Capítulo 19

Veo caminar a Liam por la habitación mientras yo trato de controlar mi respiración. No dejo de repetir en mi cabeza, que puedo parar cuando quiera, y sinceramente, por mi pararía ya mismo, pero necesitaba empezar a hacer algo para volver a ser la Blue de antes. Necesitaba recuperar esa confianza en mí misma.

Noto el aire que levantaba Liam al moverse lentamente a mi alrededor. Estaba preparando algo, pero yo mantengo mis ojos cerrados mientras intento controlar mi ansiedad y mi pánico que van en aumento.

Abro los ojos y veo a Liam concentrado en su móvil.

El suave sonido de "Play with fire", de Sam Tinnesz con Yacht Money, acelera mi respiración. Me encanta esa canción, pero me resulta tan sensual que mi piel responde al segundo de comenzar a escucharla.

Vuelvo a cerrar los ojos y percibo la cercanía de Liam porque puedo oler su perfume y sentir en mi piel el calor que su cuerpo desprende.

—¿Lista Blue? —pregunta mientras acaricia mis brazos y yo asiento —. Si no te sientes cómoda dilo y paramos.

Vuelvo a asentir. Oigo los latidos de mi corazón en mis oídos. Una parte de mi quiere gritar y correr a esconderse, pero otra parte de mí, me incita a seguir. Necesito y quiero saber cómo acabara esto y estoy totalmente dispuesta a llegar lo más lejos que mi mente me deje.

Los dedos de Liam comienzan a desabrochar los botones de mi camisa, y mi cabeza me grita, aunque la verdad no estoy segura si me grita por pánico o por confianza, y prefiero pensar que es por la confianza. Tengo que mantenerla, porque si no, nada de esto funcionara, y es un ejercicio que tengo bastante claro que Dan le ha recomendado. Cojo un par de respiraciones profundas, abro los ojos y le miro las manos.

Está siendo delicado, mucho más de lo que hubiera esperado o incluso de lo que pensé que podría ser.

Los suaves dedos de Liam bajan desde el centro de mi sujetador hasta el piercing de mi ombligo.

—Rosa —murmura dibujando con su dedo mi ombligo —. Ese fue el primer piercing que te compraste conmigo.

Sonrío como una idiota. ¿Cómo podía acordarse de eso?, teníamos diecisiete años y fue una tarde de verano de pura casualidad. Pasamos por una tienda y lo vi, me encanto desde el minuto uno y no pude evitar entrar sin que Liam se diera cuenta para comprarlo.

Levanto los ojos y sigo observando sus movimientos mientras mi respiración vuelve a la normalidad, y él permanece serio observando cada parte de mí.

Desliza la camisa por mis hombros hasta sacarla por mis brazos, y la veo caer al suelo. Sus dedos rozan mi cintura y se detienen en una pequeña cicatriz de mi costado.

—Está es de hace cinco años —la besa con cariño —. Te levantaste demasiado rápido de la cama de Dan y te clavaste el pico de la ventana.

Sus dedos se enlazan con los míos y comienza a recorrer mis brazos, en concreto el brazo izquierdo.

—Vaya, de está sí que casi no me acordaba —besa mi antebrazo y continúa recorriendo con sus dedos mi espalda hasta quedarse justo detrás de mí —. Te enganchaste en la valla del señor Park, y te desgarraste al soltarte —sus labios rozan mi nuca —. Sonreíste cuando te miré la sangre del brazo, y me dijiste que no te dolía, que no era nada importante, y continuaste tranquilamente después de lavarte y ponerte una tirita.

Noto como desabrocha mi sujetador y lo desliza por mis brazos. Liam se ha quitado la camisa, y soy capaz de notar su suave pecho contra mi espalda y eso lo único que me provoca es una mayor ansiedad.

Él es un ser perfecto y yo lucho contra mis ganas de esconderme en el baño.

—¿Estás bien? —interroga acariciando mi espalda —. Solo quedan cuatro velas encendidas, apagué el resto cuando te vi cerrar los ojos y pusiste cara de pánico.

