonterías, princesa- Respondió Katsuki con una sonrisa forzada, aunque su respiración era irregular -He estado peor, esto es solo un rasguño- Intentó incorporarse, apoyándose en sus brazos, pero el dolor lo hizo colapsar de nuevo

-No finjas ser invencible, Bakugou- Dijo Momo, arrodillándose a su lado -Déjame ver tus heridas-

Él soltó un bufido, intentando apartarse, pero no tenía fuerzas para resistirse, Momo empezó a limpiar la sangre de su espalda con el paño, su toque firme pero delicado, Katsuki apretó los dientes, tratando de no dejar escapar ningún sonido, pero cada roce del paño en las heridas abiertas era como un hierro al rojo vivo

-¿Por qué lo hiciste?- Preguntó Momo en voz baja, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y enfado -¿Por qué quitaste el limitador? Sabías que esto iba a pasar, sabías cuál sería el castigo-

-¿Y qué?- Escupió Katsuki, su voz entrecortada por el dolor -¿Esperabas que me quedara quieto como un perro bien entrenado? Sabía que había algo raro, lo escuché, el tipo en el campamento "Limitadores", dijo y luego miro mi brazo...- Se interrumpió, su expresión endureciéndose -No soy estúpido, Momo, soy un maldito arma para tu padre, algo que usa y controla como le da la gana-

Momo apretó el paño con fuerza, casi rompiéndolo -No sabes de lo que estás hablando, Katsuki, mi padre ha hecho lo que cree necesario para protegernos, para proteger a la humanidad de lo que ustedes...- Se interrumpió, mordiéndose el labio

-¿De lo que nosotros qué?- La interrumpió Katsuki, sus ojos ardiendo con una furia contenida -¿De lo que nosotros somos? ¿Aberraciones, monstruos?- Se rió, una risa amarga y sin alegría -No soy más que tu perro guardián, ¿no? Entonces, ¿Por qué te molesta tanto que me trate como tal?-

Ella lo miró, sus ojos llenos de una mezcla de emociones que no podía expresar, sus manos temblaban ligeramente mientras continuaba limpiando sus heridas

-Porque... no es justo, no debería ser así, Katsuki, no debería ser así para nadie-

Katsuki la miró, algo en su expresión suavizándose por un instante

Luego soltó una carcajada ronca, aunque cada risa le arrancaba un gemido de dolor -Princesa... Tú y tu estúpido sentido de la justicia- Suspiró, cerrando los ojos un momento -Déjame decirte algo, nada en este maldito mundo es justo-

Momo apartó la mirada, incapaz de responder

Terminó de limpiar sus heridas y aplicó el desinfectante, sintiendo cómo los músculos de Katsuki se tensaban bajo su toque

-Ya está, esto es todo lo que puedo hacer ahora- Dijo ella suavemente, poniéndose de pie

Katsuki abrió los ojos y la miró -¿Vas a suplicarle a tu papi que me deje libre?- Preguntó con una sonrisa burlona

Ella lo miró, sus ojos oscuros brillando bajo la tenue luz de la celda -No, no voy a hacer eso. Pero te diré algo, Bakugou...- Se inclinó hacia él, sus rostros a solo centímetros de distancia -No eres un perro y te equivocas si piensas que no me importa lo que te pase-

Con esas palabras, se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejando a Katsuki en el suelo, herido pero con una nueva chispa de algo diferente en sus ojos

Algo que no se permitía reconocer, ni siquiera a sí mismo

-Maldición...- Murmuró para sí, apoyando la cabeza contra el frío suelo de piedra -¿Qué demonios estás haciendo, Momo Yaoyorozu?-

Katsuki quedó en silencio por un momento, escuchando los pasos de Momo alejándose por el pasillo

Cuando el eco se desvaneció, se permitió soltar un suspiro entrecortado, dejando caer su cabeza contra el suelo frío

La celda estaba oscura, solo iluminada por el parpadeo de antorchas en la distancia

No había paz en ese lugar, solo el sonido del goteo del agua desde las paredes y el retumbar de su propia respiración entrecortada

-¿Estás bien, Bakugou?- Preguntó una voz desde la penumbra, Katsuki alzó la mirada y vio un grupo de sombras acercándose

Eran los otros esclavos, los aberrantes que compartían su destino, aquellos relegados al subsuelo de la mansión, apartados de la vista de los humanos "normales"

-Estoy mejor que nunca- Respondió Katsuki con una sonrisa irónica, aunque su cuerpo temblaba del esfuerzo

Los esclavos se acercaron más, sus ojos brillando con curiosidad y una especie de admiración retorcida

Uno de ellos, un hombre delgado con cicatrices cruzando su rostro, se inclinó hacia él con una sonrisa socarrona

-Míralo- Dijo, riendo entre dientes-, de todos nosotros, el único que vive como un rey

Te tienen en una jaula de oro, Bakugou

Katsuki soltó una carcajada ronca, que se convirtió en un gemido de dolor al sentir sus costillas protestar -Un rey...- Repitió con burla -Sí, claro, si los reyes vivieran encadenados y azotados en público-

Una mujer joven, con el cabello enmarañado y la piel pálida, se unió a la risa -Al menos tú tienes una cama, ¿no? Y no solo eso...- Levantó una ceja, insinuante -¿Cuántas sirvientas han compartido tu "trono" últimamente, eh? Apostaría a que más de una de esas chicas ha dejado de ser virgen en tus brazos-

El grupo estalló en carcajadas, una risa amarga que resonó por el pasillo de piedra, Katsuki se inclinó hacia adelante, apoyando su peso en un brazo mientras los miraba con una sonrisa torcida

-¿Cuántas sirvientas?- Repitió, burlón -No llevo la cuenta, pero digamos que he tenido mi ración- Se pasó la lengua por los labios ensangrentados, como si saboreara el recuerdo -Aunque, por suerte para ellas y para mí, no pueden quedar embarazadas, ya sabes, aberrantes y humanos "puros" no mezclan, es la única maldición que agradezco-

Los demás se rieron, algunos con amargura, otros con un humor más oscuro

Era una ironía que no dejaban pasar

En este mundo donde los aberrantes eran tratados como bestias, como criaturas indeseadas, Katsuki había conseguido lo que muchos de ellos no podían ni soñar

Atención, compañía, incluso cierto poder

Todo dentro de los barrotes dorados de su jaula, claro está

-Es gracioso, ¿no?- Comentó el hombre delgado, apoyando una mano en la pared de la celda mientras se inclinaba hacia Katsuki -Eres de los nuestros, pero a ti te tratan como si fueras especial, eres su perro de pelea, sí, pero también su favorito-

-Favorito...- Murmuró Katsuki, alzando una ceja -Me encantaría ver cómo me tratan cuando ya no sirva para luchar, cuando no pueda mantener a salvo a su preciosa princesa-

El grupo quedó en silencio, la risa desapareciendo como si una sombra hubiera cubierto el lugar

Sabían de lo que hablaba

Para un aberrante como ellos, la utilidad era lo único que los mantenía vivos

La lealtad, la obediencia, todo eso no era más que una cuerda para mantenerlos atados

Una vez que dejaban de ser útiles, la cuerda se cortaba y caían al vacío

Una joven de cabello rizado, que se mantenía apartada, se acercó con timidez -Katsuki...- Susurró, su voz apenas un hilo -¿Crees que algún día... nosotros también podremos ser libres?-

Katsuki la miró, sus ojos suavizándose por un instante, antes de soltar una carcajada que resonó en la celda -¿Libres?- Dijo, con una sonrisa amarga -Chica, la libertad no es más que otra ilusión, mira a los humanos allá arriba ¿Acaso son libres? Tienen miedo de nosotros, miedo de los dones que no pueden controlar y mientras sigan temiéndonos, siempre habrá cadenas-

Los esclavos lo miraron, algunos con resignación, otros con algo parecido a la esperanza rota

Pero en sus ojos brillaba una chispa, una pequeña llama de rebelión que aún no se apagaba del todo

Katsuki los miró a todos, observando sus rostros marcados por el dolor y el sufrimiento, y sintió una ola de rabia recorriéndole el cuerpo -Escuchen bien, todos ustedes- Dijo, su voz baja pero cargada de una furia contenida -Hoy me azotaron, me dejaron sangrando en esta maldita celda, y sí, me ven aquí tirado como un perro, pero recuerden esto... No importa cuántas veces me derriben, siempre me voy a levantar, porque si hay algo que sé hacer bien es luchar y algún día...- Su sonrisa se volvió oscura, llena de una determinación fría y peligrosa -Algún día, esas cadenas van a romperse y entonces, no habrá un lugar en este mundo donde puedan esconderse de mí-

El silencio cayó como un manto sobre el grupo

Algunos asintieron lentamente, otros se alejaron, temblando ante la intensidad de sus palabras

Era una promesa, una amenaza, y todos lo sabían, Katsuki Bakugou no era alguien que se rendía

Era un volcán esperando el momento de estallar, y cuando lo hiciera, nadie estaría a salvo

Los esclavos comenzaron a dispersarse, uno a uno, volviendo a sus rincones oscuros de la mazmorra

Pero la joven de cabello rizado se quedó un momento más, mirando a Katsuki con una mezcla de miedo y admiración

-Gracias...- Susurró ella antes de irse

Katsuki no respondió, simplemente se dejó caer contra la pared de la celda, cerrando los ojos

Las palabras de la chica seguían resonando en su mente, como un eco lejano

¿Libres? Esa era la pregunta que todos se hacían, incluso él, aunque no se atreviera a admitirlo

-Maldita sea...- Susurró para sí mismo, apretando los puños hasta que las uñas se clavaron en sus palmas -¿Qué demonios estoy haciendo?-

Pero aunque no lo dijera en voz alta, lo sabía

Estaba esperando

Esperando el momento perfecto para romper sus cadenas, para demostrarles a todos que no había jaula lo suficientemente fuerte como para contener el fuego que ardía dentro de él

Y cuando ese momento llegara, el mundo entero temblaría

El aire en la herrería era denso y sofocante, cargado de humo y el repiqueteo constante de los martillos golpeando metal caliente

El crepitar de las llamas envolvía todo el espacio, iluminando rostros cansados y cuerpos sudorosos

Era un lugar donde el tiempo parecía congelarse en una rutina interminable de esfuerzo y dolor, y ahora, Katsuki Bakugou formaba parte de esa maquinaria

Lo habían sacado de la celda antes del amanecer, las heridas en su espalda aún frescas y sangrantes, y lo habían arrojado al trabajo manual junto con el resto de los esclavos

Con cada golpe de martillo que daba sobre el acero ardiente, un destello de dolor recorría su cuerpo, pero no mostró debilidad, Katsuki era fuerte, mucho más de lo que cualquiera de los guardias podía imaginar

Había sido entrenado para ser un guerrero, una máquina de combate, pero ahora se enfrentaba a una prueba diferente

La fatiga del trabajo físico diario se acumulaba en sus músculos, que ardían y se tensaban con cada movimiento repetitivo

Comparado con sus entrenamientos exhaustivos, este trabajo no era solo físico; era una tortura mental

*Esto es peor* Pensó mientras levantaba otra pieza de metal para moldearla en una hoja afilada *No es como entrenar para la guerra, aquí solo eres una herramienta... descartable, sin propósito, excepto servir hasta que ya no puedas más*

Los esclavos a su alrededor eran todos aberrantes, como él, cada uno marcado de alguna forma, con sus cuerpos reflejando sus diferentes dones

Algunos tenían mutaciones visibles, como ojos adicionales, piel con escamas o brazos descomunales. Otros, más sutiles, apenas se distinguían de los humanos comunes, pero todos compartían el mismo destino

Trabajos forzados, sin descanso, sin esperanza

Katsuki observó en silencio mientras moldeaba una pieza de una armadura reforzada

Conocía bien ese tipo de material; era el mismo que usaban los soldados para protegerse de los ataques de los aberrantes

*¿Cuántos de los míos he enviado a este infierno?* Se preguntó, sus labios torciéndose en una mueca amarga

Recordó las misiones que había liderado, los pueblos que habían arrasado en nombre de la "seguridad humana"

Los prisioneros que entregó a la autoridad, pensando que sería mejor que simplemente ejecutarlos en el campo de batalla

*Maldición... los traje aquí para ser esclavos, para morir lentamente*

Un sonido llamó su atención

El chasquido familiar de un látigo cortando el aire seguido de un grito ahogado, Katsuki se giró, su mirada oscureciéndose al ver la escena

Un anciano aberrante yacía en el suelo de tierra, incapaz de levantarse

Su cuerpo delgado y frágil temblaba, cubierto de moretones y cicatrices

El hombre apenas podía sostenerse en sus rodillas, sus manos huesudas tratando de recoger los pedazos de metal que había dejado caer

Un guardia corpulento se erguía sobre él, el látigo en su mano aún vibrando por el último golpe

-¡Levántate, maldito!- Gruñó el guardia, alzando el látigo de nuevo -No estás aquí para descansar o trabajas, o te mueres, viejo inútil-

El anciano intentó moverse, pero sus piernas flaquearon, Katsuki vio la desesperación en sus ojos, el miedo crudo de alguien que ya no tenía fuerzas para seguir

*Esto no es entrenamiento, esto es crueldad pura* Pensó Katsuki, sus dientes apretándose con furia

Sintió que algo ardía dentro de él, una chispa que se convirtió en un fuego incontrolable

Antes de que pudiera detenerse, ya estaba avanzando hacia el guardia

-¡Ya basta!- Rugió Katsuki, su voz retumbando en la herrería como un trueno, los esclavos cercanos levantaron la cabeza, sorprendidos de escuchar a alguien levantar la voz contra un guardia

El hombre se giró, su expresión pasando de la sorpresa a la ira -¿Qué dijiste, perro?- Espetó, levantando el látigo de nuevo -¿Te atreves a decirme qué hacer? A ti también te puedo...-

No terminó la frase, Katsuki ya estaba sobre él, atrapando el látigo en el aire con una sola mano

Los músculos de su brazo se tensaron, tirando con fuerza hasta que el guardia perdió el equilibrio y cayó de rodillas frente a él

-¿Crees que esto es justicia?- Katsuki lo miró con una furia fría, sus ojos encendidos como brasas -¿Azotar a un anciano que no puede ni caminar? ¿Esto te hace sentir poderoso?-

El guardia intentó zafarse, pero la mano de Katsuki era como una tenaza, sujetando el látigo con fuerza

Los otros esclavos miraban la escena, algunos aterrados, otros con una chispa de esperanza encendiéndose en sus ojos

-¡Suéltame, maldito aberrante!- Escupió el guardia, luchando por liberarse

Katsuki lo soltó, pero solo para empujarlo al suelo con un movimiento brusco -La próxima vez que alces tu mano contra alguien indefenso, te la arrancaré- Dijo con voz baja, llena de veneno

El guardia se levantó, su rostro rojo de furia y humillación -¡Esto no quedará así!- Amenazó, retrocediendo mientras señalaba a Katsuki -Voy a...-

-Entonces ve- Lo interrumpió Katsuki, dándole la espalda y volviendo a su yunque -Corre a tu amo como el perro que eres-

El guardia se tambaleó, su expresión llena de odio, pero no dijo más

Se alejó rápidamente, desapareciendo entre el humo de la herrería

Katsuki miró al anciano, que lo observaba con una mezcla de incredulidad y gratitud

-No tenías que hacer eso, chico- Murmuró el viejo, su voz ronca -Ahora te castigarán a ti también-

Katsuki dejó escapar una risa seca, amarga -Déjalos intentar- Se agachó y levantó al hombre con cuidado, ayudándolo a ponerse de pie -¿Cómo te llamas, viejo?-

-Sorahiko- Respondió el anciano con dificultad, apoyándose en el brazo de Katsuki -Solía ser un herrero... antes de que me trajeran aquí-

-Entonces sabes lo que estamos haciendo- Dijo Katsuki, señalando las armas y armaduras que estaban forjando

Sorahiko asintió lentamente, sus ojos nublados por el tiempo y el sufrimiento -Sí, lo sé, estamos construyendo la guerra... para que nos maten con nuestras propias manos-

Katsuki apretó los labios, una expresión de profunda amargura cruzando su rostro -No por mucho tiempo, Sorahiko- Susurró, más para sí mismo que para el anciano

*No puedo cambiar el pasado, pero puedo quemar este lugar hasta los cimientos si es necesario*

El anciano lo miró, y aunque estaba débil y cansado, una débil sonrisa se dibujó en sus labios agrietados -Quizá... tú seas la chispa que necesitamos, chico-

Katsuki solo asintió, volviendo a su lugar frente al yunque, con el peso de una nueva resolución ardiendo en su pecho

El sol había alcanzado su punto más alto cuando los guardias finalmente llegaron por Katsuki

El trabajo en la herrería se detuvo abruptamente; el sonido de los martillos y el crepitar del fuego se desvanecieron, reemplazados por los murmullos nerviosos de los esclavos, Katsuki levantó la vista, notando de inmediato la presencia de cuatro guardias, todos con expresiones severas, y uno de ellos aún con el rostro marcado por la humillación de antes

El que había intentado azotar al anciano

-Bakugou Katsuki- Gruñó el líder de los guardias, su voz resonando en la herrería -Por desacato y agresión contra un oficial, se te ordena someterte a un castigo disciplinario-

Katsuki escupió al suelo, sin molestarse en ocultar su desdén

*"Estos idiotas no aprenden*

-No te vamos a pedir que te entregues- Continuó el guardia, alzando una porra electrificada -Solo será peor si resistes-

