Capitulo 6
Por fin ha llegado el fin de semana. ¿Planes?, ponerme mi ropa de estar por casa, que básicamente consiste en unos pantalones cortos de pijama, unos calcetines mulliditos, una camiseta y un moño mal hecho.
Los planes continuaban en exfoliarme la cara, ponerme la mascarilla y pasar la aspiradora al ritmo de la música que salía por la tele. Después de eso, tocaba manicura, depilarme las cejas y tirarme en el sofá a ver películas o series.
—Si claro, —decía Dan por teléfono cuando llegué a la cocina después de salir del baño. Mi cuerpo clamaba por su café mañanero —, lo intento, pero no te puedo prometer nada. —Levantó la mirada hacia mí —. ¡Díselo tú! Joder, vale.
Doy vueltas a mi café con los ojos entrecerrados hacia Dan. Me está mirando fijamente con una sonrisa de psicópata y la cabeza ladeada.
—Buenos días querida Blue. —Alzo una de mis cejas y dejo de mover el café.
—No. Sea lo que sea que quieres la respuesta es no.
—Laser Tag. Eso quiero.
Veo como levanta sus manos en son de paz sin soltar su móvil y yo entrecierro aún más mis ojos. ¿Laser Tag?, llevábamos sin ir a un sitio de eso años, quizá desde los diecisiete y como siempre acabé con Liam.
—Pásatelo bien Dan. Yo ya tengo planes. —Vuelvo a mover mi café.
—Blue, quedarse en casa limpiando, bailando con la escoba y poniéndote mascarillas no es tener planes.
—Hay que limpiar, si por ti fuera la mierda nos llegaría a las rodillas. No voy a ir.
—¿Seguro?, luego vamos a comer y quizá vayamos al cine o a los bolos o a un billar.
Y ya sabía quién había tenido la idea del Laser Tag. La misma persona que disfrutaba cuando éramos adolescentes de pulirnos en los bolos y masacrarnos al billar. La misma persona a la que ya no tenía que ver más porque todo lo hablaríamos por correo, la misma persona a la que estaba atada por el contrato publicitario de Lexi y la misma persona de la que no sabía nada desde hacía tres días.
No me afectaba, bueno, quizá un poco porque ilusa de mí, me permití llegar a pensar que está vez podría ser diferente porque somos adultos, pero claro, eso no iba a pasar y me conciencié cuando anoche me metí en la cama después de observar sus redes sociales y verle con chicas despampanantes en una discoteca. Lo que yo decía, ilusa.
—Dan, no voy a ir a nada que organice Liam.
—¿Cómo sabes que ha sido él?
—Porque le encantaba torturarnos con sus habilidades en los bolos y el billar, —bajo del taburete y comienzo a caminar hacia la habitación —, y porque también nos ganaba en el Laser Tag.
No he llegado al pasillo cuando oigo el gruñido frustrado de Dan a mi espalda, y sus rápidos pasos siguiéndome. No hacía falta correr, era un piso de dos habitaciones no un palacio en las afueras.
—Blue, necesito que vengas. —Me paro sin darme la vuelta —. Si no lo haces, es posible que Liam me mate. Quiere verte, y no me preguntes por qué.
Cruzo mis brazos y me giro lentamente para verle la cara a Dan. Si, tenía cara de preocupación, pero mis negativas a ver a Liam no deberían ser una sorpresa para él. No he ido a sus tres últimos cumpleaños por no verle.
—Dan, te lo explico. —Cierro mis ojos y suspiro —. Eres mi mejor amigo aparte de psicólogo. —Levanto un dedo para obligarle a callar —. Sabes que Liam vuelve mi mundo al revés cuando aparece y que fue por eso por lo que desaparecí de su vida de manera definitiva hace tres años.
—Pero habéis vuelto a coincidir. Sin buscaros. Ha sido el destino.
—Joder Dan, —froto mi frente con una mano —, sí, ha sido el destino. Ha sido un cruce laboral y se acabó. Quiero controlar mi vida. Después de Ben...