—Si, me he dado cuenta. —Respondo nerviosa.

Respiro hondo y Liam camina hasta quedarse frente a mí y subir mi barbilla con su dedo.

—Esta de aquí —dice posando su dedo en la parte baja de mi barbilla —, es de la varicela. Te dijimos que no te rascaras, pero no pudiste evitarlo —su mano sube hasta mi ceja partida de manera casi imperceptible —. Una piedra. Estábamos en un parque cuando llegaron unos idiotas con los que habíamos tenido una discusión y nos tiraron piedras.

—Tú tuviste una discusión, nosotros solo estábamos en el lugar y en el momento equivocado. —Aclaro sonriendo de medio lado.

—Cierto.

Liam se aleja y baja sus manos por mi cintura hasta la cremallera de mi falta. La baja y me ayuda a salir de ella para retirarla a un rincón de la habitación. Sus manos están en mis caderas, y mi corazón palpita extremadamente rápido.

—Experiencia —sentencia Liam acariciando las pequeñas estrías de la cintura hasta bajar hasta mi rodilla —. Te caíste jugando al fútbol en la playa, te pelaste la rodilla y tuvimos que curarte con agua del mar.

No soy capaz hablar, no sé qué decir. Ni si quiera yo recuerdo con tanto detalle el porqué de las cicatrices que tengo repartidas por mi cuerpo, y resulta que él las conoce todas, y conoce su historia.

Me daba miedo que la persona que más me conocía por dentro y por fuera, me viera desnuda, y resulta que lo único que significaban mis marcas para él, eran vivencias, momentos a su lado.

Había conseguido que me encontrara cómoda, que no me importara que me viera en ropa interior, porque lo único que cubría mi cuerpo, era mi pequeño tanga, usado solo para la falda de tubo que ahora descansa en una esquina de mi habitación.

—¿Estás bien? —Vuelve a preguntar pasando sus manos por mis brazos.

—¿Por qué esto? — veo su mirada confundida y me apresuro a aclararlo —, quiero decir, porque desnudarme sabiendo que me da pánico y remarcar cada una de mis cicatrices.

Liam sonríe de lado mientras me mira con su cabeza inclinada hacia la derecha. Sus manos siguen recorriendo mis brazos en pequeñas caricias que realmente me tranquilizaban.

—Porque donde tú ves cicatrices horribles —hinca su dedo suavemente en la cicatriz de mi costado —, yo veo experiencia y recuerdos. No felices, porque no diré que ver cómo te sangraba el brazo después de engancharte con la valla de mi vecino me hiciera feliz, pero, aun así, son experiencias y recuerdos en los que yo estaba, y nadie tiene porque hacerte sentir mal por tenerlos.

(***)

Me despierto y me meto en el baño para darme una ducha relajante. Anoche había ido todo mejor de lo que esperaba. Después del ejercicio de confianza de Liam, me di cuenta que no tenía que avergonzarme de mi cuerpo ni de mí, eso sí, aún tenía que seguir trabajando para poder mantener las luces encendidas mientras mi cuerpo carecía de ropa.

Seguía resultándome increíble que Liam tuviera ese tipo de paciencia conmigo, sobre todo porque es una persona a la que le gusta ver todo detalle en el momento de intimidad, aunque no podía quejarse, había conseguido mantener la lampara árabe de la cómoda encendida, aunque la luz que daba era más escasa que las de las velas que le había obligado a apagar; más por miedo a salir ardiendo que a otra cosa.

Desayuno rápidamente y salgo corriendo del apartamento. No he querido despertar a Liam, hoy trabaja desde mi casa y yo estoy capacitada para andar durante diez minutos sin necesidad de escolta. Era Los Ángeles y casi las ocho de la mañana, la cantidad de gente en la calle era abrumadora; sinceramente veía bastante más fácil que me cagara un pájaro en la cabeza a que me atacaran.

Llego al edificio y noto como vibra el móvil en mi bolso. Lo saco teniendo claro que será Liam regañándome y no me equivoco.

