Sentimientos a flor de piel
La verdad es que me pareció increíble ver a Colin en el parque ayer. ¿Le gustará también a él las canciones de "Queen"? ¿Qué hacía él en Hyde Park? ¿Por qué estaba Katie con él? ¿Por qué ella lo trataba con tanto cariño?
La verdad es que yo estaba muy confusa, no sé por qué. En realidad, el tiempo se me pasó muy rápido mientras charlábamos. Me hubiera gustado estar más tiempo en el parque, a pesar del frío, pero vi conveniente quedar otro día para hablar sobre más temas. Estaba deseándolo.
Entré a trabajar como cada mañana. Nada más entrar en las oficinas, Albert me llamó para hablar con él. ¿Otra vez? ¿Qué quería ahora? Me llama casi todos los días.
¡Qué pesado!
—Pasa por aquí, por favor. Siéntate.
Me senté en una de las sillas de su sala, me extrañé. Es muy raro que me llame tantas veces a su despacho.
—Eliza, quería comentarte si esta tarde, al salir del trabajo, tenías algún plan.
Ein?
—Pues quizá vaya a comprar al supermercado. ¿Por qué me lo pregunta?
—No, era por si...—Se puso pensativo—te apetecía cenar conmigo en un restaurante. No te preocupes, yo te invito.
—¿Pero sólo nosotros dos?
—Claro, nosotros.
¡QUÉ!? ¿Ahora qué le digo? Si rehuso, ¿puede haber alguna represalia por su parte? Después de todo es mi jefe...
—De acuerdo, Albert.
—Nos vemos entonces a las 07:30 P.M. en el restaurante "Sketch" en Conduit Street, Mayfair.
Salí de su despacho. Casi le decía que no pero un sexto sentido me advirtió de que aceptara su invitación.
...
Salí de trabajar y me fui hacia mi apartamento para cambiarme de ropa. Me puse un pantalón negro formal y una camisa fina y blanca con estampados de gatitos negros de botones con cuello refinado. Mi pelo es rizado así que poco podía hacer con él. Me hice una coleta para variar de peinado y por último, unas botas altas de cuero sintético. También me puse un poco de maquillaje, como siempre, para dar a todos una buena impresión.
Salí y me dirigí hacia la dirección que me proporcionó Albert. Cuando llegué al restaurante intenté entrar, pero, alguien con esmoquin me paró en seco pidiéndome un nombre de reserva. La verdad es que me sorprendió de pronto. Yo le pregunté al señor si había alguna reserva al nombre de Albert y Eliza. El hombre miró su lista y, efectivamente, estábamos en la lista. Albert se habría encargado de llamar antes.
El hombre me guió hacia una mesa reservada y me dijo que esperara mientras venía mi pareja. Yo le sonreí a regañadientes y se fue.
¿Yo su pareja? Ni soñarlo...
Mientras esperaba, me puse a leer la carta. La verdad es que había muchísima variedad de platos y no sabía cuáles elegir. Al final tendría que elegir alguna opción así que me decidí por unos espaguetis con tomate de primer plato y de segundo plato elegí lasaña. ¡La comida italiana me fascina! Para beber me pedí una botella de whisky más otra pequeña de cava.
Hasta que Albert no viniera, no podía hacer el pedido al camarero por lo que me puse a observar el interior del restaurante. Notaba que había mucha gente de dinero y el decorado era brillante. En las mesas había candelabros con velas y jarrones con flores preciosas, era muy romántico para parejas.
Me puse a mirar las mesas y me fijé en un hombre de espaldas sentado. Me sonaba de algo. Su pareja era... ¡Qué! ¡Katie!?? ¿Qué hace ella aquí?
¿Katie tiene novio? ¿Quién será su acompañante?
Intenté alargar mi cuello lo máximo posible pero no podía ver la cara del hombre que iba con ella porque estaba de espaldas desde mi mesa. ¡Mierda!
Cuando estuve a punto de levantarme para espiar un poco, Albert vino. ¡Qué oportuno!...
—Hola Eliza. ¿Has estado esperándome mucho tiempo?
—Pues unos minutos nada más.
