Capitulo 9
Odiaba que me despertaran, y más si era fin de semana. El viernes le vendimos a Shasa la idea para el yogurt de la muerte, y la encantó. Se atribuyó el mérito y lo puso a su nombre. Desde luego no íbamos a llevarla la contraria. Sino triunfaba, que era lo más probable, la mala imagen seria solo de ella.
Giro perezosamente en la cama. Empezaba a hacer calor, y la sábana estaba tapando una de mis piernas. Yo seguía durmiendo con mis calcetines de felpa calentitos y mulliditos. Tener los pies fríos en cualquier época del año era realmente un fastidio.
Me siento en el borde de la cama frotándome los ojos y secándome la baba que tengo en la mejilla izquierda. Maldigo a mi nuevo compañero de piso, porque desde luego las risas venían de la cocina y era aún muy temprano. Las nueve de la mañana de un sábado cualquiera de junio.
Arrastro mis pies por el suelo y llego a la cocina sin ningún problema. No miro nada más que a la cafetera, y en mi estado automático, me da igual que las risas y las voces se han callado en el momento en el que aparezco.
—Solo quiero café. Puedes seguir con tu reunión de amigos jode sábados.
—Vamos a ir a hacer pádel surf. ¿Quieres venir?
—Dan, te quiero, pero sabes que soy de secano.
Acerco mi taza rebosante de café y doy un gran sorbo cerrando los ojos placenteramente. Que rico está. Con leche y un par de cucharadas de azúcar. Placer adulto.
—Ya sé que eres de secano, pero dos fines de semana seguidos en casa...
—Me pondré al día con las series.
Me siento sobre la encimera y por fin me doy cuenta de todo el mundo que había en mi cocina. Bueno todo el mundo, estaba Harper, una chica rubia monísima que parecía bastante joven y un chico castaño claro con barba. Si los conocía no los recordaba.
Oigo como se abre la puerta de casa, y mis ojos se deslizan de manera instintiva hasta la entrada. Solo de notar como mi corazón comienza a golpear contra mis costillas de manera desesperada, sé de quien se trata. Daría lo que fuera por poder controlar la reacción de todo mi cuerpo cada vez que él está mínimamente cerca.
—Traigo donuts y gofres para quien los quiera.
Suelta las llaves con una mano sobre la isla, con demasiada facilidad, como si estuviera acostumbrado a dejar las llaves de mi casa sobre el mismo sitio a diario, mientras que con la otra deja las bolsas llenas de bollos que huelen de maravilla.
Disimular no es algo que se me dé extremadamente bien, de hecho, la gente que me conoce dice que soy demasiado expresiva, y cuando veo como Liam abraza por detrás a la chica misteriosa y la besaba en la mejilla, manteniendo la mirada sobre mí, tengo bastante claro que mi cara refleja las ganas que tengo de tirarle el café ardiendo y después apuñalar uno de sus preciosos ojos azules con un tenedor, pero tengo orgullo, no mucho cuando se trata de él, pero pienso sacarlo a flote e ir construyendo más para este tipo de ocasiones, así que me obligo a estirar mi espalda y poner mi mejor sonrisa como si no me importara en absoluto lo que estoy viendo.
Joder si pudiera estallaría envuelta en fuego y lanzaría bolas humeantes y ardientes a mi alrededor para que se separara de ella en este mismo instante.
—Buenos días Blue. ¿Quieres un donut?
—Gracias Liam, pero creo que paso. —Bajo de la encimera y me arrepiento al momento de haber salido de mi cueva con el pijama. El pantalón es tan corto que se me ve la mitad del trasero —. Creo que iré a dormir un rato más.
No había visto a Liam desde hacía dos semanas. Yo seguía esperando unas disculpas por lo de Sofia, y también por provocarme un ataque de pánico en la cocina. Vale, no todo era culpa suya porque efectivamente, podía quedar, acostarse y hacer lo que quisiera con cualquier chica que se cruzara en su camino, aunque yo me muriera de celos y quisiera sacarme los ojos con unas cucharas de postre, no podía reclamarle nada. Y también tenía claro que mi ataque de pánico fue provocado sin querer. Ni siquiera sabía que sufría ese tipo de ataques, así que realmente tampoco podía culparle porque me provocara uno de manera involuntaria.
Camino deprisa hasta mi habitación y cierro la puerta para dejarme caer sobre mi cama con la cara en la almohada. Quería gritar, y quería pegar a Liam. Había tenido las narices de venir a mi casa con una chica. Bueno no con una chica, con una rubia despampanante de ojos grises y que a todas luces era su entretenimiento del momento. Quería matarlo lentamente.
