Algunas cosas sólo pasan.

Él solía creer que las cosas no pasaban porque tuvieran propósito alguno, ni que estaban predestinadas, ni mucho menos que eran parte de algún plan divino.

Dipper Gleeful solía creer que sólo pasaban y ya.

Un montón de simples coincidencias.

Y para su mala suerte, lo único que nunca creyó que le pasaría... pasó.

***

Will acababa de salir de su última clase del día.

El jueves era ese afortunado día a la semana en la que no tenía especialidad y le correspondía salir temprano, para su desgracia su hermano no corría la misma suerte que él. Así que como la tradición de tener hermanos (o hermanas) iba, Will debía esperar esa hora extra todas las semanas para irse con Bill a casa.

Ese día no era una excepción.

Como el resto de sus compañeros de clase se iban a casa apenas terminaba la jornada y su mejor amiga tampoco salía temprano ese día, y aunque lo hiciera, probablemente pasaría la hora con Mabel, 'ventajas de estar en la misma especialidad que tu pareja', pensó el chico. De esa manera, Will decidió que ese día haría lo mismo que todos los jueves: adelantar tarea en la biblioteca.

No es que le gustará adelantar tarea, realmente no; pero bajo la lógica del menor de los Cipher, en su casa podía hacer cualquier otra cosa desde dormir hasta ver una serie, en cambio en la escuela solo podía hacer eso, así que, ¿qué mejor que usar ese tiempo que no podía usar en algo de su interés que despejar su horario para la tarde? Todo era cuestión de prioridades, y su prioridad al llegar a casa era cualquier cosa menos hacer tarea, como dormir, por ejemplo.

Con esa línea de pensamiento en mente camino hasta la aburrida y helada biblioteca, desde que habían instalado aires acondicionados al edificio (puesto que antes era un verdadero horno) Will no podía pasar ni media hora ahí sin un suéter o algo que lo cubriera.

Gracias a que eso era algo que sabía con antelación, el chico estaba preparado con su suéter azul cielo que le quedaba ligeramente grande llegó a la biblioteca y caminó hasta una de las mesas desocupadas de ahí, aunque realmente pocas mesas estaban ocupadas a esa hora, lo cual no era una sorpresa, pero en una hora más, cuando toda la escuela saliera ese lugar estaría lleno a más no poder.

Will reviso en su mochila las tareas que tenía para el día siguiente: un resumen de historia que ya había hecho, unos ejercicios de matemáticas que honestamente no tenía ganas de hacer en esos momentos y una investigación sobre estilos de poesía para su clase de literatura, tampoco tenía muchas ganas de hacerla, pero era ahí o en su casa y definitivamente prefería deshacerse de ella de una vez.

La biblioteca tenía un sinfín de reglas que se suponía debían monitorear y mantener el orden en ella, una de ellas era la de no celulares permitidos, ni siquiera para mirar la hora, ya que había un reloj gigante en una de las paredes, así que si Will quería investigar debía ser a través de un libro o pidiendo prestada una de las computadoras de la escuela, las cuales eran la cosa más lenta del mundo.

Decidió que un libro era su mejor opción en esos momentos.

Se levantó de su asiento y camino hasta una de las zonas más apartadas y solitarias de la biblioteca: la zona de poesía. Aunque no podía decir que estaba abandonada, era bien conocido que ahí, varias parejas iban a... bueno, no precisamente a leer y aunque eso también estaba prohibido, siempre había una o dos parejas que decidían probar su suerte, Will sólo esperaba que no hubiera nadie intrépido ese día.

Cruzo los dedos esperando no encontrarse con alguna situación incómoda y dando varias pisadas ruidosas camino lentamente hasta el último pasillo de esa sección, creyó escuchar a alguien escabullirse con rapidez, pero decidió no darle mucha importancia al respecto, cuando notó algo extraño.

Un libro se había caído de uno de los estantes.