Tendría que aguantar un poco más en la silla para no causar una mala impresión. Albert se sentó enfrente mía a un metro de diferencia pero había algo diferente en él. Él puso su mirada en mí por un momento y quedamos en silencio. Me fijé en sus ojos, eran azules y le brillaban. No me había fijado antes en ese aspecto. Su barba estaba perfilada y llevaba traje de etiqueta. ¡No! ¡No debía despistarme! Cambié de conversación rápidamente.
—¿Qué vas a pedir, Albert?
Albert reaccionó y rápidamente se puso a leer la carta en silencio, tapándose su cara. Esta era mi oportunidad. Dejé a Albert en la mesa mientras él se decidía y yo me fui con el pretexto de ir al baño. Debía saber con quién estaba sentada Katie.
Pasé a una distancia considerable de su mesa para observar desde lejos. Veo que la imagen de ese hombre, que está con ella, se voltea ante mis ojos y ¡no puede ser! El tiempo y espacio se detuvieron de nuevo mientras veía a Katie riendo con Colin...
Se me escapó de las manos mi bolso que cayó al suelo de la impresión. Por culpa de la caída, todos los objetos que traía dentro del bolso también se esparcieron por el suelo. Me puse a recoger todas mis pertenencias como si no hubiera un mañana para que nadie se diera cuenta de mi presencia. Unas lágrimas caían por mis mejillas mientras intentaba encontrar todas mis pertenencias perdidas por el suelo. Algunas personas que estaban en mesas cercanas, al verme tan exhausta, se levantaron de sus sillas y me ayudaron a buscar mis pertenencias. Yo les agradecía la ayuda aún con más lágrimas recorriendo mi cara sin apartar la vista del suelo para que nadie me viera llorando. Cuando creí estar segura de que tenía mi cartera, mi maquillaje, el dinero, las llaves y otros documentos, me fui corriendo al baño de mujeres.
Me encerré en un baño y me puse a llorar. No sabía por qué lloraba, sólo me sentía desconcertada.
¿Te gusta Colin?
No lo sé.
¡Vamos! ¡Se ve desde lejos que te gusta!
Snif~Snif
Mientras estaba llorando encerrada, escuché una voz de hombre que me llamaba. Estaba dentro del cuarto de baño.
¿Quién ha entrado en el cuarto de baño de mujeres?
—¡Eliza! ¡Eliza!
Salí de mi escondite con los ojos "efecto panda" por culpa del delineador corrido. Cuando me miré al espejo, que tenía enfrente, me limpié con servilletas que había en el baño. Mientras me limpiaba lo más rápido posible con agua, vi a Colin acercarse a mi poco a poco. Parecía preocupado. Cuando lo vi, empecé a llorar más mientras me echaba aún más agua en la cara. No quería verle ni que me viera así.
—Hola Eliza. Te he visto en el pasillo. Empezaste a llorar. ¿Puedo ayudarte en algo?
En cuanto me preguntó esto último, empecé a soltar pequeños sonidos y llantos mientras me tapaba la boca y lloraba al mismo tiempo. No podía controlar mi cuerpo. Mi subconsciente se había apoderado otra vez de mi. No podía hablar. ¡Quería hablar pero no podía! Me faltaba aire para hablar. Los llantos ocupaban el puesto de mis palabras.
Él todavía estaba ahí de pié, frente a mi, esperando una respuesta.
Sí, quiero que me ayudes. Ojalá estuvieras conmigo para siempre. Ojalá no fuera cierto que ya estás con otra persona. Ojalá que me quisieras sólo a mí. Ojalá pudiera decírtelo, pero no puedo.
Iba a hablar cuando el llanto me pudo y miré hacia abajo mientras miraba mis propias lágrimas cayendo al suelo. Al hacer yo este gesto, Colin se acercó a mi y me abrazó. Cuando lo hizo, abrí mis ojos como platos.
—No te preocupes, Eliza. Tienes un amigo al que le podrás contar todo.
Al decirme esto, lloré aún más en su hombro derecho. Parecía una niña pequeña.
Nos separamos.
—Tengo una idea Eliza. Si quieres, mañana quedamos y hablamos mejor. ¿Te parece bien?
Yo asentí con la cabeza.
—De acuerdo entonces. Yo te llamo.
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