Capítulo 16

Bajo del coche de Liam después de un beso de despedida. Hacia tanto tiempo que nadie me llevaba al trabajo, y que nadie se despedía de mi con un beso, que no me había dado cuenta de lo que echaba de menos las muestras de cariño.

Canturreo hasta llegar al ascensor, y sigo tarareando alegremente dentro del mismo. Reconozco que llegar a la décima planta del edificio con alguien que desprende alegría mientras tararea una canción de amor, puede llegar a ser agotador. No juzgo las miradas de odio por parte de mis compañeros.

Mantengo mi sonrisa en la cara mientras llego a mi despacho, y por el camino, saludo a todo aquel con el que me encuentro, hasta llegar a la mesa de Harper y guiñarla un ojo antes de abrir mi puerta.

Cuento mentalmente hasta tres, y la puerta se abre de par en par dejando ver a una Harper con cara extrañada y mirándome con los ojos entrecerrados.

—Confiesa.

—Que confiese que. —Me siento en mi silla y enciendo el ordenador para comprobar la agenda del día.

Oigo como cierra la puerta y también el repiqueteo de sus tacones mientras corre torpemente hasta mi mesa.

—Que me lo cuentes todo —golpea mi mesa con las palmas de sus manos al dejarse caer en la silla —. Se que no ha pasado nada con mi hermano porque anoche estuvo conmigo, así que...

—Así que... —Noto como mis mejillas se encienden y la sonrisa de idiota enamorada vuelve a mi cara.

—Quiero saberlo todo —patalea en el sitio —. ¡Es el abogado baja bragas!

—Cállate Harper. Si le llamas así me siento...

La frase se queda a medias en el mismo momento en el que la puerta de mi despacho se abre de par en par con un fuerte golpe en la pared de al lado. Al pobre Steve se le debían de haber caído los coches que tiene en las baldas de esa pared.

—¿Por qué estás tan feliz Blue? —pregunta mirándome con la boca apretada —. Bah, no me importa. Tienes que dejar todo organizado para el viernes.

—Si, lo se Shasa tenemos el "retiro social".

—Haz el favor de no llamarlo así, aun no entiendo porque tenemos que ir a eso —se toca el pelo de manera compulsiva —. Voy a estar fuera todo el día. Tengo una reunión muy importante con ese abogado de Lexi.

Miro a Harper sorprendida. Sabía que Liam trabajaría desde casa, o bueno, mejor dicho, desde mi casa, lo que no sabía era que tenía una reunión con Shasa.

—Y, ¿para que tienes una reunión con el señor Galp?

—Pero bueno Blue, y a ti que te importa. —Bufa Shasa poniendo una mano en su cadera.

Me da tiempo a revisar su ropa. Lleva un vestido entallado color rojo, y una chaqueta negra cubriendo lo que podía asegurar que eran finos tirantes. La falda del vestido llevaba una abertura atrás, y todo ello era combinado con unos zapatos negros de un tacón de diez centímetros.

No es lo que se llama, un vestido para una reunión.

—Te recuerdo Shasa que es el abogado de Lexi y tengo que cuadrar la agenda.

Escupo la primera estupidez que me viene a la cabeza. La agenda estaba cuadrada, realmente un abogado en un caso como el de Lexi, solo servía para cumplir los deseos de los padres de la menor.

Teniendo en cuenta que habíamos cuadrado las giras, los viajes y todos los puntos inamovibles para Lexi, no tenía que tener ninguna reunión con Liam en el plano laboral.

—Cierto —contesta Shasa sorprendiéndome de que se lo creyera —. Bueno en realidad la reunión es una excusa para comer con él —la boca comienza a abrírseme con la confesión de Shasa —. Él aún no lo sabe, pero esta noche dormirá en mi cama.

—Shasa, no sé si sabes que el señor Galp tiene mi edad. — Intento no sonar enfadada, y por la patada que recibo de Harper por debajo de mi mesa, no lo consigo.