Katsuki alzó las manos lentamente, mostrándoles las muñecas, aún marcadas por las cicatrices de los limitadores que le habían colocado al ser capturado *Me quitaron las ataduras* Pensó, recordando el momento en que se las arrancó con pura fuerza, desafiando a sus captores *Creyeron que sería suficiente para mantenerme bajo control*

-¿Así que se ponen valientes ahora, eh?- Dijo Katsuki, una sonrisa peligrosa curvando sus labios -Cuatro contra uno, y aun así traen sus juguetes-

Sin esperar más, el guardia al que Katsuki había enfrentado antes se abalanzó sobre él, descargando la porra contra su costado

El golpe resonó en la herrería, un sonido seco y brutal que hizo que algunos esclavos miraran hacia otro lado

Pero Katsuki apenas se estremeció

Un segundo guardia lo golpeó por detrás, y esta vez el dolor se disparó por su columna, un ardor que le cortó la respiración

Cayeron sobre él como lobos, pateando y golpeando sin descanso, Katsuki no hizo un solo sonido, aunque cada golpe le robaba el aliento

En sus ojos no había miedo, solo una furia inquebrantable

Mientras esto sucedía, en lo alto de la torre central del complejo, Momo observaba todo a través de una ventana reforzada

Sus ojos oscuros estaban llenos de preocupación, y cada vez que veía caer otro golpe sobre Katsuki, su corazón se encogía de dolor

-Padre, esto es innecesario- Dijo, girándose hacia Enji, que estaba sentado en su escritorio de madera oscura, revisando informes sin levantar la vista

-Innecesario es que estés aquí, Momo- Respondió Enji con frialdad, sin apartar los ojos de su trabajo -Ya discutimos esto, tu compasión es una debilidad que no podemos permitirnos-

-No es compasión, es lógica- Insistió Momo, dando un paso hacia adelante -Bakugou Katsuki es diferente, lo sabes tan bien como yo, antes de capturarlo, era uno de los líderes más formidables de su gente, es un símbolo para ellos, si seguimos castigándolo de esta forma, no estamos rompiéndolo; estamos encendiendo la chispa de una rebelión-

Enji dejó escapar un suspiro pesado, como si estuviera tratando de contener su frustración. Finalmente, levantó la mirada, encontrándose con los ojos de su hija

Su expresión era dura, casi impenetrable, como el acero que forjaban los esclavos en el complejo

-Momo, lo que no entiendes es que él se hizo esto a sí mismo- Enji se levantó, caminando hasta la ventana para mirar hacia abajo, donde los guardias continuaban golpeando a Katsuki -Cuando rompió los limitadores en sus brazos, hizo una declaración, no quiere ser la excepción a los suyos, quiere luchar contra nosotros como un igual ¿Y qué hacemos con los iguales, hija?-

Momo apretó los puños, mordiéndose el labio para evitar gritarle -Lo ejecutamos, los matamos o los convertimos en esclavos, pero Katsuki...-

-¡Pero Katsuki nada!- La cortó Enji, su voz retumbando con una autoridad que hizo eco en la habitación -Le permitimos vivir solo por su potencial, lo trajimos aquí para que sirviera, para que tal vez, con el tiempo, se sometiera, pero no lo ha hecho, agradece que no lo hemos ejecutado, porque si no fuera por mi decisión, ya habría sido decapitado el día que se arrancó esas malditas ataduras-

Momo dio un paso hacia atrás, sorprendida por la severidad en la voz de su padre

Había visto muchas veces su lado cruel, su lado pragmático y calculador, pero esto era diferente, Enji no veía en Katsuki a un hombre, ni siquiera a un guerrero derrotado; lo veía como una amenaza constante, un símbolo del poder que él temía perder

-Padre...- Empezó, su voz mucho más suave, casi suplicante -Si sigues así, lo único que lograrás es alimentar su odio, el podría ser un aliado, podríamos usarlo, en lugar de destruirlo-

Enji rió, una risa corta y amarga -¿Usarlo?- Repitió, señalando hacia abajo, donde Katsuki estaba ahora en el suelo, con los guardias rodeándolo como buitres -Míralo, Momo, esa es su utilidad ahora, forjar nuestras armas, fortalecer nuestras defensas, o servir de ejemplo para los demás, ese es su lugar y si no lo entiende pronto, será su fin-

Momo sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas de frustración, pero no dejó que cayeran

En su lugar, se volvió hacia la ventana, observando cómo los guardias finalmente retrocedían, dejando a Katsuki tendido en el suelo

El guerrero intentó levantarse, apoyándose en una rodilla, con la sangre corriendo por su rostro y sus brazos

Pero en sus ojos, aún brillaba esa chispa indomable

-No lo romperás así, padre- Murmuró Momo, apenas audible -Lo único que estás haciendo es fortalecer su resolución-

Enji se giró hacia ella, con una expresión de indiferencia fría -Entonces, que lo intente, que se levante y luche contra nosotros si quiere, pero no le mostraré misericordia solo porque tú ves algo especial en él-

Y con eso, Enji volvió a su escritorio, dando por terminada la conversación, Momo permaneció en la ventana, sus manos temblando de impotencia mientras miraba hacia abajo, donde Katsuki, con una risa rota y amarga, se levantaba una vez más, limpiando la sangre de su boca

*Esa correa que me quitaste* Pensó Katsuki, levantando la vista hacia la torre, sabiendo que Momo lo estaba observando *No me domó, solo me liberó*

La noche había caído sobre el complejo, y un silencio inquietante se apoderaba de los pasillos oscuros, solo interrumpido por el retumbar ocasional de las botas de los guardias patrullando

La herrería y el área de trabajos forzados estaban vacías ahora, con los esclavos llevados de vuelta a sus celdas, agotados y cubiertos de polvo y sudor

Pero una figura solitaria se movía con propósito a través de los corredores; Momo caminaba con pasos ligeros, ocultando su presencia de los guardias mientras se dirigía a las mazmorras

Con una llave que robó de su padre, Momo abrió la pesada puerta metálica que llevaba a las celdas de los prisioneros importantes

Había un susurro de metal y un crujido de bisagras oxidadas al entrar

El pasillo estaba iluminado tenuemente, y el aire era denso y húmedo

Finalmente, llegó a la celda donde se encontraba Katsuki

Katsuki estaba sentado en el suelo de piedra fría, con la espalda apoyada contra la pared

Tenía la cabeza agachada, pero levantó la vista cuando escuchó el chirrido de la puerta abriéndose

Sus ojos, aunque cansados y cubiertos por una sombra de dolor, no habían perdido ese brillo desafiante

-¿Qué haces aquí, princesa?- Preguntó con un tono burlón, aunque había algo más suave escondido detrás de sus palabras

Momo se acercó lentamente, hasta detenerse justo fuera del alcance de las rejas

A pesar de su rostro impasible, sus manos temblaban ligeramente

-Vine a verte, Katsuki- Dijo, suavizando su voz -Después de lo que pasó hoy... Quería asegurarme de que estabas bien-

Katsuki soltó una risa áspera, que rápidamente se convirtió en una tos dolorosa -¿Bien?- Repitió con amargura, pasándose la lengua por el labio partido -Vine a este lugar esperando morir luchando, no forjando armas para nuestros enemigos y recibiendo una paliza de unos cobardes-

Momo lo miró con tristeza, recordando a ese joven orgulloso y fuerte que conoció tantos años atrás, antes de que la guerra los separara, Katsuki había sido diferente entonces, aunque esa chispa de rebeldía siempre había estado presente

-No siempre fue así, Katsuki- Murmuró Momo, bajando la mirada al suelo -Hubo un tiempo en el que... éramos más que esto, no sé si lo recuerdas, pero...-

Katsuki levantó una ceja, algo sorprendido por el tono de nostalgia en su voz -Claro que lo recuerdo, princesa- Se inclinó hacia adelante, acercando su rostro a las rejas -¿O acaso olvidaste que, técnicamente, somos amigos de la infancia?-

Momo dejó escapar una pequeña risa, una risa que no había dejado sus labios en mucho tiempo -Amigos de la infancia, sí... Aunque a ti te gustaba más decir que eras mi guardia personal, mi protector de por vida-

Katsuki asintió lentamente, recostándose de nuevo contra la pared -Lo dije en serio, aunque no lo creas, nunca dejé de serlo-

El silencio cayó entre ellos por un momento, lleno de recuerdos compartidos, Momo dejó que su mente viajara a esos días lejanos, cuando eran solo niños corriendo por los jardines de la capital

Recordó una tarde en particular, cuando ella tenía apenas seis años y Katsuki había salvado su vida por primera vez

-Recuerdo cuando tenía miedo de los relámpagos- Dijo Momo, su voz apenas un susurro -Estaba escondida bajo una mesa, llorando como una tonta y tú, a pesar de que todos los sirvientes y guardias intentaron consolarme, fuiste el único que se metió allí conmigo, dijiste que si un relámpago quería tocarme, tendría que pasar por ti primero-

Katsuki sonrió, una sonrisa sincera que pocas veces mostraba ahora -Siempre fui idiota, ¿verdad?-

-No, eras valiente- Respondió Momo, acercándose más a las rejas -Incluso cuando te metías en problemas por mí, como la vez que ese noble trató de intimidarme y tú lo derribaste de un puñetazo-

-Ese bastardo lo tenía merecido- Masculló Katsuki, chasqueando la lengua -Nadie iba a hacerte llorar mientras yo estuviera ahí-

Momo suspiró, dejándose caer de rodillas frente a las rejas -¿Qué nos pasó, Katsuki?- Preguntó, con la voz quebrada por el dolor y la nostalgia -Solíamos ser inseparables y ahora, mira dónde estamos, tú, aquí encerrado como un prisionero, y yo... Yo soy parte de todo esto-

Katsuki la miró, observando las lágrimas que se formaban en sus ojos

En ese momento, la burla y la rabia en su expresión se desvanecieron, dejando solo la cruda sinceridad

Extendió una mano a través de las rejas, rozando con los dedos la mejilla de Momo

-Yo sigo aquí para ti, Momo, siempre he estado aquí, incluso cuando te convertiste en lo que eres ahora- Su voz era suave, casi un susurro -No dejé de ser tu guardia, tal vez me rompieron, tal vez intentaron domarme, pero eso nunca cambió-

Momo apretó los labios, tomando la mano de Katsuki entre las suyas, aferrándose como si fuera su ancla en medio de una tormenta -No quiero que esto termine así, Katsuki, no quiero que sigas sufriendo por mi culpa, tal vez... Tal vez aún podamos encontrar una forma de salir de aquí, de escapar de este lugar juntos-

Katsuki soltó una risa amarga -¿Escapar? Sabes que no es tan simple, no soy solo un prisionero, soy un símbolo, mi escape sería visto como una declaración de guerra, algo que tu padre jamás permitiría-

-Entonces, lucharé por ti- Dijo Momo, con una determinación que no había sentido en años -Haré lo que sea necesario, aunque eso signifique enfrentarme a mi propio padre-

Katsuki la miró con una mezcla de tristeza y admiración -No quiero que te destruyas por mí, Momo, siempre te dije que me importabas más de lo que cualquiera sabe, si algo te pasa, no me lo perdonaría-

-Y si te pierdo a ti- Replicó Momo, con lágrimas deslizándose por sus mejillas -Nunca me lo perdonaré-

El silencio entre ellos se llenó con el peso de sus emociones, de los recuerdos que compartían y del abismo que ahora los separaba

Pero en ese momento, aunque fuera solo por un instante, volvieron a ser los niños que se juraron protegerse el uno al otro, sin importar el costo

Finalmente, Momo soltó su mano, limpiándose las lágrimas -Tengo que irme antes de que noten que estoy aquí- Dijo con voz temblorosa -Pero regresaré, Katsuki, no voy a abandonarte, te lo prometo-

-No lo hagas, princesa- Dijo Katsuki, con una sonrisa cansada -Porque aunque esté aquí, encerrado y golpeado, sigo siendo tu guardia de por vida, no importa lo que pase-

Y mientras Momo se alejaba, sintió que una chispa de esperanza, tenue pero real, volvía a encenderse en su corazón

El tiempo pasó de manera peculiar en las mazmorras, donde los días parecían mezclarse con las noches, pero para Katsuki, el cambio era palpable, Momo empezó a visitarlo casi todos los días, a veces al anochecer, otras en la penumbra de la madrugada, siempre con una excusa diferente para los guardias

Traía comida, ungüentos para sus heridas y, a menudo, simplemente su compañía, que se había convertido en el consuelo más inesperado para ambos

Al principio, sus conversaciones eran cautelosas, como si ambos temieran despertar viejas heridas que aún no habían sanado

Pero poco a poco, esas barreras se fueron desvaneciendo, Momo traía noticias del exterior, historias de su niñez y relatos de la corte, intentando distraer a Katsuki de su encierro

Y él, por su parte, le contaba sobre la vida entre los esclavos, los trabajos duros en la herrería, y los pequeños gestos de solidaridad que había comenzado a ver entre los Aberrantes

Una noche, mientras Momo se sentaba al otro lado de las rejas, Katsuki la observó con una mirada distinta

Había algo en la forma en que la luz de la antorcha iluminaba su rostro, mostrando una vulnerabilidad que él rara vez había visto en ella, Momo lo miró y sonrió, una sonrisa sincera que hizo que su corazón latiera un poco más rápido

-¿Qué pasa?- Preguntó ella, notando su mirada

Katsuki apartó la vista, incómodo con la intensidad de sus propios sentimientos -Nada, solo... me preguntaba cómo terminé aquí, y por qué sigues viniendo a verme, sabes que no tienes que hacerlo-

Momo alzó una ceja, divertida -No, no tengo que hacerlo, pero quiero hacerlo, Katsuki, porque eres importante para mí... más de lo que nunca admití antes-

Katsuki tragó saliva, sintiendo el calor en sus mejillas, una emoción que no había sentido desde que eran niños

Quiso responder, decirle que él también sentía algo más profundo por ella, pero las palabras se le quedaron atoradas en la garganta

A medida que los días pasaban, algo curioso comenzó a ocurrir. Katsuki empezó a integrarse mejor con los Aberrantes en los trabajos forzados

Al principio, ellos lo habían visto como otro noble arrogante, un guerrero que había caído de su pedestal

Pero su intervención para proteger al anciano y el hecho de que soportara los golpes de los guardias sin quejarse comenzaron a cambiar la percepción que tenían de él

Katsuki, por su parte, se dio cuenta de que los Aberrantes no eran simplemente "bestias" como les habían enseñado

Eran personas con historias, con familias perdidas, con habilidades sorprendentes que habían sido relegadas al olvido por una sociedad que los temía

Había un herrero delgado llamado Toshinori, cuyas manos eran capaces de forjar metales con una destreza que Katsuki no había visto antes

Había una joven llamada Ochaco, cuya voz cantarina amenizaba los largos días de trabajo, aun cuando sus alas estaban cortadas para evitar que volara

Un día, mientras trabajaban juntos reparando una torreta oxidada, Toshinori se acercó a Katsuki -Oye, guerrero- Dijo en voz baja, asegurándose de que los guardias no escucharan -Vi lo que hiciste por el anciano, no somos ciegos, sabemos que no eres como los demás-

Katsuki lo miró, sorprendido -Hice lo que cualquiera habría hecho-

Toshinori soltó una risa ronca -No, la mayoría se habría quedado mirando, pero tú, tú arriesgaste más, por eso quiero preguntarte algo-

-¿Qué cosa?- Katsuki se inclinó, intrigado

Toshinori bajó la voz aún más -Hemos notado que tú... no llevas el limitador activado ¿Cómo lo hiciste? Ninguno de nosotros ha podido quitárselo-

Katsuki frunció el ceño y miró su propio brazo, donde el brazalete metálico permanecía, aparentemente inactivo -No lo sé exactamente, la primera vez que lo sentí desactivarse fue cuando me atravesaron el brazo con una flecha, en el campo de batalla, pensé que era un mal funcionamiento, pero ahora... no estoy seguro-

-¿Una flecha?- Preguntó Toshinori, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y esperanza -¿Crees que funcione para nosotros también?-

Katsuki suspiró, sintiendo el peso de sus palabras -No lo sé, tal vez fue la combinación del dolor, la ira, o simplemente suerte, no puedo prometer que sea lo mismo para todos-

Toshinori asintió lentamente, su rostro volviéndose sombrío -Bueno, incluso si es un riesgo, algunos de nosotros preferiríamos intentarlo, cualquier cosa es mejor que seguir así, con estas cadenas invisibles-

Katsuki apretó los puños, sabía que había verdad en lo que decía Toshinori, pero también sabía el peligro que eso implicaba

Si los guardias descubrieran que estaban intentando desactivar los limitadores, la respuesta sería brutal

Esa noche, Momo regresó a la celda, encontrando a Katsuki sentado en silencio, pensativo

Se sentó frente a él, y lo miró con preocupación

-¿Estás bien?- Preguntó ella

Katsuki asintió lentamente, aunque sus ojos revelaban un conflicto interno -Estuve hablando con los Aberrantes hoy, me preguntaron sobre el limitador en mi brazo-

Momo lo miró sorprendida -¿Les dijiste cómo lo desactivaste?-

-Les conté lo que pasó- Respondió Katsuki -Pero no sé si eso será suficiente para ellos, están desesperados, Momo, quieren liberarse, y no los culpo por eso-