Will camino hasta aquel libro y lo tomó, era bastante peculiar y no lucía como ninguno que hubiera visto antes en la biblioteca, para empezar la cubierta era demasiado elegante comparado con el resto de los libros que había, con algo que parecía ser una imitación de cuero de un profundo color azul y unas letras doradas pintadas a mano en la portada, en el lomo no tenía el típico código de los libros de la biblioteca, ni un autor... es más aquel extravagante libro no tenía absolutamente nada más en la portada que aquellas letras doradas, lo cual era bastante extraño por sí solo.

Pero más extraño aún, era el hecho que las letras eran ilegibles y no porque estuvieran desfiguradas e incompresibles al estar hechas a mano, porque cada letra estaba plasmada en una elegante caligrafía que se entendía a la perfección, sino que literalmente no decían nada. Eran simplemente un conjunto de letras que de cierto modo parecían puestas al azar, no habían silabas, simplemente eran dos palabras incomprensibles: Dtjl Wycstztvczt.

Will asumió que debían estar en algún tipo de cifrado.

Abrió aquel libro para ver si adentro tenía alguna clase de nombre o algo que lo ayudará averiguar a que estante pertenecía... si es que pertenecía a uno en absoluto, porque le daba más la impresión de pertenecerle a alguien.

Al abrirlo notó que todo el libro estaba escrito a mano y que tenía una pluma en medio de la página, pero esta estaba vacía, lo cual le extraño enormemente, miró las demás paginas hasta notar que algunas estaban en blanco y otras no, las que no, estaban escritas con la misma caligrafía elegante de la portada, lo cual le llamó aún más la atención, Will decidió que lo mejor sería preguntarle al bibliotecario qué hacer con eso, tal vez era un libro de la pequeña zona de criptografía que alguien se había llevado y no lo había puesto en su lugar, se imaginaba que las hojas en blanco eran para practicar la criptografía pero evidentemente nadie las había usado por ser de la biblioteca... o algo así, en todo caso era evidente que él no podría ponerlo en su lugar.

Camino hasta el centro de la biblioteca donde se encontraba un gran escritorio, un par de universitarios que trabajaban como ayudantes y el bibliotecario, un hombre de unos 30 años de cabello negro, siempre solía usar una camisa y corbata negra, que hacía juego con su cabello, era amable la mayor parte del tiempo, a menos que rompieras una de sus sagradas reglas, porque así, podía ser realmente mezquino.

—Disculpe —dijo el chico con amabilidad.

—William —contestó el bibliotecario, dándose la vuelta y mirándolo—, ¿prestaras un libro? —comentó señalando el libro que traía entre las manos.

—En realidad Tad —respondió el mencionado—, encontré esto en uno de los pasillos del fondo, lo iba a recoger y poner en su lugar, pero no pude, no sé dónde va.

—Los libros están ordenados por género y luego por autor en orden alfabético.

—Lo sé, pero este no tiene autor —explicó Will—, es por eso que no pude ponerlo en su lugar y decidí traértelo.

El bibliotecario tomo el libro y lo abrió, reviso la portada y el lomo del libro, su mueca cambio a una de confusión y mientras más revisaba ese libro más confundido lucía.

—Pensé que era un libro de criptografía... —continuo Will—, por el título y eso, pero lo encontré por la zona de poesía.

El joven abrió el libro buscando alguna indicación de dónde podría pertenecer aquel libro.

Will se quedó frente al escritorio, viéndolo expectante al hombre frente a éñ, cuando de repente, Tad soltó una carcajada.

—Will, definitivamente este no es un libro de aquí —le dijo cerrando el libro y devolviéndoselo—, tal vez podrías llevarlo a objetos perdidos, aunque yo te recomendaría que tú personalmente encuentres a la dueña y lo regreses.

—¿De qué está hablando?

—Tal vez deberías leer un pedazo para darte una idea —le contestó riendo—, ahora si me disculpas tengo que terminar de organizar unas cosas.

Will se dio la vuelta, extrañado. Sostuvo el libro entre sus manos y camino hasta sus cosas, se sentó en su asiento y finalmente abrió aquel objeto en la tercera hoja, en vista de que las primeras dos estaban en blanco, algo que llamo su atención de inmediato era lo que le pareció ser su nombre.

