Darren Vs Los Maestros
Darren estaba en una situación insólita, no esperaba quedar en una situación tan cambiante, Gilffher el ahora descubierto como el maestro de la fe, estaba listo para combatirlo, el mago miraba su as bajo la manga colgando en su cintura, pero se resistía a volver a usarlo, sabiendo el costo de su constante empleo.
-¿Qué ocurre? Vamos a divertirnos un rato ¿No me digas que te achicaste? - le incitaba a pelear, al ver cómo pensaba mucho para atacar.
-¡Bien, si así lo quieres! - junto sus puños y libero una llamarada, Gilffher se cubrió con su escudo, este parecía absorber el fuego - sus armas parecen estar ligadas a él, no bastará con solo quitárselas, debo irme con los demás.
Recordó que ellos también están bajo ataque y no podía imaginar en qué condiciones estaban. La divagante mente de Darren se vio sorprendido al ver cómo Gilffher salía de entre el fuego, acercándose para partirlo de un tajo, se echó para atrás en un desesperado intento por salvarse, sin embargo la hoja de la espada creció cortando su pecho.
-¡¿Qué?! - la situación seguía avanzando mientras aún trataba de comprender lo inusual de las armas de su adversario.
La espada atraviesa el hombro del mago, evitando ser un golpe mortal, pero a la vez reteniéndolo contra el suelo, inquietando al mago.
-No te preocupes, aprendo de los errores, no puedo matarte, regresarías más intimidante que antes - señaló el maestro de la fe bastante confiado.
-No, no lo haces - le advirtió, Gilffher comprendió tarde que cometió un error.
El fuego cubrió su cuerpo, inmediatamente el hombre grito aterrado, se alejó del mago, tambaleándose por todos lados, extendiendo el fuego por toda la sala, cayó arrodillado y Darren pudo quitarse la espada, observando a su enemigo ser consumido por el fuego.
-Me asustaste por un minuto, es bueno saber que bajaste la guardia - se contentaba el mago por el fallo de su oponente.
Los gritos se transformaron en risas, en un carcajada burlona, para luego reincorporarse, las llamas fueron tragadas por el fuego, dejando intacto a Gilffher, estiró su brazo y su arma fue a él, dejando estupefacto al mago.
-Si, fue un buen chiste ¿No lo crees? - se burlaba de su oponente.
-¿Qué clase de cosa tienes? - le pregunto Darren.
-Bien, no es una bendición si eso temías, no, eso es para los maestros superiores - le advertía de lo peligroso que era la secta.
La puerta se vino abajo, revelando a Bhoris el maestro del credo, este únicamente traía sus pantalones de cuero y sus botas, la parte superior de su cuerpo estaba vendado, al igual que sus brazos, pero eso no lo detenía para blandir su claymore.
-Veo que iniciaron la fiesta sin mi, una pena, pero ya estoy aquí - ingreso con la intención de no dejar al mago con vida.
-¿Dos maestros? Creo que no soy muy afortunado - susurro el mago.
-No digas eso, no muchos magos tienen el privilegio de ser humillados por dos imponentes hombres - festejaba Bhoris bastante animado.
-Oye mago, ese tipo es un maestro superior, deberías cuidarte de él - le señaló antes de irse sobre él.
La espada extendida de Gilffher logra herir la pierna del mago, pero no tiene tiempo para volver a incinerarlo, ya que la claymore intenta cortarlo a la mitad, obligándolo agacharse, con un movimiento brusco incrementa el fuego poniendo un muro de llamas para bloquear a Gilffher, dejando al maestro más ansioso por su sangre a solas. Darren envuelve al maestro del credo en un pilar de fuego, pero sale intacto del ataque, solo sus vendas son consumidas por el fuego.
-Era cierto, tú tienes una bendición - está noticia inoportuna lo deja con un mal sabor de boca - ahora tendré que esforzarme..
-¡Espera! ¿Crees poder vencerme? - la tan sola idea le parecía risible.
-Conozco los cinco tipo de bendiciones que manejan - le reveló lo poco que podía sorprenderlo - el terrenal, la voluntad, la locura, la equidad y absolución. Presiento que tú eres el poseedor del terrenal, únicamente te dañan las cosas hechas por el hombre, la magia es inútil en ti.
-Si, como un dragón ¿Mola no? - sujeto su arma con ambas manos para arrojarse a la batalla.
-No me gustan los dragones - concluyó tomando una espada del suelo.
Ambos chocaron las armas frente él umbral de la casa, el fuego seguía avanzando, devorando la casa a un ritmo alarmante, Bhoris le dio una patada al mago para devolverlo al interior de la residencia, acto seguido lo persiguió arremetiendo nuevamente con su claymore, bloqueo el golpe pero lo mando contra las escaleras, la enorme hoja del arma iba descendiendo sobre Darren, sin muchas opciones se arrojo sobre Bhoris, ambos saliendo de la casa, está se vino abajo al verse dañada por el fuego. El mago comenzó a golpear incesantemente el rostro del maestro del credo, este parecía disfrutarlo, reía ante la constante golpiza, pareciendo un chiste para él.
