Capitulo 12

Nada más poner un pie fuera del coche de Dan, empiezo a arrepentirme de ir a esa estúpida cena. Mi mente no hace más que repetirme que no estoy lista. Que esto era una jodida cita encubierta y yo no tengo ganas de conocer a nadie.

—No vas a salir corriendo hasta casa, así que deja de pensarlo.

—No pensaba huir.

—Me dejas de lo más tranquilo —sentencia Dan irónicamente mientras resopla dejando claro que no se ha creído mi mentira —, pero por si acaso, dame las llaves de casa.

—¿Qué?, no voy a darte mis llaves de casa.

Observo como Dan eleva una ceja y mueve los dedos de su mano con una exigencia silenciosa para que le entregue las llaves de casa. De mi casa en la que tan amablemente le permito vivir.

Rebusco en mi pequeño bolso de mano, y le tiro las llaves a la cara. Me hubiera encantado saltarle un ojo con ellas y haber tenido que correr al hospital, pero para mí mala suerte, solo con levantar la mano, las llaves cayeron sobre ella como si hubiera estado todo planeado desde el primer momento. Odio mi puntería.

—Si me quiero ir porque me aburro que hago.

—Me lo dices.

—¿Y me llevas?

—No. Te pago otra copa.

—Vas a gastar mucho dinero esta noche Dan.

Entrecierro mis ojos mirándole, pero él miraba por detrás de mí con la cara descompuesta y pálido.

Oh, le haría pagarme un montón de copas, pero no me iba a aburrir. Solo ver su cara me estaba mereciendo la pena. Giro sobre mí misma para ver porque se le había puesto esa cara y mi mandíbula se descuelga llegando al suelo.

—¿Ese es el hermano de Harper?

—Pues tiene pinta Blue —Dan me mira y me guiña un ojo —. Apuesto a que ya no te importa haber venido.

—¡Cállate Dan! —Mi puño se estampa en su brazo, y yo vuelvo a mirar a John.

Caminando hacia nosotros venían Harper con un mono azul largo y su hermano, o, mejor dicho, el dios griego que había mantenido escondido durante todos estos años.

Mi corazón se acelera cuando me mira directamente y me sonríe. Mierda, ¿de dónde había salido semejante perfección?, y lo más importante, ¿por qué me ponía nerviosa que me mirara como si no existiera nada más a su alrededor?

Quizá soy una exagerada o es que ya todo me valía para pensar que estaba mejor, pero recorrí su cara detallando cada milímetro de su piel.

Tenía los ojos grandes y negros, enmarcados por unas pestañas negras demasiado largas. Una nariz recta y una sonrisa que quitaba el sentido, escondida por unos labios carnosos muy besables.

Bajo por su cuerpo. Lleva una camisa blanca remangada hasta los codos, unos vaqueros azules y unas botas negras. Tiene el pelo despeinado y aunque era más bajo que Liam y que Dan, seguía sacándome diez centímetros.

—Blue, deja de babear mientras le desnudas con la mirada.

El dedo de Dan sube mi boca haciendo que la cierre y yo me limito a carraspear para disimular.

—No babeaba Dan solo estaba...

—Babeando Blue. Miraste así a Liam la primera vez que le viste.

—¿Qué?, deja de decir estupideces.

Me giro en el momento en el que Harper y John llegan a nosotros, y mi mirada se cruza con la suya.

Observo a Harper dar un tímido beso a Dan en los labios y luego se tira encima mío para abrazarme dejándome sin movimientos en los brazos, por tanto, solo soy capaz palmear su espalda con las manos como si fuera una foca.

—Blue, te presento a mi hermano John.

Sonrío tímidamente intentando controlar que la rojez no llegue a mis mejillas.

—Pues sí que mi hermana tenía razón contigo. —Comenta John sin darle importancia.

—No sé a qué te refieres.

—Bueno, digamos que mi hermana conoce mis gustos demasiado bien.

Parpadeo estúpidamente ante su comentario mientras absorbo su olor, y su ronca voz. No había escuchado una voz así en la vida. Podría ser un locutor de radio. Un locutor de radio estúpidamente sexy y deseable; y eso solo por su voz. Mejor no hablamos del resto del conjunto.

—Te dije que no solo existía Liam para practicar con tus... ejercicios. —Sentencia Dan murmurando a mi lado mientras John y Harper estaban hablando.