Lleno de curiosidad comenzó a leer, al principio se sintió confundido y mientras más avanzaba, más la voz dentro de él le gritaba que estaba mal lo que estaba haciendo y debía detenerse, pero sentía que debía hacerlo.

Contra la voz de la razón dentro de él decidió terminar de leer toda la hoja y de todo lo que leyó, sólo hubo una línea que se quedó grabada en su cabeza.

"William Cipher realmente me gustaba...".

El chico cerró el libro con rapidez, mientras sentía su rostro llenarse de calor.

Will guardó todas sus cosas con rapidez, necesitaba salir de ahí lo más pronto posible, necesitaba pensar que hacer al respecto, no podía quedarse con eso.

Necesitaba devolverlo.

Una vez que guardo todo, decidió añadir el libro que había encontrado a su mochila. Se levantó de su asiento y salió lo más rápido que pudo de la biblioteca, tenía que encontrar a Pacífica y contarle, no debía tardar mucho en acabar su clase, tal vez ella sabría qué hacer.

Estaba prácticamente corriendo por los pasillos de la escuela, cuando al doblar por una esquina accidentalmente chocó contra otra persona que también corría.

—¡Cuidado por donde... —le gritó la otra persona, pero se detuvo abruptamente cuando se miraron directamente—, ¿William? ¿Estás bien? —preguntó con cautela el chico.

—Lo siento —dijo por inercia el mencionado—, sí, lo estoy... ¿y tú?

—Podría decirse —contestó con seriedad mientras se levantaba y extendía su mano hacia Will para ayudarlo.

—¿Seguro? —preguntó nuevamente, mientras tomaba su mano y se paraba—, gracias, realmente lo siento mucho.

—No, está bien —respondió soltando la mano del chico, mientras se sacudía la ropa—, yo tampoco me estaba fijando por donde iba, supongo que lo lamento también —le dijo con excesiva seriedad, que de cierto modo incomodo a Will.

—No hay necesidad —contestó Will con una sonrisa.

—Debo asumir que ibas a algún lado, con la prisa con la que ibas —dijo el chico frente a él.

—¡Cierto! —contestó recordando a donde iba—, de nuevo lo siento mucho, además asumo que tú también tenías algo que hacer, tomando en cuenta que ibas casi a la misma.

—Podría decirse —contestó con el mismo tono estoico de hace rato.

—Me tengo que ir, te veo luego, Dipper.

—Adiós William —contestó el castaño, mientras se alejaba del mencionado.

Cierto, Dipper también esperaba a su hermana después de su especialidad, se le hizo extraño no habérselo encontrado en la biblioteca ese día, ya que cada jueves lo veía ahí. No le dio un segundo pensamiento a eso y continuo su camino hasta el salón de la rubia.

El timbre sonó poco antes de que llegará, así que no fue una sorpresa cuando llegó y notó que ya estaba afuera... aunque no estaba sola.

—¡Will! —le saludo la rubia—, ¿qué haces aquí? Pensé que hoy te irías con Bill.

—Ese era el plan, pero necesito hablar urgentemente contigo —le dijo el chico con desesperación—, lo siento Mabel —dijo, dirigiéndose a la chica a su lado.

La chica iba a protestar, cuando su teléfono empezó a sonar y al mirar su pantalla se rindió.

—Supongo que no tengo otra opción —contestó encogiéndose de hombros—, nos vemos mañana cielo.

—De acuerdo —la castaña le dio un rápido beso a su pareja—, te llamó en la noche.

—Estaré esperando —le dijo Mabel, y luego sonrió con malicia—, espero que esta vez sí me preguntes que llevo puesto.

—Eres de lo peor —le contestó la rubia riendo.

—Bueno, tengo que ver que necesita el inútil de mi hermano —dijo la castaña.

—Adiós, Mabel —dijo Will, ignorando todo el intercambio de las chicas.

