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Cuando no hacía el calor suficiente para meterse al agua, la segunda actividad favorita de todos era pasear por toda Busan, comer comida deliciosa y perder tiempo jugando videojuegos, y eso era lo que planeaban hacer en esa tarde de domingo. Ir de excursión al centro de la ciudad era algo que todos disfrutaban enormemente: tiendas de regalos, el arcade, los puestos de comida en las calles... era fácil pensar que todos estaban pasándola de maravilla, pero eso no era cierto. Hoseok no podía apartar la vista de Jimin, y cada vez que el chico desaparecía de su campo de visión se volvía loco de preocupación. Jungkook no perdía oportunidad de burlarse de él y de lo "desesperado" que se veía tan pendiente del chico, y por supuesto, no era como que pudiera explicarle lo que en verdad pasaba al menor del grupo, de modo que soportó sus bromas con una sonrisa incómoda y trató de no llamar tanto la atención.
Le había costado muchísimo mantener la calma luego de la conversación que habían tenido la tarde anterior en la playa, las palabras sombrías del menor lo mantuvieron despierto la noche entera buscando una solución que no parecía existir. La situación no podía ser peor: Jimin ya había dado señales muy obvias, y muchas cosas se repetían, incluso si intentaba evitarlo. Ahora estaba mucho más atento a detalles pequeños, y se daba cuenta de que todo estaba siguiendo su curso original, de una forma u otra. Las mismas conversaciones tontas, los mismos chistes, todo era lo mismo. Hoseok ganó un peluche para Taehyung en el arcade (aunque originalmente lo había ganado Yoongi), Seokjin lo arrastró por todos los puestos de comida para probar algo (en lugar de llevarse a Namjoon), Jungkook terminó cargándolo en su espalda luego de que le ganara una apuesta (que había perdido antes)... la única gran diferencia entre las dos líneas de tiempo se dio cuando terminaron en la cafetería de los padres de Jimin, y todos menos Hoseok insistieron para entrar a comer algo gratis (él había insistido la primera vez).
Esta vez no le pasó desapercibido lo incómodo que lucía Jimin. Claro, antes no sabía lo de los problemas en su casa, pero ahora que estaba al tanto de eso no podía bajar la guardia. Tal vez fue por eso que se quedó callado, decidido a observar y nada más; el tiempo se agotaba y no podía permitirse cometer un error. Esa tarde debía prestar mucha atención a todo lo que hiciera el chico, dado que, si realmente todo seguía el curso de antes, era uno de sus últimos días con vida.
-Elijan una mesa, ahora vuelvo -murmuró Jimin con poco entusiasmo, encaminándose hacia la cocina.
-Chicos, no sé si estar aquí sea una buena idea -se atrevió a decir Hoseok una vez que el chico estuvo lo suficientemente lejos de ellos-. ¿No se dieron cuenta de que Jimin no quería?
-Anoche me dijo que quería hablar con su mamá -dijo Jungkook, el tono delatando que sentía culpa-. Ella está aquí ahora, ¿o no?
-Pero no creo que sea el momento.
-Nunca es el momento -intervino Namjoon-. Si esperara a que fuera "el momento", nunca hablaría con ella; lo mejor es que se arriesgue ahora.
Hoseok puso los ojos en blanco ante el arranque filosófico de su amigo, pero prefirió abandonar el tema y se limitó a sentarse en la mesa que eligieron los menores, dejándose caer al lado de Yoongi. El mayor lo miró fugazmente con esa expresión conciliadora, casi como si le dijera que lo dejara estar por el momento, y aguardó a que todos estuvieran en sus lugares para aclararse la garganta, llamándoles la atención. Naturalmente, todos se giraron a mirarlo y esperaron a oír lo que tenía para decir.
-Supongo que ya todos nos dimos cuenta de que a Jimin le pasa algo, ¿verdad? -comenzó a decir, y todos asintieron con la cabeza-. Pero él no ha hablado del tema con ninguno, ¿cierto?
Todos le dieron la razón una vez más.
-Sea lo que sea que esté pasando con su familia, no es asunto nuestro si él elige no contarnos -prosiguió el rubio-. No lo presionen, ¿de acuerdo? Cuando esté listo para hablar, lo hará.
No, no, quería decir Hoseok. No debemos abandonarlo ahora. Por supuesto que Yoongi no sabía lo que iba a pasar, y Hoseok no podía decirle, pero cuánto deseaba hacerlo en ese momento. Su amigo no entendía la gravedad de la situación.
-Pero es normal que estemos preocupados por él -reclamó Seokjin, el único que se atrevía a responderle a Yoongi-. Está pasando por un mal momento, creo que deberíamos ayudarlo.