Liam: El ejercicio era para recuperar la confianza contigo misma, no para que te fueras sola mientras un loco se coló en tu casa.

Tecleo rápidamente una contestación intentando evitar que se enfade.

Blue: No quería despertarte. Necesitabas descansar después de todo lo que hiciste ayer, además, tú y Dan me enseñasteis a dar puñetazos.

Subo al ascensor con una sonrisa en la cara. La noche después del ejercicio no hizo más que empezar. Podía recordar con todo lujo de detalles y si me esforzaba, podía hasta sentir los suaves labios de Liam en mi piel recorriendo cada centímetro de mi cuerpo. Dándome y enseñándome las razones por las que debería sentirme orgullosa de mí misma. La vibración de mi móvil me saca de mis pensamientos.

Liam: Graciosa. Iré a buscarte a las cinco, espérame Blue. Pasa un buen día y no te vayas sin que yo esté en la puerta.

No le contesto. Odiaba ese instinto protector de Liam hacia mí. No le importa caminar a mi lado por la calle y que yo reciba las miradas de otros chicos, de hecho, eso era suficiente para que una sonrisa arrogante se pose en sus labios y rodeara mi cintura con su brazo, pero no poder ir y venir ni si quiera del trabajo sola era algo que odiaba.

Vale que se había colado alguien que no sabía quién era en mi casa, pero no podía pretender que detuviera mi vida por ello, ¿verdad?, además había decidido empezar a tener confianza en mí misma de nuevo y ello implicaba ser capaz de salir sola a la calle sin sentir pánico por quien pudiera estar detrás.

Cuando enciendo el ordenador y me dispongo a organizar el día de trabajo, me doy cuenta que el día anterior había llegado un correo que decidí ignorar.

No sabía quién lo había mandado. El remitente era desconocido y no admitía que respondiera con otro mail. Curioso cuanto menos. Me fijo en el asunto; "Noticias que te van a interesar"

Lo primero que pienso es que el idiota de Eric Limb había vuelto a ser detenido por cualquier estupidez que le dije que no hiciera en dos semanas, pero mi sorpresa fue mayor. Era un video. Un video de hace años.

Reconozco fácilmente al Dan desgarbado, moreno por el verano y en bañador que hablaba con un Liam que botaba una pelota de baloncesto. Aprieto el Play y me acomodo para ver el video que se reproducía frente a mí.

No paro para comer. El hambre había desaparecido, al igual que las ganas de meterme bajo las sábanas de mi cama habían vuelto con unas ganas demasiado grandes como para enterrarlas en el fondo de mi pensamiento.

Llamo a la puerta que llevo varios minutos mirando intentando no parecer una cría que asustada sale corriendo.

—Adelante. —Grita desde el otro lado de la puerta.

—Hola Shasa —avanzo con mi mejor sonrisa falsa y me apoyo en la silla de terciopelo negro que hay frente a su escritorio —. Necesito un favor.

Suelta la pluma que usa, cruza las manos en su regazo y se echa hacia atrás en su silla. Me observa, me estudia. Intenta saber que es lo que quiero y dudo que lo averigüe porque en los dos años que llevo trabajando aquí, incluyendo el tiempo de prácticas, nunca he pedido absolutamente nada parecido a esto.

El trabajo es mi refugio, pero hoy, hoy necesito buscar un refugio donde nadie me encuentre.

—Tú dirás Blue. Soy todo oídos.

—Necesito libre el día de mañana —trago para bajar el nudo de mi garganta—, así puedo terminar de preparar las cosas para el viaje de empresa.

Shasa medita unos segundos. Había veces que no la soportaba, sobre todo cuando la daban las neuras de celos que eran estúpidos, porque yo había dejado bastante claro que no venía a quitarle a los hombres que la interesaban, sino que venía a trabajar para a ser la mejor publicista de la empresa y a ser posible, del estado.

—Muy bien. Tienes días del año pasado. Cógetelo —vuelve a su pluma, y yo me mantengo en mi sitio —. ¿Algo más Blue?