Respiro hondo un par de veces y dejo de auto asfixiarme con la almohada cuando oigo la puerta de entrada cerrarse. Me habían dejado sola. No es que fuera a irme con ellos, pero no me hubiera importado que Dan insistiera un poco más en que me animara a ir.
Ahora mis planes serian limpiar, retocarme las uñas y ya. Ni si quiera tenía que poner una lavadora porque ya lo había hecho Dan el día anterior.
—No tengas prisa por levantarte de la trampa mortal que es tu cama.
—¡Mierda!
Estaba empezando a girarme cuando me doy cuenta que Liam estaba apoyado en el marco de mi puerta y del susto me caigo al suelo llevándome la sábana enredada en mis calcetines de felpa.
—Pero qué demonios... que haces aquí si tu novia está haciendo pádel surf.
—Esperar a que te vistas para que vengas. —El muy...perfecto, está aguantándose la risa por lo que acaba de pasar.
Esa risa ronca y profunda...deja de pensar en eso Blue, recuerda tu mini orgullo y la promesa de construir más.
—¡Dan!, ¡te dije que no iba a ir!
Me siento en el suelo y saco la cabeza por encima del colchón. El pelo se había empezado a soltar de la trenza que uso para dormir, y parece que he metido los dedos en un enchufe, por no hablar de que el flequillo estaba tan largo que me impedía la visión y tengo que soplármelo para quitármelo de encima.
—Grita lo que quieras. Estamos solos Blue.
Miro hacia Liam que sonríe pícaramente con las manos en los bolsillos de su perfecto bañador surfero negro. ¿Pero porque era tan guapo? Me dolía mirarlo sin poder tocarlo.
—Pierdes el tiempo Liam no voy a ir. —Hay está mi orgullo. Sigue así pequeño y te lo compensaré.
—Bueno, tienes dos opciones, o vienes por tu propio pie, o te llevo en brazos.
—Pero tu novia...
—Déjalo ya Blue. Vístete. Te espero en el salón.
Me ha costado media hora decidir que bikini me pondría, pero lo había conseguido. El año anterior me compré un bikini divino y por supuesto, no lo había estrenado, hasta hoy.
La parte que cubría el pecho derecho, era negra mientras que la que cubría el pecho izquierdo, tenía flores hawaianas. Se cruzaba en la parte delantera y se ataba en la espalda y en el cuello. La braga era igual, pero con las flores hawaianas en el lado derecho. El piercing del ombligo rojo que llevaba, hacia contraste con las flores, y el tatuaje de mi muslo se veía espectacular.
Me calzo mis converses negras y me pongo la camiseta de los Bulls de Liam. Si quería que fuera, iría de una manera que no se le olvidaría nunca. Recojo mi pelo en un par de trenzas boxeadoras, y salgo al salón con las gafas de sol puestas.
—Cuando quieras nos vamos. Estoy lista.
Noto el calor subir por mi estómago hasta mis mejillas cuando le veo recorriéndome el cuerpo sin ningún tipo de reparo. Mi pulso se acelera, y yo interiormente aplaudo por la elección de ropa y de todo. Jodete Liam, hoy me siento espectacular.
—Venga vamos. Nos están esperando.
—¿Con quién montaré?
—Conmigo. Las parejas ya están hechas.
¿Enserio?, ¿iba a tener que hacer pádel surf en bikini con Liam, mientras que su novia estaba con el otro chico? Ya no estaba ni tan segura de la elección de mi ropa, ni tan segura de haber aceptado ir por voluntad propia.
—¿Y tu novia?, ¿no se molestará? —No es que ella me importara ni lo más mínimo, pero tenía la estúpida necesidad de preguntar. Ni si quiera yo entiendo porque me gusta torturarme de esa manera.
—No. Entiende perfectamente como soy.
Parpadeo lentamente cuando escucho su contestación y noto como una de mis cejas se eleva por encima de las gafas de sol y mi boca se contrae en una mueca. Desde luego no puede dejar más claro que le da igual esa pobre e ilusa chica a la que seguramente tenga que invitar a piruletas por su corta edad.
Camino hasta el ascensor intentando averiguar cómo ella podía entender perfectamente como era Liam. Llevo conociéndole siete años de mi vida y no soy capaz de comprender ni entender cómo funcionaba su cerebro.