Contesto con un sonido afirmativo acompañado con un movimiento de cabeza, porque sí, ahora veo que Dan tenía razón y que existe más gente, no solo Liam.

Por primera vez en días, estoy en una burbuja.  Me siento como si todo lo que ha pasado con Liam fuera cosa del pasado. De un pasado muy lejano y adolescente del que solo tengo recuerdos, pero como todo en mi vida, no iba a durar mucho, y cuando miro hacia dentro del restaurante me tenso igual que si fuera la cuerda de una guitarra.

Cojo del brazo a Dan y tiro de él hacia mí para.

—Qué coño hace Liam aquí. —Señalo con la cabeza el interior del restaurante.

—Mmm bueno me pregunto dónde cenaríamos y se lo comente.

—Te voy a matar Daniel —solo uso su nombre completo cuando estoy muy enfadada —. ¿Intentas que me vuelva loca?

—No. Intento que veas el poder que tienes con dos chicos totalmente diferentes.

Sigo la mirada de Dan y las ganas de matarlo no hacen más que aumentar. Quizá podría usar un cuchillo de pelar patatas. Sería lento, pero infinitamente más doloroso que un hacha.

Liam está cenando con una maravillosa pelirroja de ojos verdes, cuerpo escultural, pechos operados y risa floja. Desde luego, así no iba a poder ver ninguna clase de poder sobre absolutamente nadie.

—Dame las llaves me voy a casa. —Agarro la camisa de Dan sin dignarme a mirarlo, solo mirando a Liam con la esperanza de que sean negocios o que no le dé tiempo a verme aquí fuera intentando disimular unos celos que me matan lentamente.

—No. 

Gruño frustrada mientras doy una patada en el suelo haciendo que el tacón se me clave en el talón y que un latigazo me recorra la pierna hasta la cadera. Quedarme coja no es tampoco la idea principal, aunque estar en medio de otra prueba, otro ejercicio u otro lo que sea que la mente retorcida de Dan se había sacado de la manga, solo para forzarme a sobrepasar mis límites, tampoco era lo que esperaba para esta noche.

Lo conozco lo suficiente como para saber que  lo que pretende es hacerme salir de mi maravillosa zona de confort, esa zona que tiene un pequeño boquete que estaba planeando tapar, pero desde luego, lo que no planeaba era hacer ese boquete más grande, cosa que Dan si planeaba.

Masajeo mis sienes mientras controlo las ganas de empujar a Dan hacia la carretera cuando pase un autobús o un camión de reparto.

—¿Qué tiene que ver que Liam esté en una cita para mis...problemas? —Pronuncio la última palabra en una voz asombrosamente baja para mí.

—Porque tienes que enfrentarte a los problemas Blue. No puedes seguir escondiéndote y huyendo y porque te puedo asegurar —vuelve a mirar hacia el interior —, que va a ser peor para Liam que para ti. Es solo un ejercicio de confianza.

Gruño en el oído de Dan y le suelto de mala manera provocando que se tambaleé un poco. Algo insignificante para alguien de su tamaño.

—No quiero tener la copa vacía en ningún jodido momento de la noche Dan.

—No la tendrás. Te lo prometo Blue.

Camino con la cabeza alta y entro por la puerta que John está sujetando abierta. Para aumentar la mala suerte, nuestra mesa estaba al lado de la de Liam y su adorable pelirroja que tenía la lengua muy larga y la falda demasiado corta.

En estos momentos, es cuando me arrepiento de no haberme puesto algo más...llamativo.

Me mantengo al lado de John, y me siento ignorando a los vecinos de mesa, mientras interiormente sonrío al ver la cara de Liam viendo a John sentado a mi lado. No tenía muchas esperanzas en este tipo de ejercicios para aumentar mi confianza, pero tengo que reconocer, que ver a Liam enfadado por el simple hecho de que alguien que no fuera él me prestara atención, si hacía que mi autoestima estuviera un poquito más alta.

Había conseguido ignorar a Liam y su despampanante cita durante toda la noche. No voy a mentir y decir que el vino blanco fresquito no ayudo, porque ayudo y mucho, sobre todo cuando oigo las palabras mi casa de boca de la pelirroja perfecta, haciendo que gire de forma automática y con demasiada violencia el cuello, y a parte de crujirme, solo me gano una mirada de odio de la pelirroja y una sonrisa sarcástica de Liam.

Aun estábamos con los postres y yo solo pensaba en irme a casa y meterme en la cama a ver si conseguía dormir una noche seguida.

