Almas Y Reencarnación

—Un último y desesperado recurso para intentar matarme — concluía Faustus quien solo se dejaba llevar por su propia furia — ya nada importa, nada es sagrado o tratado con respeto.

El ataque grupal fue sobre el mago aún sin tener miramiento por el guerrero que estaba aterrado a un lado de Faustus, el cual solo se agarraba la cabeza temiendo ser asesinado en medio de la batalla, seis columnas se levantaron para bloquear el paso de estos guerreros, todos retrocedieron incluso Gilffher quien no deseaba ser imprudente al perder su ventaja numérica, apenas tocaron parecían tener un momento para reagruparse se vieron rodeados por seis los golems flotantes, dos destinados al maestro.

—¡Protéjanse! — bramó desesperado al ver que ellos estaban por disparar.

Los disparos acertaron al darles poco tiempo para reaccionar, salvó para Gilffher el cual tenía sus sentidos en otro nivel, pero tampoco tuvo oportunidad de ser de ayuda al resto ya que algo grande brotaba del suelo, era una pequeña colina con ocho cristales azules simulando ojos, dos extremidades de gran tamaño también salieron para hacer temer a cualquier adversario.

—¡Sin lugar a dudas eres un monstruo! ¡Das vida a seres impuros para hacer tu voluntad y no hablemos de tu misericordia! — le gritaba el maestro maldito al mago, sus palabras parecían serle un sin sentido.

—¡Ustedes son un mal y bien está ciudadela parece adecuada para ser un sacrificio! — el hombre estaba dispuesto a llegar al límite por acabar con sus enemigos.

Gilffher miro alrededor observando como uno de los reclutas fue partido a la mitad tras el ataque, otro estaba lamentando la perdida de su brazo izquierdo, un tercero combatía contra los golems con apoyo del cuarto con los brazos bastantes dañados. La tierra se volvió a estremecer para luego levantarse varias secciones alrededor de la ciudad, los habitantes podían ver cómo poco a poco su hogar era envuelto por piedras las cuales sepultarían a todos por igual.

Antes de poder hacer algo más su mente inmediatamente era transportada a la cabaña donde habitaba una niña, todo el interior era humilde pero algo curioso eran sus ventanas las cuales revelaban paisajes diversos, eran ventanas a Neruma la única manera de mantener su cordura era a través de estás vistas, la niña estaba en la cocina preparando un té.

—¿Estás loco? Ni siquiera conocías a la niña para actuar de esa forma — le reprochó la niña con una actitud muy madura para su edad.

El mago camino por la casa para llegar a tomar asiento en una de las sillas, se disponía a hacerle compañía a la pequeña, su cara afligida y llena de culpa miraba a la nada.

—¡Eres un desastre! ¡Ni mi hermano fue tan lamentable y eso que era un lisiado — volvía a hablar de forma brusca la menor.

—Perdón — se tomaba un momento para seguir hablando, le faltaba valor para decir lo próximo en voz alta — es solo que me recordó a ti.

Una estruendosa carcajada salió del pequeño cuerpo tomando por sorpresa a Faustus quien casi salta de la impresión.

—¡Disculpa! ¡Disculpa! ¡Disculpa! Es.. es solo que eso fue tan hilarante — respondía intentando calmarse, entonces la seriedad vino a su rostro, inmediatamente su cara infantil pareció perder parte de su aspecto inocente —  entiendo a lo que te refieres, una niña engañada y sufriendo cosas innecesarias, en este caso su calvario termino pero le pudo ir peor.

El mago comprendió lo que intento decir, pero eso no le restaba el atroz acto ocurrido hace poco.

—Lo que haces solo desencadenara una cadena sinfín de odio y venganza, se suponía usarías estos dotes amplificados para impedir esto, no hacerlo sin reparo — le regañaba con justa razón al no aceptar sus acciones y menos las consecuencias derivadas de ello — es por eso que te llame.

La niña bebió su té para relajar sus nervios, ella ocultaba muy bien sus emociones pero su mano izquierda le delataba al temblar de coraje de vez en vez un hecho apenas percibido por su alumno Faustus.

