DeCipher.

Una semana había pasado desde esa reunión del club y Mason sentía que se iba a morir.

No literalmente, pero no podía evitar sentir que el aire dejaba de existir en sus pulmones cada que caminaba por los pasillos de la escuela y veía a Bill.

Su exnovio, Bill.

Jamás creyó que pensaría en él de esa manera, pero así era desde hacía una semana, Bill era su exnovio.

Todavía no terminaba de procesar esa oración, no importaba cuantas veces pensara en ella.

Sentía cómo le dolía cada centímetro de su piel que alguna vez el rubio había tocado... lo cual, era como decir que todo él ardía de dolor, en especial las partes que literalmente aún tenían marcas que el chico le había dejado en la fiesta de Xólotl.

No pudo evitar notar como Bill y su amigo estaban por caminar junto a él en el pasillo, parecía que el de cabello azabache estaba intentando convencerlo de algo, pero el rubio se veía increíblemente molesto con él, Mason contuvo el poco aire que tenía en sus pulmones en lo que caminaba y por un momento incluso pensó en ir hacia él, decirle que lo sentía, que lo perdonará y que, por favor, por favor lo abrazará. Pero sabía que no se lo merecía, así que se giró, fingiendo que ni siquiera lo había visto.

Sabía que si volteaba a verlo se hubiera echado a llorar. Así que simplemente lo dejó marchar de nuevo y regresó su cabeza a su casillero, donde estaba claramente la nota: ¿Blue Shakespeare?

Mason se había centrado tanto en descubrir quién era el autor esa semana que era raro. Realmente no podría importarle menos quién había escrito eso, él sólo quería mantener su cabeza ocupada descifrando cosas o resolviendo algo, mantenerla ocupada... y el diario parecía la excusa perfecta para mantener su cabeza lejos de Bill. Aunque si era honesto, no había funcionado mucho, después de una semana tratando de adivinar cuál podría ser la otra llave o incluso la dedicatoria, no había averiguado nada, lo único que había encontrado era un poema de Shakespeare, el cual no le decía absolutamente nada nuevo porque ya sabían que el autor relacionaba a Will con Shakespeare, así que lo había dejado ir.

Al final del día, nada de lo que hacía importaba porque de manera inevitable terminaba pensando en el rubio y en lo mucho que lo extrañaba.

El ardor de su pecho lo regresó al ahora, no sabría cómo sobreviviría con ese dolor más tiempo, pero tenía que hacerlo, él se lo había buscado y tenía que hacerlo. Al menos, la escuela había terminado por hoy y, mejor aún: por la semana, por lo que podría irse a casa y no caminar por los mismos lugares que había caminado con Bill, tomarse un respiro de eso por dos días... aunque rápidamente se dio cuenta que su casa no era mejor.

Todo estaba lleno de él.

Al menos en su casa no estaba literalmente él.

Mientras cerraba su casillero, tomó sus notas y comenzó a caminar hacia el lado opuesto al que Bill y Xólotl habían ido, pero ni eso alejó de su mente al mayor de los Cipher, había llegado al jardín de la escuela, lugar donde se habían reencontrado después de tantos años, hacía poco más de un año....

«Era el primer día de preparatoria de Mason Pines en su nueva escuela y se sentía más nervioso que nunca.

Después de todo, no todos los días tenía una nueva oportunidad de ser alguien nuevo... o casi nuevo.

A los 12, había decidido mudarse con sus tíos abuelos al pequeño pueblo donde vivían y al que él y su hermana iban a pasar sus veranos, a aprender y descubrir los secretos del universo... y aunque, todo había sido maravilloso durante un par de años viviendo ahí, su último año escolar había sido un completo y total infierno, tan horrible que había decidido regresar con su familia.

A pesar de que había estudiado muchos años en su ciudad natal cuando era pequeño, no estaba seguro de con cuántas personas se reencontraría o si alguien siquiera lo reconocería, y había una persona que le daba algo de miedo reencontrarse, pero no había tantas probabilidades de verlo, ¿verdad?

Sabía que su hermana había mantenido contacto con él y con su hermano, pero tampoco podían ser tan unidos en la actualidad... o al menos eso esperaba.

—¡Eso ha sido todo por la plática de inducción, chicos! —dijo el señor que estaba dando la presentación—, a partir de ahora pueden ver los clubs disponibles o se pueden retirar, lo importante aquí es que disfruten de su estancia en la escuela.

Los estudiantes se comenzaron a dispersar y Mason decidió ver qué clubes había disponibles, después de todo podría unirse a uno y hacer algún amigo, aunque la idea lo ponía nervioso, una parte de él deseaba no conocer a nadie, no hablar con nadie, ser tan invisible que nadie lo reconozca ni lo conozca, que nadie sepa quien fue, quien es, ni quien sería, que nadie tenga motivos para molestarlo.

Debía admitir que los recuerdos de su vieja escuela jugaban un papel muy importante en su nerviosismo, estaba tan aterrado de que se repitiera lo de la vez pasada, que una parte de él no sabía si sería mejor no hablarle a nadie e inventarse un amigo para cuando su mamá le preguntará.

Aunque... ¿qué haría si eventualmente quisiera conocerlo? ¿Fingir que se peleó con él?

Sonaba como la idea más tonta del mundo, pero al menos tenía un plan de emergencia.

Mason tomó una bocanada de aire, quería irse a esconder en su casa, pero no podía, necesitaba al menos un nombre que pudiera usar cuando su madre lo cuestionará acerca de su día.

—¿Pero por qué no se puede abrir nuevamente? —escuchó hablando a un chico con uno de los profesores—, ¿qué clase de escuela no tiene un club de lectura?

¿Club de lectura? Eso sonaba interesante... y Mason creía que no involucraría la suficiente interacción humana para que lo comenzaran a molestar de nuevo.

—Créame señor Gleeful —le respondió el profesor—, no hay nada que me encantaría más que abrirlo nuevamente, pero no hay suficientes estudiantes interesados... al menos necesitaríamos uno más y como verá, sólo está usted.

Mason no sabía de dónde había sacado la valentía para hacer lo que iba a hacer, pero sin dudarlo se unió a la plática.

—Yo también quisiera unirme —soltó acercándose nerviosamente.

El castaño al que el profesor llamó "Gleeful" lo miró con detenimiento, debía admitir que lucían extrañamente similares, pero decidió ignorar este hecho y volteó a ver al profesor.

—¿Ahora sí se puede? —continuó el mencionado sin siquiera dedicarle un segundo pensamiento a Mason, cosa que extrañamente le alivio.

—¡Seguro! —contestó el profesor entusiasmado, no lo admitiría, pero él era un entusiasta de ese club y le había apenado mucho haberlo cerrado dos generaciones atrás cuando el último miembro se había graduado—, ¡no puedo creer que el club de lectura revivirá! Sólo necesitaré tomar sus nombres para llenar la solicitud.

—Mason Gleeful —contestó el de ojos azules y el otro chico rió ligeramente, su mamá definitivamente creería que se lo inventó—, ¿por qué te ríes?

—Es que —respondió aún divertido—, yo me llamo Mason Pines.

El otro castaño soltó un sonido que era similar a una risa, pero no lo suficientemente animada para serlo.

—¡Genial! —continuó el profesor—, siempre pueden decir que están en el club de los Mason —bromeó, pero al notar que ninguno de los castaños se rió de su chiste, se aclaró la garganta y continuó—. Entonces, sólo faltaría designar al capitán del club, por formalidades.

—Yo puedo serlo —dijo Mason Gleeful de inmediato, sin siquiera preguntarse si el otro castaño estaba interesado en la posición, que no lo estaba, pero le llamó la atención la velocidad con la que se había apuntado para llevar las responsabilidades del club.

—Por mí no hay problema —contestó Mason Pines.

—¡Genial! —continuó el profesor con una sonrisa—, le dije a Fiddleford que lograría reconstituirlo —murmuró más como para sí mismo y sin más se fue, dejando a los dos castaños solos.

—Entonces... ¿Mason Gleeful?

—Dipper —contestó el castaño de ojos azules—, en realidad todos me dicen Dipper, así que, creo que no será tan confuso.

—Mucho gusto Dipper —contestó Mason extendiéndole la mano, que el chico tomó y estrechó educadamente—, a mí sí todo el mundo me dice Mason —el chico hizo una mueca—, o nerd.

O... se detuvo, no quería recordar su último apodo en su anterior escuela. Decidió omitir ese comentario, sintiendo su estómago revolverse.

Dipper rió ligeramente.

—Somos dos, ese es el único apodo que mi hermana parece conocer —le dijo rodando los ojos—, entonces, ¿con qué libro quieres comenzar?

—Me gustan los libros de misterio.

—¡Genial! —le dijo ligeramente entusiasmado—. Junto a los de poesía son mis favoritos.

—¿Lees poesía? —le preguntó extrañado.

—Sí —contestó algo a la defensiva.

—Cool —le respondió ignorando el repentino cambio de actitud—, a lo mejor podrías recomendarme uno luego.

Dipper estaba por sonreírle ante eso, sin embargo, se vio interrumpido por algo que vio a la distancia que llenó sus mejillas de color.

Mason volteó a ver qué era lo que había visto que lo puso así, cuando notó a un chico de cabello azul hablando con una chica rubia. La chica se alejó y saludó desde la distancia a Dipper, quien palideció y decidió ignorar el gesto.

Mason reconoció al chico de cabello azul y palideció casi tanto como Dipper, no podía ser... era el hermano de...

Decidió desviar esa la línea de pensamiento seguramente no estaría por acá y aunque estuviera no importaba, dudaba que lo reconociera o que cualquier cosa que hubiera pasado cuando eran niños siguiera siendo relevante para él, ¿verdad?

Mason decidió enfocarse en la reacción del castaño junto a él, pensó en decirle algo, preguntarle que le había pasado o molestarlo un poco al respecto, pero realmente no lo conocía lo suficiente como para hacerlo, sólo se imaginó, que el castaño junto a él debía tener un serio crush con alguno de los dos, pero no le dio más importancia.

—¡Dipper! —le gritó con severidad una castaña idéntica a él—. ¡Apúrate! ¡El chofer está esperando!

—¡Ya voy Mabel! —le gritó de vuelta—, desgraciadamente, esa es mi hermana, nos vemos luego, nerd —soltó juguetonamente, provocando que le sonriera.

—¡Nos vemos! —le contestó Mason, algo entusiasmado de su extraña interacción con el castaño, tal vez podría llevarse con él, incluso podría ser su amigo.

No, no podía tener amigos. Esa era su regla, nadie podía hacerle daño, si nadie estaba lo suficientemente cerca de él como para hacerlo.

Empezó a encaminarse hacia el estacionamiento, pero antes de irse, Dipper miró nuevamente hacia donde estaban ambos chicos y Mason siguió su mirada, justo al lado del chico de cabello azul, vio un ángel o un dios griego.

O al menos así es como se imaginaba que se vería uno.

Junto al chico de cabello azul, estaba la persona más linda que sus ojos habían visto, era rubio, de ojos color ámbar, alto, de tez bronceada y con la sonrisa más encantadora del mundo.

Simplemente sintió su corazón palpitar con fuerza.

Lo reconoció de inmediato: era Bill. Bill Cipher.

Mason vio a ambos chicos alejarse juntos, ¿era mucho desear que no lo recordará?

En ese momento su mamá le marcó para decirle que ya había llegado por él, Mason decidió correr hacia donde le había dicho en la mañana que pasaría por él, aliviado de no haberse topado directamente con el rubio.

—¿Cómo te fue en tu día de orientación, hermanito? —le preguntó su gemela, mientras se subía al automóvil.

—Estuvo bien —respondió de manera desinteresada, tratando de no darle mucha importancia.

—¿Algún amigo? —le preguntó su mamá emocionada.

—Sí, hice un amigo en el club-

—¡Will! —gritó la castaña desde el automóvil—, ¡Bill! ¡Aquí!

Mason quiso esconderse, sabiendo que su suerte se había acabado, especialmente cuando los hermanos Cipher caminaron hasta el auto de su mamá.

—¡Estrellita! —exclamó el rubio—, no esperaba verte aquí, pensé que ibas al instituto de arte en las afueras de la ciudad.

—Sí ahí voy, pero mi hermanito está de regreso en la ciudad y estará estudiando con ustedes, ¿no lo vieron? —preguntó antes de voltear a ver al castaño—. Mason saluda, ¿no los recuerdas?

—Hola —dijo el mencionado sonrojándose mientras hablaba—, sí los recuerdo.

Bill lo miró intensamente y le sonrió de una manera extraña, era obvio que Mason se acordaba de él, después de todo, ¿cómo podría olvidarlo? Había estado perdidamente enamorado de él cuando eran pequeños.

—¡Pino! —lo saludó con bastante emoción en su voz—, no puedo creer lo mucho que has crecido.

—Ustedes igual han crecido bastante —respondió con timidez.

—Ay chicos, me alegro que vayan a estar con Mason —soltó su madre evidentemente aliviada—, espero que lo cuiden mucho, tuvo un mal rato en su anterior escuela y-

—Mamá —se quejó Mason, rogándole que se detuviera—, no creo que les importe eso.

—No te preocupes, nosotros nos encargaremos de que te la pases bien acá —le aseguró Will con una sonrisa amistosa.

—¿Quieren ir a la casa este sábado? —dijo la Sra. Pines—, haré un almuerzo para celebrar que Mason está de regreso, es algo pequeño, pero así podrán ponerse al día para empezar con todo el primer día de clases el lunes.

Mason espero con todo su ser que la respuesta de los chicos fuera un no... se intentó decir a sí mismo, pero en realidad estaba rogando por un sí.

—Por supuesto, ahí estaremos —respondió el rubio con entusiasmo.

El castaño se mordió el labio ligeramente, la sola idea de tener que pasar la tarde con los hermanos Cipher lo ponía demasiado nervioso, no había manera en que eso terminara bien.

—¡Genial! —dijo la castaña—, ¿podemos invitar a alguien más, mamá? Es un amigo de Bill.

—Seguro —contestó su mamá—, mientras más, mejor.

—¿Le puedes decir a Xólotl? —le pidió la hermana de Mason—. ¿O le digo yo? Ah, mejor yo le digo —continuó la castaña.

—Nos vemos el sábado Mason —añadió Will.

—¡Adiós Pino!

Pino... Mason no podía creer que después de tantos años Bill le siguiera diciendo así, su corazón se aceleró, suplicando que todo saliera bien con el rubio y que no se acordará de... eso.

[...]

El fin de semana había llegado y decir que Mason estaba nervioso era un eufemismo.

Los hermanos Cipher se encontraban platicando con su hermana y con su madre por algún lado de la sala, mientras que él escuchaba sus voces a lo lejos, puesto que había decidido esconderse detrás de un libro, como siempre.

Evadir la situación era algo que no podía evitar y ahora no podía parar de pensar que mientras menos interactuará con los Cipher sería mejor, en especial con Bill.

Y todo había salido relativamente bien, hasta que su mamá había decidido ir por él e incluirlo en la conversación.

—Mason, ¿qué haces ahí solo? Ven a convivir —le pidió su mamá dulcemente.

El mencionado podría llevarle la contraria a mucha gente, pero no a su mamá, no podía hacerle eso a ella, así que contra todo su ser diciéndole que no vaya, camino hacia donde estaban los Cipher.

—Le decía a los chicos que ya te inscribiste a un club en la escuela, pero Bill me decía que creía que no existe, ¿me estás mintiendo? —lo cuestionó en frente de todos.

—No mamá —le dijo, sintiendo sus orejas enrojecer de la vergüenza, una cosa es que su mamá pensará que se inventaba amigos, pero ¿Bill? Eso era verdaderamente humillante—, te dije que lo abrieron sólo porque el otro chico y yo lo pedimos, te dije específicamente que éramos los únicos miembros por eso.

—¿Quién es el otro chico? —preguntó Will con curiosidad.

—Cierto Mason, ¿por qué no vino tu amiguito? —inquirió su madre.

—Porque no le dije —respondió con rapidez—, sólo le he hablado una vez mamá y sólo fue como por 5 minutos en lo que se abría el club, no han ni iniciado las clases y no tengo su número.

—Y con esa actitud no será tu amigo —le contestó su mamá mordazmente.

—Ni siquiera sé si quiero que sea mi amigo —replicó de igual manera.

—¿De quién hablan? —preguntó Will, nuevamente.

—De un chico que conocí el día de orientación —explicó el castaño—. Me dijo que le dicen Dipper.

—¿Te llevas con Dipper? —cuestionó Bill con sorpresa y un ligero tono de desagrado.

Mason no pudo evitar sentirse tenso ante su reacción.

—¿Sí existe? —preguntó su mamá, arrepintiéndose de lo que había dicho, no quería avergonzar a su hijo, sólo le había salido por el tremendo alivio que había sentido.

—Dios mío, ¿y así me preguntas por qué no quería convivir? —se quejó Mason angustiado.

Tomando su libro decidió salir al patio de su casa a escabullirse de su familia, lo último que necesitaba en esos momentos era sentir como todo el mundo cuestionaba sus habilidades sociales, quería desaparecer y olvidar todo lo que había pasado, pero por el momento lo único que podía hacer era esconderse de todo.

Lo cual había funcionado por casi una hora, hasta que, sin aviso alguno, alguien lo encontró.

—Mamá, por favor, ¿puedo por esta vez quedarme a leer? —suplicó sin alzar la vista del libro—, no quiero que me sigas humillando frente a Bill... y Will.

—No creo que te esté humillando —le respondió una voz que no esperaba—, aparte, a mí me parece tierno.

Mason se enderezó de golpe dejando su libro en la mesa, ¿qué hacía ahí?

—¿Tierno? —le preguntó sonrojándose por la vergüenza.

—Me recuerda mucho a cuando eras pequeño, creo que no has cambiado mucho —dijo cautelosamente.

El castaño sólo atinó a desviar la mirada, queriendo creer lo que el chico le decía.

—Supongo que no he cambiado tanto —le respondió desviando la mirada—. Tú tampoco...

—¿Me extrañaste? Admítelo, me extrañaste —bromeó Bill, intentando animar al chico a su manera.

—Sí claro —le respondió Mason con sarcasmo mientras rodaba los ojos—, no puedo creer que te acuerdes de mí, en realidad.

El castaño no le diría, pero claro que lo había extrañado, Bill era el primer chico que le había gustado.

—¿Realmente crees que podría olvidarte? —le cuestionó el rubio, sentándose en la silla que quedaba disponible—. Eres mi Pino-persona favorito, ¿cómo podría hacerlo?

