― TWENTY-ONE: END OF ALL THINGS

EDICIÓN DE LA HISTORIA PAUSADA DEBIDO A QUE YA NO ESTÁ DISPONIBLE SU VERSIÓN EN INGLÉS. SOLO ESTÁ DISPONIBLE LA TRADUCCIÓN.

AÚN SE PUEDE LEER Y ENTENDER.

SIENTO LAS MOLESTIAS.

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ACT THREE TWENTY-ONE
END OF ALL THINGS

OCTUBRE, 1981. ONCE en punto.

Si las miradas pudieran matar, la mirada de una Laurel Crouch adulta sería una espada afilada. Incluso ahora, con lágrimas en sus ojos y en todo lo que le rodea, su mirada era más cortante que la de los demás. Era como una espada con lluvia encima — cortaba y dolía igual.

Había pasado exactamente un mes desde que Laurel le había hablado a Aster. Y Aster, enterándose de todas las cosas que Laurel había borrado de su memoria, ahora dolorosamente sabía sobre la existencia de Briar, no sólo por el hecho de que la había acompañado en sus primeros tres meses de vida. En realidad, Briar tampoco lo sabía. Sólo eran los cercanos los que recordaban como Aster hacía reír a la pequeña Briar sólo con esconder un juguete detrás de la maceta de una planta.

El día después de que Laurel se encontrara con Aster, él había sido asesinado. Algunos decían que había sido un Auror, otros decían que lo había hecho un mortífago. Laurel no quería saber quién lo había hecho. Laurel no quería saber todos los hechos, como cuando él desapareció. Aster había muerto. Laurel lo iba a lamentar, lo iba a extrañar, pero iba a seguir con su vida.

Laurel estaba parada, a una buena distancia de sus padres. Barty Jr no estaba presente lo que no era una sorpresa. Todos sabían dónde estaba, aún cuando nadie lo decía. Ellos solamente estaban viendo como el ataúd era cubierto con tierra, justo al lado de una lápida que decía ASTER CROUCH — AMADO HIJO.

Obviamente, sus padres no mencionaron nada sobre él siendo un hermano. Él ahora era su favorito, ya que no les quedaba otro hijo que los pudiera amar. Aster había caído fuerte sobre su propia tumba que ahora tenía una vida que ocupar con los elogios de Bernice y Barty Sr. Era algo bueno que ninguno se fuera a pelear por su amor o elogios.

—Bien —dijo Laurel—, espero que estéis bien.

Ella no quería disculparse, porque no lo necesitaba, tampoco quería arreglar las cosas. Ella sólo quería saber que ella les había hablado primero. Ella era más agradable que sus propios padres. Lo cual no era una sorpresa, realmente. Pero Laurel quería la auto-apreciación que venía con el hecho de que ella era mejor persona al final.

—Oí sobre ese libro tuyo —dijo Barty Sr—. El Ministerio no te dejaría publicarlo. No los culpo. La idea de magia sin sonido y sin varita destruiría muchas industrias.

Laurel no quería pelear. No veía el punto en eso. Laurel tenía algo con pelear y discutir, porque tenía un temperamento que se mostraba a través de sus palabras. Pero Laurel había estado fuera de la escuela por tres años. Tenía una hija y un hijo: Briar Lupin, nacida el primer día de agosto y Livius "Livvy" Gordon-Isley, nacido el cinco de julio y adoptado el diecinueve de noviembre, cuando Roman y Harleen fueron asesinadas. Aunque Laurel haya tenido que crecer tan de repente haciendo que su mente siga siendo inmadura y guiada por ciertas cosas muggles, ella había cambiado.

Una vez que el ataúd había sido cubierto por la tierra completamente, y que Laurel hubiera sacado su varita y hubiera hecho que un ramo de asteres creciera sobre la tierra, los tres comenzaron a caminar fuera del lugar. Laurel mantenía sus manos dentro los bolsillos de su abrigo, su respiración hacía que el aire alrededor de su boca se volviera más claro.

—¿Qué has estado haciendo, entonces? —dijo Bernice. Estaban en la salida del cementerio, donde había unas cuantas bancas.

Laurel dijo:

—Dos de mis mejores amigos se casaron el año pasado. Uno de ellos se quedó conmigo cuando me echásteis —ella ignoró la cara que sus padres pusieron—. El bautismo de su hijo fue hace unos meses. Me hicieron su madrina.

