Capitulo 11

Llevaba dos horas en la azotea. Subía allí cuando tenía que tener una buena idea en el trabajo, y era la primera vez que lo había usado como escape, pero en este caso, las lágrimas se escapan sin control, de manera silenciosa.

Estoy harta de todo. Estoy harta de la situación con mi familia, estoy harta de aguantar a mi jefa y estoy harta de que se piensen que soy idiota.

Me había acostado con Liam, otra vez por dos razones, primero porque necesitaba probar que no estaba rota del todo, que poco a poco, podía volver a ser la Blue de antes, y al conocer a Liam tenía la confianza para parar si no me sentía cómoda durante el sexo, y la segunda era que le había creído en el lago.

Había sido tan estúpida que había creído que de verdad iba enserio y que me ayudaría con mis inseguridades recién adquiridas. El móvil comienza a vibrar de nuevo y me limito a levantarlo para ver su nombre en la pantalla. Era la quinta vez que me llamaba y tenía unos veinte mensajes suyos. Iban desde donde estás, pasando por un no es verdad, hasta llegar a un lo siento soy un imbécil. Vamos a hablar porque te necesito.

Los mensajes eran los mismo con diferentes palabras. Me siento mal. Me siento utilizada y me da rabia haber dejado que eso pase.

Seco mis lágrimas con la manga de la sudadera, y me decido a afrontar la situación con toda la dignidad que me queda en el cuerpo, que ha decir verdad, no es demasiada. Bajo por las escaleras de incendios, y entro por la puerta de emergencia.

No hay ni un solo ruido en la planta, así que mantengo la esperanza de que se hayan ido y tener la casa para mi sola y mi tristeza, pero como siempre, me equivoco. Mucho. No he terminado de meter la llave en la cerradura cuando la puerta se abre llevándose las llaves con ella y dejándome con el brazo estirado.

—Joder Blue —Liam tira de mi hacia dentro —. ¿Dónde estabas?, estaba preocupado podrías haberme contestado, podrías haberme llamado.

—Si. Podría, pero como no somos nada no tengo porque hacerlo —miro a David que estaba en el sofá, sin Danny, y a Dan y Harper que seguían en las sillas —. Me voy a la cama.

Paso de largo ignorando a Liam y camino hasta mi habitación. Solo quiero meterme en la cama y dormir. Dormir hasta que hayan pasado años y nadie recuerde esta noche, ni si quiera yo.

La bofetada de realidad que me había dado Danny, había sido como un jarro de agua fría. Yo estaba luchando para ser la mínima parte de lo que había sido, y él solo estaba buscando un rato de diversión.

Cierro la puerta de mi habitación y comienzo a desnudarme para ponerme el pijama, pero la puerta se abre y me quedo estática en el sitio.

—Tenemos que hablar Blue.

—No tenemos nada que hablar Liam —le miro sin ninguna expresión en la cara —. Danny me lo ha dejado muy claro.

—Danny no es nadie...

—Liam —digo calmadamente —, me lo he pasado bien, y te agradezco lo de la ducha, pero no valemos para tener nada más.

Vuelvo a darle la espalda y vuelvo a empezar a quitarme la ropa para ponerme el pijama, la luz está apagada y no entra casi nada por la ventana.

—Qué coño estas diciendo Blue. Yo no quiero solo lo que ha pasado en la ducha.

—No, tú quieres lo de siempre —me paso la camiseta por la cabeza sin molestarme en darme la vuelta para mirarle —. Demostrar que no soy capaz de olvidarme de ti. Apareces cuando te conviene, arrasas todo a tu alrededor y te vas hasta la próxima vez.

—Blue escúchame, eso no es así eso es...

—¡Esa es la verdad de lo que haces conmigo! Y lo siento —bajo la voz hasta que es solo un susurro —, pero no puedo jugar a que no me importa.

Me muerdo el labio para no llorar, porque en esta noche, mi orgullo vale más que cualquier cosa. Me he cansado de ser la idiota que lo perdona todo, me he cansado de ser la que siempre está para sostenerlo y cuando se levanta, soy yo la que necesita ayuda. Y de verdad que necesito muchísima ayuda.

—¿Quieres que me vaya Blue? —asiento sin mirarle —. Genial, comportémonos como cuando teníamos dieciséis años. Si me voy Blue, será para siempre.

—Perfecto, así podré pensar en mantenerme yo y no en que tarde o temprano tendré que ayudarte a ti.

El puñetazo en mi pared es un ruido sordo. Sé que no ha hecho agujero, pero sí que Liam se ha hecho daño.

