Capítulo 20

Había acordado con John que iríamos juntos al retiro. Es maravilloso darse cuenta de que prácticamente todas las empresas de Los Ángeles, habían tenido la misma estúpida idea. No podía ser que todos los empleados del estado se llevaran a matar entre ellos.

Doy vueltas y más vueltas en la cama. No puedo dormir, tengo calor y no es mi cama, no oigo a Dan en la puerta de enfrente quejarse por cualquier cosa y no noto el calor del cuerpo de Liam pegado a mí.

Alargo el brazo hasta la mesilla y cojo el móvil que lleva apagado desde mi profunda conversación con John, así que lo enciendo con esperanzas de que Liam y Dan se hayan cansado de escribirme, cosa que no pasó; nada más encender el móvil, me han saltado los mensajes de las llamadas perdidas. Ochenta de Dan y cien de Liam, por no hablar de los doscientos mensajes que acumulaba de cada uno.

Paso por ellos rápidamente, sin fijarme en lo que ponían, pero sin poder evitar leer alguno suelto. Parecían preocupados y yo cada vez pensaba que era más idiota por lo que había hecho, huir no era la solución a mis problemas. Nunca lo fue.

Reviso los mails que me habían llegado durante la tarde y los archivo en las carpetas que correspondía para tenerlo todo ordenado, y llego a un nuevo mail, del mismo remitente que el anterior con otro video de aquel maravilloso verano.

Observo el asunto intentando controlar mí enfado: "¿De verdad crees que te quieren en sus vidas?"

Me armo de valor y pulso el botón de Play. Las imágenes comienzan a aparecen en la pantalla. Mismos protagonistas, distinto lugar. Estaban en la playa donde Liam y Dan estaban en bañador. Hablaban claramente de la chica con la que Dan se había acostado la noche anterior en una fiesta, y Liam decía cosas del estilo a que era muy generosa en la cama.

Que compartieran chicas en el instituto no es algo que me sorprenda. No tenían demasiados escrúpulos a la hora de añadir muescas en la pared.

Sigo mirando la pantalla y comienza lo divertido, lo divertido para todos menos para mí.

"Entonces Liam que te ha parecido Blue, porque el fin de semana pasado vino para que la conocierais. Vendrá en un mes a pasar quince días en mi casa" Dan subía y bajaba las cejas mientras reía como un imbécil.

Recordaba ese fin de semana. Los padres de Dan convencieron a mis padres de dejarme ir, y mi hermana me llevo en coche hasta su misma puerta. Aún recuerdo la cara cuando vieron a mi hermana de veintitrés años bajarse del coche con sus piernas tonificadas y bronceadas. Su pelo negro liso como el carbón y su pecho bien puesto; y luego me miraron a mí y la sonrisa que se les dibujo en la cara fue demasiado sarcástica.

"Dios, no tiene nada, es como un pan sin sal Dan. Voy a cumplir el trato, pero tienes que prometerme una cosa; alargaras toda la vida está falsa amistad con tal de que me divierta cuando me aburra."

Cierro los ojos mientras las lágrimas resbalan por mis mejillas. Si antes pensaba que todo podía haber empezado como un juego, ahora no tenía claro absolutamente nada. Me siento el doble de humillada que con el video anterior, y el peso en mi estómago se ha hecho el doble de grande.

"¿Toda la vida?, joder Liam espantará a todas las tías buenas de la zona, aunque tiene una amiga rubia que está muy, muy bien"

Loren. Dan se refería a Loren. Era algo más bajita que yo con un cuerpo tonificado por ser animadora, y con una melena rubia platino que levantaba ampollas entre las chicas del instituto. Mi amistad con ella se fue a la mierda cuando la presenté a Dan y cayó en sus redes.

"Toda la vida, ¿sabes por qué?, porque si me la tiro y se queda lo suficientemente pillada, podré volver a hacerlo siempre que no tenga otra cosa, y aunque no me guste, siempre puedo imaginarme que es otra persona. Al final tiene lo mismo que todas"

El video se cortaba en el momento exacto en el que Dan y Liam chocaban sus latas de refresco y se reían ruidosamente por lo que acababa de pasar.

Las ocho de la mañana llegan mientras yo sigo sentada en la silla del escritorio de la habitación. La había movido para dejarla frente al balcón y había abierto las puertas de este para refrescarme.

Tenía la cabeza hecha un lio. Todas las inseguridades adolescentes en las que había trabajado desde adolescente, cayeron sobre mi como si fuera una losa de doscientos kilos. Cuando conocí a Dan, me convenció de que tenía que ir a ver a un psicólogo, a lo que yo le grité que no estaba loca y él me dijo que no lo estaba, simplemente no era capaz de gestionar las cosas que me pasaban y me provocaban ansiedad. Le hice caso y conseguí aprender a gestionar todos los problemas que realmente eran enanos, pero mi mente se empeñaba en hacerlos enormes.

Giro la cabeza hacia la puerta cuando oigo que John llama. Me mantengo en silencio y entra de igual manera a la habitación.

—El desayuno está listo.