Sí, eso debemos hacer.
-Tenemos que respetar nuestro límite, hyung -le recordó Yoongi, suspirando-. Por supuesto que quiero ayudarlo, pero no podemos entrometernos así como así, podría ser peor. Tal vez se niegue a hablar con nosotros y ya no podamos hacer nada.
-Quise hablar con él varias veces, pero dice que no es importante -agregó Taehyung con una mano tímidamente levantada, y todos se giraron a mirarlo a él-. Saben que Jiminie me cuenta todo, si le pasara algo muy malo me lo contaría.
-Conmigo es igual -coincidió el menor de todos, levantando la mano más enérgicamente que Taehyung-. Sólo me dijo que se pelea mucho con sus papás, pero que son tonterías.
No lo son. No le crean. ¡Hagan algo!
-Hoseok lo encontró llorando el otro día -soltó Namjoon, frunciendo el ceño en una mueca pensativa-. No quiero meterme en sus asuntos, pero estoy preocupado. No sé qué hacer...
Silencio. Todos se quedaron callados, pensando, mirándose los unos a los otros, hasta que la atención se centró, naturalmente, en Hoseok.
-Estás muy callado tú -observó Seokjin-. ¿Qué opinas de todo esto?
De repente, cinco pares de ojos se habían clavado en él, mirándolo expectantes. Hoseok dudó, tragando saliva antes de siquiera plantearse hablar. Estaba desesperado y no quería perder a Jimin de nuevo, sí, pero no era estúpido y sabía muy bien que actuar por impulso podría causar problemas; tenía que pensar muy bien qué decir y qué hacer si no quería provocar un desastre.
-Creo que... necesito ir al baño -dijo finalmente, levantándose-. Ahora vuelvo.
-Oh, Hoseok -se quejaron sus amigos, pero él los ignoró.
Había sido una excusa pésima, pero al menos se había librado de aquella conversación. Con un suspiro de alivio ahogado en los labios se dirigió al baño, y una vez allí se dedicó a lavarse las manos y el rostro con el agua fría en un vano intento por aclarar sus ideas. Al levantar la vista se encontró con su reflejo, aquel Hoseok aniñado al que no volvía a acostumbrarse, no del todo: el cabello sobre la frente húmedo, algunas gotas de agua deslizándose lentamente por su rostro, y aquella expresión de preocupación interminable que lo acompañaba desde que había vuelto a ese momento tan tormentoso de su vida.
Tras soltar un suspiro quiso acercarse a la puerta para salir, pero oyó unas voces dolorosamente familiares y entró un poco en pánico. Sin pararse a pensarlo demasiado se escondió en el primer cubículo, trabando la puerta y subiendo los pies al inodoro cerrado justo cuando entraron Jimin y su hermano menor, discutiendo.
-No tendrías que haberle hablado así a mamá, hyung -le reclamaba el menor-. Sabes que se enoja más cuando lo haces.
-Y luego se desquita contigo, ya sé -dijo Jimin, suspirando-. No quiero causarte problemas a ti, Jihyun. Al final eso es lo único que hago bien.
-¿Qué cosa?
-Causar problemas -respondió con pesar el castaño, y a Hoseok le dolió escucharlo así-. En todas partes, a todo el mundo. Lo único que hago es molestar a todos.
-No digas eso -se apresuró a decir el chico, nuevamente en tono de reclamo-. No es cierto, ya no digas esas cosas.
-Sabes que es cierto -lo cortó Jimin, tajante-. Desde que terminé la escuela no hice más que arruinar las cosas en nuestra familia.
-Algún día van a entender que hayas elegido estudiar baile en vez de negocios, hyung -quiso consolarlo Jihyun-. Ya te dije que yo estudiaré negocios para calmarlos.
-Pero si los dos estaban de acuerdo con que estudies ingeniera, ¿por qué harías algo así?
-Para que dejen de estar enojados contigo.
-Nunca permitiría que hagas algo así, Jihyun. Y ya no vuelvas a decir eso nunca más -ordenó entonces Jimin-. No quiero que tú cargues con mis problemas, ¿estás loco? ¿Crees que dejaría que mi hermanito menor arruine sus planes por un estúpido capricho mío?
-Pero bailar no es un capricho para ti... -balbuceó Jihyun.
-Jihyun, te prometo que arreglaré pronto todo este desastre, tú no tienes que hacer nada -lo tranquilizó Jimin-. Pronto dejaré de ser un problema para todos, ¿de acuerdo? Ahora vete, que hay que atender a los clientes.