Momo suspiró, acercándose más a las rejas -Lo sé, y entiendo por qué, pero si empiezan a desactivar los limitadores, mi padre... él los masacrará-

-Lo sé- Dijo Katsuki en voz baja -Y eso es lo que me atormenta, quiero ayudarlos, pero no quiero que mueran por intentarlo-

Momo extendió la mano, tomando la de Katsuki entre las rejas -No tienes que llevar esta carga solo, Katsuki, estamos en esto juntos-

Katsuki la miró, y por un momento, no hubo rejas, no hubo mazmorras, solo ellos dos, con sus manos entrelazadas

Inclinó la cabeza hacia adelante, y sus labios casi rozaron los de Momo

Fue un instante breve, pero cargado de emociones. Ambos sabían que estaban cruzando una línea que no podrían deshacer

-Momo...- Susurró Katsuki

-Shh...- Momo lo interrumpió, sonriendo suavemente -Lo sé, no digas nada ahora, simplemente... déjame quedarme aquí un rato más-

Y así lo hicieron, sentados en silencio, sosteniéndose de la única forma que podían, sintiendo que, aunque el mundo los separara, habían encontrado algo real entre las sombras

En una sala oscura y decorada con opulencia, el consejo privado del reino estaba reunido alrededor de una mesa de mármol

El ambiente era tenso, como siempre que se trataban temas delicados, Enji, el patriarca de la familia, estaba sentado en la cabecera, con su mirada fría y calculadora evaluando a cada uno de los miembros del consejo

A su alrededor se encontraban generales, estrategas y nobles de alto rango, todos ellos conscientes de la importancia del tema que estaban por discutir

Enji entrecerró los ojos, su expresión imperturbable -Romper el limitador de su brazo fue un acto de desafío, el rompió nuestras reglas, y no podemos permitir una excepción-

-Entiendo la gravedad de su acción, señor- Continuó Goto -Pero Katsuki no es un Aberrante común, su habilidad en combate, su capacidad estratégica... es un activo que podríamos necesitar, si hay una rebelión de esclavos, necesitaríamos a alguien como él de nuestro lado-

Los murmullos de acuerdo recorrieron la sala, mientras otro miembro del consejo, una mujer anciana y sabia llamada Chiyo, asentía lentamente -Es cierto, Katsuki fue entrenado desde niño para ser el escudo y la espada de nuestra familia, su lealtad no debería estar en duda solo por un incidente aislado-

Enji se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa -Esto no es solo un "incidente aislado", Chiyo, al romper el limitador, él cuestionó nuestra autoridad, permitió que los esclavos lo vieran como alguien fuera de nuestro control ¿Qué imagen da eso a los demás? Que incluso los más leales pueden rebelarse, no puedo tolerarlo-

Chiyo suspiró, mirando al resto de los miembros -Sabemos lo que representó Katsuki para nuestra familia, pero también conocemos tu postura, Enji, sin embargo, deberíamos al menos considerar la opción de sacarlo de la celda, bajo vigilancia, para que ayude con los trabajos en el exterior, de lo contrario, solo estamos alimentando el resentimiento de alguien que podría volverse en nuestra contra-

Enji alzó una mano, silenciando las discusiones -Mi decisión es final. Katsuki permanecerá donde está y agradezca que no lo hemos ejecutado ya-

Los miembros del consejo intercambiaron miradas, algunos incómodos, otros resignados

Ninguno se atrevía a desafiar la autoridad de Enji directamente, pero era evidente que la decisión no complacía a todos

Mientras tanto, en las mazmorras, Momo avanzaba por los oscuros pasillos, llevando una pequeña lámpara de aceite que proyectaba sombras danzantes en las paredes de piedra

La visita al consejo había terminado, y aunque no había estado presente, podía imaginar las discusiones

Sabía que su padre no cambiaría de opinión, y eso solo intensificaba la preocupación que sentía por Katsuki

Al llegar a la celda, encontró a Katsuki sentado en el suelo, su espalda apoyada contra la pared

Parecía agotado, con los ojos cerrados, pero al sentir la presencia de Momo, abrió los ojos lentamente

Una sonrisa cansada apareció en su rostro

-¿Otra vez tú?- Bromeó con suavidad -¿No te cansas de ver a este miserable prisionero?-

Momo sonrió, arrodillándose frente a las rejas -Si realmente pensara que eres un miserable, no estaría aquí cada noche-

Katsuki soltó una pequeña risa, bajando la mirada -Supongo que eso es cierto ¿Qué noticias traes hoy? ¿Me van a ejecutar mañana, o aún tienen planes de torturarme más tiempo?-

Ella negó con la cabeza, su expresión volviéndose más seria -Nada de eso, pero... he escuchado rumores, el consejo está dividido, algunos quieren liberarte, pero mi padre sigue firme, no cambiará de opinión-

Katsuki asintió, ya lo había esperado -Sabía que esto pasaría, después de todo, al romper el limitador, también rompí mi lealtad ante sus ojos, me odia más por eso que por cualquier otra cosa-

-No es odio, Katsuki- Murmuró Momo -Es miedo, te teme porque sabe que si quisieras, podrías derribar a muchos de sus soldados y si los Aberrantes te siguen... sería una revolución-

Katsuki la miró con intensidad, sintiendo un peso en sus palabras -¿Y tú? ¿Me temes, Momo?-

Ella lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones -No. Nunca te he temido, desde que éramos niños, siempre supe que estarías ahí para protegerme, incluso cuando yo no te lo pedía, lo sigo sabiendo ahora-

Katsuki extendió la mano a través de las rejas, y Momo la tomó, sus dedos entrelazándose con los de él

Había un silencio entre ellos, cargado de significado, de recuerdos no dichos y promesas rotas por el tiempo y la guerra

-Siempre dije que sería tu guardia para toda la vida- Dijo Katsuki en voz baja -Y aunque ahora esté encerrado, sigo sintiéndolo, si este es el final para mí... al menos me gusta saber que no estoy solo-

Momo sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, y sin decir una palabra, acercó su rostro a las rejas, sus labios rozando los de Katsuki en un beso suave, casi tímido

Pero pronto, la timidez dio paso a algo más profundo

Fue un beso desesperado, como si ambos supieran que podría ser la última vez que se tocaban, que se tenían el uno al otro

Katsuki tiró de su mano, intentando acercarla más, a pesar de las frías rejas que los separaban, Momo respondió con igual fervor, sus labios moviéndose con urgencia

El mundo exterior dejó de existir, los muros, las cadenas, las barreras sociales... nada importaba en ese momento

-Te necesito, Momo- Murmuró Katsuki contra sus labios, su voz quebrándose por la emoción

-Estoy aquí- Respondió ella, susurrando mientras acariciaba su rostro -Siempre estaré aquí para ti, Katsuki-

Y en ese instante, ambos se dejaron llevar, aferrándose el uno al otro como si fueran lo último que les quedaba en el mundo

Las lágrimas de Momo caían silenciosas, mientras Katsuki intentaba memorizar la sensación de sus labios, de su tacto, consciente de que este momento podría ser efímero, una chispa de luz en la oscuridad que los envolvía

Finalmente, cuando se separaron, sus respiraciones eran irregulares, sus ojos brillantes por el deseo y el dolor compartido

-No sé qué pasará mañana- Dijo Katsuki, con una sonrisa triste -Pero ahora mismo... soy feliz, porque te tengo a ti-

Momo asintió, sosteniendo su mano un poco más antes de soltarla, con la promesa de volver al día siguiente, aunque sabía que cada visita era un riesgo

Y mientras se alejaba, Katsuki la observó irse, su corazón latiendo con una mezcla de amor y tristeza

Había encontrado algo real en ese lugar de oscuridad

Algo que ni siquiera las rejas podían arrebatarle

Momo salió de la celda de Katsuki con el corazón acelerado y una sensación agridulce en el pecho

Caminó por los oscuros corredores del calabozo, moviéndose con sigilo para evitar ser vista por los guardias

Sabía que si alguien descubría sus visitas, su padre se enfurecería, y las consecuencias para Katsuki podrían ser mortales

Mientras ascendía por las escaleras de piedra que la llevarían de regreso al palacio, su mente no dejaba de repasar el momento que acababa de compartir con él

Había sentido su desesperación, su amor sincero, y por un instante, había deseado dejar todo atrás y huir con él

Pero sabía que era imposible

Estaban atrapados en un juego de poder del que no podían escapar fácilmente

{Días después, en la celda de Katsuki}

Katsuki estaba acostado en el suelo frío, descansando con los ojos cerrados, cuando el ruido de pasos resonó en el pasillo

Al abrir los ojos, vio a un grupo de guardias acercándose, con sus uniformes brillando a la luz de las antorchas

El líder del grupo, un hombre robusto con una cicatriz que le cruzaba la mejilla, abrió la puerta de la celda de golpe

-Levántate, esclavo- Dijo el guardia con una voz autoritaria, sin molestarse en darle más explicaciones

Katsuki se incorporó lentamente, con una sonrisa sarcástica en los labios -Qué entusiasmo ¿Finalmente se cansaron de mí y vienen a ejecutarme?-

El guardia lo golpeó con el mango de su lanza, haciendo que Katsuki retrocediera, llevándose la mano al estómago

El dolor fue intenso, pero no dejó de sonreír

-Tienes suerte- Respondió el guardia con un tono de burla -No te vamos a matar, aún, el consejo ha decidido enviarte en una misión de exploración, hay un pueblo cercano donde se rumorea que se esconden Aberrantes, iremos a investigar... y tú vendrás con nosotros-

Katsuki alzó una ceja, sorprendido por la orden -¿Exploración? ¿O quieren usarme como carnada?-

El guardia soltó una carcajada -Ambas cosas, tal vez, prepárate, salimos al amanecer-

Mientras los guardias se marchaban, Katsuki se quedó mirando las rejas abiertas, sintiendo una mezcla de alivio y sospecha

Sabía que no lo estaban liberando, solo lo estaban llevando a otro tipo de peligro

Sin embargo, la idea de salir de la celda, de sentir el viento en su rostro, era tentadora

Al amanecer, Katsuki fue sacado de la mazmorra y llevado al campamento donde se estaba reuniendo el grupo de exploración

Al llegar, vio a Momo de pie, vestida con su armadura ligera, liderando la expedición

Sus miradas se cruzaron, y aunque ninguno de los dos dijo nada, Katsuki sintió el mismo calor que había sentido en la celda, el eco de su beso aún fresco en su memoria

-Veo que has decidido unirte a la fiesta- Dijo Katsuki con un tono burlón, acercándose a Momo

Ella le lanzó una mirada seria, pero había un brillo de preocupación en sus ojos -No es una elección, Katsuki, es una orden, no puedo interferir con las decisiones del consejo-

Katsuki asintió, entendiendo la situación

No quería ponerla en una posición difícil, pero tampoco pudo evitar añadir con voz suave

-Bueno, al menos estaré cerca de ti, eso hace que valga la pena-

Ella desvió la mirada, tratando de mantener la compostura -No te arriesgues innecesariamente, hay mucho en juego aquí-

El grupo de exploración estaba compuesto por soldados bien armados, pero Katsuki notó con disgusto que también habían traído a un grupo de esclavos, principalmente Aberrantes, para que actuaran como escudos humanos

Eran hombres y mujeres con rostros cansados, sus limitadores brillando en los brazaletes de metal que les ataban los brazos

El líder de los guardias, el mismo hombre con la cicatriz, se acercó a Katsuki y le empujó hacia el grupo de esclavos -Tú vas con ellos, si los Aberrantes deciden atacar, ustedes serán los primeros en caer-

Katsuki apretó los dientes, pero mantuvo la calma

Sabía que reaccionar solo empeoraría las cosas para él y para los demás esclavos

Se situó entre ellos, observando los rostros llenos de miedo y desesperanza

Había ancianos y jóvenes, ninguno de ellos preparado para un combate real

Mientras se preparaban para partir, Momo se acercó a Katsuki discretamente, sus ojos buscando los de él

-Ten cuidado- Susurró -No quiero que te pase nada-

Katsuki sonrió, tomando su mano por un breve momento antes de soltarla -Sobreviviré, por ti-

El grupo avanzó por el camino de tierra que llevaba al pueblo

El sol brillaba en el cielo, pero el aire estaba cargado de tensión

Los soldados se mantenían alertas, y los esclavos caminaban en silencio, sabiendo que estaban allí solo para recibir el primer golpe si algo salía mal

Momo lideraba al grupo, montada en su caballo, lanzando miradas furtivas hacia Katsuki de vez en cuando

Él caminaba junto a los esclavos, observándolos con atención

Se dio cuenta de que la mayoría de ellos tenían los limitadores activados, brazaletes que brillaban con un tenue resplandor azul, impidiendo que usaran sus habilidades

-¿Alguna vez has intentado quitarte el limitador?- Le susurró a uno de los Aberrantes, un joven de mirada asustada

El chico negó con la cabeza -No podemos, Si intentamos quitárnoslo, el dolor es insoportable, nadie ha logrado hacerlo-

Katsuki frunció el ceño, recordando el momento en que su propio limitador se había roto

Había sido una flecha atravesando su brazo, algo inesperado, y él mismo no estaba seguro de cómo había sucedido

Pero si quería ayudar a estos esclavos, tendría que averiguar una forma

-Escuchen- Les dijo en voz baja a los Aberrantes que lo rodeaban -Sé que parece imposible, pero quiero que sepan que estos limitadores pueden romperse, no sé exactamente cómo, pero lo descubrí una vez y si estamos en peligro, intentaré hacer algo al respecto, no voy a dejar que mueran como carnada-

Los Aberrantes lo miraron con escepticismo, pero había un atisbo de esperanza en sus ojos, algo que no habían sentido en mucho tiempo

Cuando llegaron al pueblo, encontraron las calles desiertas, las casas con puertas y ventanas cerradas

Todo estaba inquietantemente silencioso. Los soldados avanzaron con cautela, con las armas listas

-Manténganse alertas- Ordenó Momo, su voz firme, aunque Katsuki notó la preocupación en sus ojos

De repente, un grito rompió el silencio. Uno de los soldados cayó al suelo, atravesado por una lanza

Desde las sombras de los edificios, figuras encapuchadas comenzaron a emerger

Los Aberrantes del pueblo no iban a rendirse sin luchar

Katsuki sintió la adrenalina recorrer su cuerpo, sus instintos de guerrero despertándose

Miró a Momo una última vez antes de lanzarse hacia el frente, empujando a los esclavos detrás de él para protegerlos

-¡Quédense atrás!- Les gritó, tomando una lanza caída del suelo

Los Aberrantes del pueblo avanzaron, atacando con fuerza, Katsuki, aunque aún llevaba su brazalete roto, sabía que no podía usar toda su fuerza

Pero protegería a los suyos, incluso si eso significaba arriesgar su vida

Momo, al verlo pelear con tanta determinación, sintió una punzada de desesperación

Sabía que esta misión podía ser una trampa, un intento de deshacerse de Katsuki sin manchar directamente las manos del consejo

Pero ella estaba allí para asegurarse de que no lo perdería

No otra vez

El caos estalló en el pueblo abandonado. Los gritos de los esclavos resonaban en el aire mientras eran cazados como animales, uno tras otro cayendo bajo las lanzas y flechas de los soldados enemigos, Katsuki, cubierto de sangre y tierra, se movía como un rayo entre los cuerpos caídos, protegiendo a los pocos esclavos que aún quedaban vivos

Su mirada estaba fija en Momo, quien, montada en su caballo, luchaba por mantener el control de la situación

Sin embargo, el destino parecía ya decidido

Los esclavos, agotados y sin armas, caían uno tras otro bajo los golpes implacables de los Aberrantes del pueblo

Pronto, el último de ellos fue empujado al suelo y ejecutado sin piedad, dejando a Katsuki como el único que aún se mantenía en pie, respirando con dificultad mientras sostenía una lanza rota

Los cuerpos de sus compañeros formaban un manto silencioso a sus pies, y los soldados restantes apenas lograban mantener sus posiciones

Momo miró la masacre con desesperación, sintiendo que el suelo se abría bajo ella, el plan había fallado de la peor manera posible, y ahora estaban rodeados

-¡Ríndanse!- Gritó uno de los líderes Aberrantes del pueblo, una mujer alta y de cabello gris, cuyos ojos brillaban con una furia inhumana -¡Esto es por nuestros hermanos esclavizados!-

Antes de que alguien pudiera reaccionar, una lanza atravesó el aire directo hacia Momo

Todo pasó en un instante

Katsuki saltó hacia ella, empujándola fuera del alcance de la lanza, rodando por el suelo y quedando de pie entre ella y los atacantes

-¡No la toquen!- Rugió Katsuki, con una voz que resonó como un trueno

Los Aberrantes se detuvieron por un segundo, sorprendidos por la fuerza de su grito, Momo, tirada en el suelo, lo miró con los ojos muy abiertos, sintiendo el calor de su cuerpo y su protección como una promesa silenciosa

Pero la pausa fue breve, y los enemigos volvieron a avanzar, rodeándolos por completo

La mente de Katsuki corría a mil por hora

Sabía que no tenía otra opción; no podía dejar que Momo muriera allí, ni que los pocos guardias que quedaban fueran masacrados

Respiró hondo, sintiendo el brazalete roto en su muñeca, el mismo que había dejado de funcionar la primera vez, cuando una flecha atravesó su brazo

Cerró los ojos, intentando recordar esa sensación, el momento exacto en que el limitador se rompió