—¿Y?, no sé qué insinúas Blue, pero solo tengo un par de años más que él.

Sale ofendida de mi despacho, y cierra la puerta con la misma intensidad que la había abierto.

—¿Y si la ponemos laxante en el café? —Sugiere Harper.

—No, quiero saber cómo acaba esto.

Recuesto mi espalda contra es respaldo de la silla y suspiro. Había comenzado a abrirme con Liam, a dejar que viera pequeños puntos sobre porque me había vuelto una persona cerrada y desconfiada, y saber que iba a comer con Sasha lo único que hacía era que mis alarmas se activaran.

Ella era perfecta. Perfectamente rubia, con un cuerpo perfectamente tonificado por el gimnasio, y yo era... bueno, yo era yo.

—No Blue, ni se te ocurra —los dedos de Harper chasquean en mi cara, cosa que pasaba siempre que me perdía en mi propia cabeza —. No tienes nada que envidiarle a ella. —Suspiro mientras asiento y comienzo a teclear en mi ordenador.

Iba a ser una mañana demasiado larga.

A las doce me escuecen los ojos. Había estado repasando con el equipo de diseño gráfico unas ilustraciones para las marquesinas de los autobuses y las paradas de metro. Éramos los encargados de la publicidad de la película de moda ese año. Había costado cientos de millones hacerla, y necesitaba una publicidad acorde a su coste.

Me gruñe el estómago y un tic en el ojo se había adueñado de mí desde la visita de Shasa, así que me parece el mejor momento para ir a comer algo. Donde fuera, porque mi cuerpo necesitaba parar y relajarse.

De camino al despacho, recuerdo que, a estas horas, Shasa estaría en una reunión con Liam, recuerdo también que la reunión era una estratagema para que Shasa se metiera en los pantalones de Liam, y recuerdo que sí, Liam era lo bastante mujeriego como para caer en ese tipo de cosas solo por echar lo que él mismo denominaría como "un polvete"

Abro la puerta del despacho con los ojos cerrados y me permito el lujo de gruñir mientras me apoyo en la puerta cerrada. Tenía que sacar esos pensamientos de mi mente, no eran buenos ni productivos, además, haberme vuelto a acostar con Liam no significaba que me debiera absolutamente nada.

—¿Por qué estas bufando Blue?, pareces un gato.

Mis ojos se abren de golpe por el susto de no estar sola, y mi corazón comienza a latir de manera descontrolada, al igual que mis manos empiezan a sudar como si no hubiera un mañana.

—¡Me has asustado idiota!, ¿qué haces aquí?

—Yo también te he echado de menos durante toda la mañana —contesta Liam sarcásticamente —, me apetecía verte.

Cojo el bolso del perchero y le señalo con el dedo intentando parecer intimidante.

—Dime. La. Verdad.

—Me escondo de tu jefa —levanta los brazos —. ¿Contenta? —asiento tranquilamente mientras intento abrir la puerta, cosa que Liam me impide sujetando la puerta con su mano —. Blue, como me dejes aquí solo te voy a matar.

—¡Tengo hambre Liam!, necesito comer porque el cerebro se me ha secado.

—Pues te invito a comer. Pero no me dejes solo.

Ladeo mi cabeza observándole. No es propio de él huir y menos de una mujer que apenas llega a los treinta. Tenía claro que Dan y él tenían una amplia experiencia con mujeres, y si, estaba prácticamente suplicando para que lo ayudara, tenía que intentar sacar provecho como fuera.

—¿Y que recibo yo a cambio de salvarte el culo?

—¿Buenos despertares? —Sube y baja las cejas.

—Uff, creo que iré a decirle a Shasa...

—¡Vale! Que quieres a cambio Blue. Pide y te lo daré, pero no me dejes con ella.

¿Qué podría yo querer de Liam?, uff demasiadas cosas me venían a la cabeza. Desde los buenos despertares que me ha ofrecido y que me han obligado a apretar los muslos, hasta hacerle soportar sesiones de teatro inacabables.