Esperar el ascensor es una tortura, y yo como buena persona que soy intento buscar un tema de conversación para que el silencio no sea tan incómodo, pero por más que pensaba, no era capaz de decir nada coherente porque no me salía nada. Mi voz se había perdido, se había quedado en mi apartamento y mi cerebro solo pensaba en echar un vistazo al cuerpo de Liam sin camiseta.
Sabía que tenía un tatuaje en la espalda porque se veía algún trazo, pero no tenía ni idea de cuando se lo había hecho ni de que era, aunque para ser justos, yo también me había hecho el de las costillas y él se enteró el otro día.
El sonido de su móvil me saca del trance y aguanto la respiración solo para oír la conversación. Si, no es algo que pueda evitar, necesito saber quién es ella.
—Ya vamos. —Silencio. Oigo la voz de la chica, pero no entiendo que dice porque tiene una voz demasiado dulce. De verdad, es perfecta —. No, es que ha tardado demasiado en salir de la cama. Que no... que te digo que no ¿vale?, no te preocupes. Te veo en unos minutos —. Y así, sin más cuelga el teléfono.
—Vamos —digo cuando las puertas del ascensor se abren reflejándonos en el espejo de la pared —, no hagamos esperar a la perfección hecha carne.
—¿Estás celosa Blue? —Me susurra al pasar por mi lado hacia su coche.
—¿Yo?, perdona, pero no tengo de que —mentira,—, puedo chascar los dedos y tener a quien quiera.
Ja, eso no me lo creo ni yo, pero, aun así, chasco mis dedos desde la puerta del acompañante mientras Liam me mira con una ceja levantada y las llaves de su Audi A3 en la mano.
—No chasques delante mía. No quiero tener que apartar moscardones.
—¿Celoso Liam?
—Para nada Blue. — Se sienta en el coche y arranca con calma mientras yo subo —. Tengo bastante claro que siempre consigo lo que quiero.
Me estaba cansando de escuchar la misma música repetitiva de moda. No tenía problema en escuchar cualquier tipo de música, pero a estas alturas de mi vida necesitaba variedad. Un rato podía estar escuchando las canciones lacrimógenas de los ochenta, como podía montarme una fiesta yo sola en el coche.
Miraba por la ventana mientras mantenía los brazos cruzados debajo de mi pecho. Realmente me moría por preguntar de donde había sacado a esa modelo que estaba en mi cocina está mañana, pero me daba miedo su respuesta.
—Suéltalo Blue. Te vas a envenenar si te muerdes la lengua.
—No tengo nada que decir. —Odio ser tan transparente para él, odio que me conozca tanto.
—No es lo que crees. —El olor del cigarrillo que acaba de encenderse inunda mis fosas nasales.
La rabia me aplasta como una roca y no puedo evitar pensar. ¿De verdad tan poco vale esa chica para Liam?, ¿de verdad somos todas un triste pasatiempo temporal para él?, diría que me sorprende pero desgraciadamente, conozco la mente de Liam demasiado bien como para saber que solo se preocupa por él y por lo que quiere.
En el fondo envidió que sea capaz de hacer, coger y decir lo que quiere en cada momento sin preocuparse por las consecuencias que puede causar, pero no puedo evitar bufar como un gato y las palabras escapan de mi boca sin pretenderlo.
—¿Y ya está?, ¿solo vas a decirme eso? —Lo miro con las cejas demasiado elevadas y la boca abierta porque soy incapaz de asimilar que eso haya salido de sus labios.
—¿Qué más quieres? —lame su labio y yo tengo que agarrarme al asiento de cuero de su coche, para evitar saltar sobre él —, ¿necesitas detalles escabrosos?
Un ruido parecido a una risa irónica se escapa de mi apretada garganta. Apoyo mi codo en la ventanilla y le miro mientras rasco mi sien con mi uña negra.
—Si, es lo que más me apetece —ironizo bajando la voz hasta convertirla en un susurro que solo oigo yo —, no necesito saber cuántos orgasmos la has provocado.
—¿Qué has dicho Blue?
No me ha podido oír, es físicamente imposible. Lleva la música lo suficientemente alta como para no escucharme hablar ni a un volumen normal, cuanto menos un puñetero susurro.
—¡Nada! —me enderezo en el asiento y veo que me está mirando —, mira a la carretera, no quiero morir.
Si, esa estupidez es la única que soy capaz de decir porque estoy nerviosa. Las manos me sudan y creo que estoy teniendo una taquicardia. No padezco del corazón, pero a su lado cualquier día es bueno para morir por un infarto. Mi esquela sería graciosa, si la escribiera Harper o Dan. "Y murió por un infarto provocado por una conversación insustancial porque no escuchaba lo que quería"
Apaga el cigarrillo en el cenicero del coche, y aprovecha para acercarse todo lo que el cinturón de seguridad le permite a mí.
