Capitulo 13
Desayuno con John en el paseo de la fama. Le enseño todos los alrededores, Beverly Hills, con sus tiendas extremadamente caras, paramos para hacer las fotos de rigor con las estrellas favoritas de cada uno, subimos hasta el observatorio y vemos las letras de Hollywood... Hacemos un tour por Los Ángeles bastante completo, solo interrumpido por mi móvil que sonaba sin descanso.
—Deberías cogerlo Blue, parece importante.
Saco el móvil y cuelgo por quinta vez. Su nombre lucía en la pantalla como si fuera mi maldición personal.
—No es importante —vuelve a sonar hasta que cuelgo de nuevo —. Es el abogado de una nueva escritora a la que llevo la publicidad.
—Pero si es el abogado quizá...
—¡No!, solo quiere cambiar la gira. En lugar de ir primero a San Francisco, quiere que vayamos primero a Sacramento —froto mis sienes con impaciencia —, así que realmente solo hay que cambiar el itinerario. Es algo sencillo y ya lo hice ayer.
—Entonces, vamos a comer. Te invito.
Sonrío como una idiota. La verdad que no puedo negar que John es adorable. Es amable, simpático y gracioso; pero no me hace sentir segura. Mi cabeza no permite que me mantenga quieta sin alejarme cuando me toca el brazo para apartarme de un ciclista o simplemente para evitar que me atropellen en un semáforo.
Entramos en un restaurante de comida india, en el que no me había molestado en entrar en... resumiendo, jamás, pero yo no pago, yo no decido y tampoco mato a nadie si aprovecho el tiempo para conocer un poco más a John.
—Y cuéntame John, como no te he conocido antes.
Su risa resuena por medio restaurante, y yo no puedo evitar mirar los músculos de sus brazos cuando se apoyan encima de la mesa.
—Bueno, nunca me interesó sociabilizar con las amistades de mi hermana —acaricia su barbilla mientras me mantiene la mirada —. Pensaba que todas sus amigas serian insoportables como ella, así que me mantuve alejado.
—Vaya, así que todas las amigas de Harper somos insufribles como ella, según tú.
—No, todas no. Tú al menos no eres insufrible como mi hermana —sonríe mirándome a los ojos —. El caso es que yo he estado con la misma chica desde el último curso de instituto.
Agradezco al camarero que nos traiga los platos y las bebidas antes de volver a centrarme en seguir conociendo a John.
—La misma novia, ¿cuánto tiempo?
—Casi diez años. Estudiamos juntos en el instituto y luego en la universidad también. Estábamos planeando casarnos y bueno, una cosa llevo a la otra y por motivos que no me agrada recordar, se acabó.
—¿Motivos que no te agrada recordar?, suena a mafia italiana y grandes cantidades de dinero.
Se ríe divertido mientras deja el vaso de su bebida en la mesa.
—Ojalá, suena a que me dejó por mi mejor amiga. Un día salí pronto del trabajo y las encontré en casa. En mi cama.
—Vaya... lo siento yo...
—No pasa nada, no tengo nada en contra, pero si me hubiera gustado que me lo hubiera dicho antes de verlo.
Increíble. No parecía tener ningún tipo de problema después de que su pareja lo engañara, no parecía estar desquiciado, ni necesitar la constante aprobación de la gente a su alrededor. Me hacía envidiar ese sentimiento que me encantaría poder tener.
—Y tú que, cuéntame.
Yo que. Yo era una desgraciada. Llevaba resentida con el género masculino desde que Liam me dejó totalmente insensible.
Me dejó como una muñeca rota incapaz de sentir, ni querer a nadie, hasta que confié en la persona que no debía pensando que sería feliz a su lado, lo que provocó que me moviera por impulsos básicos.
—Que quieres saber de mí —miro hacia mi plato y juego con la comida y el tenedor —. Mi vida es muy aburrida.
—Bueno, no considero que sea aburrida. Es decir, viajas con tus clientes y conoces mundo —Ladea su cabeza para mirarme —. Pero prefiero saber porque alguien como tú no tiene pareja.
—¿Alguien como yo? —pregunto incrédula a lo que John se limita a asentir mientras mastica algo que parece ¿carne?, no estoy segura —. No se me da bien elegir a los chicos.
