Capitulo 8

Después de la llamada de su cliente, nos hemos concentrado en ver películas mientras comíamos palomitas, yo con los pies encima de Liam y él acariciando mis piernas.

No ha comentado nada de lo que ha pasado y lo agradezco, porque, aunque me he dejado llevar por el momento, no me siento preparada para que ningún chico me vea desnuda. He tratado esto varias veces con Dan en diferentes sesiones y como amigo, por no hablar de que Harper también ha intentado que me saque esas estupideces de la cabeza, pero mi mente no me lo permite.

No soy idiota, y tengo bastante claro que Liam sabe que algo ocurre en mi cabeza con ese tema. Nunca me dio vergüenza mi físico, y mucho menos con él que fue el primero que me vio, y que, a pesar de todo, siempre me trató como si fuera lo más hermoso que había visto, pero ahora mismo, que cualquier persona que no sea yo misma me vea desnuda es algo que no se me pasa ni por la cabeza.

No puedo hacerlo, así de simple. Las cicatrices que no se ven, son mucho mayores que las que están a la vista de cualquiera, y también son las más difíciles de curar, y sinceramente, no pensé tener que preocuparme por curarlos jamás. Después de Ben, no me planteé la posibilidad de estar con otra persona.

Me distraigo de mis pensamientos mientras como palomitas y patatas, cuando el móvil de Liam suena de manera insistente, y con insistente me refiero a que deja de sonar por dos segundos y vuelve a sonar esa canción de IPhone que voy a terminar por tararear por las noches.

— Cógelo, sino no vamos a poder ver la película. —Bufo echando mi cabeza sobre el reposabrazos del sofá.

— Déjalo sonar, no es nadie importante.

Antes de que se dé cuenta y de que pueda impedírmelo, salto del sofá y cojo el móvil con intenciones de apagarlo, pero el nombre de Sofia en la pantalla, hace que la rabia me invada y se empiece a expandir por mi cuello y mi cara.

— Teléfono de Liam Galp, en que puedo ayudarle. —Contesto mirando a Liam a los ojos.

Se ha levantado del sofá y ha estirado la mano hacia mí con intenciones de quitarme el móvil, pero al final ser más pequeña que él tiene sus ventajas, aunque solo sea para escaquearme en lo que yo pensaba era una broma.

Dejo de huir de Liam y pongo la espalda muy recta antes de separar el teléfono de mi oreja y empotrarlo contra su pecho con la suficiente fuerza como para que note mi enfado.

— Es para ti. —Sonrío cínicamente —. Sofia dice que si podéis quedar para repetir lo de anoche.

Salgo del salón hacia la cocina, y dejo que tenga su intimidad con la chica que ocupo su cama el viernes.

De verdad que lo intento. Cortarme el dedo ahora mismo mientras corto con demasiada fuerza una zanahoria en rodajas para la cena, seria horrible, y no solo porque me quedaría sin medio dedo, sino porque Liam tendría que llevarme al hospital y significaría estar encerrados en su coche a solas al menos durante quince minutos.

Lo único que quiero es que acabe la puñetera conversación con Sofia y salga de mi casa. Oigo los murmullos y veo de reojo como gesticula demasiado con las manos; lo conozco lo suficiente como para saber que está enfadado, lo que no me queda claro es si está enfadado porque ella lo ha llamado o porque yo lo he pillado.

Ironías de la vida una sonora carcajada se escapa de mis labios mientras niego con la cabeza, provocando que un Liam con el ceño fruncido me observe como si me hubiera salido otra cabeza. Joder, tres años he sido capaz de mantenerme lejos de él, porque sabía a la perfección lo que pasaría, y solo ha tardado dos semanas en conseguir que yo perdiera todo lo logrado con él, porque si Blue, eres estúpida cuando se trata de Liam Galp.

Otra carcajada sale de mi boca y no puedo evitar pensar en lo ridícula que es esta situación vista desde fuera.

— ¿Se puede saber de qué te ríes? —La voz de Liam hace que me deje de reír.

Giro mi cuerpo lentamente con un cuchillo en una mano y un pimiento amarillo en la otra, porque si, voy a hacerme fajitas para cenar y no, Liam no va a comer de ellas.

— Me rio de lo ridícula que soy. —Sentencio volviendo a cortar el pimiento en tiras —. Deberías irte, no necesito a una loca rondando mi casa.

El cuerpo de Liam entra en mi campo de visión. Está apoyado en la encimera al lado de donde estoy cortando mi pimiento, mientras observa el movimiento de mi cuchillo en la verdura.

— Blue puedo...

— Ni te molestes. —Le corto alejándome de él —. No somos nada. No me debes explicaciones.

Bien Blue, un poco de ese amor propio que has mantenido durante tres años. No podía haberse ido todo por el desagüe, ¿verdad?

