Capítulo 15

Llevo en la cama dando vueltas dos horas. El despertador marca la una de la madrugada y no soy capaz de dormirme. Había probado de lado, boca abajo, el otro lado, boca arriba e incluso, había abrazado la almohada. Pero no había servido.

No soy capaz de dormir escuchando el sonido de la televisión viniendo desde el salón. ¿Qué quien estaba allí?, Liam. Dan había tenido que irse a una urgencia del hospital en el que colaboraba en sus días libres, y ninguno de los tres, incluido David, quería que me quedara sola, como si nunca hubiera estado sola una noche, así que Liam decidió quedarse en el sofá de mi casa y yo me subía por las paredes pensando que podría estar en mi cama, a oscuras, pero en mi cama.

Me vuelvo a mover y finalmente resoplo dando un puñetazo a la almohada. Estaba claro que no iba a dormir mientras Liam estuviera en el salón. Camino intentando no hacer ruido y me asomo.

Veo perfectamente la cabeza de Liam sobre uno de los cojines y la televisión encendida a un volumen demasiado bajo para molestarme. Estaba viendo una película de serie b sobre la guerra. La verdad, entendería que se hubiera quedado dormido con ella. Giro sobre mis pies para volver a la habitación cuando su voz me detiene.

—¿No puedes dormir, o es que te gusta espiarme?

—¿Te crees tan importante como para espiarte?

Se incorpora en el sofá y me mira por encima del respaldo.

—Puede que sí. — Se encoge de hombros.

Tiene la misma sonrisa de cuando era adolescente. Sus ojos se achinaban y sus dientes salían en una línea perfectamente blanca.

Llego al sofá, y me doy cuenta que Liam se ha sentado para dejarme hueco.

No dudo, me siento en el sofá y me agarro las rodillas con mis brazos mientras le miro con la mejilla apoyada en mi rodilla.

—Que pasa Blue. —Liam apaga la tele dejándonos a oscuras.

—¿Por qué apagas la luz?

—Porque de esta manera no se ve desde la calle.

Hago una mueca. Es imposible que se vea mi casa desde la calle. No es un bajo, y tampoco entiendo quién podría estar interesado en ver mi casa. Aquí nunca pasaba nada divertido, al menos nada en lo que yo estuviera involucrada.

—¿Quién iba a querer ver mi casa desde la calle?

—Bueno, hay mucho loco suelto Blue —Liam se rasca la nuca despreocupadamente mientras mi mente empieza a imaginarse a alguien con la máscara de Michael Myers parado en la acera de enfrente —. Pero también la he apagado porque sé que tu estas más cómoda. Te escondes en las tinieblas.

Estiro mis piernas hasta dejar los pies sobre la mesa de café. Lo sé, es una guarrería, pero al final soy yo la que limpia y al día siguiente lo desinfectaría, como cada vez que ponía los pies sobre la madera gris de la mesa.

Es curioso, Liam estaba tan cerca que casi oía los latidos de su corazón, y evidentemente, también oía los míos. Calmados, tranquilos y relajados desde que había sacado mi flaco culo de la cama.

Estar con Liam me tranquilizaba y no podía negar que me sentía segura.

—¿Te quedas porque temes que algún ladrón sea capaz de escalar hasta el tercer piso y provocarme un infarto?

Liam se mantiene en silencio unos segundos, hasta que finalmente, frota sus ojos con una de sus manos y apoya la cabeza en el sofá.

—Tss claramente Blue, si un ladrón aparece ¿le tiraras tu chancla en plan madre? —La carcajada sale alta y descontrolada de mi garganta —. Ni si quiera le rozarías eres patética con tu puntería.

—¡No te pases Liam! —clavo mi dedo en sus costillas y él se dobla —, yo no tengo la culpa de que mis habilidades fuera de mi inteligencia sean nulas.

Su risa llena el salón. Sabía de lo que se acordaba y lo sabía porque yo también me había acordado.

Con veinte años, fuimos a ver un desfile de acción de gracias, y yo me tropecé con mis propios pies quedando con una rodilla hincada en el suelo y agarrada de su mano.

La gente comenzó a aplaudir pensando que le estaba pidiendo matrimonio y lo que estaba era aguantando dignamente, o bueno, todo lo dignamente que podía las lágrimas por el dolor de haberme dejado la piel de la rodilla en el asfalto.

—Blue, sin ofenderte, te tropiezas con tus propios pies, y te recuerdo —mierda, venia algo humillante para mí. Seguro —, que en el primer año de carrera te grapaste un dedo al grapar los apuntes.

Mi boca se abre hasta llegar al suelo y mis ojos se quedan como platos. No recordaba aquello, hasta hoy. Habíamos estado estudiando durante dos días seguidos porque teníamos los finales.

