En la quietud de la noche estrellada,
donde los sueños se entrelazan con la realidad,
una elfa de mirada melancólica y alma alada,
recuerda su hogar y eterna ciudad.

Hermoso Alfheim, tierra de ancestros,
donde las flores susurran en el viento,
allí donde los ríos cantan con destreza,
y las estrellas guían el pensamiento.

Las torres de cristal, altas y serenas,
reflejan la luz de la luna llena,
y en cada esquina, la magia espera,
en la ciudad que su corazón encadena.

"Oh, tierra mía, de esplendor y gracia,
donde el tiempo se detiene en tu abrazo,
mi alma vaga por tu bosque y tu plaza,
anhelando el calor de tu regazo.

El canto de los pájaros, la danza de las hadas,
la risa de los niños, el murmullo de las aguas,
todo resuena en mi ser, llama que no se apaga,
memoria viva de mi hogar, que en mi pecho arde y clama.

Volveré a ti, mi cuna, mi refugio, mi esperanza,
a tus calles de luz, a tus noches de alabanza,
donde cada estrella es el recuerdo de una alianza,
de mi amor por ti, mi ciudad, mi herencia, mi balanza."

Así canta la elfa, con voz suave y clara,
mientras la luna escucha, silente y clara,
y en su corazón, una promesa se declara,
de regresar a su hogar, donde la vida se prepara.