— ¿Qué no somos nada?, joder Blue acabo de pedirte una oportunidad.

Los brazos de Liam se abren hacia los lados como si no entendiera que demonios está pasando, y yo no estoy ni mínimamente preparada para esto.

— Deberías irte Liam. — Gruño mientras echo el pimiento en la sartén junto a la carne de pollo y la zanahoria.

— No me voy a ir Blue, —avanza hacia mi negando con la cabeza —, no hasta que aclare las cosas.

De un golpe seco, dejo caer el cuchillo y la tabla en el fregadero mientras intento mantener mi mal humor a raya. Si le enseño que no estoy enfadada, sino celosa, habrá ganado, otra vez, y eso es algo que sinceramente no me apetece que vea.

— ¿Qué quieres aclarar Liam? —interrogo con la mandíbula apretada —. ¿Qué anoche te acostaste con alguien? —observo como traga con dificultad y entiendo que es cierto. Anoche Liam estuvo con esa chica —. Ya me lo has dejado claro. Vete.

No me doy cuenta de lo rápido que avanza hacia mí, ni de lo rápido que sus brazos me rodean apretándome contra él, y por supuesto no me doy cuenta de lo rápido que la ansiedad y el pánico se adueñan de mi trayendo a mi cabeza recuerdos que no quiero volver a tener.

— ¡Suéltame!

Pataleo, me remuevo y hasta creo que levanto mis piernas hasta apoyar mis pies en la encimera, pero Liam no me suelta, y yo cada vez tengo más pánico.

La parte racional de mi cerebro, me grita que me calme que solo era Liam y que él nunca me hará daño, pero la parte loca e irracional de mi cerebro solo sabe gritarme que me defienda porque esta situación ya la había vivido y no había terminado demasiado bien para mí.

Dejo de oír. La voz de Liam pidiéndome calma parece llegar desde muy lejos, porque yo solo soy capaz de escuchar un pitido mientras la sartén se cae del fuego con un sonoro estruendo en el suelo de la cocina.

Ni siquiera me doy cuenta de que la puerta de entrada se abre, y mucho menos soy consciente de que unos brazos alejan a Liam de mi mientras yo me hago una pequeña bolita en el suelo de la cocina.

— ¡¿Qué coño haces Liam?! —la voz de Dan me llega, porque en el momento en el que me siento libre, el pitido desaparece de mis oídos.

— ¡Solo quería que me escuchara! —se defiende Liam mientras yo mantengo mis rodillas abrazadas y mi barbilla apoyada en ellas —. ¡Hacia un rato en la terraza la cogí así y no pasó nada!

— ¿Qué coño ha pasado?

Entre murmullos, oigo como Liam le cuenta a Dan lo que acababa de pasar. Que nos habíamos besado, que todo se interrumpió por una llamada de un cliente que odiaba, y que después seguimos viendo películas y comiendo palomitas y patatas sin problemas, hasta que llamó por teléfono Sofia y todo se descontroló.

— ¿Te dijo que te fueras entonces? —Liam asiente mirándome —. Debiste hacerlo. Bueno primero, no debiste venir aquí a pedir nada cuando anoche estabas con otra.

— ¡Ya lo sé Dan, no soy idiota!, pero te juro que lo mío con Sofia no es nada, y te aseguro que no la prometí más que una noche.

— No se trata de eso Liam, se trata de que no puedes intentar recuperar la confianza de alguien y hacer ese tipo de cosas, se trata de... —oigo el bufido desesperado de Dan. Conociéndole, seguramente estaba contando mentalmente hasta cien como recomendaba en sus sesiones —. Mira Liam, hay cosas que no sabes.

Al oír esas palabras, solo soy capaz de levantar la cabeza de mis rodillas, y buscar a Dan con la mirada. No fue difícil, él ya se ha encargado de mirarme y yo solo tengo que negar levemente antes de que continuara con su conversación con Liam.

— No puedo contártelo Liam, así que no preguntes.

— ¿Qué?, no me jodas Dan, soy yo y tengo que saber que ha pasado porque...

— ¡No puedo contártelo porque es secreto médico paciente!

Y lo veo. Liam se endereza, se aleja de Dan y su cara se vuelve dura. Parece que se ha convertido en piedra.

— ¿Médico, paciente? —señala hacia mí —. ¿Me estás diciendo que Blue ha estado en tratamiento psicológico contigo? —Dan asiente agachando la cabeza y mirando directamente al suelo —. ¿Pero qué coño ha pasado en estos tres años?

La pregunta de Liam queda sin respuesta. Dan no la iba a contestar porque no podía legalmente, y yo no la iba a contestar porque, aunque suene estúpido, me avergonzaba de todo lo que había pasado parte de esos tres años.