De repente, una chispa de memoria cruzó su mente

La sensación de la flecha, el dolor ardiente y, sobre todo, el odio puro y visceral que había sentido en ese momento, Katsuki apretó los dientes, concentrando toda su energía en su brazo, ignorando el dolor mientras intentaba desencadenar el poder latente

-¡No puede hacerlo otra vez!- Gritó uno de los soldados, mirando a Katsuki con horror al ver la luz azulada que comenzaba a brillar en su brazalete roto

Momo se levantó lentamente, sosteniendo su espada, pero su mirada estaba fija en Katsuki, ella sabía lo que estaba a punto de suceder, y su corazón latía con fuerza, temiendo por él

-Katsuki...- Susurró, pero él ya no la escuchaba

Con un rugido que sacudió la tierra, Katsuki levantó su brazo al cielo

Una explosión de energía azul brotó de su cuerpo, ascendiendo hacia el firmamento como un rayo que partía las nubes

La noche oscura se iluminó de repente, como si un sol naciera en medio del cielo estrellado

La onda expansiva sacudió los edificios del pueblo, levantando polvo y piedras, y los Aberrantes retrocedieron, protegiéndose los ojos ante la intensidad de la luz

El suelo tembló bajo los pies de todos, y por un momento, el silencio llenó el espacio donde antes solo había caos y gritos

El cielo entero parecía arder con el poder de la explosión, iluminando la tierra como si fuera de día

Los Aberrantes se miraron entre ellos, atemorizados

Habían oído historias de este poder, de la fuerza destructiva que podía liberar un Guerrero sin limitadores, y sabían que no podrían enfrentarlo

En un instante de confusión, comenzaron a retirarse, dejando atrás a los cuerpos de los esclavos y a sus propios compañeros caídos

No valía la pena enfrentarse a un poder tan monstruoso

Katsuki cayó de rodillas, agotado, su respiración pesada y entrecortada

La luz se desvaneció lentamente, dejando la noche en un silencio absoluto, Momo corrió hacia él, arrodillándose a su lado, sus manos temblorosas al sostener su rostro

-Katsuki...- Dijo, con la voz quebrada por el miedo y la preocupación -Lo hiciste... pero ellos vendrán por ti ahora-

Él sonrió, con los ojos entrecerrados, pero la calidez en su mirada hacia ella era inconfundible -Lo sé, Momo... pero no me arrepiento-

Antes de que pudieran decir algo más, un grupo de guardias que aún seguían vivos se acercó rápidamente

Tres flechas de acero volaron por el aire, atravesando las extremidades de Katsuki

Dos en sus brazos y una en su pierna

Cada una de ellas estaba unida a una gruesa cadena de acero

-¡Katsuki!- Gritó Momo, intentando levantarse para detener a los guardias, pero uno de ellos la empujó hacia atrás, golpeándola al suelo

-Ya basta, Lady Momo- El líder de los guardias se acercó, mirando a Katsuki con una mezcla de odio y miedo -No debiste romper las reglas, Guerrero, esta vez no habrá misericordia para ti-

Katsuki, con los brazos extendidos por las cadenas y la sangre goteando de sus heridas, levantó la cabeza y sonrió, a pesar del dolor que le atravesaba el cuerpo

Miró a Momo una última vez, sus ojos llenos de amor y tristeza

-Momo... lo siento, pero siempre estaré contigo-

Ella sollozó, sus lágrimas cayendo al suelo mientras veía cómo los guardias arrastraban a Katsuki, encadenado como una bestia, de regreso al campamento

La noche volvió a ser oscura, y la luz que había llenado el cielo desapareció, dejando solo el recuerdo de una explosión que iluminó el corazón de ambos por un breve, pero eterno, momento

La gran sala del consejo estaba iluminada por antorchas que proyectaban sombras danzantes sobre los rostros severos de los ancianos

El eco de los pasos resonaba cuando los guardias arrastraban a Katsuki, encadenado de pies y manos, dejando un rastro de sangre que goteaba de sus heridas

El silencio era sofocante, roto solo por el arrastre metálico de las cadenas y el sonido de su respiración entrecortada, Katsuki apenas podía mantenerse en pie, sus ojos aún fieros a pesar del dolor

En el centro del consejo, sobre un estrado de piedra, se encontraba Enji, observando a Katsuki con una expresión dura y calculadora

A su lado, los otros miembros del consejo murmuraban entre ellos, algunos con sorpresa, otros con evidente desdén

Frente a todos, Momo estaba de pie, sus manos temblorosas mientras miraba a Katsuki con los ojos llenos de angustia

-Traigan al prisionero- Ordenó Enji con voz grave

Los guardias empujaron a Katsuki al centro de la sala, obligándolo a arrodillarse, El cayó pesadamente, sus manos encadenadas frente a él

Mantuvo la cabeza erguida, mirando directamente a Enji, desafiando el miedo que muchos hubieran sentido en su lugar

-Katsuki Bakugo- Dijo Enji, cruzando los brazos -Este consejo te juzga por tus acciones en el campo, has liberado tu poder prohibido por segunda vez, desobedeciendo las leyes impuestas a los Guerreros de tu raza, ya te perdonamos una vez, pero ahora...- Hizo una pausa, observando cómo los murmullos aumentaban -Ahora consideraremos una condena más severa-

-¡No pueden hacer esto!- Interrumpió Momo, dando un paso adelante -¡Él nos salvó a todos! Si no fuera por Katsuki, habríamos muerto en ese pueblo ¡Los Aberrantes nos habrían matado sin piedad!-

Los murmullos se intensificaron, y algunos miembros del consejo intercambiaron miradas incómodas

Sabían que Momo tenía razón, pero el temor a lo que representaba el poder de Katsuki era mayor, Enji levantó una mano, exigiendo silencio

-Momo, retírate- Ordenó Enji, su voz cortante -No es tu lugar interceder en este juicio-

-¡Es mi lugar si significa la vida de alguien que luchó por nosotros!- Respondió ella, con lágrimas formándose en sus ojos -Katsuki no eligió romper su limitador para rebelarse, lo hizo para protegernos... para protegerme a mí-

Enji la miró con una mezcla de ira y decepción -Ya mostramos piedad con él una vez- Dijo, volviendo su mirada hacia el consejo -Le permitimos vivir bajo la condición de que nunca más usara su poder sin permiso, rompió esa condición, y ahora representa un peligro no solo para nosotros, sino para la estabilidad que hemos mantenido, no podemos permitir que vuelva a hacer esto-

-¿Dices que debería haberlos dejado morir?- Murmuró Katsuki, con una sonrisa irónica en sus labios ensangrentados -¿Preferirías ver a tu hija muerta antes que enfrentar la verdad, Enji?-

El golpe fue rápido

Uno de los guardias lo golpeó en el rostro con la culata de su lanza, haciendo que Katsuki escupiera sangre al suelo

-¡No te atrevas a hablarle así al líder del consejo!- Gritó el guardia

Momo dio un grito ahogado, llevando una mano a su boca para contener el llanto

Enji, imperturbable, continuó -Katsuki Bakugo, tu destino será decidido por este consejo, pero mientras deliberamos, serás enviado de regreso a tu celda, esta vez, no solo serás vigilado; serás castigado, diez de nuestros mejores guardias te acompañarán y se asegurarán de que aprendas a respetar las reglas-

-¿Castigado?- Preguntó Katsuki, con una risa amarga -¿Es esto lo que llaman justicia? Me temen tanto que prefieren torturarme antes que enfrentarse a la verdad-

-Ya no eres un Guerrero de nuestra tribu, Katsuki- Dijo Enji con frialdad -Has roto la correa que te hacía excepcional, ahora eres solo un esclavo más-

Los guardias lo levantaron a la fuerza, arrastrándolo hacia la salida, Momo intentó acercarse, pero Enji la detuvo, sujetándola por el brazo

-Momo, no puedes protegerlo esta vez, hemos sido demasiado indulgentes con él, es hora de que enfrente las consecuencias de sus actos-

Ella lo miró con ojos llenos de desesperación -¡Padre, por favor! ¡Te lo suplico! Él no es como los demás, no puedes tratarlo así...-

-Suficiente, Momo- Respondió Enji, soltándola bruscamente -Si sigues intercediendo, perderás también tu lugar aquí-

Las palabras fueron como un golpe, Momo retrocedió, con lágrimas cayendo silenciosamente por sus mejillas mientras veía cómo se llevaban a Katsuki

Él giró su cabeza, encontrando sus ojos por un momento, y en su mirada había una mezcla de ternura y tristeza

-No llores por mí, Momo- Dijo con voz ronca -Esto no es el fin-

Ella asintió, incapaz de hablar, viendo cómo lo arrastraban fuera de la sala, con las cadenas resonando en el suelo de piedra

Katsuki fue llevado a su celda, oscura y húmeda, donde ya esperaban diez guardias armados con ballestas de acero

Las miradas de los hombres eran frías, casi indiferentes

Cerraron la puerta tras ellos, dejando solo una pequeña rendija de luz filtrarse en la penumbra

-Ya conoces la rutina, Bakugo- Dijo el capitán de los guardias, apuntando su ballesta hacia su pierna -No vamos a matarte, pero te aseguraremos que no quieras volver a desobedecer-

Katsuki, de pie frente a ellos, respiró hondo

A pesar de las heridas y del dolor que sentía en cada fibra de su cuerpo, su espíritu seguía indomable

-¿Es todo lo que tienen?- Dijo con una sonrisa desafiante -Diez contra uno, y aún necesitan sus ballestas ¿Qué les asusta más? ¿Mi poder o el hecho de que nunca podrán romperme?-

El capitán no respondió con palabras

Una flecha disparada atravesó el muslo de Katsuki, arrancándole un grito de dolor

Las otras flechas siguieron, apuntando a sus extremidades y clavándose en sus músculos, Katsuki cayó al suelo, jadeando, mientras los guardias se acercaban para continuar con el castigo

En la penumbra de su celda, el eco de sus gritos resonaba, pero más fuerte que el dolor físico era la certeza en su mirada

Sabía que, aunque lo destrozaran una y otra vez, nunca podrían apagar el fuego que ardía en su interior

Y en lo más profundo de la noche, mientras la tortura continuaba, en el rincón más oscuro de la celda, Katsuki cerró los ojos y pensó en Momo, sintiendo su presencia como un bálsamo

Por ella, y solo por ella, resistiría todo

Después de interminables horas de tortura, Katsuki quedó tirado en el suelo de su celda, sangrando y respirando con dificultad

Los guardias se retiraron, dejando tras de sí una mezcla de burlas y advertencias

El silencio se adueñó del lugar, roto solo por el sonido del goteo de agua desde el techo y los jadeos entrecortados de Katsuki, que yacía débil pero aún desafiante, con los puños apretados contra el frío suelo de piedra

Unos minutos después, la puerta de su celda se abrió silenciosamente, y una figura se deslizó dentro

Era Momo, con el rostro cubierto por una capa oscura, que rápidamente se arrodilló junto a él

Sin decir nada, sacó vendas y ungüentos que había traído escondidos y comenzó a limpiar sus heridas con cuidado, las manos temblorosas mientras observaba la gravedad de los cortes y hematomas en el cuerpo de Katsuki

Katsuki entreabrió los ojos y, al verla, sonrió débilmente -Momo... no deberías estar aquí, si te encuentran...-

-Shh, no digas nada, Katsuki- Respondió ella, tratando de mantener la calma mientras envolvía una de sus heridas abiertas en su brazo -No puedo dejarte así, no puedo... verte sufrir y no hacer nada-

Katsuki observó la ternura y la preocupación en sus ojos, una mirada que lo reconfortaba, casi aliviando el dolor que sentía en su cuerpo destrozado

-Voy a sacarte de aquí, Katsuki- Susurró ella, su voz temblando pero firme -En dos días habrá un eclipse, y durante esos momentos la guardia será mínima, ese será el momento ideal para escapar, te ayudaré a salir de esta prisión y te llevaré a un lugar seguro, lejos de este infierno-

Él la miró en silencio, procesando sus palabras, y asintió lentamente, pero entonces, su mirada se volvió más intensa y seria -Si voy a escapar, Momo... no me iré solo, los Aberrantes... todos los que están aquí como esclavos... tienen que venir conmigo, no dejaré que sigan sufriendo mientras yo consigo la libertad-

Momo lo miró con sorpresa, y luego, una mezcla de admiración y preocupación llenó sus ojos -¿Quieres liberar a todos? Katsuki, eso sería arriesgar demasiado, incluso con el eclipse, sacarlos a todos sin ser vistos...-

-No me importa el riesgo- Murmuró él, la determinación encendiendo su voz -No soy el único que merece salir de aquí, estos Aberrantes, los he visto día tras día, azotados, torturados... no son monstruos, y no deberían ser tratados como tales, he sido parte de ese sistema, fui uno de los que los trajo aquí sin piedad- Katsuki apretó los dientes, el dolor de sus palabras igualando el dolor de sus heridas -Ahora entiendo que mi deber es ayudarlos, darles una oportunidad. Si puedo escapar, quiero que todos los que están aquí puedan hacerlo también-

Momo suspiró profundamente, intentando controlar sus propios temores, sabía que el plan de Katsuki era suicida, pero también sabía que no podría convencerlo de otra cosa -Está bien, Katsuki- Respondió finalmente, acariciando suavemente su rostro herido -Haré lo que pueda, prepararé lo necesario para todos, pero... por favor, prométeme que tendrás cuidado-

Él asintió, sosteniendo su mano por un instante, compartiendo una mirada de mutua comprensión y cariño

Su fuerza y apoyo lo llenaron de esperanza; no estaría solo en esta misión

Al día siguiente, en el oscuro patio donde se les daba una miserable ración de comida, Katsuki observaba a los otros esclavos Aberrantes que se empujaban y peleaban por conseguir un trozo de pan y un puñado de agua

Los guardias miraban con indiferencia, a veces lanzando insultos y golpes para separar a los que peleaban más ferozmente

Katsuki se apartó de la lucha, mirando la escena con creciente ira y determinación

Sabía que tenía que hacer algo para unirlos, para despertar en ellos la fuerza y la dignidad que les habían arrancado a golpes y humillación

Reuniendo el poco aliento que le quedaba, se subió sobre una de las cajas vacías que los guardias usaban para almacenar las provisiones y alzó la voz

-¡Oigan, todos ustedes!- Gritó con fuerza, y su voz resonó en el patio, llamando la atención de los esclavos Aberrantes y de los guardias por igual -¡Escúchenme, no somos bestias ni monstruos! ¡No somos menos que ellos solo porque nos tienen encadenados!-

Los Aberrantes se detuvieron, mirando hacia él, sorprendidos por sus palabras

Uno de los guardias comenzó a moverse hacia Katsuki, pero él no se dejó intimidar

Prosiguió, su voz firme y decidida

-Nos han arrebatado todo- Continuó Katsuki -Nos han hecho pelear entre nosotros por migajas y nos han hecho creer que no valemos nada, pero ¡Eso no es cierto! No somos animales; somos personas con historia, con fuerza... con un propósito ¡No estamos aquí para pelear entre nosotros! Estamos aquí porque ellos nos temen, porque saben de lo que somos capaces cuando estamos unidos-

Algunos esclavos se miraron entre ellos, confundidos, pero las palabras de Katsuki comenzaron a resonar en sus mentes, despertando algo en sus almas que creían dormido

-¡Resistan!- Gritó Katsuki, alzando un puño a pesar del dolor de sus heridas -¡No permitan que les quiten la dignidad, porque es lo único que realmente nos pertenece! ¡Resistan, porque el momento llegará... un momento en el que podremos luchar y reclamar lo que nos pertenece!-

Uno de los Aberrantes, un hombre de aspecto envejecido y cubierto de cicatrices, asintió con la cabeza, sus ojos llenándose de una nueva determinación

Al ver esto, otros Aberrantes comenzaron a asentir también, alzando sus puños y dejando de pelear entre ellos

La fuerza en sus rostros reflejaba una chispa de esperanza que no habían sentido en años

Los guardias los observaron con inquietud, pero uno de ellos escupió al suelo y trató de restarle importancia, diciendo que "sus discursos no cambiarían nada"

Sin embargo, la semilla estaba plantada, Katsuki había encendido en ellos un fuego que, aunque aún pequeño, podría llegar a arder con fuerza

De pie sobre aquella caja, a pesar del dolor y las heridas, Katsuki miró a cada uno de los Aberrantes con la certeza de que, cuando el momento llegara, no estaría sol

La espera fue eterna, Katsuki permanecía en su celda, tenso como un resorte, observando el pequeño rayo de luz que se filtraba desde la única ventana alta

El eclipse estaba cerca

Podía sentir la expectación en el aire, como un susurro invisible que recorría los oscuros pasillos de la prisión

Los Aberrantes, acostumbrados a la rutina de la esclavitud, no comprendían del todo lo que estaba por venir, pero había una tensión nueva, una chispa de esperanza encendida por el discurso de Katsuki días atrás

La puerta de su celda se abrió sin hacer ruido, y Momo apareció, vestida con una túnica oscura que cubría su figura

Sin perder tiempo, se arrodilló junto a él y deslizó un manojo de llaves dentro de sus manos temblorosas. Katsuki la miró con una mezcla de agradecimiento y preocupación

-Aquí tienes- Dijo Momo en voz baja, sus ojos buscando los de él -Estas llaves abren tus cadenas y las de los otros esclavos, cuando el eclipse comience, las sombras cubrirán el patio y la guardia se distraerá, ese será tu momento-