—Ya se me ocurrirá algo —digo finalmente —. Vamos a comer anda.

En el mismo momento en el que abro la puerta, Shasa mete la cabeza haciendo que salte hacia atrás y tenha que agarrarme a la tela de mi camisa por el susto.

Realmente estaba empezando a plantearme ponerla un jodido cascabel en el cuello para saber dónde estaba porque era demasiado silenciosa.

—Señor Galp, le buscaba. Como hemos acabado la reunión me dirigía a comer —su sonrisa se vuelve lasciva y su lengua recorre su labio —. ¿Le apetece acompañarme?

—Señorita Evans, sería un placer —la sonrisa de Shasa se hizo aún más grande y felina —, pero la madre de Lexi me ha llamado y tengo que tratar unos puntos con la señorita Mathews urgentemente.

Levanto la mano como un indio cuando saluda, y Shasa me asesina con la mirada, quema mis restos, y me entierra en el agujero más profundo, del más profundo y recóndito país existente en el planeta tierra.

Carraspeo para que se quite del medio y me deje irme a comer, porque me estoy muriendo por dentro de una manera lenta y agónica, y sonrío falsamente cuando se aparta para dejarme pasar.

Ando a pasos acelerados hasta el ascensor mientras oigo las breves disculpas de Liam. Desde donde me encuentro, puedo ver a Shasa impidiéndole el paso con su brazo mientras juega con la solapa de la chaqueta de su traje.

El tic de mi ojo se intensifica, y el parpadeo descontrolado estaba a punto de ser notable para todo mi alrededor, pero se calma un poco, y digo un poco porque el tic sigue ahí, cuando Liam consigue alejarse de ella con una sonrisa de lo más hipócrita y se acerca a mí.

—Joder, tu jefa es muy insistente. —Murmura Liam a mi lado mientras esperaba el ascensor.

—Lo es. Sin duda —finjo poco interés al respecto —. ¿Por qué no has comido con ella?

—Porque prefiero comer contigo. ¿Te molesta?

Entro en el ascensor con mi mejor sonrisa cuando se abre y varias caras me reciben con un hola.

—No me molesta, simplemente no lo termino de entender.

—Que no entiendes Blue, ¿qué no quiera comer con ella o que no quiera acostarme con ella?

Lo dice lo suficientemente alto como para que las personas que van en el ascensor con nosotros, se giran para mirarnos. En total, cinco personas sin contarnos a nosotros. Un señor que se aguanta la risa como puede, y cuatro mujeres. Dos de ellas no llegarían a los veinte años, y las reconocía por ser las becarias de contabilidad.

Las otras dos, un par de años más mayores que yo pertenecían al departamento de correcciones. Las cuatro se mordieron el labio cuando vieron a Liam y se colocaron el pelo de manera compulsiva, a lo cual yo puse mi mejor cara de póker y Liam rio por lo bajo metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Bueno, te lo explicaré porque creo que estamos en confianza —gira su cuerpo hacia mí —. Estoy muy satisfecho en mi vida sexual.

Si, todo el ascensor vuelve a mirarnos, y si, ahora soy yo la que quiere estar en el agujero más profundo del país con menos población del planeta tierra. Joder me habría ido a la luna de haber podido.

—Liam, cállate. —Susurro con los dientes apretados.

La puerta del ascensor se abre, y yo me apresuro a salir corriendo para dejar atrás a esas cinco personas que se habían enterado de demasiados detalles de mi vida privada.

—Porque corres Blue.

—¡Porque me has hecho pasar vergüenza!

—¿Vergüenza por qué?, que yo sepa tu nombre no ha salido en ningún momento.

—Eres un idiota.

Camino en dirección a Jonnhy's, un restaurante de comida griega que estaba demasiado bueno para ser de este planeta, mientras oigo la risa ronca de Liam a mi espalda. Se está divirtiendo.