—Créeme Blue, ni la mitad de los que te he provocado a ti.
Pues sí que me ha escuchado. Noto arder mis orejas, y sé a ciencia cierta que me había puesto colorada por la vergüenza que sus palabras causaban en mí.
Si, era cierto, en siete años habían sido muchos orgasmos. Más de los que pudiera o quisiera contar, y lo peor de todo es que recordaba todos y cada uno de ellos como si hubieran sido recientemente.
—Hablé con Dan y le conté lo que paso en tu casa hace unos días.
Tener confianza con Dan es lógico. Es el mejor amigo de los dos y ha estado en todos nuestros momentos, bueno casi todos porque no en los íntimos, pero no estaba segura de querer que supiera lo que había pasado en el sofá de la casa que compartimos. Es demasiado pronto y las palabras de Dan suenan altas y fuertes en mi cabeza porque no son la primera vez que las oigo, y la última vez había sido especialmente duro diciéndome que no podía seguir de esa manera ni llorando por las esquinas, o deprimida por alguien que no merecía la pena.
Razón no le quito, pero las formas no fueron las mejores; ha sido la única vez que Dan me a gritado enfadado y a usado palabras que sabía me iban a doler, y después de eso me prometí que Liam no iba a volver a destrozar los cimientos de mi vida, así que, no, no iba a decirle que nos habíamos besado. Al menos de momento.
Remuevo mi trasero de manera incómoda en el asiento. No quería tener esta conversación. No aquí, y menos cuando no podía huir a ningún sitio.
—¿Se lo hubieras contado?
—¿Contarle?, el que. —Hazte la tonta Blue, niégalo siempre aunque te enseñen las pruebas.
—Lo que había pasado en tú sofá.
—Supongo que si se lo hubiera contado. —Las palabras de Dan volvieron a mi cabeza y suspiro con calma y pesadamente —. Pero no sé exactamente cuándo lo habría hecho.
Me quedo callada cuando me doy cuenta que hemos llegado y había aparcado el coche al lado del Mustang de Dan. Joder yo no ganaba poco dinero, pero lo de ellos dos era una cosa totalmente diferente.
—¿Por qué? —Para el motor y se gira para poder mirarme.
—¿Por qué? —Repito estúpidamente sin entender.
—Porque no se lo hubieras dicho en ese mismo momento.
Mi boca se abre formando una O perfecta. Bueno, si le decía la verdad, sabría el desequilibrio que causa su sola existencia en mi persona, y las largas conversaciones que he mantenido durante todos estos años con Dan, por no hablar de que sabría que he estado en tratamiento psicológico con Dan, y eso era algo privado que desde luego no quería que supiera.
—Pues, porque no habría necesidad de si quiera decírselo. —Veo como Liam elevaba una ceja y sigue esperando —. Liam, solo fueron un par de besos y bueno...
Me callo cuando Liam abre la puerta del coche y sale cerrando con un portazo, mientras yo salgo y me acerco hasta él para seguirle hasta donde estaban los demás. Cinco minutos de andar por un camino de tierra en el más estricto silencio, así que cuando veo a lo lejos la figura de Dan y de Harper, casi suspiro aliviada porque la agonía de estar a solas con Liam se iba a acabar.
—Gracias por aclararme que no somos nada Blue y que esa tarde no significó nada para ti. —Susurra cerca de mi oído antes de acelerar el paso hacia la perfecta rubia que se cuelga a él como un mono.
Observo como se le marca el trasero en el bañador, y me golpeo mentalmente por lo que acabo de decirle.
De los pocos valores que mis padres nos han inculcado a mi hermana y a mí buenos, uno de ellos ha sido que tenemos que decir la verdad siempre, traiga las consecuencias que traiga y debí seguir esa enseñanza y asumir las consecuencias. Quizá si veo que Liam se mantiene como una constante estable en mi vida, aunque sea solo como amigo, le cuente todo lo que no sabe.
Veo el cuerpo escultural de Harper en un micro bikini rosa, veo a Dan en un bañador sufero azul, al chico desconocido en otro verde y a la supermodelo divina y preciosa que me mataba de envidia en un bikini amarillo que la sentaba maravillosamente.
Tenía un pequeñísimo tatuaje en el hombro y se había recogido el pelo en un moño.
—¿Observando a la competencia?
—Dan, ponte un cascabel. Eres demasiado silencioso.