—Entonces Blue —la mano de John toca mi brazo devolviéndome a la cena —, mañana me podrías enseñar Los Ángeles.

Estaba procesando las palabras de John cuando oigo una fuerte tos en la mesa de Liam y la pelirroja, y sonrío para mis adentros. O se aburría demasiado con su cita, o le interesaba demasiado lo que se hablaba en mi mesa, en la que, por cierto, Dan y Harper miraban con una ceja alzada a nuestros vecinos, y Dan no hacía más que mandar mensajes, y yo sabía perfectamente a quien porque oía sonar el móvil de Liam a mi espalda.

—¿Enseñarte Los Ángeles?, todo el mundo conoce este sitio solo... ¡Ay! —Harper me da una patada por debajo de la mesa y me hace una mueca —. ¡Si!, claro te enseñaré Los Ángeles. Podemos ir al observatorio, Santa Mónica y un montón de sitios más.

—Genial, entonces, ¿te parece si te paso a buscar a las ocho?

Si, las ocho era una buena hora, sobre todo porque eran las nueve y estaba algo achispada y dormiría del tirón toda la noche. Si, era buena hora sin duda.

Cuanto antes empezara a hacer de guía, antes terminaría y podría ponerme mi pijama con mis calcetines mulliditos, pero justo cuando iba a contestar, la voz de Liam me llega alta y clara a los oídos.

—¿Qué?, ni de coña. —Me giro para mirar a Liam que se limita a mirarme con cara de enfado y negar con la cabeza.

Realmente me asombra que John no se haya dado de absolutamente nada de lo que pasa entre las dos mesas, dado que los dos hemos saltado como si tuviéramos chinchetas en las sillas a la mínima mención de cita, desayunos o casas ajenas. O finge muy bien, o está al tanto de todo.

—Claro que si John, es una buena hora. Podemos desayunar en el paseo marítimo y luego si te apetece podemos comer... —mi móvil vibra con un mail del trabajo —. No te creo. —Murmuro abriendo el mail.

—¿Pasa algo Blue? —Pregunta Dan poniendo su mejor sonrisa.

—Si. El abogado de Lexi, exige una reunión mañana —bloqueo el móvil y continúo hablando con John. Él tenía una cita perfecta y no iba a estropearme mi no cita —. Es buena hora John.

—¿Y la reunión? —Pregunta Dan de manera lenta.

—Solo necesita unos papeles. Los tendrá antes de irme con John.

Poco después, terminamos la cena y yo me voy a casa en un taxi. No estaba en condiciones de esperar a que Dan y Harper decidieran donde dormirían, y desde luego mis pies no aguantaban más en esas sandalias de tacón.

Entro por la puerta del apartamento tirando las sandalias a cualquier sitio del salón, tiro el bolso en el sofá, bebo un vaso de agua y me meto en el baño.

Me desmaquillo, me lavo los dientes, me pongo crema, echo mi ropa a lavar sustituyéndola por un pijama de pantalón corto de ovejas, y mis calcetines de corazones.

Por fin. Era lo que había querido hacer desde que salí de trabajar a las seis y a las diez de la noche, lo había conseguido. Era libre de fingir ser feliz, de fingir que todo estaba bien. Era libre para ser yo.

Enciendo la tele y me doy un paseo por los canales de pago que Dan se empeñaba en tener. Era algo que no entendía porque no es que ninguno de los dos tengamos demasiado tiempo para ver la tele.

No me iban las películas románticas. Me parecían todas una farsa demasiado grande. Chico conoce a chica, se enamoran y puff que viva el amor. Después de pasar por un sinfín de problemas, son capaces de ser las personas más felices del mundo.

Pues tengo una noticia, todo es mentira. Todo eso es una gran mentira para que sigamos creyendo que el amor mueve el mundo, porque sí, cuando te rompen física y mentalmente, volver a confiar en alguien es algo realmente difícil, casi imposible.

Termino viendo Corazones malheridos. Sorprendentemente me gusta y todo, y cuando quiero darme cuenta, dormito en el sofá mientras empiezo otra película de amor, así que apago la tele y me meto en la cama asumiendo que Dan dormiría con Harper y yo estaría felizmente sola.

(***)

Los golpes en la puerta me despiertan. Entraban los primeros rayos de sol de la mañana por la ventana y miro el despertador con pocas ganas. Las seis y media de la mañana. Tiene que ser una jodida broma. No pretendía arreglarme en exceso para enseñarle a John parte de la ciudad, y podía dormir casi cuarenta y cinco minutos más, si no fuera por la persona que se empeñaba en tirar mi puerta abajo.