Camina hasta donde estoy, y su sonrisa se borra cuando levanto la vista para mirarle y se da cuenta que tengo los ojos hinchados y rojos por llorar, y por no haber dormido.

—Anoche recibí otro video —John se agacha para quedar a mi altura —. Decidieron alargar la apuesta de manera indefinida para cuando Liam se aburriera.

Las lágrimas empiezan a salir de manera descontrolada y dejo que los fuertes brazos de John me rodeen y me aprieten contra su pecho.

—Blue, nadie es capaz de mantener eso por diversión toda la vida.

—Pero y si han sido capaces —resoplo frustrada levantándome para alejarme de sus brazos —. Ya no sé si lo que he vivido con cualquiera de ellos ha sido cierto, ya no sé si simplemente me he convertido en un juego para ellos.

—¿Sinceramente?, sigo pensando lo mismo que ayer. Todo empezó por un estúpido juego de verano, pero creo que terminaron queriéndote de verdad. Joder Blue, eres maravillosa —John rodea mi cara con sus manos —, eres inteligente, fuerte y decidida, y eso sin hablar de tu físico.

Bufo sonoramente para después sorber por mi nariz. ¿Físico?, después de la primera visita a Dan, me dio vergüenza que mi hermana fuera el centro de atención, así que cuando volví a casa dos días después, convencí a mis padres de que me apuntaran a un gimnasio, aunque lo hubieran hecho igual con tal de que no les molestara en sus ajetreadas vidas.

Al mes siguiente, había conseguido endurecer mi abdomen, y mi trasero ya no era solo plano porque mi hermana me había ayudado a ejercitarlo con ejercicio. El pecho me había empezado a crecer y ya no tenía una ridícula talla en la que un sujetador te queda grande y un top de niña pequeño.

Loren me había llevado a su peluquería, me habían hecho un alisado japonés, y me habían cortado el pelo dándole una forma que me gustaba mucho, así que cuando bajé esa segunda vez del coche en la puerta de Dan para pasar quince días, las miradas me las llevé yo, y mi ego creció, aunque sabía que me había movido por el egoísmo de no volver a ser la segundona.

—Necesito una ducha. —Es lo único que respondo separándome de sus manos.

—Dúchate. Baja a desayunar cuando quieras, yo voy a estar en el garaje que es donde trabajo y a las doce, saldremos para Topanga.

Cojo la ropa y me meto en el baño donde me doy una larga ducha mientras aprovechaba para llorar todo lo que me quedaba dentro.

Mis amigas de toda la vida me habían dejado de hablar en el mismo momento en el que comencé a cambiar físicamente, acaparaba más miradas y piropos y eso no las terminó de gustar, y el remate fue cuando Dan vino quince días a mi casa ese verano. Consiguió a Loren, pero mientras ella pensaba que era algo más serio, él se limitaba a reírse de ella mientras le decía que solo había sido su pasatiempo para esos días en Pasadena.

Loren chilló, lloró y pataleó y cuando le pidió más explicaciones, Dan se limitó a decir que había otra persona mientras veía como yo jugaba con la perra que tenía Loren, lo cual ella interpretó como que me había metido en medio por envidia y me echó a patadas de su lado haciendo que el resto del grupo me diera la espalda y consiguiendo que mis años restantes en el instituto se convirtieran en un infierno.

Bajo a desayunar cuando termino la ducha, y recojo lo que había ensuciado. No quiero ser una molestia para John, se ha portado muy bien conmigo a pesar de que había dejado de contestar a sus mensajes y sus llamadas.

Cojo el portátil y salgo a la mesa del porche trasero para adelantar algo de trabajo del mes siguiente. Necesitaba mantener la mente ocupada y no se me ocurría una manera mejor que empezar con las campañas de la vuelta al cole.

A las nueve, me canso de escuchar el móvil vibrar y decido empezar a enfrentarme a mis demonios y cogerlo.

—Que quieres. —El tono de mi voz es más cortante de lo que pretendo pero que vamos a hacerle.

—¿Qué quiero Blue?, que tal saber dónde coño esta mi novia y porque no me ha cogido el teléfono ni respondido a mis mensajes.

—No soy tu novia y porque no he querido.

Mi respuesta es más brusca de lo que esperaba, pero sinceramente, el enfado me quemaba por dentro y no soy capaz de no decir lo que pasa por mi cabeza sin pensarlo demasiado.

—Qué significa que no eres mi novia y que no has querido Blue. —Su voz suena baja.

—Que tú y yo no somos nada y no lo seremos jamás y que no he querido decirte donde estoy porque no te importa.

Oigo los gruñidos de Liam a través del teléfono, y no entendía porque eso solo me enfadaba más. No tiene derecho a sentirse ofendido ni cabreado, yo he sido totalmente sincera con él desde el minuto uno, y él se ha limitado a jugar conmigo y a ocultarlo para que no me enterara.

—Donde estas Blue.

—Donde no me encuentres. —Vuelve a bufar.

—Blue que pasa, habla conmigo soy tu pareja, aunque te empeñes en decir que no.

