Capitulo 3

La semana había pasado relativamente rápida. Liam había llamado a mi despacho varias veces para discutir algunos puntos que preocupaban a Lexi, y Shasa había entendido que Liam pertenecía a mi vida privada y no tenía por qué hablar de eso con ella, todo ello sumado a que Dan había cocinado todos los días para que le disculpara, había rebajado mi nivel de ansiedad.

—Blue, —llama mi jefa metiendo la cabeza por la puerta de mi despacho —, en unos meses tenemos el "Team Retreats"

—¿Es obligatorio?, no me gustan las acampadas, y en junio aquí hace demasiado calor.

—Es obligatorio. —Sentencia Shasa mirándome mal —. No seremos los únicos, habrá empresas de varios puntos de Los Ángeles, e incluso de California.

—Genial, estaré preparada para ello en unos... tres meses.

No me interesaba mantener una conversación en la que terminaría aceptando las culpas de lo que saliera mal en el retiro de las narices. Iba obligada no por gusto, y aunque Shasa iría, estaba bastante claro que ni compartiría cabaña con un desconocido, ni haría las actividades con nosotros. Ella se pasaría el día en el jacuzzi de su cabaña con una copa de vino en la mano.

Vuelvo la vista a mi ordenador intentando terminar el informe para Liam. Las cláusulas que pedía Lexi eran bastante normales para una persona con miedo escénico y pánico a las masas tumultuosas gritando su nombre. Entendía a la pobre chica perfectamente. Había perdido su vida adolescente tal y como la conocía gracias a que un cazatalentos la encontró de pura casualidad.

Iba a mandar el borrador al correo de Liam cuando me llegó una videollamada suya. Me peino como una auténtica imbécil y me miro en el recuadro de la pantalla. Era ridículo comportarme así por una videollamada de Liam, no tenía que estar perfecta, me había visto en todos mis momentos, buenos, malos, histéricos y un sinfín de ellos más que por mi bien mental prefería olvidar.

—Que quieres Liam estoy ocupada.—Respondo fingiendo que escribo algo en mi agenda.

— Tsss Blue, ¿por qué me odias?, — Arqueo una de mis cejas. ¿de verdad había preguntado eso?

— Al grano Liam, de verdad que estoy ocupada, no como tú que estás en tu casa.

Porque sí, reconocía la habitación de Liam a través de la cámara de su portátil, y no porque hubiera estado en su nuevo apartamento, sino porque iba mudando la misma decoración por dónde iba. Seguía teniendo una estantería negra llena de libros de leyes, el cabecero negro sobre su pared blanca y un corcho con un montón de fotos.

—¿No has quitado mis fotos del corcho? —Digo algo incrédula.

—¿Debería?, es mi habitación y mi decoración Blue.

—Yo ya no estoy en tu vida.—Sentencio apoyándome en la mesa con los brazos.

—¿De verdad?, porque para mí siempre lo has estado y siempre lo estarás.

Y ahí estábamos otra vez. Liam volvía a mi vida, decía cuatro frases bonitas y yo volvía a caer como todas las veces anteriores, pero esta vez no.

Había resistido a él durante los últimos tres años, y había sobrevivido sin él. No le necesitaba porque cada vez que él aparecía, mi vida se volvía un completo caos. Me arrastraba como el agua arrastraba la tierra, y no estaba dispuesta a volver a lo mismo.

—Liam, no vamos a hablar de eso.—Sentencio suspirando—. Que quieres.

Se mantiene en silencio observándome unos segundos mientras acaricia su principio de barba con la mano.

—Está bien.—Dijo al final—. Dan y yo hemos pensado ir a tomar algo esta noche, y te aviso por si quieres venir.

—¿Sola con vosotros?, es el truco más viejo del mundo Liam.

—Viene David y su novia.

—¿Enserio?, ¿quieres que vaya a tomar algo con dos personas que me odian?