Mason no pudo evitar reír y sonrojarse ligeramente, el rubio realmente no había cambiado mucho, aún insistía en usar el apodo que le había puesto hace muchos años y el castaño no pudo parar de pensar que en serio lo recordaba, su corazón se encogió ante esa idea, inseguro de saber si eso era una buena o mala noticia.

—Me acuerdo de muchas cosas, de hecho —añadió acercándose ligeramente, insinuándose con sutileza—, ¿y tú?

El color subió a sus mejillas, pero trató de tranquilizarse y mantenerse firme, neutral, no podía mostrarse vulnerable otra vez, no lo permitiría.

—No sé a qué te refieres —mintió tratando de evitar la mirada del chico.

Mason sabía perfectamente a qué se refería el rubio, su primer beso.

Ambos habían compartido su primer beso cuando eran pequeños, habían estado coqueteando y tonteando en el tejado de su casa una tarde hace muchos años, poco antes de que decidiera mudarse con sus tíos.

—¿Quieres que te lo recuerde? —sugirió sin vergüenza alguna.

El castaño se paró de golpe, recogiendo su libro y sintiendo su cuerpo tensarse al instante. Claro que quería recrear esa escena, mil y una veces de ser posible, pero no lo era, no podía arriesgarse esa vez, no podía arruinar las cosas de nuevo.

—¿Qué cosa? —preguntó haciéndose el desentendido—, ¿qué te ganaba todo el tiempo en ajedrez?

—Veo que tienes la memoria toda mal —dijo el rubio ofendido—, no me ganabas todo el tiempo, de hecho, no me ganabas ni la mitad del tiempo.

—Tengo un ajedrez arriba —contestó Mason decidido a probar su punto—, te lo puedo demostrar, si quieres.

—En otro momento tal vez... —respondió Bill, bastante desanimado—. Primero me gustaría saber si... ¿estás molesto con nosotros o algo?

El castaño no se había esperado esa pregunta, sintiéndose ligeramente culpable de haberlos estando evitando, pero realmente el rubio lo ponía nervioso.

—No —soltó con rapidez—, sólo no soy muy social y... tenía algo de miedo de ya no agradarles.

Bill lo miró fijamente.

—Sé que dijiste que no parezco haber cambiado mucho, pero no sé si realmente te agradaría ahora —continuó bajando la mirada.

—¿Por qué creerías eso? —le preguntó y el castaño se lo pensó bien antes de responder.

—Experiencia, supongo.

—Tu mamá mencionó algo de que en tu anterior escuela no te fue muy bien... —empezó el rubio.

—Preferiría no hablar de eso —le cortó con rapidez, tratando de evitar los malos recuerdos.

—Oh, sí, entiendo —contestó el chico—. Lo siento.

Hubo un pequeño silencio que se sintió eterno, Mason no quería ser cortante con el mayor, por dentro quería preguntarle todo de él y pretender que los años no habían pasado y, aunque no lo haría, al menos podía tratar de ser amistoso con Bill, así que armándose de valor decidió preguntarle:

—Pero cuéntame, ¿cómo te ha tratado la vida? —inquirió con una sonrisa débil.

—Meh, supongo que bien —respondió Bill viéndolo a los ojos un poco desanimado—, tu hermana se ha distanciado un poco de nosotros en los últimos años, supongo que porque ya no estudiamos juntos.

—Sí —dijo el castaño—, pero espero verlos por acá más seguido, digo, ahora que estudiaré con ustedes.

Los ojos del rubio se iluminaron cuando el castaño le dijo eso y no pudo evitar sonreírle, Bill se reincorporó cambiando de actitud.

—Y... —empezó algo nervioso el rubio—, ¿dejaste a alguien especial atrás?

El corazón de Mason se partió al oír esa pregunta, su rostro palideció y sintió un nudo formarse en su garganta.

—No.

La manera tajante en la que el castaño había respondido había regresado la incomodidad al ambiente, no quería ser cortante con él, pero no podía evitarlo cuando le hacía esa clase de preguntas, el chico notó al mayor alejarse un poco confundido con los cambios de actitud en Mason y su estómago se revolvió dándose cuenta de que estaba arruinando el interés que Bill tenía por él.

—¿Y tú? ¿Tienes a alguien especial por acá? —le preguntó tratando de relajar el ambiente, tratando de calmar a su sistema de huida.

Y también porque genuinamente quería saber.

—No realmente —contestó el rubio—, me he estado guardando para ti.

El estómago de Mason se revolvió por completo, pero de una buena manera.

—Muy gracioso —soltó completamente escéptico ante su respuesta.

—Es en serio Pino —le aseguró Bill—, sabes que siempre odié que te fueras.

—Lo sé...

Ambos compartieron un momento de silencio, sin incomodidad esta vez, el castaño cerró los ojos unos segundos y suspiró, tomando la decisión de ser honesto con el rubio.

—Tienes razón, sí te he extrañado —confesó, sorprendido de haber sido capaz de decirlo—, mucho, en realidad.

—Sabía que me extrañaste —le dijo con una sonrisa emocionada, empujándolo con suavidad juguetonamente—, yo también te extrañé Pino.

[...]

Mason debía admitir que Dipper era buena compañía.

La mejor de hecho, podían pasar horas juntos y nunca hacían preguntas, o comentarios, o chistes, lo cual era mejor que muchas pláticas que tenía con su familia.

Después del día de orientación, no había tenido mucho éxito conociendo gente y de cierto modo lo prefería así... si algo había aprendido en su vieja escuela, es que no podía confiar en nadie, ni siquiera en aquellos que se hacían llamar sus amigos.

El club de lectura era un buen refugio, había evitado hablar con más personas en la escuela, pensando que tal vez, si algún día salía a la luz su secreto, pero nadie lo ubicaba, no pasaría lo mismo que en su anterior escuela.

Aunque cada vez era más difícil ser nadie cuando Will, Xólotl y Bill no paraban de platicar con él cada que lo veían por los pasillos... en especial el último. Y no iba a mentir, él amaba hablar con el rubio, sólo no le agradaba toda la atención que recibía por eso, no había tardado en darse cuenta de que Bill era un chico bastante popular y odiaba sentir todos los ojos sobre él cuando estaban juntos.

Sin embargo, aunque en ese momento no estaban en el club de lectura, Mason había encontrado reconfortante pasar los recesos con Dipper, principalmente porque podía leer en silencio sin parecer un marginado, usualmente encontraban un espacio tranquilo como la biblioteca o cuando estaba muy llena como ese día, se sentaban en los jardines a leer.

—¿Qué te pasa? —le preguntó el castaño junto a él.

Retirando lo dicho, sí hacía preguntas después de todo.

—¿De qué hablas? —contestó Mason, regresando su vista al libro.

—Llevas como media hora viendo al césped en vez de leer —continuo el castaño de ojos azules sin separar la mirada de lo que leía—, realmente no me importaría, pero si te está dando un derrame necesitas ir al hospital.

—¿Preocupado por mí? —se burló el de ojos castaños.

—Más bien preocupado porque no cierren el club de lectura, necesito al menos un miembro más —continúo pasando la página de su libro.

Mason lo miró con indignación, pero decidió dejarlo ir.

—¿Entonces? ¿Qué tienes? ¿Juntarte con Bill finalmente te ha robado la materia cerebral que tenías? —cuestionó nuevamente, decidido a obtener una respuesta.

—¿De qué hablas?

Dipper finalmente bajó su libro y de una manera exagerada junto sus manos y las puso junto a su rostro mientras parpadeaba rápidamente.

—"Oh Bill, gracias por enseñarme dónde está la biblioteca a pesar de qué paso ahí todos mis días" —dijo con la voz más aguda y suspirando dramáticamente mientras se burlaba del chico.

Las mejillas de Mason se tornaron rojas, mientras que Dipper regresaba a su estoico rostro y tomaba su libro nuevamente.

—No sé de qué me hablas —mintió avergonzado el exhibido.

—Por favor —soltó con sarcasmo, rodando los ojos.

Un par de pasos se escucharon caminando hacia donde ellos se encontraban, con rapidez ambos castaños hicieron silencio, poniéndose serios y miraron hacia la persona que se acercaba a ellos.

—Will —suspiró Dipper, sin darse cuenta.

Mason lo miró seriamente: "maldito hipócrita".

—Mason, te estaba buscando —dijo el mencionado y Mason pudo jurar que una parte de Dipper se murió—, hola Dipper, no te había visto, perdona —le saludó con una sonrisa amplia y amistosa.

Dipper lo saludó con la cabeza y Will hizo una mueca.

Mason ya había notado esa actitud tan extraña que tomaba el menor de los Gleeful cada vez que Will estaba cerca, Dipper se convertía en una piedra andante, al principio había pensado que a lo mejor no le agradaba el chico, pero un día mientras estaban en el jardín de la escuela notó como el castaño separaba su vista del libro y, aunque intentaba ocultarlo, Mason había notado que no podía apartar la mirada de Will, y no sólo era que lo mirará, sino el secreto estaba en la manera en la que lo hacía...

Cada que creía que no lo veían, lo observaba con tanto cariño y ocasionalmente se sonrojaba, haciendo más que evidente lo mucho que le gustaba.

—Mason —continuó Will, apartando la mirada de Dipper—, emm, Bill quería invitarte a la casa mañana, bueno también a tu hermana.

Mason sonrió involuntariamente al escuchar aquello.

—Claro —respondió emocionado.

—También puedes venir si quieres Dipper —le invitó el menor de los Cipher con una sonrisa.

—Tengo planes mañana —le respondió sin más.

Y si Mason creía tener cero habilidades sociales, era porque no había conocido a Dipper Gleeful.

—Ahí estaré —le aseguró con una sonrisa el de ojos cafés a Will.

—De acuerdo —respondió Will, ligeramente desanimado—, nos vemos.

Al instante en el que el chico se había alejado de ambos, Dipper pareció relajarse.

—Eres tan obvio —soltó sin pensar Mason—. Y un hipócrita.

—¿De qué hablas? —cuestionó ofendido.

—Con esa actitud no será tu amigo —dijo Mason, citando a su mamá inconscientemente.

—No sé, de qué me hablas —mintió con seriedad.

—Sólo digo que tomando en cuenta lo mucho que te gusta Will podrías intentar hablarle con más amabilidad —sugirió tranquilo.

Dipper se levantó de repente y se fue, sin decirle una sola palabra.

Mason no se esperaba esa reacción, pero suponía que él haría algo similar si le preguntarán tan directamente por Bill.

Y no es que le gustará Bill...

Bueno, sí le gustaba, y mucho, pero no importaba porque esta vez no iba a permitir que nadie se enterará de sus preferencias.

Incluso sí el rubio se lo ponía muy difícil con sus constantes coqueteos, él no caería ante ellos, él sabría disimular.

[...]

Un par de semanas habían pasado en las que el menor de los Pines y el mayor de los Cipher, habían sido prácticamente inseparables.

Mason estaba esperando a su mamá en el estacionamiento mientras platicaba con Bill... como de costumbre.

—Te hubiera ganado todas las veces que jugamos si no hicieras trampa —dijo el castaño con diversión.

—No hago trampa —contestó el rubio ofendido—, tú eres un mal perdedor, que usa la trampa para no reconocer que pierde.

—Eso es lo que diría un tramposo —respondió sacándole la lengua infantilmente.

—Tal vez piensas que hago trampa porque no hay otra manera en la que sabes ganar —soltó sacándole la lengua de igual manera.

El castaño lo miró ofendido, ¿cómo se atrevía?

—¿Estás insinuando que yo soy el tramposo? —cuestionó indignado.

—No lo estoy insinuando, te lo estoy diciendo —replicó encogiéndose de hombros.

El castaño lo miró seriamente, tratando de ocultar lo mucho que quería reír con él, pero cuando Bill soltó una carcajada, Mason no pudo evitar reír junto con él, olvidando por unos momentos todos sus miedos.

Esto, no era disimular.

—¿Por qué no te has ido? —preguntó el amigo de Bill—, ¿darás asesorías hoy?

Ese era Xólotl. Mason no lo recordaba mucho, pero tanto Bill como su hermana adoraban al chico.

—¿Das asesorías? —inquirió el castaño.

—No lo digas tan sorprendido —dijo fingiendo estar ofendido otra vez—, pero sí, doy asesorías de historia.

—¿En serio? —le preguntó.

Y sin saber de dónde (tal vez de lo mucho que le gustaba), soltó sin pensar:

—Yo necesito asesorías de eso —mintió.

Bill lo miró genuinamente sorprendido, sin poderse creer lo que escuchaba.

—No luzcas tan sorprendido —soltó con rapidez el castaño, sonrojándose ligeramente.

—Perdona, no esperaba que tú reconocerías necesitar ayuda... —explicó el rubio—. O que la necesitarás.

—Olvídalo —dijo Mason apartando la mirada del chico, bastante avergonzado de intentarlo.

—No Pino —contestó el rubio—, adoraría darte asesorías, ¿te parece si nos ponemos de acuerdo en la tarde?

—Seguro —murmuró con timidez.

—¿Entonces por qué no te has ido? —preguntó Xólotl, tratando de ignorar la coqueta interacción que tuvieron.

—En realidad estoy esperando a que pasen por Pino —le dijo a su amigo.

—No tienes qué —respondió con una sonrisa nerviosa el mencionado—, estoy seguro que ya deben estar por llegar.

—No es nada —contestó de igual forma—, me gusta pasar tiempo contigo.

El castaño se sonrojó ante su respuesta, sin ser capaz de ocultar lo feliz que le hacía esa respuesta.

—Consíganse un cuarto chicos —soltó Xólotl.

Pero antes de que Mason fuera capaz de protestar, su hermana se acercó a ellos.

—Hola —les dijo con una sonrisa—, ¿listo? Mamá está esperando en el automóvil.

—Antes de irnos, ¿por acá está tu crush? —la interrumpió Mason—. Me dijiste que me ibas a decir quién es y hasta ahora no sé quién es.

—Ja, ja no sé de qué me hablas, hermanito —contestó la chica haciéndose la tonta.

—De tu crush —explicó el castaño sin captar la indirecta—, el que es guapo, bronceado y alto, todavía no me lo enseñas.

La castaña trató de hacerse la sorda cuando dijo eso.

—El que me dijiste que es amigo de Bill —continuó el chico.

—Me preguntó quién será —se burló el rubio exageradamente.

Xólotl se sonrojó, mientras Bill trataba de contener una risa.

—No sé de qué habla —dijo nerviosa, insinuando con las manos que su hermano estaba loco y arrastrándolo lejos de ahí—. Bueno nos vemos luego.

—Adiós —se despidió el rubio entre risas.

—¡Auch! No entiendo —se quejó el castaño a su hermana, quien lo estaba arrastrando del brazo lejos de ahí con fuerza—, ¿qué hice? ¿No sabían?

—Eres un tonto —soltó avergonzada—, Xólotl es mi crush.

—Ohh —murmuró dándose cuenta de lo que acababa de hacer—, ¿en serio? ¿Él? —preguntó con algo de desagrado.

—Sí, él —contestó de mala gana.

—Perdona —se disculpó el chico—, no sabía.

—No te preocupes —le dijo la chica—, igual medio lo sabe, pero me dio pena.

—¿Te puedo hacer una pregunta? Aparte de eso —aclaró Mason y su hermana asintió—, ¿crees que es creíble que tengo problemas con historia?

La chica lo miró confundida.

—¿De qué hablas?

Mason suspiró, tratando de encontrar las palabras para explicarle la tontería que había hecho con tal de pasar más tiempo con el rubio y no quedar como un completo idiota.

Aunque la verdad, era demasiado tarde.

[...]

Mason no podía negarlo, por mucho que lo intentará, no podía seguir fingiendo que no se moría por Bill.

Habían pasado un par de semanas en las que el rubio le daba asesorías de historia y en retrospectiva había sido una pésima idea... porque de tanto tiempo que pasaba con él, sabía que en cualquier momento se delataría a sí mismo, si es que no lo había hecho ya.

Cada vez era más difícil controlar los coqueteos o sus sonrojos con Bill, y es que, al mentir realmente se había condenado a sí mismo.

—Así que, aunque esto no vendrá en tu examen, muchos paleontólogos creen que las pirámides de Guiza en realidad estuvieron sumergidas un tiempo bajo el agua, pero eso sólo significaría que son mucho más antiguas de lo que creemos y que, podrían existir civilizaciones más antiguas que Mesopotamia —le explicó con emoción—, cambiando la historia y la prehistoria como la conocemos.

—¿En serio? —le preguntó con curiosidad.

—Sí, pero no pongas eso en tu examen —aclaró con rapidez—, es una opinión controversial.

—¿Cómo es que eres tan bueno en historia? —inquirió Mason mirándolo atentamente, algo atontado.

—A veces siento que he estado en todos los momentos importantes de la historia —Bill bromeó con él, el castaño sonrió—, la verdad es que no sé cómo retengo la información, pero me alegro que te sirvan estas clases, Pino.

—Eres un buen maestro, Bill —le dijo con una sonrisa atontada acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja.

¡Dios Mason, compórtate!

—Tú eres un buen estudiante —le respondió el rubio, acercándose ligeramente a él—, me sorprende que necesites asesorías, realmente estás aprendiendo todo muy rápido.

Mason se puso nervioso, ¿por qué no podía ser más tonto?

—Eso es sólo porque me gusta la manera en la que enseñas —le contestó desviando la mirada, pero sin alejarse del rubio, tratando de ocultar su mentira—, usualmente no puedo recordar las fechas o los nombres —mintió, intentando salvarse de lo obvio que era—, supongo que tengo mala memoria.

—Eso explicaría porque no te acuerdas de nuestro beso —le susurró acercándose un poco más.

—¿De qué hablas? —preguntó sonrojándose intensamente, volteando a verlo.

—¿De verdad no te acuerdas? —le preguntó el rubio tentándolo un poco, acortando un poco más la distancia entre ellos, tanto que podía sentir su respiración contra la suya—, estábamos en el tejado de tu casa... antes de que te vayas.

Mason tragó fuertemente, quedándose sin palabras ante la cercanía del mayor, así que sólo negó con la cabeza con lentitud, aunque eso era una mentira.

—Tal vez debería refrescarte la memoria —sugirió Bill coquetamente.

Pero sin resistirlo más, el castaño había hecho desaparecer la poca distancia que quedaba entre ellos, sin pensar en las consecuencias de esa acción, y aunque él sabía que era una pésima idea, la peor de todas las que había tomado recientemente, ahora no estaba pensando con claridad, Bill le gustaba demasiado como para ser racional.