—¡Quiere verte! —Grita Dan desesperado.
Era curioso, desde los dieciséis que conocí a Liam, nunca había usado a Dan para darme un mensaje. Siempre había salido de él. Si quería verme, me escribía o directamente se plantaba en la puerta de mi casa o de mi instituto. Si quería contarme algo, me llamaba sin importar la hora que fuera. ¿Y ahora, con veinticuatro años usa a Dan? Me enfadaba, no sabía porque, pero me cabreaba sobremanera estar otra vez en esta situación, tenía que cortarlo o volvería a lo de siempre y no podía, no estaba preparada. No después de Ben.
—¡Pues que venga él mismo a verme!, todo es tan sencillo como si quiere verme, que venga a verme, si quiere saber de mí que me llame, pero eso lo quiere hoy, porque anoche estaba de fiesta rodeado de chicas maravillosas.
—Blue, tengo...
—¡Cállate Dan! —Camino hasta mi habitación y cierro de un portazo.
Hacía tres horas que Dan había salido por la puerta. Eran las doce de la mañana y yo estaba con mi ropa de estar por casa, mi mascarilla blanca en la cara y mi moño mal hecho en mi cabeza. De la barra de sonido de la tele salía a un volumen preocupantemente alto la canción de Lose my mind de Borys Way.
Reflejaba bastante bien lo que me estaba volviendo a pasar. Otra vez estaba a punto de perder la cabeza por la única persona que no me correspondía porque le daba miedo.
Había limpiado la habitación y el baño, había puesto una lavadora y tendido la ropa en la terraza, y estaba fregando el suelo del salón mientras bailaba como si fuera una auténtica bailarina de discoteca. Mis caderas se movían de la manera que había aprendido en clases de baile, donde me apunté para mantenerme ocupada y porque Harper me obligó, y mis ojos estaban cerrados porque la música me había invadido.
—I'm about to lose my mind. my head, my heart won't set for your love
—Joder, ¿quién es el afortunado?
Me giro sobresaltada dejando caer la fregona cuando oigo su voz desde la entrada de mi casa. Ha tenido que gritar para hacerse oír por encima de la música, y, aun así, he reconocido su voz. Apago la televisión y la música deja de llenar la casa.
—¿Qué mierda haces aquí Liam?
—Verte. —Camina hasta un taburete de la isla y se sienta —. Tú dijiste que si quería verte que viniera a verte y aquí estoy.
—Se lo dije a Dan no a ti, y sinceramente esperaba que Dan pusiera alguna excusa.
—Lo gritaste cuando yo estaba al teléfono esperando que dijeras que sí. Técnicamente me lo dijiste a mí.
Genial, me premiaré por imbécil. La próxima vez no cortaré a Dan cuando vaya a decirme que Liam sigue al teléfono.
—¿Por qué me miras así?
—Porque llevas la mascarilla, un pantalón de pijama extremadamente corto, una camiseta con aguacates y unos calcetines de felpa con gatos.
Cierto, no llevo mi mejor ropa de estar por casa, aunque tampoco me avergüenza que Liam me vea con estas pintas. Me había visto desnuda una cantidad de veces que no sería capaz de contar, así que, que me viera con ropa de estar vagueando por mi casa, y la mascarilla en la cara, no era algo que me avergonzara, pero ya habían pasado los veinte minutos de mantener la mascarilla, y si no me la quitaba se me iría cayendo a cachos y tendría que recogerlo después.
—Espera aquí. Voy a quitarme la mascarilla. —Sentencio tranquilamente.
Camino hasta el baño y me lavo la cara con el jabón correspondiente. Aplico mi crema, y me observo durante unos segundos en el espejo. Se me a acelerado el pulso, y no consigo controlar mi respiración. Es increíble que haya dejado a la gente plantada y este aquí solo porque quiere verme. Ando hasta la cocina donde sigue sentado esperando pacientemente.