-Pero hyung, no-
-Vete, ahora.
Hoseok escuchó un suspiro frustrado como respuesta, y luego de que se cerrara la puerta, los pasos de Jihyun alejándose del baño. No sabía en qué momento había cerrado los ojos, pero los mantuvo cerrados, apoyando la cabeza contra la pared del cubículo, presionando con fuerza los puños y tratando de borrar de su mente aquellas palabras. Pronto dejaré de ser un problema.
-Maldita sea -murmuró Jimin, y luego Hoseok lo oyó salir del baño también.
Temblando, bajó del inodoro y salió del cubículo para encontrarse nuevamente solo en el baño. Tenía un sabor muy amargo en la boca, y un nudo le había revuelto el estómago. Ahora estaba empezando a comprender los problemas de Jimin, y no le costaba mucho ir uniendo los cabos sueltos para terminar de descifrar qué fue lo que lo llevó a hacer lo que hizo. La pregunta ya no era por qué, sino, ¿cómo detenerlo?
Cuando salió del baño y se dirigió de nuevo a la mesa, no estaba del todo sorprendido al notar que Jimin no estaba con sus amigos.
-¿Y Jimin? -preguntó, de todos modos.
-Dijo que no se sentía bien y que volvería a la casa -respondió Namjoon, suspirando-. Insistió en que nos quedemos.
-Porque no quería arruinar la diversión -agregó Taehyung, abultando los labios en un puchero involuntario.
-Y porque quería estar solo -finalizó Yoongi, frotándose la frente con cansancio-. Pero se veía alterado...
-Yo creo que tendríamos que ir con él -dijo Jungkook, sus ojos desbordando preocupación-. Sé que dijo que quiere estar solo, pero...
-No vayamos todos -lo interrumpió Yoongi-. Podríamos agobiarlo si vamos todos.
-¿Propones que debería ir sólo uno de nosotros? -preguntó Seokjin, y luego de que Yoongi le dijera que sí, todos se giraron a mirar a Hoseok-. ¿Qué opinas tú, Hobi?
-Los veo luego -fue su única respuesta.
Rápidamente Hoseok salió del restaurante, tratando en vano de divisar a Jimin en las cercanías. Aunque no logró verlo mantuvo los sentidos alerta, por si acaso lo encontraba en el camino a la casa mientras iba corriendo por las calles del centro de Busan. No fue el caso.
Cuando entró a la casa de la familia de Jungkook el silencio era, irónicamente, ensordecedor. No se escuchaba nada, y Hoseok sospechaba que Jimin ni siquiera se había acercado al lugar. Malas noticias, por supuesto. ¿Cómo fue tan estúpido, cómo se confió tanto? ¿Cómo no pensó en ir a la playa primero?
-Mierda -maldijo en voz baja, despeinándose por la frustración.
Estaba sacando su teléfono del bolsillo para marcar a sus amigos, dándose la vuelta para salir a la playa a buscar a Jimin cuando oyó un ruido arriba. Agua, era agua. Alguien acababa de abrir el grifo de agua de la bañera, y de repente a Hoseok le volvió el alma al cuerpo. Más calmado, notó que en la entrada estaban los zapatos de Jimin y no tardó en comprender lo que pasaba. Ya más aliviado, se quitó las zapatillas para dirigirse escaleras arriba a su habitación, entonces se dejó caer sobre la cama. Se permitió relajarse por un momento, apoyando la cabeza sobre los brazos y cerrando los ojos en lo que repasaba mentalmente todo lo que había descubierto sobre Jimin en los últimos días, todo eso que no sabía la primera vez y que podría ayudarlo a salvarlo ahora.
Los problemas en su casa, aquel pensamiento invasivo de que le estaba causando problemas a todo el mundo, la presión que sus padres estaban poniendo sobre él... Ahora Hoseok veía todo bajo una nueva perspectiva, entendía mejor muchísimas cosas que antes no había logrado ver tan siquiera. Y se sentía mal, muy mal por eso. ¿Cuánto había sufrido Jimin, y ellos no lo habían notado? No podía evitar sentir que le había fallado. Ahora que repasaba los hechos de antes y los de esta vez se convencía de lo ciego que había sido, pero estaba decidido a no cometer ese error de nuevo. Con este pensamiento, sacó su teléfono y se dispuso a anotar todo lo que se le ocurría de aquellos días, apuntando cada uno de sus recuerdos... y fue en ese momento que se dio cuenta. De repente, se sintió como un verdadero idiota.