Para su fortuna, el rubio sonrió ante la acción del castaño y sin separarse sujetó su rostro con una mano y lo acercó más a él.

Mason no resistió más y lo tomó del cuello besándolo con más intensidad, casi con necesidad... había mentido mil veces con eso, pero claro que se acordaba de ese beso, ¿cómo podría olvidarlo? Estaba pequeño, pero jamás sería capaz de hacerlo, guardaba ese momento en un lugar muy especial de su corazón, tal vez desde ese entonces había deseado volver a besarlo y sin ser realmente consciente de eso, ahora que lo hacía de nuevo era como si esa necesidad dormida despertará de golpe y ansiara por más, temiendo volver a separarse del mayor.

Bill rió ligeramente a medio beso y eso le envió un escalofrío a la espalda del castaño, ¿se estaba burlando de él? ¿Era acaso todo una broma cruel?

Mason se apartó de golpe, sintiendo su pulso acelerarse, pero no de manera positiva, la sonrisa se le borró del rostro y sintió como empezaban a sudar sus manos.

—¿No que no te acordabas? —le preguntó Bill con cierta burla en su voz y sin notar el cambio de actitud del castaño decidió acercarse nuevamente.

Mason se giró repentinamente, intentando aclarar su cabeza: "no se estaba burlando de ti, no está jugando contigo, no le va a decir a todo mundo para humillarte... ¿Verdad? ¡¿Verdad?!", pensó, pero no estaba en condiciones de ser coherente.

—¿Estás bien? —soltó el rubio, preocupado de haber molestado al chico.

Mason sintió sus ojos llenarse de lágrimas, no podía evitarlo, sabía que Bill no se había reído de él, pero no podía sacarse de la cabeza el repicar de otras risas, unas muy lejanas que entre carcajadas le gritaban insultos y se burlaban de él por ser gay.

¿Acaso no era esa la razón por la que se cambió de escuela? ¿No era que no iba a permitir que nadie sepa que era gay para que nadie pudiera molestarlo de nuevo? Que poco le había durado el plan junto a Bill... pero no había podido evitarlo, el rubio le encantaba. Le parecía encantador en todos los sentidos, era gracioso, inteligente de muchas maneras, interesante, atractivo y de verdad que adoraba pasar tiempo con él... a su lado, se sentía tan cómodo y seguro.

—Hey, Pino, perdóname, no debí presionarte con el tema —le dijo el rubio rápidamente, preocupado por el chico—. No llores por favor, no volverá a pasar.

El castaño no había notado que las lágrimas ya estaban saliendo como torrentes de sus ojos, no quería que Bill pensara que le había molestado que lo besara, pero no podía detenerse, sentía que no podía respirar y las lágrimas no parecían querer parar.

Por un momento se sintió tan encerrado como ese día.

Mason intentó negar con la cabeza, intentando explicarle que no era por eso que lloraba, pero no podía.

—Mason, de verdad lo siento mucho, no fue mi intención —le dijo Bill, intentando alejarse y darle espacio.

El castaño lo tomó del brazo y el chico se detuvo. En eso Mason lo abrazó, sin decir aún alguna palabra. El rubio se quedó quieto por un momento, pero cuando sintió que el castaño lo abrazaba con más fuerza, decidió rodearlo con sus brazos y sostenerlo con firmeza.

No entendía qué estaba pasando, pero era obvio que lo necesitaba.

Mason lloró contra el pecho de Bill por unos minutos, hasta que finalmente comenzó a calmarse, el calor del más alto lo regresaba al ahora, las caricias que le daba en la espalda lo reconfortaban y el suave murmuró de que todo iba a estar bien callaba con lentitud las risas y los insultos que sonaban en su cabeza, hasta que lentamente se fueron alejando, y las lágrimas cesaron.

El castaño pudo respirar nuevamente.

Y la vergüenza lo invadió, ¿qué le iba a decir a Bill?

¿Qué era un raro al que le habían hecho bullying y qué no lo superaba?

—Te prometo que no te volveré a besar —le aclaró el rubio una vez que el castaño lo soltó.

Y el corazón de Mason se rompió al escuchar eso.

—No —interrumpió con la voz entrecortada—, no digas eso.

Bill lo miró confundido.

—Me gustas —confesó Mason, sabiendo que estaba cavando más profundo su tumba de humillación, pero no podía soportar que Bill pensara que era por él que había llorado—, demasiado.

—También a mí me gustas —le dijo con una sonrisa sutil, aunque aún estaba muy confundido.

—Yo... —empezó el castaño—, en mi... en mi ant... —la voz empezó a quebrarse.

—Tranquilo Pino —le dijo sujetándole la mano con cautela—, todo está bien.

—En mi anterior escuela me... comenzaron a acosar cuando se enteraron que era gay —logró soltar tan rápido que Bill apenas entendió—, por eso regresé, porque ya no podía con todo lo que me hacían y me decían, sé que no tiene nada que ver, lo sé, pero cuando te reíste, pensé que me dirías que todo era una broma y por un momento... sentí que estaba otra vez ahí, con todos ellos burlándose porque se enteraron de quién me gustaba.

—Oh... lo siento mucho —murmuró el rubio, pensando que durante los años que se fue sí le había gustado alguien más.

—Entiendo si no quieres seguir hablándome —le dijo el castaño—, o algo así, sólo, ¿podrías no decirle a nadie?

—¿Por qué no querría hablarte? —cuestionó confundido—. Te acabo de decir que me gustas.

—¿Tal vez porque acabo de tener un colapso total frente a ti? —contestó preocupado.

—¿Y? Aun así, me gustas, y fuera de eso eres mi amigo, entiendo que a lo mejor es reciente la herida y no pretendo entender todo lo que te hayan hecho o lo que haya provocado que te sintieras mal —le explicó con cariño—, pero eso no hace que me importes o me gustes menos.

—¿En serio? —le preguntó sorprendido—. ¿No crees que soy un raro?

—Sí creo que eres raro —le dijo rodeándolo con un brazo—, no porque hayas llorado ahora, creo que eres un raro que no acepta cuando pierde, que le fascina lo sobrenatural, que se inventa necesitar ayuda en historia, que ama las cosas de nerd, el primer raro espécimen de un Pino-persona, pero a mí me fascina lo raro, lo único... como tú.

Mason rodó los ojos mientras reía.

—Que no pierdo, tú eres un tramposo.

—Eso me da más ganas de dejarte de hablar que el hecho de que hayas llorado.

El castaño abrió la boca sorprendido, con fingida indignación. Bill lo acercó a él y lo abrazó nuevamente, Mason recostó su cabeza en su hombro.

—De verdad me gustas mucho —le dijo el rubio—, no estoy bromeando, ni es un plan malvado para humillarte, no dejó de pensar en ti desde que te fuiste y no he dejado de querer estar contigo cada día desde que regresaste, no sabes lo feliz que me hizo saber que ibas a volver.

Mason alzó el rostro y miró a Bill a los ojos, no encontró ni una pizca de burla en ellos, al contrario, lo único que veía era lo sincero que estaba siendo.

El castaño lo besó, está vez sin tanta necesidad, fue algo más lento, más... romántico.

—A mí también me alegra haber vuelto a ti —le dijo abrazándolo nuevamente.

[...]

Pasar el descanso con Dipper se había vuelto casi una rutina, una rutina involuntaria; pero una que le agradaba, era lindo poder disfrutar de una compañía silenciosa y tranquila. Además de que podían compartirse libros.

Había pasado poco más de una semana desde que Bill lo había besado por primera vez... porque sí, desde eso cada vez que se veían terminaban besándose. Afortunadamente a excepción de la primera vez, ninguna otra ocasión había terminado en lágrimas.

Mason alzó la mirada y justo en ese momento Bill y Will pasaron frente a ellos.

El rubio lo saludó con la mano y el castaño le sonrió tontamente.

—¿Bill Cipher? ¿Tan bajo has caído? —le preguntó Dipper sentado junto a él.

Mason lo miró, el castaño de ojos azules ni siquiera había separado su vista del libro.

—No sé de qué hablas —mintió sonrojándose un poco.

—Por favor, eres tan obvio, no paras de hacerle ojitos —soltó parpadeando con rapidez y evidente burla en su voz.

No sabía por qué cuando Dipper se burlaba de su crush con Bill, no le causaba ansiedad... tal vez era porque sabía que no era malintencionado, no era con la intención de humillarlo, sino algo amistoso, si es que podría llamársele así... o tal vez era porque tenía con qué defenderse.

—Debes ser un experto tomando en cuenta que es la única manera en la que sabes ver a Will —le respondió de igual manera.

Dipper apartó la mirada de su libro por primera vez.

—¿Qué dijiste? —le cuestionó el de ojos azules

—Lo que escuchaste —respondió manteniéndose firme.

Dipper no dijo nada más, y regresó su mirada al libro, pretendiendo que no escuchó nada más.

Mason rodó los ojos, siempre hacía lo mismo cuando sacaba el tema de su enamoramiento con Will, se bloqueaba y se ponía a ignorarlo, no le molestaba, pero le parecía curioso y era una excelente manera de qué lo dejara en paz con el tema de Bill.

Respiro profundamente tratando de procesar lo que había pasado, ¿era demasiado obvio que Bill y él...? Eso era demasiado peligroso, estaba caminando sobre un hielo muy fino.

Si las cosas seguían así con Bill todos se enterarían, y no podía con la idea... de toda la escuela sabiendo.

Quería estar con Bill, quería seguir teniendo lo que sea que tuvieran, pero no podía soportar la idea del mundo enterándose, al menos no en ese momento, ¿acaso había algo que pudiera hacer?

¿Había alguna manera en que pudiera estar con Bill sin tener toda esa presión?

[...]

Mason no sabía qué era lo que él y Bill tenían.

Sólo sabía que cada vez que se veían, terminaban besándose, justo como lo estaban haciendo en ese momento.

El castaño estaba recostado en la cama del rubio, quien tenía sus brazos a los costados de la cabeza del más bajo, sosteniendo su propio peso sobre de él mientras lo besaba. Mason le sujetaba la espalda, acercándolo más a él y acariciándolo suavemente, el rubio se separó y comenzó a besarle la barbilla y con lentitud se movió al cuello donde se quedó por unos segundos. El castaño lo abrazó y Bill sonrió contra su piel, terminando de recostar su peso sobre él.

—Sé mi novio —susurró contra su cuello.

El castaño se sonrojó furiosamente y agradeció que Bill no lo estuviera viendo.

—Yo... —balbuceó nervioso—. ¿Lo estás diciendo en serio?

El rubio se levantó para verlo a los ojos con intensidad, esperando tener una respuesta positiva del menor.

—Por supuesto que sí —le dijo con seriedad.

Mason se incorporó sorprendido, provocando que el chico a su lado se sentará también.

—¿De verdad quieres salir conmigo? —cuestionó confundido.

Bill no pudo evitar reír, ¿cómo podía preguntarle eso? ¿De verdad no sabía cómo se moría por él? ¿De verdad no se había dado cuenta que se moría por él desde los 12?

—Pino, te lo he dicho mil veces —comenzó tomándole la mano—, me encantas.

Mason se volvió a sonrojar.

—Pero... —empezó, sin embargo, Bill lo interrumpió con un beso—, claro que quiero —soltó una vez que se separaron—, pero no sé si estoy listo para que alguien sepa.

—¿A qué te refieres? —preguntó el rubio.

—¿Recuerdas lo que te conté? ¿Que en mi anterior escuela se enteraron de y... que todos me comenzaron a acosar? —murmuró algo tenso y Bill asintió—, no creo estar listo para que sepan en esta escuela aún, o sea, mi mamá y mi hermana saben y no digo que no le digas a Will... pero preferiría que nadie más supiera, yo sé que a lo mejor no te guste que te oculte como si fueras un secreto, pero... realmente no estoy listo para que más personas sepan. Me gustas demasiado, y me encantaría ser tu novio, pero no podría decirle a nadie.

—Oh —soltó el rubio, no era algo que se había puesto a pensar.

¿Realmente importaba? No. A él le gustaba el castaño, más que eso, sentía que estaba enamorado de él, y tampoco le importaba si todo el mundo sabía o si nada más él, él sólo quería estar a su lado.

—Está bien —dijo finalmente regresando a su cuello—, no me importa, yo sólo quiero estar contigo.

Mason sintió su ser derretirse ante la respuesta del chico.

—¿Estás seguro? —le preguntó.

—Pino, mientras tu sepas cuanto te adoro, no me importa quién más lo sepa —le aseguró.

Mason sólo atinó a rodearlo con los brazos y Bill lo abrazó con fuerza.

Realmente ahora lo único que quería era estar así por siempre.

[...]

El invierno había llegado y las mañanas eran mucho más oscuras, Bill y Mason ya llevaban algunos meses saliendo en secreto y por el momento ambos estaban bastante cómodos con el trato que tenían.

Bill siempre pasaba por Mason en las mañanas y se estacionaba un poco lejos de la escuela donde se bajaba el castaño y unos minutos después lo hacía el rubio. A veces, como esa mañana aprovechaban el tiempo extra para pasar un poco de tiempo de calidad.

Lo que no esperaban, es que justo ese día, Xólotl llegaría tarde, por lo que tuvo que estacionarse lejos de la escuela, notando el automóvil de su amigo decidió ir hacia ahí.

El de ojos azules abrió mucho los ojos cuando al acercarse notó las ventanas ligeramente empañadas, así que optó por tocar suavemente con sus nudillos en el cristal y asomarse para molestar a su amigo.

No podía creer lo que sus ojos veían.

¿Bill y Mason Pines? ¿Besuqueándose? ¿Por qué su amigo no le había contado de esa información tan importante?

Los chicos dentro se detuvieron y Mason quiso ponerse a llorar cuando noto la presencia del chico.

—Hola Xólotl —dijo el rubio con una sonrisa tímida, con la respiración agitada y el cabello revuelto—, ¿cómo has estado?

—¡Bill! ¿Qué es esto? —le contestó haciéndose el desentendido.

Mason empezó a sentir como el aire dejaba de llegar a sus pulmones cuando se dio cuenta que Xólotl los había visto, sentía un dolor en el pecho que le impedía respirar adecuadamente, su respiración se empezó a agitar demasiado y Bill lo miró con preocupación, quien como pudo le había tomado de la mano.

—Pino, tranquilo —le susurró con cariño, antes de acariciar su mano con delicadeza—, Xólotl no dirá nada, ¿verdad?

—No, no lo haré —prometió con seriedad, entendiendo poco a poco porque su amigo no le había dicho nada—. ¿Estás bien, Mason?

El castaño negó tratando de calmarse, apreciando las caricias de su novio.

—¿Crees que puedas darnos un momento, Xólotl? —le preguntó el rubio.

—Um... claro —dijo algo preocupado—, si necesitan algo sólo díganme.

La ventana subió nuevamente durante unos momentos, en los cuales Bill tomó las mejillas de su novio y las acarició suavemente.

—Respira conmigo, Pino —le pidió.

Mason asintió débilmente, cerrando los ojos, el rubio era bastante bueno para tranquilizarlo, con cariño devolvió las caricias de las manos del chico en sus mejillas.

—Gracias, Bill —le susurró calmándose un poco.

Después de unos minutos en donde se terminaba de tranquilizar y su respiración volvía a la normalidad, el castaño había abierto la puerta y había salido del vehículo, aún con el cabello revuelto, tratando de pensar en cosas positivas.

Todo saldría bien, que Xólotl se enterará no podía ser el fin del mundo, su hermana y Bill se encargarían de que no diga nada, ¿verdad?

Y al menos ahora podía estar con Bill cuando salían con Xólotl, tal vez no sería tan malo.

O al menos eso se decía para tranquilizarse.

[...]

Mason estaba en uno de los pasillos de la biblioteca, como de costumbre.

Estaba buscando algo nuevo que leer, esa semana Dipper había estado mencionando algunas cosas de criptografía y tenía tiempo que no retomaba su viejo pasatiempo, así que había decidido ojear la pequeña y abandonada sección en su escuela.

Era uno de los últimos pasillos de la biblioteca, que estaba junto a los de geografía y gramática, por lo que no era raro que estuviera abandonado, usualmente la gente buscaba en Internet de esos temas. En general, los libros de ciencias y las novelas eran los que eran prestados, sin embargo, en su búsqueda, esa vez fue una excepción, porque rápidamente se encontró con compañía.

Sin darse cuenta, unas manos lo tomaron de la cintura, tomándolo por sorpresa. El castaño se giró asustado, sólo para encontrarse a su novio delante de él.

—Bill —murmuró nervioso, mientras sentía las manos del rubio rodearle la cintura—, ¿qué haces aquí?

—Estudiar —le susurró al oído.

Mason se estremeció ante esto y sabiendo mejor que nadie que ese lugar siempre estaba desierto, sin pensarlo mucho rodeo al rubio por el cuello y lo besó.

Bill sonrió complacido, sabiendo que, si los atrapaban, sería probablemente catastrófico, pero no le importaba, estaba feliz de poder besar a su pareja en la escuela para variar.

El castaño se apartó después de un rato.

—Por mucho que me encante hacer esto, no creo que sea buena idea —le dijo empezando a ponerse ansioso—, pero, si estás desocupado podemos hacer otra cosa que no nos meta en problemas.

—Me encantaría —respondió el rubio.

—Veme en la entrada de la biblioteca en unos momentos —Bill lo miro confundido—. No podemos caminar juntos fuera de este pasillo, todo van a saber que... ya sabes.

—De acuerdo Pino —le dijo rodando los ojos, pero obedeció.

Bill salió del pasillo, en lo que el castaño relajaba su pulso y se preparaba para pasar la tarde con su novio.

[...]

Mason estaba feliz.

Prácticamente tenía al novio perfecto, era atento, comprensivo, divertido, increíblemente guapo y excelente besador... entre otras cosas.

Claro que jamás se lo diría, eso sólo le subiría demasiado el ego y tampoco le daría el gusto.

Llevaban juntos poco más de medio año y cada momento a su lado le hacía sentir que todo lo que había pasado era para poder terminar con él, casi como si fuera su recompensa por haber sufrido todo lo que vivió. Tal vez era la típica idea de un adolescente enamorado, pero Bill realmente se sentía hecho para él.