Aprieto los ojos con fuerza y me levanto de la silla de mimbre para caminar por el jardín trasero mientras hablo con Liam. Sabía de sobra que no estaba solo porque podía oír susurrar a Dan, que seguramente era el que le estaba aconsejando que se mantuviera en un tono neutral, así que lo más probable es que tuviera el manos libres puesto y estuvieran en el salón de mi casa.

—Voy a colgar. No me llames más y por favor deja de decir que eres mi pareja porque no lo eres —me limpio una lágrima rebelde y continúo—, simplemente hemos follado en repetidas ocasiones a lo largo de los años, y durante el último mes, pero eso no te convierte en mi pareja, solo en alguien a quien he usado para divertirme.

Cuelgo el teléfono sin dejarle contestar, y cuando vuelvo hacia la mesa, me doy cuenta de que John está en la puerta con los brazos cruzados. Lleva una camiseta de entrenar de tirantes y unos pantalones cortos de chándal.

—¿Qué? —Pregunto de forma seca.

—Salimos en una hora, he terminado antes de lo que pensaba.

John se da la vuelta después de decir esa frase y no puedo ni siquiera contestarle.

A la una de la tarde, estábamos llegando al centro donde comenzaría mi tortura social. Habían sido las dos horas más largas de la historia de los viajes en coche. John no me había dirigido la palabra y yo tampoco me había esforzado demasiado en entablar una conversación. Sinceramente, no entendía que John actuara así solo porque no había sido capaz de mantener una conversación civilizada con Liam por teléfono.

El sitio estaba bastante bien. Íbamos a estar repartidos en pequeñas cabañas de dos en dos, asignados aleatoriamente, es decir, por sorteo. Bien podía tocarme Harper, como un desconocido de otra empresa a la que no tenía ninguna gana de conocer.

Estábamos rodeados de naturaleza y había un lago donde era capaz de ver canoas y piraguas. Desde luego iba a ser entretenido, había descargado el planning que nos había mandado Shasa y no tenía desperdicio.

Tendríamos una charla con un orientador en la cual estaríamos los mejores de cada empresa, para aprender a relacionarnos con otros puestos que estuvieran en nuestro mismo nivel; teníamos una actividad de piraguas, cosa que me apasionaba notablemente y más teniendo en cuenta que el ejercicio y yo llevábamos años sin ser amigos; teníamos una tarde de paintball, que podría terminar con alguien muerto en la vida real y poco más.

—Tengo que dejar el coche aquí Blue, no puedo ir más dentro.

—No pasa nada. Puedo caminar no me moriré.

—Bien, es lo que me parecía.

Miro como John baja del coche y la mitad de las chicas que están cerca, se giran para repasarlo con la mirada, y no me extraña la verdad.

—¡John! —grito abriendo la puerta del coche y haciendo que se de la vuelta para verme —. ¿Por qué estas así?

—¿Qué porque estoy así? —asiento con la cabeza mientras ignoro las miradas de los de alrededor —, joder Blue. —John camina hasta estar cerca mío — ¿Qué te ha pasado esta mañana?

—¡Nada!, solo he decidido no esconderme y hablar con Liam.

—Deberías probar a no mentirte Blue. No has hablado con Liam solo te has desahogado sin dejar que se explicara.

Entrecierro mis ojos y camino hasta el maletero del coche para sacar mi maleta. Soy totalmente consciente de que la gente sigue observándonos, y soy igual de consciente de que parece una pelea de pareja, cosa que no es ni por asomo.

—¿Por qué te importa tanto como haya tratado a Liam? —Grito cerrando el maletero de su coche.

—¡Me importa porque si tengo una mínima posibilidad de estar contigo, no quiero que me trates así al primer problema!

John grita desde donde está mientras abre sus brazos en cruz. La vergüenza recorre mi cuerpo y empiezo a ponerme roja. ¿Qué cómo lo sé?, porque mis orejas llegados a este punto me arden como si me las hubiera quemado con un soplete.

—¡No ha sido al primer problema, hemos tenido muchos problemas antes!

—¿Y lo habéis hablado o te has limitado a huir como hiciste la otra noche?

Acaba de dar en clavo. Había vuelto a huir y aunque lo sabía, intentaba convencerme a mí misma de que era una necesidad de estar sola. Podía intentar engañarle a él y a todo mi alrededor, pero no podía engañarme a mí.

Nunca había sido capaz de afrontar mis problemas, solo sabía huir y dejar el tiempo pasar, y hasta la puñetera edad adulta, eso me había resultado, así que es mucho más fácil huir que mantener una conversación.

Cojo mi maleta, y paso al lado de John sin dedicarle ni media mirada. Sabía que la gente seguía mirándonos y sabía que el espectáculo que habíamos montado sería el tema de conversación durante estos cuatro días. Rodeo a un grupo de chicas que está demasiado ocupado mirando a alguien, y no me queda más remedio que levantar la cabeza cuando choco con un torso duro que me impide el paso.

—¿Has dormido con él?

El aire se escapa de mis pulmones y la maleta se cae al suelo cuando la suelto sin darme cuenta. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top