Liam hizo varios aspavientos frente a la cámara y me doy cuenta de que no llevaba camiseta. Puedo ver su pecho marcado y firme y las pequeñas líneas del tatuaje que, desde hace poco, cubre la parte alta de su espalda.

—Estás invitada. Tengo que dejarte ha llegado mi visita.

—Claro, disfruta del sexo sin compromiso.—Digo irónicamente notando el enfado en mí.

—Blue, si quieres que...

—Cállate. Tengo que seguir trabajando.

Cierro la conversación y vuelvo al informe que tenía que enviarle a ese ser perfecto que había vuelto a atormentarme desde hacía una semana.

(***)

—Ven conmigo.—Ruego sentada en la mesa de Harper—. Por favor.

—¿Qué gano yo a cambio?

—¿Me chantajeas?—Asiente divertida—. Joder Harper, yo no puedo darte nada.

—Puedes darme mucho. Tienes un amigo que es...

Levanto mi ceja y la miro sonriendo de medio lado.

—Si me acompañas, podrías conseguir el teléfono de Dan, y bueno a saber que más.

Estaba desesperada, estaba dispuesta a todo para ir a tomarme esas jodidas copas con ellos, y ver quien coño había pasado la tarde con Liam.

—Acepto. Pero tengo que ir a casa y ducharme.—Me mira de arriba abajo—. Tu también.

—¿Qué tengo de malo así?

Observo mi camisa negra y mis pantalones color crema de talle alto.

—Que pareces mi madre. Luego me paso por tu casa. Llevaré ropa por si no me gusta lo que tienes.

—Harper voy a tomar una copa no a ligar con nadie.

—No amiga, vas a dejar al abogado baja bragas sin sentido, y ahora vete. Tengo que terminar este informe antes de irme. A las siete estoy en tu casa. Más te vale estar duchada.

Me alejo hacia mi despacho pensando en todo lo que acababa de decir. La verdad que no me vendría nada mal subirme el ánimo haciendo que Liam babee por mí, cosa bastante difícil porque no babeaba por nadie, al menos no era algo de lo que te dieras cuenta solo con mirarle la cara.

A las cinco en punto mando el correo con las cláusulas para que lo revise Liam, apago el ordenador y me dirijo hacia casa. No sabía si Dan estaría allí o se habría ido a casa de Liam a prepararse, pero me daba igual.

Tenía dos horas para ducharme, arreglarme el pelo, depilarme y comer algo porque estaba hambrienta y sabía que después de que Harper estuviera en casa, no iba a poder comer absolutamente nada porque no me dejaría.

Abro la puerta de casa y veo a Dan en pantalones cortos riéndose al lado de la maravillosa Danny. Cada vez tenía más claro que el universo me odiaba, y cada vez tenía más claro que dejar a Dan vivir conmigo había sido el mayor error de mi vida.

—¡Hola Blue!—Dan corre a abrazarme y darme un beso en la cabeza mientras yo daba una patada a la puerta para cerrarla.

—Hola Dan.—Repaso con la vista el salón y vi a David sentado en uno de los sillones individuales observándome—. Voy a ducharme y comer algo antes de que venga Harper.

—¿Viene Harper?

Asiento mientras camino hacia mi habitación y abro el armario para dejar sobre la cama algún modelo a la espera del visto bueno de Harper. Cojo mi ropa interior y una camiseta enorme que hacía años había sido de Dan o de Ben, o a saber de dónde la había sacado, y me meto en el baño.

Enciendo mi móvil y pongo una canción cualquiera con ritmo para empezar a prepararme para la noche. Abro el grifo del agua caliente y me desnudo mientras esperaba que se calentara. Siempre había sido rápida para ducharme, era una de las cualidades que me definían. Mojaba, frotaba y mojaba. Fácil, rápido y sencillo, como los capítulos de las series infantiles.

Uso mi champú de fresa un par de veces, mientras cantaba las canciones que seguían sonando, enjabono mi cuerpo con mi gel de coco y, por último, me depilo con esmero. Tardo exactamente diez minutos y tardaría lo necesario para que cuando saliera, mi salón hubiera sido desalojado.