Nunca lo presionaba para nada, tenían una gran comunicación en todos los aspectos y a pesar de que ya llevaban tanto tiempo y pocas personas sabían, no lo presionaba para salir del clóset y estaba terriblemente agradecido por eso, porque ¿honestamente? Estaba lejos de estar listo.

A veces le entraba la culpa, Bill era demasiado buen novio y él definitivamente era el peor... en todos estos meses ni siquiera le había dejado que se tomarán fotos bonitas como pareja, las únicas que tenían eran con alguien extra o si sólo eran ellos dos, eran las fotos más insípidas del mundo, simplemente ellos dos sentados guardando distancia y en poses nada comprometedoras. El rubio había intentado que se tomarán una foto donde le daba un beso en la mejilla cuando habían empezado a salir y Mason no se había dejado por miedo... pero suponía que podía intentar hacer eso por él.

Claro, sería evidencia real, contundente e irrefutable de qué Bill y él eran novios, ¿pero que después de tanto no podría confiar ni en su propia pareja?

Había confiado tantas otras cosas... Mason ya no era un adolescente tan inocente después de todo, ¿qué tan mala podría ser una foto cuando ya le había entregado otras cosas?

Tal vez incluso podría ser un lindo regalo, un pequeño paso, un rayo de esperanza de que estaba avanzando y que no escondería su relación con Bill por siempre.

Mason se mojó el rostro, tratando de quitarse las dudas y salió del baño.

—¿Todo bien? —le preguntó el rubio, quién seguía recostado en la cama, sin camisa.

El castaño asintió con la cabeza, mientras hacía su camino hasta la cama donde se recostó junto al rubio.

—¿Quién te hizo esto? —le preguntó con tono coqueto el castaño, mientras señalaba una mordida en su pectoral izquierdo.

El rubio soltó una risa.

—Un chico muy violento —le contestó mientras lo jalaba hacia él para rodearlo con sus brazos—, a veces te emocionas de más.

Mason rió, eso era cierto.

—Es que eres demasiado irresistible —le dijo, sabiendo que a Bill le complacería escuchar eso.

El rubio le dio un beso en los labios.

—Te tengo una pregunta.

—Dime —respondió Mason incitándolo a continuar.

—¿Me dirías por qué Gleeful se unió a la investigación del diario? —preguntó con curiosidad.

—¿Por qué piensas que sé? —cuestionó confundido.

—Porque, ¿no es como tú mejor amigo o algo así?

—Para nada —soltó rápidamente.

—Entonces no me dirás —dijo haciendo un puchero.

—Si supiera te diría —mintió parcialmente, técnicamente no sabía, tenía una suposición de la que estaba 99.9% convencido, pero no sabía.

No sería capaz de exponer al castaño cuando él nunca lo había expuesto a él.

—Te mentí —confesó el rubio, pero antes de que Mason pudiera entrar en pánico, continuó—; en realidad quería preguntarte otra cosa.

—Dime.

—¿En el club... vamos a tener que fingir que no salimos también? —preguntó con genuina curiosidad.

Al castaño le sorprendió la pregunta.

—¿Hay alguna razón por la que no deberíamos? —contestó confundido.

—Bueno... —empezó algo inseguro—, en vista de que Will y Xólotl ya saben, Mabel y Pacífica son pareja y Dipper es tu mejor amigo, pensé que tal vez no habría tanto problema.

—Oh —soltó tragando fuertemente.

—No estás listo —respondió por él, algo desanimado.

—Como dije —comenzó algo tenso—, Dipper no es mi amigo y no es por nada, pero no confío en su hermana, sobre Pacífica, la verdad es que sólo he hablado con ella un par de veces. No sé si ellas guardarían el secreto.

—Entiendo —respondió con tristeza.

—Perdón —se disculpó con culpa.

—Está bien Pino —contestó dándole un beso en la frente—. Yo entiendo.

Mason lo abrazó fuertemente, al tiempo que sacaba su teléfono y se tomaba una foto con él.

La cual era verdaderamente comprometedora.

Bill abrió los ojos con sorpresa.

—¿Qué haces? —soltó confundido.

—Le tomo una foto a mi guapísimo novio mientras me da un beso —respondió mientras tomaba otra—, y mientras yo lo beso.

El rubio lo vio con cautela, confundido por el repentino cambio, pero bastante enternecido por él.

—¿Vas a posar o voy a tener que hacer todo yo? —se quejó con diversión el castaño.

Bill rió y se colocó junto a él, mordiéndole la mejilla mientras Mason tomaba otra foto.

Después de lo que pareció una eternidad de fotos, el castaño seleccionó su favorita.

—¿Qué opinas de ésta? —le preguntó mostrándole una foto.

—Es muy linda, la verdad es que somos muy bellos, literalmente a power couple —el castaño rió, marcando algunas fotos como favoritas—. ¿Cómo podemos ser tan afortunados?

Y aunque el corazón le palpitaba con mucho temor, le envío todas las fotos a Bill.

—Pero no las puedes subir —le advirtió con algo de miedo.

—Soy el más feliz con sólo tenerlas, Pino —le aseguró dándole un beso.

Mason le correspondió el beso y espero que por ahora fuera suficiente, de verdad esperaba que pudiera ser lo suficientemente valiente antes de que Bill se cansará de él.

[...]

Bill estaba molesto con él.

Lo cual era nuevo, Bill nunca se enojaba con él... sin embargo, desde que estaban en el club investigando al autor del diario, el rubio constantemente se encontraba irritado con su novio.

Algo que al castaño le parecía algo injusto, ¿no le había dicho desde en principio que no sería público? ¿Por qué de repente se enojaba por ocultar lo suyo?

Tampoco era como pelearán por eso, Bill simplemente se apartaba y evitaba hablarle.

Cómo lo estaba haciendo ahora.

—Entonces, déjame ver si entiendo —repitió la chica parada frente a la mesa donde estaban Bill y él recibiendo las entradas al concurso—, si te doy 5 dólares, tengo la oportunidad de salir con alguien del club de lectura y esos 5 dólares se donarán a unos animales en un refugio, ¿es correcto?

—Por dios María —le respondió una chica parada junto a ella burlándose de su amiga—, creo que el chico ya te explicó tres veces, sí, si pagas 5 dólares se dona a los animales y puedes tener una cita con uno de los del club de lectura.

—¿Me imagino que ustedes son del club? —continuó ignorando a su amiga.

—Así es, preciosa —le contestó el rubio ganándose una mala mirada del castaño a su lado y un rubor de la chica, quien depositó 5 dólares en la urna y su información en un papel.

—¿Por qué preguntan si tenemos hermana en la encuesta? —preguntó otra persona a un lado de María.

—Para tener más que leer cuando las estemos revisando —contestó el rubio sonriéndole coquetamente, lo cual hizo que la chica le sonriera de vuelta—. Ya sabes, por ser del club de lectura.

La chica lo vio como si fuera lo más inteligente que había escuchado en su vida.

Mason lo miró enojado.

—¿Qué? —preguntó el rubio una vez que se alejaron todos—, ¿acaso no puede un chico soltero usar sus encantos para atraer más donaciones para los gatitos?

El castaño sintió una punzada en el pecho, suponía que se había ganado eso, no le contestó nada y desvío la mirada.

A lo lejos vio a una pareja caminando tomados de la mano, varias veces había deseado estar así con Bill, pero cada que lo intentaba, sentía como si le estuvieran aplastando el pecho con todo el peso del mundo.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas, mientras más tiempo pasaba, más estaba seguro de que en cualquier momento Bill lo dejaría.

—Voy al baño —dijo el castaño con la voz más seria que pudo y se paró sin mirar atrás.

Mason llegó al lavatorio y se metió al primer cubículo vacío que vio.

Comenzó a respirar lentamente, tratando de calmar los nervios que se formaban en él. Tal vez debería avanzar un paso, ¿qué tan difícil podría ser?

Ya había pasado bastante tiempo desde lo sucedido y Bill se merecía un poco más, había sido paciente por tanto tiempo.

Tal vez si pudiera decirle al menos a los del club de lectura...

¿Qué tan malo podría ser? El rubio tenía razón, Mabel y Pacífica eran novias y Dipper ya sabía de su enamoramiento por Bill... a lo mejor podría confiar en ellos, ¿no?

Tenía que hacerlo si no quería perder a Bill y no podía perderlo.

Su teléfono vibró sacándolo de sus pensamientos, esperó un mensaje del rubio buscando por él, pero para su sorpresa era una notificación de alguien que no era de esta escuela.

"Vaya, vaya, vaya... con que este es el nuevo novio del raro Pines".

El corazón del castaño se cayó al piso.

[...]

Mason había estado extraño esos días y el rubio no sabía por qué.

Y aunque por algunos momentos estuvieron bien, Mason y Bill casi no habían hablado en los últimos días.

Bill no iba a negar que estaba molesto, Pino lo había ignorado en la última semana y sí, él había empezado a ignorarlo a él, por eso le ofendía al doble.

¿No se suponía que quién empezaba a ignorar es a quien tienen que contentar y no al revés?

Mason no tenía derecho a enojarse cuando él estaba enojado y vaya que lo estaba, no era justo.

Él nunca había presionado a Pino a qué le dijera al mundo que salían, ¿pero a sus amigos? ¿Sus amigos gays? Claro, había entendido cuando no quería que Xólotl supiera, no sólo porque era un completo imbécil sino porque Mason no se llevaba bien con él, él nunca le insistió incluso si era su mejor amigo.

¿Pero en el club? ¿Era de verdad tanto pedir? Mabel y Pacífica salían juntas y aunque el castaño insistiera en que no, Bill estaba seguro de que Dipper era su mejor amigo, ¿por qué no podía decirles? Siempre decía que no sabía si Pacífica y Mabel les contarían a más personas, pero era bastante obvio que Pacífica era leal, y que no le haría algo así, y Mabel era lo suficientemente desinteresada como para que le importe divulgar algo así. Además de que era evidente que sabía guardar secretos, porque estaba seguro que los Gleeful tenían un gran secreto entre manos.

Sin embargo, no importaba eso en el momento, ahora lo importante era Will, después de todo, hoy era su fiesta de cumpleaños... de la cual este no estaba enterado.

—¿Tú y Mason terminaron? —preguntó Will, sentado en el asiento del copiloto—, pensé que sólo estaban peleados.

—¿Qué? —replicó el rubio—, ¿de qué hablas?

—Mason quitó todas las fotos que tenía contigo en Instagram, bueno de hecho borró casi todas sus fotos, pero definitivamente no queda ni una contigo.

Bill detuvo el automóvil y se orilló a un lado para poder procesar lo que su hermano le decía, viendo lo que el de cabello azul le mostraba en la pantalla.

¡No podía ser!

¡Era cierto! ¡Había quitado todo! No había dejado ni una sola de sus fotos juntos, ¿qué estaba mal con él?

Bill sacó su propio teléfono y cómo si verlo en el celular de su hermano no fuera suficiente, revisó que, en efecto, Mason había borrado un montón de fotos, pero no quedaba ni una sola con él. También notó que tenía un mensaje de Pacífica: "Llegó el pastel".

El rubio estaba furioso, ¿ni siquiera tenía la decencia de darle una explicación? ¿Había decidido terminarlo sin tener la maldita decencia de decirle? Bueno se podía ir al carajo entonces, sin embargo, tenía una responsabilidad y Will no tenía por qué pagar los platos rotos de la situación, así que, sin más remedio, prosiguió con el plan, habían comido en un restaurante bastante bonito cerca de la ciudad y en teoría pronto empezarían su viaje, sin embargo, la comida había sido la distracción para la fiesta sorpresa que le habían organizado a su hermano.

—Necesito un postre —soltó el rubio—, ¿hay alguna cafetería por acá?

—Creo que más adelante hay una.

—Genial, pásame mi billetera tengo que ver cuánto efectivo me queda —le pidió el rubio, sabiendo que el menor de los Cipher no la tenía.

—¿Dónde la tienes? —cuestionó el menor.

—Te la di para que la metas a tu mochila —mintió, la tenía él, pero necesitaba una razón para volver.

—No me la diste —se quejó Will—, ¿si no la tienes tú con que pagaste en el restaurante?

—Con mi celular —explicó como si fuera obvio.

—¿Te aceptaron el pago con el teléfono? —preguntó el chico incrédulo.

—Will, no te estás concentrando —respondió tratando de desviar la atención—, si tú no tienes mi billetera y yo no tengo mi billetera, ¿entonces significa que la deje en la casa?

—Seguramente.

—No podemos irnos sin mi cartera —soltó el rubio.

—¿No puedes seguir pagando con tu teléfono? —sugirió el chico, quien estaba realmente emocionado por su viaje de cumpleaños—. Y yo sí traje la mía.

—¿Y si nos detienen? Necesito mi licencia, ¿a menos que quieras conducir? —replicó el rubio, sabiendo que a su hermano no le gustaría eso—. Y también está mi identificación, no podemos registrarnos en las cabañas sin ella.

—Ahhh pues vamos de regreso —soltó rindiéndose.

—Perdona —se disculpó el rubio—, no tardaremos.

—Está bien, las cabañas no se irán a ningún lado —le respondió ligeramente desanimado.

Bill manejó de regreso hasta su casa, donde sabía que vería al castaño que aparentemente era su más reciente ex.

Por unos segundos el rubio de verdad deseo que las cabañas fueran una realidad, porque en esos momentos realmente no quería saber nada de Mason.

[...]

La fiesta no llevaba mucho rato, después de qué los Cipher hicieron su aparición se partió el pastel y rápidamente como los adolescentes que eran comenzaron a beber.

Bill ni siquiera le había dignado una mirada a Mason, quién, aunque sabía que estaba enojado con él, no había esperado que actuará como si no existiera. El castaño mentiría si no dijera que le mataba que el rubio estuviera tan molesto con él, de verdad que no quería perderlo, y sí, tampoco había hecho un esfuerzo por explicarle las cosas o hablar con él, pero tampoco había tenido muchas oportunidades de hacerlo.

—... te toca Pinito —escuchó decir al novio de su hermana, quien logró sacarlo de sus pensamientos.

Los chicos en la fiesta de Will estaban contándose historias como excusa para beber y era su turno.

El mencionado caminó hasta la mesa donde estaban los temas y tomó un papelito: "Primer beso", no pudo evitar hacer un puchero, ¿en serio tenía que salirle ese papel en esos momentos? Realmente no quería hablar de eso, no quería pensar en nada que tuviera que ver con Bill, sin embargo, tampoco quería armar una escena, así que simplemente tiró los dados y cuando le salió verdad supo que probablemente terminaría llorando esa noche.

—Una noche estaba en la azotea de mi casa con alguien —dijo tragando duro, tratando de armarse de valor—, y... bueno —el castaño balbuceaba un poco—, llevábamos horas platicando ahí y yo estaba seguro de que en cualquier momento mi mamá iba a subir a callarnos porque no podía dejar de reír de las cosas que hacía y decía —sonrió ligeramente—, estábamos muy cerca, tanto que podía sentir su respiración contra la mía y prácticamente podía verla, después de todo hacía frío y yo estaba temblando a pesar que estábamos con una manta —el castaño hizo una pequeña pausa antes de continuar, como si estuviera buscando las palabras—. Sabía que en cualquier momento tendríamos que bajar, pero yo no quería, quería quedarme ahí por siempre —dijo riendo tristemente—. De repente cuando pensé que había perdido toda oportunidad de darle un beso, sentí su mano en mi mejilla, su mano era sorprendentemente cálida contra mi mejilla fría y me acercó lentamente, tan lento que pude ver como sonrió antes de hacerlo cómo si supiera que no me negaría —el castaño sonrió ante eso—, y me besó.

Las chicas y Xólotl exclamaron un "Awww".

Mason pareció salir del trance en el que estaba y continuó con un poco de dolor en su voz.

—Ese fue mi primer beso y ha sido uno de los mejores momentos de mi vida —confesó esto último mirando al rubio.

Si Bill estaba molesto con Mason al principio de la noche, ahora estaba furioso... ¿cómo se atrevía? 8 meses negando que se acordaba de ese momento... ¡8 malditos meses mintiéndole! ¿Y creía que podía admitir que mentía frente a todos sólo porque lo contó bonito y que lo perdonaría por todo?

—Mentira —soltó el rubio, mientras tomaba de su vaso sin esperar a que el castaño replicará, estaba demasiado molesto para que siquiera le importe.

El castaño lo vio sintiendo su corazón destruirse en pedazos, ¿tan molesto estaba con él? Después de eso siguió Mabel, quien contó una historia sobre sus vacaciones, después de ella fue Dipper quien evidentemente estaba hablando de Will, ¿de verdad su hermano no se daba cuenta? Finalmente pasó el menor de los Cipher, quien habló de Dipper, y Bill realmente no quería pensar tanto en eso, en cómo Xólotl tenía razón y probablemente Gleeful sería su cuñado en menos de tres meses... tenía suficientes cosas de las cuales preocuparse en ese momento como para darle importancia a ese inconveniente.

Y sin darse cuenta, había llegado el turno de Bill.

Quién, estaba realmente molesto, ni siquiera miró su papelito y se inventó una historia que a lo mejor le dolería a Mason una fracción de lo que le había dolido la de él.

Cuando terminó lo miró con ira.

—Tienen razón, es mentira —soltó el rubio bebiendo cuatro tragos de golpe—, ni siquiera tengo pareja.

Vio el rostro herido del castaño y pensó que al menos estaban a mano.

Mason sintió una punzada en el pecho, ¿por qué Bill estaba tan molesto? ¿De verdad había consumido la última gota de paciencia que tenía? ¿Lo había dejado de querer? ¿Realmente estaba a punto de perderlo? ¿Dónde estaba el chico que decía todas esas cosas lindas ahora?

Decidió callar la mayor parte de sus pensamientos con más alcohol e incluso comenzó a liderar una conga con Dipper en busca de distraerse a sí mismo, pero cuando se le bajó un poco la euforia y notó que Bill seguía furioso, sintió sus ojos arder. Lo había logrado, finalmente había hartado al rubio, ¿lo acababa de terminar frente a todos sus amigos? ¿Qué estaba pasando?

La hermana de Dipper y Pacífica estaban en el baño de abajo porque la castaña había empezado a vomitar, el castaño bajó lentamente, por lo que Xólotl comenzó a bromear diciendo que era un baño que se había perdido.

—Todos saben que la mejor parte de las fiestas es cuando las parejitas se encierran en el baño —bromeó Xólotl—, ahora la pregunta es... ¿qué parejita sigue?

—No seas idiota —le respondió el rubio—, sólo podrían ser tú y Shooting Star.