Katsuki la tomó de la mano, apretando con fuerza, como si ese fuera el único ancla que tenía para no perderse en la tormenta de incertidumbre -Momo, gracias, no tienes idea de lo que esto significa para todos nosotros, pero... ¿Qué harás tú?- Su voz llevaba un rastro de preocupación

-Me quedaré en mi habitación- Respondió ella, tratando de mantener la calma -No puedo levantar sospechas o arruinaré todo, pero estaré pensando en ti... en todos ustedes-

Antes de que Katsuki pudiera decir algo más, Momo se inclinó y le plantó un beso suave en los labios, un toque de despedida lleno de amor y miedo

Fue un momento breve pero lleno de emociones, que resonó con la promesa de lo que podría haber sido si no estuvieran atrapados en este cruel destino

-Nos veremos pronto- Dijo ella, susurrando antes de desaparecer por la puerta

Katsuki se quedó un segundo inmóvil, asimilando el peso de lo que estaba por hacer

Respiró hondo y comenzó a trabajar rápidamente con las llaves, soltando los grilletes de sus muñecas y tobillos

El dolor de las heridas abiertas todavía lo abrasaba, pero la adrenalina lo empujaba hacia adelante

Silenciosamente, se escabulló por los pasillos, liberando a los otros esclavos Aberrantes uno por uno

El eclipse comenzó a oscurecer el cielo, proyectando sombras largas y frías sobre la mansión

Los guardias miraban hacia arriba, distraídos por el fenómeno natural, Katsuki lideraba al grupo de Aberrantes, moviéndose como sombras a través de los oscuros pasillos hacia la salida

El aire estaba cargado de tensión, una mezcla de miedo y esperanza que se sentía en cada paso

Llegaron al almacén, donde las cajas apiladas ofrecían una cobertura temporal mientras esperaban el momento adecuado para salir al patio y cruzar el muro

Pero entonces, uno de los esclavos, un joven asustado que apenas había alcanzado la adolescencia, tropezó

El golpe de su caída derribó una caja de madera que cayó al suelo con un estruendo ensordecedor

-¡Maldita sea!- Murmuró Katsuki, sus ojos volviendo hacia la puerta mientras el eco del ruido resonaba en la mansión

-¿Qué fue eso?- Gritó un guardia desde el pasillo cercano

-¡Nos descubrieron! ¡Corran!- Ordenó Katsuki con voz urgente

El grupo de esclavos se lanzó hacia la salida, abandonando toda idea de sigilo

El patio estaba a solo unos pasos, y al otro lado, el muro bajo de piedra que marcaba el límite de la mansión y la promesa del bosque

Pero los guardias ya habían sonado la alarma, y los sonidos de los gritos y las pisadas se acercaban rápidamente

El caos se desató

Algunos esclavos Aberrantes, impulsados por el pánico, se lanzaron a correr sin pensar, y las primeras flechas comenzaron a llover desde las torres de vigilancia, Katsuki se movía como una tormenta desatada, derribando guardias con golpes certeros, intentando mantener al grupo unido

Pero fue imposible evitar las bajas

Uno de los Aberrantes, un hombre robusto con cicatrices en el rostro, fue alcanzado por una flecha en el pecho

Cayó al suelo con un rugido de dolor que se ahogó en un borbotón de sangre

Otra mujer, que había sido torturada hasta quedar casi irreconocible, recibió una lanza que la atravesó mientras intentaba ayudar a otro esclavo a levantarse

Katsuki gritó con furia y desesperación, sus manos bañadas en la sangre de los que no pudo salvar

Pero no había tiempo para lamentos

Agarró a los que estaban cerca de él y los empujó hacia el muro, ayudándolos a trepar y saltar al otro lado

El eclipse estaba en su punto máximo ahora, oscureciendo el cielo por completo

Parecía de noche, y en esa oscuridad, Katsuki finalmente escaló el muro junto a los últimos sobrevivientes

Podía sentir el corazón latiéndole con fuerza, bombeando adrenalina y dolor en cada latido

Cayó al otro lado, aterrizando en el suelo del bosque

Miró hacia atrás, viendo cómo la luz comenzaba a regresar mientras el eclipse se desvanecía

Solo unos pocos Aberrantes habían logrado cruzar

De los casi cincuenta que intentaron escapar, apenas una docena había llegado hasta aquí, Katsuki sintió una punzada de culpa, pero sabía que no podía detenerse

No ahora

-¡Sigan corriendo!- Les gritó, y el grupo se adentró en el bosque, el sonido de sus pisadas mezclándose con el susurro del viento entre los árboles, Katsuki iba al frente, liderando con una determinación inquebrantable, dejando atrás la mansión que había sido su prisión y el escenario de tanta sangre y sufrimiento

En la mansión, Momo miraba por la ventana, con lágrimas silenciosas corriendo por sus mejillas

Sabía que el plan había funcionado, pero también sabía que el precio había sido alto

No podía dejar de pensar en Katsuki y en lo que le esperaba allá afuera

Su corazón latía con fuerza, dividido entre la esperanza de su escape y el temor de que este fuera solo el comienzo de una lucha aún más grande

El bosque los recibió como un manto oscuro y frío, pero para Katsuki y los pocos Aberrantes que lo siguieron, era el símbolo de la libertad

El grupo de Aberrantes seguía corriendo, adentrándose cada vez más en el corazón del bosque, donde los árboles se volvían gigantescos y la luz de la luna apenas lograba filtrarse a través del denso follaje, Katsuki lideraba, con los pocos sobrevivientes detrás, jadeantes, heridos, pero con un brillo en los ojos que no había existido antes: el brillo de la esperanza

Finalmente, se detuvieron en un claro, cubiertos por una espesa capa de hojas

Era un refugio improvisado, pero lo suficientemente seguro para recuperar el aliento, Katsuki se giró para ver al pequeño grupo; su rostro estaba cubierto de sudor y tierra, las heridas de la tortura aún frescas y sangrando, pero su postura era firme

-Escuchen todos- Dijo, su voz ronca pero llena de convicción -Hemos logrado salir de esa prisión, y eso es un milagro en sí mismo, pero no estamos a salvo todavía, no descansarán hasta encontrarnos, y debemos estar listos para movernos en cualquier momento-

Una mujer, delgada y con cicatrices cruzando su cuello, se adelantó, su expresión aún desconfiada -¿Y ahora qué, Katsuki? ¿Hacia dónde vamos? No podemos vagar sin rumbo en el bosque, no todos sobrevivirán así-

Katsuki respiró hondo

Sabía que la mayoría de ellos no confiaba en él del todo, y con razón

Durante años, había sido uno de los verdugos que los había llevado a la esclavitud

Pero este era el momento de cambiar eso

-Momo vendrá a buscarnos, ella fue quien nos dio las llaves, quien arriesgó todo para ayudarnos a escapar, nos llevará a un lugar seguro, lejos del alcance de su padre y de los guardias-

Hubo murmullos entre los Aberrantes, una mezcla de sorpresa e incredulidad -¿La hija del señor de la mansión?- Preguntó uno de ellos, con un tono que rayaba en la burla -¿Por qué una de ellos nos ayudaría?-

-Porque ella no es como ellos- Replicó Katsuki, con una firmeza que hizo que todos guardaran silencio -Conozco a Momo desde que éramos niños, ella siempre ha tenido un buen corazón, se arriesgó por todos nosotros, así que, si queremos sobrevivir, debemos confiar en que vendrá-

Los Aberrantes intercambiaron miradas, claramente divididos entre la desconfianza y la nueva chispa de esperanza

Pero antes de que alguien pudiera objetar, Katsuki levantó una mano

-Tomen esta oportunidad de descansar, pero estén listos para moverse en cualquier momento, no podemos bajar la guardia-

{Mientras tanto, en la mansión}

La mansión estaba sumida en el caos

Los guardias corrían de un lado a otro, el sonido de órdenes gritadas resonando en los pasillos

En una sala privada del consejo, Enji se mantenía de pie frente a un grupo de oficiales y consejeros, su rostro endurecido, una expresión peligrosa en sus ojos

-¡¿Cómo es posible que esto haya ocurrido?!- Rugió uno de los oficiales, golpeando la mesa con el puño cerrado -Esclavos Aberrantes no solo escaparon ¡Rompieron sus cadenas! Las cadenas estaban forjadas con acero reforzado y selladas con veneno, se suponía que eran imposibles de romper-

Enji, silencioso hasta entonces, alzó una mano para silenciar a los presentes -Las cadenas no se rompieron, alguien les dio las llaves -dijo, su voz baja y fría, como el filo de una navaja- Esto no fue una revuelta espontánea, fue planeado, alguien dentro de esta mansión los ayudó

El consejo se miró entre sí, la incredulidad pintada en sus rostros

Uno de los consejeros, un hombre anciano con la barba encanecida, se inclinó hacia adelante -¿Quién podría ser tan insensato? Nadie entre nosotros tiene algo que ganar liberando a esos esclavos, sería un suicidio-

Enji permaneció en silencio por un momento, su mente trabajando rápidamente, conectando los puntos y entonces, como un rayo, una sospecha cruzó por su mente

Su expresión se endureció aún más, y el aire en la habitación pareció volverse más denso

-Hay solo una persona en esta mansión que tenía acceso a las llaves... y que podría tener compasión suficiente para arriesgarse por ellos- Murmuró Enji, más para sí mismo que para el resto

Los ojos del consejo se abrieron en sorpresa, pero nadie se atrevió a hablar, Enji no esperó a escuchar sus opiniones

Se dio media vuelta y salió de la sala, su capa ondeando tras él mientras se dirigía a la recámara de su hija

{En la recámara de Momo}

Momo estaba sentada en su cama, mirando la ventana

La luna comenzaba a reaparecer tras el eclipse, y un rayo plateado iluminaba su rostro cansado

Sabía que lo que había hecho era una traición a su familia, pero no se arrepentía

Había visto suficiente sufrimiento

Había visto a Katsuki, su amigo de la infancia, transformarse en un ser roto por la esclavitud y la tortura

No podía quedarse de brazos cruzados

La puerta se abrió de golpe, y Momo se giró sobresaltada

Su padre, Enji, entró a la habitación, sus ojos ardiendo como brasas

Cerró la puerta tras él, el sonido del golpe resonando como un trueno

-Momo- Dijo, su voz baja pero peligrosa -Necesito que seas honesta conmigo ahora-

Momo tragó saliva, sintiendo un nudo en el estómago -¿De qué hablas, padre?-

Enji avanzó hacia ella, inclinándose hasta quedar a su altura, mirándola directamente a los ojos -Los esclavos escaparon, rompieron sus cadenas, algo que se suponía imposible, alguien tuvo que ayudarlos y hay muy pocas personas en esta mansión que tendrían el acceso... y la voluntad de hacerlo-

Momo mantuvo su mirada, su corazón latiendo desbocado, sabía que no había escapatoria -Padre, yo...-

-¡Fuiste tú, ¿verdad?!- Enji la interrumpió, su voz subiendo de tono -¡Ayudaste a Katsuki y a esos Aberrantes a escapar! ¡Traicionaste a tu propia familia!-

Momo se levantó de la cama, su rostro ahora encendido de desafío -¡Sí, lo hice!- Gritó, con lágrimas acumulándose en sus ojos -¡Porque no podía soportar ver lo que les estábamos haciendo! ¡No podía soportar verte tratar a Katsuki como un simple animal, cuando sabes que es más que eso!-

Enji la miró, sus ojos brillando con furia y... ¿algo más? ¿Dolor? Fue solo un instante, pero Momo lo notó

Luego, el rostro de su padre se endureció de nuevo

-Tienes idea de lo que has hecho, Momo- Dijo él, su voz baja y peligrosa -Has puesto en riesgo todo lo que hemos construido, si el consejo descubre que fuiste tú...-

-No me importa- Susurró Momo, bajando la mirada -Prefiero eso a vivir sabiendo que dejé a todos morir siendo esclavos-

Enji permaneció en silencio, observando a su hija, como si la estuviera viendo por primera vez

Había algo cambiado en ella, algo que no había notado antes

Quizás era la fuerza que siempre había subestimado

Finalmente, suspiró, y su voz perdió algo de la dureza

-Por ahora, no diré nada al consejo- Dijo -Pero esto no termina aquí, Momo, si Katsuki es encontrado, será ejecutado y tú... tú enfrentarás consecuencias que ni siquiera yo podré evitar-

Dicho esto, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Momo sola, temblando

Había enfrentado a su padre, había dicho la verdad, y ahora el destino de todos dependía de lo que ocurriera en las siguientes horas

En lo profundo del bosque, los Aberrantes descansaban bajo la sombra de los árboles, pero el ambiente estaba cargado de tensión. Katsuki estaba de pie, mirando hacia el horizonte, impaciente

El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de un rojo carmesí

Sabía que Momo debía llegar pronto, o al menos enviar una señal

Habían acordado un punto de encuentro, y hasta ahora, solo quedaba esperar

Los murmullos comenzaron a extenderse entre los Aberrantes, ansiosos y confundidos

La incertidumbre era palpable, y algunos comenzaban a cuestionar si debían seguir moviéndose antes de ser descubiertos

Justo cuando la inquietud se hacía insoportable, el sonido de cascos de caballo se oyó a lo lejos

Una figura emergió de entre los árboles, montada en un caballo blanco, respirando con fuerza tras haber corrido a toda velocidad, Katsuki entrecerró los ojos, reconociendo a la joven sirvienta que había visto antes en la mansión, una de las ayudantes de Momo

Bajó del caballo apresuradamente, con el rostro pálido y el sudor cayendo por su frente

-¡Katsuki!- Jadeó, tratando de recuperar el aliento -Momo me envió... pero no tengo buenas noticias-

Katsuki sintió un nudo formarse en su estómago, dio un paso adelante, su rostro endureciéndose -¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Momo?-

La sirvienta bajó la mirada, mordiéndose el labio -La han descubierto, los guardias encontraron pruebas de que ella te ayudó a escapar... y ahora la están llevando a juicio, su padre, el señor Enji, no pudo ocultarlo más. Los del consejo están furiosos-

El mundo pareció detenerse por un instante para Katsuki. Momo, la única persona que había arriesgado todo por él, estaba en peligro

Su corazón latía con fuerza, su mente girando rápidamente en busca de una solución

La sirvienta vio su expresión y dio un paso atrás, temerosa de lo que podría hacer

Antes de que la sirvienta pudiera responder, Katsuki se giró hacia los Aberrantes que lo acompañaban -Quédense aquí, voy a buscar refuerzos, si no regreso, sigan el plan sin mí-

Los Aberrantes lo miraron con una mezcla de respeto y duda

Sabían que Katsuki era fuerte, pero enfrentarse solo al ejército de la mansión era un suicidio

Aun así, su determinación era contagiosa, y ninguno se atrevió a contradecirlo

Katsuki corrió a través del bosque, sus músculos ardiendo, pero no se detuvo

Sabía adónde debía ir: la aldea oculta de Aberrantes que había encontrado meses atrás

Había visto allí un ejército escondido, un grupo de combatientes que se habían mantenido fuera del radar del consejo

Si quería tener alguna posibilidad de liberar a Momo y acabar con este sistema opresivo, necesitaría su ayuda

Al llegar, se encontró con las miradas recelosas de los guardias de la aldea

Reconocieron la marca de sus limitadores, aunque el de Katsuki estaba roto

Lo dejaron pasar, aunque con cierta cautela, y lo llevaron ante el líder del enclave, un anciano de mirada penetrante y cicatrices profundas, evidencias de viejas batallas

-¿Qué te trae de vuelta aquí, Katsuki?- Preguntó el anciano, con voz ronca y severa -¿Vienes a terminar lo que empezaste cuando cazabas a los tuyos para los amos?-

Katsuki respiró hondo, sintiendo el peso de sus decisiones pasadas -No- Respondió con franqueza -Estoy aquí porque quiero redimirme, quiero acabar con el sistema que nos oprime, he roto mi limitador dos veces, y sé que puedo hacerlo de nuevo, no soy un simple esclavo, y ustedes tampoco deberían serlo-

Un murmullo recorrió la multitud que se había reunido alrededor

La idea de romper los limitadores era impensable para la mayoría; eran símbolos de su esclavitud, aparentemente irrompibles

-¿Cómo podemos confiar en ti?- Gritó una voz desde la multitud -Fuiste uno de los que nos cazó y entregó a la mansión ¡Eras un perro del consejo!-

Katsuki alzó su brazo, mostrando las cicatrices donde el limitador había sido arrancado -Lo era- Admitió -Pero ya no más, me liberé de sus cadenas, y quiero que todos ustedes también lo hagan, no vine a pedir su confianza, vine a ofrecerles una oportunidad de cambiarlo todo, quiero que luchen conmigo para liberar a todos los nuestros y destruir este sistema de una vez por todas-

El líder de los Aberrantes lo observó por un largo momento, evaluando cada palabra, cada movimiento de Katsuki, finalmente, asintió lentamente -Veremos si tus palabras son verdad, Katsuki, te daremos una oportunidad, pero solo una, si fallas, no volverás aquí con vida-

Katsuki inclinó la cabeza, aceptando el desafío -Eso es todo lo que pido-

Katsuki volvió al claro donde los pocos Aberrantes que habían escapado con él aún aguardaban

Sus ojos reflejaban agotamiento, pero también una nueva determinación

Se arrodilló frente a ellos, clavando una rodilla en el suelo

-Escuchen bien- Comenzó, su voz baja pero cargada de energía -Me he aliado con los que se esconden en el bosque, tendremos su apoyo para acabar con la mansión, pero primero necesito hacer algo solo, voy a regresar por Momo, ella arriesgó todo para salvarnos, y no puedo dejarla pagar por mis acciones-