—Y te encanta. —Tira de mi trenza y me pasa el brazo por lo hombros dejando un beso sobre mi sien —. No es competencia. No tiene ni dieciocho años.
Vuelvo demasiado rápido mi cabeza hacia ella. La verdad que, si parecía bastante joven, pero tanto como para no ir ni a la universidad, era pasarse.
—¿Estás de coña?, no puede tener diecisiete.
—Pues los tiene Blue.
Como si notara que hablamos de ella, gira la cabeza y me dedica una sonrisa demasiado sincera para ser la novia de Liam, y un saludo demasiado amistoso a Dan, que mantiene su brazo sobre mis hombros y la devuelve el saludo como si los dos supieran algo de lo que yo no tengo ni idea.
—Mierda me da igual lo que haga Liam con ella —sentencio alejándome de Dan y acercándome a los demás —. Vamos a empezar ya. Hace demasiado calor.
Cojo la llave de las taquillas que me tiende Harper, y veo a un chico encantador y realmente guapo con una sonrisa deslumbrante que correspondo sin dudarlo. Dejo las gafas de sol, mis converse y miro a mi alrededor antes de quitarme la camiseta.
Harper se peleaba con Dan y Liam hablaba con la chica y el chico que empezaban a darme miedo por su manera tan amable de mirarme y sonreírme. ¿Pero que les pasaba?, joder si ella supiera que me encantaría montar a su ligue como si fuera una amazona, dejaría de mirarme de esa manera.
Me quito la camiseta y cierro la taquilla para poder poner en mi muñeca la goma en la que iba atada la llave. Resoplo y giro sobre mis talones para ir hacia el grupo.
Observo con calma el tatuaje de Liam. Era un ángel. Un ángel caído atrapado en las sombras. Las alas llegaban hasta sus hombros, eran las líneas que se veían y estaban ardiendo. Era en blanco y negro y encima de su cabeza había un reloj de arena.
Joder, tenía claro que el reloj era por el tiempo. El que había perdido y el que tenía. No había otro posible significado, el tiempo es tiempo, pero el ángel no tenía ni la menor idea de que podía significar.
Veo la mirada de Harper y de Dan mientras cuchicheaban sobre el repaso que acababa de hacerle a Liam, y no puedo por menos que sacar mi dedo para dejarles muy clara la opinión que tenia de lo que estaban diciendo.
Camino con la espalda recta hasta llegar al lado de Liam, y reprimo la sonrisa cuando veo que me mira de reojo con una sonrisa torcida.
—Chicos, las parejas.
Sonrío al chico de las taquillas que me devuelve la sonrisa mientras se quita la gorra y se recoge el pelo color chocolate en una pequeña coleta. Tiene un estilo despreocupado que de verdad no pega en absoluto en el estilo de vida de Los Ángeles. Dudo que sea de aquí, más bien parece australiano o de Florida. No lo sé, quizá se lo pregunte cuando terminemos.
El brazo de Liam en mis hombros me saca de mis pensamientos. Era una realidad, era mi pareja en el pádel surf.
—Blue, deja de sonreír al chico.
—¿Por qué? tú has venido con tu novia y el chico es muy mono —Entrecierro los ojos mientras sigo mirándole .— Quizá luego le pregunte de donde es porque no parece de aquí.
El soplido a mi lado me hace morderme el labio para aguantar una carcajada. Reírme de los celos de Liam en su cara no creo que sea lo más adecuado, sobre todo si tengo en cuenta que es mi pareja en la tabla y puedo terminar en el agua más veces de las que quiero, que vienen siendo ninguna.
—Ahora que lo dices, sí que parece un mono sí. De esos que están en el zoo y piden comida. —Está celoso, y me encanta.
—Has perdido tu gracia Liam. Vete a buscarla.
Termino cruzándome de brazos mientras espero mi remo y nos asignan una tabla adecuada para el tamaño que teníamos, aunque más bien, adecuada para el tamaño de Liam, que media más de metro noventa y tenía el cuerpo demasiado musculado.
—Chicos, por aquí. Os quedáis con esa amarilla y negra. —Señala la inmensa tabla y yo le sonrío de nuevo a modo de gracias.
—Blue —el gruñido de Liam detrás de mí, me hizo girarme —, para. De. Sonreírle.
—¿Celoso Liam? —Paso mi dedo por su pecho y él observa el recorrido con una ceja levantada.