Había conseguido volver a ser la antigua Blue, bueno un poquito de la antigua Blue, pero no había podido recuperar mi antiguo yo al completo. Eso era algo en lo que seguía trabajando, pero por cabezonería, sola, sin Dan.

— Podía pagar el alquiler perfectamente. —Vuelvo a mirar a Dan. Me había mentido. Me había mentido para venirse a vivir conmigo y tenerme cerca por si pasaba algo malo. Algo que yo no pudiera manejar —. Pero fue la excusa perfecta para venirme aquí con ella.

Debería estar enfadada, debería sentirme estafada, debería levantarme y dejarle las cosas claras a Dan por haberme engañado para vivir conmigo, pero en el fondo, sé que necesito que alguien esté cerca.

No tengo insomnio desde que Dan ha venido a vivir conmigo. Es una estupidez, pero he pasado de dormir cuatro horas o cinco con suerte, a dormir las ocho horas del tirón y a no estremecerme cuando la puerta de un vecino se cerraba o cuando se caía algún vaso o simplemente el aire movía el toldo de la terraza, porque si, a pesar de que debería estar enormemente enfadada por la gran mentira de Dan, lo que realmente estaba era enormemente agradecida por darme lo que necesitaba sin haberlo pedido.

— Liam, creo que deberías irte.

La mirada de Liam se clava en mi como un cuchillo. Quería que se fuera, necesitaba que se fuera. Había estado a punto de olvidarme de todo lo que había pasado.

—¿Me contaras cómo está?

— Si, lo haré. Te mantendré informado. —Me levanto despacio del suelo, y me pierdo por el pasillo, donde me permito el lujo de apoyarme en una pared y tratar de controlar mi respiración. — ¿De verdad quieres estar con ella Liam?, pero no me refiero a como lo has estado siempre, sino enserio.

— Dan, sabes que nunca me arrepiento de lo que hago, sabes que no soy así, —el sonido de la puerta al abrirse me hace volver a respirar con dificultad —, pero si me arrepiento de todo lo que ha pasado con ella. No debí perderla la primera vez.

Golpeo mi cabeza con la pared del pasillo. Escuchar esas palabras salir de la boca de Liam no pueden ser buenas para mi salud mental, ¿debería creerle?, cierto es que casi ha confesado haber pasado la noche con otra, pero tampoco es que lo tuviera prohibido; joder Liam no es nada mío a día de hoy, así que anoche lo era menos todavía.

Oigo un palmeo en lo que suponía era una espalda. Seguramente Dan había golpeado levemente a Liam en un hombro, y vuelvo a concentrarme en escuchar su conversación mientras mantengo mis ojos cerrados y muerdo mi labio demasiado fuerte.

— Créeme, todo hubiera sido mucho más fácil. Te escribo luego.

Y con esas últimas palabras, la puerta de entrada se cierra y yo me deslizo silenciosamente hasta mi habitación, donde echo el seguro a la puerta y me dejo caer en la cama.

                                                                               (***)    

Me despierto a las tres de la madrugada. Mi ataque de pánico de antes de la cena me había dejado mentalmente agotada y me quedé dormida sin darme cuenta. Necesitaba comer. El estómago me rugía y también necesitaba una ducha. Mi cuerpo lo agradecería.

Abro lentamente la puerta de la habitación, una estupidez porque a esas horas lo más probable es que Dan esté durmiendo como un bebé, porque si, tenía esa capacidad de dormir ante cualquier situación y ya podía caerle una bomba al lado que ni de coña iba a despertarse. Le envidiaba.

Camino a oscuras hasta la cocina, y no puedo por menos que sonreír cuando veo un plato en la isla tapado con papel transparente y una nota encima:

"Para cuando te de hambre, que conociéndote será antes del amanecer."

Y allí estaba, un maravilloso plato con patatas fritas y una hamburguesa. Todo ello casero. Podía ver el bacón, el huevo frito y el queso, por no hablar de que la carne no era redonda y asquerosa, como la que vendían hecha. Esta estaba aderezada por la receta secreta de Dan.

Destapo el plato y lo meto al microondas mientras me llevaba a la mesita del salón un pequeño mantel, servilletas, cubiertos y un vaso de Coca-Cola, porque seamos sinceros, cuando tenía un ataque mi cuerpo pedía grasa y azúcar, y seguramente por eso Dan me había dejado una hamburguesa.

Enciendo la tele mientras espero a que la comida se termine de calentar, y pongo un capítulo de una serie cualquiera. Realmente no lo estoy viendo, pero no quiero escuchar el silencio que reinaba en casa, porque si lo escuchaba, mi cabeza empezaría a pensar y no era algo que ahora mismo necesitara.