La misma mujer que había cuestionado sus decisiones antes dio un paso adelante -¿Vas a ir solo? Es una locura, no sobrevivirás-

Katsuki levantó la mirada, sus ojos brillando con una intensidad inquebrantable -Prefiero morir intentándolo que vivir sabiendo que dejé a la única persona que creyó en nosotros en las manos de su verdugo, si no vuelvo, ustedes seguirán sin mí, la aldea oculta sabe del plan, marchen hacia la mansión y luchen por su libertad-

Hubo un silencio tenso, y luego uno de los más jóvenes del grupo, un chico apenas mayor de edad, dio un paso adelante -Entonces iremos contigo, no te dejaremos enfrentarlo solo-

Katsuki negó con la cabeza, levantándose -No, si vienen, solo atraerán más atención y los matarán, esta es mi pelea, no necesito que me sigan, necesito que vivan para continuar la lucha-

El grupo asintió lentamente, y aunque sus rostros mostraban miedo, también había respeto, Katsuki les dio una última mirada, como si intentara grabarse sus rostros antes de partir

Luego, se dio la vuelta y corrió hacia la mansión, sin mirar atrás, sabiendo que esta vez, el destino de muchos estaba sobre sus hombros

La noche caía rápido, y en el horizonte, la mansión se alzaba como una sombra imponente, Katsuki estaba listo para enfrentarse a sus peores miedos y sus peores enemigos, porque ahora sabía lo que estaba en juego

No solo su vida, sino la libertad de todos los que había prometido proteger

La mansión se alzaba oscura y silenciosa bajo el manto de la noche, apenas iluminada por la luz de las antorchas en las murallas, Katsuki se movía como una sombra, aprovechando la confusión y el caos de la reciente fuga para abrirse camino

Sus pasos eran firmes y sigilosos, su respiración controlada

Acababa con los guardias con una precisión letal

Un corte rápido en la garganta, un golpe al cuello, y los cuerpos caían al suelo sin hacer ruido

Estaba concentrado, movido por una sola cosa

Llegar a Momo

En cada esquina, sus ojos evaluaban el terreno

Conocía la mansión mejor que nadie; había sido su hogar, su prisión, su campo de batalla

Los guardias aumentaban en número, pero Katsuki los eludía con maestría, usando pasadizos ocultos y saltando desde balcones

Su cuerpo, aunque dolorido por las recientes torturas, se movía con una agilidad desesperada

Estaba herido, pero su voluntad era más fuerte

Finalmente, llegó a los aposentos de Momo

La puerta estaba cerrada, y dos guardias la custodiaban, Katsuki se deslizó detrás de ellos, rompiendo sus cuellos simultáneamente

Abrió la puerta con rapidez y entró, cerrándola tras de sí

Momo se levantó de un salto al verlo, con lágrimas en los ojos

Sin decir una palabra, corrió hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas, Katsuki la sostuvo entre sus brazos, sintiendo el peso de todo lo que habían pasado juntos

-Lo sabía, sabía que vendrías por mí- Susurró Momo, sus labios temblando

-Siempre lo haré, Momo- Respondió Katsuki, antes de que sus bocas se encontraran en un beso apasionado, como si quisieran recuperar el tiempo perdido, como si ese beso pudiera borrar todas las heridas y el dolor

El mundo alrededor se desvaneció por un instante; solo existían ellos dos

El momento de paz se rompió cuando escucharon el sonido de una campana de alarma resonando por la mansión, Katsuki maldijo en voz baja y se apartó, mirando a Momo con urgencia

-Nos han descubierto- Dijo, agarrando su mano -No hay tiempo, tenemos que salir de aquí-

-¿Por dónde?- Preguntó Momo, todavía recuperándose del beso, pero enfocada de nuevo en la situación

Katsuki apretó su mano -Por los túneles subterráneos, los conozco bien, es nuestra mejor opción-

Ambos se movieron rápido, saliendo de la habitación y corriendo hacia las escaleras que conducían al sótano

Podían escuchar el bullicio de los guardias organizándose, voces gritando órdenes, Katsuki sabía que tenía que actuar rápido

En el gran salón, Enji estaba de pie, observando a sus hombres con el ceño fruncido

Su semblante era frío y calculador. No había duda en sus ojos, solo determinación

-Han escapado por los túneles subterráneos- Informó uno de los capitanes de la guardia, jadeando

Enji asintió, sus pensamientos corriendo rápidamente -Entonces no dejaremos que salgan, lleven los barriles de aceite a todas las entradas y sellen las salidas con fuego, quiero que todos los túneles sean un infierno ardiente, dejen una sola salida, y rodeen esa con todo lo que tengamos-

Los guardias obedecieron de inmediato

Los barriles fueron rodados hasta las bocas de los túneles, y antorchas fueron encendidas

El aceite comenzó a derramarse, y las llamas se alzaron, iluminando el cielo nocturno como si fuera de día

Enji miró las llamas, con el rostro pétreo

Sabía que Momo estaba con Katsuki, y aunque su corazón de padre dolía, su resolución como líder era inquebrantable

Debía poner fin a esto

Katsuki y Momo corrían por los túneles, el calor del fuego creciendo a su alrededor

Podían escuchar el crepitar de las llamas acercándose, como un rugido voraz que devoraba el aire mismo

-¡Nos están acorralando!- Gritó Momo, mirando hacia atrás

-Lo sé- Respondió Katsuki -Nos han dejado una sola salida, y seguramente estará rodeada, escúchame, Momo, yo saldré primero tú sigue mi señal y no te detengas, pase lo que pase-

Ella intentó protestar, pero el brillo determinado en los ojos de Katsuki la hizo asentir

Al llegar al final del túnel, vieron la salida iluminada por las antorchas de los guardias que los esperaban, Katsuki soltó la mano de Momo y le dio una última mirada antes de correr hacia ellos

Salió disparado del túnel, sus manos encendidas en explosiones, atacando a los guardias que lo rodeaban

Los hombres volaron por los aires, el suelo tembló bajo el poder de sus explosiones

Las flechas comenzaron a llover sobre él, pero Katsuki las esquivaba con agilidad, devolviendo el ataque con ráfagas explosivas

En ese momento, Enji apareció entre el humo, como una sombra oscura, moviéndose con la velocidad de un depredador

Con una daga en mano, se acercó sigilosamente a Katsuki, aprovechando que estaba distraído con los guardias

Pero justo cuando iba a apuñalarlo por la espalda, Momo intervino

-¡Padre, no!- Gritó, colocando su cuerpo entre la hoja y Katsuki

Enji se detuvo, sus ojos llenos de una furia helada -Momo... ¿Qué estás haciendo?- La voz de Enji era un susurro cargado de veneno -¿Te atreves a proteger a un traidor?-

Momo temblaba, pero no retrocedió -No quiero pelear contra ti, padre, pero tampoco dejaré que lo mates, Katsuki está luchando por la libertad de los nuestros, por la libertad que tú mismo nos niegas-

-Eres una traidora, igual que él- Espetó Enji, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y rabia -¿Es esto lo que has elegido, Momo? ¿Traicionar a tu propia sangre?-

Ella apretó los puños, levantando el mentón con valentía -No es traición luchar por lo que es justo, no puedo seguir viendo cómo esclavizas a los Aberrantes, no puedo seguir siendo parte de esto-

El aire alrededor del túnel crepitaba de tensión, Momo, con su respiración agitada, se plantó frente a su padre, Enji levantó su daga de nuevo, su mirada era fría como el acero

Katsuki, detrás de ella, seguía enfrentándose a los guardias que quedaban, lanzando explosiones con furia, pero su fuerza comenzaba a menguar

-Momo, quítate de mi camino, esta es tu última advertencia- Ordenó Enji con voz gélida, pero había un leve temblor en su mano

La resolución que siempre lo había caracterizado estaba empezando a resquebrajarse

-No voy a hacerlo, padre, ya no- Respondió Momo con firmeza, sus ojos llenos de lágrimas contenidas -¿No lo ves? Todo este sistema está podrido, no podemos seguir viviendo así-

Enji frunció el ceño, sus ojos ardían con rabia -¿Podrido? ¡Este sistema ha mantenido el orden por generaciones! ¡Es la única forma de protegernos de los Aberrantes, de controlar a esas bestias!-

-No son bestias- Gritó Momo, dando un paso hacia él -¡Son personas, como nosotros! Y yo...- Su voz se quebró, pero mantuvo la mirada fija en la de su padre -Yo... estoy luchando por la vida de mi hijo, tu nieto-

El silencio que siguió fue ensordecedor, Enji parpadeó, retrocediendo un paso como si hubiera sido golpeado físicamente, Katsuki, que había escuchado desde atrás mientras derribaba a un guardia, se giró hacia Momo con incredulidad

Los pocos guardias restantes se detuvieron, mirándose entre ellos, atónitos

-¿Qué... qué estás diciendo?- Susurró Enji, su rostro palideciendo -Eso es imposible-

-No lo es, padre- Momo dejó que una lágrima cayera por su mejilla -Es la unión de dos mundos que tú siempre has querido mantener separados, nuestro hijo es la prueba de que podemos coexistir, de que hay un futuro en el que no necesitamos esta guerra, ni esta esclavitud-

Enji cayó de rodillas, su daga resbaló de su mano, cayendo al suelo con un sonido metálico

Parecía haber envejecido de golpe, su rostro estaba marcado por la incredulidad y la confusión

-No... no puede ser- Su voz era un murmullo roto, lleno de negación -¿Cómo... cómo pudo suceder esto?-

El rostro de Enji se torció en una mueca de puro odio

La duda y el desconcierto dieron paso a una furia ciega, más intensa que el fuego que aún crepitaba en las salidas del túnel

-¡Maldita seas!- Gritó Enji, poniéndose de pie de un salto, sus ojos llenos de una rabia inhumana -Maldigo el día en que tu madre te dio a luz, Momo ¡Eres una traición a mi sangre, una deshonra! Ese... ese bebé del que hablas ¡Es una monstruosidad! Una aberración que nunca debió existir-

Momo dio un paso atrás, como si las palabras de su padre hubieran sido un golpe físico

Su cuerpo temblaba, pero no bajó la mirada, Katsuki, viendo el cambio en Enji, se colocó instintivamente frente a ella, dispuesto a protegerla a cualquier costo

-¿Cómo puedes decir eso?- Respondió Momo, su voz rota pero llena de desesperación -¡Es tu nieto! Es inocente, una vida que no ha hecho nada para merecer tu odio ¡No puedes seguir así, padre!-

Enji lanzó una carcajada amarga, una risa que no tenía nada de humano

Dio un paso adelante, alzando sus manos, que ahora brillaban con un aura de fuego intenso

-¡Silencio!- Rugió -No permitiré que una abominación así contamine mi linaje, no permitiré que el fruto de esta traición destruya lo que he construido ¡Es mejor que ambos desaparezcan!-

Enji atacó con una furia desmedida

Una columna de fuego salió disparada de sus manos, obligando a Katsuki a saltar hacia un lado, empujando a Momo con él

Las llamas golpearon la pared del túnel, haciendo que rocas y escombros cayeran a su alrededor

-¡Momo, vete!- Gritó Katsuki, levantándose con dificultad. Sus brazos temblaban, su energía estaba casi agotada

-No puedo dejarte, Katsuki- Respondió ella, con lágrimas corriendo por su rostro -No después de todo esto-

-¡No hay lugar para ustedes en este mundo!- Gritó Enji, lanzando otra ráfaga de fuego, esta vez, Momo levantó su propia barrera de energía, deteniendo las llamas, pero el impacto la hizo retroceder varios pasos

Con un movimiento rápido, Enji se abalanzó sobre ella

La golpeó en el estómago con el dorso de su mano, haciéndola caer de rodillas

Antes de que Katsuki pudiera intervenir, Enji lo golpeó en la mandíbula con un puñetazo que resonó en el túnel, Katsuki cayó al suelo, aturdido

Momo intentó levantarse, pero Enji la sostuvo del cabello, obligándola a mirarlo a los ojos

-Tú y esa criatura- Escupió Enji, con una expresión de asco en su rostro -Nunca debieron existir, he sido ciego, indulgente contigo, te di todo, te crié como mi propia sangre, y así me pagas... Pero ya basta. No mostraré más compasión-

Enji alzó la mirada hacia los guardias restantes, que aún observaban en silencio, temerosos e indecisos

-¡Enciérrenlos!- Ordenó Enji con voz autoritaria -Llévenlos a la celda más profunda, donde ni la luz ni la esperanza puedan alcanzarlos y asegúrense de que nadie los libere-

Los guardias intercambiaron miradas, pero no se atrevieron a desobedecer

Lentamente, se acercaron a Momo y a Katsuki, sujetándolos por los brazos con fuerza

-No...- Susurró Momo, luchando contra el agarre, mirando a su padre con súplica -Padre, por favor, detente, te lo pido... en nombre de tu nieto-

Enji se quedó quieto por un instante, sus ojos se oscurecieron aún más

Se inclinó hacia ella, bajando la voz hasta un susurro helado

-Ese niño no es mi nieto, es una aberración que jamás debió nacer y haré todo lo posible para asegurarme de que nunca vea la luz del día-

Katsuki, con los labios ensangrentados, levantó la cabeza y le dirigió a Enji una mirada llena de odio y determinación

-Puedes encerrarnos...- Escupió Katsuki, con una sonrisa desafiante -Pero no podrás encerrar la verdad para siempre, nuestro hijo es la prueba de que tu imperio está cayendo-

Enji se dio la vuelta, sin dignarse a responder

Los guardias comenzaron a arrastrar a Momo y a Katsuki hacia las profundidades de la mansión, donde las celdas oscuras esperaban como una tumba

Mientras se los llevaban, Momo miró hacia atrás una última vez, observando la silueta de su padre, envuelto en las sombras del túnel

-Padre...- Susurró -Esto no ha terminado-

Enji no respondió

Simplemente permaneció allí, viendo cómo se los llevaban, su expresión fría y sin piedad

Pero en sus ojos, aunque apenas por un momento, se vislumbró algo más: una chispa de duda, de algo que ni siquiera él podía controlar

La celda de Katsuki era fría y oscura, con solo un pequeño ventanuco por donde entraba un hilo de luz tenue

Al otro lado del pasillo, podía ver la celda de Momo

Estaba sentada contra la pared, encogida sobre sí misma, con el rostro iluminado por un leve rayo de luna que se filtraba a través de los barrotes

Se miraban en silencio, compartiendo el peso de su sufrimiento, pero también encontrando consuelo en la presencia del otro

Katsuki se levantó, tambaleándose por el dolor de las heridas, y se acercó a los barrotes

Extendió una mano hacia ella, aunque sabía que la distancia era demasiado grande para alcanzarla

-Momo...- Murmuró, su voz ronca por la sed y la fatiga

Ella alzó la mirada, y aunque sus ojos estaban llenos de lágrimas, sonrió con ternura al verlo.