—Si. Necesito el resto del día de hoy.

Ladea la cabeza hasta el reloj que tiene encima de su puerta y cierra uno de sus ojos. Va a decirme que no.

—Blue son las dos de la tarde. Tú jornada acaba a las cinco.

—Lo sé Shasa, y no te lo pediría si no lo necesitara. Tengo que solucionar un par de problemas personales.

Oigo el cerebro de Shasa funcionando como si fueran los engranajes de un reloj. Estaba intentando creerse la excusa pobre que la había dado. Sabía que no me hablaba con mi familia, y sabía que no tenía demasiadas amistades debido a mis malas experiencias en relaciones sociales.

—¿Has terminado tu trabajo? —Pregunta por fin.

—Si. El contrato con la discográfica de Eric Limb está sobre mi mesa en la carpeta. Te he mandado una copia al correo —suspiro quitándome un peso de encima —. No han modificado demasiados puntos y parece ser que el abogado de Eric le ha dado el visto bueno. También he acabado de organizar la gira de Lexi. Los hoteles están cogidos, los viajes contratados y los bolos, charlas y firmas de libros proyectados y con las entradas a la venta.

Shasa asiente con una ceja levantada. Quedarme sin comer había sido la mejor idea que había tenido en ese día.

—¿Y el resto de pequeños proyectos que tienes?

—Los de diseño gráfico trabajan en el anuncio del nuevo perfume de Dior, y yo no puedo hacer nada hasta que lo acaben y en corrección están los anuncios de las muñecas Lissy y los Teddy amorosos.

—Entonces puedes irte. Déjame una copia de los informes físicos en tu mesa para pasar a recogerlos en un rato, y lleva los originales al archivo. ¿Tienes copias en el disco duro no?

—Si. Tengo copias de absolutamente todo en el disco duro.

—Bien. Puedes irte Blue. Te veo el viernes en Topanga.

Bajo el informe al archivo y lo dejo para que Sigur lo archive como corresponde, porque resultaba ser un poco maniático con su trabajo y nadie quiere ver a Sigur enfadado gritando, escupiéndote en la cara con cada palabra.

Subo a mi despacho, cojo el bolso y voy hasta la mesa de Harper.

—¿Te vas?, son poco más de las dos.

—Me he cogido el resto del día y mañana también.

—Eres una suertuda. ¿Irás con tu abogado baja bragas?

Al oír el estúpido apodo que mis compañeras de trabajo han puesto a Liam, cierro los ojos y retuerzo la nariz y la boca. Lo odiaba, y no precisamente porque fuera una mentira, sino por todo lo contrario. Liam siempre había sido el baja bragas, y yo caí de las primeras.

—No —suspiro mientras Harper me observa sin entender —. Tengo que enseñarte algo.

Saco el móvil y la enseño el video que de manera anónima me habían mandado. Era el verano que conocí a Dan en el campamento, donde yo creía que de verdad le había caído bien.

—¿Qué es esto?, ¿un anuncio?

—No. Pero necesito que lo veas para entender lo que voy a pedirte.

Harper parpadea y le da al botón del Play mientras yo me abrazo a mí misma e intento no volver a escuchar las risas y las burlas que salían de dos de las personas más importantes de mi vida.

—Pero qué coño... —Harper empieza a reírse —, son los chicos de pequeños. Por dios son adorables.

Asiento con una sonrisa irónica mientras espero a que el video siguiera avanzando.

El comienzo del video es sencillo, Liam, Dan, Danny y David están comiendo pipas en un parque. Dan acababa de volver del campamento y les estaba contando que había conocido a una chica que vivía a un par de horas.

Es decir, les estaba contando que me había conocido. Pero seguía. Liam preguntaba si estaba buena, y Dan se limitaba a reírse doblándose por la mitad mientras escupía el Dr. Pepper que había bebido. Las palabras se me clavaron de nuevo en la mente:

"¿Buena?, por favor es una antisocial. Tiene el pelo rizado y marrón. Los ojos marrones y lleva gafas. Está tan blanca que da grima verla y no tiene nada. No le gusta más que leer y créeme verla a diario sola con un libro en la mano era sumamente patético."