—No hables tan pronto Billcito —le dijo guiñándole un ojo—. La noche es joven y muchas cosas podrían sorprenderte.

El mencionado simplemente rodó los ojos algo irritado.

—Bueno, pues no seré yo —soltó a la defensiva.

Mason lo miró con curiosidad, ¿de verdad se había acabado todo? ¿Sin siquiera un adiós? El castaño no lo resistió más, sintió sus ojos llenarse de lágrimas, ni siquiera podía enojarse con Bill, él se lo había buscado.

En ese momento el castaño simplemente se levantó y subió las escaleras.

—¿A dónde vas? —le preguntó su hermana a causa de su repentina acción.

—Al baño —dijo secamente sin mirar a nadie, tratando de no llamar tanto la atención.

Camino hasta el baño de arriba y ni siquiera disimuló saber exactamente dónde estaba, a pesar de que ninguno de ellos lo hubiera usado esa misma noche. Ya no le importaba, ¿qué sentido tenía esconderlo todo? Todo estaba arruinado, él sabía que no podría ser feliz, pero había tenido algo de esperanza...

Como pudo se encerró en aquel pequeño baño, y de inmediato supo que había sido una pésima idea, el olor a cloro y productos de limpieza invadieron sus pulmones y de nuevo estuvo ahí, en aquel armario de limpieza de su anterior escuela y juraría que casi podía oír las risas, pero ya ni eso le dolía.

Lo que realmente le dolía era no poder ser lo suficientemente para Bill.

—¿Estás bien? —se escuchó del otro lado de la puerta, era su hermana, ni siquiera se había percatado de que sus lágrimas se habían convertido en fuertes sollozos, ¿acaso todos abajo lo habían escuchado?

—¡Hey, Mason! —dijo Xólotl en el tono más serio que alguna vez le había oído hablar—, ¿necesitas ayuda?

—No —soltó entre llantos.

—Déjame pasar —le suplicó su hermana—, ¿qué tienes?

—Nada —mintió, sin engañar a nadie—, déjenme solo.

Creyó escucharlos murmurar, pero no le importaba, estaba demasiado agobiado para que le importe, ¿qué si los demás lo oían llorar? No importaba, Bill se había hartado de él por fin, había pasado lo que tanto había temido y todo porque ese estúpido niño lo había encontrado y le había abierto la herida que Bill, la distancia y la terapia que su mamá le obligaba a tomar había ayudado a empezar a cerrar.

—Pino... —el corazón del castaño se sintió ligeramente menos apretado, ¿era... Bill?—. ¿Puedo pasar?

Con la vista nublada y las manos temblando, logró quitarle el seguro a la puerta, el rubio pasó temeroso y Mason cerró la puerta nuevamente. Su hermana entendió que, aunque quisiera estar ahí para él, era evidente que era un problema de los dos y bajó resignada a reunirse con los demás.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado, porque, aunque estuviera molesto con él, odiaba verlo así—. ¿Qué tienes?

Mason intentaba calmarse, pero tenía la respiración demasiado agitada para contestar, tras varios intentos de tranquilizarse se armó de valor para preguntar:

—¿Me acabas de terminar frente a ellos? —cuestionó con el alma rota—. Sé que estábamos peleados, pero al menos podrías haberme dicho antes.

—¿Yo? —soltó ligeramente molesto—, tú eres el que borro todas nuestras fotos juntos, eres el que parece haber terminado conmigo sin previo aviso.

—¿Eso? —dijo entre lágrimas—, no las borré, las archivé y no tiene nada que ver con nuestra pelea.

—¿No? —preguntó el rubio confundido.

—¡No! —espetó mientras más sollozos se escapaban de su garganta—, uno de los chicos que me molestaba en mi otra escuela, encontró mi perfil y comenzó a comentar cosas en todas nuestras fotos, así que las archive para que no me arruinará los recuerdos... y para que si mandaba a más personas no llenarán nuestras fotos de comentarios desagradables.

Bill se sintió un poco culpable... porque, aun así, el castaño debió decirle.

—No sabía eso —respondió calmándose un poco—. Pensé que era tu manera de terminar conmigo.

—¡Claro que no! —soltó sin dejar de llorar—, jamás terminaría contigo, perdóname Bill, te quería decir el otro día que estaba en tu casa, pero cuando me dijiste que Dipper iría en un rato entré en pánico y no pude.

—Tuviste mucho tiempo después de eso...—contestó el rubio, sujetándolo de los hombros y con una mano le sujetó la barbilla para alzarle el rostro—. Y todos los días en la escuela, ¿por qué no me dijiste?

—Yo sé, pero últimamente has estado enojándote conmigo todo el tiempo, no quería que pienses que era una excusa para no decirle a los demás —explicó desesperado el castaño, sin poder evitar pasar sus brazos alrededor de la cintura del rubio, pero con suficiente distancia para poder verlo a la cara—, te juro que ya me sentía un poco más listo, quería decirle a los del club... al menos decirle a Dipper, pero esto sólo me hizo recordar tantas cosas y no quería decepcionarte, ni enojarte... aunque al final sólo logré eso y peor.

—Me enojé porque a veces me duele mucho que ni siquiera los que están aquí sepan, ¿sabes que duro es ver a Mabel y Pacífica siendo todas tiernas en las reuniones y que nosotros no podamos ni tomarnos de la mano sin que te pongas raro? —soltó con tristeza mientras se le quebraba la voz—, sabes que nunca me ha molestado esperarte, pero me mata cada vez que te apartas de mí como si te diera asco.

—Lo sé —respondió tomándolo del rostro, viendo como una pequeña lágrima le caía del ojo al rubio—, lo siento mucho, no sabes cómo me gustaría decirles, como me gustaría poder estar contigo sin temor, pero no puedo, no sé qué me pasa... y yo entiendo si quieres terminar porque aún no estoy listo, pero sólo dímelo.

—No quiero terminar contigo, eso es lo último que quiero —contestó sujetándolo de la cintura—, sólo no quiero que me trates tan mal frente a ellos, sino quieres decirles está bien, puedo esperar más, ¿pero podrías no decir cosas? No te pido que lo confirmes, ¿pero al menos podrías intentar no negarlo? ¿No apartarte como si te diera asco la idea de estar conmigo? ¿Por favor?

Mason se sintió horrible mientras el rubio le suplicaba por aquello, Bill tenía un buen punto, sin evitarlo el castaño lo abrazó con fuerza, aferrándose a él, el rubio lo abrazó con la misma fuerza.

—Créeme que haré todo lo posible —le dijo con algo de miedo—, pero no sé si podré.

—Sólo no quiero sentirme tan rechazado por ti todo el tiempo —contestó apretándolo más contra él—, ¿sabes lo horrible que se siente?

Mason recordó todos esos días en los que Bill lo había ignorado por estar molesto con él y lo mucho que le había dolido su indiferencia.

—Sí, lo sé... —murmuró por lo bajo contra su pecho—, haré todo lo posible por evitarlo.

—Eso es todo lo que quería oír —respondió Bill, esperando lo mejor—, que lo intentarás.

—Te amo —le susurró el castaño, porque realmente lo hacía, estaba demasiado enamorado de él, pero no sabía si eso sería suficiente.

—Yo también te amo Pino —contestó separándose, para poder besarlo con ganas.

Como ambos habían querido por casi toda la noche... de verdad que había sido bastante difícil estar tan lejos el uno del otro esa semana.

—De saberlo no hubiera desaprovechado toda la fiesta —se quejó el menor.

El rubio se separó ligeramente del castaño.

—La noche es joven —le dijo sugerentemente, dándole un breve beso en los labios—, y según yo, acabamos de apropiarnos de este baño.

—No, no quiero darle la razón a Xólotl —contestó negando con la cabeza.

—¿Quieres regresar con los demás? —sugirió el rubio.

Mason negó con la cabeza con más fuerza esa vez.

—¿Podemos irnos a tu habitación? —pidió con algo de vergüenza—. Honestamente, no quiero ver a nadie después de esto... sólo quiero estar contigo.

—Seguro Pino.

El rubio abrió el baño y comenzó a guiar a Mason a su habitación tomándolo de la mano, ignorando por completo todo lo demás.

—Mientras no pude disfrutar tu espectáculo de Britney Spears —se quejó con tristeza Bill, haciendo un pequeño puchero.

—Eso se puede resolver —contestó el castaño, tomando su teléfono para compensar a su novio.

Mason vio a Bill sonreír y sintió su corazón derretirse, aliviado de haber podido resolver las cosas con el chico, pero algo temeroso de no poder cumplir con su promesa... aunque realmente quería intentarlo.

Durante esa noche había tratado de no pensar mucho en eso, quería disfrutar de la noche con Bill y recuperar la fiesta que no habían podido disfrutar, entre risas y jugueteos, el rubio y él se recostaron en la cama, y sin más, se quedaron dormidos con la esperanza de que no hubiera más problemas entre ellos.

[...]

El último día de clases antes de las vacaciones de invierno había llegado, y los problemas entre el rubio y el castaño habían disminuido considerablemente, incluso si Bill se había irritado ligeramente con lo del muérdago.

—¿Ya puedo abrir mi regalo? —preguntó el rubio emocionado.

Finalmente, los dos se encontraban a solas en el carro del mayor, quien no podía con el misterio de su regalo.

—Sí —le respondió con una sonrisa.

El rubio abrió la caja que le había entregado frente a los demás y cuando vio el contenido su corazón se derritió por completo... y entendió porque no había permitido que la abriera frente a todos.

Mason podía jurar que incluso había visto sus ojos brillar al ver cómo era una de las fotos que se habían tomado en su casa unos meses atrás, y vaya que era una foto bastante "comprometedora" como decía el castaño... no porque estuvieran haciendo algo inapropiado, sino porque en esa foto, no podía negar que eran pareja si alguien la veía. En ella Mason estaba recostado boca abajo en la cama de la habitación de Bill, quien estaba sobre de él (sin camisa), dándole un beso en la mejilla.

—Muchas gracias —le agradeció dándole un fugaz beso—. Me encanta.

—Me alegra que te gustará —dijo algo sonrojado de sólo pensar en la foto.

Bill lo abrazó con fuerza.

—Gracias —volvió a decir en un pequeño susurro.

Y sin más, ambos se prepararon para el viaje que tendrían por delante al día siguiente.

[...]

Era el primer día que estaban en las cabañas y Bill estaba muy contento con su novio.

—Te amo —soltó el rubio besándole toda la cara con cariño, mientras este reía.

—¡Eso espero! —le contestó riendo mientras recibía cada uno de los besos del rubio.

Ambos acababan de entrar a su habitación.

—Honestamente no pensé que lo harías —confesó sorprendido con la sonrisa más grande que alguna vez vio Mason.

¿Él lo estaba haciendo sonreír así? Se sentía bastante feliz de ser él, el causante de tal reacción en el mayor.

—Te prometí que lo intentaría ¿verdad? —respondió con una sonrisa orgullosa y las mejillas sonrojadas.

—Sí, pero no había notado un cambio tan grande como este —le dijo besándolo nuevamente.

—Lo sé —confesó ligeramente decepcionado de sí mismo—, pero te juro que lo estoy intentando.

—Lo vi —contestó sin poder soltar su novio de la felicidad, sin perder ni por un segundo su sonrisa—, no puedo creer que en serio dejarás la llave por mí.

—No sigas con eso porque me va a dar ansiedad —le dijo el castaño, sintiendo algo de náuseas—. ¿Crees que lo hayan notado todos?

—De por sí todos sabían que íbamos a terminar durmiendo juntos —contestó evidenciando lo obvio.

—No ayudas —repitió empezando a sentirse nervioso.

—Lo siento —se disculpó dándole otro beso, y luego otro después de ese—, sólo me hizo muy feliz.

El rubio se separó para verlo a los ojos.

—Gracias, de verdad lo estás intentando y te lo agradezco mucho —le agradeció con una sonrisa—. Te quiero, Pino.

Mason sonrió débilmente antes de abrazarlo.

Que bien se sentía estar del otro lado, ¿acaso podría hacer a Bill así de feliz si tan sólo fuera más valiente? Tal vez realmente no era tan complicado... tal vez podría intentarlo. Aunque debía admitir que a pesar de la gran alegría que había provocado en su novio, no podía quitarse las inmensas ganas de llorar.

[...]

Ambos chicos se encontraban en la habitación que habían compartido en su estadía en las cabañas, el rubio lo había cargado después de un rato de estar en la sala para llevarlo a la cama a descansar, pero se veía claramente irritado por la situación, lo que había llevado a una discusión entre ambos.

—¿Por qué no te molestó lo del muérdago? ¿No es peor que esto? —cuestionó frustrado el castaño—. ¡Sólo aparte mi mano! ¡Por dios ni siquiera la quite feo!

—No es como la quitaste, Mason —se quejó llamándolo por su nombre—, ¿estás herido y lo primero que piensas en ocultar lo que tenemos? ¿A MI HERMANO QUE YA SABE Y A DIPPER?

—Yo-

—Y, para tu información, ¡claro que me molestó lo del maldito muérdago! —continuó el rubio de mala gana—, sólo te perdone por tu discurso y por la foto que me regalaste, y no es peor, es peor ahora, ¿no puedo tomarle la mano a mi novio herido? —dijo haciendo énfasis en las últimas palabras—. ¡Sólo quería mostrarte mi apoyo! ¿Y te apartas así?

—Estaba Dipper —trató de explicarle, pero el mayor sólo rodó los ojos.

—Y claro que Dipper no sabe —soltó con sarcasmo mientras caminaba de un lado de la habitación al otro con irritación—. ¿Por qué habría de saberlo? Es obvio que te va a juzgar considerando que se muere por Will, sin contar que sabe que me gustas por la estúpida pregunta de verdad o reto, ¿en serio me vas a decir que tu mejor amigo no sabe que te gusto?

—Ya te dije que no es mi mejor amigo —respondió, sabiendo que Dipper sí sabía que le gustaba el rubio.

—¿No es tu mejor amigo como yo no soy tu novio? —preguntó Bill, deteniéndose para verlo.

—No, él de verdad no es mi mejor amigo —contestó el castaño, sintiéndose avergonzado.

—¿Y por qué preferiste sentarte en sus piernas si no es tu mejor amigo? —cuestionó fastidiado, molesto de saber que ni a él podía decirle la verdad.

—Lo hice porque nadie hubiera sospechado que me gusta él, en cambio todos piensan que me gustas, sentarme en tus piernas sólo sería una confirmación —dijo, tratando de justificar su razonamiento—, ya habíamos hablado de esto, no entiendo por qué te molesta tanto.

—Lo que yo no entiendo porque tenías que quitar tu mano —insistió el mayor—, puedo entender un poco más lo de las piernas, pero ¿eso?

Mason lo miró fijamente sin saber muy bien qué responder.

—Porque entre en pánico ¿okay? —replicó frustrado, soltando la verdad—. Me preguntaron cómo me rompí el pie y entré en pánico, ¿qué querías que le dijera? ¿Qué me lastime intentando besarte como Spiderman?

—¡No! No te estoy pidiendo que le digas que te subiste a un árbol para imitar la escena de una película, sólo te estoy pidiendo que me dejarás tomar tu mano —explicó molesto el rubio—, los amigos se toman la mano a veces, especialmente si uno está herido.

—Entré en pánico —le respondió bajando la mirada—, no estaba pensando con claridad, estaba en un espiral de ansiedad de sólo pensar en lo que le voy a decir a los doctores.

—¿Por qué importa lo que le dirás a los doctores? —preguntó confundido.

—¿Qué tal si alguno es padre de un compañero de la escuela y se lo cuenta y todos se enteran? —soltó alterado—, los chismes corren rápido.

Bill lo miró por unos momentos, decepcionado del castaño en frente de él, entendía sus motivos y por ende se sentía mal de enojarse, entendía que todavía cargaba con todo lo que le habían hecho en su escuela pasada, pero ¿ahí? ¿Con sus amigos más cercanos? No podía evitar enojarse.

—De verdad Mason, no me molesta que me niegues, me molesta que tú necesidad por ocultarlo sea más grande que tu deseo de estar conmigo —le dijo con tristeza—, pero ¿sabes? Deberías pensar bien lo que tenemos, porque tal vez si te preocupa tanto que el mundo sepa que tienes novio, es porque no deberías tenerlo.

Lo último lo dijo con bastante molestia, pero el castaño no supo qué contestar.

—Hoy dormiré con Will —añadió finalmente.

El rubio salió de la habitación que compartían bastante indignado y Mason se quedó en la habitación, sola y vacía, sin la presencia del chico el cuarto se sentía abrumador. Le dolía el pecho la sola idea de que Bill lo terminará, pero... aún no descifraba si ese dolor era más grande que el que le causaba la idea de que la gente supiera que era su novio.

Tal vez... tal vez el rubio tenía razón.

[...]

Navidad había llegado, una semana había pasado después del regreso de las cabañas, una semana en la que no había hablado con Bill en absoluto.

—Mason, ¡espero que ya estés listo porque ya comenzaron a llegar tus amigos! —gritó su mamá desde abajo.

Definitivamente no estaba listo.

Su hermana había organizado una reunión por las fiestas decembrinas, la cual estaba temiendo que empezará. Sabía que había invitado a Xólotl, aunque realmente no le importaba si asistía o no.

También le había dicho a los Gleeful, pero habían dicho que no podrían asistir porque tenían planes con su familia y Pacífica había salido de vacaciones con su familia también, así que sólo quedaban los Cipher. Mason sabía que los habían invitado y no sabía si le aterraba más que fueran o que no lo hicieran.

—Mamá, me duele el pie, ¿no me puedo quedar descansando? —pidió con un pequeño puchero.

—Puedes descansar en la sala mientras convives —le contestó la señora, terriblemente preocupaba por el reciente estado de ánimo de su hijo—, no me gusta esto Mason, llevas toda la semana encerrado con las cortinas cerradas, recluido de nosotros, leí que cuando te lastimas puedes deprimirte y eso ralentiza el proceso de sanación, no quiero que te pase.

—No estoy deprimido, mamá —respondió el castaño intentando no llamar la atención—, sólo estoy cansado, además los medicamentos para el dolor me dan sueño.

—¿Está todo bien? —preguntó sentándose en la cama junto a él—. Te notó triste desde que regresaron de sus vacaciones, ¿te peleaste con Bill? ¿Por eso no ha venido a verte?

Auch, ¿tan obvio era?

En cierta parte lo entendía, Bill definitivamente era capaz de pasarse todo el día ahí en su casa cuidándolo mientras estaba herido, era normal que su mamá notará que algo estaba mal.