—Debes dejar de atacar a la ciudad amurallada, comprendo perfectamente que odies a las personas por ser ruines pero no permitiré que cometas un crimen tan despiadado contra los inocentes dentro de las murallas — su voz firme intimidaba al mago parecía tener una idea clara de lo que eso significaba.

—¡Pero si me desamparas tu te quedarás sola! ¡Un limbo sin ninguna ventana! — se alarmaba de dejarla en la absoluta soledad, esto lo llevo  — no creo que puedas aguantar otra década sola, no de nuevo.

El rostro del mago se retorció al recordar la imagen previa de la niña, cuando el era un adolescente y las puertas de la cabaña replicaron su nombre ante una mera casualidad, una probabilidad muy escasa le permitió llegar a la puerta en un reino distante al suyo, en un páramo de la nada misma.

Hace más de veinte años…

—Has logrado un buen manejo de los orbes, estás listo para formar golems — el joven Faustus era elogiado por su mentora, una mujer de casi treinta años quien vestía un vestido verde largo, sus mangas eran tan largas que ocultaban sus manos en totalidad, incluso tenía un chal de un tono esmeralda el cual le cubría el cuello, su cabello negro estaba alborotado y el hecho de tenerlo largo le hacía parecer una indigente, ella llevo su mano oculta a su mentón meditando lo que iba a proponer, parecía ser algo muy serio ya que nunca antes el joven vio a su tutora tan pensativa — creo que es hora de saber la fuente de nuestra fuerza.

El tono de su maestra no resaltaba con orgullo, al contrario parecía reflejar pena, repleta de inseguridad y miedo se negaba a mirar a los ojos al chico quien encontraba todo esto sumamente extraño, el nunca podría haberse imaginado dicha situación de parte de Maberi.

—¿Está bien maestra? — tardo en hacerle la pregunta dudaba enormemente de hablarle dada su actitud — actúa muy extraña.

—Faustus esto que te voy a revelar va en contra de las normas de la Orden De Magos — está advertencia dejo sin palabras al estudiante quien nunca llegó a pensar en irrumpir la ley, su maestra siguió — nuestro origen va muy atrás, marcado por Dorotel el mago de los golems, sus estudios para buscar al golem perfecto le llevo a experimentar con aldeanos, esperaba usar una fuente mágica única, no invasiva como solemos usar para dar vida momentánea a las cosas de piedra, el esperaba usar el alma como dador de vida, en uno de sus intentos rapto a una niña sin esperar que las cosas le fueran mal apareció su hermano y juntos experimentaron con la niña, así nació nuestro fundador casi inmortal Stone Mage — le contó apenada de los orígenes de su magia.

—Pero ello no tiene que ver con nosotros — replico al notar que nada los envolvía.

—Si, si tiene los conocimientos están guardados en un páramo en el otro plano donde el Axis Vitae gira eternamente sin darle importancia a este lugar — un largo silencio reino en el bosque, el aprendiz intentaba ver lo que ello significaba.

—Si quieres completar tu entrenamiento debes llegar a la cabaña, pero el viaje es altamente peligroso puede que nunca puedas volver, yo no te culparía por no querer hacerlo — al ver los ojos de Faustus noto su error el no estaba dispuesto a retroceder.

—Pido un milagro, pido por ti y espero llegues a la cabaña — se despedía de su alumno al dejarlo frente a una cascada, el en ese entonces tenía diversos grabados pintados en su cuerpo para hacer posible su viaje a ese plano de la existencia.

Luego de un abrazo el aprendiz fue detrás de la cascada una pequeña caverna con velas y varios círculos para facilitar la transición, incluso el lugar y el sonido le permitía hacer el enlace.

—La cadena de vida.. — susurro para luego tomar asiento en el círculo mayor, estaba con temor pero deseaba ser un mago completo y está misión determinaría su futuro.

