La Trampa

—¿Qué se supone que tienes allí? — pregunto pero rápidamente identifico el lugar apareciendo un orbe a su lado — ¡Este es un escondite de los hijos del cielo! ¡¿La comunidad sabe de ella?! ¡¿Están asociados a ellos?!

—Esta abandonada, estamos en el norte, es normal encontrarlas ni es delito usarlas — le respondía sin mostrar intención alguna de atacar — si, ellos saben de este sitio, parece ser un puesto de avanzada algún sitio de vigilancia para resguardar el sitio sagrado de su nacimiento Rendor y cercas del castillo flotante.

—Si buena clase de historia pero ¿Para que usan este lugar? — Darren no gustaba de sus divagaciones.

—Solo aquí podemos dejar al niño, tenemos que si entra a la comunidad pueda tener una respuesta agresiva — respondía al insertar la llave en la puerta dibujada con luz.

—¿Temen de un niño? — le era algo difícil de creer, pero recordó las medidas que estos tomaban.

—No del niño, sino del otro — se explicaba mientras las luces se movían incrustándose en las sólidas rocas creando así las dos grandes puertas las puertas revelaron un grabado de un imponente lagartija con grandes alas.

—Debieron hacer un exorcismo, si no funcionaba demostraban que se trata de algo más — frente a ambos se abrió el pasaje adornada con luz en los bordes del pasillo, el cual era bastante amplio.

—¿Un exorcismo? Creo que podría resultar en un problema gigantesco. ¿No tienes alguna idea de lo que le pasa a tu aprendiz? — insistía la maga quien se negaba a ese ritual.

El pasaje al cuartel oculto de los hijos del cielo y la tierra tenía diversas armas colgadas en los muros, está armería bien suministrada le daba un mal presentimiento, incluso estaban armaduras completas sin la menor señal de haber sido olvidados, mazas bélicas, lanzas adornadas con piezas de metal asemejando fuego, espadas bastardas, un par de claymore y arcos con flechas con horribles adornos sádicos.

—¿Por qué todo luce como si siguiera usándose? — le pregunto al sentirse amenazado ante la posibilidad de una alianza espeluznante.

—No temas, no tenemos contacto con los dragones ellos son bastante antisociales con otras razas, sus cosas parecen ser únicamente compatibles con su gente, parecen tener un hechizo para tenerlos en perfecto estado — le aseguraba mientras avanzaban por el pasillo — pienso que este sitio de avanzada era un secreto que pocos conocían, por ello es que no han venido a reclamar está montaña.

—¿Encontraron algún secreto? ¿Un arma alarmante? ¿Un hechizo de perdición? Eran famosos por asegurarse de calcinar las tierras que dominaban — Darren se mostraba bastante intranquilo sabía que el norte era peligroso ante la falta de magos y guerreros al servicio del Rey Berdinon para asegurar las tierras.

—Todo está bajo control, por algo el Rey entrego estás tierras al señor Osmir — su respuesta le dio mucho que pensar al mago.

Ambos llegaron a una amplia sala con seis columnas a cada lado, marcas de fuego se notaban en las paredes las cuales tenían grabados a color de bestias inmensas repletas de escamas algunas representaciones variaban en su tonalidad de escamas, otros tenían crestas que les daban cierta semejanza con los demonios. Darren creo una bola de fuego en su palma para ver con mayor atención a los grabados pero ya muchos eran irreconocibles ante varios arañazos, así dándose cuenta que ese sitio fue lugar de una increíble batalla lidiada aparentemente por seres de la misma especie.

—Asombroso, este sitio fue lugar de un enfrentamiento sin igual — dejo escapar su emoción, notando como los arañazos seguían hasta arriba donde existía un pequeño hueco donde se filtraba la luz natural — ¿Una traición? ¿Un engaño por parte de nuestro reino? ¿Una misión encubierta de alguno de los guerreros primigenios?

—Creí que la historia era aburrida para alguien tan apurado como tú — se burlaba Felicia del asombro mostrado por su compañero.

—Esto parece ser un hecho olvidado de la guerra de los mil años ¿Como podría ser algo banal? — decía entusiasmado intentando imaginar cómo ocurrió la situación en el pasado.

—¿Tu buscarías la gloria de la historia? ¿O te es ajeno el anhelo? — de la nada se le ocurrió preguntar a la mujer, Darren pudo notar una ligera intención de valoración como si quisiera tomarle importancia y romper un muro invisible que ella misma puso entre los dos.

El mago ante está pregunta se tomó un momento para responder, suspiro profundamente y volteo a verla.

—Yo no lo busque, pero simplemente paso, soy el único mago desvinculado al Axis Vitae o Gal’hdor como tú la llamas, mi nombre pasará a la historia no solo por mis hazañas, mi rara magia y posiblemente ser el último mago de fuego azul, sino por dejar que el miedo me defina — contó sin alarde, sino más bien pena, la cual lo llevo a voltearse para no mostrar su rostro avergonzado.

Felicia comprendió lo que eso significaba, cuan difícil era decirlo y las implicaciones que ello conllevaba, dudas surgían de su cabeza pero reconocía que no era el momento.

—¡¿Qué demonios piensa esa cabeza pálida al decirme eso?! — pensaba enrojecida por escuchar tal secreto, sus manos ocultaron su cara ante la pena que cargaba al ser su oyente, continuaba su réplica en su mente — ¡¿Por qué tuve que preguntar?! ¡Ese tonto mago!

Felicia noto el comportamiento del mago poniendo fin a su negación.

—Debió serle difícil decirlo y lo hizo para no dejarme ignorada — comprendió el motivo de aquel suspiro, con ello en mente fue a él y le tomo del hombro.