—No me hagas esto Blue.

—Tú me lo has hecho muchas veces Liam. Nunca te prometí otra oportunidad.

—¡No lo entiendes Blue!, si no me sale bien contigo no me saldrá con nadie.

Oigo sus pasos hasta detenerse delante de mí y coger mi cara con sus manos. Solo en ese momento levanto la mirada y le veo. Se arrepiente. Se arrepiente de todo lo que Danny ha dicho en ese estúpido juego, porque todo es verdad. No sé el orden en el que ha ocurrido, pero ha sido verdad, y yo me siento mal por reclamarle algo de a saber cuándo.

El estómago se me revuelve y las náuseas se hacen presentes obligándome a tragar en repetidas ocasiones para controlarlas.

—Blue por favor, no lo hagas —suplica. Por primera vez, Liam está suplicando —. No me hagas esto —su voz va perdiendo fuerza hasta ser un susurro —. Blue, te quiero.

—No me quieres Liam —agarro sus manos con las mías y las retiro de mi cara —, tú me necesitas, y necesitar no es lo mismo que querer a alguien.

—Blue —una lágrima se desliza por su mejilla —, te estoy suplicando.

—No te he pedido que lo hagas Liam.

Pasa sus manos por su pelo con frustración. Nunca lo he visto así, y es probable que me esté equivocando y que deba dejarle explicarse, pero desde luego no será esta noche.

Estaba decepcionada y enfadada y todo lo que saliera de su boca me haría pensar aun peor de lo que ya pensaba. Tenía que enfriarme.

—Blue, vamos a hablar. Déjame, déjame explicártelo. No es todo como lo ha dicho Danny.

—¿Quieres hablar? —asiente esperanzado —. Está bien hablemos. ¿Te acostaste con otra cuando intentabas que te diera otra oportunidad?

—Si, pero... —Levanto mi mano para que deje de hablar.

—¿Has dicho que solo volvías a mi porque sabías que era algo seguro?

En la oscuridad le oigo resoplar y ya sé la respuesta.

—¿Serviría si te dijera que fue hace años?

—¿Sabes?, de todo lo que ha dicho Danny esa es la que menos me importa porque sé que fue hace años.

—¿Y porque te importan las demás?

—Porque son de ahora. De hace un mes —Liam guarda silencio y yo sigo —. ¿Te has acostado conmigo hoy por demostrar que haces lo que quieres conmigo?

El silencio llena la habitación durante unos largos minutos. No sé ni para que me molesto en preguntar cuando sé la respuesta a esa pregunta.

—No fue por eso. Eso lo dije hace un tiempo...

—¿Cuánto?, hace cuánto tiempo lo dijiste.

—Blue no es...

—¡Que lo digas!

—¡Cuando le dije a David y Danny que tenías el contrato de Lexi! —abre sus brazos en el aire —. ¿Contenta?, David dijo que no serías tan idiota como para volver al mismo círculo de siempre y yo dije que lo harías —vuelve a bajar los brazos golpeando sus muslos —. Pero no es que tú vuelvas, soy yo el que lo hace.

Parpadeo lentamente sin mostrar ningún tipo de emoción en mi cara. Todo esto esta pasando de nuevo porque yo lo he permitido. Realmente no es culpa suya que yo haya vuelto a caer como la estúpida adolescente que fui hace años.

—Se acabo la conversación. Cierra la puerta cuando salgas.

Bajo la sábana de la cama para meterme en ella, esperando que Liam salga antes de eso de mi habitación, pero no se mueve del sitio, simplemente se limita a frotarse los ojos y maldecirse entre susurros.

—Blue por favor, íbamos a darnos una oportunidad, íbamos...

—¿A ser felices teniendo una casa con valla blanca, un perro y dos niños? —me incorporo en la cama —. ¡Mírame Liam!, estoy rota y ni siquiera te has dado cuenta —me tumbo de lado mirando por la ventana, evitando mirar la cara de la persona que es capaz de hacer que el infierno llegue a mi vida con su simple saludo —. Necesito dormir y no te quiero aquí cuando me despierte.

(***)

Me despierto en el segundo en el que el sol me da en la cara. Estiro el brazo perezosamente, y cojo el móvil para ver la hora. Son las siete de la mañana del domingo. He dormido demasiadas horas para todo lo que ha pasado la noche anterior, aunque seguramente la culpa la tenga el pádel surf.

Me dormí al segundo de apoyar la cabeza contra la almohada y no había oído a Liam salir de mi habitación.