Barty Sr se mofó, Laurel se preparó mentalmente para lo que venía.

—Son muy jóvenes para casarse, y más para tener un hijo... ¡tienen veintiuno! —dijo él. Laurel pensó precipitadamente en Remus, Briar y Livius. Ella dejó sus manos en los bolsillos para ocultar su anillo de casamiento—. Espero que tu no hagas algo como eso.

—Tú no has sido mi padre por un tiempo, por cierto —dijo Laurel. La imagen de su pequeña y propia familia, esa en la que todos eran amados por igual y ninguno tenía que pelear por la atención de sus padres, ardía en su mente—. No puedes decirme nada de eso. Para que sepas, yo ya podría estar casada. Demonios, hasta podría tener dos hijos. ¡Qué horror!

Bernice pareció ignorar ese comentario y dijo:

—Deberíamos reunirnos pronto. Son tiempos oscuros, Laurel. Sería agradable que nuestra familia esté unida.

—Sólo dices eso porque soy la única que no ha cometido un crimen de primer grado —respondió Laurel—. Nos hicisteis pelear por vuestra atención y amor cuando deberían haber amado a sus hijos sin importar sus notas o cuanto tardaron en mostrar su magia. Tal vez ese es el porqué de que vuestro hijo haya elegido vivir conmigo.

Su madre dijo:

—No has hecho un buen trabajo, ¿no crees? ¡Él está muerto!

—Él nos dejó en noviembre de 1978 —dijo Laurel. Ella cruzó los brazos y se olvidó del anillo de plata en su dedo, hasta que el pequeño diamante del anillo brilló ante los ojos de su padre—. No le he hablado desde ese tiempo.

Ellos no necesitaban saber de la discusión en septiembre, hace un mes. Ellos no necesitaban saber sobre la adopción de Livvy o sobre el nacimiento de Briar poco después del final del colegio, o sobre el hecho de que Laurel haya cubierto todo, una vez que se dio cuenta de que debió haber pasado la misma noche en la que ella y los chicos habían bebido de más. Ellos no necesitaban saberlo.

—Ha sido bueno verte —dijo Bernice.

Laurel sonrió.

—El placer no fue mío.

★ ★ ★

Octubre, 1981. Una en punto.

Había un café entre un parque de juegos y una bolera. En el verano, vendía todo tipo de helados, y cuando se acercaba Halloween, vendía pasteles con temas de la festividad. Galletas con forma de fantasmas, calderos, o fantasmas. Cake pops decoradas para verse como calabazas. Cupcakes con glaseado rojo y dos cuernos, para verse como el diablo.

El lugar era de muggles.

Briar estaba comiendo una galleta con forma de bola de cristal, mientras que Livius estaba desinteresado en la suya ya que tenía un juguete del Batmóvil.

Laurel se sentó en la mesa, pasándola un té a Remus.

—Deberíamos ver más sobre eso sueños de Briar —dijo Remus—. Ella nos dijo que había soñado con Aster el día anterior a su muerte. Todos sus sueños no pueden ser coincidencias sobre la guerra.

—Veré si podemos hablar con Trelawney —dijo Laurel cansada—. No será la más fiable, pero creo que será capaz de determinar si Briar es Vidente o si solo son sueños extraños.

Remus asintió. Él le agarró la mano y Laurel la apretó.

—¿Cómo fue el funeral? —preguntó.

—Diría lo que pienso, pero nuestros hijos están presentes —dijo Laurel. Ella tomó un sorbo de su té y sonrió—Bernice sugirió encontrarnos pronto. Dije que no. Barty Sr. también dijo lo jóvenes que eran James y Lily, especialmente cuando tuvieron a Harry, cuando les expliqué que me hicieron su madrina. No puedo esperar a ver su reacción cuando les cuente sobre la pequeña Briar.

Briar los miró y dijo:

—¿Qué?

—Nada —dijo Laurel.

Luego, Briar contó una historia sobre lo que ocurrió antes, cuando Remus había ido a una reunión de la Orden con Briar y Livvy, Molly Weasley estaba ahí, y Briar había jugado con Fred y George Weasley mientras que Livvy jugaba con Ron Weasley. En un punto Briar había dicho, en su balbuceo de niña.