Liam, Dan y yo nos habíamos instalado en la habitación de la fraternidad de Liam y cada uno tenía una pequeña parcela del cuarto para apuntes y llorar en silencio. Cuando terminé de estudiar, fui a grapar mis apuntes y acabé con la grapa incrustada en mi dedo y los apuntes manchados de sangre.

Liam me quitó la grapa mientas se intentaba no reír y me desinfectó la herida. Bueno, si a eso se le podía llamar herida.

—Lo había olvidado —paso mi mano por mi cara fingiendo vergüenza que claramente no sentía porque la torpeza es algo a lo que ya estoy acostumbrada —. Joder, de verdad que soy un desastre en cuanto a cerebro no se refiere.

Su suave risa inunda el salón y yo no puedo evitar sonreír. Liam podía hacerme un millón de cosas, pero nunca era capaz de no sentirme tranquila con él.

—No quiero alejarme de ti Blue. — Confiesa como si nada. Como si ese fuera el verdadero motivo por el que estaba en mi casa.

—Pues no lo hagas. — La voz sale de mi sola, no puedo controlarla y es una súplica más que un susurro.

Cierro los ojos y me muerdo el labio. No puedo haber dicho eso. Liam no ha podido escucharme decir que se quede a mi lado. Es patético. Me había prometido a mí misma que no volvería a enamorarme jamás, que no volvería a dejar que me utilizaran y acabaran con todo lo que soy, pero claro, eso no podía aplicarse a Liam porque ciertamente, por mucho que lo hubiera intentado, una parte de mí siempre estaría enamorada de él, y esa parte se activaba cada vez que su nombre venía a mi cabeza, o salía en una conversación.

Solo me queda rezar porque no se haya enterado y no me haya oído, o al menos, no haya notado el tono de súplica que va en mi voz.

Su mano rodea mi muñeca y me atrae hasta él, obligándome a sentarme a horcajadas encima suyo y mirándole a la cara.

—Repite lo que has dicho Blue.

Muerdo el interior de mi mejilla. Parece que he desarrollado otro tic nervioso, aunque es probable que ya lo tuviera y lo hiciera sin darme cuenta.

Respiro hondo apoyando mis manos sobre el pecho de Liam. Puedo sentir los latidos acelerados de su corazón. Los golpes en mi mano, pum, pum, pum... sonrío de medio lado recordando esa escena de Dirty Dancing en la que Johny coge la mano de Baby y la pone en su pecho, mientras la marca el ritmo calmado de su corazón para comenzar a bailar.

—Tú has dicho que no quieres alejarte de mí —asiente con la cabeza mientras sus dedos trazan círculos sobre mis muslos —. Y yo he dicho que no lo hagas.

Coloco mis manos sobre sus hombros y cierro los ojos esperando que no hubiera sonado a suplica, a pesar de que a mí me seguía pareciendo que le suplicaba.

Sus manos suben hasta mi cuello, y me atrae hasta su boca dejándome un suave beso que me despierta por completo y me acelera el pulso.

—No me voy a ir Blue, esta vez no.

Asiento estúpidamente mientras Liam cubre mis labios con los suyos. No es un beso pasional, sino un beso cargado de desesperación. Puedo notar que me había echado de menos, puedo notar que me necesitaba y puedo notar que no estaba mintiendo. No esta vez.

Rodeo su cuello con mis brazos, y dejo que su lengua entre en mi boca. Sus manos me rodean por la cintura y me aprietan contra su pecho, mientras mis manos tiran de su pelo haciendo que su cabeza se eche hacia atrás.

Pasa su lengua desde el escote de la camiseta con la que duermo hasta mi garganta y no puedo controlar un suspiro de placer que sale entre mis labios, y yo dejo que mis manos se deslicen hasta meterlas por debajo de su camiseta.

—¿Estás segura Blue? —Cuestiona rodeando mi cara con sus manos.

—Estamos a oscuras, no voy a entrar en pánico —acaricio su barbilla con mis dedos. Me picaba en ellos su principio de barba —. Me siento cómoda a oscuras.

—¿Por qué?, ¿por qué necesitas estar a oscuras?

Bajo mi mirada hasta mis manos que reposan tranquilamente en el pecho de Liam. Su corazón palpita aceleradamente contra ellas y su respiración está entrecortada.

No puedo seguir fingiendo que no me pasa nada. No puedo seguir ocultándole las cosas, porque esa no es manera de sanarme.

—Si solo hay oscuridad, casi no puedes verme —asiente pasando sus dedos por mi brazo —, y si no puedes verme no puedes darte cuenta de lo rota que estoy y de lo horrible que soy.

Finjo una sonrisa triste mientras elevo mis ojos hasta los suyos. Como siempre, la oscuridad no es total, la luz de la luna se filtra por la puerta de la terraza, pero si estaba lo suficiente oscuro como para sentirme cómoda con mi cuerpo.