Se relajo al cerrar los ojos activando los círculos, los escritos en su cuerpo brillaron y sin tener dudas se puso de pie, retrocediendo siendo tragado por la cascada, al abrirlos estaba en una planicie blanca donde a la distancia podía ver algo parecido a una serpiente hecha de un sólido color azul marino, en su movimiento parecía dejar rastros de lo que la misma estaba compuesta, poco después de ello salían disparadas como si se tratasen de rayos, era la vida misma, un conjunto de almas energía pura movida por un instinto natural, el mago veía lo que era el cielo, el eterno descanso al que un día el volvería cómo todo el resto, a la par podía ver cómo relámpagos azules se unían al Axis Vitae, la entidad era inmensa haciéndole sentir insignificante, su mera individualidad parecía sofocante, la soledad insoportable a la vez un deseo florecía en él, deseaba relevancia deseaba volver a la serpiente, al intentar dar un paso escucho un sonido más allá de los atronadores relámpagos y al majestuoso ser de vida quien parecía dispuesto a atrapar su propia cola, era el sonido de la madera chillante, Faustus estaba de espaldas a la raquítica cabaña.

La compostura volvió a Faustus quien olvidó ese deseo incluso la idea misma quedando en el olvido de su subconsciente, sin más fue a la puerta ingresando al hogar dañado.

—Temía que fueras cautivado por “el llamado”, por suerte tuviste una reacción muy positiva apareciendo frente a mi jaula — la voz de una niña sonaba por toda la cabaña pero no se le veía por ningún lado.

Faustus anduvo caminando por la cabaña esperando encontrar a la niña, pero justo cuando fue a una habitación con dos camas con paja su hombro fue sujetado por una suave mano, pero al ser algo tan inesperado dio un brinco ante el susto, el aprendiz cayó de espaldas y lo que vio le helo la sangre, una niña en precaria situación, con un cuerpo en decadencia, la mayor parte de su cuerpo carecía de piel, sus músculos estaban expuestos, incluso en algunos sitios sus huesos sobresaltaban, aún tenía la mayoría de su cuero cabelludo en su sitio pero no le ayudaba en su aspecto, de hecho era por esto mismo que uno podía intuir su edad y hacer el horror más vivido y precario.

—¿Qué te ocurre? De pronto pareces más frágil — hablaba con inocencia sin darse cuenta cuan impactante era su aspecto, pero lo noto al ver cómo la miraba — perdón, hacía tiempo que nadie venía, olvidó tener en cuenta a otros.

Alrededor de la niña tiras blancas se adherían a su cuerpo para volver a estar en perfectas condiciones, eso calmó un poco a Faustus, pero le era difícil retirar esa horrible imagen de su mente.

—O vamos existen cosas más temibles — le apuraba a escupir alguna palabra, parecía tener prisa para atenderlo.

—¿Quién eres? ¿Cómo puedes existir aquí? Hasta donde sé todo es consumido por el Axis Vitae — pudo ser capaz de articular las palabras, pero ahora miraba todo con mayor atención como si estás dudas buscarán una respuesta entre la madera de la cual estaba hecha la casa.

—Soy un alma en una jaula, no tengo la libertad para volar directo a la serpiente — le explicó en grandes rasgos — pero tú eres un aprendiz quien busca una mayor fuerza, yo puedo dártela pero tendrías que aceptar un acuerdo conmigo.

Al oírla supo que era demasiado sencillo y dudaba de que su maestra le mandara a hacer algo tan absurdo que podría hacer en los dominios terrenales.

—¿Me quieres engañar? — su tono ofendido hizo retroceder la mano extendida de la niña.

—Perdona viejas costumbres — contesto apenada al ser descubierta.

—Mi maestra me dijo que aquí conseguiría las respuestas de la magia de un tal Stone Mage — le pregunto sin muchas esperanzas de que ella supiera al respecto, pero ella quedó estática absorta en el pasado.

—Marcus.. — susurro dolida, para luego mirarle atentamente — tú debes ser el pupilo de Maberi y está debería ser tu última hazaña.

—¿Última? — le era bastante extraño oír eso.

—Si, tu maestra acepto el pacto entregando su cuerpo y alma para ser un medio para destruir mi jaula, eso repercutiría en las almas quienes podrían ser destruidas tras su uso y ella entonces propuso un cambio, otra alma por la suya — Faustus comprendió el por que ella no decidió estar con el, no quería ver cómo al que uso como ganado era sacrificado por su propia salvación.

La atmósfera cambio por completo era una situación de presa y cazador, sin embargo la ventaja absoluta era del último dejando sin recursos ni opciones para un escape, fatigado ante la desesperanza se desplomó con una mirada incrédula su anhelo le mantenía a flote a duras penas.