Me pongo mis brasileñas blancas de encaje con mi sujetador a juego y empiezo a echarme crema en las piernas y el cuerpo para acabar pasándome por la cabeza la camiseta. Me peino el pelo mojado y me lo seco con el secador dejando que las ondas naturales salieran desde mi raíz hasta mis puntas. Me encantaba mi pelo rizado, me encantaba el color de tinte que llevaba. Me hacía sentir única y especial.

Media hora después, apago la música del móvil y abro la puerta del baño para ir a mi habitación hasta que no oyera ruido y poder salir a comer sin aguantar las miradas de Danny y David juzgándome por según ellos, jugar con Liam.

Malditos retorcidos si supieran la verdad las cosas cambiarían.

—Gracias a dios Blue, pensaba que tendría que usar el fregadero.

—¡Joder! ¿Qué haces aquí Liam?—Pregunto agarrándome el pecho por el susto.

—¿Usar el baño?—pone sus ojos en blanco mientras se ríe de mí—, ¿esa es mi camiseta de los Bulls?

Miro hacia mi pecho y si, era la camiseta vieja de los Bulls de Liam. Habíamos ido en un viaje a Chicago y habíamos visto un partido. Esa noche fue la última que estuvimos juntos y yo usé para dormir su camiseta.

Salí tan despavorida del hotel cuando las palabras empezaron a salir de su boca, que no me di cuenta de ponerme una camiseta mía y tirarle la suya a la cara.

—No me había dado cuenta. Pensé que era de mi ex.

—¿Qué ex?—Arruga su frente—. No sabía que habías estado con alguien estos años.

—Porque no te importa Liam.

Le aparto sutilmente mientras empiezo a caminar hacia mi habitación, pero me da tiempo a dar dos pasos antes de notar que rodea mi muñeca y tira de mi hacia él.

—Pensé que no habías sido capaz de estar con nadie más.—Sonríe con suficiencia mientras cruzaba sus grandes brazos sobre su pecho.

Bien, el Liam que conocí con dieciséis años había vuelto y estaba delante de mis ojos. La máscara de "he madurado y no soy un idiota de manual", se había caído dejando ver a alguien con un físico maravilloso, pero con una personalidad realmente odiosa.

—¿Y eso por qué?—Interrogo entrecerrando mis ojos—. No soy una monja, y tuve una relación.

Ladea su cabeza mirándome con las cejas elevadas y el peso apoyado en uno de sus pies. Casi no parpadea y yo tengo bastante claro que me estaba analizando, como buen abogado que era.

Intenta descubrir si estoy diciendo la verdad o solo lo he dicho para molestarle, cosa totalmente innecesaria porque no voy a dejar que vuelva a mi vida de esa manera.

—Y, ¿por qué no funcionó Blue?—Camina por mi habitación y coge una figurita que tenía un unicornio.

No quería decírselo, no tenía por qué. Liam no era nadie en mi vida cuando paso todo aquello y no tenía sentido que ahora se enterara, principalmente porque conseguí enterrarlo muy en el fondo de mi cabeza y pretendía que se quedara allí durante el resto de la eternidad.

—Diferencias irreconciliables.—Alego quitándole la figurita de su mano y dejándola en su sitio—. Terminó hace un año. ¿Contento?

Vuelve a evaluarme. Sabía que algo le escondía y no solo porque era uno de los mejores abogados que conocía, porque si le investigué ¿vale?, todos hubiéramos hecho lo mismo; también me evaluaba porque podía. Liam tenía la maldita capacidad de ver a través de mí como si fuera simple cristal.

Estoy segura de que sabe que algo le escondo.

—¿Y tú?, ¿estás contenta?—Da un paso hacia mí.

—Tengo un buen trabajo, unos amigos geniales... si estoy bastante contenta. ¿Tu estas contento Liam?