— ale, y entonces por eso no tienes pareja.
Dejo el tenedor en el plato y pongo las manos sobre la mesa. ¿No tenía pareja porque no elegía bien?, cierto, con Ben desde luego no elegí bien para nada, y eso me ha llevado a estar donde estoy.
Con Liam es probable que tampoco, pero al menos aprendí. Aprendí lo que se siente cuando se quiere a alguien de verdad, y aprendí que no puedes obligar a nadie a estar contigo si no quiere. Y el sexo.
—Bueno, tuve una relación extraña de idas y venidas desde los dieciséis hasta los veinte, luego estuve sola un tiempo y hace un año me volví a quedar soltera después de una muy mala relación de un par de años.
—Matiza relación extraña y muy mala.
Sopeso si decirle que Liam era el chico que estaba sentado la otra noche al lado nuestra, y al final gana el sentido común. Había cosas que podía evitar decir por propia vergüenza.
—La extraña se resume a que es el mejor amigo de Dan y es bastante complicado —sentencio. John no tiene por qué enterarse de que el abogado de Lexi es Liam y desde luego no tendría que enterarse de lo que paso hace unas semanas —. Y la muy mala, significa que hasta hace poco se presentaba en mi casa.
—Vaya, eso sí que es una mala relación.
—Si que lo es. Me hundió mentalmente hasta que conseguí dejarle, y luego vinieron las llamadas y los mensajes y el presentarse en mi casa —bebo agua tranquilamente. Hacía mucho que no decía esas cosas. Al menos en voz alta —. Si quieres salir corriendo es tu momento.
Vuelvo a centrar la atención en mi plato, y continúo comiendo sin mirar a John, no tengo ganas de ver cómo me mira, con lástima o pena o incluso compadeciéndose de mí, y desde luego que no es algo que quiera volver a revivir.
Cuando Harper se enteró me miró así durante semanas, y cuando por fin conseguí abrirme con Dan y contarle todo, primero como amigo y luego como psicólogo, lo que conseguí fue lo mismo que con Harper.
Me había acostumbrado a que la gente que lo sabía me mirara así, pero no dejaba de hacerme sentir incómoda.
—No tengo porque salir corriendo. Todos tenemos nuestros demonios.
—La gente no lo ve así.
—No, la gente solo te ve y dice oh pobrecita que mal lo ha pasado. —Asiento resoplando. Llevaba toda la puñetera razón.
Mi móvil vuelve a sonar y yo vuelvo a colgar. Acabábamos de terminar de comer y aún tenía que llevarle a conocer Santa Mónica y enseñarle donde se rodó la serie de ''Los vigilantes de la playa" así que caminamos comiendo un helado hasta llegar al muelle de Santa Mónica, disfrutando del sol y la temperatura suave, y a pesar de lo temprano que es, todas las atracciones están hasta arriba de gente haciendo cola para subirse.
—Vaya, esto por la noche debe ser increíble.
—Dan y yo venimos de vez en cuando a ver anochecer aquí, nos subimos a una de las torres de los vigilantes, y comemos patatas fritas mientras el sol se esconde, y las luces del muelle empiezan a encenderse.
John se gira y apoya su espalda contra la valla del muelle. No quería mirarle, sabía que me observaba y eso me hacía ponerme nerviosa. Las manos me sudaban y la boca se me secaba.
Era la primera vez que me pasaba esto con alguien después de Liam y Ben.
—¿Dan es bueno para mi hermana? —Su pregunta me descoloca y me hace abrir mucho los ojos.
—Dan es bueno para todo el mundo.
—Quiero la verdad Blue. Es mi hermana y la quiero y no me apetece tener que romperle las piernas si la hace daño.
Resoplo sonoramente mientras asiento con la cabeza.
—Dan es bueno para todo el mundo menos para su hermano —observo la luz empezar a irse haciendo que el cielo se volviera naranja —. Dan tiene pánico a las relaciones, pero con Harper se comporta diferente. No sé si llegara a más o que pasará, pero no la hará daño gratuitamente.
—Tendré que conformarme con eso —mi teléfono vuelve a sonar, y yo cada vez me pongo más tensa con ello —. Vamos, te llevo a casa.