Maldiciendo, se levantó y se precipitó fuera de la habitación, la intención de asegurarse de que Jimin estuviera bien como único objetivo. Apenas puso un pie en el pasillo notó que el suelo estaba mojado, y temió que sus sospechas fueran ciertas. ¿Cómo había pasado ese detalle por alto, cómo había sido tan estúpido? El agua, por supuesto, venía del baño, y Hoseok sintió su vista nublándose, su mente llenándose de pensamientos oscuros. Temeroso, caminó hasta la puerta del baño, viendo el agua brotando y dispersándose por el pasillo. Apoyó la mano contra la madera y dio un golpe débil, luego otro un poco más fuerte, asumiendo lo peor.
-Jimin, ¿puedo pasar? -se atrevió a preguntar en un susurro patético-. Jiminie, ¿todo en orden?
Pero no obtuvo respuesta. Decir que estaba asustado sería no hacerle justicia al terror que se había apoderado de él, y comenzó a dar golpes más fuertes, diciendo el nombre del chico cada vez más alto. No tardó en decidir que la privacidad de Jimin ya no era prioridad, de modo que con tres fuertes empujones logró finalmente quebrar la puerta y entrar al baño, para encontrar la bañera rebosando de agua y a Jimin sumergido dentro de ella.
Le alcanzó con dar dos grandes zancadas para llegar a la bañera, justo a tiempo cuando Jimin emergía de esta llorando y daba un puño al agua, maldiciendo en voz alta. Hoseok se quedó petrificado por un momento, su corazón latiendo tan rápido que parecía estar retumbando en su cabeza y no en su pecho. Reaccionó recién cuando el castaño se tapó el rostro con una mano, su llanto ahora más fuerte, lleno de frustración; Hoseok se apresuró en arrodillarse y colocar la mano temblorosa sobre el hombro ajeno, y Jimin se abrazó a él con la urgencia de un sediento en el desierto. Hoseok no dijo palabra, sino que se limitó a corresponder el abrazo, sosteniendo a Jimin con fuerza entre los brazos.
No supo cuánto tiempo pasaron así, ni tampoco se dio cuenta de que había empezado a llorar hasta que no sintió el gusto salado de sus propias lágrimas en la boca, pero permaneció pegado al chico, acariciando lentamente su espalda con una mano. Jimin, por su parte, sollozaba y temblaba contra él, pero tampoco habló. A pesar de que Hoseok tenía un millón de preguntas, sabía que en un momento así las palabras estarían de más. No, no quería oírlo, no quería saber. Lo único que quería en ese momento era que esa pesadilla se terminase de una vez.
-Jiminie, vamos a sacarte de la bañera ahora, ¿está bien? -susurró luego de una eternidad, aclarándose la garganta para dejar de sonar tan extraño a causa del llanto-. Estás temblando demasiado, el agua está muy fría.
Por supuesto, Jimin no respondió, pero a Hoseok le alcanzó con el débil asentimiento de cabeza que obtuvo de su parte. Con cuidado, sujetó a Jimin por los hombros como si estuviera hecho de cristal, lo ayudó a incorporarse y a salir de la bañera, entonces estiró el brazo para tomar una toalla y lo envolvió con ella, frotándola suavemente en sus brazos.
-Iré a buscarnos algo de ropa seca, ¿de acuerdo? -informó-. No me tardo.
Tal como dijo, salió rápidamente del baño y se encaminó a la habitación, yendo directamente a su maleta para sacar dos mudas de ropa. Para cuando llegó al cuarto ya se había deshecho de la camiseta, colocándose la nueva en el camino de regreso al baño para no perder el tiempo.
Cuando volvió a entrar al baño, la imagen que encontró logró romperle el corazón. Jimin estaba ahora sentado en el suelo, apoyando la cabeza en la cerámica blanca de la bañera, y temblaba mientras se abrazaba a sí mismo. Sus labios estaban perdiendo el color por el frío, y tenía la vista fija en la nada, la mirada vacía, los ojos sin brillo. Pero Hoseok no podía dejar que eso le nublara la mente, no tenía tiempo para eso. Tras respirar profundamente, se acercó al chico y tomó otra toalla para secarlo, tarea que hizo sin emitir sonido alguno. Los dos se mantuvieron en silencio mientras Hoseok secaba a Jimin y le quitaba la camiseta blanca, completamente empapada, y la reemplazaba por una nueva. Luego lo ayudó a levantarse e hizo lo mismo, apartando la vista por un momento mientras el chico se ponía el resto de la ropa como un autómata.
-Deberías acostarte ahora, Jiminie -murmuró Hoseok una vez que estuvieron los dos vestidos, apoyando la mano en la espalda baja del chico para guiarlo fuera del baño-. ¿Te gustaría que te lleve un poco de té?