—¡Ya voy! —grito mientras corro a la puerta —. Joder, si no hay un incendio... ¿Qué mierda haces tú aquí David?

—¿Puedo pasar?

Resoplo mirándole con odio, y me aparto dejando que entre. Que David esté aquí solo, conmigo, solo podría significar que un apocalipsis zombi se ha desatado y lo más cercano para no morir es mi casa. Camino hasta la cocina, y me doy cuenta que no me sigue. Podría ser descortés y no ofrecerle nada, pero también era la casa de Dan y si se entera que trato así a sus amigos...

—Dan no está David —saco un par de tazas del armario — ¿Quieres un café mientras le esperas?

—Gracias Blue —frota su nuca de manera nerviosa mientras entra en la cocina —. En realidad, no he venido para hablar con Dan, sino contigo.

—¿Conmigo?, creo que no tenemos mucho de qué hablar David.

Sirvo su café. Solo y sin azúcar. Había aprendido como le gustaba al segundo día de verle rondar por casa de Liam cuando éramos unos críos.

Preparo el mío, con leche y dos de azúcar, y me siento frente a él en la isla. Tenía la marca de la sábana en la cara, lo notaba y la trenza que usaba para dormir, se había desecho prácticamente entera.

—Tú dirás David. Que te trae por aquí cuando no está Dan.

—Disculparme —mi taza se queda a mitad de camino de mi boca, y mis ojos se entrecierran solos —. Por lo que paso la otra noche. El comportamiento de Danny...

—Siempre ha sido así, me cuesta creer que te dieras cuenta la otra noche —dejo la taza en la encimera y me abrazo a mí misma —. Siempre me ataca cuando Liam y yo intentamos tener algo estable. No soy suficiente para ella eso está claro —tamborileo con los dedos en la isla y sonrío —. Dile que no se preocupe, las posibilidades de que Liam y yo intentemos algo son nulas.

Termino mi café y dejo la taza en el lavavajillas. No me apetecía mirar a David. Notaba sus ojos sobre mí y me resultaba realmente incómodo. No entendía porque venía a disculparse de parte de su novia.

—No es que para Danny seas poca cosa, es, más bien al contrario. Tiene miedo de que Liam se abra a conocer mundo contigo y salga de la zona que ella puede controlar.

—Pues dile que ha hecho muy bien su trabajo. Sinceramente, después de todo lo que dijo en la cena no voy a volver a intentar nada.

Oigo sus pasos y veo como deja la taza vacía sobre la encimera. ¿Qué mierda estaba pasando?, David no me quería cerca de Liam tampoco.

—No mintió —lo miro sin entender a qué se refiere —. Danny no mintió, pero no fue como lo contó.

—No me interesa David —desvío la mirada hacia el reloj y veo que eran las siete de la mañana. Si no empiezo a arreglarme, no llegaré a tiempo de enseñarle la ciudad a John —. Si me disculpas, tengo que ducharme. He quedado con una persona.

—Lo sé —asiente tranquilamente dando un paso hacia la isla de la cocina. Lo más lejos posible que la cocina le permite estar de mi persona —, anoche Liam apareció en mi casa un poco borracho.

—¿Y no llevaba una pelirroja colgada del brazo? —La risa sale desde lo más profundo de mi garganta, y veo la cara de David algo confusa mientras me mira.

—No. Apareció con una botella de Jack Daniels diciendo que tenías una cita hoy.

El silencio vuelve a rodearnos y yo sigo sin entender que hace David en mi casa hablando conmigo cuando no nos soportamos ni durante diez minutos.

—No es una cita. De todos modos, no debería importarle. ¿Qué haces aquí David?, la verdad.

Le aguanto la mirada en esos ojos marrones durante unos minutos, hasta que la aparta y cruza los brazos sobre su pecho.

—Liam dijo todas esas cosas hace años Blue. Creo que fue la segunda vez que lo intentasteis.

—David, si has venido para que le perdone, pierdes el tiempo. No me molesta lo que dijera, me molesta el hecho de que se acostara con otra cuando...

—Es idiota Blue, no tiene más explicación. Pero te quiere y...

—David, ha sido un placer, pero he quedado.

Le acompaño hasta la puerta, y la mantengo abierta hasta que él sale por ella. 

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