—Un día, cuando sean mayores, ellos van a ser muy, muy viejos.

—Ella se va a dar cuenta también tarde o temprano —dijo Remus y Laurel rió. Briar siguió contando sobre como había jugado con los gemelos, y también como el tío Sirius había dejado a los otros para ir a jugar con ella porque él dijo que los mayores estaban siendo unos cabezas huecas.

Laurel miró a Remus en busca de una aclaración.

—No, él empezó a acusar a todos, porque él creía que definitivamente había un traidor en la sala. Me miraba mientras hablaba —dijo Remus, Laurel frunció el ceño—. Le dije que estaba siendo paranoico, al igual que Peter, él no quería saber nada de eso. Por eso, fue a hablar con el único Lupin que le agrada.

—Livvy y yo le agradamos —dijo ella.

Él respondió:

—Lupin no es tu apellido, tampoco el de Livvy.

—Lo es, en mi corazón —dijo Laurel poniendo una mano en su corazón. Remus rodó los ojos y Laurel soltó una risa—. Pero soy una... —ella articuló con la boca "perra"— como para cambiar mi nombre por mi matrimonio.

—La única...—él susurró "perra"— que conocemos es Sirius.

—Él sólo está paranoico —dijo Laurel.

Remus suspiró.

—Creo que el sospecha de mi por lo que yo soy.

—No, el sospecha de ti porque eres la primera persona en la que pudo pensar —explicó Laurel. Remus frunció el ceño—. James y Lily están escondidos. Marlene fue asesinada —ella dejó de hablar por un segundo, sintiendo que le faltaba el aire—. Y Peter se ha perdido unas cuantas reuniones de la orden para cuidar de su familia. El podía sospechar de ti, o de Arthur. Y estoy muy segura de que él pequeño Charlie Weasley le daría una patada en el trasero por sospechar de Arthur.

—Entonces, él va a sospechar de mi hasta que Briar o Livvy lo pateen —dijo Remus. Laurel cerró la boca y frunció el ceño. Eso no era lo que quería decir—. Mejor aún, si Briar o Livvy dicen algo, él lo dejará de hacer de inmediato. Actúa como la mascota de la familia alrededor de ellos.

—Y a veces —dijo Laurel—, en forma de perro.

—Eso también —respondió Remus. Apoyó su cabeza encima de la de Laurel, ya que su silla era muy alta como para que apoyara su cabeza en su hombro, como Laurel podía hacerlo—. Creo que él iba a verte, después del funeral.

—No me convencerá para pedir el divorcio.

Remus besó su cabeza.

—Sí, pero el hablará la mayor cantidad de... —dijo "mierda" en voz baja— que le sea posible.

—Eso no es muy optimista.

—Estamos en medio de una guerra.

★ ★ ★

Halloween, 1981. Diez minutos para las cinco en punto.

El treinta y uno de octubre estaba con un Remus ausente, porque Sirius le había preguntado el día anterior a Laurel si podía pasar el día con ellos, y Remus decidió que el momento perfecto para visitar a sus padres era cuando Sirius iba a su casa. Briar bailaba al ritmo de Fleetwood Mac y estaba animando a Livvy a que se uniera; mientras que el CD de Go Your Own Play sonaba en la pequeña casa de Godric's Hollow donde vivían, los dos niños eran pequeños todavía, Sirius y Laurel estaban apoyadas a los lados opuestos de la mesa.

Briar agarró de una de las sillas para recuperar el balance, luego corrió hacia Sirius. Él se agachó a su altura, ella lo abrazó sonriendo de manera resplandeciente—Quiero ver a Fred y a George, mami —dijo Briar. Livvy había corrido hasta ellos, e hizo una serie de balbuceos que sonaban emocionados.

Sirius miró a Laurel, luego a Briar y dijo:

—¿Ellos son tus novios, Briar?

—¡No! —ella negó con su cabeza frenéticamente—. ¡Son mis mejores amigos!

—Te dije que uno de los nuestro iba a ser amigos de uno de ellos —le dijo Sirius a Laurel mientras que Livvy llevaba a Briar de la mano a jugar con el juego de trenes encantados. Entre el marco de la cocina y el salón, Briar y Livvy eran visibles, los dos niños tenían en la mano trenes pintados para verse como el expreso de Hogwarts.