Jimin negó con la cabeza, dejándose llevar por Hoseok a la habitación. Una vez allí, siguió con el comportamiento dócil, como si fuera un niño, y permitió que Hoseok lo arropara en la cama sin mediar palabra. Hoseok se disponía a irse entonces para secar el agua del suelo y para preparar un té para el chico a pesar de su negativa, pero antes de que pudiera alejarse, la mano pequeña y regordeta de Jimin se había aferrado a su muñeca.
-Lo siento -murmuró.
Con el corazón encogido, Hoseok tomó asiento a un costado de la cama y suspiró, sujetando la mano de Jimin con las dos suyas. Era difícil encontrar las palabras, pero sentía que lo peor que podía hacer en esa situación era permitir que Jimin se sintiera aún más culpable.
-Sólo... habla conmigo, por favor -dijo con el tono más suave que pudo emplear-. Lo que sea que esté lastimándote, puedes decírmelo. Puedes decirme lo que sea, Jiminie.
-No quiero ser una carga...
-Nunca lo serías.
Los ojos de Jimin estaban comenzando a humedecerse de nuevo, pero ninguno de los dos tuvo tiempo a decir nada ya que escucharon el sonido de la puerta principal abriéndose, y de repente la casa volvía a ser ruidosa por las voces de sus amigos llenando cada rincón. No tardaron en oír sus nombres siendo llamados, y luego los pasos de alguien subiendo las escaleras.
-¿Hope, Jiminie? -llamaba Namjoon-. ¿Es esto es agua...?
-No te preocupes por esto, Jiminie. Déjamelo a mí -susurró Hoseok al notar la expresión de angustia del chico, y salió de la habitación con una sonrisa forzada-. Hey, Mon, hola.
-¿Qué pasó? -preguntó el más alto, la confusión bañando su rostro-. ¿Y Jiminie?
Aquel detalle que había borrado de su mente y que había recordado al salir de la habitación y mojarse los pies volvió a acudir a su memoria de repente. Ahora tenía vívido nuevamente un recuerdo de esa tarde, casi tres años antes, cuando volvieron de comer luego de que Jimin se excusara primero para volver a la casa; qué ironía que fuera a repetirse también, pero esta vez con otros papeles.
-Voy a ver si Jiminie volvió de verdad o si está en la playa -anunció Taehyung, subiendo las escaleras mientras todos entraban.
-¡Espera, Tae! -pidió Hoseok, terminando de quitarse las zapatillas y apresurándose en ir tras Taehyung-. Voy contigo.
Taehyung no lo esperó, sino que soltó una risita burlona y subió aún más rápido las escaleras. Hoseok no apresuró el paso, se limitó a reírse por la actitud infantil del menor y lo siguió escaleras arriba mientras negaba con la cabeza. Cuando llegó al rellano de la escalera, vio al chico riéndose en la puerta del baño, y notó que había un poco de agua esparciéndose por el pasillo.
-¿Qué es tan gracioso? -preguntó Hoseok, curioso.
Ante el ceño fruncido de su amigo, Hoseok soltó una risa amarga.
-El tonto se había quedado dormido en el baño, ¿puedes creerlo? -mintió, repitiendo lo que le había dicho Taehyung aquella vez, con la diferencia de que Taehyung realmente lo creyó en ese entonces-. Lo mandé a meterse a la cama, así no se enferma. Pensaba hacerle un té y ponerme a secar.
-Oh, de acuerdo -aceptó Namjoon, tan inocentemente como él lo había en el pasado-. ¿Y si le buscamos una manta extra para la noche?
-Eso sería grandioso, sí.
Un poco más tarde Yoongi le llevaba la taza de té a Jimin mientras que Hoseok secaba el suelo con ayuda de Jungkook, los dos en silencio. Hoseok había tenido un mal presentimiento todo ese tiempo, pero ahora terminaba comprobar que era porque todo lo que había sucedido antes estaba volviendo a suceder. Era inútil seguir negándolo, pues parecía que aquello que estaba destinado a pasar... iba a pasar de una forma u otra, Hoseok no podía hacer nada por evitarlo. Y eso sólo podía significar una cosa: tal vez no estaba ahí para salvar a Jimin, después de todo. Tal vez estaba ahí para despedirse, algo que no había podido hacer.
En ese momento exacto, con un trapo entre las manos, las lágrimas nublándole la vista y un horrible nudo en la garganta impidéndole respirar, Hoseok lo decidió: si Jimin iba a morir de todas formas... Bueno, al menos ahora se aseguraría de que los últimos días de su vida fueran increíbles.
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