—Blue —coge mi mano para obligarme a parar —, no soy idiota, sé que no puedo dar a entender que tengo una relación sentimental contigo por el trabajo, pero eso no quiere decir que no pueda decir que estoy feliz con lo que tengo.

—¿Y que tienes Liam?, porque hasta donde yo sé tienes oscuridad cuando nos acostamos.

Mis inseguridades han vuelto cabalgando hacia mi mente con una velocidad alarmante. Cualquiera en su sano juicio, dejaría a la chica defectuosa para irse con otra que no sintiera asco o repulsión por sí misma.

—He tenido dos veces de placentera oscuridad —levanta dos dedos mientras yo pongo mis ojos en blanco —. Blue, dije que tu marcarias el ritmo, así que tengo lo que tú quieras que tenga.

Tira de mi hacia el restaurante griego mientras yo me dejo llevar. No iba a decir que me sintiera orgullosa después de esas palabras de Liam en el ascensor, pero si relajaba el tic nervioso que me acompañaba en el ojo izquierdo desde que había terminado la conversación con Shasa esa mañana hasta casi hacerlo desaparecer.

Son las cinco. Mi jornada ha terminado y me dispongo a salir de mi maravilloso despacho para irme a casa a darme una ducha relajante y comer directamente de la tarrina de helado de vainilla con nueces que había en el segundo cajón del congelador. ¿La mejor parte?, que Dan llegaría tarde porque cenaba con Harper.

Entro en casa y camino hasta mi habitación. Conecto el altavoz al móvil y busco en la lista de reproducción la canción de "Scandalous" de Miss Teeq, y me desnudo tirando la ropa al cesto. Ya pondré luego una lavadora.

Llego al baño bailando y abro el grifo del agua caliente. Lavo mi pelo con dos champunadas y enjabono mi cuerpo mientras esperaba a que el acondicionador haga efecto.

Como estoy maravillosamente venida arriba, cojo el bote de champú y me canto la canción a pleno pulmón, hasta que termina y pasa a la banda sonora de "pesadilla antes de navidad"

Me visto con un pantalón corto que tiene algún agujerito de la edad, y una camiseta de tirantes que tenía un Winni de Pooh comiendo miel. Apago la música y corro hasta la cocina. Cenaría ya, algo rápido y sencillo de hacer, porque lo que realmente quería era mi helado de vainilla con nueces.

Preparo una ensalada con aceitunas, maíz, lechuga y zanahoria, y la devoro en menos de cinco minutos con un vaso de agua. Recojo todo y saco mi cuchara de comer helados.

¿Qué cómo era mi cuchara de comer helados?, grande, enorme, con el mango pesado. Se la había robado a mi abuela en una de mis visitas y solo la usaba para eso, de hecho, me estresaba bastante que se usara para otra cosa y Dan había aprendido que tocar esa cuchara podría significar su muerte mientras dormía.

Abro el congelador y los ojos se me hacen corazones cuando veo la tapa de mi tarrina de helado. Salivo y me relamo. Para mí, estaba a punto de sentir el mayor de los placeres. Saco la tarrina con cuidado, y cuando la abro, quiero llorar.

Dan había escrito una nota en la tapa en la que decía "te debo un helado. Joder esto está buenísimo. P.D no me mates mientras duermo"

—No, te echaré raticida en el café para que mueras entre terribles sufrimientos.

Tiro la tarrina vacía, y me siento en el sofá para hacer una maratón de la serie que había encontrado recientemente llamada "Pánico", no estaba para nada mal, y al ser solo una temporada, acabaría rápido de verla y podría dedicarme a otras más largas.

Llevo medio capítulo cuando el timbre de la puerta suena. No espero a nadie, pero no me sorprendería que Liam hubiera decidido aparecer, aunque mañana tenía que ir a su despacho y no podía dormir en mi casa hoy.

Pauso la serie, y me levanto de manera perezosa, pero cuando abro, no había nadie al otro lado. Las posibilidades de que la señora Ferguson hubiera llamado y salido corriendo eran altamente escasas, una mujer de ochenta y tres años con una prótesis de cadera no iba a ponerse a correr solo para joder a su adorable vecina.