Froto mis ojos y salgo torpemente de debajo de la sábana para poder ir al baño. Mi habitación está vacía, y no sé si eso me alegra o en el fondo me fastidia, aunque tampoco tengo claro como reaccionaría si hubiera visto a Liam en ella.

Me asomo por la puerta, y cuando veo que no hay nadie cerca, corro hacia el baño. Resoplo mirando mi reflejo en el espejo; tengo los ojos hinchados, no sé si de dormir o por haber llorado la noche anterior, y la marca de una arruga de la sábana en la cara. Lo de todos los días.

Abro el grifo y me lavo la cara con agua helada para despertarme, consiguiendo que mis ojos se abran al momento y me sienta mejor. Sin duda el efecto placebo.

Camino hasta la cocina para prepararme mi café matutino. Doy gracias porque Dan siga durmiendo, porque sinceramente, no estoy preparada para un interrogatorio tan temprano.

—¿Has dormido algo?

—¡Joder Dan! —me elevo tres metros del suelo y la taza de café se cae al suelo —, ¿Por qué eres tan silencioso?

—Viví con un hermano que me torturaba. Aprendí a moverme sigilosamente.

Recojo los trozos de la taza rota, y me estiro para coger otra. Repito la operación. Café, leche y azúcar.

—¿Has dormido o no Blue?

—Si Dan. Sorprendentemente he dormido demasiado bien.

—Liam no. Se ha ido hace una hora a su casa —rodea mi cuerpo y se sirve un café negro como mi alma —. Me ha tenido toda la noche despierto.

—Uuu fiesta de pijamas.

Paso de Dan y me siento en un taburete de la isla. Solo quiero tomarme mi café y ya está. No necesito sermones sin sentido que no van a valerme para nada.

—Blue deberías hablar con él.

—Madre mía empieza el festival del humor.

—No estoy bromeando Blue. Ayer...

—Ayer fue ayer y hoy es hoy. No quiero hablar Dan.

Dejo la taza sucia en el fregadero y voy hasta mi habitación de nuevo.

—Pero tenemos que hablar —emplea su tono de psicólogo y bufo echando mi cabeza hacia atrás arrastrando mis pies hasta el taburete —. Que paso ayer con Liam.

—Lo sabes, no creo que necesites detalles.

Espero pacientemente con la mirada de Dan en mi perfil. Me mira con los ojos entrecerrados y la mandíbula apretada. No va a desistir y yo no voy a aguantar demasiado tiempo ese escrutinio.

—No quiero detalles —sentencia apoyando su cara en su mano —. Quiero saber que paso. Te recuerdo que hasta hace un día no dejabas que nadie te viera en bikini así que mucho menos desnuda.

Levanto la mirada y le observo enfadada. Me había obligado a ir al pádel surf para cruzar uno de mis límites. Era un maldito manipulador y lo sabía.

—¿Me manipulaste?

—No, te invité y tú lo rechazaste, pero Liam insistió y viniste —maldigo en voz baja porque lleva razón —. Y ahora cuéntame que paso. Me fui con Harper a buscar comida y cuando volvimos Liam estaba duchado en el sofá.

Había llegado el momento de contarlo. Era mi psicólogo, a parte de mi mejor amigo, y aunque la relación médico paciente no debería ser así, necesito que alguien me diga que estaba mejorando.

Hablé de mi ataque de pánico en el baño cuando Liam entró, y de cómo le grité hasta que apagó la luz. Después de eso, no quise entrar en detalles. Solo conté lo básico, y él se limitó a rellenar los huecos.

—¿Lo disfrutaste? —pregunta después de unos minutos de silencio tenso y yo asiento. ¿Quién no disfrutaba del sexo? —. Bien. Es un paso muy grande Blue, y me alegro de que hayas sido capaz —me observa con calma —. ¿Por qué con Liam?

Bufo sonoramente. ¿Por qué con Liam?, pues por lo mismo que la nieve es blanca. Esa era toda la explicación, no había más. Sencillo, simple, pero sé que eso no puedo decírselo a Dan porque no le bastaría.

—Porque le conozco de hace años, y porque sé que si hubiera querido parar por no sentirme cómoda hubiera bastado con decirlo.

Dan se gira en el asiento hasta quedar frente a mi perfil. Me está observando de la manera en la que lo hace con sus pacientes, justo como lleva haciéndolo un año.

—Blue, podías haber elegido a cualquier otro para probar.

—¿Sí?, ¿a quién? —escupo saltando del taburete —. No es que los chicos hagan cola en la puerta de casa para ver si soy mentalmente estable para hacer algo tan normal como practicar sexo.