-Hace tanto que no me golpeaban - pensaba Bhoris entre los interminables puñetazos.
Hace años atrás..
-¡Maldito niño! - vociferaba un señor regordete, quien pateaba al pequeño Bhoris, este estaba bastante delgado y su cabeza no paraba de sangrar - ¡¿No pudiste serle útil al granjero Beric?! ¡Eres una deshonra! ¡Hoy tampoco comerás!
-Siempre quise que mi padre dejara de golpearme, lo deseaba con todas mis fuerzas y un día se me cumplió el deseo - narraba Bhoris rememorando su amargo pasado.
Su padre fue congelado por un mago dos días después, dejándolo desamparado, junto a otros más en el pueblo, el hecho nunca tuvo repercusión para el mago, pese haber presentado una queja ante la Orden De Magos, el pueblo fue abandonado poco después, ya que el mago volvió para arruinar las granjas y las cosechas, dejando atrás a Bhoris.
-Mi padre fue un guardia de un noble, pero las cosas le fueron mal tras padecer de la gota, perdiendo el pie como resultado - contaba, recordando cómo fue consumido por la culpa y la ira - me responsabilice de su muerte, hasta que me percate que todo era cosa de los magos, viví del bosque y me dedique a entrenar mi cuerpo, no existía nada que no me fuera útil para prepararme, solo deseaba estar listo para darle muerte a un mago y un día llegó el momento.
Bhoris era un adolescente fornido, pero con harapos como prenda, tenía el cabello hecho un lío y la higiene no era su fuerte, era el único residente de su natal pueblo, hasta que se topo con un carruaje que pasaba por allí, se trataba de un mago, este había abandonado la Orden De Magos y buscaba una vida como mercader. El viajero se detuvo al ver Bhoris.
-¡Joven! ¡Ven! ¡¿Cómo es posible que puedas vivir así?! Este lugar a sido olvidado - parecía auténticamente preocupado, esto le llamo la atención del joven.
Ambos comieron juntos, el hombre le contó historias de su vida como mago, como siempre intentaba hacer las cosas bien a dónde quiera que iba, su plática chocaba bastante con la imagen dada por el mago que devastó su pueblo.
-¿Realmente existen diversos magos? Yo pensé que eran basura - al percatarse de ello soltó la roca con la que pensaba matar al mago jubilado.
-Es hora de dormir, quisiera que mañana vinieras conmigo en esta nueva vida mía - le pidió con una amigable sonrisa, haciéndole voltear la mirada, se sentía terrible al solo recordar lo que le iba hacer, el mercader extendió su brazo y congelo lo que antes era la fogata - casi se me olvidaba este fuego.
Ambos durmieron en el carruaje, pero Bhoris no podía conciliar el sueño tras la revelación.
-Nuevamente se a cumplido mi deseo, el ha vuelto - se dijo a si mismo.
Sin más amarro al mago, este despertó luego de ser aprisionado, Bhoris le apuntaba con un palo que consiguió darle filo, el ahora mercader estaba extrañado ante su actual predicamento.
-¿Qué haces? ¿Por qué me hiciste esto? ¡Yo no quiero hacerte daño! - le aseguraba el mercader.
-¡Ya lo hiciste, tu mataste a mi padre y arruinaste el pueblo! - le acuso el joven amenazándolo con el bastón.
-¿Espera este era el..? ¡Carajos! - se daba de topes con el suelo ante su error - mira yo era un idiota en ese entonces, ahora me doy cuenta de mis errores.
-¡No! ¡No es cierto, tu mientes! ¡Eres un desgraciado! - fastidiado de lidiar con el hombre solo le apuñaló repetidas veces, sin darle oportunidad de resistirse.
Bhoris llevo a rastras el cuerpo del jubilado mago, amarrado al carruaje exhibió su cadáver por cada pueblo, llamando la atención de otros y formando la secta en el proceso.
Ahora..
-Solo eres otro mago en mi lista, yo te mataré - le aseguraba Bhoris con una boca repleta de sangre - y luego iré por el niño, me aseguraré que sufra antes de mandarlo contigo.
-¡NO! ¡No tendrás oportunidad! - sujeto una espada para clavarla en Bhoris, este solo sonreía con descaro.
La mano de Gilffher tomo la cabeza del mago, proyectándolo contra los restos de la casa, dándose cuenta que estaban llamando la atención del resto de pobladores.
-Ni lo pienses, de aquí no podrás salir - le aseguro el maestro de la fe.
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