El Engaño
Varios hombres armados protegían una residencia elegante, cuya construcción era de piedras, incluso contaba con una reja para mayor protección, dentro de la casa estaba el regente de Somilen, Lord Dornis, contaba con cinco guerreros con apariencia temible, se mostraban bastante confiados para resguardar su vida.
—¡Deben asegurarse de que ese mago no venga por mi! — les ordenaba el noble, temiendo por su seguridad.
—No se preocupe, puedo garantizar que ningún mago le pondrá una mano encima — respondió el líder del grupo, este tenía un parche cubriendo su ojo derecho, su melena negra estaba echada para atrás, inmediatamente saco su espada corta.
La figura de Darren apareció en la calle, en esta ocasión no tenía su habitual expresión despreocupada, los guardias no dudaron al encararlo, dos lanzas fueron por su oponente, el mago giro bruscamente, su capa fue atravesada, acto seguido un par de crujidos llamo la atención de los hombres, apartando sus armas, notando que fueron quebradas, aprovechando el punto ciego generado por su capa, se deslizó a una velocidad impresionante, sujetando a ambos del cuello.
—No quería que me vieras haciendo esto y creo que Faustus lo entendió — musitó el mago quien inmediatamente prendió fuego en los cuerpos de sus atacantes, estos se retorcieron para dejar de moverse — temo que descubras este lado mío y huyas, se que no es algo fácil de procesar, yo mismo lo viví.
Tres hombres más fueron tras el mago, sus espadas ansiaban la sangre del peliblanco, Darren con una inmensa indiferencia por la vida fue tras estos con ambas manos desnudas, las espadas fueron descargadas sobre el mago, su mano las tocó por un costado, encendiendo los brazos de sus atacantes, cinco enemigos fueron a su encuentro y más llegaban para detenerle, segundos después saco de la bolsa entregada por Faustus un pequeño aparato dorado muy ostentoso, cualquier persona que le viera lo señalaría como una farol de vela.
—Deseaba no tener que usarla, pero es demasiado riesgoso usar magia sin tocarlos — se repetía constantemente intentando convencerse de emplearla.
En la ventana Dornis miraba entusiasmado la pelea, esperando ver rodar la cabeza del mago, por otro lado, el líder de los guerreros aguardaba en la puerta de la habitación sin mucho temor a lo que sucedía en las afueras, el Lord quedó pálido al ver cómo todos los guardias cayeron fulminados tras revelar lo que parecía un farol, la mirada vacía de Darren conecto con la de Dornis, quien inmediatamente fue a dar al otro extremo de la habitación.
—¡El los mato! ¡¡L-los mato!! — exclamaba el hombre aterrado.
El guerrero del parche quien tenía su pechera cubierta por varias telas negras se preparó para lo que estaba por venir, señaló a sus hombres a estar a un lado de la puerta para una emboscada.
—No haga ruido si quiere vivir — le señaló el líder señalándolo con el dedo.
—Si señor Gilffher — contesto para luego callar.
El silencio reino por un largo tiempo, hasta que el rechinar de la madera hizo evidente la presencia del agresor, se oía en el primero piso, parecía tomarse su tiempo para subir, eso consumía rápidamente la paciencia del Lord de Somilen, temía de la pronta interrupción del mago y de su magia catalogada por la gente de la villa como perversa. El ruido de los pasos avanzaron hasta la puerta, la silueta de los pies de Darren eran una fuerte evidencia de su presencia, los guerreros se prepararon para recibirlo, el corazón de Dornis latía como nunca en su vida, nuevamente la quietud y el silencio hicieron su aparición, el sudor producto del nerviosismo del noble era visible.
—¡Por favor que esto termine ahora! ¡Solo acab..!
La puerta se abrió de golpe, ambos guerreros saltaron con sus armas para apuñalar al mago, sin embargo solo se toparon con las botas de este. Sobre sus cabezas estaba Darren, flotaba en una postura de meditación, les apunto con sus dedos, apareciendo un par de orbes de fuego azul, acto seguido las llamas consumieron a los hombres.
—¡Bastardo astuto! — vocifero Gilffher, quien tomo su escudo ondulado con el grabado de la cabeza de un león, al llegar ante el mago peliblanco pudo notar el cambio de la atmósfera — tienes la resolución de un verdadero guerrero, pones tu vida en la línea y así como te expones a la muerte, así mismo arrebatas la vida ajena, todo esto con el mismo respeto al dar una muerte rápida.