Si yo no podía ver las imperfecciones de mí que Ben tanto se esforzó en grabarme en la mente, nadie podría verlas.

Los labios de Liam se convierten en una fina línea, y en sus ojos se refleja que había entendido lo que había dicho. Su cabeza había empezado a unir los finos puntos para comenzar a tener claro todo lo que había sucedido en estos últimos tres años.

Acerca mi cara a la suya y besa mi nariz con delicadeza, para luego continuar besando suavemente, mi mandíbula y mi cuello.

—¿Puedo? —Pregunto apoyando mi frente contra la suya y jugando con su camiseta.

Liam asiente, y yo le saco la camiseta por la cabeza tirándola a cualquier sitio. Mis manos pasan por sus hombros, sus pectorales y bajan hasta la maravillosa tableta de seis cuadrados que tiene en el abdomen.

Realmente es un regalo para la vista. Recorro con la yema de mi dedo la fina línea de vello que baja desde su ombligo hasta su chándal, y no puedo evitar jugar con la goma de los pantalones mientras él me observa mordiendo su labio.

Me quito la camiseta de un rápido movimiento para evitar que Liam pida permiso para hacerlo. Estar a oscuras me hace tener mayor confianza en mí misma. Todo lo que Ben había destrozado, se quedaba escondido en la oscuridad que había en el salón de mi casa.

Sus manos suben por mis costados y una de ellas se detiene en la mitad de mi espalda mientras que la otra acaricia suavemente uno de mis pechos. Un gemido se escapa de mi boca y esta vez, no intento retenerlo. Estábamos solos en casa y David tenía razón, no teníamos motivos para sentir vergüenza por lo que estábamos haciendo.

Dejo caer mi cabeza hacia atrás haciendo que mi abdomen y mi pecho se peguen más a Liam. Lo disfrutaba. Disfrutaba del tacto de su mano en mi piel, disfrutaba de su aliento en mi piel y sobre todo disfrutaba de su lengua en mi piel. Oigo su respiración entrecortada y sus jadeos mientras disfruta de mi pecho y yo noto la presión de su dureza contra mi pantalón corto.

No tarda demasiado en meter los dedos dentro de la goma de mi pantalón, y yo me quito de encima suyo para tumbarme en el sofá a su lado. Veo como baja mis pantalones y mi ropa interior mientras deja un rastro de besos desde el ombligo hasta mi tobillo, y luego veo cómo se levanta para quitarse su propio pantalón y su bóxer azul.

Detallo cada parte de su cuerpo que la escasa luz me deja ver. La V que se forma en sus caderas, los pectorales y los abdominales marcados, cada lunar de su pecho y de sus brazos, hasta llegar a su miembro. Lo recordaba absolutamente todo de él, su cuerpo estaba grabado a fuego en mi mente y por más tiempo que pasara, no lo olvidaría.

Vuelve a recorrer mi otra pierna con besos hasta llegar al interior de mis muslos donde se detiene y me mira con media sonrisa. No me da tiempo a decir nada cuando ya ha empezado a devorarme observando mi reacción.

Mis manos aprietan el sofá, y los jadeos y gemidos comienzan a salir de mi boca de manera descontrolada, mientras mis caderas se mueven buscando el contacto de mi centro con su lengua.

No quiero que pare, quiero que me devore hasta que no quede absolutamente nada de mí.

—Mierda, joder. —Gimo arqueando mi espalda.

—Para, estate quieta Blue. —Exige poniendo su mano en mi abdomen.

—Joder Liam, no... no puedo...

Me corto en mitad de la frase cuando noto que ha parado. Abro los ojos perezosamente y le veo sonreír. No hacía falta que me dijera nada. Yo quería llegar al final, quería disfrutar y que el orgasmo me llevara por delante como si fuera un tsunami. Lo empujo con el pie hasta que se queda sentado en el sofá y vuelvo a sentarme a horcajadas sobre él.

Mantengo la mirada en sus ojos mientras coloco su miembro en mi entrada, y comienzo a descender lentamente mientras muerdo mi labio. Sentirle era la mejor sensación del mundo.

Apoyo mis manos en sus hombros y me mantengo quieta durante unos segundos. Tenía que acostumbrarme a él, tenía que acostumbrarme a tenerle dentro. Me muevo lentamente subiendo y bajando por su longitud mientras muevo en círculos mis caderas.

—Oh joder Blue. —Noto la fuerza de sus manos sobre mis caderas.

Había comenzado a guiar mis movimientos, a imponer la velocidad que él quería, y la verdad es que no me importa en absoluto. Estoy demasiado concentrada en el placer que me recorre el cuerpo, y en la sensación conocida que empiezo a notar en mi bajo vientre. Liam acaricia mi cara con su mano e instintivamente, succiono su dedo en mi boca mientras vuelvo a mirarle a los ojos.