Cuando voy a cerrar la puerta, me fijo en la existencia de una bolsa del 7-eleven encima del felpudo de "Harry Potter", me agacho y la recojo, no sin antes pensar que era la típica escena de una película de terror, así que entro en casa y cierro echando la llave, el cerrojo de seguridad y la cadena. El que quisiera entrar tendría que llamar a los SWAT, aunque con una simple patada en la puerta tampoco tendría demasiados problemas.

Con calma, meto la mano en la bolsa y saco una tarrina de helado de vainilla con nueces y una nota escrita a máquina.

"Disfrútala, sé que te encanta. XoXo"

—Estúpido Dan, por este tipo de cosas te quiero.

Tiro la nota, tiro la bolsa, cojo mi cuchara, y vuelvo a sentarme en el sofá para continuar con mi serie mientras saboreo como una niña de cinco años el helado que Dan había dejado en la puerta.

(***)

Me despierto en el sofá. Es la segunda noche que duermo en ese estúpido sofá, la primera por culpa de Liam y la segunda porque me dormí viendo la serie. Me limpio la baba de la cara y me meto en el baño para mi sesión de higiene matinal.

Me doy una ducha rápida, me pongo unos pantalones de vestir de talle alto con un lazo color fucsia, y los combino con una camisa fruncida en el pecho negra. Iba tocando teñirme el pelo, así que me lo recojo en un moño bajo y me maquillo discretamente.

Me pongo unos aros de plata pequeños y unos anillos que llevan conmigo media vida pero que me encantan. Cojo unas sandalias negras de tacón y el bolso y voy a la cocina para prepararme un café. Aún era pronto, así que podía sentarme y saborearlo.

—Bien Blue, estamos a martes, el viernes tienes que ir Topanga —refunfuño mirando la agenda de mi móvil —. Joder voy a pasarme casi cuatro horas en un maldito coche solo porque el señor Carrolsen quiere que afiancemos lazos.

Maldigo al dueño de la empresa, sí, el mismo que paga mi sueldo bastante generoso, y cojo el móvil que había empezado a sonar de manera imparable.

—¿No estás en casa Dan?

—¡No Blue!, no estoy en casa porque alguien anoche se encerró como si fuera a entrar un asesino en serie en el apartamento.

Ups. Cierto. Después de recoger la tarrina, me encerré con toda la seguridad de la que disponía mi casa, y cuando me dormí, ni si quiera me acordé que es imposible entrar porque la cadena no puede quitarse desde fuera y por supuesto la última cerradura tampoco.

—Eee lo siento. ¿Dónde has dormido?

—¿Es lo único que me vas a decir? —Dan sopla al otro lado del teléfono y oigo el claxon de un coche —. En casa de Liam. ¡Llevo unos calzoncillos de Liam!, ¿sabes lo que es eso?

—En realidad...

—¡No quiero saberlo!, me voy a trabajar. Baja, Liam te espera en el coche.

Dejo la taza sucia, me pongo las sandalias mientras oigo como Dan me regaña un poco más por haberme olvidado de que vivía conmigo, y salgo cerrando todos los seguros que podía estando fuera del apartamento.

—Por cierto, Dan, sé que te comiste mi helado —Dan lloriquea como un niño al que acaban de pillar haciendo algo malo —. Pero te lo perdono. Fue un detalle dejarme ayer una en la puerta antes de irte con Harper.

—Me encantaría llevarme el mérito por ese detalle Blue, pero yo no fui, y antes de que digas nada, Liam tampoco. Cuando le llamé para que me adoptara, estaba saliendo de una reunión.

—¿Entonces?, ¿quién coño me ha dejado una tarrina de mi helado favorito?, es algo que solo sabéis vosotros y Harper.