—Pero de que va, no me puedo creer que dijera eso.

—Sigue. Aún queda lo mejor.

Liam se carcajeaba con su maravilloso cuerpo musculado por el hockey, mientras Danny y David miraban como si estuvieran en una película.

"¿Y porque te acercaste a ella?, si es tan patética como dices no tiene sentido. Has desaprovechado el campamento pudiendo ir con tías que estuvieran buenas."

Los minutos del video pasaban y continuaron metiéndose con Dan durante al menos cinco de ellos por acercarse a mí.

Las lágrimas se acumulaban en mis ojos y tengo que secar rápidamente alguna que se escapa sin que yo pueda controlarlas.

Diez minutos después, llegamos al final del video.

"Vale Liam, vamos a hacer una cosa. La voy a traer; primero algún fin de semana y luego, a pasar quince días y que os conozca. La muy idiota se piensa que de verdad somos amigos.

¿Y para que vas a traerla?, ¿para qué nos riamos en su cara?"

Esa contestación de Liam hacia Dan provocó las risas de Danny, David y de Dean, también conocido como el mellizo de Dan, que era quien grababa el video.

—Blue, no sé si quiero terminar de ver esto.

—Hazlo Harper. Necesito que lo hagas.

Harper asiente y vuelve a poner el Play.

"Si, pero no. Lo que vamos a hacer es una apuesta Liam. Tú crees que eres irresistible para todas las chicas, y yo te propongo que te la tires. Si consigues besarla, te pagaré las cervezas durante el resto del verano. Si consigues que te deje meterla mano, te las pagaré durante todo el verano y todo el invierno, y si consigues follártela, haré lo que quieras."

Sí, las duras palabras del que se suponía era mi mejor amigo, resonaban en mi cabeza como un eco al que no podía callar.

"Lo haré. Y si lo consigo, me harás todos los trabajos hasta que nos graduemos. ¿Trato hecho?"

Harper para el video en el momento en el que Dan y Liam se dan la mano cerrando el trato que acababan de hacer.

(***)

Llego al apartamento a las tres de la tarde. Saco la maleta de fin de semana del armario, y meto en ella lo que puedo necesitar para el puñetero retiro social en el que desde luego no iba a mejorar mi relación con absolutamente nadie.

Cojo un par de pantalones cortos, un par de camisetas, un par de vestidos de verano, mis converses negras, ropa interior, un pijama raído, mi bolsa de aseo y cierro la maleta. Termino dándome una ducha rápida y poniéndome un mono blanco con unas sandalias; cojo el portátil y el disco duro en el que guardo trabajo y media vida de recuerdos, y salgo por la puerta sin molestarme en dejar una nota ni nada por el estilo.

Llevo todo el día ignorando los mensajes de Liam al igual que sus llamadas. No me he molestado en decirle que me he ido antes del trabajo y desde luego no me iba a molestar en decirle que no estaba en casa.

Puede que sea una exagerada, lo reconozco, porque eso paso hace años, y de verdad no me hubiera importado si me lo hubieran contado, pero me he tenido que enterar por un desconocido porque ellos no han tenido las narices de contármelo nunca, y ahora me planteo si mi amistad con Dan de verdad es como pensaba o si solo ha sido un juego para él, y tampoco tengo claro que Liam me haya querido tanto como decía o bueno, tanto como dice.

Llego a la entrada del edificio, y no puedo evitar sonreír.

—Pensaba que iba a tener que ir a buscarte. —La sonrisa de John es cálida. Es sincera.

—No, lo que pasa que me he dado una ducha rápida.

—En mi casa tengo ducha, y ya que vas a quedarte esta noche, podías haberla usado.

—No quiero molestar demasiado John.

Coge mi maleta y mi portátil, y los mete en el maletero de su coche. Camina hasta la puerta del conductor y se sienta esperando a que yo entre.

