El Maestro Celeassar
—Recuerdo esa luz que dejo atrás aquel demonio, una intensa luz cegadora tras entregar los “dones”, dejándome lo opuesto a lo que les dio al resto — contaba Alicia aquel día donde invocaron algo más allá de su comprensión a este mundo — y aquella sensación, esa que me dejó al irse, quiero negarme a volver a sentirlo, temo verme nuevamente en esa habitación donde siento tan frágil y expuesta mi existencia. Pero..
Su mente podía ver claramente la cabeza de Lancelot volar por los aires, antes de que esto pasara eso hizo que interviniera a tiempo, lo que la impulso a entrar a esa habitación que la desmoronaba con facilidad.
—No quiero perder a nadie más — indico dispuesta a entregar todo de su ser por tener la fuerza necesaria para proteger.
—¡Maldita BRUJA! — exclamó utilizando su muñón para dañarla esperando que el arma fuera incapaz de pararlo en esta ocasión.
Alicia fue arrojada ante el impacto, pero ella no estaba dispuesta a rendirse, volvió a ir al ataque. Lancelot miraba sus heridas, podía notar como sus órganos palpitaban, la sangre salía de sus fatales heridas, su cuerpo perdía fuerzas con rapidez, apenas podía aguantar su propio peso aún apoyándose con su lanza.
—Si tan solo no me hubiera confiado — se lamentaba al verse minimizado en esta batalla.
Alicia seguía bloqueando los ataques de Gilffher quien no paraba de recibir cortes por todos sus brazos, su pelaje ya estaba empapado con su propia sangre, pero se mostraba capaz de aguantar la contienda pese su condición decadente, la bruja por su parte tenía moretones visibles en sus brazos, de igual manera en las piernas pero su ropa podía ocultarlas, las garras estaban dispuestas a arrancarle la cara a la joven al estirar su extremidad para conseguir su máximo potencial de ataque. Nuevamente el cuerpo de Alicia se negaba a ser atrapado en aquella habitación donde era observada de forma tan abrumadora por el ente demoniaco.
—¡Alicia! ¡Ten cuidado! — le advirtió Lancelot VI al notar como su cuerpo se entumecía en un momento tan alarmante.
—¡Debo entrar! ¡Demonios! ¡Si quiero salvarlos..! ¡Si lo hubiera hecho antes también estaría viva! — recordaba a Nadia quien fue sepultada tas una mortal ráfaga de flechas.
Su mente abrió la puerta dañada del sitio, ingresando a la estructura dónde llevaron acabo el pacto años atrás, el ambiente parecía ser el mismo, un toque tenebroso el cual ponía toda piel alerta al tacto con ella, el suelo rechinaba como la primera vez que entro con su grupo, cosa que no mejoraba las cosas, siguió adelante hasta llegar a otra habitación donde varios círculos mágicos estaban dibujados tanto en el piso como en las paredes y el techo.
“Tu fuerza crece y crece, no haces mal al volver aquí, por mero instinto sabes que aquí podrás explotar con mayor facilidad la fuerza de tu poder anti demoniaco.”
Hablo la mismísima habitación para con un tono lúgubre que hacía reformular las prioridades de Alicia, pero sabía que ya estaba allí, no podía dar marcha atrás.
“Levanta tu espada de luz y recita las siguientes palabras”
—¡Medium Lunam! — una esfera negra cubrió el cuerpo de la joven, solo la mitad de su cuerpo se veía su silueta, el otro permanecía envuelto en las sombras imperceptible ante el ojo humano.
—¡¿Pero que clase de brujería es esta?! — bramó al desconocer dicho truco, pero reconoció el peligro que representaba.
El monstruoso Gilffher tomo la delantera para evitar mostrar una brecha como lo hizo con Lancelot su garra estaba dispuesta a reducir a la mujer a pedazos sangrientos, pero al acercarse fue destellando por una abrumadora luz, cegando al maestro quien se vio imposibilitado para culminar su ataque.
—Ya lo veo, tu vista es el verdadero problema — escucho la voz de la maga detrás suyo, instintivamente soltó su zarpa en esta dirección, pero sin causar algún daño.
Un agudo dolor aturdió a Gilffher al sentir el objeto contundente atravesar su córnea, por primera vez este retrocedió y su oponente no le dio respiro, múltiples cortes y tajos fueron dados, su vientre se vio afectado con más de cinco cortes y tres estocadas, los movimientos de la cazadora de demonios eran rápidos y contundentes, pudiendo lograr tanto daño en un breve periodo de tiempo, la sangre del maestro se vio esparcida por el lugar tras el uso de la espada, los tres presentes se quedaron quietos por un breve periodo de tiempo, dos de ellos intentando asimilar lo ocurrido.