No va a contestar, eso está claro. Hace años, cuando le preguntaba si estaba celoso por algún motivo que me incluyera, se limitaba a contestar con un "por favor, mírame nena, no tengo de que tener celos", y yo solo quería golpearle la cara hasta romperle la nariz por su grandísimo ego.
—Si, estoy celoso. —Contesta tranquilamente, y camina hasta recoger la tabla dejándome con la boca abierta.
(***)
Llevábamos dos horas haciendo pádel surf y me lo estaba pasando demasiado bien. Harper y Dan se habían caído tres veces, la novia de Liam y su amigo, se habían tirado para refrescarse y nosotros nos habíamos mantenido en pie de manera estóica.
Eso sí, Liam había tenido el detalle de dejarme delante y empezaba a sospechar que era para poder mirarme el trasero sin reparo.
Conseguimos llegar a la orilla de enfrente del lago, y me bajo con la misma delicadeza de la tabla, como un elefante sale del agua.
—Dónde vas Blue. —Pregunta mojándose en la orilla.
—A la sombra. Voy debajo de aquellos arbolitos que están a menos de un metro de ti. No voy a perderme.
Veo como Liam pone los ojos en blanco y se levanta de la orilla para venir conmigo. Mi corazón comienza a latir como si fuera a darle un infarto, y mi respiración se acelera.
—Tienes que aprender a controlar tu respiración cuando estoy cerca.
—Es por el ejercicio de andar.
—Blue, has andado medio metro. No es esfuerzo y lo sabes.
Me dejo caer en la arena con la espalda apoyada en el tronco de un árbol, y las piernas estiradas hacia delante, y cierro los ojos disfrutando del sonido de los pájaros.
Esto es paz. Oír el suave y cálido viento moviendo las hojas de los árboles que hay a nuestro alrededor y las pequeñas olas que se crean por las mínimas corrientes que tiene el lago, todo ello acompañado de los pájaros que cantan y pian. De verdad que me encanta.
—No recordaba que tu tatuaje fuera tan realista.
Mi respiración y mi concentración en escuchar la naturaleza que me rodea, desaparecen cuando noto su dedo trazar el escarabajo egipcio que adornaba mi muslo izquierdo. Había conseguido que el tatuador dibujara con demasiado realismo los ojos de la primera mascota que tuve en mi vida. Un gato de preciosos ojos verdes que se encontraban por debajo del escarabajo.
—Si que lo es. —Le devuelvo la mirada y no puedo callarme la opinión del tatuaje que adorna su espalda —. El tuyo es impresionante, aunque no lo entiendo muy bien.
—No es algo que tenga explicación. Es un ángel caído con el reloj del tiempo. —Sonríe sin ganas —. Mi madre decía que yo fui su primer ángel.
—¿Caído?, no creo que tu madre piense tan mal de ti.
—Pensaba —deja de mirarme para mirar al agua, y noto como en mi estómago cae una piedra dura y pesada —. Murió el año pasado. Quería hacerme algo por ella, pero no soy un ángel Blue, y tú lo sabes mejor que nadie.
Joder, ¿y ahora que digo?, lo que menos esperaba es que esa mujer de ojos azules, tan preciosos y únicos como los de Liam, sonrisa amable y pelo castaño claro, hubiera muerto.
Aún recuerdo que cuando yo iba, me obligaba a cenar una noche en su casa y se interesaba por toda mi vida mientras sonreía con auténtico cariño, como si ella fuera la conocedora de un gran secreto y solo estuviera esperando a que los demás lo descubriéramos.
—No sabía que Carol había...Lo siento Liam. Podías haberme llamado... —Es lo único que soy capaz de decir, porque en el fondo me duele que ni si quiera Dan me lo haya contado.
Liam niega con la cabeza mientras se despeina el pelo mojado haciendo que se le quede más desordenado. Veo las gotas caer por su pecho y no puedo aguantar las ganas de acariciarle. Necesito tocarle y no sé por qué, así que coloco mi mano en su pecho, notando como los latidos de su corazón se aceleran mínimamente y de manera casi imperceptible.
—No quería que vinieras a levantarme otra vez Blue. —Entrelaza sus dedos con los míos y acerca mi mano a su boca para dejar un beso —. Siempre me has salvado, y no quería que esta vez fuera así.
—Pero eso es diferente era tu madre y...
—Y nada Blue, no eres mi salvavidas. —Busca mis ojos con los suyos —. Lo que dije el otro día era cierto, quiero una oportunidad, pero no puedo tenerla si dependo de ti para todo.
—No dependes de mi para todo. La carrera la conseguiste solo, no siempre he estado ahí.