Noto como mi piel se eriza y ya no puedo aguantar más. Dejo que el orgasmo me llegue mientras un gemido alto se escapaba entre mis labios. Noto el sudor recorrer mi espalda y noto el sudor de Liam mezclándose con mi sudor en el pecho, pero me da igual, porque dos movimientos arriba y abajo después, Liam gruñe mientras clava sus dedos en mi trasero y apoya su frente en mi pecho.

(***)

Me había quedado dormida en el sofá entre los brazos de Liam, y cuando abro los ojos por la luz del sol eran las seis de la mañana. Tenía dos horas para ducharme y prepararme para ir a trabajar, aunque no quiero moverme. Estoy a gusto y cómoda entre los brazos de Liam.

Me muevo hasta quedar frente a él y rozo mi nariz con la suya.

—Blue, déjame dormir. —Refunfuña apretando más los ojos.

—Tenemos que ir a trabajar.

—Joder, ¿y si nos pedimos el día libre?

Lo medito por un momento. Sería maravilloso poder tener un día libre y disfrutarlo en brazos de Liam, pero Shasa no lo permitiría. Mucho menos cuando tenía el "Team Retreats".

—No puedo —me apoyo sobre un codo para mirarle —, Shasa es una dictadora y tengo el retiro de cuatro días con la empresa, y con más empresas.

—¿De verdad vuestra empresa hace esas cosas?

—Si, y no me apetece sociabilizar. Deberíamos levantarnos.

Me muevo en el sofá intentando no caerme, cosa para nada sencilla cuando tengo a mi lado a una persona que mide metro noventa y cinco, pero lo consigo conservando toda la dignidad que tengo. Avanzo hasta la terraza y abro la puerta para que el aire entre.

No puedo evitar salir y apoyarme en la barandilla para mirar. La ciudad estaba amaneciendo y a esas horas solo se oían los pájaros.

Las manos de Liam se apoyan en la barandilla alrededor de mis brazos, y noto su pecho desnudo sobre mi espalda.

—Me gustan estas vistas —murmura en mi pelo —. Desde mi apartamento solo veo edificios de oficinas.

Apoyo mi cabeza en su cuello y noto el beso suave en mi sien.

—Aquí también se ven edificios.

—Se ven edificios, se ve un parque y se ve el muelle de Santa Mónica con sus luces.

—No vas a conseguir que me vaya del apartamento para que te vengas tu aquí.

El silencio nos envuelve durante unos segundos, pero no es un silencio tenso ni incómodo, es un silencio tranquilo, calmado.

—Y, ¿vivir aquí? Ya sabes, contigo.

Giro mi cabeza hasta poder mirarle. Lo había dicho enserio. Es la primera vez en todos los años que lo conozco que había insinuado la posibilidad de vivir juntos, y por extraño que parezca, no me espantaba.

—Bueno, lo pensaré. No tengo más habitaciones y no puedo echar a Dan a la calle...

—Blue, no estoy diciendo que eches a Dan, estoy diciendo que podría vivir contigo, como pareja.

Sonrío escondiendo mi cara en el hueco de su cuello. Es demasiado pronto de hora, y de todo en general para pensar en vivir con Liam.

—Vamos poco a poco. —Susurro después de besar su cuello.

—Está bien Blue. Iremos al ritmo que tu necesites.

Giro mi cuerpo apoyando mi espalda en la barandilla y rodeo el cuello de Liam con los brazos. No había terminado de juntar mis labios con los suyos, cuando oigo el chirriar de ruedas debajo de mi terraza, y veo por encima de mi hombro, alejarse un todo terreno negro con las lunas tintadas.

—Vaya, alguien llega tarde al trabajo. —La cara de Liam se tensa y aprieta las manos alrededor de la barandilla.

—Si, y nosotros llegaremos tarde si no vamos a la ducha —besa mi frente y me obliga a entrar al salón —. Dúchate tu primero.

Llego hasta el sofá, y miro por encima del hombro a Liam. Había sacado su teléfono móvil y parecía estar hablando con alguien.

Bailoteo hasta el baño donde pongo música para ducharme y dejo la puerta abierta. Empiezo a sentirme cómoda con la idea de que Liam pueda verme medio tobillo a la luz del sol, aunque también sabía que no iba a hacerlo mientras yo no estuviera lista, y se lo agradecía. Se lo agradecía infinitamente, porque mirarme al espejo desnuda, ya me causaba demasiada ansiedad; lo iba controlando poco a poco, pero si yo no era capaz de no verme mal, ¿cómo no iban a hacerlo los demás? 

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