—Blue, tenías más opciones —tamborilea nervioso con los dedos en la encimera y no me mira —. Podías habérmelo pedido a mí, o a ese chico Steven, tu compañero. Se muere por ti.

Mi boca cae al suelo. No puede ser lo que acabo de escuchar.

—¡¿A ti?!, pero ¿cómo coño se te ocurre Dan? —grito llevándome las manos a la cabeza —. Eres mi mejor amigo, por no hablar de que estas con Harper.

—Blue, no me refería a que te acostaras conmigo.

—¿Entonces? —Abro los brazos exageradamente porque seguía sin poder creerme lo que había oído.

—Joder Blue, me refería que podíamos haber practicado algún ejercicio de autoconfianza.

Dan mantiene la calma; no se altera por mi arrebato, ni mucho menos le preocupa que yo haya podido malinterpretar lo que acaba de decir, así que, bajo los brazos de golpe y me siento como una auténtica idiota, porque de verdad tengo que serlo para que se me pase por la cabeza que Dan quiere acostarse conmigo.

(***)

Una semana más. Tacho los días en el calendario, por el placer de ver cuanto tardo en recuperarme esta vez. Era viernes, han pasado dos semanas y Liam ha dejado de intentar hablar conmigo hace dos días.

Sé que ha vuelto a las afueras de Los Ángeles, a su casa. A su maravillosa casa donde tiene un corcho lleno de nuestras fotos a lo largo de los años. No he estado nunca en el apartamento nuevo, pero si recuerdo ese corcho de cuando vivía con sus padres y de cuando estaba en la universidad.

Dos horas nos separan y espero que eso sea suficiente para volver a calmarme y recuperar el control de mi vida, es decir, volver a sumirme en la oscuridad de la que parecía haber empezado a salir.

Me había tocado mandar algún correo a Liam por la campaña publicitaria con Lexi, y daba las gracias a todos los dioses existentes, porque se limitará a contestar al correo de manera profesional.

Tarde o temprano tendré que verle, eso era evidente. Primero, por ser uno de los mejores amigos de Dan y segundo, porque lo más probable es que cuando Lexi comience la gira en otoño y en las vacaciones de invierno salga del país, a los dos nos tocara ir con ella.

Mi aspecto era triste y descuidado, llevo una coleta alta mal hecha que no es nada mi estilo, he abandonado mis tacones para sustituirlos por bailarinas y paso de maquillarme. ¿Para qué?, ¿ocultar mis ojeras?, están ahí y por mucho maquillaje que me ponga no van a desaparecer.

Alguien llama a la puerta de mi despacho y retiro lentamente el boli que estoy mordiendo mientras pienso en Liam.

—Vamos a salir a cenar esta noche. —Harper entra como un torbellino y se sienta en la silla que hay frente a mi mesa.

—¿Y?, alimentarse es lo más normal del mundo Harper. La gente no vive del aire.

—¿Desayunaste payasos? —Contesta irónicamente.

Bufo soltando en aire de mis pulmones y giro en mi silla.

—Que quieres Harper, estoy cansada y me duele la cabeza. No tengo tiempo ni ganas para estupideces.

—Vaya que bien, en algo estamos de acuerdo —suspira tranquilamente mientras apoya sus manos en mi mesa —. Quiero que vengas con nosotros.

—No.

Froto mis sienes. El dolor de cabeza me está matando y sé lo que lo provoca. No duermo más de cuatro horas seguidas desde aquel puñetero sábado y comer era misión imposible. El estómago se me cierra y para mi desgracia, no entra nada que no sea agua.

—Oh, ya lo creo que vas a venir. Viene mi hermano.

—No conozco a tu hermano.

—Pues por eso vas a venir. Dan tiene miedo a John y tú eres su escolta.

Vuelvo la cabeza lentamente hasta mirarla directamente a los ojos.

—No soy la mejor compañía. Llévate a otra persona.

—Blue, te quiero. Te adoro y eres una de mis mejores amigas desde la universidad, y no quiero que venga otra persona que no seas tú —me mira como lleva dos semanas haciéndolo. Con pena y tristeza. Lo odio —. Necesitas salir, necesitas sociabilizar y necesitas distraerte.

Intento controlar las lágrimas que se acumulan en mis ojos. Es imposible controlarlas todas, y tengo que secarme rápidamente las pocas que se escapan bajo la atenta mirada de Harper.

No soy la más lista del mundo, pero si sé que lo que Harper dice era verdad. Llevaba dos semanas consumiéndome y si seguía así, no tardaría en caer enferma, y eso, tampoco era la solución a la depresión que empezaba a acosarme para llevarme hasta sus brazos.