—Yo también deje que otras emociones me definieran, hice cosas de las que me arrepiento,  otras que no pero chocan contra cosas en las que creo, siendo honesta creo que mi vida es un desastre en el que no puedo ser honesta ni conmigo misma — le contaba a un Darren quien la miraba de reojo aún afectado por lo dicho.

—¿Qué quieres decir? — dijo asombrado por lo que decía la mujer.

—Sígueme, te lo mostraré será más fácil de comprender — Felicia lo guío por un camino oculto tras una emblema de madera con piezas de metal que simulaban unas gigantescas mandíbulas.

—Espero no esté muy lejos de Tod — Darren esperaba ver al niño con prontitud.

—No, de hecho lo deje junto a mi secreto personal por eso necesite llegar a ellos antes que los líderes de la comunidad — le explicaba en el pasaje secreto.

La bola de fuego de Darren le sirvió en aquel tramo insólito ya que no existía alguna fuente de luz, el mago se le veía bastante inseguro al estar en un sitio tan cerrado pero su guía era lo opuesto sin embargo libraba una batalla interna silenciosa.

—¿Qué estoy haciendo? ¿Realmente puedo confiar en el extranjero? Si bien antes cooperamos para salvarnos y el se expuso ante mi, no muchos lo harían, incluso parece ser una buena persona, quizás un poco anormal al resto de magos ayudar a un niño desprotegido tampoco es algo común — ambos llegaron al final del corredor oculto en el un pequeño escudo con lo que parecía un ojo amarillento, la maga lo presiono activando el último pasaje escondido.

Ambos adultos vieron una habitación amplia y cómoda, con platos con sobras, vasos tirados sin bebida, antorchas que daban una buena visibilidad, una amplia cama con cortinas para mayor privacidad y dos niños jugando con una baraja de cartas, ambos sorprendidos de ver a alguien tan pronto, se trataba de Tod Lender y un niño mayor por un par de años de pelo negro alborotado, algo cachetón y con una mirada bastante intrépida a comparación a la de Tod quien tenía una tranquila ante la inseguridad de su pasado.

—¡Darren! ¡Viniste! — el niño se alegraba de volverle a ver dejando a un lado su juego y yendo con quién le ayudo por primera vez.

—Oye si te retiras se considera como mi victoria — señaló el otro niño quien le siguió para ir con Felicia.

—Tía que extraño que vinieras tan pronto ¿Por qué traes a alguien más contigo? — miro con cierto desdén al extraño, pero se relajo un poco al notar la confianza que le tenía Tod.

—Es alguien quien podría ayudarnos — Felicia dijo eso aún con el conflicto en mente.

—¿Cómo podría hacerlo? ¿Qué tiene él que tú no? — el menor confianzudo hablaba sin reservas.

—¡Oye soy un mago bastante impresionante! — recriminaba ante el poco reconocimiento dado — ¿Pero en qué puedo ayudar? ¿Y quién eres tú?

—El es mi sobrino, Edgardo — le contaba la maga quien se interpuso entre su familiar y el mago de la Orden de magos — y sobre lo que puedes hacer.. es algo complicado.

—¿Darren nos iremos de aquí? — el niño reflejaba su añoranza de partir en su voz — quisiera ver nuevamente el sol.

—Si, claro que nos iremos, pero antes le ayudaré a Felicia — le aseguraba el hombre peliblanco.

Todos se quedaron paralizados solo allí quietos, por el pasillo apareció la mujer fundadora del Mirindio, Angora camino lentamente entre las personas quietas, en ese entonces los ojos de la mujer tenían un inusual resplandor de diversos coloraciones, ella portaba una sonrisa burlona la cual era ligeramente tapada por una de sus manos arrugadas.

—Ya has dicho suficiente mi niña, ya nos has mostrado más de lo necesario — Angora le acaricio la mejilla a Felicia — tu nunca saliste de la sala, nunca llegaste al escondite de tu sobrino, aquel que diste por muerto para evitar compartir su fuerza mágica.

La maga se percató de la trampa bastante tarde su incapacidad para librarse de aquella vivida ilusión solo la atrapaba más en la movida de Angora.

—Es una verdadera lastima quería creer que tú único error fue con el aldeano hace unos meses pero ver que tú traición llega tan lejos — la voz de la anciana retumbaba con dolor y pena ajena.

Aquel recinto se desvaneció como si se tratase de humo al igual que los tres individuos que la acompañaban solo para despertar en la sala sentada en una silla con diversos amarres y con las tres autoridades mirándola con desdén.

—Esto corrobora todo lo que necesitábamos saber, tú has traicionado a la comunidad que te recibió con los brazos abiertos, inclusive intentaste formar una alianza con el hombre retenido — le acuso Rimerio señalándola con el dedo índice.

La maga estaba sumamente nerviosa no sabía que decir para defenderse solo miraba nerviosa por todos lados esperando ver algo que le fuera útil, Osmir solo negaba decepcionado por lo ocurrido en esa posibilidad implantada en su mente.

—Aunque no lo creas teníamos esperanzas en ti, está prueba fue bastante reveladora y decepcionante — concluyó el líder de la comunidad poniéndose de pie para dictaminar el castigo — se te sentencia a ser parte del Mirindio, junto a tu sobrino.

—¡NO! ¡NO POR FAVOR NO PUEDEN! ¡PERDÓNENME! ¡NO LE HAGAN ESO A LOS NIÑOS! — suplicaba Felicia atemorizada por el destino impuesto a los menores.

—La orden fue dada, no existe más por hacer — dijo Angora tomándole del hombro como si le causará una gran pena.

Los dos mayores de retiraron del lugar dejando a Rimerio quien parecía disfrutar del sufrimiento de la mujer, solo después de verla detenidamente partió dejándola dando gritos de desesperación.

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