—Pero.. — el habla de la niña hizo que toda la pesadez desapareciera — podemos jugar sucio acepta mi trato y tendrás el conocimiento para volverte un verdadero mago de los golems, así derrotaras a Maberi quien si te ve intentará matarte para así salvarse.

—¿Qué pasará si acepto? — no tenía opciones pero quería saber lo que vendría.

—Vivirás mi pasado para tener el saber, un conocimiento que te hará superior a la mayoría — al decirle esto esperaba ver al joven satisfecho pero estaba bastante inseguro con lo que se ofrecía.

—No tendría caso, soy un simple aprendiz, mi maestra es superior a mi, el conocimiento que me ofreces es el mismo que le diste, seguiría existiendo un margen considerable y peor aún nada me asegura que te desharás de mi tan pronto como lidie con mi mentora — expuso sus pensamientos con un tono fatalista.

—Veo que tienes una idea errada de mi — expuso la niña envuelta en un vestido blanco — yo fui quien te selecciono, no fue Maberi a ella le ordene darte las enseñanzas básicas y en su momento traerte aquí. La prueba fue para tu maestra pero ella fallo.

—¿Qué ganarías con evadir lo acordado con ella? ¿O el costo que asumiré es mayor? — dudaba de este misericordioso acuerdo.

—No tienes que dudar de mi y mi oferta — le aseguraba acercándose al mago quien se incorporó para luego retroceder — no soy tan peligrosa, pero si necesitas una razón sería por qué me recuerdas a mi hermano, claro antes de volverse en un adicto al poder. Y claro tendría ver lo que tú ves a través de tus ojos y tu magia, pero si requieres de poder adicional te lo daré pero ese tiene otro costo, tu vida.

—¡Espera! ¡¿Cómo es eso de mi vida?! — Faustus comprendía que era un riesgo pero podría ser la única forma de salir bien librado.

—Si quieres los detalles acepta — volvió a extender su brazo para recibir la mano del joven aprendiz.

Con mayor seguridad ahora reaccionó tomando la mano de la misteriosa niña. De la nada fue transportado a un pueblo, en este lugar vagaba hasta oír una melodía, la cual tenía la facultad de calentar el frío cuerpo de Faustus, incluso darle una fuerza insospechada, sin dudarlo fue al origen de dicha tonada, adentrándose a una torre abandonada, allí descubriría a un hombre desaliñado con varias cicatrices en el rostro, incluso uno de sus ojos estaba emblanquecido, él era quien hacía sonar la flauta, aterrado intento huir pero sus piernas no respondían seguían danzando al ritmo de la tonada hasta llegar a una zona despejada allí se tumbo y la melodía termino con un tono lúgubre, dejando un efecto de adormecimiento en todo su cuerpo, haciéndole imposible levantarse, el hombre por su parte sacaba un rollo de piel que dejó extender a un lado del menor revelando aparatos con filo y otras características peligrosas, con solo verlas supo que con ellas experimentaría un dolor como nunca, pero no tenía alguna forma para librarse de su predicamento, los cortes procedieron sin piedad poco a poco fue abierto, contra todo pronóstico pudo lanzar alaridos agónicos, sin embargo estos aterraban a todos quien los oía evitando alguna oportunidad de salvación, tras unos minutos se daba por vencido hasta que apareció un minusválido, un joven quien atestiguaba la escena.

—¡AYÚDAME HERMANO! — le suplico esperando su apoyo, así como él lo fue en su momento.

El chico se arrastró repleto de intriga por lo que veía entonces hablo amigablemente con el torturador de su último familiar, en ese entonces perdió todo esperanza, explicaciones de los procesos y resultados eran dados agobiando al torturado, horas y horas pasaban, el dúo logro ingeniárselas para mantenerla con vida aún pese el tremendo daño otorgado, lo cual les dio más tiempo para investigar, allí la mente del sujeto aprisionado llego a su límite, ningún pensamiento podía formularse, estaba hueco su alma escapaba al castigo interminable, pero nuevamente la intervención del dúo la logro retener ambos mirándola como un simple material para investigación, no como un ser vivo, ni un humano. Fue aprisionado en una jaula de aspecto familiar donde era usado como un agarre para no morir, en su encierro no pudo evitar cuestionar su existencia y los datos que ese par hablaban en la noche que perdió su vida y su descanso eterno.