Coloco mis gafas de sol y camino hasta el coche de Liam que estaba aparcado justo frente a mi edificio. Veo cómo se separa de la puerta del acompañante donde estaba apoyado, y como se quita las gafas de sol mientras me mira con una ceja levantada, porque sí, yo voy dando pequeños gritos al teléfono mientras muevo las manos de manera incontrolable.

—Dan no me cuelg... —Miro la pantalla del teléfono y le gruño.

—¿Mala noche?, ¿no será que me has echado de menos?, sabes que eso tiene fácil solución.

Liam rodea mi cintura para pegarme a él, besa mi nariz y luego baja a mis labios.

—Dan se comió mi helado —alzo uno de mis dedos —. Luego alguien dejó una tarrina en mi felpudo, y pensé que fue Dan, pero me ha dicho que no y que tampoco has sido tú.

—¿En tu felpudo?, escucha eso es algo siniestro Blue.

Apoyo mi frente sobre su camisa azul cielo, y tiro de las solapas de su traje Armani negro. Huele bien, huele muy bien, y me permito el lujo de quedarme en esa posición unos segundos de más.

—Blue, ¿quieres que vayamos a la policía?

—Nop. Seguramente haya sido Harper —levanto la cabeza para mirarle y beso sus labios de manera dulce —. Vamos a trabajar.

Los diez minutos que tardaba en ir a trabajar andando, pasaron a ser cinco, y porque el tráfico a esa hora era un poco imposible. Suspiro apoyando la cabeza en la ventanilla y miro el gran edificio en el que trabajaba.

Si digo que tenía ganas de entrar miento con toda mi boca. Lástima tener que trabajar para vivir, para pagar la hipoteca de mi apartamento y mantener mi Toyota Camry.

—Blue, hoy saldré algo tarde de trabajar.

—Define tarde Liam. —Sentencio abriendo la puerta.

—Pues sobre las seis —asiento con calma. Me da tiempo para teñirme en casa antes del retiro —. El caso es, que mañana tengo una reunión temprano aquí.

Me divertía viendo como Liam se ponía nervioso intentando pedirme que le dejara dormir en mi casa. No está acostumbrado a tener que pedir ese tipo de cosas, pero yo me niego a darle todo sin hacerle sudar a los dieciocho, así que sí, para mi estaba siendo un momento feliz.

—Por dios Liam, dilo ya. Te va a dar urticaria.

—Joder Blue no me hagas pedirlo, sabes que no me gusta.

—Pues es una pena. Hay un hotel al lado de mi apartamento. Es caro, pero tiene buena pinta.

Bajo del coche intentando aguantarme la risa, y cuando me dispongo a cerrar la puerta, veo como Liam sale del coche y se acerca a mi pasando una mano por su ya despeinado pelo.

Mi sonrisa se ensancha y me cruzo de brazos.

—¿Me harías el favor de dejarme dormir en tu casa, más concretamente, en tu sofá?

—Mmm, —coloco mi dedo índice en la barbilla como si de verdad lo estuviera pensando —, puedes quedarte en mi casa, aunque el sofá...

—¿Me vas a hacer dormir en el suelo?

Beso su mejilla y me levanto las gafas para mirarle.

—Había pensado compartir mi cama, pero si prefieres el sofá o el suelo... — Le guiño un ojo y vuelvo a ponerme las gafas mientras ando hacia la entrada del trabajo.

Dejo de moverme en el momento en el que algo o, mejor dicho, alguien tira de la trabilla de mi pantalón, y noto unas manos rodeándome la cintura.

—Acepto la oferta Blue —roza el lóbulo de mi oreja con los dientes y a mí se me eriza el pelo de todo el cuerpo —. ¿Te he dicho que esa camisa te realza el pecho?

—Eres idiota Liam. —Río por lo bajo mientras le quito el dedo de mi trabilla.

Comienzo a caminar de nuevo hacia la entrada, cuando doy un pequeño salto al notar un leve azote en mi trasero y oigo la risa de Liam mientras vuelve a montarse en el coche.

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