—Está bien. Iré.

—Perfecto. La dirección la tiene Dan. Nos veremos allí hoy a las ocho.

(***)

—No es una cita Dan —arreglarme para conocer al hermano de Harper me frustra —. Solo soy tu guardaespaldas.

—¡No necesito guardaespaldas! Y si es una cita.

—¡Te digo que no lo es!

—Blue, tomate esto como otro ejercicio. Necesitas saber que puedes salir con chicos y que puedes gustarles.

Lo miro sacándole el dedo de en medio, cierro mi habitación de un portazo, y abro el armario para elegir la ropa que me pondría. Íbamos a ir a cenar a Chelinos, uno de los mejores restaurantes italianos de Los Ángeles, y como es evidente, no puedo ir en chándal o con unos vaqueros y deportivas, pero tampoco quiero ponerme algo demasiado elegante y que se piensen que me he arreglado de más.

Elegir ropa para una no cita es agobiante.

Paso las perchas descartando los vestidos ceñidos, los pantalones ajustados y los monos de cuerpo entero. Bien, mis opciones han quedado reducidas a un vestido de flores que me llega hasta los pies y que no voy a ponerme, y a un vestido que me queda por encima de la rodilla negro con cuello barco y flores en la falda.

—Bueno Blue —hablo para mi misma mientras saco la percha con el vestido que voy a ponerme —, esta es la única opción que tienes para ponerte.

Me maquillo con una fina línea en los ojos, aplico colorete, algo de rímel y un labial nude color carne. Me hago unas ondas naturales dejando el flequillo liso y recogiéndome el pelo a los laterales, y me pongo unas sencillas sandalias negras de tacón.

—Joder Blue, no estás lista para esto. —Vuelvo a hablar para mí mirandome en el espejo de cuerpo entero de la puerta del armario.

Realmente creo que no lo estoy. Una cosa es salir con gente a la que conozco, y otra muy distinta, lanzarme a conocer a gente. ¿Y si no le gustaba?, ¿y si pensaba que era estúpida y no valía para nada? Vuelvo a mirarme al espejo y salgo de la habitación antes de poder arrepentirme y ponerme el pijama de nuevo.

—¿Nos vamos? —Pregunto cuando llego al salón.

—Emm si claro. —Levanto la vista del bolso que estaba revisando y lo veo.

El corazón de se me acelera y la boca se me seca, como siempre que veía a Liam en el mismo sitio donde estaba yo.

—Vamos a cenar con Harper y su hermano. Voy a conocerle. —Dan se pasa la mano por la nuca nervioso. No creo que esperara a Liam hoy en casa.

—Tranquilo, yo he quedado, solo era para que me dejarás tu cámara de fotos.

—Si claro. Voy a buscarla —duda unos momentos antes de ir a su habitación —. Por favor tardo cinco minutos, no os matéis en ese tiempo.

Camino hasta estar cerca de la puerta, y espero pacientemente a que Dan traiga la cámara que le ha pedido Liam. Miro mis uñas. Tengo que quitarme el esmalte rojo. Empiezo a cansarme de llevar el mismo color.

—¿Es una cita? —Su pregunta me saca de mis pensamientos carentes de importancia.

—¿Te importa? —miro a los ojos de Liam y cierro los míos —. No. Ha Dan le da pánico conocer al hermano de Harper solo.

—¿Tú le conoces?

—No. Voy a conocerle hoy. No vive aquí, vive en San Francisco.

Mantengo la mirada de Liam y sé que no le está gustando lo que escucha. Los años pasan, pero yo sigo conociéndole demasiado bien.

—¿Qué sabes de él Blue? —Da un paso hacia mi quedando a la distancia suficiente como para poder oler su perfume.

—Lo básico supongo. Que tiene veintiséis años, que es arquitecto y que es hermano de Harper.

Levanta su mano y me toca la mejilla. Mi capacidad de reacción es nula y me limito a cerrar los ojos y apoyarme en su mano, cuando en realidad, debería alejarme como si me quemara.

Me jode sentirme tan protegida cerca suyo y es aún peor sentir que solo voy a curarme y superar mis traumas con él.

—Bien, no os habéis matado —la voz de Dan me hace abrir los ojos y separarme de la mano de Liam —. Toma, la cámara. No la rompas.

—Tranquilo, mañana por la tarde te la traigo. —Me acerca a él cogiéndome por la nuca, y besa mi frente antes de alejarse hasta el ascensor.

—¿Qué ha sido eso Blue?, creía que Liam no era digno de respirar tu aire.

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