Camino hacia la cocina cuando oigo el pitido del micro, y vuelvo con el plato hasta la mesa; tarde exactamente diez minutos en devorar la comida que realmente estaba deliciosa, o yo tenía demasiada hambre. Todo era posible.

Aun con el plato en la mesa, apago el televisor y llevo los platos y todo lo demás hasta la cocina, para meterlos al lavavajillas, porque podía estar en medio de una de mis crisis, pero eso no me impedía ser limpia e higiénica, y dejar platos sucios por la encimera no era algo que me gustara.

De camino a la habitación, algo llama mi atención. Cuando paso por delante de la puerta de cristal de la terraza, veo la pequeña luz de un cigarrillo. Nada de eso parece anormal un sábado por la noche, de hecho, no debería haberme resultado nada extraño, pero no puedo evitar quedarme paralizada en el sitio, y no puedo evitar que mi cuerpo tiemble.

¿Me estaba volviendo loca?, era muy posible desde luego, el problema es que, si yo estaba a oscuras en mi casa y desde abajo nadie podía verme, ¿por qué me sentía vigilada por quien fuera que estaba fumando?, intento acercarme más a la puerta, pero no puedo. Mis pies están pegados al suelo y ya no sé si había visto a alguien o me lo he imaginado, y entonces lo vi, el desconocido sonríe bajo su gorra y lleva su dedo índice a sus labios en un gesto de silencio que me hace caer de rodillas al suelo.

— ¡¡Dan!! —Grito sin atreverme a moverme del suelo —, ¡Dan!

— Mierda, —Dan choca contra la pared de enfrente de su habitación al salir corriendo al salón —, ¿Blue?, que pasa, donde... ¡joder!

Y si, choca conmigo y tiene que poner las manos para no dejarse la cara en el suelo mientras yo seguía de rodillas al lado de la mesa de café sin apartar la mirada de la puerta de cristal de la terraza.

— ¿Blue?, que pasa, ¿una pesadilla? —Niego con la cabeza mientras Dan se sentaba frente a mí en el suelo.

Podía ver su pelo negro revuelto, su pijama de cuadros y su perfecto tatuaje en su brazo. No tenía los ojos demasiado abiertos y una línea de la sábana marcaba el lado derecho de su cara.

— ¿Entonces?, si no ha sido una pesadilla, ¿qué pasa?

Respiro profundamente antes de contestar. Cierro mis ojos y me lanzo a decir lo que había visto, o bueno más bien, lo que me había parecido que había visto.

— Había un tipo fuera. —Balbuceo sin fuerzas —. Bueno estaba fumando debajo de la terraza. No le di importancia Dan, te lo juro, — para ese momento, Dan se ha levantado y camina hacia la terraza, — pero me quedé paralizada cuando pasé por delante de la puerta para volver a la cama.

— ¿Le has visto bien Blue?, podría ser un simple chico esperando a cualquiera.

— Llevaba una gorra Dan, pero no es eso lo que me ha hecho llamarte.

Seco rápidamente con mis dedos unas lágrimas que se habían escapado. Dan mira por la puerta de cristal y sé de sobra que no ve a nada ni a nadie. Se de sobra que pensaba que me lo había imaginado por mi crisis y se de sobra que me recomendaría volver a la terapia.

— ¿Entonces?, porque me has llamado Blue. —Vuelve a caminar hacia mí con calma —. Ahí abajo no hay nadie. Vamos a la cama.

Agarro la mano que Dan me tiende, y dejo que me acompañe hasta la habitación, donde espera en el marco de la puerta a que me tumbe.

— Blue, quizá deberías...

— No voy a volver a terapia Dan. No estoy loca.

— No Blue, no estás loca, estas traumatizada y creo que...

— ¡Se lo que he visto Dan! —Bufo sintiéndome impotente.

— ¿Y qué has visto Blue?, porque yo no he visto nada y tú no me has dicho nada. Todo tengo que imaginármelo.

Dan camina y se sienta a mi lado en la cama. ¿Cómo hubiera reaccionado si esto hubiera pasado y él no hubiera estado aquí?

— Dan me ha mandado callar. —La frente de Dan se arruga —. Cuando le he mirado, me ha hecho un gesto para que me callara mientras sonreía.

De manera instintiva, Dan me rodea con sus brazos y me aprieta contra su pecho, y yo me dejo abrazar. Me siento segura con Dan a mi lado, me siento segura en los brazos de Dan.

Es increíble como tu propio cerebro y tu propio cuerpo reconocen los lugares seguros. Tú habitación cuando eres adolescente, la cama de tus padres cuando tienes una pesadilla cuando eres pequeño...

Siempre encontramos un lugar seguro. Cualquier cosa que nos haga sentir bien y en calma. Y eso era Dan para mí. Mi lugar seguro.

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