-Estoy aquí, Katsuki, estoy contigo-

Él dejó escapar un suspiro tembloroso, apretando los barrotes con fuerza -No puedo creerlo- Sacudió la cabeza, su mirada llena de incredulidad -Pensé que era imposible... Pensé que los Aberrantes y los humanos no podían tener hijos-

Momo asintió lentamente, sus dedos jugueteando con el dobladillo de su vestido rasgado -Yo también lo creía, siempre nos dijeron que era así... que nuestras diferencias eran insalvables, que jamás podríamos concebir juntos, pero... aquí estamos- Puso una mano sobre su vientre, acariciándolo suavemente -Es real, Katsuki, nuestro hijo es real-

Los ojos de Katsuki se suavizaron, y por un momento, el peso de todo lo que habían sufrido pareció desvanecerse

Se inclinó hacia los barrotes, susurrando con una voz llena de emoción

-No sé cómo ocurrió, pero no me importa- Sus ojos se encontraron con los de Momo, llenos de amor -Te amo, Momo, más de lo que puedo expresar, pensé que te había perdido, que nunca volvería a verte, pero aquí estás... y saber que llevas a nuestro hijo...- Su voz se quebró -Me da esperanza, incluso en este maldito lugar-

Momo llevó una mano a sus labios, tratando de contener las lágrimas, pero no pudo evitar que algunas cayeran

-Yo también te amo, Katsuki y juro que, sin importar lo que pase, protegeré a nuestro hijo, haré todo lo que esté a mi alcance para que viva en un mundo mejor, lejos de este odio-

El momento de paz fue interrumpido por el sonido de pasos acercándose

Ambos levantaron la cabeza al mismo tiempo, viendo cómo tres guardias se detenían frente a sus celdas

Eran hombres corpulentos, con armaduras pesadas y rostros endurecidos por años de servicio

Uno de ellos sacó un manojo de llaves, y los otros dos llevaban arcos con flechas que tenían cadenas en lugar de cuerdas

-Es hora de que vengan con nosotros- Dijo uno de los guardias, con voz áspera -El consejo los espera-

-No se atrevan a tocarla- Gruñó Katsuki, sus ojos ardían con furia -Les juro que si le ponen una mano encima, los haré pedazos-

Los guardias intercambiaron miradas y luego rieron entre dientes, como si la amenaza de Katsuki fuera una broma

El que tenía el arco levantó una flecha con cadena y la apuntó directamente al pecho de Katsuki

-Oh, ¿De verdad?- Se burló el guardia -Ya no eres más que un perro encadenado, igual que todos los Aberrantes y los perros necesitan aprender a obedecer-

Antes de que Katsuki pudiera responder, la flecha fue disparada

Se clavó en su hombro izquierdo, atravesando carne y músculo, y la cadena se tensó, arrastrándolo hacia adelante, Katsuki gritó de dolor, cayendo de rodillas

Aún así, levantó la cabeza y los miró con odio puro

-Voy... a matarlos... a todos ustedes- Jadeó, apretando los dientes mientras la sangre corría por su brazo

-¡Déjenlo!- Gritó Momo, golpeando los barrotes de su celda, sus ojos llenos de desesperación -¡Lo están matando!-

Otro guardia se acercó a su celda y abrió la puerta de un empujón, agarrándola por el brazo, Momo trató de resistirse, pero estaba debilitada y apenas podía mantenerse en pie

El guardia la arrastró fuera de la celda, mientras Katsuki forcejeaba contra la cadena que lo mantenía en el suelo

-¡Si la lastiman, juro que los haré pagar!- Katsuki escupió, tirando de la cadena con todas sus fuerzas, tratando de liberarse

El tercer guardia disparó otra flecha, esta vez al costado de Katsuki

La cadena se tensó nuevamente, sujetándolo como a un animal, Katsuki gritó, su cuerpo se arqueó de dolor, pero no dejó de luchar, como si su amor por Momo fuera lo único que lo mantenía en pie

-Vamos, mueve esos pies- Dijo uno de los guardias, tirando de la cadena y arrastrándolo por el suelo de piedra -El consejo no va a esperar toda la noche-

Momo fue empujada hacia adelante, obligada a caminar frente a ellos

Miró hacia atrás, viendo a Katsuki ser arrastrado como si fuera un prisionero condenado

Sus ojos se encontraron una vez más, llenos de desesperación y amor

-Resiste, Katsuki- Murmuró Momo, con voz temblorosa -Por favor, resiste-

Él intentó sonreír, aunque la sangre manchaba sus labios -Siempre lo haré... por ti y por nuestro hijo-

Los llevaron a través de pasillos oscuros hasta una gran puerta de madera que se abrió con un crujido ominoso

Al otro lado, una sala iluminada con antorchas reveló al consejo reunido

Hombres y mujeres ancianos, todos con túnicas de colores oscuros, se sentaban en un semicírculo elevado, observándolos con expresiones de juicio y desdén

En el centro, de pie como una sombra imponente, estaba Enji

Sus ojos fríos recorrieron a su hija y a Katsuki, sin mostrar ninguna emoción

-Así que finalmente están aquí- Dijo Enji, con una voz que resonaba por toda la sala -El consejo ha decidido su destino, esta será su última oportunidad para hablar, antes de que caiga el veredicto-

Katsuki, herido y sangrando, alzó la cabeza con un esfuerzo titánico, mirando al consejo con una mezcla de odio y desafío

-No tienen ni idea de lo que han hecho- Jadeó -Están condenando a este reino a su propia destrucción-

Momo se mantuvo firme a su lado, respirando hondo -Padre...- Comenzó, su voz quebrándose un poco -Les ruego que reconsideren, no se trata solo de nosotros, se trata del futuro de todos ¿Acaso no ven lo que hemos creado juntos? ¿Acaso no pueden entenderlo?-

Enji dio un paso adelante, mirando a Momo con una expresión pétrea

-Lo único que veo...- Dijo lentamente -Es el fruto de una traición que debe ser erradicada-

El consejo se inclinó hacia adelante, listo para dictar su sentencia final, mientras Momo y Katsuki se preparaban para enfrentar lo que parecía ser el final

El aire en la sala era pesado, cargado de tensión y silencio expectante

Los ancianos del consejo, con sus rostros llenos de arrugas y miradas severas, observaban a Momo y Katsuki como si fueran meras piezas de un tablero de ajedrez

En el centro, Momo estaba de pie, con la barbilla alta y los ojos desafiantes, mientras Katsuki, encadenado y sangrando, se tambaleaba, pero no dejaba de mirar al consejo con un odio feroz

Uno de los consejeros, un hombre viejo con el cabello canoso y ojos helados, levantó la mano para pedir silencio

-Momo Yaoyorozu- Comenzó, su voz resonando en la sala -Has sido traída aquí para responder por tus crímenes contra este consejo y contra el reino, has traicionado tu sangre, tu estatus y tu juramento al permitir la fuga de los Aberrantes, pero peor aún...- El anciano hizo una pausa, su mirada recorriendo a todos los presentes antes de posarse sobre ella -Has cometido un pecado imperdonable al concebir un hijo con uno de ellos-

Los murmullos llenaron la sala, voces de repulsión y condena

Cada miembro del consejo asintió lentamente, sus expresiones llenas de asco y decepción

-Es un crimen contra la naturaleza- Agregó una mujer del consejo, con los labios torcidos en una mueca de desdén -Nos enseñaron desde niños que los Aberrantes y los humanos no pueden mezclarse, es una aberración, un acto de herejía-

Otro consejero, un hombre robusto con una barba espesa, golpeó la mesa con el puño -¡Has traído caos y confusión a nuestro reino, Momo! Permitiste que los Aberrantes escaparan, que sembraran el desorden y la rebelión ¡Y encima, ahora pretendes desafiar la ley con esta criatura mestiza que llevas dentro!-

Los gritos y las acusaciones se sucedían, cada miembro del consejo alzando su voz para condenarla, Momo permaneció en silencio, con el rostro pálido, pero sus ojos no mostraban miedo, sino determinación

Finalmente, el consejero principal levantó la mano para callar a todos

-La sentencia es clara- Dijo con voz firme -Momo Yaoyorozu, tu crimen no solo ha puesto en peligro el equilibrio del reino, sino que has traicionado a tu propia gente al unirte con un Aberrante, la pena es la muerte-

La sala quedó en silencio absoluto

Todos los miembros del consejo comenzaron a asentir uno por uno, en señal de su aprobación

Uno tras otro, dieron su voto de condena

-De acuerdo- Dijo el anciano de cabello canoso

-De acuerdo- Repitió la mujer con desdén

-De acuerdo- Bramó el hombre barbudo

Así continuó, hasta que todos los ojos se posaron en Enji, quien estaba al final del semicírculo, con el rostro endurecido, mirando fijamente a su hija

El silencio se volvió insostenible mientras todos esperaban su veredicto

Katsuki, con el cuerpo temblando de rabia y desesperación, dio un paso adelante, tirando de las cadenas que lo sujetaban

-Enji, escúchame- Jadeó, su voz llena de súplica -No hagas esto, no la condenes a ella por mis pecados, si alguien debe morir, que sea yo, déjala vivir, por favor... es tu hija y es la madre de tu nieto, no puedes hacer esto-

Enji apretó los puños, sus ojos se entrecerraron mientras miraba a Katsuki

Había una sombra de duda, una pequeña fisura en su máscara de autoridad, pero el peso de sus propias convicciones y el juicio de sus colegas lo mantenían en silencio

-Padre...- Susurró Momo, sus ojos se llenaron de lágrimas -Por favor, si alguna vez me amaste, si alguna vez fui tu hija... déjame vivir por el bien de mi hijo-

Enji cerró los ojos por un momento, como si estuviera luchando contra un dolor interno que no podía soportar

Cuando los abrió, su mirada era fría y distante, como si todo rastro de humanidad hubiera desaparecido

-De acuerdo- Dijo finalmente, su voz quebrada pero firme

Katsuki soltó un grito de furia, tirando de las cadenas con tanta fuerza que los guardias tuvieron que sujetarlo

-¡Malditos sean!- Rugió -¡Cobardes! ¡No saben lo que están haciendo!-

El consejo asintió, satisfecho, y los guardias comenzaron a arrastrar a Momo y a Katsuki fuera de la sala del juicio, llevándolos por un pasillo largo y oscuro

Los colocaron en un salón de piedra vacío, el suelo frío y húmedo bajo sus pies

Los guardias cerraron las puertas de hierro tras ellos, dejándolos solos, el uno al lado del otro, aunque sin poder tocarse, Katsuki cayó de rodillas, sus fuerzas agotadas, mientras Momo se desplomaba a su lado, apoyando la espalda contra la pared

-Lo siento...- Susurró Katsuki, sus ojos llenos de lágrimas -Lo siento tanto, Momo, todo esto es mi culpa, nunca debí haberte arrastrado a esta guerra, nunca debí permitir que te enamoraras de alguien como yo-

Momo levantó la cabeza, mirándolo con una tristeza infinita, pero también con amor -No digas eso, no te atrevas a arrepentirte de lo que tuvimos, Katsuki, te amo y no cambiaría nada, ni un solo momento- Se inclinó hacia él, intentando alcanzar su mano, pero las cadenas se lo impidieron

De repente, un ruido sibilante llenó el salón

Desde las rendijas en el suelo, comenzó a filtrarse un gas blanco, espeso, que envolvía todo a su alrededor, Momo tosió, llevándose una mano a la boca, mientras Katsuki la miraba con horror

-¡No!- Gritó Katsuki -¡No! ¿Qué están haciendo? ¡Deténganse!-

Momo comenzó a respirar con dificultad, su cuerpo convulsionando ligeramente, Katsuki intentó acercarse, pero las cadenas lo mantenían en su lugar

-¡Momo, resiste!- Rogó, con lágrimas corriendo por su rostro -¡Por favor, no te vayas!-

Ella intentó sonreír, aunque sus ojos estaban nublados de dolor -Nunca me olvides... Nunca nos vayas a olvidar...- Susurró, antes de que su cuerpo cayera al suelo, inmóvil

Katsuki gritó, un alarido desgarrador que resonó por toda la mansión

Tiró de las cadenas con tanta fuerza que sus muñecas sangraron, pero no podía alcanzarla, no podía hacer nada

El gas siguió inundando el salón, aunque él, como Aberrante, no se veía afectado

Su agonía era ver cómo Momo, la mujer que amaba, la madre de su hijo, se apagaba lentamente frente a sus ojos

-¡Momo!- Gritó una y otra vez, su voz quebrándose hasta convertirse en un sollozo incontrolable -¡No, no! ¡Momo!-

El sonido de sus gritos llenó cada rincón de la mansión, un eco de dolor tan profundo que incluso los guardias más endurecidos bajaron la cabeza, incapaces de soportar la agonía de un amor condenado

Y así, en medio de la oscuridad y el gas mortal, los últimos susurros de Katsuki fueron solo para ella, el nombre de Momo, repetido como una plegaria rota, mientras todo lo que amaba se desvanecía en sus manos

La neblina blanca del gas comenzaba a disiparse lentamente en el salón de piedra, Katsuki estaba de rodillas, con la respiración agitada, el cuerpo temblando mientras las lágrimas caían por su rostro sucio

Frente a él, yacía Momo, inmóvil, su rostro pálido y sereno como si estuviera simplemente dormida

-Momo...- Murmuró Katsuki con voz rota, extendiendo su mano encadenada hacia ella

Se arrastró como pudo, ignorando el dolor de sus muñecas ensangrentadas por las cadenas, hasta llegar a su lado

La miró por un largo momento, su mente negándose a aceptar lo que veía

Con un temblor en sus manos, tomó el pequeño collar que Momo llevaba puesto, un amuleto sencillo, hecho de plata

Recordó cuando se lo dio, una promesa de amor eterno, un símbolo de su unión prohibida

-Lo siento tanto...- Susurró, quitándole el collar con cuidado -No pude protegerte-

En ese instante, el suelo comenzó a vibrar bajo él, Katsuki sintió una pulsación en el aire, una señal

El eco de la furia de los Aberrantes que se reunían a lo lejos, esperando por su líder

Levantó la cabeza, sus ojos encendidos con una ira y desesperación que no había sentido nunca antes

Enji entró al salón, su rostro endurecido, pero había algo más en su mirada

Una sombra de dolor al ver el cuerpo de su hija, Katsuki levantó la vista y lo miró con un odio que ardía más fuerte que cualquier fuego

-Traigan mis cuchillos... ahora- Ordenó Enji a los guardias, su voz apenas un murmullo ahogado por la emoción

Los guardias obedecieron rápidamente, acercándole los cuchillos ceremoniales, las armas con las que había ejecutado tantos juicios

Pero Katsuki, con un grito de rabia desgarradora, tiró de sus cadenas una vez más

El limitador de su fuerza, esa correa invisible que lo contenía, se rompió en un instante

El suelo bajo sus pies se resquebrajó, y con un rugido, se liberó de las cadenas, rompiéndolas como si fueran papel

-¡Bastardo!- Gritó Katsuki, lanzándose hacia Enji

Antes de que Enji pudiera reaccionar, el puño de Katsuki se estrelló contra su cara con la fuerza de un trueno, lanzándolo hacia atrás como una muñeca de trapo

El impacto lo atravesó por el aire, estrellándolo contra un muro de piedra que se rompió bajo su peso

Katsuki, jadeando, se acercó a los escombros donde Enji intentaba levantarse, tosiendo sangre, Katsuki levantó el collar de Momo, mostrándoselo con la mano temblorosa

-¡Míralo!- Gritó Katsuki, su voz rota por el dolor y la ira -Esto era nuestra promesa, tu hija murió por creer en un futuro mejor ¡Un futuro en el que tú nunca creíste-

Enji, con el rostro magullado, levantó la mirada hacia el collar y luego hacia Katsuki

Había algo indescriptible en sus ojos, una mezcla de remordimiento, orgullo herido y furia

-No... lo entiendes...- Jadeó Enji, intentando levantarse -Yo... hice esto por ella, para protegerla de ti y de tu gente-

-¿Protegerla?- Katsuki dejó escapar una risa amarga -¡La mataste, Enji! La mataste por tus malditos ideales-

Katsuki levantó su puño, dispuesto a aplastarlo, a acabar con la vida de Enji de una vez por todas

Pero antes de que pudiera lanzarse sobre él, un grupo de guardias irrumpió en el salón, sus arcos tensados

No le dieron tiempo para reaccionar

Una lluvia de flechas con cadenas de acero lo atravesó, clavándose en sus hombros, sus piernas y su espalda

-¡No podrán detenerme!- Rugió Katsuki, tirando de las cadenas, rompiendo algunas a medida que se movía, pero las flechas seguían cayendo, atravesando su carne, mientras más y más guardias llegaban para someterlo

Viendo que estaba superado en número, Katsuki miró rápidamente hacia la única ventana alta del salón

Con un último esfuerzo, tiró de las flechas que lo retenían y se lanzó hacia la ventana, rompiendo el vidrio con un estallido de explosión

Cayó al suelo de la mansión, rodando, su cuerpo ensangrentado y cubierto de heridas, pero su furia lo mantenía en pie

Frente a él, el ejército entero de Enji lo esperaba

Decenas de soldados con lanzas, arcos y espadas lo rodeaban, sus ojos llenos de odio y miedo

-¿Creen que pueden detenerme?- Escupió Katsuki, levantándose con dificultad

Los soldados avanzaron como una marea, pero Katsuki no retrocedió

Se lanzó hacia ellos con explosiones resonantes, destrozando a los que se le acercaban, sus gritos de guerra mezclándose con los gritos de terror de los soldados

Luchaba como un demonio, como una bestia desatada, pero sus heridas comenzaban a cobrarle un precio. Estaba siendo superado, acorralado contra el muro de la mansión

-No... puedo caer aquí...- Murmuró, levantando la mirada al cielo, donde las estrellas eran apenas visibles a través del humo

Entonces, con una sonrisa desafiante y los ojos llenos de lágrimas, levantó ambas manos y concentró toda su energía en una explosión devastadora

La tierra tembló bajo sus pies mientras la explosión sacudía el suelo, creando una señal de humo y llamas que se alzó en el aire como una columna gigantesca

Era la señal que los Aberrantes habían estado esperando

Desde la distancia, se escuchó el rugido de guerra de cientos de voces

Los Aberrantes, liderados por los aliados de Katsuki, emergieron de las sombras del bosque y se lanzaron hacia la mansión con la fuerza de una ola imparable

Katsuki cayó de rodillas, mirando hacia la horda que se aproximaba

Sabía que esta era su última jugada, su último sacrificio para asegurar la libertad por la que tanto habían luchado

-Por ti, Momo...- Susurró, sintiendo el peso del collar de ella en su mano -Por nuestro hijo no nacido-

La mansión se alzaba contra el cielo, oscurecida por el humo de las explosiones y la tormenta de gritos que resonaban en el aire

Desde las murallas, los guardias miraban con horror cómo un ejército de Aberrantes emergía de la espesura del bosque

Eran cientos, tal vez miles

Sus cuerpos brillaban con energías de distintas formas

Unos cubiertos de llamas, otros envueltos en sombras danzantes o destellos eléctricos que iluminaban la noche

-¡Vienen hacia nosotros!- Gritó un guardia, retrocediendo con pánico

En lo alto de la muralla, los arqueros tensaron sus cuerdas, los soldados levantaron sus lanzas, y las catapultas fueron cargadas con urgencia

El sonido del cuerno de guerra retumbó por toda la mansión

Dentro del salón del consejo, el caos reinaba

Los miembros del consejo, vestidos con sus túnicas ceremoniales, se apresuraban a dar órdenes a los capitanes de la guardia

Uno de ellos, con voz autoritaria, gritó

-¡Refuercen las puertas principales! ¡Maximen las defensas! ¡No dejen que crucen los muros!-