Eleva su perfecta y poblada ceja rubia cuando me ve aparecer con la misma ropa, pero sin la mascarilla, y sonríe de medio lado mientras sus dedos tamborilean en la encimera.
—Entonces, dime la verdad. ¿Qué haces aquí?, creo que no he olvidado mandarte nada de trabajo.
—Blue, no estoy aquí por trabajo. ¿Ves que lleve traje?
Le miro de arriba abajo. Su pelo despeinado y algo de punta, una camiseta azul con letras negras, unos vaqueros azules desgastados en las rodillas y unas deportivas Adidas básicas blancas. No, definitivamente no había venido por trabajo, y estaba extremadamente guapo y yo estaba perdiendo la cabeza de una manera extremadamente peligrosa.
—No llevas traje. —Contesto por fin —. Pero entonces, que haces aquí y como has entrado en casa.
—Repito. Quería verte, y lo de entrar en casa fue con las llaves de Dan.
—Voy a matarlo.
—No, no vas a hacerlo porque cuando llegamos al Laser Tag, no quiso dármelas y aposté con él. Si yo ganaba, me daba las llaves, si lo hacia él, me jodía sin verte.
—Y ganaste. —Sonríe ampliamente —. Como siempre.
Genial. Mi mejor amigo había apostado las llaves de la casa que compartía conmigo para que el desequilibrado mental con fobia al compromiso de su otro mejor amigo, pudiera venir a verme dándome un susto que fácilmente podría haber acabado en un infarto.
—La diferencia es que está vez ganar me merecía mucho más la pena que llevarme una cerveza gratis.
¿Acaba de decir eso?, sigue pareciéndome increíble la facilidad de palabra que tiene, aunque viéndolo en perspectiva es abogado.
Suspiro sonoramente. Bueno, estar un rato con Liam no va a matarme siempre y cuando mantenga el control de la situación y no me deje llevar por los impulsos que me dominan cuando estaba cerca mío.
—Voy a darme una ducha. —Necesitaba estar a solas un rato.
—Bien, haré la comida mientras tanto.
—¿Vas a cocinar?, por favor tú quién eres y que has hecho con Liam.
—Soy el mismo, Blue, —se levanta del taburete y se agacha hasta poder hablar en mi oído —, el mismo Liam que hace tres años, pero sin miedo.
El cuerpo se me queda estático en el sitio y noto como la piel se me eriza. Los dos sabíamos lo que significaban esas palabras, y una parte de mi gritaba, saltaba y bailaba por la emoción, mientras que la otra se ponía una coraza e intentaba que esas palabras no tuvieran efecto.
Giro sobre mis talones sin saber que decir, y camino hasta mi habitación para coger unos pantalones cortos limpios y una camiseta decente, o que por lo menos no tuviera aguacates. Abro el cajón de la ropa interior, y cojo lo primero que pillo sin mirar, cosa que hago muy mal, porque cuando me visto me doy cuenta que había cogido un sujetador negro de encaje y un tanga a juego.
—Perfecto Blue, va a pensar que lo has hecho aposta como se te vea mínimamente.
Y para mi desgracia, se veía. La camiseta era de tirantes. Se la había quitado a Dan un par de años antes y me quedaba grande, de manera que se veía el sujetador por los agujeros del brazo. Salgo del baño arrastrando mis pies descalzos por el suelo, y el olor llega a mi nariz al momento. Si que había aprendido a cocinar, o sabía desde siempre y me lo ocultó. Como me ocultó a las diferentes chicas con las que se acostaba minutos después de pensarse mejor si estar conmigo.
—Huele bien. —Digo cuando llego a la cocina.
—Mejor sabrá. —Veo como sonríe y me mira de reojo —. Esa camiseta es de Dan.
—Si. —Encojo mis hombros —. Se la quité hace un par de años.
—Tienes una obsesión con robar camisetas ajenas.