Prefiero subir las escaleras hasta el apartamento antes que usar el ascensor. Sí, eran demasiados pisos para mi maravillosa e inexistente forma física, pero subir andando me permite pensar.
Había saltado del coche de John incluso antes de que parara por miedo a que me diera un beso de despedida. Algo estúpido e ilógico, porque dudaba bastante que fuera del tipo que le gusta a John. Por ejemplo, yo no tenía un abdomen de hierro ni unas piernas ni brazos cargados de músculos. No estaba mal, porque tenía el abdomen plano, pero el máximo ejercicio que hacía era levantarme y andar hasta el sofá.
El pobre John había boqueado como un pez fuera del agua y se limitó a arrancar cuando me despedí de él con la mano desde la puerta del edificio. Vergonzoso, lo sé, pero no estaba preparada para nada después de lo de Liam.
No había terminado de meter la llave en la cerradura, cuando la puerta se abrió de golpe. Para que molestarme en decir nada, no era la primera vez que me pasaba y no sería la última,
—¿Por qué coño no me has cogido el teléfono Blue?
—Porque es domingo y te iba a mandar la agenda modificada cuando llegara a casa.
Paso con fingida tranquilidad y la espalda lo más recta que puedo hasta la cocina. Liam había quitado mis llaves de la cerradura y las había dejado en el mueble de la entrada para después cerrar la puerta y mirarme con las manos en sus maravillosas caderas.
Camino con calma hasta llegar al pasillo, para seguir hasta mi habitación, donde podría encerrarme y estar tranquila.
—¿A dónde vas?
—A mi habitación Liam.
—De eso nada —camina hasta ponerse a mi lado con los brazos cruzados —, tenemos que cuadrar la agenda de Lexi.
Muerdo mi mejilla por dentro. No es algo que suela hacer, pero ahora mismo mis ganas de matar siguen aumentando.
Alargo mi brazo hasta llegar al bolsillo trasero de mis vaqueros y saco el teléfono para mandarle a su correo el nuevo cuadrante. Me había limitado a cambiar la visita de San Francisco por la de Sacramento.
Afortunadamente, los vuelos no estaban comprados y variaban poco en horario con los del itinerario anterior.
—Ya lo tienes. La madre de Lexi lo ha aprobado —levanto la vista hasta los ojos de Liam —. ¿Puedo irme ya a mi cuarto?
Noto como se aparta lentamente dejándome pasar por el pasillo y yo respiro hondo pasando por su lado mientras intentaba controlar los latidos de mi corazón.
—¿Te has besado con él? —Me paro a mitad de un paso.
—¿Te acostaste tú con la pelirroja? —Silencio. Miro a Liam por encima de mi hombro y cuando le veo mirando al suelo, se la respuesta —. Espero que lo disfrutaras Liam.
—No es...
—¿Lo mismo? —cierro los ojos frente a la puerta de mi habitación —, desde luego que no lo es, porque yo solo le he enseñado la ciudad al hermano de una amiga. Ni si quiera sé cómo huele su colonia porque no me he acercado tanto. Tú, sin embargo, podrías decir con total claridad si la pelirroja esta operada de anginas.
Cuando creía que iba mejorando, que iba recuperando a la antigua Blue, había algo que me hacía volver a querer esconderme en el último agujero de la tierra.
Para todo el mundo será una estupidez, pero en mi cabeza solo se reproducían los gritos que le di a Liam para que apagara la luz, y un polvo en la ducha que, a todas luces, estaría comparando con el de la pelirroja, así que volví a sentirme infinitamente pequeña.
Camino hasta mi habitación y consigo llegar y abrir la puerta antes de que su voz me vuelva a parar.
—Lo siento Blue. Creía...creí que tú y él, creí...
—¿Qué me acostaría con él?, poco me conoces si piensas eso de mi Liam, pero da igual —cruzo la puerta de la habitación y me giro para mirarlo mientras cierro —, espero que mereciera la pena.
Suelto la puerta, y la observo cerrarse mientras Liam comienza a caminar hasta darse con ella en las narices.
No podía culparle, no del todo, porque Liam ni siquiera sabía todo lo que me había pasado para haberme vuelto así. Iba a contárselo, pero después de saber ciertas cosas, definitivamente era mejor que no me hubiera sincerado.
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