El Niño Que No Podía

—¡¿Qué se supone que haga?! ¡Mi supuesto maestro me abandono a mi suerte! ¡Y para colmo quiere que lidie con los sellos alrededor de la habitación! ¡¿Cómo se supone que me está enseñando algo?! — entraba en pánico el niño ante la presión en sus hombros — ¡Esto es peor que vivir en la calle! Se que de alguna loca manera mejoro mi salud, incluso me brindo una extraña sensación de seguridad, lo aprecio mucho, también por está túnica verde, se ve muy fina pero.. — divagaba un poco ante el nerviosismo generado.

Los guardias se reincorporaban y observaban atentos al niño, recordando muy bien que estaba en compañía del osado mago, la respiración de Tod se agitaba, solía estar en situaciones peligrosas, donde tenía que huir para salvarse, encontrar algún escondite, un sitio donde pasar un rato, pero esto distaba completamente de ello, ahora tenía que ver no solo por si mismo, sino por el hombre que le brindo hospital y eso lo estaba matando por dentro.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tenías que darme está carga?! ¡¿Cuándo mostré alguna señal de entrega absoluta por ti?! ¡¿Cuándo creíste que podías confiarme tu vida?! — Tod temblaba agitado ante las ideas en su mente, lloraba temeroso de lo que sus próximas acciones traerían por consecuencia a su vida — No puedo, simplemente no puedo. Lo siento mucho Darren.

El niño sin nombre agachó la mirada, huyendo del lugar, dejando a su suerte al mago. En el interior de la habitación protegida, Darren era sometido a una tremenda golpiza a manos de los miembros de la secta, aún seguía aporreado por la anterior zarandeada propinada por los vándalos hace poco. El rostro del hombre estaba cubierta por su sangre, sus captores no fueron piadosos, sus puños se precipitaban cargados de coraje.

—¡Míralo! ¡Podrá ser un mago de gran prestigio, pero cayó redondito en nuestra trampa! — se burló uno de sus opresores.

—¡Son solo hombres de hojalata! Vacíos por el interior, únicamente siguiendo las órdenes de su tan proclamado Orden De Magos. ¡Me dan asco! — le escupió en la cara al mago, otro miembro de la secta.

—Vamos chicos tranquilos, estamos en algo muy importante y ahora con nuestro invitado más importante con nosotros, todo tiene sentido — Bhoris señaló a Darren, bastante complacido con la situación — ¡Ahora Lord Dornis ya se cumplió nuestro acuerdo!

—¡Espera! ¡¿Has dicho Dornis?! ¡El fue el que encargó la misión desde un principio! — les interrumpía la charla a los hombres del otro lado de la jaula.

—¡Gracias Bhoris! ¡Ahora sabe de mi identidad! — se quitó su máscara y la capucha con molestia, parecía haber perdido la compostura, el maestro del credo solo alzo su mano para calmar al noble.

—No tiene porque preocuparse, nosotros lo tenemos indefenso, a un mago de gran calibre, será una buena carta que usar para los siguientes pasos a seguir para levantar a la villa de Salem — indicaba con serenidad el sujeto de la cicatriz de corona, trayendo de vuelta la compostura de Dornis.

—Mas vale que sea así, no deseo encontrarme con que descubran nuestra tetra, perdería todo si supieran el desprecio que les tengo a esos afamados “héroes” — señalaba el noble levantándose de su asiento.

—Los siguientes pasos se harán con rapidez, cuando noten la ausencia de este mago ya no solo tendremos nuestra independencia, sino la fuerza necesaria para hacerles frente — revelaba ante el mago tales alarmantes noticias.

—¡Bhoris! — llamaba su atención el herido mago, sin dudas su llamado atrajo al importante miembro de la secta — ¡Deberías aprovechar está oportunidad y matarme! Créeme te arrepentirás sino lo haces.

—¡Pero qué noble de tu parte! ¡¿Todos oyeron?! — les pregunto a sus compañeros y socios en señal de burla — ¡Este mago si que es gracioso, nunca pierde su sentido del humor! ¡Llévenlo con los otros!

El hombre sin fuerzas fue arrastrado al exterior, donde bajaron a otro nivel, allí la luz escaseaba, pero podía identificar alrededor de tres cuerpos, uno colgado por unas cadenas puestas en el techo, los otros estaban en el suelo, suponía estaban exhaustos y posiblemente famélicos, este es arrojado en el interior de la jaula junto a los otros, siendo encadenado en el proceso, para dejarlos en la oscuridad.

—Carajos.. lo arruiné — añadía el hombre machacado.

—¿Darren? ¿Eres tú? — una voz conocida aparecía en las negrura del lugar.

—No puede ser. ¿Eres tú Dennis? — preguntaba el mago esperando equivocarse.

—Si, ellos me ficharon también, al igual que a ti y tus amigos — respondió el dueño de la tienda, el mago no podía verlo, ni a él o a los otros.