Ríe ligeramente. Lleva razón, uno de los días que apareció en mi casa, me pilló con su camiseta de los Bulls, esta es de Dan y sinceramente, la de los aguacates se la robé a Harper una mañana cualquiera.
—Vamos a comer. La mesa ya está puesta.
Asomo mi cabeza hasta la mesa del salón y veo el mantel, dos platos, vasos, agua... por dios, era difícil convencerme de que era el mismo Liam de siempre. Había sido testigo infinidad de veces de cómo se quedaba jugando a la Play mientras los demás poníamos la mesa.
—Vaya, tendré que tomarte la temperatura. Creo que te estas poniendo malo. Debes de tener fiebre.
—Se llama madurar Blue. —Carcajea llevando una fuente con carne y verdura —. Paso algo hace un par de años y nos vimos obligados a madurar.
—Bueno, tu hermano Matt ya era maduro, cosa que no entiendo porque sigues siendo mayor y Cassie, era tu protegida, —me siento en la silla —, recuerdo que hacía contigo lo que quería, conseguía de ti todo.
—Y lo sigue haciendo créeme. Vamos a comer.
Estaba resultando demasiado agradable pasar el día con Liam. Habíamos comido contando anécdotas universitarias y había recogido la cocina metiendo todos los platos sucios al lavavajillas, y ahora terminaba de guardar la comida que había sobrado mientras Liam se reía de cuando me caí demasiado a cámara lenta como para pararme resbalando por el lateral del coche de Dan y quedándome entre las ruedas y el bordillo de la acera.
—¿Y no ibas borracha? —Aplaude como una foca pidiendo comida.
—¡No!, ni siquiera había bebido. Simplemente me apoyé en el coche y no sé cómo resbalé a cámara lenta. —Su risa aumenta de volumen —. Fue patético. La fraternidad de Dan estuvo riéndose siglos y yo me fui a casa con un moratón en el culo.
—Habría pagado para verlo.
—Si, la caída fue genial. Me entró la risa en el suelo y no era capaz de levantarme.
—No me refería a la caída, me ref... —Su móvil empieza a sonar salvándome de la conversación.
Le oigo gruñir cuando ve el nombre en la pantalla antes de contestar. Ni si quiera se había molestado en irse del taburete de la cocina en el que estaba sentado tomándose un café. No le molestaba que yo me enterara de la conversación y eso me hacía pensar que de verdad había cambiado. Antes se escondía para coger las llamadas, claro que la mitad eran de chicas que reclamaban su atención y él no se la negaba, aunque estuviera conmigo. Me sorprende ver como se levanta del taburete y camina hacia mí, mete la taza y la cuchara sucia en el lavavajillas, y se mantiene apoyado en la encimera, a mi lado. En cualquier otro momento me hubiera tocado a mi recoger la taza de café.
—No voy a hacerlo, búscate a otro. —Silencio durante unos segundos. Segundos en los que empieza a morderse el labio —. No creo que eso vaya a funcionar y no.... —Me mira directamente y coloca un mechón de pelo detrás de mi oreja —. Estoy ocupado. Ya hablaremos el lunes.
Cuelga y deja el teléfono en la isla de la cocina. Seguía mirándome fijamente, y seguía con su mano sujetando el mechón de pelo detrás de mi oreja.
—Perdona Blue, era mi jefe. —Pasa sus manos por su cara —. Señor, es un imbécil, pero es la primera vez que se obsesiona tanto con algo.
—¿Qué quiere?
—Arruinarle la vida a alguien que no quiso trabajar con él.
Vuelvo a centrarme en la bandeja que ha quedado vacía de comida, y Liam camina hasta el salón para sentarse en el sofá. Desde el fregadero, veo como mantiene la cabeza apoyada en el reposacabezas y los ojos cerrados. Parece como si estuviera pensando.
—Blue, —me llama sacándome de mis pensamientos —, ¿te apetece ver una peli de miedo?
—Claro. Tú eliges.
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