Laurel sonrió suavemente.

—Los deberías haber visto la semanas pasada —le dijo ella—. Ella estaba teniendo una boda de mentira con uno de ellos. No sé cuál de los dos, pero Briar de alguna manera los puede distinguir mejor que cualquiera de nosotros...

Cruzando sus brazos, Sirius le dijo:

—Tal vez es porque es una Vidente —Laurel alzó las cejas—. No puedes pensar que son coincidencias. Ella te dijo sobre Roman y Harleen un día antes de que adoptaras a Livvy.

—Espero que esto termine pronto —dijo Laurel. Ella exhaló, su suspiro sonaba triste a la vez que pesado—. Livvy con suerte podrá olvidar todo esto. Si Briar es una Vidente, verá muchas cosas malas en toda su vida. Pero el pequeño Livvy... olvidará lo que le pasó a sus madres, no podrá recordar cuando dijeron que los hombres lobo eran peor que los nacidos de muggle o haber estado en la cuna cuando Greyback las mató para llegar a él, pero Aster lo sacó antes de que le alcanzara.

—Tal vez Greyback mató a Aster —le dijo Sirius. Él pausó, miró a Laurel, y añadió—. Tal vez otro hombre lobo...

—Ya basta —dijo ella. Laurel miró al costado para asegurarse de que Livvy y Briar no escucharan—. Deja de joder con todo esto y de actuar como si tu mejor amigo tuviera la culpa. Es tú maldito mejor amigo. Empieza a crecer, Princesa. No estamos ya en la escuela.

Sirius abrió la boca y Briar entró a la cocina.

—Mami —dijo Briar y Laurel le sonrió dulcemente—, creo que la tía Lily y el tío James están heridos y que todos estaréis tristes.

Alguien golpeó la puerta.

Laurel miró a Sirius quien fue a atender la puerta. Ella agarró la mano de Briar y la guió hasta el salón con Livius y oyó a Sirius decir:

—Buenas tardes, residencia Lupin Crouch. Soy el humilde mayordomo...

Ella besó las frentes de Livius y Briar, asegurándose de haberlos escondidos bien mientras cerraba la puerta del salón y caminaba por el pasillo. Sirius estaba al lado de Bathilda Bagshot, quien le dio a Laurel una sonrisa nerviosa.

—Laurel, querida, es bueno verte —dijo Bathilda. Ella no podía sonreír de vuelta, su ceño fruncido era cómo el de Sirius—. ¿Dónde está tu esposo? Oh, Briar y Livvy, esos hermosos niños...

—Remus se fue a ver a sus padres —dijo Laurel, mirando en dirección a Sirius. Su paranoia lo hacía ver más exhausto, con las bolsas debajo sus ojos más grandes de lo que eran—. ¿Qué pasa?

Bathilda se envolvió en un chal.

—Creo que oí ruidos en la casa de los Potter anoche —ella dijo. Laurel y Sirius inmediatamente se miraron—. No quise ir a mirar yo sola y no quiero saber que puede ser, pero creo que ustedes podrían ir.

Laurel podía ver la preocupación en Sirius y ella lo pudo sentir. Ella le preguntó:

—¿Podrías quedarte con Briar y Livvy por unos minutos, por favor?

Asintiendo, Bathilda entró a la casa, siendo guiada hasta el salón. Briar y Livvy la saludaron con mucha emoción.

—¡Bathilda! —sólo para Livvy era ¡Bath-illyda! y para Briar era ¡Bath-ildah!

Sirius cerró la puerta detrás de él, una vez que Laurel estaba fuera, su varita dentro de su manga. Laurel cruzó el camino sin mirar, por la simple razón de que ningún coche pasaba, o si lo hacían, eran lo suficiente ruidosos para oírlos del otro lado de la calle. Tiempo suficiente como para cruzar de un lado al otro.

—¿Peter es el Guardian cierto? —preguntó ella. Sirius asintió y le dio una mirada. Ella se quejó—. Por el amor del maldito infierno, si crees que estoy diciendo esto para que dejes de poner las cosas en contra de mi esposo...

Él dejó de caminar, una vez que llegaron al portón.

—Hubo celebraciones hoy en Londres —le dijo Sirius. Laurel frunció el ceño, caminando una vez que vio que el cerrojo estaba destruido—. Sé silenciosa, Laurel.