Sabía que había empezado a caer en su estúpido juego, pero era incapaz de resistirme a intentar quedar por encima de él. Llevábamos años practicando lo mismo, y siempre terminaba perdiendo yo.

—Podría estar más contento la verdad.— Se encoge de hombros—. ¿Quién era?

—Qué te importa Liam.

Ya no quiero seguir jugando al estúpido juego de Liam, ya no quiero que siga haciendo conmigo lo que quiera.

—Me importa Blue.—Dijo apretando la mandíbula.

—Pues no debería. Hace mucho que tú y yo no somos nada.—Levanto mi cabeza dignamente—. Ahora solo nos tenemos que ver porque eres el abogado de Lexi y me imagino que tus visitas a mi casa dejaran de ocurrir cuando Dan se mude.

—¿Eso quieres?, ¿qué deje de venir a tu casa?

—La verdad que me encantaría que dejaras de aparecer en mi vida cuando he conseguido empezar a superarte.

Mis piernas dan contra el escritorio de mi habitación. No me he dado cuenta de que he empezado a retroceder mientras él avanza hasta quedar a pocos centímetros de mí.

—Como desees princesa.—Gruñe para darse la vuelta y salir de mi habitación.

(***)

Tres horas después exactamente, estaba sentada en la silla de mi escritorio sin haber comido nada, bebiéndome una copa de vino blanco mientras me mantenía muy quieta esperando que Harper terminara de maquillarme.

Los demás se habían ido hacia bastante rato, eso sí, primero Dan tuvo tiempo para babear por Harper, Danny y David para observarme y seguir odiándome sin discreción y Liam para quedar en ir a buscar a quien supongo será su ligue esa noche, esa tarde y ese todo.

—Deja de apretar los dientes. Se te tensa la mandíbula y me cuesta maquillarte.

—¡No estoy apretando la mandíbula!

—Claro, y yo soy un hada de los bosques.—Harper resopla tirando el pincel a la mesa—. ¿Qué mierda te pasa?

Harper se había convertido en mi mejor amiga desde que llegué a la universidad. La suerte de hacer las prácticas en la misma empresa, nos concedió el poder trabajar juntas y seguir afianzando nuestra amistad.

Realmente no sabía ni la mitad de lo que había pasado con Liam. Ella creía que nuestra historia se remontaba a cuando teníamos veinte años, cuando en realidad esto lleva persiguiéndome y atormentándome desde los dieciséis años.

—Nada, solo me enfada tener que aguantar a Danny y David esta noche. Me odian.

—Se llama envidia, estuviste a punto de quitarles a su amigo.—Arruga su boca y entrecierra los ojos—. Bueno a dos. Dan haría por ti lo que fuera, y ahora, cierra los ojos que voy a ponerte despampanante.

Una hora después y dos copas de vino más, me miro al espejo de cuerpo entero de mi habitación.

Llevo un mono de tirantes blancos con flores. Se me cruza al pecho y deja una pequeña franja de piel de mi abdomen al aire. Lo justo para que se vea el piercing del ombligo que lleva conmigo desde los dieciséis. En los pies llevo unas sandalias de tacón blancas a juego con una cartera y el maquillaje es de infarto.

Llevo las cejas perfectamente maquilladas, un delineado de gato del que sale la sombra negra que se hace más clara llegando al lagrimal, y un rímel que hace que mis pestañas parezcan postizas, todo ello con unos labios rojo sangre que no van a moverse en toda la noche.

—Dios mío...

—Eso es lo que tiene que decir Liam, no tú,—ríe Harper terminando de vestirse—, pero gracias.

Cuando me quiero dar cuenta, me ha alborotado el pelo dejando que mis ondas caigan y cubran mi espalda hasta la mitad, y ha peinado mi flequillo dejándolo abierto al medio.

—Ahora si estás lista. Vámonos.

Respiro hondo. Esto no debería estar pasando. Ni siquiera sé porque me esfuerzo tanto para ir a tomar una copa con Liam. Se que está mal, está fatal, pero en el fondo me muero de ganas por verle retorcerse en su silla por el simple hecho de que alguien se me acerque.