Enji estaba allí, de pie junto al resto del consejo, con el rostro endurecido por la tensión

Sabía que el ataque había sido provocado por una sola cosa

La muerte de Momo

Su corazón latía con fuerza, pero no por miedo a los Aberrantes, sino por la sombra de arrepentimiento que no podía ahuyentar

Miró hacia el horizonte, donde el ejército enemigo se acercaba como una tormenta viva

-No hay tiempo, debemos evacuar- Dijo uno de los consejeros -Los barcos están listos en el puerto, si los Aberrantes toman la mansión, estaremos todos muertos-

-¿Escapar?- Replicó Enji con desprecio, pero su voz carecía de la firmeza de siempre -Esto es un error...-

-La decisión está tomada, Enji- Lo interrumpió el líder del consejo, con el ceño fruncido -No podemos permitir que estas criaturas destruyan todo lo que hemos construido, tú mismo lo sabes-

Enji apretó los puños, tragando su orgullo

Asintió con un movimiento brusco y siguió al resto del consejo mientras salían apresurados por un pasadizo secreto que conducía hacia el puerto, dejando atrás la sala de reuniones

En el campo de batalla, los Aberrantes se lanzaron contra los muros con un frenesí salvaje

Uno de los líderes, un Aberrante con piel de color carmesí y tatuajes que brillaban con un fulgor espectral, trepó el muro con agilidad sobrehumana, seguido de varios más

Cuando alcanzó la cima, se detuvo al ver a Katsuki, encadenado aún por las flechas de los guardias

Sin dudarlo, arrancó una de las flechas que atravesaban el hombro de Katsuki, liberándolo parcialmente

-Estás herido- Dijo el Aberrante, con preocupación en su voz

Katsuki lo miró con una sonrisa desafiante, la sangre goteando de sus heridas, pero con la chispa de batalla todavía brillando en sus ojos

-No importa...- Jadeó, mientras el Aberrante arrancaba las últimas flechas de su cuerpo -Libera a los otros, a los prisioneros que mantienen en el sótano, liberen a todos los Aberrantes cautivos ¡Hoy es el día de nuestra libertad!-

El Aberrante asintió, con una expresión de determinación en su rostro

Dio un salto hacia el suelo de la mansión, liderando a su grupo para infiltrarse y liberar a los prisioneros

Katsuki, ahora libre, se levantó con dificultad

Cada fibra de su ser dolía, sus heridas eran profundas, pero su voluntad de luchar era más fuerte que nunca

Sostenía el collar de Momo en su mano, el metal frío contra su piel ardiente

-Voy a hacer que pagues por esto, Enji...- Murmuró, antes de lanzarse hacia el interior de la mansión

Enji y el resto del consejo corrían por los pasillos oscuros del pasadizo secreto. El eco de sus pasos resonaba con urgencia

La puerta del puerto estaba a la vista, y podían escuchar el sonido del agua chocando contra los barcos anclados

-¡Rápido, antes de que lleguen!- Gritó uno de los consejeros, mirando hacia atrás con miedo

Enji, que estaba al final del grupo, se detuvo un momento

Giró la cabeza, como si pudiera escuchar los gritos de Katsuki resonando por las paredes

Por un instante, su resolución flaqueó

Recordó a Momo, su sonrisa, su risa, la niña que había criado y protegido con todo su ser

Ahora, ella estaba muerta por sus propias decisiones

-¡Enji, apúrate!- Lo llamó otro consejero, tirando de su brazo

Pero antes de que pudieran seguir corriendo, una explosión resonó a sus espaldas, Katsuki apareció entre el humo, su mirada encendida con furia

Había roto sus limitaciones físicas, y su cuerpo irradiaba una energía palpable, como si su mismo odio se hubiera convertido en un aura de poder

-¡No escaparás, Enji!- Rugió Katsuki, abalanzándose hacia él

Enji intentó esquivar, pero el golpe de Katsuki lo alcanzó, lanzándolo contra una pared con un impacto brutal

El muro se quebró bajo el peso del cuerpo de Enji, y este cayó al suelo con un gemido de dolor

Katsuki avanzó hacia Enji, con el collar de Momo colgando de su mano ensangrentada

Lo levantó frente a los ojos del hombre que una vez fue su suegro

-Esto es todo lo que queda de tu hija, Enji ¿Te enorgulleces de lo que hiciste? ¿De haber matado a la única persona que te amaba de verdad?-

Enji lo miró, el rostro lleno de sangre y polvo, sus ojos abiertos por el impacto de esas palabras

No dijo nada, solo lo miró con una mezcla de horror y arrepentimiento

-Te mataré por lo que hiciste- Dijo Katsuki, levantando su puño para darle el golpe final

Pero antes de que pudiera golpear, los guardias del consejo irrumpieron en el pasadizo

Una ráfaga de flechas voló hacia Katsuki, clavándose en su espalda y piernas

Cayó de rodillas, jadeando por el dolor, pero se levantó una vez más, dispuesto a seguir luchando

-¡No se detengan, dispárenle más!- Ordenó uno de los consejeros

Sabiendo que no podría enfrentarlos a todos en ese momento, Katsuki giró sobre sus talones y corrió hacia la ventana del pasadizo

Se lanzó al vacío, rompiendo el vidrio y cayendo al exterior, rodando por el suelo del puerto

Katsuki se levantó, apenas pudiendo mantenerse en pie

Frente a él, un ejército completo lo rodeaba

Los soldados apuntaban sus lanzas hacia él, pero Katsuki simplemente sonrió, sus manos comenzando a brillar con una luz intensa

-Les mostraré lo que significa luchar por la libertad- Murmuró, y golpeó el suelo con todas sus fuerzas

Una explosión masiva resonó, sacudiendo el terreno y lanzando a los soldados por los aires

La señal fue clara, y desde la distancia, el rugido del ejército Aberrante respondió como un trueno

La batalla final había comenzado, y el suelo temblaba bajo los pies de los que luchaban por un mundo nuevo

El puerto estaba en llamas

Los barcos se balanceaban en el agua, algunos ya incendiados, mientras los soldados yacían muertos o agonizando a lo largo de los muelles, Katsuki, con el cuerpo cubierto de heridas y sangre, se mantenía en pie

Su respiración era pesada, pero en sus ojos solo había furia y determinación

El ejército de Aberrantes había arrasado con las defensas de la mansión, liberando a los suyos y reduciendo a escombros las fortificaciones que los habían mantenido cautivos durante años

Frente a él, Enji se alzaba, apoyado en una lanza rota

Estaba herido, jadeando, pero no parecía dispuesto a retroceder

Su mirada estaba llena de odio, una ira visceral dirigida hacia el hombre que tenía enfrente

-Todo esto es por tu culpa, Katsuki- Escupió Enji, su voz cargada de veneno -Momo... mi hija está muerta por tu culpa ¡Tú la arrastraste a esta rebelión, a esta locura!-

Katsuki apretó el collar de Momo en su mano

La ira ardía en su pecho, una llama que solo se avivaba con las palabras de Enji

-La amaba, maldita sea- Gritó Katsuki, dando un paso adelante, acercándose a Enji -Ella eligió estar conmigo, eligió luchar a mi lado ¡Fue tu odio, tu crueldad, lo que la mató, no yo!-

Enji soltó una carcajada amarga, su voz resonando con una mezcla de dolor y locura

Se irguió con dificultad, usando la lanza rota como apoyo

-¿Amor? ¿Tú, una aberración, te atreves a hablarme de amor?- Los ojos de Enji se llenaron de desprecio -¡Tú no eres más que una bestia! Debí haberte matado el día que te encontramos, un cachorro abandonado, llorando en los brazos muertos de tu madre-

Las palabras de Enji cortaron el aire como un cuchillo

Por un instante, el rostro de Katsuki se endureció con un dolor antiguo, una herida que nunca había sanado

Recordó aquella noche, el cuerpo frío de su madre y la sangre que cubría sus manos infantiles

Pero ese dolor rápidamente se transformó en una risa amarga

-¿Debiste matarme?- Se burló Katsuki, avanzando con pasos lentos pero seguros, cada uno cargado de desafío -Pues no lo hiciste, Enji y aquí estoy, para cobrarte todas tus deudas-

Antes de que Enji pudiera responder, Katsuki se lanzó hacia él con la velocidad de un rayo

Sus puños se encontraron con el rostro de Enji, golpeándolo con la fuerza de una explosión, Enji apenas pudo levantar su lanza para bloquear, pero el impacto lo hizo retroceder varios metros, sus pies resbalando sobre el empedrado mojado del puerto

Ambos se abalanzaron el uno contra el otro, como bestias salvajes, Enji atacó con la lanza rota, moviéndose con la habilidad de un guerrero experimentado, Katsuki esquivó el golpe, girando sobre su eje y asestándole una patada al costado

El crujido de costillas rompiéndose se escuchó claramente

Enji jadeó, pero no se detuvo

Clavó la lanza en el suelo para impulsarse y golpeó a Katsuki con el codo, partiéndole el labio

La sangre de ambos salpicó el suelo mientras intercambiaban golpes

Era una pelea de vida o muerte, una danza de odio y resentimiento acumulado por años

-Siempre fuiste un estorbo, Katsuki- Gruñó Enji, sus ojos llenos de furia -Desde el momento en que te trajimos a la mansión, debería haberte matado entonces, cuando eras débil y no significabas nada-

Katsuki esquivó un golpe y lo contrarrestó con una explosión que lanzó a Enji hacia atrás, haciéndolo caer de rodillas

-Pero no lo hiciste, Enji- Dijo Katsuki con una sonrisa sangrienta -Y mira dónde estamos ahora, yo soy el que tiene el poder, yo soy el que sobrevivió, y tú... tú eres solo un viejo patético que acaba de perderlo todo-

Enji, arrodillado en el suelo, alzó la vista hacia Katsuki, con una mirada llena de desesperación y furia ciega

Levantó la lanza rota una vez más, con sus manos temblando

-Maldito seas, Katsuki...- Susurró, con voz ronca -Momo está muerta por tu culpa, todo esto es tu culpa-

Katsuki se inclinó hacia él, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa

-No, Enji, todo esto es tu culpa- Dijo, y levantó su puño, cargado con energía explosiva -Tú mataste a tu propia hija con tu odio-

Katsuki descargó su puño en el rostro de Enji, con toda la fuerza de su poder

El golpe hizo que el cuerpo de Enji saliera disparado hacia atrás, atravesando una pared y chocando contra el borde del muelle

Cayó al suelo, jadeando, incapaz de levantarse

Con una respiración pesada, Katsuki se acercó a él, mirando hacia el mar que se agitaba bajo ellos

El agua salpicaba las piedras del muelle, iluminada por los reflejos de las llamas que consumían los restos del puerto

-Y ahora- Dijo Katsuki, levantando a Enji por el cuello de su túnica, sosteniéndolo sobre el borde del muelle -Pagarás el precio de todo el sufrimiento que has causado-

Enji apenas podía hablar, sus palabras eran un susurro débil y lleno de desesperación

-Ella... era mi hija...-

-Y tú la condenaste- Respondió Katsuki, apretando los dientes mientras las lágrimas brotaban de sus ojos por primera vez desde que había empezado la batalla -Adiós, Enji-

Sin dudarlo, Katsuki soltó a Enji, dejándolo caer al mar

El cuerpo del hombre se hundió en las aguas oscuras, desapareciendo bajo las olas, Katsuki se quedó allí, respirando con dificultad, el collar de Momo apretado en su mano

Se giró hacia el campo de batalla, donde los Aberrantes estaban ganando terreno, arrasando con lo que quedaba de los defensores

El rugido de la victoria resonó como un trueno en el aire nocturno

Katsuki levantó el collar hacia el cielo, como si ofreciera su último tributo a Momo

-Lo hice por ti... por nosotros- Susurró, antes de lanzarse de nuevo a la batalla, dispuesto a acabar con todo el imperio que había esclavizado a los suyos

La rebelión no terminaría aquí

Esto era solo el principio de una nueva era

La noche se había transformado en un amanecer rojizo mientras el puerto ardía, iluminado por las llamas de los barcos en ruinas

Los cuerpos de los soldados caídos se mecían con las olas del mar, y el aire estaba cargado con el olor a humo y sangre, Katsuki, cubierto de heridas y cenizas, salió lentamente de entre los escombros de la mansión destruida

El collar de Momo seguía apretado en su mano, como si fuera el último fragmento de ella que le quedaba

Al mirar a su alrededor, vio a los Aberrantes reunidos, exhaustos pero victoriosos

Sus ojos, normalmente llenos de dolor y sufrimiento, brillaban ahora con una esperanza recién nacida

Habían luchado y sobrevivido a una batalla que nadie creía posible

Habían ganado su libertad

Uno de los líderes de los Aberrantes, un hombre alto con cicatrices cubriendo su rostro, se adelantó hacia Katsuki

Le hizo un gesto para que se acercara

Los otros también comenzaron a rodearlo, sus miradas fijas en él, buscando respuestas

-Lo logramos- Dijo el hombre, con la voz entrecortada por la emoción -La mansión ha caído, los nobles y el consejo están muertos o huyendo, somos libres... Pero ¿Qué haremos ahora, Katsuki? ¿Hacia dónde iremos? ¿Qué sigue después de todo esto?-

El grupo de Aberrantes se había vuelto silencioso, esperando la respuesta de Katsuki

El viento soplaba suavemente, meciendo las cenizas que caían como una nevada sombría, Katsuki miró a cada uno de ellos, reconociendo en sus rostros la misma desesperación que él había sentido durante años

La desesperación de no tener un lugar al que llamar hogar, de vivir siempre como parias, odiados y temidos

Katsuki levantó la mano que sostenía el collar de Momo y lo observó por un largo momento

El pequeño colgante brillaba con un resplandor dorado bajo la luz del amanecer, como si aún guardara el calor de su dueña, Katsuki sintió un nudo en la garganta, pero no dejó que las lágrimas brotaran

No ahora

-Por años, hemos vivido en la oscuridad- Comenzó a decir, su voz ronca pero firme -Nos han llamado monstruos, aberraciones, algo que debe ser exterminado, nos han cazado, esclavizado, nos han quitado a nuestros seres queridos- Miró el collar de Momo, apretándolo con más fuerza -Pero hoy, hemos demostrado que no somos lo que ellos decían, somos más que eso, somos sobrevivientes, somos guerreros-

Un murmullo de aprobación recorrió al grupo, sus miradas encendiéndose con una chispa de orgullo y determinación

-Este mundo ha sido construido sobre nuestro sufrimiento, sobre nuestra sangre- Continuó Katsuki, alzando la voz para que todos pudieran escucharlo -Y ese mundo ha caído hoy, con la destrucción de esta mansión, con la caída de sus líderes- Se giró hacia los muros destrozados, hacia el mar donde Enji había desaparecido para siempre -Pero ahora, no nos quedaremos aquí entre las ruinas de su imperio, ahora, construiremos algo nuevo, un lugar donde no haya esclavos ni amos, un mundo donde nuestros hijos no tengan que esconderse ni temer-

El viento sopló más fuerte, como si la misma naturaleza respondiera a sus palabras

Los Aberrantes comenzaron a vitorear, levantando sus puños al aire

La emoción de la victoria corría como una corriente eléctrica a través de todos ellos

-¿Y dónde haremos este nuevo mundo?- Preguntó alguien desde la multitud

Katsuki esbozó una sonrisa cansada, llena de dolor pero también de esperanza

Dio un paso adelante, mirando al horizonte, donde el sol empezaba a elevarse, bañando todo con un resplandor dorado

-Donde queramos- Respondió con firmeza -Porque ahora, somos libres-

Los gritos de júbilo resonaron como un trueno, llenando el aire con un eco que parecía borrar todos los gritos de sufrimiento del pasado, Katsuki se giró una última vez hacia el puerto, dejando que el collar de Momo colgara alrededor de su cuello

Cerró los ojos por un instante, recordando su risa, su sonrisa, el amor que habían compartido

*Lo hice por ti* Pensó, sintiendo una paz que nunca antes había sentido *Por nosotros, y por el hijo que nunca llegamos a conocer*

Luego, sin mirar atrás, Katsuki comenzó a caminar hacia el horizonte, y los Aberrantes lo siguieron

Así, entre los restos de un viejo mundo destruido, nació la promesa de algo nuevo

Un futuro donde por fin podrían vivir sin miedo

Un futuro que ellos mismos se encargarían de construir

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Y BUENO GENTE, PUEDE QUE NINGUNO SE PREGUNTE

¿PORQUE HACES ESTE OMAKE?

PORQUE LO HACES?

¿PORQUE EL SHIP DE BAKUGOU Y MOMO? (Ship superado en niveles de ser turbio por el Kacchaco en mi opinión personal)

Bueno, por las siguientes razones

Estar visualmente sensual XD

OK NO, esto es mas bien para terminos narrativos que solo tienen sentido en este fic

Eso y habra historias que no pienso escribir, o al menos no pienso hacerles historias completas

Ademas, la gracia de un multiverso, es que haya variedad, ¿No?

Los omakes son historias completas que no pienso escribir separadas, pero si se usaran aspectos o menciones de estas

Ademas de las claras referencias que tiene este fic a peliculas conocidas, entre ellas el jorobado de Notre Dame

Tambien me inspire ligeramente de otro fics, entre ellos hare mencion especial a los autores

- Caplycanroc23

- S0f11_Queen

- ShiraTakeri

- FuntimeFred9000

- shinduocrono00

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