Etapa 9: Hora de saldar cuentas
En poco más de veinte minutos, los pasillos de la base quedaron salpicados de los cuerpos inmóviles de científicos y guardias que habían intentado por todos los medios detener su avance y encerrarla de nuevo en aquella sombría sala. Pero Viveka estaba furiosa y ni siquiera juntos podrían haberla apresado. Sólo su padre podría tener esa habilidad, ya demostrada con creces días atrás y corroborada cuando Nikola le aseguró que él mismo se había sometido a transfusiones de vedonita. Pero no ocurriría de nuevo.
Cruzó todo el lugar como una exhalación, buscándole. Incluso fue a su suntuosa mansión, sin embargo no se encontraba allí. Gritó de rabia y fue a la sala de vigilancia, donde desconectó el interruptor de la atronadora alarma. Esta no había cesado de sonar durante su desenfrenada búsqueda.
Sintió una presencia tras ella, lo que no la preocupó.
—Nikola, ¿dónde está mi padre?
El muchacho rio suavemente y se colocó a su lado.
—Blue Shadow se alza de nuevo, ¿eh?
—No estoy para bromas.
Miraron al nuevo pelotón de guardias que avanzaba hacia ellos.
—Ven. Será mejor que te lleve antes de que nos revienten a tiros a los dos.
La llevó hasta una especie de centro de mando en los suburbios. Nikola le informó de que allí, su padre estaba dirigiendo la persecución de los "rebeldes". Habían levantado barricada tras barricada para contener posibles ataques por tierra, más no podrían detenerla a ella.
—Blue, ten cuidado —Nikola observó inquieto el collarín que tenía implantado en el cuello desde niña—. Las nuevas transfusiones pueden haber desequilibrado tu cuerpo.
Sin escucharle fue directamente hacia su padre. Los guardias la apuntaron sin miramiento y Adriano la miró sin emoción alguna.
—Que tus esbirros se aparten. Esto es entre tú y yo —dijo ella.
—Viveka, aún puedes recapacitar.
Nunca más.
—No me llames Viveka. Soy Blue Shadow. Y pienso pararte los pies cueste lo que cueste.
Antes de lanzarse al ataque, tocó el collarín como si fuera un talismán que diera buena suerte. Sabía que su padre esperaba que atacase de frente, encolerizada por la muerte de Sebastian. Por suerte, su plan era utilizar sus habilidades como debería, desde lejos, y ayudarse de su entorno.
Comenzó la ofensiva lanzándose hacia Adriano, pero en el último segundo se apartó y creó un campo de energía que empujó al hombre unos cuantos metros hacia atrás. Él se levantó cuando su hija volvía a la carga y consiguió propinarle un puñetazo en la mandíbula tras varios intentos.
La lucha continuó sin que nadie interviniera, aunque enseguida quedó claro que iba ganando Blue Shadow.
Llegado el momento, ella le asestó un golpe en el pecho con una bola de plasma y el Gran Adriano dio con sus huesos en un almacén que, por su mal estado y el impacto, se desmoronó sobre él.
Pero no hubo monólogo de liberación a los testigos por parte de la heroína.
La joven cayó al suelo inconsciente y con hilos de sangre azul brotando de sus ojos.
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