—No, sólo tengo mucho sueño y dolor y cansancio —mintió desviando la mirada, tratando de ocultar lo mucho que le había herido la pregunta—, le he dicho a Bill que no tiene caso que venga si sólo voy a estar dormido mientras está acá, estoy seguro que tiene cosas más importantes que hacer con sus vacaciones.

Su mamá lo miró con escrutinio, dudando un poco de sus palabras, pero decidió que si el castaño no quería hablar de eso, tampoco lo presionaría a hablar... pero sí intentaría que baje y conviva un poco.

—Por favor, Mason, aunque sea un rato —suplicó su madre, tratando de convencerlo.

Y demostrando una vez más, que el castaño no podía decirle que no a su mamá, aceptó.

—De acuerdo —soltó rindiéndose ante los ojos tristes que le ponía—, pero voy a bajar un libro y no me podrás obligar a convivir.

—Convivirás 3 horas —le respondió, cambiando los ojos tristes por unos severos, mientras le sonreía.

—Media hora —contestó serio, tratando de negociar.

—Una hora y es final —contestó con una severidad ligeramente juguetona.

—De acuerdo —se rindió el castaño—, pero no lo haré de buena gana.

Su mamá le lanzó una mirada amenazadora.

—Bueno lo haré de buena gana, pero será fingida —replicó cruzándose de brazos, sabiendo que nunca podía ganarle a esa mujer.

La mamá salió con una sonrisa victoriosa de la negociación que había tenido con su hijo.

Mason tomó su libro favorito y procedió a cambiarse de su pijama a algo un poco más decente, con algo de miedo de toparse con el rubio afuera tomó varias bocanadas de aire y decidió salir de su habitación.

Bajo con cuidado las escaleras y pensó que debió darle el libro a su mamá para tener las manos libres al momento de bajar, dándose cuenta de que podría caerse de las escaleras en cualquier momento, sin embargo, el orgullo era su defecto fatídico y decidió no pedir ayuda, lo cual casi de inmediatamente demostró ser una pésima idea porque en los últimos escalones, su pie semi-enyesado se resbaló de un escalón y pudo haber estrellado su rostro contra el suelo, agregando una herida a su recuperación, pero unos brazos que eran demasiado familiares para él, lo atraparon.

Mason miró hacia su salvador, y con tan sólo verlo sintió la inmediatez de pedirle perdón por todo, suplicarle que lo hiciera, en ese momento lo mucho que lo había extrañado esa semana le pegó de golpe, y podía jurar el dolor de su pierna no se comparaba ni un poco con el dolor de lo mucho que le dolía estar mal con Bill.

—¿Estás bien? —preguntó Will, quien estaba parado junto al rubio.

—Sí, gracias —le dijo dirigiéndose a Bill, quien sólo le respondió con la cabeza.

El castaño se reincorporó y el rubio lo soltó de inmediato, mientras que Will se había encargado de recoger el libro que había dejado caer y se lo entregó con una sonrisa.

—¿Cómo va el pie? —preguntó el menor de los Cipher, evidentemente tratando de alivianar el ambiente.

Bill siguió de largo hacia la sala cuando su hermano empezó a hablarle al chico, sin la más mínima intención de socializar con él, Mason hizo una pequeña mueca notando eso, con un gran pesar en el pecho.

—Mejor, supongo —respondió sin mucho ánimo.

—Oh bueno, me alegro —contestó Will algo incómodo—. Espero te recuperes pronto.

—Gracias.

—¡Will! —le gritó la hermana del castaño desde la sala—, intenté invitar a tu novio, pero tiene planes.

Will la miró como si quisiera matarla.

—No sé de qué me hablas —replicó, sonrojándose furiosamente.

Mason quiso prestarle atención a esa interacción, pero no podía separar su vista de Bill, quien estaba saludando animosamente a su mamá, quien miró a su hijo a través de la sala y le lanzó una mirada que claramente decía: "¿no que no estaban peleados, mentiroso?"

El castaño decidió ignorar la mirada a recriminadora de su mamá y procedió a sentarse en el sofá más apartado de todos, rezando que nadie lo viera y rogando que no le quisieran hablar, es más, si pretendían que era una lámpara, él sería el chico más feliz del mundo.

Abrió su libro y empezó:

"GNOMOS, Criatura # 24, Peligro desconocido, Pequeños hombres del Bosque de..." Leía el castaño, cuando sintió sus ojos nublarse un poco por las ganas de llorar, impidiéndole leer. Maldita sea mamá, esto es exactamente lo que quería evitar. "...con la capacidad alarmante de combinar sus pequeños cuerpos blandos en enormes formaciones aterradoras por lo que mantener mis aperitivos en los estantes más altos no ha hecho nada para detener su mordisqueo persistente...". Continuó, ignorando el dolor de su pecho y controlando sus lágrimas milagrosamente.

—¿Te puedo firmar el pie? —le preguntó una voz junto a él, sacándolo de su ensimismamiento en el libro.

El castaño se quedó en silencio unos segundos hasta que salió de su confusión.

—Seguro —contestó finalmente—, sólo no dibujes algo obsceno.

No tenía un yeso como tal, pero sí tenía una bota en la cual podían firmar cosas.

—Le quitas la mitad de la diversión —replicó Xólotl con un plumón que seguramente le había dado la hermana del castaño—, pero de todos modos no lo haría... frente a tu mamá.

Mason rodó los ojos, pero bajó el libro que tenía en las manos y observó como Xólotl le comenzaba a dibujar pinos y uno que otro personaje de Star wars, muy mal dibujados, pero al castaño le pareció tierno que lo estuviera intentando, tal vez su hermana tenía razón y Xólotl no era tan malo como a veces pensaba.

—Will te toca —le dijo el chico cuando acabó, entregándole el plumón al mencionado.

—Voy a traer más plumones —gritó su hermana mientras subía corriendo—, y brillantina.

Will se sentó al lado de su pie y comenzó a garabatear también, lo suyo fueron palabras de aliento y uno que otro Pino mejor dibujado.

Bill regresó de la cocina y notó lo que los chicos hacían, por un momento sus ojos chocaron con los ojos ambarinos del chico y al hacerlo Mason agarró todo el valor que necesitaba para preguntarle lo siguiente:

—¿Podrías escribirme algo? —preguntó lo más casualmente que pudo, sin mucho éxito, puesto que le había temblado ligeramente la voz al hacerlo, pero nadie hizo un comentario al respecto.

La mirada del rubio se suavizó y Mason sintió que al fin podía respirar un poco mejor, Bill caminó hasta donde estaba y tomó el plumón que tenía Xólotl en la mano.

—¿Qué? —gritó Xólotl dándose cuenta de lo que estaba pasando—, ya vamos schmoopie poo, Will ayúdame a ayudar a mi preciosa a traer las cosas.

—¿De qué hablas? ¿Cuándo-? —inquirió completamente ajeno a lo que pasaba.

—Muévete más ahora, pregunta luego —le dijo arrastrándolo con él, mientras subían las escaleras, a medio camino Will soltó un "Ahhhh" y Mason quiso morir, ¡él no había pedido que lo ayuden!

—¿Qué te gustaría que te escriba? —preguntó el rubio, ignorando todo lo que había pasado.

—Lo que tú quieras —le contestó, sintiendo el nudo en su estómago formarse de nuevo, notando la seriedad del chico frente a él.

Bill iba a empezar a escribir cuando Mason lo interrumpió.

—Perdóname —soltó sin poder contenerlo más—, por favor, Bill, perdóname, no debí quitar mi mano o apartarme después de eso, tienes razón, sé que soy el peor novio del mundo, pero te quiero demasiado y te extraño y esta semana se ha sentido como una tortura, te extraño y... y... por favor, perdóname.

El rubio alzó la mirada y al verlo a los ojos pudo ver la sinceridad de ellos.

—Pino —empezó dudoso—, yo también te extraño... —le dijo y el castaño sintió que el aire regresaba a su ser, hasta que el rubio continuó—: pero no sé.

Mason no quiso decir nada, notando la inseguridad en el mayor.

—No sé si quiero seguir así —confesó bastante triste—, últimamente es lo mismo, nos peleamos, nos reconciliamos, pero las cosas no cambian, siempre volvemos a lo mismo y es bastante doloroso para mí.

—Yo...

—Y, realmente no te quiero obligar a salir del clóset —le aclaró con rapidez—, pero me duele mucho toda esta situación, especialmente ahora que mi hermano y Dipper se traen algo, siento que estamos en el club de los gays y aun así me niegas.

—¿A Will le gusta Dipper? —soltó con curiosidad, ganándose una mala mirada de parte del rubio—, perdona, luego hablamos de eso... Yo sé y lo estaba intentando, lo sabes Bill, sabes que estoy haciendo lo que puedo, y sí, no debí quitar mi mano ese día, pero estaba demasiado ansioso por todo, ¿no me puedes dar un respiro? ¿Por mi pierna rota?

—No está rota —le dijo.

—Si lo sumas con la herida de mi corazón sí —trató de bromear para aliviar el ambiente.

—Juntarte con Xólotl, te está afectando —contestó con una sonrisa débil.

—Lo sé —respondió el castaño con una sonrisa triste—. ¿Crees que puedas darme una oportunidad más? En serio te extraño y te juro que estoy haciendo lo que puedo —le tomó la mano.

Bill lo miró aún algo inseguro, pero él en serio quería al chico.

—Está bien —aceptó el rubio—, sólo si prometes que vas a dejar de negarme y quitarte tan feo.

—Te prometo que voy a dejar de negarte e intentar no quitarme tan feo —le prometió sintiéndose un poco aliviado por la situación—, de verdad a veces lo hago por reflejo y no quiero que te enojes si pasa de repente.

—Pero sólo si es de repente y no diario Mason —le aclaró con firmeza—, porque yo no sé si pueda con tanto.

—Te lo juro —aseguró sonriéndole—. Juro que lo intentaré mejor.

Sintiendo cómo poco a poco el dolor en él empezaba a disminuir.

—Y... tienes que dejarme escribirte Bill en tu pierna —añadió sintiéndose más en confianza con el chico.

—Seguro —contestó confundido.

—Pero no entiendes Mason —le dijo con maldad—, no te voy a escribir Bill en chiquito, te voy a escribir un Bill gigante en la planta del pie, como Andy en la bota de Woody.

—¿En serio? Y yo soy el que juntarse con Xólotl le está afectando —cuestionó con diversión y el rubio asintió con seguridad—. Está bien, hazlo, mientras no le dibujes un pene.

—Trato —accedió con emoción—. Aunque debes saber que Xólotl ya te escribió en un lado que eres de mi propiedad.

Y el rubio no mentía, a un lado estaba escrito "Propiedad de BC" y soltando un suspiró Mason pensó que podría ser peor.

—Sabía que ese desgraciado no se me había acercado con buenas intenciones —se quejó con falsa indignación—, y yo que ya iba a empezar a aceptarlo en la familia.

—Pobre —dijo Bill riendo—, pero él se lo busca.

El rubio se puso manos a la obra escribiendo su nombre con un perfectamente sutil corazón reemplazando el punto de "i", Mason sonrió notando ese minúsculo detalle.

—¿Entonces estamos bien? —preguntó tanteando su situación con el mayor, aún bastante temeroso.

Bill alzó la mirada para verlo, pero sólo sonrió.

—Sí, Pino —le dijo dándole un beso en la frente—. Lo estamos, siempre y cuando pongas de tu parte.

Mason sonrió al sentir los labios de Bill en aquella muestra de cariño y una idea cruzó su cabeza.

—¡Oh espera! —soltó con emoción—, tengo una idea, cierra los ojos.

El chico obedeció y el castaño se retorció en el sofá hasta tomar lo que buscaba, después de todo su hermana los había dejado por toda la casa.

—Ya puedes abrir los ojos —dijo con una sonrisa.

Bill observó a su novio sostener un muérdago sobre ellos y no pudo ocultar su sonrisa.

—Te debía algo así, ¿no? —preguntó con timidez.

El rubio sonrió enternecido y tomando ambas mejillas de Mason depositó un cálido beso.

De verdad que haría todo lo posible para no hacerlo sentir mal.

[...]

Unas semanas habían pasado y los padres de Xólotl habían salido de último momento de la ciudad con la hermana menor del de cabello negro, por lo que, le habían dejado completamente sola la casa, y claro que este había decidido lo que la mayoría de los chicos de su edad hacían... una fiesta.

Y vaya fiesta la que había sido, Dipper y Will se habían besado frente a todos, la mitad de sus amigos habían declarado que lo matarían—lo cual le dolía un poco, pero podía entenderlo—y lo más increíble para él era el hecho de que Bill lo había mordido, delante de todos, y no sólo no lo había detenido, él estaba seguro que los demás habían notado lo mucho que lo había disfrutado... y no había sido tan malo.

Tal vez, tal vez podría empezar a considerar decirle a los demás... Bill tenía un punto, Dipper prácticamente sabía, Will y Xólotl definitivamente sabían, y Pacífica y Mabel podrían guardar el secreto... suponía que podía considerarlo seriamente. Además, era evidente que Dipper le estaba ocultando que entre él y Will había pasado algo, tal vez si era el club LGBT, después de todo... incluso podrían intentar convertir el club en eso, o abrir uno nuevo que sirva de protección y espacio seguro. Tenía muchas cosas que considerar.

Mason acababa de entrar a uno de los baños de Xólotl en el cual estaba inspeccionando su cuello, la mordida estaba empezando a enrojecer... y él sabía que no había manera de que pudiera esconder eso a su mamá en la mañana siguiente.

Un golpeteo en la puerta lo asustó.

—Ocupado —dijo, decidiendo que resolvería eso al día siguiente, tal vez su hermana podría ayudarlo con maquillaje.

El golpeteo fue un poco más insistente y Mason rodó los ojos.

"Dios, no llevaba ni 2 minutos ahí", pensó bastante indignado decidiendo abrir la puerta.

—Tranq- —lo que sea que iba a decir, fue interrumpido por los labios del rubio, quien empujo al castaño de regreso al baño y cerró la puerta detrás de él.

Mason, quien al principio iba a regañarlo por la marca que le había dejado, no pudo pensar con claridad por la manera en que lo besaba... era con tanto deseo.

El castaño lo sujetó del cabello y lo acercó más a él, el rubio sonrió y le mordió el labio.

Eso era nuevo.

Bill tomó a Mason de la cintura y lo alzó, sentándolo en el lavabo. Aprovechando la nueva altura el chico comenzó a besarle el cuello. El castaño soltó un gemido mientras enredaba sus dedos en el cabello del rubio, quién le lamió la mordida que le había dejado frente a los demás y succiono a su alrededor.

Mason gimió nuevamente, Bill rió complacido.

El castaño bajó sus manos hacia donde empezaba la playera de su novio y se la quitó, Bill sonrió satisfecho y lo beso nuevamente en los labios. Mason le mordió el labio al tiempo que se alzaba su camisa. Bill siguió besándole el cuello y lentamente bajó a su pecho, donde comenzó a morderlo y a marcarlo.

Mason no se quejó, debía admitir que lo estaba disfrutando más de lo que debería... incluso si era la primera vez en que se besaban con tanta fuerza e intensidad involucrada, con cada nueva marca que le hacía el rubio, el más bajo sujetaba con más fuerza la espalda del otro, la cual, ya tenía un par de rasguños porque el mayor no paraba de morderlo.

Bill jamás había sido tan brusco, aunque no le molestaba al castaño, para ser sincero, lo estaba disfrutando más de lo que esperaba. El rubio beso y mordió el pecho del castaño, dejando un camino de mordidas y chupetones hasta su cadera, donde desabrochó el pantalón del chico y bajo tanto como pudo su ropa interior, sin mucha demora se metió el miembro del castaño a la boca.

Mason se mordió la mano, intentando controlar sus gritos de placer, sin embargo, cuando el rubio noto eso se detuvo y le sujetó ambas manos contra los muslos, y se acercó a su oído.

—Oh no, Pino —le murmuró al oído con una sonrisa—, después de todo lo que negaste ahí afuera... todo el que se acerque al baño va a escuchar la verdad.

Mason quiso protestar, pero Bill lo besó con fuerza y supo que no estaba negociando, así que simplemente asintió... y a pesar de que le aterraba un poco que alguien escuchará, estaba demasiado excitado para darle importancia, realmente ahora solo quería sentir a Bill.

Complacido con la reacción de Mason, el rubio continuó con su labor, mientras el castaño intentaba contener lo más que podía sus gemidos... pero mientras más se contenía, Bill más se detenía, como dándole a entender que mientras más ruido hiciera, más le daría.

No podía negar que le gustaba muchísimo más esta clase de enojo que cuando no le hablaba.

—¡Bill! —gritó sin poder contenerse—, más.

Pero contrario a lo que esperaba, el rubio se detuvo por completo y le soltó las manos. Mason se sintió avergonzado por un instante, hasta que noto que el más alto se desabrochaba su propio pantalón y al bajarlo noto lo muy apretado que estaba su bóxer, así que el castaño se bajó del lavabo y se puso de rodillas frente a él, dispuesto a complacerlo de vuelta, pero apenas acercó sus labios al miembro de Bill, éste lo sujetó con fuerza del cabello, cosa que nunca había hecho y lo apartó.

—¿Qué crees que estás haciendo? —cuestionó el rubio, con el mismo aire imponente que tenía desde que entró al baño.

Mason no supo qué responder, definitivamente la actitud del rubio era totalmente diferente a la usual.

—Yo... iba a...

—No, Pino —le interrumpió sujetándolo con más fuerza—, hoy yo dirijo, yo te digo que hacer.

Al castaño le excitó aún más esa faceta... Bill enojado y demandante, era más sexy de lo que se hubiera imaginado, decidió asentir con la cabeza a modo de respuesta.

—Pero si de verdad lo deseas —dijo antes de meter su miembro a la boca del castaño, quien hizo su labor con una animosidad inusual.

Bill marcaba el ritmo con el agarre que tenía de su cabello, Mason estaba dispuesto a moverse como quisiera para complacer al más alto, quien suavizaba su agarre por momentos, para después jalarlo con más fuerza, provocando que el castaño gimiera de dolor y placer.

Después de un rato, Bill alejó al chico por completo y gritó con frustración, estaba a punto de terminar y aún no quería eso.