Faustus se sobresalto volviendo en si, las lágrimas llenaban su cara y la niña solo le miraba sin ningún pesar.

—¡Lo siento..! ¡Lo siento tanto! — suplicaba su perdón, ella le miraba sin darle ese perdón que aparentemente le pedía.

—¿Te diste cuenta no? — ella podía notar lo que el chico era desde un inicio.

—Si, soy parte de tu hermano, una parte del alma que no logro aterrizar en la cabaña y tú los has recolectado para liberarte de la jaula.. — lloraba Faustus quien comprendió como siempre su deseo fue el poder, quizás le dio un motivo pero ese deseo desmedido era el vestigio de su ser original del cual se desprendió — ahora me entiendo y me comprendo aún mejor.

—Si, ahora vuelve con ese fragmento desdichado de ti, es momento de reclamar una parte más — le dijo no siendo una orden pero el joven comprendía que era su deber.

En un parpadeo despertó en la parte posterior de la cascada, una nueva visión de la vida se mostraba para él y no solo eso sino que incluso su magia se vio afectada, salió de aquel sitio descubriendo a Maberi quien parecía ganar fuerzas para adentrarse, por un largo tiempo ambos se miraron sin decir nada, la maestra parecía disponerse a pelear, Faustus parecía aún reacio a un conflicto a muerte.

—¡Detente! ¡Yo..! — intento disuadirla sin embargo fue sujetado por el suelo.

—Solo muere — respondió al hacer magia con un par de orbes alrededor suyo, para inmediatamente pensar — no puedo flaquear, el debe haber logrado tener el conocimiento de ella, un error seria fatal a estás alturas — sus ojos se llenaban de tristeza al verlo y saber lo que tenía que hacer para vivir.

—¡Basta! ¡No sigas! — insistía el joven quien no mostraba señal para montar una ofensiva.

—¡Solo tenías qué morir con ella! ¡No tenías que agradarle! — le recriminaba con lágrimas en sus ojos mientras salía el inmenso golem a espaldas de la bruja, sus robustos brazos rodearon al aprendiz disponiéndose a aplastarlo — no quería hacerte esto…

—¡Maestra..! — dijo mientras algo brotaba a los pies del joven, lentamente el golem oprimió sus manos.

—¡No tenías que hacerlo! ¡Tu descansarías.. pero mi mente ahora es un desastre! — se tumbo en posición fetal totalmente afectada por tener que arrebatarle la vida a quien ella llego a considerar como alguien cercano — ¡No tienes idea de cómo desearía no tener que estar marcados! ¡Cómo vivir como todos y no estar cazando a otras partes de nosotros! ¡Me odio..! Pero lo hice por mi misma, no por un noble acto.

El sonido de una espada se hizo para luego hacer caer en pedazos las manos del golem, saliendo Faustus acompañado del golem definitivo, el corte logro rasgar la ropa de Maberi quien reveló su pésimo estado.

—Mira atentamente, este es el pago que uno hace por usar el don que nos ofreció — le contó exponiendo su cuerpo desnudo, el cual era de piedra ya entonces su rostro también sucumbía a la petrificación — yo solo era la culpa de nuestro ser original, pero tú no eres deseo, tú tienes la fuerza para librarte de nuestras cadenas.

Su rostro fue completamente transformado y enseguida se derrumbó, dejando al joven solo.

—Ten cuidado, tienes mayor poder que la mayoría, pero cuando note la intención de dañar a las personas te lo retiraré y consumiré tu alma como la de ella — la funesta advertencia replico en la mente del joven, quien podía asegurar que Gaby iba enserio.

El actual mago en la cabaña miro una de las ventanas las cuales reflejaban el campo de batalla, el parecía seguir con la misma premisa.

—Cede o muere — le dio ambas alternativas, el mago en respuesta la miro directamente manteniendo su decisión.

En el portal apareció Thomas quien estaba envuelto por su magia blanca, parecía estar allí para asegurarse de verse cumplida la misión, a su lado le acompañaba Lancelot.

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