—No molestas Blue —arranca mientras me pongo el cinturón —. ¿Me vas a explicar que pasa para que tengas que quedarte conmigo porque tu novio y el novio de mi hermana no saben dónde vivo?

—Cuando lleguemos a tu casa te lo explico.

Tardamos un rato en llegar a Venice Beach. Observo por la ventanilla, las casas unifamiliares que pasan a nuestro alrededor. Son bonitas, son muy bonitas; todas tienen un verde jardín cuidado, un gran árbol a la entrada y una vaya blanca que las rodea. Es el lugar perfecto, pero también caro.

John gira a la izquierda en la tercera calle y deja el coche en la puerta de madera de un garaje, mientras yo me dedico a observar boquiabierta la casa que está pegada al garaje. Es de color blanco con dos alturas, y tiene un gran ventanal en el salón. Me sorprende que no se vea lo que hay dentro desde la calle, aunque supongo que eso es gracias a las cortinas que lo cubren.

En la segunda planta, de lo que supongo es la habitación de John, sale una terraza en la que se ve perfectamente una mesa redonda de cristal y un par de sillas, rodeados de un par de palmeras que están en grandes macetas.

El jardín tiene césped, varios árboles frutales y diferentes rosales y cactus que obviamente alguien se encarga de cuidar a menudo.

—Vamos, empieza a hacer calor.

Cierro la boca y sigo a John que lleva mi maleta y mi portátil.

Si la casa me ha parecido maravillosa por fuera, lo de dentro es espectacular.

La cocina es amplia, con una gran encimera y una isla enorme con cuatro taburetes. Los armarios son blancos y las encimeras negras. En el salón, una televisión ocupa más de media pared, y tiene debajo una chimenea de gas. El sofá es un chaiselonge de color negro y la mesa de comedor y las sillas son grises a juego con el suelo.

—¿Tienes piscina? —Pregunto señalando una pared de cristal que da al patio trasero.

—Si. Si no tengo piscina mi hermana no vendría jamás a verme.

Abro mucho los ojos mientras salgo por la gran puerta de cristal. El patio trasero tiene una gran valla de separación con los vecinos, una piscina enorme rodeada de tumbonas y sombrillas y un porche en el que hay sillas, mesa y pequeños sillones de mimbre cerca de una barbacoa de obra que parece estar bastante usada.

—Madre mía, ¿pero tú cuánto ganas? —Bromeo mirando a John.

—Pues... siendo uno de los mejores arquitectos de Los Ángeles, te puedo asegurar que lo suficiente para esto y más.

—¿Eres el mejor arquitecto de Los Ángeles?

— Según la revista Variety, lo soy —mete las manos en sus bolsillos y agacha un poco la cabeza —. Vamos, te enseñaré tu habitación.

Entro detrás de John y subo las escaleras hasta el segundo piso. Había tres habitaciones. La suya, la principal, que era la que tenía la terraza, un baño de mármol y un vestidor del tamaño de mi habitación, y las otras dos con vestidor y un pequeño balcón para asomarte. Entre las dos, había un baño que contaba con ducha y bañera, también de mármol.

—Elige la que más te guste —miro la que tiene las paredes verdes, y entro —, Bien, pues la verde para la señorita.

John entra detrás de mí y deja la maleta en el suelo y el portátil sobre la cama.

—Gracias John. No tenías por qué dejar que me quedara.

—Blue, no es ningún secreto que eres la mejor amiga de mi hermana, por no decir, que no es ningún secreto que me gustas —intento protestar, pero levanta las manos para impedírmelo—, y tampoco es ningún secreto que entre Liam y tu hay algo. No voy a meterme Blue, tu necesitabas un amigo, un escape y yo te lo he dado.

Bajo al salón después de sacar el pijama, y examinar las carpetas con las fotos de aquel verano en el que conocí a Dan y después a Liam.