Ella miró sobre su hombro y asintió. Laurel abrió la puerta y el llanto de un Harry bebé la hizo congelarse en el marco de la puerta. Sirius abrió la puerta por completo. Él dio un paso dentro pero al ver lo que había en el pasillo, se congeló, seguido por Laurel.

James, un cuerpo post mortem, yacía al lado de las escaleras.

El reloj marcaba las cinco en punto.

—¿Crees que él estuvo aquí? —dijo Laurel. Su voz a penas un susurro. Sirius asintió. Si hubiera un momento semejante a cuando vieron la parte de horror de una película cuando tenía ocho años, era este—. Harry... Lily...

Laurel adelantó Sirius, sus ojos yendo de James a las escaleras que ahora estaba subiendo, con Sirius siguiéndola. Entraron a la habitación de donde provenía el llanto. Los dos pararon de pronto. Lily, como James, yacía en el suelo. Harry seguía en su cuna, su llanto cesó una vez que vio a Sirius y a Laurel.

—Peter debe haber dicho donde estaban...

—Te dije que no era Remus.

—Necesito encontrar a Peter, voy a matar a ese bastardo...

Laurel lo miró y lo abrazó fuertemente. Sirius la abrazó de vuelta. Ella se alejó y cargó Harry, antes de pararse al lado de Sirius, asegurándose que ninguno de ellos, ni Harry, vieran los cuerpos de James y Lily.

—Quédate a salvo, por favor —dijo Laurel—. Fuiste mi mejor amigo desde que tengo memoria. Eres el mejor hermano que haya podido pedir. Te amo... por favor, no vuelvas herido.

Sirius la rodeo con un brazo, intentando abrazarla mientras cargaba a Harry.

—Eres la mejor hermana que haya podido pedir —dijo Sirius—. También te quiero.

—Y —le dijo Laurel— sí encuentras a Peter... —ella articuló "mátalo." Harry no necesitaba oír las palabras asesinato, o muggle. No todavía, por lo menos.

Él asintió amargamente. Y salió fuera de la casa, Laurel dejó la casa a un paso más lento, simplemente porque las escaleras eran más difíciles de bajar cuando llevabas un niño en brazos y evitabas que viera los cuerpos de sus padres difuntos.

Laurel corrió hasta la cocina, donde la lechuza de James estaba posada en la ventana. Ella sentó a Harry en su silla, y agarró el pedazo de pergamino más cercano, también una pluma y escribió las palabras:

VOLDEMORT MATÓ A JAMES Y A LILY. HARRY SOBREVIVIÓ. HARRY ESTÁ EN MI CASA. LO PUEDEN BUSCAR O YO ME QUEDO CON ÉL.

Que la fuerza os acompañe.

—Laurel

Ella ató el pergamino a la lechuza, poniendo la dirección de Dumbledore en letra molde clara.

Laurel miró a Harry.

Era seguro decir que Laurel Crouch, por más que ella lo negara, era igual que sus hermanos. Pelo oscuro, ojos marrones y capaces de someterse a algo hasta que no importara nada más, los tres Crouch eran diferentes lados de la moneda; Laurel, había pasado meses de su adolescencia para ver como coincidía con su familia, llegó a la conclusión de que mientas sus hermanos compartían un lado de la moneda, ella estaba sola en el otro. Mientras ellos estaban en el lado oscuro de la moneda, ella estaba en el lado luminoso, el lado que tenía la luz rebotando para todos lados en vez del lado que tenía su luz oculta entre la superficie donde se posicionaba la moneda.

¿Pero qué pasaba cuando el lado luminoso estaba arrinconado en el lado oscuro? ¿Qué pasaba, cuando había oscuridad en todos lados y era impresionante como el lado luminoso le faltaba consumirse?

Laurel sabía que quería llorar, pero si ella lloraba, tendría que lidiar con Briar, Harry y Livvy poniéndose mal por su llanto. Ella tendría que hacer la misma cosa que la gente hacía cuando fingía ser fuerte... esperar que los niños se durmieran y llorar hasta que no le quedarán más lágrimas para hacerlo. Ella suspiró.

Nunca en su vida se había sentido tan azul.

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THE END

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Desliza para ver las secuelas y otras historias de la misma autora.

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