Así como huía la corriente lo llevo de regreso a su origen. Abriendo la puerta de su viejo hogar, enpolvado, y con sabanas sobre los muebles, decidió seguir adelante, poniendo sus cosas en el suelo empezó la limpieza. Su padre llegaría en pocas horas y debía dejar el lugar por lo menos presentable.

Su padre había acordado quedarse con él una temporada hasta que el estuviera más calmado y seguro para que pudiera volver a retirarse al extranjero. Hasta ese momento disfrutaría cada segundo con su retoño. Y ahora, por eso mismo el adolescente estaba avergonzado, su cara estaba roja de la vergüenza, su padre habia llegado al estar bailando mientras barría.

Las risas de una sola persona inundaban la habitación. "Perdón perdón, no quería arruinar tu momento" dijo entre risas, mientras el pecoso le frunciá el ceño en respuesta.

Un suspiro salió de su boca y sonrió ligeramente para seguir limpiando. No había visto a su padre en persona desde hace años, sin embargo, eso no lo hacía un desconocido pero si en alguien difícil de confianza.

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La señora Mitsuki fue la mejor amiga de su madre, era bella, amable, y posiblemente ahora la persona que lo ayudaría a seguir adelante en cuanto su padre volviera al extranjero. Ambos, padre e hijo, fueron a comer con la familia de esta, siendo recibidos de buena manera por los mayores a excepción de su hijo, él cual fue "casi" obligado a bajar, recibirles y unirse a la cena. En la habitación una conversación entre adultos sobre el peliverde se desarrollaba.

" ¿Eh? No tengo problema en absoluto " Comentó la madre de Katsuki en medio de la conversación. Consiguiendo un gruñido de parte de su hijo. " Digo, es el hijo de Inko después de todo. No te tienes que preocupar por él, ¿verdad? " asintió su esposo. " ¿Vez? "

" ¡Te lo agradezco mucho Mitsuki! " Sonrió Hisashi de alivió mientras agradecía a la amiga de su difunta esposa. " Lo dejo en tus manos " aquel que respiraba fuego sintió alivió mientras acariciaba la cabeza de Izuku con emoción.

Sin embargo, al obligado de la sala no le gustaba para nada la resolución de la platica, primero desaparecía como un cobarde apenas sabe que no tiene una particularidad y cuando lo hace es para meterse nuevamente en su vida como si nada hubiera pasado.

Y mientras estaba distraído, no pudo negar ni oir ninguna de las palabras que su madre y el señor Midoriya estaban diciendo en ese momento, maldiciendo en su mente y mirando de muerte al pecoso, que temblaba ante esa acción.

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» Ahora que se encontraba cursando en la secundaria Orudera sufría más que en su primaria, al tener como 'cabeza de la escuela' al que llamaba un 'amigo de la infancia' su vida iba en picada, siendo intimidado por este y varios estudiantes de la misma institución. Los abusos hacía a él se hacían cada vez más frecuentes. «

Todo inició desde que Katsuki había hecho de decir su condición en la sociedad. Sin particularidad, un blanco fácil. Los abusos no llegaban a un nivel físico al inicio, sólo palabras y acciones que lo ponían en vergüenza en público. Podía lidiar con eso.

Pero, cuando se esparcio el rumor sobre haber sido abandonado por su padre y que su madre se había suicidado las cosas llegaron a un nivel diferente. Empezaban a ser heridas profundas que habían estado sanando con el tiempo, y en algún punto empezaron a sangrar nuevamente, eso llegó a hacerlo llorar apenas sus pies entraron a casa.

Buscando en donde consolarse y abrazar hasta caer dormido, sólo encontró su fría almohada de su cama, que no fue suficiente para sacar todo lo que tenía encerrado. Para luego llegar al siguiente día derrotado, siendo el punto de atención de todos, debido a su cara de muerto viviente con los ojos rojos y ojeras bajo sus ojos. Apesar de eso, seguía siendo el blanco de burlas y abusos en los pasillos.

Pensaba " ¿Y si le digo a alguno de los profesores que me ayuden? " Sacudió su cabeza, pensando lo estúpido que sería eso. Nadie lo ayudaría, hasta ellos se burlan de él y hablan a su espalda.

Fue así por varios meses. Hasta que llegó el abuso físico que duró hasta el día de su graduación.