—Entiendo el por que están tan interesados en tenerla bajo observación, ella pudo reducir la amenaza en un instante — noto Lanzelot quien se vio en la necesidad de sentarse al no poder aguantar el dolor.
“No tiene por qué morir alguno de los nuestros, si son superados por los enemigos escapen”
Gilffher recordó la orden principal de su líder antes de su partida, con esto en mente supo lo que debía hacer, con sus últimas fuerzas se volvió al bosque en dirección a la ciudad amurallada, esto tomo por sorpresa a Alicia quien le dejo ir.
—¡No le permitas huir! ¡Es mejor vencerle de una vez! — le reclamaba, pero ella fue a su lado, cosa que lo ruborizó.
—Si lo hiciera tu morirías — poso sus manos sobre sus heridas, rezando palabras que el guerrero desconocía, liberando un grato calor sobre la zona afectada, era curado.
—¿Pero y la misión? — el guerrero se negaba a olvidar su papel en el plan.
—Creo que se a demostrado se trataba de una trampa, fuimos atacados apenas nos separamos y nuestra compañera fue asesinada.. — dejaba en claro con gran pesar ante la tragedia, pero miro con ánimo a su compañero — creo que debemos reagruparnos para retirarnos, estamos en terreno enemigo.
Lancelot entendía que ella no quería sufrir más pérdidas, haciéndole comprender que ella no estaba apta para el campo de batalla dónde esto ocurría a diestra y siniestra; apenas se recompuso fueron en búsqueda de sus compañeros.
Velvet se veía cara a cara contra una legión de guerreros con el símbolo de la ciudadela, un escudo sobre una morning star, representando el pasado y origen de esta fortaleza; está armada le hacía dudar de atacarlos con su magia, recordando la limitación de su misión, el Le Piro presente tenía a un maestro rubio frente a él, un hombre de vientre grande expuesto, no parecía preocuparle su seguridad al no portar ninguna protección como una cota de mallas, solo llevaba un saco negro y su capa roja, pero este estaba orando desde que los encontró.
—Gracias por esperarme, debía agradecer adecuadamente nuestra santa patrona — pedía disculpas de forma bastante amable, esto era algo alarmante para el brujo quien tenía conocimiento de las bendiciones de los altos maestros — Soy Celeassar, el maestro de la misericordia, un hombre con la bendición de nuestra señora del perdón.
—Si no eres Bhoris no tienes la bendición del terrenal, eso significa que podrías tener la locura, la absolución, la equidad o la voluntad — esto parecía contentar al hombre, facilitando su trabajo.
—Soy el de la equidad, dador de lo justo, el más entregado a su labor como ciervo de nuestra dama — proclamó el maestro quien estiró sus brazos como si pudiera recibir la gloria aparentemente invisible de su señora.
—¡Velvet retírate este tipo es peligroso! — le advirtió sin quitarle la vista de encima al risueño seguidor de la secta.
—¡Deja que la justicia de nuestra bondadosa dama inunde sus mundanos cuerpos! — su declaración que sonaba más como una amenaza inquieto a ambos servidores de la Orden De Magos.
Velvet antes de verse afectada por la bendición del maestro le señaló con su cetro agobiado por distintas gemas, en un instante la imagen de Celeassar se desvaneció, para retumbar un grotesco sonido en los adentros del bosque, estaba claro que la maga logro dirigir su cuerpo a gran velocidad al bosque, hasta estamparlo contra algo sólido.
—Maestro o no, dudo que aguantará eso — declaraba bastante orgullosa de su acción, pero el Le Piro estaba atónito.
—No debiste hacerlo, su don.. — el pelirrojo parecía que caería en cualquier momento.
—¿De que hablas lo pare antes de que pudiera ponerse en marcha no? — de su nariz se escurrió una línea de sangre, la cual cayó sobre su cetro, ella lo miro intrigada, en el reflejo de su objeto pudo ver como su cuerpo se molía, su ojo derecho se atiborro de sangre, sus dientes cayeron de golpe su brazo se doblo de forma antinatural, su piel se llenó de raspaduras, su agraciada apariencia quedó en el pasado dejando una masa sangrante, sus piernas se rompieron y en una el hueso sobresalió de su carne, cayo al suelo inconsciente tras el severo daño recibido.
—Es una pena, ella era muy bonita, pero demasiada apurada para mí gusto — bromeaba el maestro quien volvía al camino donde estaban sus hombres y los magos, para la sorpresa de todos estaba intacto, ni siquiera su ropa estaba empolvada tras lo ocurrido.
—Así que eso es equidad — concluyó Thadeus quien se disponía a entrar en combate liberando dos grandes círculos mágicos dibujados con fuego a sus espaldas.
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