Levantó a Mason del cabello y lo empujó contra la pared, donde lo besó con más intensidad, mientras lo sujetaba del trasero, el cual acariciaba, nalgueaba y apretaba con fuerza. Bill le mordió la lengua, los labios, y el castaño no se quedaba atrás, poco a poco había empezado a igual la rudeza con la que lo besaba, dejando incluso marcas en sus hombros y cuello, a lo que el rubio respondió mordiéndole el labio hasta casi hacerlo sangrar.

Al soltarle el labio, sintió como Mason intentaba frotar su pelvis y su miembro contra el suyo. Bill rió ante eso.

—No seas tan impaciente —le dijo y el castaño se sonrojó de la vergüenza, pero no podía más, sentía que iba a estallar.

—Por favor —le suplicó.

Bill lo volteó y su cara quedó contra la pared del baño, el castaño esperó que su petición fuera suficiente para que el rubio dejara de torturarlo, pero claro que estaba equivocado.

—Pensaba que nunca nunca habías tenido sexo con un chico —le susurró Bill desde atrás, mordiéndole la oreja, rozando su entrada—, dime, ¿con qué mujer haz hecho esto?

—Con ninguna —Mason gimió, sin pensar en que decir, simplemente sintiendo la ira y el deseo con el que su pareja lo poseía, arrepintiéndose de todo lo que había mentido en el juego.

Bill lo presionó con más fuerza contra la pared, el castaño se sostuvo con sus manos tratando de no apoyar la cara en la fría loza, mientras el rubio lo inclinaba ligeramente.

—Dime, ¿de verdad quieres que esté dentro de ti este Cipher del que nunca nunca te has enamorado?

Mason sabía que iba a pagar por esa mentira, pero nunca pensó que de esta forma y, a decir verdad, le gustaba mil veces más que cuando lo ignoraba.

—Sí, sí quiero —murmuró por lo bajo, suplicante—, Bill, por favor.

—No te escuché —insistió con burla.

—Maldita sea —soltó casi gritando—. Sí quiero Bill, te quiero dentro de mí, ahora.

El mencionado sonrió y sin esperar un segundo más, embistió con fuerza. Mason gimió más fuerte que todas las veces anteriores, y aunque la música de la fiesta sonaba fuerte incluso en el baño, no le hubiera sorprendido que lo hubieran escuchado, pero ahora no le importaba... él quería más.

—Más duro —gimió con fuerza.

Bill no necesito oír eso dos veces para aumentar el ritmo, el castaño no había podido evitar tocarse a sí mismo mientras el rubio seguía moviéndose contra de él. Bill soltaba gemidos fuertes y suspiros agitados que nunca le había oído, lo que sólo lo excitaba más. Sin poder evitarlo mordió el omóplato del castaño, quien gimió más del placer que del dolor, esta vez.

—Muérdeme más —exigió el castaño.

Bill obedeció y le dejó un nuevo set de marcas en la espalda al tiempo que le pellizcaba los pezones. El ritmo de ambos aumentó con intensidad hasta que el rubio terminó con un suspiró y temblando Mason llegó unos momentos después.

Ambos intentaban controlar su respiración cuando el castaño se giró y Bill enterró su cara en su pecho, el cual, estaba más violentado de lo que esperaba.

Mason lo abrazó con fuerza, sintiendo sus piernas aun temblar por lo que acababa de pasar.

—Perdón —se disculpó Bill señalando una mordida en uno de sus pectorales.

El chico quiso reír al escuchar eso.

—No te disculpes por eso —continuó sonrojándose un poco—, me gustó.

El rubio soltó una risa.

—Mi plan no era que lo disfrutarás tanto como lo hiciste, se suponía que era un castigo —se quejó ciertamente divertido.

—¿En serio? —preguntó sorprendido.

—Bueno, eso y que realmente no podía quedarme sólo con lo que pasó frente a todos —le confesó con una sonrisa—, fue demasiado para mí.

Mason entendía ciertamente a que se refería, la mordida en público había sido demasiado excitante.

—Pero ¿por qué castigo?

—Por negarme, prometiste que no lo harías más —le reclamó alejándose.

—Técnicamente —empezó el castaño separándose más—, técnicamente, nunca te negué, podré haber negado salir con hombres, pero nunca específicamente contigo.

—Wow, eso me hace sentir mucho mejor —soltó rodando los ojos con molestia.

—Hice mi intento y nunca negué estar enamorado de un Cipher —aclaró el castaño—, dijiste que no necesitabas que dijera que sí, siempre y cuando no dijera que no.

—Supongo que tienes un punto —le dijo relajándose un poco—, aunque deberíamos hacerlo así más seguido.

—No te voy a mentir —contestó Mason—, estoy de acuerdo contigo.

Bill reía mientras tomaba papel y comenzaba a limpiarse un poco, seguido empezó a limpiar al castaño.

—Pero... —empezó algo nervioso—, ya no estás molesto conmigo, ¿verdad?

—No —respondió dándole un beso en la frente—, sorprendentemente no.

—Ojalá hubiera descubierto que esto te contentaba antes —dijo sin vergüenza alguna—, hubiera aprovechado.

El rubio rodó los ojos con una sonrisa mientras se vestía rápidamente.

—Te quiero mucho, Bill —soltó Mason.

—Y yo a ti —le contestó con una sonrisa—, ahora, voy a salir antes para evitar sospechas.

—Honestamente creo que todos nos escucharon —contestó algo abrumado el castaño.

—Posiblemente —respondió el rubio—, pero podemos hacernos los locos.

—Gracias —le dijo.

—¿Hablamos mañana? —preguntó dándole un pequeño beso en la mejilla.

—Seguro.

Bill salió mientras Mason terminaba de cerrarse los pantalones, como pudo trató de buscar su playera, la cual encontró después de un largo rato detrás del WC y se agachó para recogerla cuando alguien abrió la puerta.

Mason se paró de golpe asustado y tapándose con su camisa lo más rápido que pudo, cuando Mabel y Pacífica lo miraron, mientras sostenían una bolsa pequeña en las manos, las chicas lo analizaron de arriba a abajo y sin aviso alguno el castaño se giró hacia el WC justo en el momento en que el alcohol se convertía en vómito.

El castaño no les dedicó un segundo pensamiento.

—Genial —se quejó Mabel—, no importa, vamos a ver si Xólotl tiene otro baño.

Pacífica y Mabel se encaminaron en busca de otro lugar para desmaquillarse dejando al castaño vomitar en el baño, pero antes de irse la castaña le tocó la puerta a Bill, quien estaba en la habitación más cercana.

—Tu amigo el nerd se está vomitando —le avisó, una vez que salió de la habitación.

El rubio se vio algo preocupado al escuchar aquello y se encaminó con rapidez hasta donde estaba su pareja.

—Ahora, si pudiéramos encontrar un baño desocupado, me muero de sueño y no me puedo ir a dormir maquillada —se escuchó la queja de Mabel a lo lejos mientras bajaban las escaleras.

Bill regresó al baño encontrándose con Mason con su cara en el retrete, se acercó con lentitud antes de preguntarle:

—¿Estás bien?

—Mhm —masculló antes de que otra oleada de vómito lo invadiera—. Creo que tomé demasiado alcohol.

El rubio se puso de rodillas, acariciando suavemente su espalda.

—Wow, de verdad te revolví las entrañas está vez —soltó con diversión.

Mason no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar aquello, antes de vomitar un poco más.

—Eres un idiota —le dijo a manera de reclamo.

—¿Necesitas ayuda? —le preguntó algo preocupado.

—Creo que eso era todo.

El mayor se quedó unos minutos ahí, esperando que los vómitos se detuvieran por completo, y cuando Mason terminó de sacar todo, lo ayudó a levantarse y se despidió dándole un pequeño beso en la frente.

—Trata de descansar, Pino —añadió antes de irse.

—Igualmente —contestó mientras salía corriendo de ahí, poniéndose su playera.

Luego busco la habitación donde Xólotl le había dicho que podía dormir y se escabulló, notando que Dipper ya estaba dormido en la cama, no protesto y se recostó en el colchón inflable que estaba en el piso y se recostó con una sonrisa.

Debía admitir que había disfrutado mucho la fiesta de Xólotl.»

La fiesta de Xólotl había sido su último buen recuerdo con el rubio, al cual miró una vez más en la distancia, pero él seguía alejándose junto al de cabello oscuro, quien parecía estarle rogando, pero Bill no se dignaba a voltear a verlo.

Mason decidió que lo mejor era irse por otro lado.

El rubio observó a Mason viéndolo a lo lejos, y como todos los días espero que se acercara a decirle algo, lo que sea, él podría decirle cualquier cosa y seguramente lo perdonaría, pero como todos los días anteriores, Mason se quedó a lo lejos.

Todavía no podía creer lo que había pasado.

—¿Ya me vas a perdonar Bill? —dijo por centésima vez Xólotl—, por favor.

El mencionado no le contestó.

—Ahora entiendo porque tú y Pino siempre andaban enojados, seguramente a él tampoco lo perdonabas nunca —soltó indignado.

El rubio se detuvo en seco.

—No Xólotl, Pi-Mason y yo siempre estábamos molestos por tu culpa, o al menos la mayoría del tiempo —se quejó molesto—, y él me negaba y me lastimaba todo lo que quieras, pero al menos él tenía la decencia de disculparse genuinamente, en cambio tú a pesar de mi amigo, de saber que Mason y yo nos peleábamos seguido por eso, le echabas leña al fuego y ahora en vez de disculparte genuinamente, sigues con tus cosas, en serio no puedo creer lo descarado que eres.

—Perdona —soltó el mencionado, dándose cuenta por primera vez de su error—, no sabía que era así cómo te sentías, de verdad me disculpo por todos los malos ratos que provoque y por meter mi cuchara en donde no debía, yo sólo quería... probarle que todos sabíamos, debí detenerme después de las primeras veces, pero siempre creí que la siguiente ya no lo negaría y todo sería mejor para ti —al rubio le dolió esa declaración, él también había esperado eso—, pero me equivoqué y de paso provoque que te lastimará más, de verdad, lo siento mucho.

Bill miró a su amigo, quien estaba tan serio que por un momento lo asustó, tras verlo un par de segundos suspiró rendido.

—Está bien —le respondió el rubio—, acepto tus disculpas, eso era todo, ¿no es tan difícil, verdad?

—¡Gracias! —dijo abrazando a su amigo momentáneamente—. Me comportaré mejor.

—Lo dudo, pero supongo que es lo que tengo que aguantar por ser tu amigo.

Bill sonrió ligeramente antes de que decidiera seguir su camino con Xólotl, sin poder resistirse volteó ligeramente y notó que el castaño seguía viéndolo desde lejos, pero antes de que pudiera hacer algo también noto a Mabel y Pacífica a lo lejos, y aunque quiso ir a hablar con él, no podía perdonarlo después de lo que había hecho, no podía comprender cómo el castaño pudo mentirle de esa manera...

«Bill estaba teniendo una mañana extraña.

Apenas se levantó miró en el espejo las marcas que le había dejado el castaño, realmente había sido un fin de semana algo raro, pero más que nada, porque Mason y él estaban en una situación extraña, seguían saliendo, pero no paraban de tener problemas por lo mismo, y ahora estaban "bien" pero al mismo tiempo todo era muy frustrante.

—"No quiero que sea secreto, ¿por qué te ocultaría como un secreto?" —repitió Bill refunfuñando mientras manejaba a la escuela, citando las palabras de Dipper.

Debía admitir que escuchar a Dipper decirle eso a Will, lo había desconcertado inesperadamente, llenándolo de una extraña envidia y no podía creer que por un momento incluso había deseado que Mason fuera un poco más como Gleeful... y esa idea casi lo hace vomitar.

Se preguntaba cuál sería la nueva excusa de Mason ahora que Will y Dipper se hicieran oficiales... ah era cierto: ¡Mabel y Pacífica no sabían! A veces realmente le molestaba, pero Mason había sido razonable recientemente y Bill de verdad quería creer que tal vez empezaban a ir por buen camino.

El rubio estacionó su automóvil puesto que había llegado a la escuela, decidió que lo mejor que podría hacer era seguir con su día normal, lo cual no fue muy difícil; en sus clases se mantuvo al margen de todos, se sentía bastante agobiado con su situación, frustrado de no poder hacer mucho para cambiarla, sabiendo que no estaba en él poder hacerlo.

Al llegar a la cafetería lo primero que vio fue a Mason anotando varias cosas en su libreta mientras registraba algo en su laptop, se veía tan adorable concentrado y el rubio no pudo evitar sonreír al verlo, ignorando su frustración por unos instantes y olvidando donde se encontraba se acercó a él con emoción cubriendo sus ojos con las manos.

—Bill, sé que eres tú, puedo sentir el calor de tus manos —el rubio sonrió aún más al escuchar aquello, y se sentó junto a él, el castaño le sonrió de vuelta.

Todos los vieron unos segundos antes de que Mason se sonrojara, dándose cuenta de lo que había dicho, Bill podía sentir sus mejillas algo rojas también, pero su felicidad ante la respuesta del castaño era demasiado grande como para que algo como eso le afectase, su sonrisa se mantuvo intacta viendo al chico, bastante satisfecho con el menor y el rubio sabía que, aunque Mason debía estar muriendo por dentro estaba orgulloso de sí mismo por no hacer nada tonto.

Dipper y Will llegaron a la mesa en ese momento, sentándose juntos llevándose toda la atención.

—Ya llegaron los tortolitos —dijo Xólotl.

—¡Ya era hora! —dijo Mason dejando su libreta abierta en la mesa—, ¿cómo están?

—Bien —respondió Dipper.

Bill vio a su hermano sonrojarse y decidió salir a su defensa.

—Déjalos en paz —dijo el rubio con cierta diversión—, Will jamás se ha metido contigo.

—Perdona Will, eres un efecto colateral de mis interacciones con Dipper —se disculpó el castaño.

Tras escuchar aquello el rubio se apartó un poco de la conversación notando que ambos castaños y Will estaban tratando de molestarse los unos a los otros, la interacción juguetona entre ellos era entretenida y en su cabeza pensó que a lo mejor la más reciente relación de su hermano con Dipper podría alivianar la atención que recibían Pino y él.

O al menos eso pensó hasta que Xólotl habló:

—¿Otra vez haciéndole cartas de amor a tu novio, Pines? —preguntó tomando la libreta del castaño.

Cuando el que decía llamarse su amigo le preguntó eso a Mason se preparó para lo peor.

—Muy gracioso —le contestó intentando recuperar su libreta.

Bill no pudo evitar mostrarse gratamente sorprendido ante su respuesta, el castaño no lo había negado y por unos segundos se sintió aliviado contrarrestando el tremendo pesar que llevaba cargando todo ese día.

"En serio estaban yendo por buen camino", pensó bastante feliz con la idea.

Se perdió unos instantes en su felicidad, con una sonrisa en su rostro, notando algo tarde que Xólotl seguía molestando al castaño y Bill sabía que nada bueno saldría de eso.

—No —le respondió Mason.

—Bill, dile a tu novio que me diga que hace —le dijo a su amigo.

El mencionado quiso matar a su amigo en esos momentos, sin entender por qué nunca podía callarse la boca.

Internamente esperó por un milagro para que Mason ignorara el comentario de Xólotl y no respondiera algo de lo que pudiera arrepentirse, Bill de verdad quería creer que lo haría, que lo ignoraría y podrían seguir como si nada, pero hasta él sabía que eso era soñar demasiado alto.

—No es mi novio —aclaró Mason bastante irritado.

Cuando esas palabras salieron de sus labios la sonrisa que había mantenido con tanta felicidad desapareció por completo, con un doloroso nudo en el pecho se apartó de su novio, bastante decepcionado de ambos, de Pino por negarlo y de sí mismo por dejarse ilusionar pensando que podría pasar algo diferente a lo que siempre pasaba.

Pudo ver como Mason hacía una mueca al notar su más reciente incomodidad y lejanía, pero aun así prefirió mantenerse firme con Xólotl, y no es como que esperara que hiciera algo más al notar lo mucho que su comentario le había herido, él sabía que no había mucho que esperar estando en la cafetería, pero aun así le dolía que su orgullo fuera más fuerte que el daño que este pudiera causarle a su relación.

Con bastante molestia rodó los ojos y habló:

—Debe ser una pluma mágica, Xólotl —soltó tratando de ignorar lo demás—. Deja el tema ya.

Como pudo trató de calmarse, era injusto molestarse con él en esta ocasión, estaban en la cafetería frente a toda la escuela, era entendible que lo negará por muy doloroso que fuera, después de todo había tenido tres oportunidades de negarlo y solo lo había hecho en una.

Durante el resto de la comida se mantuvo al margen de la conversación, si era sincero, todo el tema del diario no podía importarle menos en esos momentos, no podía concentrarse en nada más que en lo mucho que esta situación estaba por encima de él.

Al terminar de comer el castaño se le había acercado, justo cuando no quedaba nadie a su alrededor.

—Lo siento —se disculpó Mason—, Xólotl fue demasiado específico como para poder ignorarlo.

El menor se veía bastante apenado por la situación y Bill no había podido evitar ceder ante él, ¿cómo podía exigirle más viendo lo mucho que se estaba esforzando?

"Estábamos en la cafetería y Xólotl había sido demasiado directo", se repitió para justificar lo que había pasado.

—Está bien, Pino —le respondió sin más.

Bill sabía que el menor podía notar su actitud cansada y había evitado insistirle más, sabiendo que por dentro la culpa lo mataba, sabiendo que él era el causante de ese cansancio en ella, pero pensando que lo mejor que podía hacer ahora era darle su espacio, Mason estaba bastante triste, queriendo poder hacer algo más para hacerlo feliz.

Por su parte, el rubio veía con molestia a todas las parejas felices a su alrededor, bastante celoso de ellas, y se frustró nuevamente por lo mismo, en serio, no era que él quisiera que Mason saliera del closet con todo el mundo, no le pedía mostrarlo frente a toda la escuela, ¿pero en serio era mucho pedir que no lo negará y no se apartará tan feo frente a sus amigos? ¿Sus amigos que eran claramente parte de la comunidad LGBTQ+ y que no lo juzgarían?

Rodó los ojos con fastidio sabiendo que incluso en la escuela había múltiples parejas LGBTQ+ aparte de ellos, pero que ni así le hubiera pedido que lo mostrará frente a ellos, Bill sólo quería estar con sus amigos sin tener que planear cada acción que tenía con el castaño para no exponerlo, quería poder disfrutar de su relación sin la constante preocupación de que alguien los viera y de que Mason comenzará a actuar como si le diera asco la idea de estar con él.