—¿Amigos? — sentía como esa palabra difícilmente acertaría en su relación con más magos, lo que lo llevo a continuar — yo no tengo amigos.

—Esas palabras hieren mi corazón — escucho la voz de Faustus ya algo menguada.

—¡No puede ser! ¡¿Tú también?! — exclamó el preocupado hombre.

—Solo te vi entrar a ti ¿Esta bien el niño? — Darren guardo silencio por un momento, intentaba ignorar lo que pasó.

—Creo que soy un pésimo maestro — respondió luego de pensarlo — le exigí mucho, lo presioné y el se fue. Ahora temo que sea buscado por estos tipos y será por mi culpa.

—Mejor preocúpate por ti — le recomendó Dennis, quien sonaba bastante irritado para escuchar algún drama ajeno.

—¿Qué quieres decir? Escuché seríamos rehenes de ellos para tener a raya a la Orden De Magos — creía esto el mago peliblanco.

—Si, pero no necesitan tenernos en una sola pieza, mandarán parte de nuestros cuerpos como muestra de nuestro cautiverio — les informo su fatídica situación, todos quedaron sin habla tras esto.

En el mercado profundo se llevaba acabo una persecución, varios miembros de la secta seguían a un niño con capa, estos lanzaban las cadenas para atraparlo, sin embargo mostraba ser bastante escurridizo, se metía por los puestos de los vendedores para complicarles su captura, pero aún así no podía lograr subir las escaleras, estás eran completamente custodiadas por más tipos de la secta fuertemente armados, otros más se esparcieron por todo el lugar para colocar los sellos de retención de magia.

—¡No! ¡No! ¡Debo escapar de aquí antes de que sea tarde! ¡Ellos no me dejaran salir de aquí! — se dijo a si mismo en su angustiante situación.

—¡Detente sucio pagano! ¡Eres una plaga bastante escurridiza! — le gritaban los encapuchados detrás suyo.

Al pasar entre los puestos diversas manos aparecían para sujetarlo, pero algunos individuos oportunistas vieron su chance tomando los artilugios que exponían para venta, los vendedores entonces ignoraron al niño para irse tras los ladrones.

—¡Esa es la respuesta indicada! — exclamó contento de encontrar una salida a su predicamento.

El niño tiro toda la mercancía que alcanzaba a tomar, los visitantes no tardaron en agarrarlos y el caos fue desatado, los hombres de la secta no podían llegar al niño, pero necesitaba aún más para lograr salir, para colmo pudo ver cómo colocaban uno de los sellos en la pared, el tiempo se agotaba.

—¡Debo concentrarme! ¡Puedo hacerlo! — se decía a sus adentros, en un intento por usar su magia a conciencia — siempre he temido ser consumido por esta gran marea que es está maldición que cargo.

«—Ya no temas, siempre hemos salido adelante los dos, déjame regular la cantidad de magia que liberas — le pedía la otra entidad existente en Tod.»

—Si los dos conseguimos llegar hasta aquí — admitía con satisfacción el niño castaño, pero vino a su mente Darren.

«—Te preocupa ese mago — notó claramente sus pensamientos — es normal, fue el primero que extendió una mano a nosotros.»

—No siento que deba abandonarlo, sigo confundido — Tod quería tirarse al suelo y llorar ante su indecisión, pero no podía perder su oportunidad — lo haré. Lo salvaré. Solo apóyame con la magia.

El niño se detuvo frente a las jaulas de guardaban a los esclavos antes de ser vendidos, ellos se quedaron pasmados con su presencia. Tod levantó su brazo derecho y aún con temor libero su magia, cinco esferas de fuego aparecieron sobre sus cinco dedos.

—¡Debo calmarme! ¡Concentrarme como lo hacía él! — recordaba a Darren y su desempeño con la magia en las diversas ocasiones — ¡Puedo hacerme a la idea gracias a ti! ¡No puedo dejarme llevar por el miedo o seré sepultado por las llamas!

Las cinco orbes de fuego crecían exponencialmente, para luego volver a reducirse, demostrando su inexperiencia en el uso de la magia cómo es debido, en cualquier instante podría liberar un mar de llamas en el mercado, llevando las vidas de todas las personas allí presentes, los esclavos parecían no importarles lo que pasaba, solo veían la posibilidad de ser libres y herir a sus captores, sus gritos y pedidos no ayudaban a la concentración de Tod, solo se ponía más tenso, otro sello era colocado, faltando solo dos más para perder su magia.

«—Déjala salir toda, si esperas a tener la precisión indicada podrías ser atrapado antes.»

—¡No! ¡Darren no desearía que hiciera eso! ¡Un mago protege a todos! — intentaba seguir el ejemplo dado por su maestro.

«—No valen la pena, solo sálvate — le imploraba su otro yo en su interior.»

—No, Darren se fijo en mi siguiendo está idea, si no puedo respetarla sería un hipócrita — se mantenía firme ante el ideal impuesto sobre si mismo.

Título final:
El Niño Que No Podía Rendirse

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