Me río sin ganas acariciando mi cuello, porque sí, aprobar los exámenes fue cosa únicamente suya, pero no puedo quitarle la razón en que para todo lo demás allí estaba yo. Aunque el noventa por ciento de las veces, solo me dejaba estar para lo malo.
—Cuando suspendía, te llamaba y me animabas; cuando me emborrachaba me cuidabas. Siempre has estado para mí Blue, y yo siempre he sido un imbécil. Si no aprendía a cuidarme solo, no podría pedirte que confiaras en mí de nuevo.
—Tú también estabas para mí —medito durante unos segundos, eso no era del todo cierto —, a veces.
Una sonrisa triste aparece en mi cara y suelto mi mano para abrazarme las rodillas y poder apoyar la barbilla en los brazos mirando hacia el lago.
—¿Sí?, ¿cuándo?, yo recuerdo que estaba para salir de fiesta, para viajar, para el sexo... pero no recuerdo estar cuando te rompiste el tobillo y no podías salir de la residencia, ni cuando las cosas en tu familia se fueron a la mierda.
Si, me rompí el tobillo en segundo año. Llegaba tarde a un examen y tropecé en las escaleras. Por no caerme, apoyé todo mi peso en el tobillo y me lo rompí. Evidentemente no hice el examen, tuve que repetirlo en septiembre. Afortunadamente, más de la mitad de los profesores me dieron la opción de asistir a sus clases online, así que no tenia que preocuparme por pensar en salir de la residencia más que en tres asignaturas.
Las cosas en mi familia nunca fueron maravillosas, pero se terminaron de ir a la mierda en mi primer año de carrera, cuando mis padres me retiraron los fondos para pagar las clases por no estudiar económicas y seguir el legado familiar, y tuve que buscar un trabajo de fines de semana y por las tardes, aparte de no tener más remedio que pedir un préstamo porque las becas me eran denegadas solo con ver el apellido que cargaba, cortesía de mi padre y su abultada cuenta bancaria.
Lo único bueno de aquella horrible época, era pasar las vacaciones de verano y navidad con Dan en Los Ángeles o con Harper en Pennsylvania.
Debí presentarlos antes.
—Bueno, estabas estudiando y yo tampoco te pedí que estuvieras. —Contesto saliendo de mis pensamientos pasados. Ya no tenía sentido volver atrás.
—Joder Blue, éramos pareja, no tendrías que habérmelo pedido, tendría que haber estado y punto.
Y llevaba razón, éramos una pareja. O eso creía yo. Giro mi cabeza para mirarle. Tenía la mirada en sus manos y las gafas de sol puestas. La verdad es que tenía razón en todo lo que había dicho. Cuando me rompí el tobillo se alejó y me dejó por un triste mensaje; yo me hundí en la miseria y fue Dan quien me sacó de las tinieblas. Como siempre.
Cuando dejé de hablar con mis padres y mi hermana, Liam estaba ocupado estudiando, o eso se suponía, porque ese mismo fin de semana en el cual yo lloraba a mares por la relación rota, él estaba de fiesta en su hermandad con una rubia entre los brazos. Las redes sociales son traicioneras; así que si, en mis peores momentos Liam huía como un perro dejándome sola.
—Bueno, ahora puedes enmendarlo con tu nueva conquista.
Hago una mueca que intentaba ser una sonrisa amigable, pero más bien quedé como la loca y perturbada asesina de una película de terror, porque alguien, que seguramente se lo merecía, iba a llevarse la parte buena de Liam, mientras yo me había llevado la parte que nadie quiere.
Solo pensar que Liam tenía otra novia que no fuera yo, me daba dolor de estómago y unas ganas terribles de vomitar. Me enfermaba, aunque no lo confesaría nunca.
—Y tú te alegras enormemente por mí, ¿cierto? —Asiento lentamente con la misma sonrisa de loca —. No me mientas Blue, siempre se te ha dado fatal.
—Joder Liam es que es menor de edad por dios y es, es...perfecta. Es una barbie maravillosa y... bueno da igual.
—¿Es maravillosa?, si ya lo creo tiene buenos genes.
Comienza a reírse y yo resoplo mirando hacia el lado contrario al que estaba sentado él. Pongo mis ojos en blanco y me deleito con la fantasía de que se ahogaba en el lago con mi ayuda. La vida me torturaba y no tenía pinta de ir a dejar de hacerlo.