El rubio estaba completamente perdido en sus pensamientos cuando alguien lo golpeó por la espalda.

—Auch —se quejó.

El choque había sido minúsculo, pero todo su torso estaba bastante sensible por la cantidad de mordidas y heridas que tenía del día anterior, al voltear se encontró con Mabel y Pacífica, viendo como la última se veía genuinamente preocupada por él.

—¿Estás bien? —preguntó la rubia con preocupación—, lo siento mucho Bill, no me fije por donde estaba caminando, Mabel me estaba contando algo y me distraje.

—No te preocupes —le respondió el rubio—, no es nada, sólo estoy algo adolorido de mi espalda.

Al decir lo último no había podido evitar sonrojarse un poco, tratando de no dar muchos detalles de porque le había dolido tanto el golpe.

—Ah, realmente no hay nada como el sexo de reconciliación —dijo Mabel con una sonrisa—, o el de ira.

—Creo que fue una mezcla de ambos —añadió la rubia con la misma sonrisa juguetona que tenía su novia.

—¿De qué están hablando?

—De que no nos sorprende que estés todo adolorido, de sólo ver cómo terminó Mason no quiero ni imaginarme cómo estás tú —se burló Mabel y su novia soltó una pequeña risa.

Bill las miró con confusión, sin entender que le estaban diciendo.

—¿Uh? —cuestionó confundido—, ¿de qué hablan?

—De la manera en la que Mason y tú hicieron las paces en la fiesta de Xólotl —explicó la castaña algo burlona.

—¿Nos escucharon esa noche? —preguntó Bill incrédulo, sin poder creer lo que le decían, ¿entonces ellas sabían oficialmente?

—Esa noche te vimos salir del baño y como necesitábamos desmaquillarnos pasamos sólo para encontrar a Mason vistiéndose —dijo Pacífica.

—Y vomitando —agregó la castaña con asco—, supongo que podrías decir que le revolviste las entrañas.

—¡Eso es lo que yo dije! —gritó el rubio—. Esperen, ¿Mason sabe que saben?

—Me imagino —le respondió la rubia—, intentó cubrirse con su playera, pero su espalda estaba igual de mal... te pasaste.

El rubio no estaba del todo seguro de si estaba escuchando bien, ¿Mason sabía de eso y no le había dicho? Su actitud cambió, reflejando una clara molestia en ella.

—No te preocupes, no le hemos dicho a nadie —le aseguró Pacífica con una sonrisa notando el cambio de humor en el chico—, entendemos que es secreto.

—Gracias —dijo, aunque sentía que su corazón se estaba partiendo, ¿Mason sabía que ellas sabían y aun así lo negó?

—Bueno te vemos en el club en un rato —dijo la castaña arrastrando a la rubia con ella—, ya es hora de nuestra clase.

Aún podía darle el beneficio de la duda, tal vez sólo lo había negado en la cafetería porque estaban en la cafetería, pero ya que estuvieran en el club, no lo haría más... ¿no?

—Seguro —dijo tratando de tranquilizarse—, nos vemos en el club, supongo.

Ambas chicas se extrañaron ante la reacción del rubio, pero siguieron su camino, mientras que dentro de la cabeza de Bill la idea de que ellas ya supiesen la verdad, de que Mason supiera de eso y que encima no le hubiera dicho nada al respecto lo estaban volviendo loco.

¡¿Cómo se atrevía?! Estaba tratando de ser paciente y comprensivo con él porque le preocupaba cómo actuarían si se enteraban de la verdad, ¡pero ya sabían la verdad!

¿Y aun así tenía el descaro de seguir negándolo frente al club?

No, no podía ser eso, Pino iba a dejar de ocultarlo en la reunión, estaba seguro que tenía que ser así, no podía ser tan cruel como para fingir que no sabía, ¿verdad?

El rubio no podía más con el nerviosismo que estaba sintiendo en esos momentos, estaba decidido a hablar las cosas con Mason y saber con qué estúpida excusa saldría ahora para seguir actuando como si salir con él fuera lo peor que le había pasado.

Las clases pasaban y aunque ya no se sentía tan molesto como cuando se enteró de lo de Mabel y Pacífica un par de horas atrás, cuando vio a Pino en el club leyendo solo, supo que necesitaban hablar seriamente de eso.

Al principio empezó tranquilo, tratando de no demostrar lo molesto que estaba por dentro, después de todo tenía esperanza de que el castaño tuviera la intención de decirle que las chicas ya sabían, ya que no llevaban muchos días de saber las cosas y pudiera ser que Pino todavía no tuviera la oportunidad de decirle la verdad.

Pero mientras más avanzaba la conversación y Mason menos cedía con el tema, más regresaba ese enojo.

—Entonces... —repitió el rubio queriendo asegurarse de las cosas—, ¿no podemos decirle al club?

—Bill —Mason se veía extrañado ante la obstinación de su novio—, no entiendo por qué estás insistiendo tanto con eso ahora.

—Lo que yo no entiendo es por qué no les podemos decir —respondió con molestia.

—Porque no todos saben y no sabemos cómo van a actuar si se enteran —dijo como si fuera lo más obvio del mundo, es decir, habían hablado de eso mil y una veces antes.

—Pero si Dipper sabe que te gusto —se quejó el rubio—, no entiendo por qué tiene que ser un secreto —soltó, dispuesto a poner a prueba lo que sabía.

—Porque Mabel y Pacífica no saben —respondió confundido—, ¿qué tal si le dicen a todo el mundo?

El rubio lo miró en silencio unos segundos completamente decepcionado del chico, esperando que cambiara de actitud antes de que fuera demasiado tarde.

¿Cómo era posible que ni siquiera fuera capaz de decirle la verdad a él?

Mason intentó tomarlo de la mano, pero el rubio la apartó con desagrado.

—Tienes que estar bromeando —le dijo totalmente indignado con él.

—¿Es por lo de la cafetería? —preguntó el castaño haciendo un pequeño puchero—. Creí que no estabas molesto por eso.

—No estoy molesto por eso —contestó de mala gana—, al menos no del todo.

—¿Entonces por qué es? —insistió.

Ambos se detuvieron apenas escucharon la puerta abrirse sólo para ver a Dipper abrirle la puerta a Will, el rubio rodó los ojos y se puso de pie, no quería estar cerca de Mason en esos momentos, estaba harto de todo y aunque odiaba admitirlo estaba harto de él y de sus mentiras.

Mason había intentado desviar el tema de ellos tratando de sacar información del más reciente romance de Dipper y Will, pero Bill había hecho un comentario que lo había deprimido por completo, él no entendía por qué estaba tan molesto con él... ¿qué había pasado entre la comida y ahora?

El rubio podía notar que Mason se veía bastante desconcertado y triste por su actitud, pero esta vez no caería por esos trucos, así que agradeció infinitamente cuando Xólotl llegó al club para poder hablar e ignorar sus problemas por unos minutos.

Algo que había funcionado un rato mientras Gleeful y Will seguían coqueteando descaradamente todo estaba bien, hasta que Pacífica decidió bromear con ser el club LGBTQ+.

—No olviden que Mason es hetero —se burló Dipper, tratando de molestar al castaño como de costumbre.

—Así es —respondió incómodo.

¿No podía escoger otro momento para molestarlo con eso? ¿En serio tenía que ser cuando Bill estaba al borde del límite?

El rubio lo miró fijamente, completamente decepcionado, pero el castaño sólo apartó la mirada.

"No te negué, solo negué ser gay" pensó que sería la estúpida respuesta de Mason ante eso.

Rodó los ojos irritado, pero trató de calmarse, rogando con todo su ser que dejarán el tema ahí, que ya no hicieran ningún otro comentario, pero claro eso era mucho pedir.

—¿Entonces van a decirlo o van a negarlo como Mason y Bill? —insistió Xólotl.

Al escuchar aquello Bill fulminó con la mirada a su amigo, ¿en serio era necesario ese comentario? ¿Era su amigo o su enemigo número uno? El rubio no quería escuchar ni una sola palabra más salir de su boca, quería gritarle que se callara y los dejara en paz, al menos por tan sólo unos minutos.

—Pues... —empezó Will, mientras Dipper le tomaba la mano.

Bill hubiera rodado los ojos, pero quería estar feliz por su hermano.

Mason quiso no responder ante la pésima broma del chico, trato fuertemente de no decir nada e ignorarlo, seguir con la conversación y no permitir que el tonto comentario de Xólotl lo afectará, en especial ahora que Bill estaba harto de todo, harto de él, pero no pudo controlar las palabras que dejaron sus labios en esos momentos.

—Yo no estoy negando nada —replicó arrepintiéndose al instante.

¿Por qué tenía que haber dicho eso? Se mordió el labio, deseando regresar en el tiempo y no haber dicho aquello, internamente rogó que el rubio dejará el comentario pasar de largo, pero al verlo sólo alcanzó a ver la inmensa decepción de esos hermosos ojos ambarinos, Mason podía jurar que podía ver su corazón roto y lleno de dolor a través de su mirada.

—¿Puedes parar con eso? —interrumpió Bill, sin poder soportar un segundo más de todas esas mentiras—. Mason tiene razón, no puede ocultar una relación que no tiene.

El rubio se sorprendió así mismo cuando dijo eso, pero ya no había marcha atrás, nunca iba poder cambiar a Pino, él nunca hubiera cedido en eso, si lo negaba incluso cuando sabía que todos ahí sabían, el rubio se dio cuenta que Mason no iba a cambiar, pero sí podía dejar de sufrir por lo mismo una y otra vez.

Tal vez podría cambiar su situación de una vez por todas.

El castaño lo miró con terror en su mirada, siendo esa la primera vez que Bill actuaba así frente al club, sus palabras lo atemorizaban, no podía estar escuchando correctamente, el rubio no podía estar hablando en serio, ¿o sí?

—Bill yo... —balbuceó torpemente, tratando de calmarlo, tratando de rogarle que lo perdonara.

El mencionado tomó una bocanada de aire sabiendo perfectamente que es lo que quería hacer, vio al castaño, quien lo veía con una confusión, con una expresión llena de desesperación y arrepentimiento, suplicando con los ojos de manera silenciosa que no lo haga.

Y el rubio quiso ceder, al ver esos ojos castaños suplicarle quiso rendirse ante ellos, quiso ser lo suficientemente fuerte para seguir soportando la situación, para esperarlo todo el tiempo que Mason necesitara... pero ya no podía.

—¡Bill nada! —soltó finalmente, tratando de encontrar la fuerza para hacer lo siguiente—; ya estoy harto de esto Mason, ya estoy harto de que esto no mejore, estoy harto de estar atrapado en la misma situación una, y otra, y otra vez después de esa.

El mayor de los Cipher se detuvo unos segundos asegurándose de mirar directamente a los ojos del castaño antes de decir lo siguiente, quería que supiera que no era falta de amor, que, si por el fuera él estaría por siempre a su lado, pero que ya no era lo suficientemente fuerte para soportarlo.

—Tú sabes que te amo —dijo con la voz entrecortada, esperando que notara la verdad en sus palabras—, pero no puedo más con esta mentira, simplemente no puedo más. He entendido que se lo ocultemos a todo el mundo, puedo entender que me niegues frente a la escuela, y puedo entender todo lo que me dijiste, porque lo haces y de verdad que lo entiendo, y no tendría ningún problema en seguir haciéndolo hasta que tú} estuvieras listo y te sintieras seguro, pero no entiendo, ni aguanto más que lo hagas frente a nuestros amigos, te puedo asegurar que todos lo saben, o mínimo lo sospechan, e incluso si no fuera así, por dios, Paz lo acaba de decir, somos el club LGBT, nadie aquí te va a juzgar, ni hoy ni en un millón de años, y lo sabes, lo peor de todo es que lo sabes y sabes lo horrible que me haces sentir cada vez que lo niegas frente a nuestros amigos, sabes que al negarme lo único que haces es lastimarme una y otra vez innecesariamente, y yo... no puedo más con esto...

—Yo... —empezó el castaño tratando de buscar palabras para expresar lo que quería, lo que necesitaba decir, pero no podía.

Él quería decirle lo mucho que lo amaba, quería prometerle que cambiaría, quería rogarle por una oportunidad más, que esta vez sería diferente, qué le diría a toda la escuela de ser necesario con tal de no perderlo, pero parecía que su cuerpo había olvidado cómo hablar. Y Bill lamentaba con todo su ser haber "sacado a Mason del closet" con esto, aunque no realmente porque todos en el club ya sabían, pero sabía que si le daba la oportunidad de hablar a solas no sería capaz de hacer lo siguiente:

—Terminamos —soltó finalmente.

El mayor tomó una bocanada de aire, notando que esa parecía ser la primera vez que podía respirar en el club, se sentía culposamente satisfecho de poder decir todo lo que quería, pero también se sentía extraño, contradictoriamente triste.

Lo último que el rubio quería era terminar las cosas con Pino, él quería que el chico lo detuviera, que le dijera lo que sea, no importaba que no fuera lo quería oír, el castaño podría decirle cualquier cosa y Bill se quedaría, pero tras varios segundos de silencio su esperanza de que hiciera algo se esfumó.

Un largo y cansado suspiro escapó de sus labios, se reincorporó con tristeza y salió del salón, no podía estar ni un sólo segundo más ahí.

Había algo de arrepentimiento en él, ¿por qué no podía aguantarse un poco más por estar con él? Quiso regresar por unos instantes, pero su cerebro le recordó porque lo había hecho.

"Era lo mejor", pensó.»

Bill miró al castaño irse y con un nudo en su garganta pensó; "Sí, dejarlo ir seguía siendo lo mejor".

Por otro lado, Mason corría hacia el auto donde estaba su mamá, huyendo de todos los recuerdos que lo dominaban, y se preguntó si algún día sería tan valiente como para merecerse a Bill.

Al llegar a su casa simplemente se encerró en su habitación y por un momento, quiso echarse a llorar como lo había hecho todos los días anteriores, pero hoy no lo haría, hoy tenía que ser fuerte. Así que tomó su cuaderno, su laptop y siguió con lo único que lo distraía medianamente.

El diario.

No podía creer que había descubierto la primera llave, ¿cómo lo había hecho?

Cierto, se había puesto en el lugar del autor... después de todo lo entendía a la perfección. Pensó que, si él cifrara algo de Bill, probablemente usaría Cipher como llave.

No juzgaba al autor, el igual hubiera escondido todo si Bill no le hubiera correspondido, y seguramente hubiera encriptado todo también.

Al llegar a esa conclusión trato de pensar como el autor, después de todo, eso ya había funcionado con anterioridad, ¿qué haría él? El nombre o el apellido, y eso ya lo había probado y sólo había funcionado una vez... tal vez podría usar una variante de Bill, tal vez un apodo o algo que le recordara a él, ¿pero qué? Según su lista tachada, tampoco era alguna variante obvia del nombre de Will.

Blue Shakespeare, Dipper había dicho que era azul por el cabello y Shakespeare por Will, ¿podría tener razón?

Tecleo Shakespeare.

Nada.

Se aventuró, tal vez el título era la llave completa... tal vez el apodo eran las dos palabras.

Sin mucho ánimo, tecleó "BlueShakespeare".

El mensaje de letras aleatorias finalmente empezaba a cobrar sentido... "William Cipher".

"¡Ja! Mason Pines, eres un genio. ¿Quién era el nerd ahora?" Pensó.

Con emoción tomó su celular, "tenía que decirle a Bi-", se detuvo abruptamente recordando que no podría decirle... y tras un pequeño puchero decidió que no importaba, no le diría a nadie, sólo leería su gran descubrimiento.

"William Cipher siempre había sido un chico amable.
Y, podría decir que eso era lo único que sabía certeramente de él. 

Pero eso sería una mentira.

Sabía que tenía un hermano -uno bastante idiota-, sabía que habíamos estado en las mismas clases durante 10 años, pero nunca habíamos hablado mucho. 

Y, sabía también, que él tenía los ojos más hermosos y dulces que jamás había visto en alguien en toda mi vida.

Pero sobre todo eso, sabía que estaba total y perdidamente enamorado de él.

—DG."

Dipper Gleeful.

Ese pedazo de idiota.



Me eche la sal con la nota anterior, lo sé. 

¡Hola! Yo sé, hemos estado ausentes, pero en mi defensa: la vida de adulto apesta.

La primera versión de este capitulo lo hice en octubre de 2022, pero no me convencía y lo tuve que dejar por cosas de la vida, en mayo de 2023 lo intente retomar y de nuevo la vida de adulto me detuvo, especialmente porque no era un capitulo fácil de hacer, necesitaba acomodar muchas cosas, y la verdad es que no me estaba gustando como andaba quedando. Pero hace como dos meses, mi vida se estabilizo un poco y me releí todo el fic porque de verdad nunca ha sido mi intención dejarlo, y me senté a trabajar, borré casi todo lo que llevaba, porque me di cuenta de que no estaba funcionando y aquí estamos, 24mil palabras después, con un capitulo con el que estoy bastante contenta.

Y espero que el lemon les haya gustado porque Tania sufrió mucho. Honestamente cuando empece a escribir este fic no creí que escribiría una escena +18, menos una Billdip y menos una de este estilo, pero a veces los personajes te llevan a lugares que no esperas jajaja

Y la mejor noticia, es que tengo todo reorganizado del final, y les juro que haré todo lo posible por terminar el fic este año... si la vida de adulto me lo permite.

Debo aclarar, que trabajo casi todo el día (lun-vie, 9am a 7pm), y que el ultimo mes he sacrificado mi sueño, mi hora de comida del trabajo (aunque tampoco es tan malo, porque realmente como en 30 minutos y la hora y media que me queda jugaba uno y ahora mejor escribo), y algunas horas de relajación de mis fines de semana para poder terminar el capitulo y debo decir que he sido tan feliz, no saben cuanto amo escribir, cuanto amo a los personajes, y a ustedes, todos sus comentarios y mensajes diciendo que seguían aquí realmente me motivan muchísimo... en fin, espero que les guste lo que les traje, sé que Will y Dipper no aparecieron tanto, pero ya tendrán sus momentos y desde hace un montón que quería contarles el trasfondo de Pino y Bill.

También, en mi defensa, QUE CAPITULO MÄS DIFICL DE ESCRIBIRRRRRR, sino hubiera sido porque este capitulo esta super complejo a lo mejor no regresabamos a hiatus, porque el siguiente esta medio hecho, pero bueno, deseenme suerte y que el trabajo no me ahogue.

Sin más, espero actualizar pronto, con mucho cariño: Karla y Tania.

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