—Tu ¿Eres el líder de ellos? — prefirió entablar una conversación antes de seguir con la matanza.
—Si, eran buenos hombres, pero me inquieta el hecho que preferiste acercarte peligrosamente a ellos, por tu expresión tan indiferente — el guerrero planeaba ganar tiempo, el noble había escapado por un pasaje en el cuarto.
—Todos los seres vivos cuentan con una barrera de fuerza vital, para un mago es fácil superarla, pero deja un rastro bastante claro para algunos de la secta — le explicaba Darren, quien bajo nuevamente al suelo, para ponerse nuevamente sus botas — es un noble gesto de su parte ganarle tiempo.
—Veo que no es sencillo engañarte — hablaba muy amistoso con el mago, mientras sujetaba con fuerza su arma, ambos sabían lo que avecinaba.
Desde un rincón salió disparada una flecha, Darren pudo notar al hombre escondido tras el su ataque, el mago se concentro en el proyectil, señalándolo con la mano para concentrarse, de improviso la flecha se detuvo, un agudo dolor aquejó al mago, en su costado fue apuñalado por la daga de un tercer sujeto.
—Nadie se interpone en nuestro trabajo — declaró el guerrero, el mago solo rio.
—¿Acaso no escuchaste nuestra plática? — con una fúnebre sonrisa fue calcinado el hombre responsable de herir a Darren — si me tocas te mueres.
Otra flecha salió disparada por el cuarto, la mano izquierda de Darren fue perforada, Gilffher arroja su espada al mago, quien aún seguía perplejo por la flecha, la espada se clavo en medio de su abdomen, llevándolo a arrodillarse y notando la cabeza de león que tenía la empuñadura del arma.
—Acepta el frío beso de la muerte, ya no existe la posibilidad de dar vuelta atrás — le aseguraba el guerrero mantenimiento su distancia.
—No creí que lograrán hacerme esto.. — confesó con un tono fatídico.
—Deberías saber a estás alturas que la secta cuenta con ciertos individuos sensibles a la magia, aquellos a los que hemos llamado Black Hound, mandaron al más capaz para ir por tus compañeros — le reveló el guerrero seguro de su victoria.
En las afueras de la villa el pequeño grupo de magos se ocultaban de la vista de sus enemigos, Tod miraba atrás, esperando ver a su maestro en el horizonte, pero eso no ocurría.
—¿Cómo pudiste vivir en esa villa tanto tiempo? Esos hombres parecen sedientos de sangre — le pregunto Faustus al niño.
—Yo llevo apenas un tiempo, viví en las afueras de esos grupos de gente, pero era tan difícil vivir aquí entonces me metí en los pueblos, tomando todo lo que podía parar sobrevivir, hasta que usaba mi dote. Las personas me perseguían amenazándome, incluso hiriéndome — le contaba con una gran tristeza encima, Felicia le abrazo de inmediato.
—Eso nos suele pasar a muchos de nosotros, pero es momento que sepas, ya no estarás solo — le aseguraba la mujer con una sonrisa en los labios, pero un claro odio al resto de las personas, siendo obvio solo para Faustus.
—Demonios, alguien nos siguió — declaró el mago al ver la figura de un joven armado con dos espadas en sus costados.
—Nadie dejara Somilen, ustedes tres arderán en la hoguera — declaró el inusual extraño, portaba un paliacate rojo, este le cubría la mitad de su rostro, un corto cabello castaño, contaba con protección, una pechera y hombreras plateadas, sin esperar más saco sus espadas — O mi nombre no es Shergell.
—¡Tod detrás de mí! — le ordenó Faustus, quien libero a un enorme golem de cuatro metros, en cada extremidad se le veía esferas cargadas de fuerza mágica — ¡Yo lidiare con este!
Dos explosiones alarmaron al grupo, los brazos del golem colapsaron, dejando en claro que su instrumento no sería suficiente para doblegar al joven de negro, muy a su pesar saco un pequeño báculo que llevaba en la pierna izquierda, parecía estar hecha de un hueso humano, un fémur más específicamente, adornado con plata y cristales preciosos.