—Deja de resoplar Blue —coge mi brazo y me hace girar para mirarle a los ojos. Se había quitado las gafas y por dios que sus ojos tan claros como el cielo me dejaban idiota — ¿Estás celosa? —Niego con la cabeza —. Deja de mentir por favor. Te lo preguntaré otra vez. ¿Estás celosa?
Me conocía demasiado bien. Antes de ser pareja o bueno, intentarlo siete condenadas veces, que también yo tenía que ser masoca, fuimos amigos. Muy buenos amigos de hecho.
Liam me contaba sus aventuras y yo las mías, aunque él siempre aprovechaba cualquier oportunidad para tirarme los trastos sutilmente hasta el día que me lo dijo en la cara en una fiesta.
Yo le rechacé lo mejor que pude y aguantamos la amistad durante meses, hasta que le vi en una foto con una chica que no conocía y los celos me quemaron por dentro. Engañarle ahora era inútil.
—¡Si!, ¿contento?, estoy celosa porque no entiendo que con ella si puedas mantener una relación y conmigo no hayas sido capaz. Estoy celosa porque ella se va a llevar la parte buena de ti que no fuiste capaz de darme a mí. ¡Joder sí, estoy celosa!
Me levanto y camino hasta la orilla para no verle la cara de satisfacción. No había vuelto a confesar que me daba celos cualquier chica con la que estuviera, desde aquella primera vez que lo intentamos a los dieciséis años. Para Liam oírme decir eso era un triunfo que le había servido en bandeja de plata.
Pateo el agua y refunfuño un poco para mí misma mientras veía a lo lejos a la maravillosa rubia en la tabla riéndose y haciéndose fotos con el otro chico. Era demasiado joven para Liam, se acercaba más a la edad del chico.
El frío repentino en todo mi cuerpo, me saca de mis pensamientos. Liam me había cogido en brazos y me había tirado al agua para venir andando tranquilamente a donde estaba yo con el pelo que se había escapado de mis trenzas por toda la cara como la niña del pozo y tosiendo frenéticamente por el trago que había dado a su salud.
—¡¿Estás loco?!, casi me ahogo. —Grito quitándome el pelo de la cara con una de las manos.
—¿Ahogarte?, hace falta más que un trago de agua para ahogarse Blue.
Oigo su risa mientras no puedo abrir los ojos porque el agua me chorrea por todos lados. Paso mis manos por la cara y pude abrirlos, pero casi hubiera preferido quedarme con ellos cerrados. Liam estaba frente a mí con su más de metro noventa y me había cogido las mejillas con sus grandes manos.
—Pero que...pero ¿qué haces? —Intento separarme, aunque reconozco que no puse demasiado empeño —. Tú novia está a pocos metros.
Se limita a sonreír y pega sus labios a los míos mientras yo era incapaz de reaccionar. Me debatía entre quitarle y hacerme la ofendida, o rendirme y devolverle el beso.
Decidí que la segunda opción era mucho más placentera, así que rodeo su cuello con mis brazos y me pongo de puntillas en la arena del lago para llegar mejor. Abro mi boca y dejo que su lengua entre y juegue con la mía.
Noto sus manos bajar hasta mi trasero y cogerme para subirme haciendo que enrede mis piernas en sus caderas. Los aplausos y los gritos de Dan, Harper y los desconocidos que iban con nosotros, me llegan desde lo que parecía una distancia insignificante.
—Mierda Liam tu novia... —Me separo como puedo, pero me vuelve a cortar con otro beso rápido.
—¿Enserio no ves el parecido entre los dos de la tabla y yo? —Sonríe apoyando su frente sobre la mía y levantando una ceja —. Blue, son Cassie y Matt.
Me separo haciendo que él se tambalee y caigamos los dos al agua.
—¿Tus hermanos?, ¿y porque coño no me lo dijiste Liam?
—Porque me ha encantado saber lo celosa que estabas.
Sus carcajadas llenan el lago y yo no puedo evitar reírme. Había hecho el ridículo y había sentido celos de su hermana. ¿Cuántos años habían pasado desde que los vi?, recuerdo que los conocí cuando tenía diecisiete y si las cuentas no me fallan Matt tenía quince y era un niño gordito y rubio de ojos azules y Cassie tenía once y era flacucha y desgarbada.
—Llevaba mucho tiempo sin verlos. —Liam pasa su brazo por mis hombros y besa mi cabeza —. No los había reconocido.
—Lo sé. Llevo esperando que confieses tus celos desde esta mañana que has visto a mi hermana en la cocina.
—No es justo. Has estado haciéndome sufrir.
Salpico agua a su cara y corro hasta la orilla para coger la tabla y volver hasta la otra orilla.
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