En cierto modo, llevaban razón, era una chica con acné, no demasiado, pero si algo, el pelo marrón rizado y simple, unas gafas de pasta negras y aparato dental. Era estético, pero si te fijabas allí estaba. Mi cuerpo aún no se había desarrollado y no tenía pecho, al igual que mi culo era más plano que una tabla, o eso me parecía a mí. Ciertamente solo tenía piernas largas y blancas como la cal.

Sonrío de manera triste cuando veo las fotos en las que salgo con ellos. Siempre estábamos haciendo algo, una excursión a pescar, una caminata por el campo. Bolos, cine... Para mí los veranos empezaron a tener sentido cuando conocí a Dan en el campamento, y mi mundo se dio la vuelta cuando conocí a Liam ese mismo verano.

El móvil vuelve a sonar y yo vuelvo a ignorarlo. Son las seis de la tarde y Liam me había llamado diez veces y me había mandado veinte mensajes, mientras que Dan me había llamado cinco veces y me había mandado cien mensajes. Entiendo que estén preocupados por lo que pasó la otra noche, pero no tengo demasiadas ganas de que me encuentren, y Harper se ha encargado de informarles de que estoy bien y necesito estar sola.

Cuando llego al pie de la escalera, me doy cuenta que John está sentado acariciando la cabeza de un labrador negro mientras ve una película que, si no me parecía mal, era Harry Potter y la piedra filosofal.

—No te tenía por un fanático de Harry Potter.

—Tss, es mi infancia Blue, claro que soy un fanático —echa la cabeza hacia atrás y me mira —. Tienes lo que te apetezca en la nevera. Te invito a ver la película conmigo y con Thor.

Miro al perro que parecía de todo menos Thor, y me acerco a la nevera para coger una cerveza y sentarme a ver la película con John. No me alejo cuando John paso su brazo por encima de mis hombros, y tampoco cuando se acerca más a mi mientras seguimos viendo la película.

Se siente todo tan real, que no me apetece alejarme para seguir pensando en mi desgracia personal y en la manera en la que me sentía traicionada.

—¿Me lo vas a contar ya o tengo que seguir escuchando como tu novio te llama de manera compulsiva?

—No es mi novio —suspiro cerrando los ojos —, y si, te lo cuento. Pausa la película.

John obedece, yo apago el móvil cansada de ignorar las llamadas de Liam, y me giro para poder mirarle a la cara mientras le cuento todo lo que alguien se había encargado de enseñarme.

Tardo exactamente veinte minutos. Veinte minutos en los que controlar mis lágrimas se convierte casi en misión imposible, y en los que veo como John intenta entender que hubieran hecho semejante estupidez.

—Joder Blue —pasa su mano por su cara —, no sé qué decirte. Eran unos críos.

—Podían habérmelo dicho y aunque me hubiera enfadado, les habría perdonado.

—¿Eras tan pardilla como decían?

—No. Yo tenía mis amigas y salíamos. Bebíamos y hacíamos las mismas cosas que un adolescente, pero mis padres me mandaron a ese estúpido campamento sola, y me refugié en los libros.

John termina de un trago su cerveza, y deja la botella vacía en la mesa de centro.

—¿Y qué te hace pensar que todo lo que siguió a eso sigue siendo falso?, es decir Blue, quizá todo empezó como un estúpido juego entre dos estúpidos adolescentes que estaban aburridos, pero si Dan no te considerara amiga de verdad, no seguiría a tu lado y por mucho que me joda reconocerlo, si Liam no sintiera algo por ti de verdad, ya habría desaparecido de tu vida.

Juego con un hilo de uno de los cojines del sofá de John. En el fondo sé que llevaba razón, todo podía haber empezado como una estúpida apuesta por entretenerse ese verano, pero han pasado siete años y Dan había seguido a mi lado para todo y Liam, bueno, Liam había estado entrando y saliendo de mi vida como había hecho siempre.

—Necesitaba alejarme de ellos. Estos cuatro días en Topanga, me vendrán bien para despejarme y calmarme —dejo el hilo y miro a los ojos de John—. Cuando vuelva, hablaré con ellos del tema.

—Bien, y ahora, necesito ver a esa niña larguirucha de la que tanto te quejas.

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