—Harper, estas guapísima.—Digo mirando como camina hasta la puerta.

—Bah, solo es un trapito.—Sonríe y me guiña un ojo.

De verdad que si Dan no se da cuenta de su existencia esta noche, no se dará cuenta jamás; lleva una minifalda negra de cuero abierta en su muslo izquierdo, con un sencillo top rojo atado al cuello y abierto en la espalda. Una coleta alta con su pelo castaño liso, un maquillaje sencillo y unas sandalias negras de tacón en los pies.

—Blue, no estés nerviosa. Solo es un tío más y no tienes...

—Harper es mucho más que eso.—Me mira sin entender nada y la verdad es que yo tampoco lo entendería—. ¿Recuerdas que te conté que estuvimos juntos hace unos años?

Nos paramos frente al ascensor y esperamos a que llegara. No sé si es el momento adecuado para empezar a contarle todo a Harper, pero no se me ocurre otro mejor.

—Si. Lo intentasteis hace tres años, pero por la distancia mientras estudiabais no resulto.

—Esa fue una parte. Él se fue a Harvard y yo me quedé en la universidad estatal de aquí, pero no era la primera vez que lo intentábamos.

—¿Cómo que no era la primera vez que lo intentabais?

Retuerzo mis manos nerviosa. No debería sentirme nerviosa ni avergonzada por lo que ha pasado en mi vida, ni mucho menos por lo que he pasado con Liam. Todo han sido enseñanzas y de todo he aprendido, pero me siento ridícula y estúpida.

—Liam lleva en mi vida desde los dieciséis años Harper.

Veo como abre mucho los ojos y se la forma una O en la boca mientras por impulso, pone la mano en la puerta del ascensor que ya iba a cerrarse de nuevo.

—¿Cómo Dan?, pero, ¿por qué no me lo contaste?—Tira de mi hacia dentro del ascensor.

Y aquí llega la parte vergonzosa de mi vida. Cierro los ojos con fuerza y muerdo mi labio inferior mientras mis pies comienzan un baile estúpido en el mismo sitio.

—Porque fui idiota y me da vergüenza admitir que Liam ha hecho y sigue haciendo lo que quiere conmigo.

—Explica eso, porque ahora mismo solo tengo ganas de romperle la nariz.

—Conocí a Dan en un campamento con quince años.—Camino hacia la salida del portal de apartamentos—. Dan tenía dieciséis, y desde el principio nos hicimos inseparables.—Comienzo a buscar taxi. Son las nueve y no debería costarnos—. No vivíamos lejos solo un par de horas de distancia, pero claro con las clases nuestros padres no nos dejaban ir y venir, hasta el verano siguiente que me fui quince días a su casa y el vino quince a la mía.

—Ay madre Blue.

Y esas son exactamente las palabras, ay madre Blue.

—Exacto Harper. Ay madre Blue. Me presentó a Liam y a Danny y David,—un taxi paró y subimos dándole la dirección—, ellos dos me odiaron desde el principio, pero Liam se pasó todo el verano detrás y yo no le hacía caso. Era demasiado perfecto y adulador y no quería porque sabía lo que significaba, aparte de que Dan se había encargado de avisarme.

>> Pues el mantenerme alejada me valió hasta que le vi con una chica y me consumí por dentro con los celos; fui, le grité mientras él sonreía como un estúpido, la chica me asesinó con la mirada, y Liam se limitó a separarse de la barra donde estaba y besarme como si no hubiera un mañana.

—¿Entonces lo habéis intentado antes?, bueno no pasa nada quizá...

—No hay un quizá Harper,—bajamos del taxi observando el Cúspide, el bar al que solemos ir siempre—, no puedo volver a caer Harper. Se llevó todo de mí; mi inocencia, mi vitalidad, mi alegría. Se lo di todo y él solo me uso.

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