Mabel se despidió con la cabeza mientras contestaba al teléfono.

—¿Qué necesitas? —Preguntó la rubia.

—Encontré algo —dijo Will nervioso—, y no sé qué hacer con eso.

—Llévalo a objetos perdidos —respondió su amiga, como si fuera lo más obvio del mundo.

—No, no lo entiendes...

La voz de la castaña resonó y aunque se había alejado un par de metros, se pudo apreciar un fuerte y sonoro: "¡¿Qué?!" al que Will decidió que no era de su incumbencia.

—Luego preguntaré por eso —dijo la rubia.

—Encontré el diario de alguien que tiene sentimientos por mí.

—Oh, vaya... ¿sentimientos de...?

—De que le gusto.

—Oh... eso cambia las cosas.

***

—Adiós William —contestó el castaño, mientras se alejaba del mencionado.

Mientras más se alejaba de Will, más sentía como el aire regresaba a sus pulmones y su corazón regresaba a un ritmo considerable, no el normal debido a que seguía desesperado y angustiado, pero al menos ya no sentía que iba a salírsele del pecho... o tal vez sí.

Tal vez había sido demasiado serio con el chico, pero honestamente era la única actitud que podía tomar en momentos como esos.

Momentos en los que había perdido su vida entera... o en otras palabras su diario.

Su diario.

Su maldito diario.

Juraba jamás en la vida volver a escuchar a su hermana.

Camino hasta el último lugar donde recordaba haberlo visto, la biblioteca. Debía estar ahí, debió dejarlo asentado cuando escuchó los pasos de alguien acercarse, sólo rogaba con cada célula de su cuerpo que nadie lo hubiera encontrado a estas alturas, es decir, era la zona más abandonada de la biblioteca, él iba ahí todo el tiempo y nunca nadie más que él se acercaba a ese pasillo, era eso por lo que le gustaba, ¿cuántas eran las probabilidades de que justamente ese día alguien decidiera ir? ¿Considerando su suerte?

Demasiadas.

Pero debía mantenerse ligeramente optimista, tal vez si llegaba antes de que el timbre de la escuela sonara y la biblioteca estuviera atestada de gente podría aun encontrarlo ahí.

Porque debía estar ahí, ese había sido el último lugar donde lo había usado y el último donde recordaba haberlo visto.

Cuando llegó caminó con toda la rapidez que estaba permitida en el edificio hasta llegar al último pasillo de la zona de literatura y tal como había temido, el libro no estaba.

Estaba a punto de tener una crisis, su libro no estaba por ningún lado y al salir de la biblioteca el timbre sonó, la realización lo golpeó y su corazón se detuvo.

No estaba.

Dipper sintió su estómago retraerse, unas tremendas náuseas invadieron su cuerpo, cada centímetro de su piel se erizó por completo y sintió su alma caerse al piso.

Lo había perdido.

Y mientras varias personas comenzaban a caminar junto a él, entrando a la biblioteca, decidió caminar y salir de ahí, tomar algo de aire fresco y hablar con la única persona que podía ayudarlo en ese momento.

Tomó su teléfono y marcó.

Pasaron unos segundos que él sintió como una eternidad hasta que la voz de la chica sonó del otro lado.

—¿Qué pasó? —contestó la voz del otro lado del teléfono.

—Lo perdí —dijo con la voz ahogada.

—¿Qué cosa? ¿Tu dignidad? —bromeo su hermana.

—No estúpida —contestó, esta vez con más fuerza en la voz—, perdí el diario.

¡¿Qué!? —gritó la chica.

Realmente estaba jodido.    



Buenooooo, nuevo fanfic de la cuenta, espero que estén emocionadas/os, porque este es uno largo.

Un par de advertencias nada más, algunos personas están un poco fuera de personaje (aka Gleeful) y la historia en sí es centrada en romance y comedia... algo así como peleando por la misma mujer dipwill eh. 

Igual, esperamos que les guste, porque llevamos un tiempo trabajando en esto y creemos que lo vale.

Atte: GirlsWithTheBlueSoul

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