—Este es el resultado de los estudios de Stone Mage, haré que su conocimiento valga de algo — esbozo el mago preparado para darlo todo de si mismo.
Nuevamente en el recinto de Lord Dornis, el mago veía cómo su sangre manchaba el suelo, incluso su mano goteaba, esperaba paciente el tiro de gracia del arquero, Gilffher no parecía preocupado ante la amenaza de Darren en su condición actual.
—¡Mírate, inspirabas terror en el corazón de la gente hace poco y ahora te tengo aquí rendido a mis pies! — lo señalaba con su escudo.
—Solo hazlo, no pierdas tu tiempo — respondió sin tener intención de darle el gusto.
—¡Ya lo oíste Jerry, sácalo de su miseria! — dio la orden, sin más le dispararon en el cráneo — una pena, pudimos ser grandes amigos. Jerry lleva el cuerpo afuera, a los pobladores les encantará la noticia, yo iré por nuestro valiente hombre.
Su último subordinado, fue por el cuerpo sin vida de su adversario, con dificultad bajo el cadáver a rastras, encontrando a Gilffher y a Dornis en la sala, este último se acercó para asegurarse de la muerte del amenazante mago, pero no parecía aliviado, parecía estar consternado, como si un problema mayor se le viniera encima.
—Carajos realmente está muerto — su comentario poco entusiasta llamo la atención de Gilffher.
—No suenas muy contento, te acabo de salvar la vida, esperaba una mayor gratitud — le reprochaba ante su inesperada faceta.
—No lo entenderías — respondió sin darle la cara, esto lo le pareció satisfactorio al guerrero, tomándole del brazo.
—Puedo entender más de lo que tú crees — advertía bastante irritado.
—¿Esto es normal en él? — señalaba Jerry, quien noto como del cuerpo de Darren salían llamas azules.
A un ritmo alarmante el fuego creció sobre el cadáver, hasta crear un gran pilar, los tres hombres retrocedieron, observando como tomo la forma de un ave formada por las llamas azules.
—¡Es imposible! ¡El está muerto! — vocifero Gilffher quien no estaba preparado para otro altercado contra el mago.
Del pilar de fuego emergió un restaurado Darren, su figura parecía estar constituida por el fuego mismo, una sonrisa estaba dibujada en el rostro del sujeto peliblanco, Jerry quien tenía aún su espada pensó en arremeter antes de volver a tener una amenaza, el mago únicamente levantó su brazo derecho, a su vez un pilar de fuego incinero al guerrero.
—Señor Dornis, continúe su explicación — le invitaba a seguir hablando, aún pese su miedo de este.
—¡¿Qué no estabas con un bajo perfil?! — le gritaba molesto Gilffher, este no estaba contento por perder a todos sus hombres.
—No me dejaron muchas opciones y menos con mi protegido en peligro — le explicaba, quien opto por contarle toda la verdad — no creo que me presenté apropiadamente, soy Darren De Lender, también conocido como “El Fénix Azul”.
Gilffher se hecho a reír al saber esto, reconociendo lo inútil que parecía matarlo.
—¡Basta! ¡Yo no te vendí! ¡Lo que hice fue únicamente hacer una apuesta, deseaba que salieras victorioso, ellos están locos! ¡Yo soy lo único que les frena de no irse a una guerra civil con nuestro señor Rey! — intentaba explicarse antes de ser cremado vivo.
—¿Espera que hiciste qué? — Darren intentaba entender la situación, quedando sin palabras.
Gilffher toma a Dornis apenas escucha su declaración, parecía entender mejor las cosas, el guerrero extendió brazo, del piso superior cayó su espada corta, este suceso dejo perplejo tanto al noble como a Darren.
—Gracias por tu confesión, pero ahora que has firmado los documentos pertinentes ya no eres necesario para nuestra gente — le reveló el hombre para luego abrirle la garganta, Dornis se desangró frente los ojos del mago, quien no se atrevió a hacer nada — verás yo tampoco me presenté adecuadamente, me llamo Gilffher, soy el maestro de la fe.
—¡¿Pero como?! ¡Escuché que solo estaba Bhoris! — gritaba sin poder creerlo.
—Engaña a tus aliados y tu enemigo se verá afectado — conto complacido con el resultado.
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